Sobre Felisberto Hernandez

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  • 8/13/2019 Sobre Felisberto Hernandez

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    Gnero: NARRATIVO Autor: FELISBERTO HERNNDEZ Pgina 1 de 3

    MATERIAL DE APOYO PARA LITERATURA / 3er AO

    GNERO NARRATIVO(cont.): FELISBERTO HERNNDEZBreve resea biogrfica y bibliogrficaFelisberto Hernndez naci en Montevideo el 20 de octubre de 1902. Perteneci a la misma generacinliteraria de Espnola, la denominada Generacin del 30(ver caractersticas de esta en el material sobreEspnola). Su formacin fue la de un autodidacta, salvo en lo que se refiere a la msica.

    Si bien nos importa ahora el escritor, Hernndez fue un destacado pianistaque realiz numerosas giraspresentando conciertos por el interior del pas y de la Argentina. Fue compositor, destacndose entre susobras: Cancin de Cuna, Primavera, Negros, Marcha Fnebre, Crepsculo. Lo que llama la atencin es que,habiendo realizado numerosos conciertos en Montevideo, en Buenos Aires y en ciudades del interior delUruguay y la Argentina, no haya grabado ninguna por lo que se sabe de sus interpretaciones sobre temaspropios o ajenos, cuando ya existan los medios tecnolgicos para el registro de las mismas.

    En cuanto a la literatura, escribi cuentos y novelas cortas. En 1925public su primer libro, Fulano deTal. Libro sin Tapasapareci en 1929, La cara de Anaen 1930 y La envenenadaen 1931. Su inters porla filosofa, la psicologa y el arte, lo llev aintegrar el crculo de amigos al que pertenecanCarlos Vaz Ferreira, Alfredo y Esther Cceres yJoaqun Torres Garca, entre otros.Hacia 1940 abandon definitivamente sucarrera de pianista y se dedic a la literatura.En 1942 public Por los tiempos de ClementeCollingy en 1943 El caballo perdido,obteniendo un premio del Ministerio deInstruccin Pblica y que marca un nuevo rumboen su narrativa. En 1946 viaj a Pars con unabeca del gobierno francs. La EditorialSudamericana public, en 1947, Nadie encendalas lmparas. En 1948 regres a Montevideo.

    En Escrituraapareci por primera vez Las

    Hortensiasen 1949, publicada en 1950 porEditorial Lumen. En 1955 public su manifiestoesttico: Explicacin falsa de mis cuentosenla revista La Licorne. Ingres de taqugrafo en laImprenta Nacional; l mismo haba inventado unsistema taquigrfico en el que copi algunos de sus cuentos y el cual, an, no ha podido ser descifrado. En1960 public La casa inundada. En 1962 sali la primera edicin de El cocodrilo, reeditada en 1963, ypstumamente, en 1964, Tierras de la memoria. Lamentablemente, salvo por el lmite que marcan lasfechas de publicacin, se desconocen las fechas de composicin de la mayora de sus escritos; laincertidumbre es mayor todava en lo que respecta a los trabajos que dej inditos.

    Hernndez escribi, en conjunto, unas cincuenta narraciones, no todas completas. Son, en sumayora, de corta extensin(las ms extensas ocupan entre cincuenta y setenta pginas) y estn casi

    todas contadas en primera persona. Varios de sus relatos sonnetamente autobiogrficosy en otros losdetalles personales aparecen mezclados con la fantasa. Solo una media docena de narraciones estescrita en tercera persona.

    Ms all de su pertenencia cronolgica a la Generacin del 30, Hernndez aparece como unafigurasolitaria dentro de la literatura uruguaya. Muri el 13 de enero de 1964.

    Composicin y estiloEn la obra de Hernndez, ms que en otros, la obra depende estrechamente de lo que ha sido elhombre, pues es un autor que escribe cindose a sus propias experiencias. Da as al lector un mundopropio, extremadamente subjetivo, en el que el acento est puedo sobre cosas que a l le importan.Las apreciaciones autobiogrficas abundan en sus relatos.

    Para l en la literatura no hay hechos menores ni despreciables si el autor sabe darles inters. Otra

    de las caractersticas es la que da su naturalidad expresiva. Es un narrador que ha desarrollado una pticapersonal, y este modo de ver tan suyo las cosas es lo que hace la singularidad de su prosa.

    TrascendenciaSu obra fue muy poco leda mientras vivi.En lepresente posee una difusin importante, dentro yfuera del Uruguay.Esta amplia difusin en el espacioes limitada en tanto sigue siendo un autor conocidopor minoras, incluso en nuestro pas, a pesar de lasencillez de lenguajeque caracteriza su prosa.

    La comunidad acadmica internacional le hadedicado varios homenajes: Universidad de Poitiersen 1973, Universidad de Washington en 1993,UNESCO-Pars en 1997, Universidad Autnoma deMxico en 2002. Sus obras han sido traducidas avarios idiomas: italiano, francs, ingls, portugus yalemn. Tanto Julio Cortzar como Gabriel Garca

    Mrquez lo consideraron un maestro, e Italo Calvino, elescritor italiano, dice de l en un prlogo: FelisbertoHernndez es un escritor que no se parece a ninguno.

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    Se ha sealado que la sustancia de los relatos de Hernndez es aparentemente poco elaborada encomparacin a otros escritores. No lo preocup demasiado la estructura de las narraciones, algunas delas cuales parecen carecer de ellas. Sin embargo, su preocupacin por las palabras fue esencial paralograr la magia de su estilo.

    Hernndez, ms que en otros, muestra un gran sentido humorsticoy una minuciosa capacidad deobservacin. Los dilogos casi no existen en su obra.Los personajesson con frecuencia levesvariantes de s mismo, salvo aquellos, memorables, que no se le parecen: han sido tomados muydirectamente de la realidad.

    Su mundo literario es coherente consigo mismoy mantiene una poderosa unidad desde sus

    primeros trabajos hasta los ltimos. El hombre y el escritor Hernndez enfocan empeosamente elpasado, un pasado personalen el que subrayanlo minsculo. No se trata de una idealizacin de esepasado: la angustiasuele aflorar, a veces aludida, a veces nombrada de forma directa.

    Los crticos no han dejado de sealar ciertas inhabilidades: la dureza expresivao la vaguedadqueasoma en algunas frases. Sin embargo, esto se relaciona, a menudo, con formas de la oralidadque el autorgusta de transportar a la forma escrita, as como gusta tambinde incluir palabras que l mismo inventaimitando la actitud de un hablante posible,como si su literatura estuviera ms destinada a ser odaque leda. El mismo autor ha dicho en Diario de un sinvergenzay ltimas invenciones:

    Y lo dir de una vez: mis cuentos fueron hechos para ser ledos por m, como quien le cuenta aalguien algo raro que recin descubre, con lenguaje de improvisaciny hasta con mi naturallenguaje lleno de repeticiones e imperfeccionesque me son propias. Y mi problema ha sido: tratarde quitarle lo ms urgentemente feo, sin quitarle lo que es ms natural; y temo continuamente que

    mis fealdades sean siempre mi manera ms rica de expresin.

    La de Hernndez es una visin fuertemente subjetiva del mundo, de las personas y de las cosas .Una visin que puede calificarse como ingenua, infantil o adolescente, pero que es siempreagudamente inquisitiva; maravillada y entusiasta unas veces, teida por la angustia otras ; o, mejor,inquisitiva, maravillada, angustiada y burlona casia la vez. La subjetividad no le impide la agudezade observacin, sensible en muchos pasajes.Pero esa percepcin realista es expuesta amenudo con toques impresionistas, pues laintencin de Hernndez no es mostrardesnudamente una realidad sinotransformarla a partir de su visin.

    Si bien describe con detalles ciertosambientes, apenas insina el paisaje.Elinters y la curiosidad del autor estnvolcados enteramente sobre el hombre y lascosas que lo rodean: la naturaleza y el mundoanimal figuran solo como elementos ilustradores,en funcin de aquel inters.

    Surge en su obra entonces un mundo encierto grado fantstico.Pero su literatura esfantstica de un modo controvertido para lacrtica. Sin embargo, un autor llamado Louis Vax,

    en su obra Arte y literatura fantsticasdiferencia lo fantstico de lo ferico (relativo a las hadas) o mgico, ysus ideas, si bien muy generales, calzan a la hora de enfrentar la obra de Hernndez:

    La narracin fantstica se deleita en presentarnos a hombres como nosotros, situadossbitamente en presencia de lo inexplicable, pero dentro de nuestro mundo real. () En primer lugar,nos encontramos en nuestro mundo claro y slido, donde nos sentimos seguros. Sobrevieneentonces un suceso extrao, aterrador, inexplicable y experimentamos el particular estremecimientoque provoca todo conflicto entre lo real y lo posible.

    () No es otro universo el que se encuentra frente al nuestro; es nuestro propio mundo que,paradjicamente, se metamorfosea y se transforma en otro.

    Hernndez, si bien en un ambiente cotidiano inserta algo que lo trastorna, elude el horror y lo trgico.En cambio, lo humorstico y lo potico fluyen siempre de sus relatos, sean fantsticos o no, o linden conese carcter o no.

    Tomado y modificado parcialmente de: Aldo Cnepa, Felisberto Hernndez, Editorial Tcnica, Montevideo, 1998.

    Etapas en su obra

    Si se toma en cuenta que su actividad literariaabarc cuatro dcadassu primera publicacin es de1925, sorprende lo reducido de su produccin. Estaactividad ha sido dividida en tres etapas:

    1. De iniciacin(de 1925 a 1931; aparece laprimera narracin en que el narrador yprotagonista se funden);

    2. de madurez(de 1932 a 1943; aparece la primerade sus narraciones largas; la evocacin delpasado confrontado con el presente inconcretosern caractersticas de de su narrativa de aquen ms); y

    3. etapafinal(hasta 1960; presenta la misma lneaevocativa que al etapa anterior).

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    LA PELOTA,de Felisberto Hernndez

    Cuando yo tena ocho aos pas unalarga temporada con mi abuela en unacasita pobre. Una tarde le ped muchasveces una pelota de varios colores que yovea a cada momento en el almacn. Al

    principio mi abuela me dijo que no podacomprrmela, y que no la cargoseara;despus me amenaz con pegarme; pero alrato y desde la puerta de la casita prontopara correr yo le volv a pedir que mecomprara la pelota. Pasaron unos instantesy cuando ella se levant de la mquinadonde cosa, yo sal corriendo. Sin embargoella no me persigui: empez a revolver unbal y a sacar unos trapos. Cuando me dicuenta que quera hacer una pelota de

    trapo, me vino mucho fastidio. Jams esapelota sera como la del almacn. Mientrasella la forraba y le daba puntadas, me decaque no poda comprar la otra y que no habams remedio que conformarse con sta. Lomalo era que ella me deca que la de traposera ms linda; era eso lo que me hacarabiar. Cuando la estaba terminando, vicmo ella la redondeaba, tuve un instantede sorpresa y sin querer hice una sonrisa;pero enseguida me volv a encaprichar. Altirarla contra el patio el trapo blanco delforro se ensuci de tierra; yo la sacuda y lapelota perda la forma; me daba angustia deverla tan fea; aquello no era una pelota; yotena la ilusin de la otra y empec a rabiarde nuevo. Despus de haberle dado lasms furiosas "patadas" me encontr conque la pelota haca movimientos por sucuenta: tomaba direcciones e iba a lugaresque no eran los que yo imaginaba; tena un

    poco de voluntad propia y pareca unanimalito; le venan caprichos que mehacan pensar que ella tampoco tendraganas de que yo jugara con ella. A veces seachataba y corra con una dificultad ridcula;de pronto pareca que iba a parar, perodespus resolva dar dos o tres vueltasms. En una de las veces que le pegu contodas mis fuerzas, no tom direccinninguna y qued dando vueltas a unavelocidad vertiginosa. Quise que eso se

    repitiera pero no lo consegu. Cuando mecans, se me ocurri que aquel era unjuego muy bobo; casi todo el trabajo lo tena

    que hacer yo; pegarle a la pelota era lindo;pero despus uno se cansaba de ir abuscarla a cada momento. Entonces laabandon en la mitad del patio. Despusvolv a pensar en la del almacn y a pedirlea mi abuela que me la comprara. Ella volvia negrmela pero me mand a comprar

    dulce de membrillo. (Cuando era da defiesta o estbamos tristes, comamos dulcede membrillo). En el momento de cruzar elpatio para ir al almacn, vi la pelota tantranquila que me tent y quise pegarle una"patada" bien en el medio y bien fuerte; paraconseguirlo tuve que ensayarlo variasveces. Como yo iba al almacn, mi abuelame la quit y me dijo que me la daracuando volviera. En el almacn no quisemirar la otra, aunque senta que ella me

    miraba a m con sus colores fuertes.Despus que nos comimos el dulce yoempec de nuevo a desear la pelota que miabuela me haba quitado, pero cuando mela dio y jugu de nuevo me aburr muypronto. Entonces decid ponerla en el portny cuando pasara uno por la calle tirarle unpelotazo. Esper sentado encima de ella.No pas nadie. Al rato me par para seguirjugando y al mirarla la encontr ms ridculaque nunca: haba quedado chata como unatorta. Al principio me hizo gracia y me lapona en la cabeza, la tiraba al suelo parasentir el ruido sordo que haca al caercontra el piso de tierra y por ltimo la hacacorrer de costado como si fuera una rueda.

    Cuando me volvi el cansancio y laangustia le fui a decir a mi abuela queaquello no era una pelota, que era una tortay que si ella no me compraba la delalmacn yo me morira de tristeza. Ella se

    empez a rer y a hacer saltar su granbarriga. Entonces yo puse mi cabeza en suabdomen y sin sacarla de all me sent enuna silla que mi abuela me arrim. Labarriga era como una gran pelota calienteque suba y bajaba con la respiracin. Ydespus yo me fui quedando dormido.