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La teoría monetaria de K. Wicksell Ricardo Solís Rosales Introducción El propósito inicial de Knut Wicksell al escribir Interest and Prices en 1898, era, tal como él mismo lo explica en su prefacio, “proporcionar una clarificación y un examen inteligible de los argumentos en pro y en contra de la teoría cuantitativa de la moneda y, en particular, las ventajas y los inconvenientes del bimetalismo”, sistema del cual él era partidario. En realidad, la cuestión del bimetalismo es dejada de lado. El autor dedica su reflexión al estudio de las causas que regulan el valor de la moneda, que da lugar, por otra parte, al subtítulo de su obra, a la luz del principio cuantitativo propuesto por Hume y desarrollado especialmente por Ricardo. En sus Lectures, Vol. II, Wicksell desarrolla las ideas ya enunciadas en Interest and Prices y precisa su propia teoría monetaria. Estas dos publica- ciones serán las referencias fundamentales de nuestra investigación.* Las circunstancias económicas y monetarias que constituyen el marco histórico de estas publicaciones son, en lo relacionado con la tendencia de los precios, exactamente inversas de las que caracterizaron al periodo de los escritos monetarios de Ricardo. En efecto, desde 1872 los precios se encuentran a la baja. El abandono del bimetalismo como sistema-patrón de varios países europeos y las fuertes variaciones del precio de la plata * Para facilitar la lectura de nuestro trabajo, hemos traducido del inglés todas las citas que reprodu- cimos, tanto de las dos obras evocadas anteriormente, como las de los artículos publicados por el propio Wicksell o por quienes estudiaron su teoría. Utilizaremos las iniciales I.P. para Interest and Prices, L.I y L.II para las Lectures, volúmenes I y II respectivamente, y el título resumido de los otros artículos o publicaciones, con la indicación de la fecha de edición o el nombre del editor. 47

Teoría monetaria en Wicksell

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Artículo de economía

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La teoría monetaria de K. Wicksell

Ricardo Solís Rosales

Introducción

El propósito inicial de Knut Wicksell al escribir Interest and Prices en 1898, era, tal como él mismo lo explica en su prefacio, “proporcionar una clarificación y un examen inteligible de los argumentos en pro y en contra de la teoría cuantitativa de la moneda y, en particular, las ventajas y los inconvenientes del bimetalismo” , sistema del cual él era partidario. En realidad, la cuestión del bimetalismo es dejada de lado. El autor dedica su reflexión al estudio de las causas que regulan el valor de la moneda, que da lugar, por otra parte, al subtítulo de su obra, a la luz del principio cuantitativo propuesto por Hume y desarrollado especialmente por Ricardo.

En sus Lectures, Vol. II, Wicksell desarrolla las ideas ya enunciadas en Interest and Prices y precisa su propia teoría monetaria. Estas dos publica­ciones serán las referencias fundamentales de nuestra investigación.*

Las circunstancias económicas y monetarias que constituyen el marco histórico de estas publicaciones son, en lo relacionado con la tendencia de los precios, exactamente inversas de las que caracterizaron al periodo de los escritos monetarios de Ricardo. En efecto, desde 1872 los precios se encuentran a la baja. El abandono del bimetalismo como sistema-patrón de varios países europeos y las fuertes variaciones del precio de la plata

* Para facilitar la lectura de nuestro trabajo, hemos traducido del inglés todas las citas que reprodu­cimos, tanto de las dos obras evocadas anteriormente, com o las de los artículos publicados por el propio Wicksell o por quienes estudiaron su teoría. Utilizaremos las iniciales I.P. para Interest and Prices, L.I y L.II para las Lectures, volúmenes I y II respectivamente, y el título resumido de los otros artículos o publicaciones, con la indicación de la fecha de edición o el nombre del editor.

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enturbian las relaciones económicas internacionales. En las principales plazas financieras la tasa de descuento registra niveles sin precedentes. Mientras Ricardo escribía sus más importantes trabajos monetarios en un contexto de alza de los precios, a fines de siglo los economistas intentan explicar el fenómeno de la baja acumulativa de los precios.

El análisis de Wicksell se sitúa de entrada contra la tesis según la cual la baja de los precios se explica por el fuerte aumento de la producción, insuficientemente compensada por la oferta de moneda nueva. Para esta tesis, la baja de los precios provoca la disminución de la tasa de ganancia y, por consiguiente, de la tasa de interés registrada en el mercado monetario. El banco central, en el centro del sistema de crédito, sólo puede seguir, en este contexto, la tendencia impuesta por las condiciones generales de la economía.

El debate sobre el papel desempeñado por el banco central en la orienta­ción de la economía atrae la atención tanto de los periodistas como de los teóricos especialistas en cuestiones económicas. Entre los primeros, encon­tramos, por ejemplo, la célebre obra Lombard Street, escrita en Londres en 1873 por W. Bagehot, en ocasión de la quiebra, en 1866, de un importante banco inglés. En este libro Bagehot llama la atención sobre el papel del Banco de Inglaterra como centro de reservas metálicas del país, y a ese título, como prestamista en última instancia. En su opinión, esta institución afirma su especificidad a través de su poder potencial para desarrollar el crédito más allá del ahorro depositado en ella, límite infranqueable para otro banco. Bagehot propone el uso de ese poder en casos excepcionales, tales como una recesión grave o una crisis financiera.

Para que el Banco de Inglaterra sea capaz de desempeñar ese papel en el momento oportuno, es necesario en su opinión, que éste deje inactiva una porción de sus reservas durante los periodos de expansión y que acepte otorgar créditos en tiempos de deflación con tasas de interés más bajas que en un periodo normal. Los problemas de convertibilidad en metálico no se plantearían a partir del momento en que el banco hubiera creado para dichos periodos una reserva particularmente elevada.1 Éste dispondría, pues, de un margen de maniobra para la fijación de la tasa de descuento, incluso dentro de las restricciones impuestas por el sistema del patrón-oro, es decir, sin cuestionar la convertibilidad en metálico de los billetes bancarios.

1 Los problemas de convertibilidad en metálico evocados por Bagehot conciernen notablemente a las fugas de metal hacia el exterior. Cf. Lombard Street. 10a edición, p.p. 112-114.

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Alfred Marshall participó también en este debate. Expresó su punto de vista en la materia durante su intervención, en 1887, ante la Comisión Inglesa del Oro y la Plata. Para Wicksell, las ideas desarrolladas por Marshall en esta ocasión constituyen la contribución más importante para el esclarecimiento de la cuestión.2

Brevemente resumida, la posición de Marshall consiste en afirmar la supremacía, a largo plazo, de las leyes económicas sobre el poder del Banco de Inglaterra en lo concerniente a la fijación de la tasa de interés. A largo plazo, dice, la tasa de descuento bancaria sólo puede adaptarse a la tendencia dictada por la tasa media de ganancia, la que depende a su vez de las condiciones generales del mercado, haciendo abstracción de las consideraciones monetarias.

De esta manera, la baja de la tasa de descuento registrada durante el periodo de deflación, no fue para él sino la consecuencia natural de la baja de la tasa de ganancia. La disminución acumulativa de los precios que resulta de ello se explica, pues, por el funcionamiento de las leyes que rigen el mundo real. La moneda no es más que su expresión.

Sin embargo, Marshall considera que en casos excepcionales, siempre a corto plazo, la tasa de descuento puede gozar de autonomía con respecto a la tasa de interés real. En ese caso, el banco central puede fijar una tasa de descuento más baja o más elevada que la tasa real, con el objetivo de dete­ner un movimiento de baja o de alza de los precios. Para Marshall, la diferencia entre las dos tasas es, entonces, posible. Por consiguiente, el banco central dispone, al menos a corto plazo, de un margen de maniobra.

El análisis de Wicksell, del cual tratamos aquí de esclarecer los rasgos más significativos concernientes al banco central y a la tasa de interés monetaria, se sitúa en la línea de pensamiento trazada por Marshall.3 Él trata de describir analíticamente el fenómeno monetario y de integrar este análisis al que corresponde a las mercancías y al capital. El piensa poder

2 Cf. Wicksell, I.P ., p. 76.3 Cf. Marshall A., Money, Credit and commerce. London, 1923, p. 257 y Official Papers. London, 1926

p. 40, 4 3 ,4 5 ,4 9 , 51, 127, 130,274. Según Ch. Rist (H isto iredes Doctrines... p. 299)“ Wicksell retom óy desarrolló la teoría de Marshall llevándola a sus últimas consecuencias." Pero nosotros estamos más bien de acuerdo con Patinkin cuando ¿1 describe la relación entre Marshall y Wicksell en los términos siguientes: “Durante sus intervenciones ante las com isiones monetarias, Marshall aborda en varias ocasiones el problema que Wicksell estudiará más tarde, a saber, el efecto de los movimientos de oro en la tasa de descuento y en los precios. Aunque él formula las cuatro proposiciones fundamentales que encontramos en Wicksell, no las integra com o seria necesario para transformarlas en una teoría del interés.” (“W icksell’s Cumulative Process.” The Econom ic Journal, Die., 1952, p. 846.)

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establecer los fundamentos teóricos de una política económica que permita la estabilidad del nivel general de los precios y en consecuencia la estabili­dad del valor de la moneda. En su opinión, la relación entre la tasa de descuento, fijada por la autoridad monetaria, y la tasa de ganancia, determinada a su vez por el funcionamiento del mercado de capital, constituye la cuestión esencial del debate. En este sentido, Wicksell compar­te la óptica de Marshall, si bien él considera que el fundador de las bases de su análisis es más bien David Ricardo.

En efecto, para Wicksell, los escritos monetarios de Ricardo muestran claramente el lazo “directo” entre la cantidad de billetes y su depreciación con respecto al oro. Sin embargo, Ricardo, como los otros partidarios de la teoría cuantitativa de la moneda, había dejado de lado la relación crucial, en opinión de Wicksell, entre la tasa de descuento y el nivel general de los precios. Asimilando la tasa monetaria a la tasa real, Ricardo no fue capaz de descubrir la especificidad de la primera. Por consiguiente, él no pudo apreciar el papel indirecto desempeñado por la tasa de descuento en la estabilidad del valor de la moneda. En estas condiciones, concluye Wicksell, la teoría cuantitativa fue formulada de una manera “demasiado mecánica e imperfecta” .

Para reformular el principio cuantitativo es necesario, pues, según él afirma, otorgar una especificidad a la tasa de interés monetaria. Para hacerlo, Wicksell se apoya en un análisis tradicional de la ley de Say; más precisamente, él desarrolla un estui’io de la temporalidad que separa a dos situaciones de equilibrio.

Durante ese lapso de tiempo teórico, la tasa monetaria no será la “expresión monetaria” de la tasa de interés real. La demanda global no se li­mitará a la oferta global, ya que el sistema bancario se vuelve capaz de pro­porcionar a la economía más créditos de los que él recibe bajo la forma de ahorro. Habrá posteriormente ganancias (pérdidas) para los empresarios, lo que será el origen de una “tendencia” expansionista (recesionista). Ésta realiza una presión al alza (baja) sobre los precios y a través de ella, sobre la demanda de moneda. La nueva demanda de moneda provoca una disminu­ción (incremento) de las reservas metálicas del banco, el cual, para detener ese proceso, aumenta (disminuye) su tasa de descuento. El proceso de gravitación de la tasa de descuento durará hasta el momento en que el banco logre detener las salidas de metal que el desequilibrio ha provocado. La variación de los precios será explicada por la diferencia que existe entre la tasa natural y la tasa monetaria, siendo esta diferencia provocada por el

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retraso del banco central para reajustar su tasa de descuento, después de una variación de la tasa de referencia.

Según Wicksell, el margen de maniobra del banco central se vuelve posible gracias a la organización del sistema moderno de crédito. La concentración de las reservas y la ley de los grandes números que regula las entradas y las salidas de dinero de sus cajas, permiten al banco prestar más de lo que él recibe bajo forma de ahorro.

Dotado entonces de una cierta autonomía durante el periodo de dese­quilibrio, el banco termina, sin embargo, alineándose a los dictados de las leyes del mercado. Al final del proceso de tanteo, es decir, una vez que se ha logrado el equilibrio, la diferencia entre las dos tasas desaparece y el banco mantiene su tasa de descuento en acuerdo con la evolución del mercado de capital. Su papel equilibrador sólo aparece cuando se produce una nueva diferencia entre las dos tasas, como consecuencia de una mutación en las condiciones reales de la producción.

En las páginas siguientes trataremos de presentar en detalle los puntos esenciales de la teoría monetaria de Wicksell y sus hipótesis implícitas, concernientes principalmente a la tasa monetaria y al papel desempeñado por el banco central.

I. Las hipótesis implícitas en el análisis de Wicksell

Podemos distinguir los grupos de hipótesis en la teoría monetaria de Wicksell. El primero estaría constituido por las que surgen del carácter del análisis y que son comunes a todos los autores que abordaron la cuestión de la moneda dentro del marco de la tradición del valor. La especi- ficidád de la teoría wickselliana no podría, sin embargo, fundarse sobre estas bases. Es por ello que nosotros separaremos las hipótesis particulares que diferencian el análisis de este autor y sobre las cuales podremos evaluar su alcance.

Citemos brevemente las hipótesis más importantes ligadas a la naturaleza del análisis.

a) La estabilidad de los precios relativos

El proceso de desequilibrio monetario concierne a las variaciones propor­cionales en los precios de todas las mercancías. La tendencia a la expansión

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tendrá pues efectos equiproporcionales sobre los precios monetarios de todos los bienes. El análisis se sitúa así dentro del caso particular de la dicotomía clásica.

Sin embargo, Wicksell evoca la posibilidad de un aumento no proporcio­nal de los precios que provoque una modificación en la estructura de los precios relativos. Este comentario, marginal en el discurso de Wicksell, ha sido el punto de partida de una serie de análisis del desequilibrio monetario que se declaran pertenecientes a la tradición de Wicksell, pero cuyo proceso implica una modificación de los precios relativos.4 La variación de los pre­cios relativos provoca, a su vez, cambios en la rentabilidad de los capita­les invertidos en las diferentes ramas de la producción y un desplaza­miento de los capitales de las ramas con rendimiento relativamente bajo, hacia los sectores más favorecidos.

De manera más precisa, la variación en cuestión favorece a la rama que produce bienes de inversión a costa de la que produce bienes de consumo. Pero, explica Wicksell, tratándose de los fenómenos monetarios debemos suponer que, si hay variación, la estructura de los precios relativos retoma inmediatamente su nivel inicial.

Debemos admitir que ese razonamiento exige algunas modificaciones. Un monto excepcional­mente mayor de capital será probablemente destinado a la producción de bienes durables. Habrá pues una sobreproducción relativa de ciertos bienes (casas, por ejemplo) v una producción insuficiente de otras mercancías. Sin embargo, esto significa un ajuste más rápido de los precios relativos. (I.P.. p. 21.)

En todo caso, esas variaciones de los precios relativos no tienen consecuen­cias sobre el nivel general de los precios, tema a tratar cuando se estudien los fenómenos monetarios:

El intercambio de mercancías en sí mismo, v las condiciones de producción v de consum o sobre las cuales reposa dicho intercambio, afectan exclusivamente a los va lores del intercambio o a los precios relativos: ellos no pueden influir directamente sobre el nivel de los precios monetarios. (I.P.. p. 2?. )

4 Es el caso que estudia F. Von H ayek en su lTbro Prix el Production. París, Calm ann-Levy, 1931. Hayek escribe ahí (p. 84): “Wicksell se hizo célebre precisamente por la parte errónea de su teoría: aquéllaen la que busca una relación directa entre las variaciones de la tasa de interés monetaria y las variaciones en el nivel general de precios.” Hayek no explica, sin embargo, en qué consiste el error de Wicksell.

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Estos precios monetarios no pueden ser nunca regulados por la condiciones del mercado de las mercancías en sí mismo... es más bien en la relación de ese mercado con el mercado monetario en el sentido más amplio de la palabra, que deben buscarse las causas que regulan a los precios monetarios (I.P., p. 24).

Durante el desequilibrio monetario, se debe pues suponer que los precios relativos se mantienen en el nivel fijado en el sector real de la economía.

b) £1 comportamiento unitario de los empresarios

Wicksell explica que en el curso del desequilibrio los empresarios actúan como si hubiera una cooperación consciente hacia el mismo objetivo.5 De manera más precisa, ellos fijan su nivel de actividad después de haber registrado todas las mejoras técnicas y de haber sufrido las mismas variacio­nes de precios. La tendencia a la expansión nace de un perfeccionamiento generalizado en la productividad del trabajo. Los empresarios reaccionan no sólo en el mismo sentido, sino con la misma intensidad. El desequilibrio, las ganancias y las pérdidas que resultan de aquél conciernen, pues, de la misma manera, a todos los empresarios.

Este enfoque difiere, por ejemplo, de la teoría de la evolución económica de J. Schumpeter. En esta teoría, el descubrimiento técnico que provoca el abandono del flujo circular y permite el nacimiento de la ganancia, sólo concierne a una fracción de los productores. En Wicksell, como lo hemos dicho, el adelanto técnico afecta a todos los empresarios. Así, el excedente resultante de ese cambio se materializa en ganancias extraordinarias para todos los empresarios y no sólo para los más dinámicos, como es el caso del modelo de Schumpeter.6

Estas dos hipótesis, concernientes a la estabilidad de los precios relativos y el comportamiento unitario de los empresarios, no son particulares del análisis de Wicksell. Se les encuentra en casi todos los casos en que los autores realizan análisis macroeconómicos después de haber desarrollado la teoría de los precios propiamente dicha. Lo subrayamos para evitar aclaraciones posteriores.

5 Wicksell K. I.P., p. 154-155.6 Para un estudio reciente de la teoría schumpeteriana de las ganancias, se puede consultar el libro de

Frish H., Schumpeterian Economics. New York, Preager Publishers, 1981.

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Las dos hipótesis específicas de la teoría monetaria de Wicksell son, a nuestro entender, las siguientes:

a) La no-economicidad del excedente obtenido por los empresarios en el curso del alza acumulativa de los precios y

b) La particularidad del mercado monetario durante el desequilibrio.

a) La no-economicidad del excedente de los empresarios

La ganancia que mueve a los empresarios hacia la expansión de las operaciones es, en realidad, un excedente de bienes que no pasa nunca por el mercado.7 En efecto, Wicksell explica que esta ganancia es el objeto de un intercambio particular entre los propios empresarios.

A pesar de que ese excedente no pasa nunca por el mercado, Wicksell habla de una variación de la tasa natural. Tenemos, pues, una oferta y una demanda de capital real sin cambios y, sin embargo, la tasa natural aumenta. Esto es consecuencia del hecho de que en el caso del desequilibrio monetario, la tasa natural que está en consideración queda determinada por los empresarios sobre la base del rendimiento marginal físico, indepen­dientemente de las condiciones del mercado. Según los empresarios, todo ocurre como si la productividad marginal física fuera mayor que el costo de disposición de una unidad de capital. De esta diferencia nace el excedente físico que ellos acumulan anualmente durante la fase de expansión.

Esta hipótesis contradice, a nuestro entender, la noción de interés natural que ha sido definida como el precio fijado sobre el mercado del capital real. Wicksell hace intervenir en el argumento una mejora técnica que normal­

mente debería traducirse en una modificación de la tasa de interés natural, si se respetan las reglas del equilibrio general. Sin embargo, Wicksell obtiene, a través de una operación fuera del mercado, el mantenimiento de la tasa natural durante el desequilibrio. El introduce con ello una acumu­lación del excedente que sugiere una noción de enriquecimieto basada en la acumulación de bienes no vendidos.

Esta hipótesis es, sin embargo, indispensable en el proceso acumulativo de Wicksell ya que, de otra manera, los empresarios no tendrían interés en abandonar la situación de equilibrio. La tasa de interés no sería nunca

7 Para el estudio de este punto, se puede consultar: UhrC.G ., Economic D octrines o f K. Wicksell. University o f California Press, 1962, p. 24; y, del mismo autor: “K. Wicksell, a Centenial Evaluation.” - American Economic Review. Vol. XLI, 1951.

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diferente de la tasa de interés natural y el análisis de Wicksell sería parecido al que él criticaba diciendo:

Los econom istas no se cansan de repetir a los estudiantes que el d inero y el capital real no son la misma cosa, que a causa de ello la tasa de interés m onetaria y la tasa de interés natural son dos nociones diferentes .'Pero cuando ellos tra tan de aplicar esas ideas, los dos sujetos están casi sin excepción inextricablem ente mezclados. (I.P ., p. 142.)

b) La particularidad del mercado monetario durante el desequilibrio

La tendencia a la expansión económica desencadanada por la presencia de las ganancias de los empresarios no podría verificarse si el banco central no concediera los créditos que aquéllos solicitan. En efecto, si el banco se limitara a prestar sobre la base de los ahorros reales depositados en él, los créditos suplementarios que necesitan los empresarios para acrecentar sus operaciones no serían concedidos. Es necesario pues, introducir en el banco cierta flexibilidad que le permitirá el otorgamiento de créditos suplementarios, a pesar de la restricción impuesta por los depósitos. Esta flexibilidad está justificada, según Wicksell, por el hecho de que el sistema moderno de crédito es capaz de influir sobre la velocidad de circulación de la moneda casi a voluntad, a través de las emisiones de instrumentos fiduciarios y de los mecanismos de compensación bancaria. En esas condi­ciones, los bancos pueden realizar operaciones activas independientemente del nivel de las operaciones pasivas. Es así como el mercado monetario adquiere la particularidad de adaptarse siempre a la demanda. Para una tasa de descuento dada, el banco está en condiciones de satisfacer los préstamos solicitados por los empresarios.

El límite de tal comportamiento no está dado, pues, por los ahorros reales disponibles; se explica más bien, por el deseo que tiene el banco de no agotar sus reservas. Este interés hace que, en un momento dado, el banco reaccione elevando la tasa de descuento con el fin de detener la salida de las piezas metálicas que son cada vez más demandadas para la circulación de las mercancías. Si la demanda de piezas continúa, el banco elevará aún más su tasa; eso hasta el momento en que la salida de las piezas se detenga. A este nivel, según Wicksell, la tasa monetaria se ha ajustado a la tasa natural y a causa de ello se establece un nuevo equilibrio monetario, precisamente gracias a la acción equilibradora del banco.

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Una vez en equilibrio, desaparece la particularidad del mercado moneta­rio que se manifiesta en la capacidad que tiene el banco para satisfacer cualquier demanda de crédito proveniente de los empresarios.

El banco se convierte en el intermediario financiero que ajusta su tasa de interés a las variaciones de la oferta y la demanda de capital real. El empresario retoma su papel de administrador de la producción que ajusta sus métodos de producción en función del capital real disponible. En esas condiciones, ni el banco modifica su tasa de descuento para defender sus saldos, ni el empresario cambia la magnitud de sus operaciones con vistas a acumular un excedente. No hay entonces más operaciones realizadas fue-, ra del mercado. La tasa de interés monetaria no se puede distinguir de la tasa natural de interés determinada por las variables reales de la economía.

En la sección siguiente, estudiaremos la teoría wickselliana dentro del marco de un alza acumulativa de los precios. Podríamos imaginar que la situación opuesta, es decir, la que concierne a la baja acumulativa, se desarrolla más o menos de la misma manera. Pero no ocurre esto. En realidad, Wicksell modifica su análisis en la medida en que él hace interve­nir un elemento que pertenece a las magnitudes reales para explicar esta baja. Se trata de una modificación en la propensión al ahorro de los capitalistas. Con estas bases, él desarrolla un análisis que tiene también por objeto la crítica de la tesis de la sobreproducción y, en cierto sentido, la constatación empírica de su teoría monetaria. El estudio de este análisis no está contemplado en el presente artículo.

II. El proceso de gravitación tasa monetaria/tasa natural

Wicksell distingue una economía de crédito simple de una economía de crédito desarrollado. En la primera, los créditos son cedidos directamente por los ahorradores a los empresarios. El costo de disposición de una unidad de capital no puede, en ese caso, ser diferente de la tasa que corresponde a la productividad marginal física. Por consiguiente, la tasa de interés monetaria no puede nunca alejarse de la tasa general de ganancia o tasa natural. La posibilidad para esas dos tasas de mantener una cierta diferencia sólo es válida para una economía de crédito bancario o cré­dito desarrollado. En tal economía se plantea una pregunta: ¿qué ocurre en el caso de una discordancia entre la tasa monetaria y la tasa natural?

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Respondiendo a esta pregunta Wicksell intenta desplazar la formulación de la vieja teoría cuantitativa y de substituirla por un análisis del desequili­brio monetario integrado al análisis del sector real de la economía.

La teoría de la gravitación tasa monetaria/tasa natural o teoría del proceso acumulativo de los precios, constituye la respuesta de Wicksell a la pregunta evocada más arriba.

En pocas palabras podemos describir la gravitación tasa monetaria/tasa natural como sigue:

A partir del momento en que, por una razón cualquiera, la tasa moneta­ria es inferior (superior) a la tasa natural, los empresarios serán incitados a acrecentar (reducir) su nivel de actividad. Se manifiesta una demanda mayor (menor) de crédito, la cantidad de poder de compra distribuido a los factores de producción aumenta (disminuye), el nivel de los precios y en consecuencia la demanda transaccional de moneda hacen lo mismo, hasta el momento en que esta demanda de moneda, parcialmente constituida por piezas metálicas, se traduce en una baja (alza) de las reservas metálicas del banco central que obliga a éste a elevar (bajar) su tasa de descuento, lo que conduce a los empresarios a reducir (aumentar) la cantidad de crédito demandada y en consecuencia otorgada, hasta que la tasa monetaria coincida con el nivel de la tasa natural, deteniendo de esta manera el desequilibrio monetario y fijando el conjunto de los precios monetarios a un nivel más elevado (bajo) que antes.

I. El proceso acumulativo

El desequilibrio se desencadena cuando los empresarios constatan que, por alguna razón, la productividad del trabajo ha aumentado. Dado que al comienzo el banco no ha registrado ningún movimiento en sus reservas, la tasa de interés monetaria se mantiene en el mismo nivel. Para los empresa­rios, la situación se presenta bajo la forma siguiente:

Tasa de rendimiento esperado: r + 1Costo de financiamiento: i (con i = r)

A partir del momento en que los empresarios consideran la posibilidad de obtener la ganancia que resulta de esta desigualdad, ellos tratarán, explica Wicksell, de modificar su volumen de actividad. Intentarán aumentar su

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nivel de operaciones y, para ello, demandarán un monto de crédito más elevado que el año precedente. Se sabe que el desarrollo del sistema de crédito permite al banco prestar cualquier monto de dinero si los empresarios aceptan pagar la tasa de descuento vigente. En lo que nos concierne, esta particularidad significa que toda demanda de crédito de los empresarios será siempre satisfecha.

A fin de año, dice Wicksell, los empresarios piensan poder obtener una ganancia calculada de la manera siguiente:

Producción a fin de año: K + rK + K/100— Deuda a pagar: K + iK

= Ganancia K/100

Dicho de otra manera, ellos piénsan obtener una ganancia equivalente al aumento de la producción que resulta del mejoramiento de la productivi­dad. Esta ganancia es precisamente la razón por la cual ellos demandan una cantidad suplementaria de crédito, provocando así el desequilibrio.

El alza de los precios tiene lugar porque, explica Wicksell, con el préstamo obtenido los empresarios tratan de incrementar su volumen de producción. Ahora bien, los factores de producción están, por hipótesis, plenamente empleados. Por consiguiente, la nueva demanda no hace sino aumentar los salarios monetarios de los trabajadores y la renta de los terratenientes. Con los ingresos incrementados, los titulares se presentan ante los capitalistas-comerciantes y adquieren los bienes de subsistencia en posesión de éstos. Dado que el fondo disponible no ha cambiado, los precios suben de tal manera que los ingresos reales se mantienen en el mismo nivel. Los precios de los bienes aumentan en proporción a la cantidad suplementaria de dinero que ha sido puesta en circulación por los empresarios bajo forma de ingresos distribuidos. Esto confirma, pues, el principio cuantitativo de la moneda.

La pregunta que se plantea es la siguiente: ¿cuál es la naturaleza de la ganancia de los empresarios? Necesitamos responder a esta pregunta, ya que son precisamente esas ganancias las que conducen a los empresa­rios a abandonar la posición de equilibrio y las que permiten a Wicksell fundar el proceso acumulativo.

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El autor explica que se trata de un excedente que los empresarios separan del producto final:

Ellos han obtenido pues un “surplus p ro fit” de un m onto K ./100 que ellos pueden realizar intercam biándolo entre los propios em presarios y dejando de lado los bienes en cuestión para consum irlos al año siguisnte. ( I .P ., p. 142.)

Se comprende ahora por qué Wicksell insiste sobre el hecho de que los empresarios se han vuelto agentes independientes de los capitalistas. En efecto, si los empresarios estuvieran siempre al servicio de los capitalistas, el excedente en cuestión no podría ser distinto de las ganancias de los capitalistas. En ese caso no habría ningún cambio del nivel de producción, ya que los empresarios no dispondrían más de la “ganancia” que les hace abandonar la situación de equilibrio.

¿Por qué Wicksell nos dice que los empresarios guardan el stock de bienes que es considerado como su ganancia? Porque de otra manera esas ganancias desaparecerían en beneficio de los capitalistas y (si éstos aumen­taran sus fondos-salarios en proporción) en beneficio de los trabajadores. En efecto, si los empresarios enviaran la totalidad del producto obtenido después de la mejora técnica, los capitalistas se encontrarían con el mismo capital pero con un monto mayor de bienes. L as ganancias de los empresa­rios no podrían ya existir. Es necesario pues que ei excedente en cuestión siga en m:.nos de éstos b?.jo su foi r.ia iísica y que su acumulación se efectúe fuera de toda operación de mercado, lo que resulta contradictorio con el análisis seguido por Wicksell en el desarrollo del sistema fundamental.

Esta hipótesis, que es para nosotros la más importante en lo que concier­ne al proceso acumulativo, es explícitamente evocada por Wicksell. El no precisa que ésta introduce una contradicción entre la noción de tasa de interés natural elaborada en el análisis del sector real y la de rendimiento físico que se encuentra en la base de los cálculos de los empresarios. Él continúa hablando de tasa natural en los dos casos y sobre esa base funda su proceso acumulativo.

Por supuesto, el hecho de que sea el mismo Wicksell el que señale la dificultad que plantea el carácter físico del excedente, o más precisamente su naturaleza de stock de bienes que no pasan por el mercado, muestra la claridad y la coherencia del autor. Sin embargo, Wicksell intenta reducir él peso de esa hipótesis diciendo que si el excedente fuera enviado al mercado, la baja de los precios, resultado de ello, seria relativamente débil y sólo

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tendría efecto una vez. Esto quiere decir que si la baja de los precios es efectiva, ella será minimizada por el proceso acumulativo en curso.8

Incluso si querem os asociar el increm ento de la cantidad de bienes con una ten­dencia a la baja de los precios, la dism inución que podría esperarse sería débil. Además, y esto es más im portante, la baja se produciría una sola vez,y porconsiguien- te ella sería eclipsada por el efecto acum ulativo que hay que atribu ir a la diferencia entre las dos tasas de interés. (I.P ., p. 142-143.)

Este argumento de Wicksell nos parece, sin embargo, inaceptable. En efecto, él nos remite al proceso acumulativo cuyos efectos serían más poderosos que los que corresponden a la baja de los precios, cuando de lo que se trata es del desencadenamiento del propio proceso; dicho de otra manera, no ha demostrado todavía la existencia de ese proceso y nos lo presenta como un elemento que puede oponerse a una dificultad que recuestiona al propio proceso. Si la baja contemplada se verifica, el proceso acumulativo no se produce, porque las ganancias de los empresarios desaparecen con la baja y, por consiguiente, ellos no tendrán interés en abandonar la situación de equilibrio.

La naturaleza de ese proceso acumulativo al alza se hace más clara cuando Wicksell precisa el efecto que resulta de una acumulación del excedente en cuestión. Se trata, dice, de una tendencia a la expansión que es fundamentalmente diferente de un incremento efectivo de la producción resultante de un aumento del capital real disponible.

Si de año en año fuera probable que los em presarios continuaran obteniendo un excedente de ese tipo, ellos tendrían tendencia a am pliar su volum en de producción. Llam o la atención, una vez más, sobre el hecho de que se tra ta simplemente de una tendencia. U na expansión efectiva de la producción resulta muy inverosímil, ya que el

8 Wicksell intenta, sin éxito, anular la forma física del excedente y su carácter de s/ocA'que no aparece nunca por el mercado, por medio de una operación muy peculiar de financiamiento, a través de la cual, los capitalistas comerciantes piden un crédito adicional al banco, que les permite comprar ese excedente. Wicksell sostiene (I.P., p. 142) que este crédito permitiría a los empresarios la conversión de su excedente físico en una ganancia monetaria, sin que la operación modifique las características del proceso acumulativo tal com o él lo describe. Sin embargo, el autor no nos dice sobre qué bases fijarán los'capitalistas su política de crédito, ni cóm o van a pagar este crédito adicional. Una posibilidad para resolver esta última cuestión, es que los empresarios compren de nuevo el excedente una vez contabili­zada su utilidad en términos monetarios. Pero todo ello no hace sino agregar una serie de operaciones superfluas que, en nuestra opinión, dejan las dificultades señaladas exactamente en los mismos términos.

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incremento haría necesario un aum ento efectivo de la oferta de los factores reales de producción, tierra y trabajo , o de una cantidad suplem entaria de capital fijo y circulante. Esos elementos son indispensables para que el capital disponible pueda ser em pleado en procesos de producción más largos y, por consiguiente, más produc­tivos. Estas mutaciones exigen tiem po para su realización y no tenem os necesidad de estudiarlas aquí. N osotros planteam os la hipótesis de que todo esto se m antiene sin cam bios... (I.P ., p. 143.)

Durante él proceso acumulativo de los precios que estudiamos aquí, el capital real se mantiene sin cambios. La “ tendencia” a la expresión de las actividades se sitúa pues en el terreno puramente monetario. La modifica­ción de la tasa natural de la que habla Wicksell cuando se trata del alza acumulativa de los precios, no es de la misma naturaleza que las variaciones que resultan de un cambio del capital real disponible y, en consecuencia, de una modificación del proceso de producción. De otra manera, los fenóme­nos monetarios tendrían una influencia sobre la determinación de la tasa de referencia, lo que está fuera de discusión. La diferencia entre la tasa natu­ral determinada en el sector real de la economía y la tasa natural “calcula­da” por el empresario durante el desequilibrio reside precisamente en la reserva suplementaria de bienes obtenida y acumulada directamente por él. En ese caso, tenemos una noción de productividad física fuera de toda consideración de mercado, noción que, a pesar de ello, se encuentra en el origen de la “ tendencia” expansionista de los empresarios.

Es precisamente la búsqueda de ese excedente la que conduce a los empresarios a solicitar más crédito y a aumentar los ingresos distribuidos. El incremento de esos ingresos sin contrapartida en la cantidad de bienes' disponibles, provoca el alza de los precios.

N o hay que olvidar que el alza de los salarios puede preceder al alza de los precios, funcionar com o su causa directa. M ás tarde se verá que esta explicación es, sin duda, la más verosímil una vez que el alza se haya vuelto progresiva y perm anente. (I.P ., p. 2.)

En la suposición de Wicksell, la nueva demanda de crédito será de un monto de 1.01 K. Ya hemos dicho que durante el desequilibrio, el banco ajusta su oferta a la demanda, para una tasa de descuento dada. Los empresarios demandan y, en consecuencia, obtienen un crédito por un monto de 1.01 K. Los ingresos distribuidos aumentan en la misma proporción, pero el fondo de bienes-salarios sigue siendo el mismo.

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Esta dem anda acrecentada encuentra el mismo m onto dé capital mercancía que antes (I.P ., p. 144.)

Los salarios y la renta conservan pues el mismo nivel en términos reales. El alza de los precios es la consecuencia del aumento de los ingresos. Ella es proporcional a la cantidad de dinero creado por el banco e introducido en la economía a través de los empresarios.

El proceso se vuelve acumulativo por la simple repetición de esta ope­ración. Si la diferencia entre las dos tasas subsiste y si, como lo hemos visto anteriormente, los empresarios continúan acumulando la reserva de bienes que constituye su “ganancia” , el crédito solicitado y siempre otorgado, los ingresos distribuidos, su gasto y el nivel de los precios de cada nuevo periodo serán más elevados.

Los m ovimientos ulteriores son la consecuencia de la ley de continuidad y de inercia que ya hemos evocado. (I.P ., p. 145.)

Con el desencadenamiento del proceso acumulativo al alza, el valor del dinero disminuye a medida que los precios se elevan. Esto supone, según Wicksell, que el banco otorga siempre más crédito, sin ninguna relación con los ahorros depositados en él. Este comportamiento corresponde a una sociedad de crédito puro, es decir, a una situación en la cual la emisión de billetes bancarios no está sometida a ninguna restricción exterior.

Ahora bien, la economía estudiada por Wicksell se encuentra en una situación intermedia entre la sociedad sin crédito y la sociedad de crédito puro en la medida en que la emisión de billetes está restringida por la existencia de una moneda metálica. En ese caso, afirma, el banco se ve obleado a guardar una reserva de piezas metálicas que le permita respon­der a las necesidades planteadas por la circulación de las mercancías. El banco no debe agotar sus reservas. A él le interesa guardar siempre un cierto monto que no está necesariamente en relación con los depósitos o los créditos otorgados, pero que tampoco puede desaparecer. Es a este nivel que aparecen fuerzas para detener el proceso acumulativo que tratamos aquí. En términos ricardianos, la base metálica sirve de freno a la activi­dad de emisión del banco, ya que de otra manera, ella no tendría límites.

2. El fin del proceso acumulativo

Para Wicksell, son precisamente los efectos de las reservas los que juegan el papel de mecanismo equilibrador del sistema. El explica que en un momen-

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to dado del alza de los precios, el banco se ve obligado a ajustar su política de crédito de manera que detenga la salida de piezas metálicas de su reserva. Este ajuste toma la forma de un alza de la tasa de descuento. El desequilibrio monetario no puede entonces continuar indefinidamente. El banco reacciona desde el momento en que el alza de los precios se traduce en una variación de los fondos líquidos disponibles.

...los bancos no modifican nunca su tasa de descuento salvo cuando se ven forzados por circunstancias exteriores. Ellos elevan su tasa cuando sus reservas m etálicas corren riesgo de agotarse, o cuando sus com prom isos corrientes en relación con sus haberes en oro son tan grandes que esta distorsión es considerada peligrosa, o más aún , cuando esos do elem entos están reunidos, com o ocurre a m enudo. (I .II .p . 204.)

El banco es pues sensible a las variaciones en el nivel absoluto de sus reservas metálicas. No se trata para éste de mantener una relación constan­te entre sus reservas y los préstamos que otorga; ya que en ese caso, el proceso acumulativo no podría desencadenarse; el banco ajustaría su tasa de descuento desde el momento en que la modificación de dicha relación resultara inevitable, en ocasión de una nueva demanda de crédito.

Ya hemos explicado que durante el equilibrio, el banco otorga todo el crédito solicitado. El alza de los precios que resulta de ello se traduce pues en una disminución efectiva de los fondos líquidos. No es sino después de haber sufrido ese drenaje que el banco reacciona elevando su tasa de descuento. No es entonces la variación de relación alguna lo que lo hace actuar en el sentido del equilibrio. Es simplemente la amenaza de agotamiento o la constatación de una disminución progresiva de las reservas lo que está en el origen de la variación de la tasa de descuento.

Es por ello que Wicksell ubica su análisis en la situación intermedia entre un sistema de crédito desarrollado y una sociedad sin crédito. En ese caso, la economía tiene una circulación parcialmente metálica y el sistema bancario puede crear crédito, pero hasta cierto punto. La presencia de una moneda metálica en circulación impone restricciones suficientemente fuer­tes para garantizar el detenimiento de un proceso acumulativo. A diferen­tes grados de desarrollo del sistema de crédito, el alza de los precios se traduce necesariamente en variaciones de las reservas bancarias que tien­den, a largo plazo, a detener el movimiento de los precios. Wicksell escribe:

Los precios (m onetarios) constituyen, para em plear una im agen, un resorte con espiral, que transm ite la energía entre la tasa de interés natural y la tasa de interés m onetario; pero el resorte debe esta ran te todo lo suficientemente tenso o distendido.

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En una economía con circulación puram ente metálica, el resorte es corto y rígido, se hace más largo y más elástico segú n el estado de desarrollo del sistema bancario. (I. P., p. 135-136.)

En el caso de un sistema de crédito puro, la elasticidad es absoluta. Una diferencia entre la tasa monetaria y la tasa natural podría ser mantenida constantemente. El proceso acumulativo no tendría límites. En una situa­ción intermedia, las fugas en las reservas hacen actuar al banco en el sentido del equilibrio.9 En ese caso, dice Wicksell, la condición necesaria para que haya un proceso acumulativo relativamente largo, es una afluen­cia constante de oro nuevo. Fuera de ese caso excepcional, el banco debe reaccionar en el sentido del equilibrio.

Es evidente que esas fuerzas (las del equilibrio m onetario RS) no pueden estar entera­mente ausentes, a cualquier nivel de desarrollo del sistema de crédito, si un m etal pre­cioso u o tro muy parecido sirve com o base m onetaria. (I.P ., p. 101.)

Según Wicksell, la reacción del banco será proporcional al drenaje de la moneda registrado, para un nivel dado del desarrollo del sistema de crédito. El ajuste se realiza a través de un tanteo y puede, pues, conducir a una situación en la cual la tasa de descuento se vuelva más elevada que la tasa de interés natural. En ese caso, los empresarios sufrirán una pérdida en proporción de la diferencia resultante. Esa pérdida los obliga a modificar su volumen de actividad, pero esta vez en el sentido de la recesión.

Una vez alcanzado el equilibrio, el volumen de actividad se mantiene, así, estable, y las variaciones de los precios, provenientes de las fuerzas monetarias desaparecen. La estabilidad de los precios se mantendrá hasta el momento en que aparezca una nueva diferencia. Es en ese sentido que es necesario, nos parece, interpretar el siguiente pasaje:

Debe quedar claro ahora, que en la medida en que nuestras conclusiones hipotéticas son conform es a la realidad, el m ovim iento y el equilibrio de los precios m onetarios efectivos representan un fenóm eno fundam entalm ente diferente, y sobre todo en un sistema de crédito perfectamente desarrollado, de los precios relativos. Estos últim os podrían tal vez ser com parados con un sistem a mecánico que satisface las condicio­

9 Estamos de acuerdo con Patinkin cuando señala: “ En estas condiciones, la presencia de un proceso acumulativo no implica que el sistema sea inestable y que luego de una perturbación inicial se aleje indefinidamente de una posición de equilibrio. Al contrario, por sus efectos sobre las reservas banca- rias. el proceso acumulativo juega el papel de mecanismo fundamental de ajuste en el análisis de Wicksell. obligando a los bancos a suprimir toda discrepancia entre la tasa monetaria que ellos fijan y la tasa real...” (La Monnaie. Vlntéret et Ies Prix, p. 637.)

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nes de un equilibrio estable , por ejemplo, un péndulo. T odo m ovim iento que se aleje de la posición de equilibrio introduce fuerzas en juego — sobre una escala que aum enta con la extensión del m ovim iento— que tienden a volver al sistema a su posición original, y que logran de hecho, hacerlo, aunque puedan darse ciertas oscilaciones.

La analogía para los precios m on etario^ sería más bien la imagen de un objeto fácilm ente móvil, como un cilindro que se m antiene en un plano horizontal en equilibrio llam ado neutro.

C om o ese plano es de alguna m anera rugoso, es necesaria cierta fuerza para poner al cilindro de los precios en m ovim iento, y para m antenerlo así. Pero m ientras esa fuerza (el alza o la baja de la tasa de interés) continúe actuando, el cilindro seguirá desplazándose en la mism a dirección. En realidad, después de cierto tiem po, éste em pezará a “ rodar” ; el m ovim iento es un m ovim iento acelerado hasta cierto punto , y continúa durante cierto tiempo, incluso cuando la fuerza ya ha dejado de actuar. Una vez que el cilindro está en reposo, no hay ninguna tendencia para que vuelva a su posición original. Se mantiene simplemente allí m ientras alguna fuerza opuesta entre en juego para llevarlo hacia atrás. (I.P., 100-101.)

Por estabilidad del valor del dinero, Wicksell entiende entonces, el man­tenimiento del nivel general de los precios alcanzado, una vez detenido el proceso acumulativo. El restablecimiento del equilibrio no significa, pues, la vuelta al nivel de precios que existía en el momento del desencade­namiento del desequilibrio.10

Es por ello que estamos de acuerdo con Patinkin cuando él escribe:

Si los bancos m antienen su tasa p o r debajo de la tasa real, la expansión de los p réstam os bancarios que son su resu ltado , term inará ocasionando fugas in ternas... En consecuencia con el fin de proteger sus reservas, los bancos, deben elevar sus tasas. De esta m anera, las dos tasas de interés se igualan pero solamente después y como resultado de los movimientos de los precios anteriores. C uando se logra esta igualdad, ya no hay incitaciones para los empresarios en el sentido de incrementar sus préstamos bancarios. El sistema ha alcanzado una nueva situación de equilibrio: no hay ya diferencia entre la tasa m onetaria y la tasa natural, p e ro lo s p re c io s m o n eta rio s son m á s e le v a d o s . “

A nuestro entender, es por ello que Wicksell insiste sobre el hecho de que los empresarios hacen siempre sus cálculos sobre la base de precios esta­bles, a cualquier nivel alcanzado. La idea según la cual el banco tendría

10 Consultar a Wicksell K., I.P., p. 147.11 Patinkin D ., “Wicksell’s Cumulative Process”. The Economic Journal. Dec. 1956, p. 838 (subraya­

dos nuestros).

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como objetivo la vuelta a una antigua paridad, lo obligaría a modificar la hipótesis concerniente a las anticipaciones de los precios de los empresa­rios. Estos deberán suponer que el alza sólo es temporal y que habrá, pues, una baja de los precios que puede compensar el excedente resultante de la diferencia entre las tasas. La demanda de crédito sería entonces idéntica a la del año precedente, si para los empresarios la compensación se realizara íntegramente. El proceso acumulativo no podría ya desencadenarse, salvo si se introdujeran en el análisis evaluaciones entre los empresarios concer­nientes a la capacidad del banco para restablecer la situación, y el tiempo necesario para alcanzar ese objetivo. Tal análisis implica la existencia de empresarios que realizan operaciones especulativas en función de las anticipaciones concernientes al valor del dinero. Ahora bien, esos empre­sarios no tienen nada que ver con los que hemos estudiado en el modelo de Wicksell. Por ello, retenemos la conclusión a la cual hemos llegado; a saber: al final del proceso de gravitación, la tasa de interés monetaria y la tasa de interés natural, se encuentran en igualdad, pero como lo dice claramente Patinkin, el nivel de los precios se mantiene más bajo o más alto según que el proceso haya sido a la baja o al alza.

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