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LA IMAGEN Octavio Paz Notas y comentarios: Vivian Rojas Universidad del Valle 1914 -1998, México. PREMIO NOBEL DE LITERATURA 1990

La imagen. Octavio Paz

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LA IMAGENOctavio Paz

Notas y comentarios:

Vivian Rojas

Universidad del Valle

1914 -1998, México.PREMIO NOBEL DE LITERATURA 1990

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La palabra imagen posee, como todos los vocablos,diversas significaciones. Por ejemplo: bulto,representación, como cuando hablamos de unaimagen o escultura de Apolo o de la Virgen. O figurareal o irreal que evocamos o producimos con laimaginación. En este sentido, el vocablo posee unvalor psicológico: las imágenes son productosimaginarios. No son éstos sus únicos significados, nilos que aquí nos interesan. Conviene advertir, pues,que designamos con la palabra imagen toda formaverbal, frase o conjunto de frases, que el poeta dice yque unidas componen un poema. (Paz, 1972: 98)

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Cualesquiera que sean las diferencias que lasseparen, todas ellas tienen en común elpreservar la pluralidad de significados de lapalabra sin quebrantar la unidad sintáctica dela frase o del conjunto de frases. Cada imagen—o cada poema hecho de imágenes— contienemuchos significados contrarios o dispares, a losque abarca o reconcilia sin suprimirlos. Así, SanJuan habla de «lamúsica callada», frase en laque se alían dos términos en aparienciairreconciliables. (98)

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CÁNTICO ESPIRITUAL (Frag.) San Juan de la Cruz - 1536Esposa:Mi Amado, las montañas,los valles solitarios nemorosos,las ínsulas extrañas,los ríos sonorosos,el silbo de los aires amorosos,

la noche sosegadaen par de los levantes de la aurora,la música callada,la soledad sonora,la cena que recrea y enamora.

Nuestro lecho florido,de cuevas de leones enlazado,en púrpura tendido,de paz edificado,de mil escudos de oro coronado.A zaga de tu huella,las jóvenes discurren el camino,al toque de centella,al adobado vino,emisiones de bálsamo divino

San Juan De la Cruz,

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Toda imagen acerca o acopla realidades opuestas,indiferentes o alejadas entre sí. Esto es, somete aunidad la pluralidad de lo real. Conceptos y leyescientíficas no pretenden otra cosa. Gracias a unamisma reducción racional, individuos y objetos —plumas ligeras y pesadas piedras— se convierten enunidades homogéneas. No sin justificado asombro losniños descubren un día que un kilo de piedras pesa lomismo que un kilo de plumas. Les cuesta trabajoreducir piedras y plumas a la abstracción kilo. Se dancuenta de que piedras y plumas han abandonado sumanera propia de ser y que, por un escamoteo, hanperdido todas sus cualidades y su autonomía. Laoperación unificadora de la ciencia las mutila yempobrece. No ocurre lo mismo con la de la poesía. Elpoeta nombra las cosas: éstas son plumas, aquéllasson piedras. Y de pronto afirma: las piedras sonplumas, esto es aquello. Los elementos de la imagenno pierden su carácter concreto y singular: las piedrassiguen siendo piedras, ásperas, duras, impenetrables,amarillas de sol o verdes de musgo: piedras pesadas. Ylas plumas, plumas: ligeras. (99)

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La imagen resulta escandalosa porque desafía elprincipio de contradicción: lo pesado es lo ligero. Alenunciar la identidad de los contrarios, atentacontra los fundamentos de nuestro pensar. Portanto, la realidad poética de la imagen no puedeaspirar a la verdad. El poema no dice lo que es, sinolo que podría ser. Su reino no es el del ser, sino el del«imposible verosímil» de Aristóteles. (99)

“Se debe preferir lo imposible verosímil, a lo posibleincreíble”

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Miremos un fragmento del poema El Despertar de A. Pizarnik

El despertar. (frag.)

Recuerdo mi niñezCuando yo era una ancianaLas flores morían en mis manosPorque las danza salvaje de la alegría Les destruía el corazón

Recuerdo las negras mañanas de sol cuando era niña es decir ayer es decir hace siglos

Señor La jaula se ha vuelto pájaro Qué haré con el miedo

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En este fragmento del poema El despertar, se contrastan desde el principio la infancia y la vejez, las dos polaridades de la vida humana. Las flores tropos de vida y alegría mueren en las manos de la infancia: la danza salvaje de su alegría les destruye el corazón. A continuación aparece otra figura que incluye sus contrarios: las negras mañanas de sol. Esta imagen de la oscuridad del sol es decisiva en la poesía de Pizarnik, que solo dibuja su luz en medio de las tinieblas:

La luz amontonándose inservible a espaldas del sol. Niebla en el pozo. Hacer dibujos en un viejo muro rosado (…)Se cerró el sol, se cerró el sentido del sol, se iluminó el sentido de cerrarse. (Pequeños poemas en prosa - 1965)

O en el siguiente fragmento del Infierno Musical donde la luz simbolizada en el sol únicamente aparece para golpear, para iluminar los cementerios de la memoria y para dejar ver erotismos transgresivos:

Golpean con soles Nada se acopla con nada aquí Y de tanto animal muerto en el cementerio de huesos

filosos de mi memoria Y de tantas monjas como cuervos que se precipitan

a hurgar entre mis piernas

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Desde Parménides nuestro mundo ha sido el de ladistinción neta y tajante entre lo que es y lo queno es. El ser no es el no ser. Este primer desarraigo—porque fue un arrancar al ser del caosprimordial— constituye el fundamento de nuestropensar. Sobre esta concepción se construyó eledificio de las «ideas claras y distintas», que si hahecho posible la historia de Occidente también hacondenado a una suerte de ilegalidad todatentativa de asir al ser por vías que no sean las deesos principios. Mística y poesía han vivido así unavida subsidiaria, clandestina y disminuida. Eldesgarramiento ha sido indecible y constante. Lasconsecuencias de ese exilio de la poesía son cadadía más evidentes y aterradoras: el hombre es undesterrado del fluir cósmico y de sí mismo. Pues yanadie ignora que la metafísica occidental terminaen un solipsismo. Para romperlo, Hegel regresahasta Heráclito. Su tentativa no nos ha devuelto lasalud. El castillo de cristal de roca de la dialécticase revela al fin como un laberinto de espejos. (101)

Academical study (1895) Picasso

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El pensamiento oriental no hapadecido este horror a lo «otro», a loque es y no es al mismo tiempo. Elmundo occidental es el del «esto oaquello»; el oriental, el del «esto yaquello», y aun el de «esto esaquello». Ya en el más antiguoUpanishad se afirma sin reticencias elprincipio de identidad de loscontrarios: «Tú eres mujer. Tú ereshombre. Tú eres el muchacho ytambién la doncella. Tú, como un viejo,te apoyas en un cayado... Tú eres elpájaro azul oscuro y el verde de ojosrojos... Tú eres las estaciones y losmares» (102)

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Todas nuestras versiones de lo real —silogismos, descripciones, fórmulas científicas,comentarios de orden práctico, etc.— no recrean aquello que intentan expresar. Selimitan a representarlo o describirlo. Si vemos una silla, por ejemplo, percibimosinstantáneamente su color, su forma, los materiales de que está construida, etc. Laaprehensión de todas estas notas dispersas y contradictorias no es obstáculo paraque, en el mismo acto, se nos dé el significado de la silla: el ser un mueble, unutensilio. Pero si queremos describir nuestra percepción de la silla, tendremos queir con tiento y por panes: primero, su forma, luego su color y así sucesivamentehasta llegar al significado. En el curso del proceso descriptivo se ha ido perdiendopoco a poco la totalidad del objeto. Al principio la silla sólo fue forma, más tardecierta clase de madera y finalmente puro significado abstracto: la silla es un objetoque sirve para sentarse. En el poema la silla es una presencia instantánea y total,que hiere de golpe nuestra atención. El poeta no describe la silla: nos la poneenfrente. Como en el momento de la percepción, la silla se nos da con todas suscontrarias cualidades y, en la cúspide, el significado. Así, la imagen reproduce elmomento de la percepción y constriñe al lector a suscitar dentro de sí al objeto undía percibido. El verso, la frase—ritmo, evoca, resucita, despierta, recrea. O comodecía Machado: no representa, sino presenta. Recrea, revive nuestra experiencia delo real. No vale la pena señalar que esas resurrecciones no son sólo las de nuestraexperiencia cotidiana, sino las de nuestra vida más oscura y remota. El poema noshace recordar lo que hemos olvidado: lo que somos realmente. (109)

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Por obra de la imagen se produce la instantánea reconciliación entre el nombre y el objeto, entre la representación y la realidad. Por tanto, el acuerdo entre el sujeto y el objeto se da con cierta plenitud. Ese acuerdo sería imposible si el poeta no usase del lenguaje y si ese lenguaje, por virtud de la imagen, no recobrase su riqueza original. Mas esta vuelta de las palabras a su naturaleza primera —es decir, a su pluralidad de significados— no es sino el primer acto de la operación poética. Aún no hemos asido del todo el sentido de la imagen poética. Toda frase posee una referencia a otra, es susceptible de ser explicada por otra. Gracias a la movilidad de los signos, las palabras pueden ser explicadas por las palabras. Cuando tropezamos con una sentencia oscuradecimos: «Lo que quieren decir estas palabras es esto o aquello». Y para decir «esto o aquello» recurrimos a otras palabras. Toda frase quiere decir algo que puede ser dicho o explicado por otra frase. En consecuencia, el sentido o significado es un querer decir. O sea: un decir que puede decirse de otra manera. El sentido de la imagen, por el contrario, es la imagen misma: no se puede decir con otras palabras. La imagen se explica a sí misma. Nada, excepto ella, puede decir lo que quiere decir. Sentido e imagen son la misma cosa. Un poema no tiene más sentido que sus imágenes. (110)

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La experiencia poética es irreductible a la palabra y, no obstante,sólo la palabra la expresa. La imagen reconcilia a los contrarios, masesta reconciliación no puede ser explicada por las palabras —excepto por las de la imagen, que han cesado ya de serlo. Así, laimagen es un recurso desesperado contra el silencio que nos invadecada vez que intentamos expresar la terrible experiencia de lo quenos rodea y de nosotros mismos. El poema es lenguaje en tensión:en extremo de ser y en ser hasta el extremo. Extremos de la palabray palabras extremas, vueltas sobre sus propias entrañas, mostrandoel reverso del habla: el silencio y la no significación.Más acá de la imagen, yace el mundo del idioma, de lasexplicaciones y de la historia. Más allá, se abren las puertas de loreal: significación y no—significación se vuelven términosequivalentes. Tal es el sentido último de la imagen: ella misma. (111)

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Cierto, no en todas las imágenes los opuestos se reconcilian sin destruirse.Algunas descubren semejanzas entre los términos o elementos de que estáhecha la realidad: son las comparaciones, según las definió Aristóteles.Otras acercan «realidades contrarias» y producen así una «nueva realidad»,como dice Reverdy. Otras provocan una contradicción insuperable o unsinsentido absoluto, que delata el carácter irrisorio del mundo, del lenguajeo del hombre (a esta clase pertenecen los disparos del humor y, ya fueradel ámbito de la poesía, los chistes). Otras nos revelan la pluralidad einterdependencia de lo real. Hay, en fin, imágenes que realizan lo queparece ser una imposibilidad lógica tanto como lingüística: las nupcias delos contrarios. En todas ellas —apenas visible o realizado del todo— seobserva el mismo proceso: la pluralidad de lo real se manifiesta o expresacomo unidad última, sin que cada elemento pierda su singularidad esencial.Las plumas son piedras, sin dejar de ser plumas. El lenguaje, vuelto sobre símismo, dice lo que por naturaleza parecía escapársele. El decir poético dicelo indecible. (112)

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La poesía pone al hombre fuera de síy, simultáneamente, lo hace regresara su ser original: o vuelve a sí. Elhombre es su imagen: el mismo yaquel otro. A través de la frase que esritmo, que es imagen, el hombre -eseperpetuo llegar a ser- es. La poesía esentrar en el ser. (113)

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Bibliografía

Paz, Octavio. (1972) El Arco y la lira. México: Fondo de cultura económica