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PARROQUIA DE SAN PEDRO APÓSTOL PARROQUIA DE SAN PEDRO APÓSTOL PARROQUIA DE SAN PEDRO APÓSTOL Plaza de San Pedro, 1 Plaza de San Pedro, 1 Plaza de San Pedro, 1 23650.Torredonjimeno 23650.Torredonjimeno 23650.Torredonjimeno Correo electrónico: [email protected] Correo electrónico: [email protected] Correo electrónico: [email protected] Teléfono: 953 344 224 Teléfono: 953 344 224 Teléfono: 953 344 224 EQUIPO DE REDACCIÓN Andrés López Ángeles, párroco. Paqui Peragón Ocaña. Vicente Pereña Pamos. Magdalena Cañada Anguita. Francisco Javier Zuheros Cámara. Heliodora Morales Guardia. Antonio José Blanca Ortega. Carmen Higueras Higueras. Manuel Jesús Cañada Hornos.

Revista Parroquial Diciembre

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PARROQUIA DE SAN PEDRO APÓSTOLPARROQUIA DE SAN PEDRO APÓSTOLPARROQUIA DE SAN PEDRO APÓSTOL Plaza de San Pedro, 1 Plaza de San Pedro, 1 Plaza de San Pedro, 1 ——— 23650.Torredonjimeno23650.Torredonjimeno23650.Torredonjimeno Correo electrónico: [email protected] Correo electrónico: [email protected] Correo electrónico: [email protected] ——— Teléfono: 953 344 224Teléfono: 953 344 224Teléfono: 953 344 224

EQUIPO DE REDACCIÓN

Andrés López Ángeles, párroco.

Paqui Peragón Ocaña.

Vicente Pereña Pamos.

Magdalena Cañada Anguita.

Francisco Javier Zuheros Cámara.

Heliodora Morales Guardia.

Antonio José Blanca Ortega.

Carmen Higueras Higueras.

Manuel Jesús Cañada Hornos.

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JUAN JOSÉ LÓPEZ DÍAZ

CRISTRÓBAL HERMOSO CASTRO

GUADALUPE ACEITUNO GÁVEZ

JOSÉ ARRABAL UREÑA

JUAN MARTÍNEZ VERGARA

FLORENCIA SERRANO MUÑOS

RUBÉN GARCÍA BERMÚDEZ

SERGIO ORTEGA ESTRELLA

CARMEN UREÑA PARTAL

MARÍA ANGUSTIAS RISQUEZ UREÑA

AGUSTÓN MORENO MARTOS

EMILIO GONZÁLEZ RISQUEZ

JOSÉ TRIGO VALLEJO

LEIRE GALLARDO ORTEGA

IZÁN TEVA OCAÑA

JESÚS PEÑA CORTECERO

ÁLVARO VIZCAÍNO BEGARA

!Vigilad! Sí; vigilemos. ¿Por qué?

Porque necesitamos de una palabra de aliento. Por-que, el mundo, este mundo que tocamos con las ye-mas de nuestras manos; que amamos y que a la vez

odiamos; este mundo tan necesitado de paz, como tan lleno de

contiendas necesita de buenos vigilantes.

Hombres y mujeres que, más allá del día a día, entre los rascacielos del puro y duro sensacionalismo o

materialismo, levanten su cabeza y esperen. Sí; esperen a un Dios que viene a salvarnos.

¿Salvarnos? ¿Salvarnos de qué? De mucho, amigos, de mucho.

Hay muchas cosas y acontecimientos que atragantan nuestra felicidad.

Vemos que este “gran castillo del bienes-tar que nos hemos montado”

se tambalea y nos produce ansiedad, co-rrupción, mentiras e inestabilidad Dios que sale a nuestro encuentro

Dios que, en la Navidad, se hará pequeño mientras que el hombre se empeña en

hacerse grande. Dios que, en Jesús, se dejará abrazar,

amar, tocar, besar, adorar.

¡Bienvenido, Adviento! Entra por las ventanas y balcones de nuestros cora-

zones. Vivamos, amigos, este tiempo de esperanza; sema-

nas de espera y horas de tensión. ¡Que va a venir el Señor!

No podemos bajar la guardia; no podemos bajarnos del torreón de nuestra fe por el simple hecho de que

nos digan que, en el llano, se vive mejor sin Dios. Adviento. Lo necesitamos. ¡Qué déficit de esperanza

el nuestro! Viene el Señor, porque nos ve vacíos.

Cuántas estrellas que iluminan las calles y, los que las han puesto,

no saben ni por qué ni por quién. Adviento. ¡Bienvenido seas!

¡Qué ganas tenemos de un Niño que nos reúna en torno a la mesa

y nos haga pensar que, el mundo, aún tie-ne solución!

Adviento. Es el Señor, que llega. Prepárate…es Dios quien llega en persona.

Javier Leoz

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1L CONSEJO ARCIPRESTES 2M 3X 11 – 13 H. CONFESIONES 17h. LECTIO DIVIDA MADRES NIÑOS. SAN PEDRO 4J 17h. LECTIO DIVIDA MADRES NIÑOS. VIR-GEN DEL OLIVO 5V 18h. TALLER DE ORACIÓN 21h. REUNIÓN MATRIMONIOS 6S DÍA DE LA CONSTITUCIÓN 18h. EQUIPO REVISTA PARROQUIAL 19h. REUNIÓN PREBAUTISMAL SAN PEDRO PASCUAL, M.O. 7D II ADVIENTO. B VIGILIA INMACULADA 8L INMACULADA CONCEPCIÓN MINISTERIOS: ACOLITADO 9M 10X 11 – 13 H. CONFESIONES 11J 11 – 13 h. VISITA PÁRROCO ENFERMOS 12V 11 – 13 h. VISITA PÁRROCO ENFERMOS FESTIVAL VILLANCICOS COFRADÍA CRISTO DEL AMOR 17.30h.FORMACIÓN BIBLICA PARA AGEN-TES DE PASTORAL 13S 10.30h. AGRUPACIÓN ARCIPRESTAL DE COFRADÍAS 17.30h. CONSEJO DE PASTORAL 19h. BAUTISMOS MANUEL ARANDA CONSEJO DIOCESANO DE CÁRITAS 14D III ADVIENTO. B 15L REUNIÓN ARCIPRESTAZGO EN SAN JUAN DE DIOS DE MARTOS (RETIRO DE ADVIENTO) 16M 17X

18J 11 – 13 h. VISITA PÁRROCO ENFERMOS 18.30h. HORA SANTA HERMANOS DEL SANTÍSIMO EN SANTA MARÍA 19V 11 – 13 h. VISITA PÁRROCO ENFERMOS 18h. REUNIÓN DE CATEQUISTAS ADOREMUS 20S 21D IV ADVIENTO. B 13h. BAUTISMOS ACABA TRIMESTRE CATEQUESIS SEMBRA-DORES DE ESTRELLAS 22L 23M 11 – 13 h. VISITA PÁRROCO ENFERMOS 18H. SE PONE EL MISTERIO 24X NOCHEBUENA 25J NATIVIDAD DEL SEÑOR BAUTISMOS CAMPAÑA NAVIDAD PARA CÁRITAS 26V 27S 20h. FIESTA DE LA FAMILIA. RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS MATRIMONIALES 28D FESTIVIDAD DE LA SAGRADA FAMILIA 29L 30M 31X

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LA PIEDAD POPULAR

CARTA PASTORAL PARA COFRADÍAS, HERMAN-

DADES Y GRUPOS PARROQUIALES

Fiesta de Cristo Rey

Año 2014

SUMARIO:

O. Introducción,

I. ¿Qué se entiende por Piedad Popular?.

II. La Piedad Popular en tiempos de Santa Teresa.

III. Teresa de Jesús, testigo de esta Piedad.

IV. La fuerza evangelizadora de la Piedad Popular

según el Papa Francisco.

V. Nuestro apoyo y atención a la Piedad Popular.

VI. En el Plan Pastoral Diocesano y Delegación Epis-

copal.

VII. Exhortación Final.

0. INTRODUCCIÓN

1. Mi saludo a los numerosos hermanos y hermanas

cofrades en este XXVI Encuentro diocesano.

En esta ocasión les ofrezco una reflexión sobre la

piedad popular .

El motivo para ello nos la da, sobre todo, su Santidad,

el Papa Francisco, al dedicar un apartado del capítulo

IV de su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium

(nn. 122-126) a la piedad popular, por su fuerza e

importancia evangelizadora.

Por otra parte, como respuesta a cuanto nos indica el

Papa en estas líneas del documento programático de

su Pontificado, nuestra Diócesis lo incluye en el Plan

Pastoral, cursos 2014-2015, cómo capítulo especial,

en apoyo de su propósito evangelizador, bajo el signo

de la alegría .

Uniéndonos, asimismo, a las celebraciones del Año

jubilar teresiano, trataré de informales a los miles de

hermanos asociados en Cofradías y Hermandades a

lo largo y ancho del territorio diocesano, como se en-

tendía en tiempos de Santa Teresa la piedad popular,

la influencia favorable y hasta decisiva que pudo te-

ner en su vida y su entrega misionera a favor de la

evangelización.

2. De muy poco nos sirve, sin embargo, conocer y

reflexionar sobre estos contenidos si ello no nos ayu-

dara a dar un paso adelante en nuestra conversión

personal. De esto se trata: sentirnos cada vez más

responsables de la evangelización de nuestro entorno

y sociedad.

Las Cofradías y Hermandades, no son un fin, sino un

medio que, al expresar y vivir su fe junto a otros her-

manos cristianos, signifique, para cada miembro, una

verdadera ayuda y estímulo para conducir nuestras

vidas por los caminos que el Espíritu nos sugiere.

El Papa nos anima a ello con estas palabras: Jesu-

cristo “nos vuelve a cargar sobre los hombros una y

otra vez. Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos

otorga este amor infinito e inquebrantable. Él nos

permite levantar la cabeza y volver a empezar, con

una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre

puede devolvernos la alegría” .

I. ¿QUÉ SE ENTIENDE POR PIEDAD POPULAR?

1. En los últimos años se ha estudiado la piedad po-

pular, podría decirse, que desde todos los ángulos y

direcciones. Son abundantes los libros y artículos en

revistas especializadas, sobre sus variadas perspecti-

vas .

No son pocas las dificultades que encuentran a la

hora de describir y, mucho más, si tratan de definirla.

No obstante, suelen coincidir en asignarla los siguien-

tes rasgos característicos fundamentales, sin que

agoten su rico contenido:

a) Se trata de un fenómeno que forma parte del mismo

ser eclesial. Los sujetos y protagonistas de esta piedad,

constituyen lo que se llama el Catecismo popular.

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b) En lo más profundo de esta piedad se encuentra

siempre verdadera hambre de lo sagrado, de lo divi-

no. Es la forma como manifiesta el pueblo sus creen-

cias y vivencias de lo sagrado. Sus expresiones con-

cretas hacen referencia a la cultura de cada época y

núcleo étnico. Se apoya esa vivencia en dos pilares

comunes: una misma fe y un mismo amor sobrenatu-

ral.

c) Utiliza lo concreto y se apoya en la mediación de

los ritos y ceremonias, de los símbolos y los gestos

culturales. Las imágenes, cuadros, iconos… cobran

en esta piedad una importancia capital. Otro tanto

cabría decir de sus fiestas y celebraciones litúrgicas.

d) Los misterios de la vida de Cristo, lejos en el tiem-

po, se hacen cercanos y hasta presentes por medio

de sus representaciones plásticas, a veces, hasta en

vivo, de modo particular en el ciclo de Navidad, y so-

bre todo, en la pasión, muerte y resurrección de

Jesús. Lo mismo debe decirse con respecto a María

Santísima y Santos titulares.

2. Con el fin de profundizar un poco más en la riqueza

y alcance de la piedad popular, nos acercamos al ma-

gisterio de los últimos Papas después del Concilio

Vaticano II.

a) El beato Pablo VI, en su exhortación apostólica

Evangelii nuntiandi escribe sobre la piedad popular:

“ella refleja una sed de Dios que sólo los pobres y los

sencillos pueden conocer. Hace capaz de generosi-

dad y sacrificio hasta el heroísmo, cuando se trata de

manifestar la fe. Comporta un hondo sentido de los

atributos profundos de Dios: la fraternidad, la provi-

dencia, su presencia amorosa y constante. Engendra

actitudes interiores… (como) la paciencia, sentido de

la cruz en la vida cotidiana, aceptación de los demás,

devoción” .

b) San Juan Pablo II, la calificó como tesoro del pue-

blo de Dios y obra del Espíritu Santo en un Discurso

pronunciado en Chile, año 1987. Estas fueron sus

palabras: “Es el Espíritu Santo quien enciende en los

corazones, la esperanza y el amor, virtudes excelsas

que dan valor a la piedad cristiana. Es el mismo Espí-

ritu el que ennoblece tan variadas formas de expresar

el lenguaje cristiano de acuerdo con la cultura y cos-

tumbres propias de cada lugar en todos los tiempos.

Sí, la piedad popular es un verdadero tesoro del Pue-

blo de Dios” .

c) El Papa Benedicto XVI, al referirse a la piedad

popular, dijo en más de una ocasión, que no es algo

secundario en la vida cristiana, necesaria cuando la

fe se debilita y muy de tener en cuenta para la nueva

evangelización. Éstas son sus palabras: “sirve tam-

bién para evangelizar, para comunicar la fe, para

acercar a los fieles los sacramentos, para fortalecer

los lazos de amistad y de unión familiar y comunitaria,

así como para incrementar la solidaridad y el ejercicio

de la caridad” .

d) El Pontífice actual, el Papa Francisco, ya había

dicho en su Homilía del año pasado, 2013, que las

Cofradías y Hermandades son “una realidad tradicio-

nal en la Iglesia que ha vivido en los últimos tiempos

una renovación y un redescubrimiento” . Son una ma-

nera legítima de vivir la fe y de evangelizar a los sen-

cillos, nos dijo también en aquella ocasión. Pero, so-

bre todo, conviene conocer y reflexionar sobre la fuer-

za evangelizadora que les atribuye, en el capítulo que

dedica al “anuncio del Evangelio” en la Exhortación

Evangelii Gaudium, al que me refería en la introduc-

ción.

“La piedad popular, escribe, es verdadera expresión

de la acción espontánea del Pueblo de Dios. Se trata

de una verdad en permanente desarrollo, donde el

Espíritu Santo es el agente principal… en la piedad

popular, subyace una fuerza activamente evangeliza-

dora… (que) estamos llamados a alentarla y fortale-

cerla… las expresiones de la piedad popular, tienen

mucho que enseñarnos y, para quien sabe leerlas,

son un lugar teológico, al que debemos prestar aten-

ción, particularmente a la hora de pensar en la nueva

evangelización” .

II. LA PIEDAD POPULAR EN TIEMPOS DE SANTA

TERESA

Con el fin de acercarnos más a esta Santa y para ca-

er en la cuenta de que somos herederos de la piedad

popular de tiempos pasados, nos detendremos breve-

mente a destacar algunos de los rasgos más sobre-

salientes en aquellos años del S. XVI.

Desde la Edad Media se fue configurando una religio-

sidad “no oficial”, podríamos decir, como complemen-

to de la “expresión oficial” que aparecía en la liturgia,

ya que, por sus textos y el uso exclusivo de la lengua

latina, no satisfacía las aspiraciones del pueblo fiel

para expresar el dinamismo de su fe y devociones.

Así fueron surgiendo los santuarios y ermitas, como

cierta réplica a las iglesias parroquiales, los “gozos”,

festejos en honor de la Virgen María y sus Patronos,

las asociaciones y cofradías cultuales y de asistencia,

como otros modos de practicar la misericordia.

Entre las formas de piedad de aquella época destaca-

mos:

a) La devoción a Jesucristo, a la Virgen María y a los

Santos, representados en imágenes, lienzos e iconos,

pasos para la Semana Santa y otras expresiones que

exaltan los sentimientos religiosos del pueblo fiel,

hasta rivalizar con fuerza en sus diversas expresio-

nes.

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b) Se difunde el culto a la Eucaristía, como réplica a

las doctrinas luteranas, así como la devoción a la

Santa Cruz y a las reliquias. Se generaliza también la

piadosa práctica del Vía Crucis que, con el paso de

los años, evolucionaría hasta su forma actual.

c) Son frecuentes las procesiones penitenciales, cul-

tuales y de rogativas, lo mismo que las romerías a

santuarios y ermitas.

d) Otros dos capítulos importantes que se viven en

estos años, en relación con la piedad popular, son “la

milagrería” y “el demonismo”.

La primera incluía milagros de carácter físico y moral,

como integrantes en aquella piedad un tanto profesio-

nalizada. Los videntes, curanderos y taumaturgos

eran unos profesionales más, que se mezclaban con

el pueblo.

Como contrapunto a la milagrería religiosa, aparecía

también con fuerza la figura del demonio. Su presen-

cia e influencia en la vida espiritual, en particular so-

bre las personas que se dedicaban a la práctica de la

oración mental, es otra de las notas distintivas de la

piedad en aquellos años.

Todas estas formas y características de esta piedad

popular ocupan un lugar relevante en los escritos de

espiritualidad de aquellos años y no podrían enten-

derse las devociones de Santa Teresa sin conocer

esta realidad, de la que participó y vivió desde niña.

Hemos de decir también, sin embargo, que el cristia-

no vivía inmerso en la realidad de Dios. Interpretaba

la pobreza, el trabajo, la enfermedad… bajo la luz de

la Providencia divina y tenía, a flor de piel, los miste-

rios de la muerte y la gloria del cielo. Sacralizaba el

espacio en que vivía y su tiempo desde la oración.

Vivían con amor y ternura, al mismo tiempo, su vincu-

lación con Dios.

III. TERESA DE JESÚS, TESTIGO DE ESTA PIEDAD

1. Supo discernir, ayudada por la sabiduría que fue

adquiriendo desde la práctica de la oración mental, la

“auténtica piedad” popular, distinguiéndola de las de-

vociones que calificó de “bobas”. Utilizó los valores

positivos de esta piedad para manifestar su profundo

e incondicional amor a Jesucristo, a la Eucaristía, a la

Virgen María, a San José, a otros Santos y a las reli-

quias.

Integró en esta piedad, también, la celebración de las

fiestas religiosas y la veneración de las imágenes,

llevadas en ocasiones en procesión. Acudió, de jo-

ven, por ejemplo al santuario de Nuestra Señora de

Guadalupe, en Cáceres, en procesión. En algunos

monasterios reformados mandó edificar algunas ermi-

tas a las que se retiraba en soledad para orar mejor.

2. Esto hace de la santa andariega testigo cualificado

de la piedad del pueblo de su tiempo. Podrían desta-

carse, en este sentido, los siguientes aspectos de su

piedad, más en concreto:

a) Todos los tratadistas de Santa Teresa consideran

el culto y devoción a Jesucristo como el centro de su

religiosidad. Jesús ocupa el lugar más íntimo de su

vida. Era para ella el amigo fiel con el que trata con

gran familiaridad y confianza. Celebraba con gran

alegría los misterios de su infancia, nacimiento y pre-

sentación en el templo, y lo mismo los misterios de su

pasión y muerte. Era muy devota a una imagen de

Cristo atado a la columna y a otra de Cristo muy lla-

gado, ante la que tuvo lugar su conversión definitiva

al Señor (Cf. Vida, 9.1).

De ahí precedía su devoción a la Santa Cruz, le gus-

taba tomar en sus manos una cruz, porque le parecía

que, por este medio, Dios le daba ánimo para vencer

a todos los demonios (Cf. Ibídem 25, 19).

b) Su devoción a la Eucaristía. Para ella la sagrada

Comunión era el momento más importante del día.

todo su deseo era glorificar a Cristo sacramentado y

extender su culto. Esto la animaba en la fundación de

Conventos pues así habría una Iglesia más para ren-

dir culto al sagrario. Escribe en el libro de las Funda-

ciones: “para mí es grandísimo consuelo ver una igle-

sia, más donde haya Santísimo Sacramento” (Cf. Ibí-

dem 3, 9).

c) La devoción de Santa Teresa a la Virgen María es

también uno de los rasgos más sobresalientes de su

piedad, la invocaba como mediadora y protectora.

Fue su madre quien la educó desde niña en esta de-

voción, que practicaría durante toda su vida. Con in-

genuidad de niña, al quedarse huérfana de madre

“suplicó con lágrimas que hiciese Ella las veces de

una Madre” (Ibídem 1.7). Colocaba imágenes de la

Virgen en lugares especiales de la casa en sus Fun-

daciones y, en sus viajes, llevaba como compañía la

imagen de Nuestra Señora de la Consolación.

d) Con el mismo alcance debemos interpretar su de-

voción al Patriarca San José y a algunos Santos. A

sus 25 años estuvo a las puertas de la muerte. Escri-

be que acudió al Patriarca san José y de manera mi-

lagrosa remitieron sus males. Dedica todo el capítulo

VI de la autobiografía de su Vida para dar a conocer

su devoción a este Santo (Ej. Ibídem 6. 6.7).

Otro tanto cabe decir de su devoción a algunos otros

Santos, a los que acudía para que la libraran del de-

monio

e) Era muy aficionada a rezar oraciones vocales,

costumbre heredada de su madre (Cf. Ibídem 1,1;

3,2) y recitaba el Oficio divino diariamente .

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3. Podríamos decir que la devoción de Teresa de

Cepeda es fruto de sus profundas vivencias espiri-

tuales. Transformó las formas de piedad popular de

su tiempo, con una disponibilidad abierta, hasta al-

canzar y experimentar los más altos grados del misti-

cismo. Piedad popular y mística constituyeron en

ella, podríamos decir, una unidad maravillosa.

Esto nos lleva a concebir que la Madre Teresa de

Jesús, maestra de una espiritualidad culta y cualifi-

cada, sea al mismo tiempo uno de los testimonios

más autorizados de la importancia, en la práctica, de

la piedad popular en todos los tiempos.

IV. LA FUERZA EVANGELIZADORA DE LA PIEDAD

POPULAR SEGÚN EL PAPA FRANCISCO

1. La misión de la Iglesia, de los discípulos de Cristo,

siempre ha sido, desde sus orígenes, difundir en el

mundo la llama de la fe que Jesús encendió en el

mundo: la fe en Dios, que es Padre, Amor, misericor-

dia, llevar el Evangelio de Jesucristo a toda la crea-

ción (Cf. Mc. 16, 15).

El Papa comenta lo siguiente sobre esta tarea que

Cristo nos encomienda con unas bellas palabras:

“Para ser evangelizadores de alma también hace

falta desarrollar el gusto espiritual de estar cerca de

la vida de la gente, hasta el punto de descubrir que

eso es fuente de un gozo superior. La misión, añade,

es una pasión por Jesús pero, al mismo tiempo, una

pasión por el pueblo. Cuando nos detenemos ante

Jesús crucificado, reconocemos todo su amor que

nos dignifica y nos sostiene, pero ahí mismo, si no

somos ciegos, empezaremos a percibir que esa mi-

rada de Jesús se amplía y nos envía al pueblo, de tal

modo que nuestra identidad no se entiende sin esa

pertenencia… A veces sentimos la tentación de ser

cristianos manteniendo una prudente distancia de las

llagas del Señor. Pero Jesús quiere que toquemos la

miseria humana, que toquemos la carne sufriente de

los demás” .

2. Ya hemos dicho antes, que el Papa Francisco de-

dica un apartado en el capítulo tercero de su Exhor-

tación Apostólica Evangelii Gaudium para poner de

relieve la fuerza evangelizadora de la piedad popu-

lar.

De entre todos los valores que adornan y encierra

esa piedad, él ha querido destacar para nuestro

tiempo esa fuerza de la piedad del pueblo que se

evangeliza continuamente a sí mismo.

La piedad popular, en palabras del Papa: “Es verda-

dera expresión de la acción misionera espontánea

del Pueblo de Dios. Se trata de una realidad en per-

manente desarrollo, donde el Espíritu Santo es el

agente principal. En la piedad popular puede perci-

birse, añade, el modo en el que la recibida se en-

carnó en una cultura y se sigue transmitiendo” .

V. NUESTRO APOYO Y ATENCIÓN A LA PIEDAD

POPULAR

1. Resulta también de máximo interés el apoyo que

muestra el Santo Padre a la piedad popular, advir-

tiéndonos que si “en algún tiempo se miró con des-

confianza”, como aún lo hacen algunos, muy pocos,

es cierto también, nos dice el Papa, “que ha sido

objeto de revalorización en las décadas posteriores

del Concilio” , lo cual es muy cierto.

Pero en la Exhortación citada no sólo nos invita el

Santo Padre a esa “revalorización” continuada de la

piedad popular, sino que además expone las razo-

nes para ello, con las siguientes palabras porque:

“en la piedad popular, por ser parte del Evangelio

inculturizado, subyace una fuerza activamente evan-

gelizadora que no podemos menospreciar, porque

sería desconocer la obra del Espíritu Santo” .

Lejos de ello, por el contrario, nos dice a todos noso-

tros, que “estamos llamados a alentarla y fortalecerla

para alentar el proceso de inculturación que es una

realidad nunca acabada” .

De nuevo quiere destacar su importancia para la

nueva evangelización y como fuente de renovación

personal, cuando escribe que “las expresiones de la

piedad popular tienen mucho que enseñarnos y, pa-

ra quien sabe leerlas, son un lugar teológico al que

debemos prestar atención, particularmente a la hora

de pensar en la nueva evangelización” .

El Papa San Juan Pablo II en la visita ad Limina del

año 1982, les dijo a los Obispos de las provincias

eclesiásticas de Sevilla y Granada que la exaltación

ritualista, su tendencia a la devoción y dimensión

festiva de la piedad de sus fieles diocesanos, que en

parte la caracterizan, merecían su “atención conti-

nuada y con respeto y cuidado” .

También el Papa Benedicto XVI, en diversos mo-

mentos de su fecundo magisterio, ha manifestado su

interés por la piedad popular destacando, sobre to-

do, su incidencia imprescindible a favor de la evan-

gelización, y la comunicación de la fe, para acercar a

los fieles a los sacramentos, fortalecer los lazos de

amistad y de unión familiar y comunitaria, así como

para incrementar la solidaridad y el ejercicio de la

caridad.

Insistió también, más de una vez, en que esta piedad

tiene que estar en estrecha relación con la liturgia y

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Virgen María y una conciencia de pertenencia a la

Iglesia, con afecto al Sucesor de Pedro y al episco-

pado .

2. Sin embargo, hemos de advertir también que, for-

mando parte de la atención que la Iglesia debe pre-

star a la piedad popular, incluya asimismo su ince-

sante vigilancia por parte de los Pastores respecti-

vos.

Los últimos Pontífices citados suelen unir esta adver-

tencia al tiempo que manifiestan su apoyo a esta

piedad a fin de que los elementos menos perfectos

se purifiquen progresivamente, evitando que esta

piedad quede reducida a mera expresión folclórica o

costumbrista traicionándose, de esta forma, su ver-

dadera esencia.

Se requiere, insisten, que los Pastores “se encar-

guen de ella” y caminen juntos con sus fieles en un

esfuerzo constante para que el valor de los signos

penetre en lo hondo del corazón, para que esos sig-

nos estén siempre iluminados por la Palabra de Dios

y se transformen en convicciones firmes de fe, con-

solidada por los sacramentos y su fidelidad a los va-

lores morales. Debe apuntar siempre al centro que

es Jesucristo, y no quedarse únicamente en lo exter-

no .

VI. EN EL PLAN PASTORAL DIOCESANO Y DELE-

GACIÓN EPISCOPAL

1. Nuestra Iglesia diocesana, en comunión con toda

la Iglesia y siguiendo las orientaciones del Santo

Padre para todo el Pueblo de Dios y de los Obispos

de la Conferencia Episcopal Española, ha elaborado

el nuevo Plan Pastoral para el presente curso y el

siguiente.

No pretende otra cosa que ser un instrumento de

ayuda en manos de los fieles para caminar juntos en

comunión y con objetivos concretos.

Se dedica el capítulo tercero a la piedad popular co-

mo habrán podido comprobar y se marcan los si-

guientes objetivos y sensibilidades para la misma:

a) Adquirir una mirada significativa de las distintas

expresiones de piedad popular para saber conside-

rarlos como un “lugar teológico”.

b) Diferenciar lo que es puramente cultual, lo que es

solamente religioso y lo que constituye propiamente

la expresión de en Jesucristo.

Se proponen también unas acciones: sobre todo el

estudio de la Exhortación Evangelii Gaudium, in-

vitándose a los sacerdotes, como pastores, a ser los

primeros por su cercanía, y se indican los siguientes

momentos, en concreto, para la promoción de las

Cofradías y Hermandades:

1) Una vida de oración durante cada curso, como la

celebración de algún retiro espiritual, vía crucis peni-

tencial, rezo del santo rosario en familia o en la mis-

ma Cofradía.

Los últimos Pontífices destacan y apoyan en la reno-

vación para la piedad popular las “peregrinaciones•.

En este Año Jubilar de Santa Teresa, bien podría-

mos hacerlo a los lugares señalados para alcanzar la

Indulgencia plenaria, con sentido de conversión.

2) Austeridad, destinando algunos de sus recursos,

a través de Cáritas parroquial o diocesana a favor de

los necesitados, como vienen haciéndolo ya con tan-

ta generosidad.

3) Poner un interés especial bien programado, en

favor de la formación de los hermanos cofrades, sir-

viéndose de las propuestas a su alcance de la Vicar-

ía Diocesana de Pastoral y Delegación Episcopal de

Cofradías y Hermandades .

4) Conocimiento de los fines fundacionales de su

respectiva Cofradía o Hermandad, actualizando el

cumplimiento de los mismos desde una visión inserta

en el “hoy” de nuestras vidas.

c) Una “permanente misión” interna de cara a los

propios miembros, todos necesitamos ser evangeli-

zadores, en cualquier edad, para afianzar la fe y dar,

luego, respuestas como testigos del Evangelio de

Jesucristo, sin escondernos, ni desentendernos de lo

que Dios ha puesto en nuestras manos .

2. La Delegación Episcopal, por su parte, pone tam-

bién en sus manos, a través del Delegado, una Guía

de estudio de la Exhortación Evangelii Gaudium,

para su lectura personal y su reflexión en grupo de

cofrades.

Se proponen cuatro reuniones de trabajo en cada

curso. Cada uno de los encuentros se centra en una

de las acciones señaladas en el Plan pastoral dioce-

sano: la formación. Por ello les exhorto a todos, es-

pecialmente a sus Consiliarios y Presidentes o Her-

manos Mayores a reunirse también para lograr los

objetivos propuestos.

VII. EXHORTACIÓN FINAL

“La alegría renace el Jesucristo”. Éste es el título del

Plan Diocesano de Pastoral. Se hace eco de las pa-

labras del Papa Francisco en Evangelii Gaudium,

cuando nos dice: “Con Jesucristo siempre nace y

renace la alegría”, y nos invita a tomar parte activa

en “una nueva etapa evangelizadora marcada por la

alegría” .

Habrán podido fijarse, durante la lectura de esta car-

ta, cómo el Santo Padre insiste y espera de la pie-

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todos los discípulos de Jesús.

Nos propone como punto de partida y de llegada, en

todo el recorrido, dejarnos encontrar con Dios. En Él

radica la fuente de la acción evangelizadora porque

Dios siempre tiende a comunicarse por quien le aco-

ge.

Sólo el egoísta y de corazón cómodo, que vive única-

mente para él, al no dejar espacio para nadie, tampo-

co necesita de Dios. Éste nunca podrá gozar de la

dulce alegría de un Dios que nos quiere, nos espera y

acompaña cada día.

En nombre del Señor, les envío para ser sus alegres

testigos y de su Evangelio en todos los rincones de

esta Iglesia diocesana. No hace falta hacer milagros;

los milagros los hace Él. Por eso les decía en mis

palabras de aprobación del Plan diocesano de Pasto-

ral “que como pueblo que camina unido bajo la fuerza

del Espíritu, entreguemos a Jesucristo los cinco pa-

nes y los dos peces, de nuestra pequeñez”. Él se en-

cargará “de volver a repetir el milagro de la multiplica-

ción (cf. Jn. 6, 9) para saciar a tantos hermanos nues-

tros que buscan a Dios” .

Así se lo recomendamos a nuestros Patronos: Santí-

sima Virgen de la Cabeza y san Eufrasio, junto con

santa Teresa de Jesús, en el V Centenario de su na-

cimiento.

Con mi saludo y bendición

Jaén, 23 de noviembre de 2014

Solemnidad de Cristo Rey

Ramón del Hoyo López

Obispo de Jaén

Muchas personas se preguntan: ¿por qué

enseñar a orar? ¿No se trata de un gesto

espontáneo que llevamos a cabo cuando

lo sentimos y que pertenece a nuestra pri-

vacidad? Otras van más allá y se plantean:

pero ¿realmente se puede enseñar a orar?

¿no es una experiencia tan personal que

resulta incomunicable?. Sin pretender dar

una respuesta tajante a esta cuestiones,

este libro ofrece una “introducción a la

oración” centrándose en la importancia

del <<tú>>, el <<Misterio>> al que el ser

humano necesita dirigirse cuando ora y

que a la vez debe ser <<personal>>. Ese

<<tú>> es el que permite expresar lo inefa-

ble y dejarse envolver por el absoluto que

es Dios.

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¡¡¡ GRACIAS !!!

FELIZ ADVIENTO

CÁRITAS DE SAN PEDRO Y SANTA MARÍA DE TORREDONJIMENO

CÁRITAS AGRADECE A TODOS LOS TOSIRIANOS SU PERMANENTE AYUDA PARA LOS MÁS NECESITADOS

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En la liturgia de Adviento, la Iglesia deposita su mirada principalmente sobre cuatro gran-des figuras bíblicas (Isaías, Juan Bautista, María y José), que le ayudan a vivir este tiempo con autenticidad.

Isaías. El primer personaje es el que mu-chos autores antiguos llaman el evangelista del Antiguo Testamento. Se lee durante el Adviento según una costumbre presente en todas las tradiciones litúrgicas, ya que él ex-presa con gran belleza la esperanza que ha confortado al pueblo elegido en los momen-tos difíciles de su historia. Esperanza que brota de la fe, tal como recuerda Benedicto XVI: «El profeta encuentra su alegría y su fuerza en la Palabra del Señor y, mientras los hombres buscan a menudo la felicidad por caminos que resultan equivocados, él anuncia la verdadera esperanza, la que no falla porque tiene su fundamento en la fideli-dad de Dios» (Ángelus, 12-12-2010).

Es el profeta más citado por los escritores del Nuevo Testamento, ya que habla tanto de la gloria del Mesías como de los sufri-mientos del siervo de YHWH, que traerán la salvación al pueblo. En Adviento, de él se toman la mayoría de las primeras lecturas de la misa (tanto ferial como dominical) y del Oficio de Lectura. Estos textos son un anun-cio de esperanza para los hombres de todos los tiempos, independientemente de las cir-cunstancias concretas que les toque vivir. Todos ansiamos un tiempo en el que las víctimas del egoísmo encuentren justicia, en que las armas se transformen en instrumen-tos de trabajo y los pueblos vivan unidos.

Al mismo tiempo, Isaías invita a no permane-cer con los brazos cruzados, a preparar acti-vamente el camino del Señor, a hacer posi-ble su venida al mundo: «Preparad el cami-no al Señor; allanad en la estepa una calza-da para nuestro Dios; que los valles se le-

vanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale» (Is 40,3-4). Estas palabras serán el corazón del anuncio de san Juan Bautista. La Iglesia las repite en las oraciones de Ad-viento. El Señor viene, pero quiere que le preparemos el camino abajando los montes del orgullo y rellenando los valles de la indi-ferencia, enderezando los comportamientos que se han desviado, igualando los dere-chos de todos. La salvación será un don de Dios en Cristo, pero Él quiere que nos dis-pongamos convenientemente y, de alguna manera, la adelantemos con nuestras bue-nas obras.

Juan Bautista. Es el segundo personaje de Adviento, cuya historia se lee los domingos segundo (en sus tres ciclos) y tercero (ciclos a y b) y los días feriales (desde el sábado de la segunda semana hasta el viernes de la tercera). Las lecturas patrísticas del segundo y tercer domingo, tomadas de Eusebio de Cesarea y de san Agustín, reflexionan sobre su mensaje. Su ayuno, su ascetismo y su oración en la soledad del desierto son un estímulo para los que quieren acoger al «Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn 1,29). Bien encarna, por lo tan-to, el espíritu de Adviento.

Juan es el punto de unión entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, entre las promesas y su cumplimiento. Es el último de los profetas de Israel (Anuncia, como ellos, la llegada del Mesías, invitando a la conversión) y el pri-mero de los evangelistas (Da testimonio de que el Mesías ya ha venido, señalándolo en-tre los hombres). Después de varios años de retiro y soledad, comenzó su tarea de predi-cación. Muchos lo escucharon y se acerca-ron al río para participar en el rito penitencial que él proponía. Insistía en que la urgencia de la conversión estaba motivada por la lle-gada inminente del reino de Dios, tantas ve-ces anunciado por los profetas. Supo reco-nocer al Mesías y dar testimonio de Él.

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Quizás su testimonio más significativo sea el que da poco antes de morir, cuando manda mensaje-ros a preguntar a Jesús: «¿Eres tú el que tenía que venir o esperamos a otro?» (Lc 7,19). La franqueza de la pregunta es la garantía de su seriedad. Juan se encuentra al final de su exis-tencia, caracterizada por las privaciones. Vivir de saltamontes y miel silvestre en el desierto no tie-ne nada que ver con las excursiones turísticas a los lugares santos o con las idealizaciones de las personas devotas. Él lo ha hecho sostenido por el convencimiento de una misión divina. Ahora todo parece hundirse, ya que Jesús no respond-ía a las expectativas de Juan.

La respuesta de Cristo sirve para confirmarle en la fe y para ponerle un nuevo reto: «Contad a Juan Bautista lo que habéis visto y oído: los cie-gos ven, los cojos andan, los sordos oyen, los muertos resucitan, a los pobres se les anuncia el Evangelio, y ¡dichosos los que no se escandali-cen de mí!» (Lc 7,22-23). Efectivamente, se han cumplido las palabras de Isaías, que indicaban las señales de los días últimos. Si el bien vence sobre el mal y la buena noticia se anuncia a los anawin, al resto humilde de Israel que confiaba en las promesas de Dios y esperaba su realiza-ción, es porque han llegado los días de la salva-ción. Cuando los embajadores de Juan se retiran, Jesús dice que éste no era «una caña batida por el viento», es decir: un hombre sin raíces ni con-vicciones, sino un profeta, «e incluso más que un profeta». Juan conocía las obras de Jesús, pero en cierto momento duda de que Él se ajustara a la figura de Mesías que sus contemporáneos es-peraban, por lo que corre el riesgo de «escandalizarse». Efectivamente, con Jesús irrumpe en el mundo la novedad de Dios, que cumple las promesas del Antiguo Testamento superándolas, que va más allá de nuestras ex-pectativas, que rompe nuestros esquemas, que nos obliga a hacernos pequeños para ver, más allá de las apariencias, los signos que muestran que Jesús es el que vino, el que vendrá, el que está viniendo.

Jesús invita a creer no solo cuando Dios se adapta a nuestras ideas sino, especialmente, cuando las rompe. Precisamente Juan Bautista, que dará el testimonio supremo al derramar su sangre, se convierte en figura de Jesús, que nos salva por medio del anonadamiento y del don total de sí. El Adviento de Dios sigue acontecien-do en la humildad. Él viene a los corazones de

aquellos que no se dejan escandalizar por el hecho de que Dios no se presente como ellos deseaban. Viene a los corazones de los que están abiertos a la perenne novedad de Dios, que nunca se encierra en los pensamientos y deseos de los hombres, por muy nobles que se-an.

María. El Vaticano II recuerda que en María con-fluyen las esperanzas mesiánicas del Antiguo Testamento: «Con ella, excelsa Hija de Sión, tras larga espera de la promesa, se cumple la plenitud de los tiempos y se inaugura la nueva Economía, cuando el Hijo de Dios asumió de ella la naturaleza humana para librar al hombre del pecado mediante los misterios de su carne» (LG 55). María es modelo excelso de las actitudes propias del Adviento: la confianza en la Palabra de Dios, que cumple sus promesas, y la disponi-bilidad para acoger al Señor que viene. Por eso, Benedicto XVI la llama «Mujer del Advien-to» (Ángelus 28-11-2010) y la propone como mo-delo para este tiempo litúrgico. Pablo VI, en su encíclica sobre el culto mariano, indica la profun-da relación existente entre el Adviento y María: «La liturgia de Adviento, uniendo la espera me-siánica y la espera del glorioso retorno de Cristo al admirable recuerdo de la Madre, presenta un feliz equilibrio cultual que puede ser tomado co-mo norma para impedir toda tendencia a separar el culto a la Virgen de su necesario punto de re-ferencia: Cristo. Resulta así que este periodo, como han observado los especialistas en liturgia, debe ser considerado como un tiempo particular-mente apto para el culto de la Madre del Se-ñor» (Marialis Cultus, 3-4).

De hecho, en las misas de Adviento, María está presente en los textos bíblicos y en las oracio-nes, subrayando el paralelismo Adán-Cristo y Eva-María, muy común en los Santos Padres. Los textos de la liturgia de las horas también la citan e invocan desde el principio. Ya al final del Adviento, la figura de María se une de una ma-nera indisoluble con el cumplimiento de las pro-mesas y la llegada del tiempo esperado. En el Oficio de Lectura se proponen dos importantes textos de san Ireneo (sobre Eva como antitipo de María) y del beato Isaac de Stella (sobre María como tipo de la Iglesia).

Las actitudes de María se convierten en el mo-

delo que los cristianos deben seguir para vivir el

Adviento: su fe, su silencio, su oración, su ala-

banza agradecida al Padre, su disponibilidad a la

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voluntad de Dios y al servicio. Las fiestas de la Inmaculada, de Nuestra Señora de Guadalupe y de Nuestra Señora de la Esperanza, celebradas en el corazón de este tiempo litúrgico, subrayan aún más la relación de María con el Adviento, tal como recuerda la Congregación para el Culto Divino: «La Concepción purísima y sin mancha de María, en cuanto preparación fontal al naci-miento de Jesús, se armoniza bien con algunos temas principales del Adviento: nos remite a la larga espera mesiánica y recuerda profecías y símbolos del Antiguo Testamento, empleados también en la liturgia del Adviento […] La fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe (12 de diciem-bre) acrecienta en buena medida la disposición para recibir al Salvador» (Directorio, 102).

José. Terminemos esta reflexión recordando a

san José, especialmente presente en los evan-

gelios de los días anteriores a la fiesta de Navi-

dad. Ciertamente, José y María vivieron de una

manera única el tiempo de la espera y del naci-

miento de Jesús. Como subraya

Como subraya Benedicto XVI, dos aspectos hacen de san José uno de los personajes impor-tantes del Adviento y de toda la historia de la sal-vación: su descendencia davídica (que él trans-mite a Jesús) y su condición de justo.

Respecto al primer punto, recuerda que José pertenece a la estirpe de David (cf. Mt 1,20). En cuanto que Jesús es legalmente el «hijo de José» (Lc 4,22), puede reclamar para sí el título mesiánico de «hijo de David» (cf. Mt 22,41-46), dando cumplimiento en su persona a las prome-sas hechas a su antepasado: «Mantendré el lina-je salido de ti y consolidaré tu reino» (2Sm 7,12ss). El Pontífice afirma que, «a través de él, el Niño resultaba legalmente insertado en la des-cendencia davídica y así daba cumplimiento a las Escrituras, en las que el Mesías había sido profetizado como “hijo de David”» (Ángelus, 18-12-2005). José es el anillo que une a Jesús con la historia de Israel, desde Abrahán en adelante, según la genealogía de Mateo (1,1-16), y con las esperanzas de toda la humanidad, desde Adán, según la genealogía de Lucas (3,23-38).

Respecto al segundo punto, cuando la Escritura llama «justo» a José quiere decir, ante todo, que es un hombre de fe, que ha acogido en su vida la Palabra de Dios y su proyecto sobre él. Como Abrahán, ha renunciado a sus seguridades y se ha puesto en camino sin saber adónde iba, fián-

dose de Dios. En este sentido, el Papa recuerda que José es «modelo del hombre “justo” (Mt 1,19) que, en perfecta sintonía con su esposa, acoge al Hijo de Dios hecho hombre y vela por su crecimiento humano» (Ángelus, 18-12-2005). De esta manera, vive las verdaderas actitudes del Adviento: la fe inquebrantable en la bondad de Dios, la acogida solícita de su Palabra y la obediencia incondicional a su voluntad. Por eso, añade el Papa, «en él se anuncia el hombre nue-vo que mira con fe y fortaleza al futuro, no sigue su propio proyecto sino que se confía a la infinita misericordia de Aquel que cumple las profecías y abre el tiempo de la salvación» (Idem).

Hablando de la relación entre san José y el Ad-viento, Benedicto XVI reflexiona sobre el silencio del santo Patriarca, manifestación de su actitud contemplativa, del asombro ante el misterio de Dios. Siguiendo su ejemplo, nos invita a vivir es-te tiempo en actitud de recogimiento interior, pa-ra meditar la Palabra de Dios y acogerle cuando viene a nuestra vida: «El silencio de san José no manifiesta un vacío interior, sino la plenitud de fe que lleva en su corazón y que guía todos sus pensamientos y todos sus actos. Un silencio gra-cias al cual san José, al unísono con María, guarda la palabra de Dios, conocida a través de las sagradas Escrituras, confrontándola conti-nuamente con los acontecimientos de la vida de Jesús; un silencio entretejido de oración cons-tante, oración de bendición del Señor, de adora-ción de su santísima voluntad y de confianza sin reservas en su providencia» (Ángelus, 18-12-2005).

P. Eduardo Sanz de Miguel, o.c.d.

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Rezar el Avemaría no es solo una oración bella, es también fruto de nuestra vivencia, una forma sencilla de expresar aquello que bulle en el interior de nuestra alma, una forma sencilla de expresar aquello que está latiendo en el interior del cristiano. Una forma dulce y sencilla de acompañar a nuestra Madre la Virgen María y de dejarnos acompañar por Ella.

El Avemaría es la oración de Nuestra Señora, pero es también la vida de cualquier cristiano donde se hace presente la alegría, el gozo, el dolor... Lo que vive María está también disponible para vivirlo cada uno de nosotros.

El Avemaría tiene una parte evangélica, la primera. "Alégrate llena de gracia, el Señor está contigo”. Ante estas palabras María se turbó y se preguntaba qué significaría tal saludo. El ángel le dijo: "No tengas miedo, María, porque has hallado gracia ante Dios, concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre Jesús" (Lc 1,28-31). Y también tiene una par-te de la Iglesia, la segunda. En esta ocasión, nos cen-traremos en la primera parte del Avemaría, dejando la segunda parte para otra edición de nuestra revista parroquial.

Comienza la oración con "Salve, llena de gracia". La llena de gracia, en griego χαιρε κεχαριτωμενη, no se le dice a María que sea feliz por el buen trabajo que tiene, sino porque la Vida está en ella. Alégrate, María porque la Vida está en ti. Es la llena de gracia.

Alegría significa estar aligerado. La persona alegre está aligerada. Cuanto más pierde uno, cuanto más va dejando cosas, más alegre está. No hay que bus-car la alegría fuera de nosotros. Pobres de nosotros si buscáramos la alegría en algo fuera de nosotros. El Avemaría es una oración que nos lleva a nosotros mismos a buscar el gozo en nuestro propio corazón, no a causa de nada. Simplemente es sentir alegría, laetitia perfundi.

Llena de gracia, pero a su vez vacía. María está vac-ía, Dios ha mirado el vacío de su sierva. María en el Magnificat canta su vacío. Vacío al que estamos invi-tados todos los cristianos. Despojarse, humillarse, vaciarse,...es algo personal. Si nos vaciamos de nuestro orgullo, de nuestras ambiciones, expectati-vas,...entonces encontraremos una gran llenura en nosotros. Seremos también llenos de gracia.

El Señor está contigo. En la aventura espiritual se vive una cierta soledad, pero en esta soledad se en-cuentra el hallazgo de la compañía más amada, más grande y más profunda. Hemos de felicitarnos porque el Señor está con y en cada uno de nosotros. María nos despierta la gran confianza que es descubrir que Cristo está con nosotros.

Bendita tú entre las mujeres.

Bendecir es "decir bien", "hacer bien". Dios, todo lo que dice lo hace. Por eso llena de bienes a María y nos llena de bienes a nosotros. Dios nos ha hecho bien a todos: "todo lo ha hecho bien" (Gn 1,31). Pero reprochamos a Dios cuando no estamos de acuerdo con lo que somos... María nos recuerda que Dios to-do lo ha hecho bien.

Bendito el fruto de tu vientre. La palabra vientre en una mujer evoca la vida que se gesta en su interior, la despensa de la vida. Obrar desde el vientre es obrar desde dentro, desde nuestra dimensión interior, des-de nuestra espiritualidad. María es ejemplo de vida interior, de mundo interior. Y nosotros también tene-mos ese mundo interior. Dice san Agustín que hay dos clases de hombres, los que cuidan preferente-mente el mundo interior y los que cuidan preferente-mente el exterior, aquellos que buscan la "ciudad de Dios" y aquellos que prefieren la ciudad pagana y te-rrenal. (De civitate Dei)

El fruto del vientre de María ha sido Jesús. Él es el fruto de nuestra vida, el fruto del vacío. María nos entrega a Jesús. María nos da a Jesús, y nuestra mi-sión es dar a Jesús a los demás, a aquellos que más sufren, a los más necesitados, a los más discrimina-dos,...el fruto de nuestro vientre es un corazón de carne entregado al sufrimiento del hermano. Como decía la beata Madre Teresa de Calcuta:

“El fruto del silencio es la oración. El fruto de la ora-ción es la fe. El fruto de la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. El fruto del servicio es la paz". Que nuestro fruto interior nos lleve a través de la ora-ción, la fe y el amor a servir a nuestros hermanos con paz y alegría.

Dejémonos acompañar durante este tiempo de Ad-viento por María, Ella es, sin duda alguna, nuestra Madre y compañera en un itinerario que nos llevará hasta la gruta de Belén. Allí, en la oscuridad y en el silencio de la noche, la llena de gracia, nos dará la Luz de la Palabra hecha carne.

Feliz tiempo de Adviento.

Antonio José Blanca Ortega.

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Noviembre, mes por excelencia de los Santos y difuntos, ha dis-currido en nuestra parroquia envuelto de una amplia ejecu-ción de actividades que la han llenado de actuaciones y han

dado sentido a su propia reali-dad: Formar Comunidad; Evan-gelización y Catequesis; Litur-gia y Religiosidad Popular y

Pastoral Social y Cáritas.

Siguiendo el Calendario Pastoral del presente cur-so casi una treintena de actividades, además de las Santas Misas diarias y dominicales, fuente de toda la vida parroquial, han llenado el quehacer de nuestra feligresía en el concluido mes de Noviembre.

Como vienen siendo repetitivo cada año, desde la llegada del párroco D. Andrés a la parroquia, se abr-ía el mes, tras la celebración del día de los Santos,

con la Semana de difuntos. Por mil novecientos di-funtos parroquiales se pidieron, a lo largo de la sema-na del 4 al 9. En cada una de las Eucaristías celebra-das a las 20 horas acudieron familiares y conocidos de los difuntos que correspondían por haberlo pedido con anterioridad y que eran recordados por D. Andrés con la lectura previa de sus nombres. En el primer día se pidió por 265 difuntos, después por 224, 649, 230, 188, y 357, sucesivamente, que pertenecían a los seis sectores en que se dividió la parroquia. De esta manera se siguió la tradición de rezar por los muertos y se hizo en el mejor sufragio como fue la Santa Misa por los difuntos.

Confirmaciones de adultos. Un grupo de catorce personas de la parroquia recibieron en la Sacra Igle-sia Catedral de Jaén el sacramento de la

Confirmación. Entre las dos primeras semanas del mes recibieron las catequesis correspondientes: “Temas de Iniciación al Sacramento de la Confirma-ción” que les fueron impartidos por el catequista Paco Cerbán. En la mañana del domingo 16, uniéndose a otros mayores de la diócesis, recibieron de la mano de nuestro obispo, D. Ramón del Hoyo. Desde nues-tra parroquia les trasmitimos enhorabuena por haber-se vinculan con más perfección a la Iglesia, enrique-cerse con una fortaleza especial del Espíritu Santo y haber adquirido mayor compromiso para difundir y defender la fe, con sus palabras y sus obras como verdaderos testigos de Cristo.

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Como se programó al comienzo de curso los Miércoles de Confesiones se han ido realizan-do a lo largo de cada semana. Nuestro párroco, desde once a treces horas, cada miércoles, ha permanecido en el confesionario para atender a cuantos acuden a recibir el perdón de sus fal-tas. El silencio, tranquilidad y meditación, rein-ante en el templo, invitan a muchas personas que acuden al confesionario.

En este curso iniciado una nueva tarea se ha propuesto la parroquia. La Lectio divida a ma-dres de niños de nuestra catequesis. Durante el primer miércoles de mes en San Pedro y jue-ves en la Virgen del Olivo, de 17 a 18 horas (tiempo que los niños están en catequesis) las mamás se reúnen con el párroco y llevar a cabo un encuentro con Dios a través de la Sagrada Escritura. Se hace normalmente tomando un pasaje determinado de la Biblia para hacer la oración.

Como es habitual desde la creación del Gru-po Parroquial de Hermanos del Santísimo, en este mes de Noviembre, cumpliendo los Es-tatutos, se celebra la Asamblea General. Duran-te el viernes siete a las 18 horas, en el salón parroquial y bajo la mesa presidencial formada por los párrocos D. Andrés y D. Enrique, con el secretario Antonio Delgado y el tesorero Manolo Tudela, se abordó el orden del día que lo com-ponían: Oración; Lectura y aprobación del acta anterior; Vida espiritual del grupo; Informes so-bre el Corpus 2015; estados de cuenta, Revi-sión de cuotas, Necesidad de anderos y ande-ras, terminando con ruegos y pregunta. Todo discurrió con normalidad y se decidieron acuer-dos importantes, entre ellos el itinerario por don-de discurrirá la procesión del Corpus (zona baja

del barrio de San Roque) que fueron aceptados por los asisten-tes.

Como man-da los Estatutos, la Cofradía de la Entrada Triunfal de Jesús en Je-rusalén, celebró su Asamblea General. Con la asistencia del p á r r o c o D . Andrés, como Consiliario de la misma, se hizo

memoria del año y se anunciaron nuevos pro-yectos.

Concluía la segunda semana del mes con la Reunión de matrimonios. Como es habitual el grupo de matrimonio de la parroquia se reunió en el salón parroquial para celebrar su reunión mensual. En torno a los temas señalados para este primer trimestre: Oración en el matrimo-nio; Claves para la felicidad del matrimonio y El perdón en el matrimonio, animadas por el párroco, se volvieron a compartir unas horas que finalizaron en un ambiente de convivencia y en el acostumbrado refrigerio.

A nivel interparroquial siguen desarrollándo-se la ESCUELA DE FUNDAMENTOS CRIS-TIANOS. Se iniciaron a finales del mes de Octu-bre y duraran hasta mediados de Enero. Duran-te el pasado mes de Noviembre se han llevado a cabo en los lunes 10 y 24.

El programa se desarrolla en las dependen-cias del Convento de la Victoria a partir de las 20 horas. Las clases que sigue el texto del Ca-tecismo de la Conferencia Episcopal Española “Esta es nuestra fe” son impartidas por la cate-quista Magdalena Cañada.

A los encuentros, que son quincenales, están asistiendo 14 alumnos de ambas parro-quias. Quedan por celebrar las sesiones de Di-ciembre 1,15 y 22. Enero 19 y 26 para concluir en Febrero 2 y 16.

La nueva tarea parroquial tuvo lugar entorno a la Formación Bíblica para Agentes de Pas-toral. Un grupo de feligreses, de forma mayori-taria los catequistas, se reunieron con D. Andrés y siguieron conociendo más y mejor las Sagrada Escrituras. Por ahora la introducción al Antigua Testamento fue el tema sobre el que departió la intervención de nuestro párroco y la intervención de algunos asistentes. Estas reu-niones se vienen realizando en el salón parro-quial durante dos viernes al mes aunque en es-te mes fueron el viernes 14 y sábado 28. Este mismo día, pero a las 20:30 horas, también la Cofradía de la Virgen de las Angustias ce-lebró su Asamblea General. Como ocurren siempre en estas reuniones la cofradía revisan la marcha de la institución, asesorada siempre por la presencia de D. Andrés como Consiliario de la misma.

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Tras la reunión prebautismal celebrada con padres y padrinos, en la tarde del sábado 8, los días, 1, 23 y 29 nuestra parroquia ce-lebró Bautismos. Pequeños feligreses re-cibieron este sacramento por el que fueron liberados del pecado, hechos hijos de Dios e incorporados a su Iglesia y partícipes de su misión. La alegría de padres, padrinos y familiares se hizo extensiva en la comuni-dad que pidió por estos nuevos miembros de la Iglesia.

Completó la jornada del sábado 15, la reu-nión del Equipo de la Revista Parroquial. Bajo la presencia y dirección de nuestro párroco, y componentes del equipo de re-dacción de la misma, se diseñó los temas y apartados que componen esta revista parro-quial que tienes en tus manos. Como siem-pre nuestro deseo es, además de exponer enseñanzas de nuestra Santa Madre Igle-sia, damos a conocer el quehacer de nues-tra parroquia. Siempre con el deseo de que sea amena, entretenida y formativa.

Dos nuevas actividades tuvieron cabida durante la jornada del jueves 20. A partir e la 18 horas el grupo de Vida Ascendente en la que un grupo de Mayores y Jubilados de la parroquia se reúnen con el párroco para crecer en la Fe, fomentar la amistad y ser miembros activos de la Iglesia y de la sociedad. San Juan Pablo II decía, en Ro-ma, en el año 1987: "Sois un auténtico Mo-

vimiento de Iglesia, un Movimiento de lai-

cos que trabaja en colaboración con Sacer-

dotes y Religiosos, en comunión muy fiel con

el Papa y los Obispos..." Una hora después

tuvo lugar la hora santa de hermanos del Santísimo. Esta actividad que se celebra cada mes alternando las dos parroquias lo-cales. En esta ocasión tuvo su encuentro en la iglesia de San Pedro. Allí, ante el Señor, estuvieron presentes un buen grupo de asistentes adorándolo y alabándolo en la Hostia Santa que lo hace presente y nos llena de su infinito amor.

Una nueva actividad arranca este curso en la parroquia: Taller de Oración. Siguien-do la revista ORAR de la editorial Monte Carmelo la nueva experiencia tiene como objetivo presentar distintos modelos de ora-ción. De esta manera la feligresía adquiere un material diverso para la oración perso-nal. Todo se resume en tener distintas fórmulas de oración y elegir en cada mo-mento.

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El Consejo de Pastoral también se reunió en la jornada del sábado 22. Los componentes de este Consejo con la presencia y dirección de D.

Andrés que informó sobre asuntos diversos, en-tre ellos la presentación del Documento de tra-bajo para las parroquias que ha puesto en mar-cha el Arciprestazgo de Martos-Torredonjimeno, con el fin de acercar más la comunión eclesial y

coordinación de las parroquias. Otro aspecto tratado fue la constitución del Consejo de Laicos

Diocesano que se ha puesto en marcha recientemente.

Dos horas más tarde la nue-va actividad que vivió la pa-rroquia fue la celebración de Santa Cecilia. En la celebra-ción eucarística de las 20 horas la parroquia acogió, un año más, la celebración de la patrona de los músicos. Con la imagen presente de la san-

ta la agrupación musical y numeroso público veneraron a la virgen y mártir por su fe, patrona de la música.

Las celebraciones de las Eucaristía de los domingos 23 (Cristo Rey) y 30 (San Andrés) la

parroquia celebraba el final y comienzo del año litúrgico. En este último domingo también la pa-rroquia celebraba y pedía por nuestro párroco en el día de su santo. Como es costumbre en sus homilías, también sus feligreses le decimos

con todo nuestro cariño “Que Dios lo bendiga”

El Jueves 27 también la parroquia acogió dos nuevas celebracio-nes. A las 6 e la tarde en la ermita de los Santos Pa-tronos, Misa en recuerdo de la relación de de estos santos márti-res con la ciu-dad, desde que en el año

1580 se constituyeron en patronos, amparo de defensa de los tosirianos. Como siempre mu-chos devotos llenaron la ermita y después pasa-ron por el camarín que alberga sus imágenes.

Horas después, en San Pedro, en la celebración diaria de la Santa Misa se celebró la fiesta de La Mi-lagrosa imagen muy vene-rada en la localidad. Bella-mente adornada la imagen de la Virgen milagrosa, si-tuada en la escalinata del altar mayor, recibió el trato devocional y cariñoso de los muchos asistentes que, años tras años, esperan la

cita.

En el penúltimo día del mes de Noviembre se celebró, en la Capilla del Santísimo, el Retiro de Adviento. Desde las 10:30 y hasta las 13 horas el párroco de la vecina lo-calidad de Jamilena y tosi-riano de nacimiento, D. An-tonio Montijano, dirigió el encuentro y centró su inter-vención en torno al tema: El sentido cristiano del Ad-viento. Su intervención sir-vió para activar en los asis-tentes la espera del Señor.

Vicente Pereña Pamos

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DOMINGO 30 NOVIEMBRE DE 2014DOMINGO 30 NOVIEMBRE DE 2014DOMINGO 30 NOVIEMBRE DE 2014 1º DE ADVIENTO. B1º DE ADVIENTO. B1º DE ADVIENTO. B EVANGELIO (Mc 13, 33EVANGELIO (Mc 13, 33EVANGELIO (Mc 13, 33———373737 )))

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DOMINGO 7 DICIEMBRE DE 2014DOMINGO 7 DICIEMBRE DE 2014DOMINGO 7 DICIEMBRE DE 2014 2º adviento. B 2º adviento. B 2º adviento. B EVANGELIO (EVANGELIO (EVANGELIO ( Mc 1, 1—8). ). ).

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Mirad,

vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento. Es

igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su ca-

sa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encar-

gando al portero que velara. Velad entonces, pues no

sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atar-

decer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al ama-

necer; no sea que venga inesperadamente y os en-

cuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo

a todos: ¡Velad!»

Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío mi mensajero delan-te de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus sen-deros."» Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtie-ran y se bautizaran, para que se les perdonasen los peca-dos. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba ves-tido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintu-ra, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merez-co agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pe-ro él os bautizará con Espíritu Santo.»

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LUNES 8 DICIEMBRE 2014LUNES 8 DICIEMBRE 2014LUNES 8 DICIEMBRE 2014 INMACULADA CONCEPCIÓNINMACULADA CONCEPCIÓNINMACULADA CONCEPCIÓN EVANGELIO. (Lc 1, 26EVANGELIO. (Lc 1, 26EVANGELIO. (Lc 1, 26———38)38)38)

DOMINGO 14 diciembre 2014DOMINGO 14 diciembre 2014DOMINGO 14 diciembre 2014 3º ADVIENTO 3º ADVIENTO 3º ADVIENTO EVANGELIO. (Jn 1, 6EVANGELIO. (Jn 1, 6EVANGELIO. (Jn 1, 6---8.198.198.19---28)28)28)

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciu-dad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llama-ba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gra-cia, el Señor está contigo.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altí-simo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel.

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le pregun-taran: «¿Tú quién eres?» Él confesó sin reservas: «Yo no soy el Mesías.» Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?» El dijo: «No lo soy.» «¿Eres tú el Profeta?» Respondió: «No.» Y le dijeron: «¿Quién eres? Para que podamos dar una res-puesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?» Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías.» Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?» Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conoc-éis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.» Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

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DOMINGO 21 DICIEMBRE 2014DOMINGO 21 DICIEMBRE 2014DOMINGO 21 DICIEMBRE 2014 4º ADVIENTO4º ADVIENTO4º ADVIENTO EVANGELIO (Lc 1, 26EVANGELIO (Lc 1, 26EVANGELIO (Lc 1, 26---38)38)38)

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JUEVES 25 DICIEMBRE 2014JUEVES 25 DICIEMBRE 2014JUEVES 25 DICIEMBRE 2014 NAVIDAD. B NAVIDAD. B NAVIDAD. B EVANGELIO. (Jn 1, 1EVANGELIO. (Jn 1, 1EVANGELIO. (Jn 1, 1———18)18)18)

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.

La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin

ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de

los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre envia-

do por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz,

para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era

la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el

mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos

no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen

en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, si-

no de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su

gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimo-

nio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante

de mí, porque existía antes que yo."» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia

tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por

medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno

del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen despo-sada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué salu-do era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se lla-mará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de Da-vid, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»

Y la dejó el ángel.

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Cuando llegó el tiempo de la purificación,

según la ley de Moisés, los padres de Jesús

lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al

Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley

del Señor: «Todo primogénito varón será

consagrado al Señor», y para entregar la

oblación, como dice la ley del Señor: «un

par de tórtolas o dos pichones.».

Vivía entonces en Jerusalén un hombre lla-

mado Simeón, hombre justo y piadoso, que

aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíri-

tu Santo moraba en él. Había recibido un

oráculo del Espíritu Santo: que no vería la

muerte antes de ver al Mesías del Señor.

Impulsado por el Espíritu, fue al templo.

Cuando entraban con el niño Jesús sus pa-

dres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y

bendijo a Dios diciendo:

- «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz.

Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos

los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»

Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.

Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre:

- «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten;

será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos co-

razones. y a ti, una espada te traspasará el alma.»

Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una

mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viu-

da hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sir-

viendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba

gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de

Jerusalén.

Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a

Galilea, a su ciudad de Nazaret.

El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia

de Dios lo acompañaba.

DOMINGO 28 DICIEMBRE 2014DOMINGO 28 DICIEMBRE 2014DOMINGO 28 DICIEMBRE 2014 SAGRADA FAMILIASAGRADA FAMILIASAGRADA FAMILIA EVANGELIO (Lc 2, 22EVANGELIO (Lc 2, 22EVANGELIO (Lc 2, 22———40)40)40)

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Hace unos meses, EL

Consejo de Pastoral

Parroquial propuso

para este nuevo curso

una actividad pastoral

que centraría todo el

trabajo de la parro-

quia. Nos invita a vivir

y protagonizar un

gran impulso misione-

ro, salir al encuentro

de todas las perso-

nas, de las familias,

de todos sin excepción, para comunicarles y compar-

tir de primera mano ese don maravilloso del encuen-

tro con Cristo.

Los cristianos no nos podemos quedar en una espera

pasiva a que vengan, el Señor nos urge a acudir en

todas las direcciones para decir a todos los hombres

que la última palabra, la primera y las del intermedio

no las tiene más que Jesucristo. La tiene quien ha

triunfado sobre todo, también de la muerte. Por eso,

nuestra Iglesia tiene que asumir el compromiso de

multiplicar los discípulos misioneros.

Debemos hacer que nuestra parroquia de San Pedro,

sea una “comunidad de comunidades”, se convierta

en centro de irradiación de la vida de Cristo. Una irra-

diación que nos haga vivir desde el centro hacia to-

dos los caminos donde están los hombres. Irradiación

que se hace asumiendo dos dimensiones: la interiori-

dad y la alteridad, es decir, desde un encuentro con el

Señor tan fuerte que nos lleve a dar la vida por los

otros, que nos impulse a salir y no a dar, sino a dar-

nos. En nuestra comunidad tiene que ser habitual

esas expresiones: abrir puertas, crear ámbitos de en-

cuentro, salir a los lugares de donde no viene nadie,

salir allí donde hay penurias fruto de no conocer al

Señor.

¿Pero sabemos qué es la misión parroquial? La Mi-

sión Parroquial es un tiempo fuerte de evangelización

extraordinaria durante el cual la comunidad, ayudada

por los misioneros, se auto evangeliza entusiasman-

do y fortaleciendo la experiencia cristiana de esa co-

munidad, promoviendo en ella el nacimiento de gru-

pos de catequesis de jóvenes y adultos; ayudando a

establecer caminos de acercamiento a los alejados;

potenciando así el proyecto pastoral de la propia co-

munidad.

Para esta difícil pero gratificante tarea, nos ayudaran

los hermanos de la Congregación del Santísimo Re-

dentor (más conocidos como “redentoristas”). Funda-

dos en 1732 por San Alfonso, que trabaja junto a los

campesinos en Nápoles, su método de ofrecer la

Buena Noticia del Evangelio son las Misiones Popula-

res y las Misiones en Países del Sur, estando presen-

tes en 76 países. El método utilizado con un lenguaje

sencillo, claro, con dinamismo, audacia, creatividad y

siempre al lado de los más débiles, nos llevará allá

finalizando abril y comenzando mayo a intentar llegar

al corazón de todos los hombres desde el centro, que

es Jesucristo.

La familia de los redentoristas lo forman religiosos,

sacerdotes y laicos a través de distintas instituciones

como son el Instituto Superior de Ciencias Morales, el

Centro de Estudios y Planificación Misionera, el Gru-

po de Laicos Redentoristas, etc. Su patrona es la Vir-

gen del Perpetuo Socorro donde se ve a Cristo Re-

dentor observando a dos ángeles, Miguel y Gabriel,

como le muestran la cruz con los clavos, la lanza y la

esponja. De ahí la similitud con el escudo de la Con-

gregación: una cruz sobre tres montes, sobre la que

se apoyan, en el brazo derecho la lanza con la que le

traspasaron, y en el brazo izquierdo la caña coronada

por la esponja, con la que le dieron a beber vino mez-

clado con hiel durante la crucifixión. El sello es rema-

tado por una corona real, ya que el origen de la Con-

gregación Redentorista era el Reino de Nápoles o de

las Dos Sicilias. Finalmente, bajo el sello se puede

ver una leyenda que reza: “Copiosa apud eum re-

demptio”, palabras latinas tomadas del salmo 130, 7.

El salmo dice: “del Señor viene la misericordia, y en él

la Redención es sobreabundante”.

Pues pidámosle al Señor que nos de fuerza para que

seamos capaces de llevar a cabo esta experiencia

misionera en nuestro pueblo y que sea el punto de

inflexión para acercar a Cristo a todos los toxirianos

sin excepción.

Fco. Javier Zuheros Cámara

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DECALOGO PARA LA PRIMERA SE-

MANA DE ADVIEN-TO

1. VIGILA y cuida los dones que Dios te ha dado. No es bueno dejar que muera o no sirva para nada, lo mejor que existe en noso-tros. 2. VIGILA tu vida interior. ¿Por qué tanto empeño en la eficacia, en lo que se ve y, tan poco, en el

equilibrio de uno mismo? 3. VIGILA tu vida exterior. No te dejes llevar por las sensaciones. Llena, todo lo que haces y eres, con contenido y verdad 4. VIGILA aquello que te produce vértigo o temor. No dejes que, nada ni nadie, perturbe tu derecho a estar y a vivir en paz. 5. VIGILA las tareas que tienes encomendadas. Dales un cierto sabor cristiano. ¿Que no te atreves? ¿Que es difícil? Dios también lo tuvo complicado para hacerse presente en medio de los hombres 6. VIGILA tu reloj. No vivas sin sentido. Que no pa-sen las horas sin un pensamiento para Dios por lo mucho que ama y se acerca hasta la humanidad. 7. VIGILA tu fe. No es lo mismo ser bueno que ser creyente. No es suficiente ser bueno y dejar de lado a Dios. ¿Dónde está la fuente y la cumbre del bien si no es en Dios? 8. VIGILA tu compromiso con la Iglesia. Si nos ale-jamos del calor, podemos coger un resfriado. Si nos alejamos de la Iglesia, podemos contaminarnos con una poderosa neumonía espiritual. 9. VIGILA tu caridad. Sal al encuentro de algo o de alguien. Prepara el camino al Señor en tu casa, con tu familia, con tus amigos. 10. VIGILA tu testimonio. ¡Habla de Dios! Comienza a pensar en dónde y cómo instalar el belén, la estre-lla, un signo cristiano. DECALOGO PARA LA 2ª SEMANA DE ADVIENTO 1. CONVIÉRTETE de la desesperanza. Es más fácil vivir desde la esperanza que en el puro y duro derro-tismo. 2. CONVIÉRTETE del inmovilismo. El Señor nos quiere activos, en pie. Cuando venga ¿Nos encon-trará paralizados o en movimiento? 3. CONVIERTETE de la confusión. Vuelve los ojos un poco a Jesús que viene. No confundas “diosecillos” por la vida que te trae Dios en Belén.

4. CONVIERTETE del vacío. No por tener más, vas a ser más feliz. Llena tu persona, tu familia o tu en-torno con la fe en Dios. 5. CONVIERTETE de las palabras huecas. Da la cara por Jesucristo. Habla sin temor de El. 6. CONVIERTETE de los caminos equivocados. A veces perdemos demasiadas energías con nuestras actitudes y obras. ¿No es mejor ofrecer a Dios cami-nos de verdad y de sinceridad? 7. CONVIERTETE de la tristeza. El Señor quiere seguidores alegres. La tristeza no es el mejor chale-co para un cristiano. 8. CONVIERTETE del cerrazón. Como María haz algo por Dios. Dile “aquí estoy, Señor”. 9. CONVIERTETE de tu comodidad. La Iglesia, la Navidad, el Nacimiento de Cristo, necesita de prego-neros que anuncien el amor de Dios. 10. CONVIERTETE de la autosatisfacción. Un cristia-no siempre tiene que hacerse una pregunta: ¿En qué debo mejorar? ¿Puedo hacer todavía algo más por Dios? DECALOGO PARA LA 3ª SEMANA DE ADVIENTO

1ª ALEGRATE por haber sido tocado por Dios desde el día de tu Bautismo. Eres hijo suyo y, además, en Belén te demostrará una vez más su gran amor: JE-SUS 2ª ALEGRATE en medio de las contrariedades. Sonríe, aunque a veces, estés llorando por dentro. 3ª ALEGRATE aunque la suerte no te sonría. Dios te acompaña y, tarde o temprano, te dará respuesta 4ª ALEGRATE porque Dios sale a tu encuentro. Se hace hombre por salvarnos, para que le veamos, para romper las distancias existentes entre la tierra y el cielo. 5ª ALEGRATE para infundir alegría a nuestro mun-do. El pesimismo no se combate con más kilos de tristeza y, por el contrario, sí con una buena dosis de alegría cristiana. 6ª ALEGRATE aunque, aparentemente, no consigas los efectos deseados. Tampoco Dios, en Belén, se hizo sentir con mucho éxito sino todo lo contrario. 7ª ALEGRATE en el trabajo. Que se note que eres cristiano. Que irradies la alegría de la próxima Navi-dad: Dios en medio de nosotros 8ª ALEGRATE porque, como Juan Bautista, también tú puedes ser pregonero del nacimiento de Cristo, de su fuerza y de su Palabra 9ª ALEGRATE esperando en Dios y, sobre todo, tra-bajando y optando por su inminente llegada: ¡El Se-ñor está cerca! 10ª ALEGRATE y, lejos de pretender que cambien los demás, cambia un poco tú. Que el Señor, cuando llegue, encuentre por lo menos tu camino limpio y bien preparado para su nacimiento.

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Cuarenta y un catequistas se ocupan de la Cuarenta y un catequistas se ocupan de la

formación de los cuatrocientos dos catecú-formación de los cuatrocientos dos catecú-

menos de nuestra feligresía.menos de nuestra feligresía.

La enseñanza o instrucción de los principios y dogmas de la doctrina cristiana o bien el proceso de profundización en el mensaje evangélico para edu-car la fe, nos serviría para definir la catequesis. Con este sentido se puso en marcha en el mes de Octu-bre la catequesis parroquial.

En el primer día el mes, D. Andrés reunió a los catequistas para poner en marcha el nuevo curso. Una nueva reunión lo dispuso todo para su comien-zo. Entre los días 7 y 9, ambos inclusive, hubo reu-nión por cursos y catequistas correspondientes, con los padres del catecumenado para dar a conocer en comienzo de la catequesis. Estando todo preparado en los días 14, 15 y 16 se fueron iniciando las ense-

ñanza. Algunos días después y durante la misa do-minical de las doce de la mañana, se efectuó el ritual del Envío de Catequistas por el que fueron presenta-dos ante la comunidad y manifestando su profesión de fe dieron el sí a una llamada de Dios para servir a la comunidad cristiana.

Como en cursos anteriores, de martes a viernes, además de domingo que realizan su catequesis los pequeños de cuarto que recibirán este curso su pri-mera comunión, los cuatrocientos dos pequeños feli-greses, pertenecientes a los centros educativos: Olivo, Toxiria, San José de la Montaña y Puerta de Martos, hasta tercero de Educación Secundaria del IES Santo Reino, han comenzado su proceso de instrucción catequética.

Agrupados en 41 grupos, con sus catequistas respetivos, a lo largo de la semana van recibiendo el mensaje evangélico que significa la doctrina de Cris-to. Distribuidos según proximidad a sus domicilios el catecumenado asisten a las dependencias parro-quiales de San Pedro o bien a las del centro de la Virgen del Olivo.

Con enorme ilusión y fe arranca esta actividad parroquial que, con la colaboración y el compromiso de los padres de nuestros pequeños para los que previamente han solicitados su incorporación al cur-so correspondiente, se sigue sembrando el Evange-lio de nuestro Señor Jesucristo.

Vicente Pereña Pamos

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La Iglesia, para comenzar el año litúrgi-co, celebra la llegada de Cristo con los hombres con una gran fiesta a la cual llamamos Navidad. Esta fiesta es tan importante para los cristianos que la Iglesia, antes de celebrarla, prepara a sus hijos durante el período conocido como Adviento. Ya desde tiempos re-motos la Iglesia acostumbra tener esta

preparación.

La palabra Adviento, como se conoce este periodo, significa "llegada" y cla-ramente indica el espíritu de vigilia y preparación que los cristianos deben vivir. Al igual que se prepara la casa para recibir a un invitado muy especial y celebrar su estancia con nosotros, durante los cuatro domingos que ante-ceden a la fiesta de Navidad, los cris-tianos preparan su alma para recibir a Cristo y celebrar con Él su presencia

entre nosotros.

En este tiempo es muy característico pensar: ¿cómo vamos a celebrar la No-che Buena y el día de Navidad? ¿con quien vamos a disfrutar estas fiestas? ¿qué vamos a regalar? Pero todo este ajetreo no tiene sentido si no consideramos que Cristo es el festeja-do a quien tenemos que acompañar y agasajar en este día. Cristo quiere que le demos lo más preciado que tene-mos: nuestra propia vida; por lo que el período de Adviento nos sirve para preparar ese regalo que Jesús quiere, es decir, el adviento es un tiempo para tomar conciencia de lo que vamos a

celebrar y de preparación espiritual.

Durante el Adviento los cristianos re-nuevan el deseo de recibir a Cristo por medio de la oración, el sacrificio, la ge-nerosidad y la caridad con los que nos rodean, es decir, renovarnos procuran-do ser mejores nuestra vida para reci-

bir a Jesús.

La Iglesia durante las cuatro semanas anteriores a la Navidad y especialmen-te los domingos dedica la liturgia de la misa a la contemplación de la primera "llegada" de Cristo a la tierra, de su próxima "llegada" triunfal y la disposi-ción que debemos tener para recibirlo. El color morado de los ornamentos usados en sus celebraciones nos re-cuerda la actitud de penitencia y sacri-ficio que todos los cristianos debemos tener para prepararnos a tan importan-

te evento.

La familia como Iglesia doméstica pro-cura reunirse para hacer más profunda esta preparación. Algunas familias se unen para orar en torno a una corona de ramas de hojas perennes sobre la cuál colocan velas que van encendien-do cada domingo. En otros lugares se elabora un calendario en el cuál se marcan los días que pasan hasta llegar al día de Navidad. En algunos países como México familiares y amigos se reúnen para celebrar las Posadas re-zando el rosario, recordando el peregri-nar de María y José para llegar a Belén. En todas estas reuniones el sentido de penitencia y sacrificio se enriquece por la esperanza y el espíritu de fraternidad y generosidad que surge de la alegría de que Dios pronto estará con noso-

tros.

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Como había dicho Jesús, al tercer día des-

pués de su muerte, resucitaría de entre los

muertos. Y, como era de esperar, así suce-

dió.

Jesucristo estaba en la seguridad de que iba

a ocurrir, exactamente, lo que luego suce-

dería.

Antes, sin embargo, de su resurrección, ten-

ía que descender, a los infiernos. Podemos

preguntarnos, a este respecto, la razón por

la cual Jesús tenía que hacer tal cosa.

Decía Santo Tomás de Aquino que “Al ins-

tante de haber padecido Cristo la muerte, su

alma descendió al infierno, y manifestó el

fruto de su pasión a los santos que allí esta-

ban retenidos, aunque no salieran de tal lu-

gar mientras Cristo moró en los infiernos,

porque la misma presencia de Cristo perte-

necía al culmen de la gloria.”

Debía, pues, Cristo, descender a los infier-

nos para liberar a los que estaban esperan-

do la salvación eterna. Por eso, cuando des-

cendió a los infiernos lo hizo como Salvador

y para proclamar la buena noticia porque

“por eso hasta a los muertos se ha anun-

ciado la Buena Nueva, para que, condena-

dos en carne según los hombres, vivan en

espíritu según Dios.”

Pero se tenía que cumplir la voluntad de

Dios y, como la misma era que Jesús resuci-

tara como Él mismo había profetizado, Cristo

resucitó. Según dice el mismo Pedro que,

dirigiéndose a los israelitas (Hechos, 2, 22-

24): “A Jesús, el Nazareno, hombre acreditado por Dios entre vosotros con milagros, prodi-gios y señales que Dios hizo por su medio entre vosotros, como vosotros mismos sab-éis, a éste, que fue entregado según el de-terminado designio y previo conocimiento de Dios, vosotros le matasteis clavándole en la cruz por mano de los impíos; a éste, pues, Dios le resucitó librándole de los dolores del Hades, pues no era posible que quedase ba-jo su dominio.”

Tenía, pues, que ser liberado de la situación

en la que se encontraba y tenía que serlo

por el Padre. Y así, fue: al tercer día, resu-

citó de entre los muertos que había ido a li-

berar. Por eso, dice San Pablo, “Este que

bajó es el mismo que subió por encima de

todos los cielos, para llenarlo todo.” Al respecto de la resurrección de Cristo ya

dejó escrito el apóstol de los gentiles (1 Cor

15, 3-8) que“porque os transmití, en primer

lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo mu-

rió por nuestros pecados, según las Escritu-

ras; que fue sepultado y que resucito al ter-

cer día, según las Escrituras; que se apare-

ció a Cefas y luego a los Doce; después se

apareció a más de quinientos hermanos a la

Descendió a los infiernos,

y al tercer día resucitó de entre los muertos.

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vez, de los cuales todavía la mayor parte vi-

ven y otros murieron. Luego se apareció a

Santiago; más tarde a todos los Apóstoles. Y

en último lugar a mí”

El Mesías, pues, resucita, pero no es una

situación que den por buena aquellos que

escriben sobre la misma como para difundir

lo que les convenía sino que sostienen

aquella realidad con el testimonio de muchas

personas que podían decir que, en efecto,

aquel hombre a quien habían dado muerte

en una cruz era el mismo que se les aparec-

ía en tantas y tantas ocasiones para ense-

ñarles. Así, desde la misma María Magdale-

nahasta los que luego conocieron que, en

verdad, era cierto lo que decían cuando se

les apareció podían demostrar, con sus pa-

labras, que Jesús había resucitado.

Antes que nada no podemos olvidar aquello

que San Pablo escribió acerca de la impor-

tancia de la resurrección de Cristo que“si no

hay resurrección de los muertos, tampoco

Cristo resucitó. Y si no resucitó Cristo, vacía

es nuestra predicación, vacía también vues-

tra fe”

Por otra parte, la resurrección de Jesucristo

tiene un sentido profundo que, a nivel espiri-

tual, conviene sea destacado. La misma no

supone, en exclusiva, el cumplimiento de la

voluntad de Dios aunque sea, la misma,

esencial y fundamental para un hijo del

Creador sino que, además, tiene un verda-

dero sentido de salvación eterna, por eso, el

discípulo que tanto amara Cristo, recogió en

su Evangelio (Jn 6, 54) lo más importante de

cara a nuestro destino eterno que es que“El

que come mi carne y bebe mi sangre tiene

vida eterna y yo lo resucitaré el último día”.

Así, a partir de lo que había quedado esta-

blecido en la Última Cena con la institución

de la Santa Misa y el mismo Sacerdocio, co-

bra pleno sentido la muerte, descenso a los

infiernos y resurrección del Hijo de Dios y,

también, de la derrota del Mal y de la muer-

te.

No extraña, pues, que lo que proclama San

Pablo cuando dice (Gal 2, 20)“Con Cristo

estoy crucificado; y no vivo yo, sino que es

Cristo que vive en mí., la vida que vivo al

presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo

de Dios que me amó y se entregó a sí mis-

mo por mí”

Sea esto exactamente, cierto y propio de los

hijos de Dios que así nos consideramos y

nos tenemos.

¡Alabado sea Dios que procuró, para noso-

tros, la salvación eterna!

FCO. JAVIER ZUHEROS CÁMARA

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1º ADVIENTO ME LO DIJERON, SEÑOR

Que en el bienestar y en el tener, encontraría el futuro y mi seguridad. Pero, cada día que pasa, veo que soy menos que ayer y que, en muchos momentos, siento que no soy ni dueño de mi mismo. Que los acontecimientos caminan muy depri-sa Que la apariencia y la superficialidad es pan que sacia pero un algo que siempre me falta SI; ME LO DIJERON, SEÑOR Que el horizonte era marcado exclusivamente por la brújula del ingenio humano, y que, en ese paisaje, poco o nada Tú, Señor, tenías que ver. Pero, cada día que pasa, compruebo que el hombre es un barco a la deriva y que, empeñado en ser “super-dios” corre el riesgo de dejar de ser lo que es: hom-bre ME LO DIJERON, SEÑOR Que no hay fuerza que venga de lo alto que todo lo que somos y tenemos es fruto del azar o de la pura casualidad. Pero, cada día que pasa, siento que algo va a ocurrir; que Alguien tiene que echar una mano que Alguien tiene que intervenir para que, la tierra, no sea un brasero de ceni-zas. ME LO DIJERON, SEÑOR Por ello mismo, porque espero en Ti, Señor ¡Ven! ¡Ven y sálvanos! Y, a este mundo –roto, gélido y vehemente- regálanos un poco de esperanza y de ilusión con tu llegada en Belén. Amén.

2º ADVIENTO ¡PREPAREMOS EL CAMINO!

Claro que sí….y, además, dedicado al Señor Un camino, que es el corazón, en el que Dios pueda nacer, crecer, vivir y quedarse para siempre. Un camino, por el que avanzando, podamos encontrarnos con el Señor que viene de frente y que, tan sólo espera, actitudes de fe y de alegría de conversión y de acogida de oración y de entrega. ¿Seremos capaces de construir ese camino para el Señor? ¿Por qué tantas sendas para los “señores” del mundo y una, a veces estrecha y mal cuidada, para Dios? ¡PREPAREMOS EL CAMINO! ¡Dios se lo merece y, nuestra humanidad, lo necesita! Viene el Señor y, porque se acerca, es cuestión de mirar en la dirección adecua-da. Con Juan el Bautista, vivamos en el desierto Perdámonos en la calma que ofrece la ora-ción Comprometámonos en un mundo mejor Ofrezcamos, lo que somos y tenemos, a un Dios que nos da y nos regala lo que tie-ne: JESUS En el Adviento no hay lugar para el pesimis-mo, la ansiedad o la angustia…¡tenemos mucho que hacer! ¡Viene el Señor! ¡Vienes Señor! ¡Soy y seré un camino por el que vengas al mundo!

Amén

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3º ADVIENTO ¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE?

Entre otras cosas, porque sé, Señor que Tú llegas por mí y para mí. Porque ves el vacío que existe en el hombre si Tú no estás dentro. ¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE? Porque soy consciente, Señor, que la llegada de un amigo altera la vida de una familia el orden al que estamos acostumbrados ¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE? Porque, ante las calamidades, Señor no es bueno acobardarse no es sensato reprimirse no es cristiano acomplejarse: hay que sonreir, incluso, en la aflicción ¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE? Alegre por tu llegada, Señor Alegre por tu Nacimiento, Señor Alegre porque, Tú, me das la fuerza Alegre porque vienes a levantarme Alegre porque mi ALEGRIA eres Tú Alegre porque mi ILUSION eres Tú ¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE? Porque al final de la oscuridad brillas Tú, Se-ñor Porque en los problemas socorre tu mano, Señor Porque en las dudas, envías certezas Porque en la soledad, eres eterna compañía Porque vienes, y si vienes, es para estar con-migo ¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE? Porque, sin alegría, algo faltará en mi co-razón Porque, sin alegría, puede que pases de lar-go, Señor, Porque, sin alegría, la vida no es vida Porque, sin alegría, falta la luz a cada uno de mis días Porque, sin alegría, ¿puedo acogerte en mi casa, Señor? ¿POR QUÉ TENGO QUE ESTAR ALEGRE? Simplemente porque al tenerte, Señor, no siento otra cosa en mí sino la ALEGRIA Tú, Señor, tu Nacimiento y tu llegada es la causa de mi gozo, la música de mi alma

la alegría de mi cara ¡Gracias, Señor! ¡Tú eres la causa de mi felicidad!

4º ADVIENTO ¿QUÉ SENTISTE, MARIA?

Con pocas palabras, pero en Ti María, habitó por el anuncio de un Angel el Misterio de un Dios humanado. ¿Qué sentiste, Virgen María ante la llegada del mensajero? ¿Creíste, acaso, que ese personaje celestial se equivocó de puerta? ¿Pensaste que, uno de tus vecinos, venía para probar tu fe o tu ingenuidad? ¿Qué sentiste María, dinos Tú que miraste al cielo, ante la llegada del famoso mensajero? Tal vez, como humilde nazarena, sentiste que Dios habla en el silencio Que Dios se hace grande en el que le recibe manifestándose esclavo, humilde…y pequeño Tal vez, como mujer de Dios, mirando por la ventana de tu pobre casa de Nazaret soñaste que, simplemente, era una estrella que de repente cayó desde el mismo cielo. O, tal vez, María, en el secreto escondido desde hace siglos, supiste que, contigo, la partitura comenzaba a escucharse que el plan comenzaba a llevarse a cabo que, Dios, en una más de las suyas irrumpía ahora sin ruido, en silencio, sin más exigencia que tu obediencia sin más preguntas que tu respuesta sin más palacios que tu vientre virginal sin más pregoneros que un Ángel. Ayúdanos, María, en medio de los ruidos que sacuden los valles de nuestras vidas a escuchar, como Tú lo hiciste, la voz de un Dios que sale a nuestro encuen-tro en el rostro de un Niño nacido en pesebre.

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LLL A CARIDAD EN LA A CARIDAD EN LA A CARIDAD EN LA EXHORTACIÓN EXHORTACIÓN EXHORTACIÓN DEL DEL DEL

PAPA FRANCISCOPAPA FRANCISCOPAPA FRANCISCO

CONTINUACIÓN DE LA EXHORTACIÓN EVANGELII GADIUM

EN SU DIMENSIÓN SOCIAL

Continuamos en este Número con el Capítulo IV: “La dimensión social de la evangelización”, que está dividido en cinco grandes bloques, el segundo de ellos titulado “La inclusión social de los po-bres”, y que a su vez está dividido en cinco aparta-dos. En la revista de Noviembre vimos el primero de estos apartados, y que titulábamos “Unidos a Dios escuchamos un clamor”. En este número vamos a desarrollar los otros cuatro apartados (b-e).

b) Fidelidad al Evangelio para no correr en vano

El Santo Padre nos recuerda en el n.193 “Felices los misericordiosos, porque obtendrán miseri-cordia”(Mt 5,7), y, refiriéndose a la Carta de Santia-go (St 2,12-13) afirma “…Porque tendrá un juicio sin misericordia el que no tuvo misericor-dia…”.Sigue haciendo alusión a otros Textos Sagra-dos (Dn 14,24;Tb12,9; Eclo 3,30; 1Pe 4,8), donde nos interpela a la Caridad. Sigue con San Agustín, que nos invita a que “una vez que se nos ofrezca la ocasión de una obra llena de misericordia,

alegrémonos de ella”.

A continuación de estos textos escribe que este “es un mensaje claro, tan directo, tan simple y elo-cuente que ninguna hermenéutica eclesial puede relativizarlo” (n.194). Destaca el sentido exhortati-vo, de mandato, al “amor fraterno, al sentido humilde y generoso, a la justicia, a la misericor-dia del pobre”. Jesús nos lo enseñó con palabras y obras.

Insiste más adelante en que “los defensores de la “ortodoxia” se dirige a veces el reproche de pasi-vidad, de indulgencia o de complicidad culpables respecto a situaciones de injusticia intolerables y a los regímenes políticos que las mantie-

nen” (n.194).

En el n.195, refiere que cuando san Pablo visitó a los Apóstoles en Jerusalén olvidara de los po-bres” (Ga 2,10).Hoy día, tendemos al individualismo pagano igual que entonces, y por eso a los cristianos el Evangelio nos exige “la opción por los últimos, por aquellos que la sociedad descarta y dese-cha” (n.195): Que la alienación a la que nos lleva el consumismo y la distracción no nos lleve a olvidar la solidaridad interhumana.

c) El lugar privilegiado de los pobres en el Pue-

blo de Dios

En el n.197 nos recuerda el Papa que Jesucristo mismo “se hizo pobre” (2Co8,9). Vemos como nuestra Salvación ha estado signada por los pobres: la Virgen María, el mismo Jesús, los Apóstoles,…

Jesucristo mismo repetía en Lc 4,18: “El Espíritu del

Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me ha

enviado para anunciar el Evangelio a los po-

bres”, y en ese mismo Evangelio de Lucas (Lc 6,20)

afirma: ¡Felices los pobres porque el Reino de

Dios os pertenece! .

Jesús se identifica con los pobres: “Porque tuve

hambre y me distéis de comer” (Mt 25,35 ss.).

En el n.198 afirma el Papa Francisco: “Para la Igle-sia la opción por los pobres es una categoría te-ológica antes que cultural, social, política o filosófi-ca”.

Los cristianos estamos “llamados a tener los mis-mos sentimientos que Jesucristo” (Flp 2,5). Por eso afirma el Santo Padre: “Quiero una Iglesia po-bre para los pobres”: Hemos de dejarnos evangeli-zar por ellos y descubrir a Cristo en ellos”.

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En el n.199 nos dice que nuestro compromiso para con los pobres “no consiste exclusivamente en acciones o en proposiciones de promoción y asistencia, sino “una atención amante”: Hemos de salvar al pobre, que ha de ser amado, estimado co-mo de alto valor”. Debemos tener para con ellos una

“cercanía real y cordial”.

Afirma que “la peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual: Ellos ne-cesitan a Dios y hemos de ofrecerles su amistad. La opción preferencial por los pobres debe traducirse principalmente en una “atención religiosa privilegiada

y prioritaria (n.200).

Aunque esto nos pueda parecer que “nadie puede sentirse exceptuado de la preocupación por los pobres y por la justicia social”, por lo que los lai-cos también hemos de involucrarnos “en la prácti-

ca” para conseguir esos objetivos (n.201).

d) Economía y distribución del ingreso

La necesidad de resolver “las causas estructura-les” de la pobreza no puede esperar. La inequidad

es la razón de todos los males (n.202).

Por otra parte, la dignidad de la persona humana y el bien común son cuestiones que deberían estruc-turar todas las políticas económicas. En el discurso político ¡Cuantas palabras se han vuelto molestas para este sistema!: Molesta que se hable de éti-ca…solidaridad mundial…distribución de bie-nes…fuentes del trabajo…dignidad de los débi-les…molesta, incluso, hablar de Dios. Cualquier empresario…debe “servir verdaderamente al bien común; debe, con su esfuerzo multiplicar y vol-ver más accesibles para todos los bienes de este

mundo (n.203).

En el n.204 habla de que “el crecimiento en equi-dad exige algo más que el creen una mejor distri-bución y una promoción intensa de los pobres, “que supere el mero asistencialismo”. También descar-ta el Santo Padre el populismo irresponsable.

En el n.205 el grito del Papa es mayor: ¡Pido a Dios que crezca el número de políticos capaces de entrar en un auténtico diálogo que se oriente efi-cazmente a sanar las raíces profundas y no la apariencia de los males de nuestro tiempo! Tene-mos que convencernos de que la caridad “no es solo el principio de las microrrelaciones, como en las amistades, la familia o el pequeño grupo, sino tam-bién de las macrorrelaciones, como las relaciones sociales, económicas y políticas. Y “¿por qué no acudir a Dios? Estoy convencido de que a partir de una apertura a la Transcendencia podría formarse una nueva mentalidad política y económica”.

Nos invita, en el n.207, a participar en la vida políti-ca, porque si cualquier comunidad de la Iglesia no se ocupa creativamente y coopera eficazmente para que los pobres vivan con dignidad…terminará sumi-da en la mundanidad espiritual, disimulada con prácticas religiosas con reuniones infecundas o con

discursos vacíos. “Mi palabra no es la de un enemigo ni la de un opositor. Sólo me interesa procurar que aquellos que están esclavizados por una mentalidad individualista, indiferente y egoísta, puedan liberarse de esas cadenas indignas y alcancen un estilo de vida y de pensamiento más humano, más noble, más fecundo, que dignifique su paso por esta tie-

rra” (n.208).

Estas palabras del santo Padre nos deben interpelar para que nuestra espiritualidad, nuestras prácticas religiosas, vayan acompañadas de un compromiso social importante, de una práctica y participación para que el mundo sea “más justo para todos”: Tene-mos un destino eterno junto a Dios, pero somos ciu-dadanos de este mundo, y Dios nos ha hecho co-operadores y administradores suyos.

e) Cuidar la fragilidad

“Todos los cristianos estamos llamados a cuidar a los frágiles de la tierra” (n.209), ya que “Jesucristo se identifica con los más pequeños” (Mt 25,40).

Hoy existen “nuevas formas de pobreza y fragili-dad” (n.210): los sin techo, los refugiados, los toxico-dependientes, los ancianos, los pueblos indígenas, etc., La Iglesia no tiene fronteras, y por eso, continúa el Papa, “exhorto a los países a una generosa apertura, que en lugar de temer por la identidad lo-cal sea capaz de crear nuevos sistemas cultura-

les” (n.210)

Quisiera que se escuchara el grito de Dios pre-guntándonos a todos: ¿Dónde está tu hermano? (Gn 4,9). ¡¡La pregunta es para todos!! ¿Respondemos adecuadamente a Dios?

El Papa también tiene palabras para las mujeres, victimas del maltrato, violaciones, etc. (n.212); los niños por nacer (n.213), donde nos exhorta a consi-derar que “ un ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cualquier etapa del desarrollo”. “Es un fin en sí mismo y nun-ca un medio para resolver otras dificultades”. “No es progresista pretender resolver los problemas elimi-nando una vida humana” (n.214), y nos dirige otra afirmación interpelante “los seres humanos no so-mos meros beneficiarios, sino un custodios de las demás criaturas” (n. 215) y concluye, este apartado, afirmando que (n.216): “Pequeños pero fuertes en el amor de Dios, como san Francisco de Asís, todos los cristianos estamos llamados a cuidar la fragilidad del pueblo y del mundo en que vivi-

mos”.

Hasta aquí este nuevo bloque.

Continuaremos en el próximo número.

Magdalena Cañada

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evangelio Jesucristo

hijo Dios profeta

Isaías mensaje

preparen camino desierto

Juan bautismo

pecados confiese Jerusalén

Jordán pelo

camello langostas miel

evangelio Jesucristo

hijo Dios profeta

Isaías mensaje

preparen camino desierto

Juan bautismo

pecados confiese Jerusalén

Jordán pelo

camello langostas miel

JUAN TESTIMONIO

PECADO

MUNDO

LUZ PROCLAMÓ

BAUTIZO

AGUA JORDÁN

CORDERO PALOMA ESPÍRITU

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CAPÍTULO II

LA COMUNIDAD HUMANA

PROPÓSITO DEL CONCILIO

23. Entre los principales aspectos del mundo actual hay que señalar la multiplicación de las relaciones mutuas entre los hombres. Contribuye sobremanera a este desarrollo el moderno progreso técnico. Sin em-bargo, la perfección del coloquio fraterno no está en ese progreso, sino más hondamente en la comunidad que entre las personas se establece, la cual exige el mutuo respeto de su plena dignidad espiritual. La Re-velación cristiana presta gran ayuda para fomentar esta comunión interpersonal y al mismo tiempo nos lleva a una más profunda comprensión de las leyes que regulan la vida social, y que el Creador grabó en la naturaleza espiritual y moral del hombre.

Como el Magisterio de la Iglesia en recientes docu-mentos ha expuesto ampliamente la doctrina cristiana sobre la sociedad humana, el Concilio se limita a re-cordar tan sólo algunas verdades fundamentales y exponer sus fundamentos a la luz de la Revelación. A continuación subraya ciertas consecuencias que de aquéllas fluyen, y que tienen extraordinaria importan-cia en nuestros días.

ÍNDOLE COMUNITARIA DE LA VOCACIÓN HUMA-NA SEGÚN EL PLAN DE DIOS

24. Dios, que cuida de todos con paterna solicitud, ha querido que los hombres constituyan una sola familia y se traten entre sí con espíritu de hermanos. Todos han sido creados a imagen y semejanza de Dios, quien hizo de uno todo el linaje humano y para poblar toda la haz de la tierra (Act 17,26), y todos son llama-dos a un solo e idéntico fin, esto es, Dios mismo.

Por lo cual, el amor de Dios y del prójimo es el prime-ro y el mayor mandamiento. La Sagrada Escritura nos enseña que el amor de Dios no puede separarse del amor del prójimo: ... cualquier otro precepto en esta sentencia se resume: Amarás al prójimo como a ti mismo... El amor es el cumplimiento de la ley (Rom 13,9-10; cf. 1 Io 4,20). Esta doctrina posee hoy extra-ordinaria importancia a causa de dos hechos: la cre-ciente interdependencia mutua de los hombres y la unificación asimismo creciente del mundo.

Más aún, el Señor, cuando ruega al Padre que todos sean uno, como nosotros también somos uno (Io 17,21-22), abriendo perspectivas cerradas a la razón

humana, sugiere una cierta semejanza entre la unión de las personas divinas y la unión de los hijos de Dios en la verdad y en la caridad. Esta semejanza de-muestra que el hombre, única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí mismo, no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás.

INTERDEPENDENCIA ENTRE LA PERSONA HUMANA Y LA SOCIEDAD

25. La índole social del hombre demuestra que el de-sarrollo de la persona humana y el crecimiento de la propia sociedad están mutuamente condicionados. Porque el principio, el sujeto y el fin de todas las insti-tuciones sociales son y debe ser la persona humana, la cual, por su misma naturaleza, tiene absoluta nece-sidad de la vida social. La vida social no es, pues, para el hombre sobrecarga accidental. Por ello, a través del trato con los demás, de la reciprocidad de servicios, del diálogo con los hermanos, la vida social engrandece al hombre en todas sus cualidades y le capacita para responder a su vocación.

De los vínculos sociales que son necesarios para el cultivo del hombre, unos, como la familia y la comuni-dad política, responden más inmediatamente a su naturaleza profunda; otros, proceden más bien de su libre voluntad. En nuestra época, por varias causas, se multiplican sin cesar las conexiones mutuas y las interdependencias; de aquí nacen diversas asociacio-nes e instituciones tanto de derecho público como de derecho privado. Este fenómeno, que recibe el nom-bre de socialización, aunque encierra algunos peli-gros, ofrece, sin embargo, muchas ventajas para con-solidar y desarrollar las cualidades de la persona humana y para garantizar sus derechos.

Mas si la persona humana, en lo tocante al cumpli-miento de su vocación, incluida la religiosa, recibe mucho de esta vida en sociedad, no se puede, sin embargo, negar que las circunstancies sociales en que vive y en que está como inmersa desde su infan-cia, con frecuencia le apartan del bien y le inducen al mal. Es cierto que las perturbaciones que tan frecuen-temente agitan la realidad social proceden en parte de las tensiones propias de las estructuras económi-cas, políticas y sociales. Pero proceden, sobre todo, de la soberbia y del egoísmo humanos, que trastor-nan también el ambiente social. Y cuando la realidad social se ve viciada por las consecuencias del peca-do, el hombre, inclinado ya al mal desde su nacimien-

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hijo Dios profeta

Isaías mensaje

preparen camino desierto

Juan bautismo

pecados confiese Jerusalén

Jordán pelo

camello langostas miel

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encuentra nuevos estímulos para el pecado, los cua-les sólo pueden vencerse con denodado esfuerzo ayudado por la gracia.

LA PROMOCIÓN DEL BIEN COMÚN

26. La interdependencia, cada vez más estrecha, y su progresiva universalización hacen que el bien común -esto es, el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección- se universalice cada vez más, e implique por ello derechos y obligaciones que miran a todo el género humano. Todo grupo social debe tener en cuenta las necesidades y las legítimas aspiracio-nes de los demás grupos; más aún, debe tener muy en cuenta el bien común de toda la familia humana.

Crece al mismo tiempo la conciencia de la excelsa dignidad de la persona humana, de su superioridad sobre las cosas y de sus derechos y deberes univer-sales e inviolables. Es, pues, necesario que se facilite al hombre todo lo que éste necesita para vivir una vida verdaderamente humana, como son el alimento, el vestido, la vivienda, el derecho a la libre elección de estado ya fundar una familia, a la educación, al trabajo, a la buena fama, al respeto, a una adecuada información, a obrar de acuerdo con la norma recta de su conciencia, a la protección de la vida privada y a la justa libertad también en materia religiosa.

El orden social, pues, y su progresivo desarrollo de-ben en todo momento subordinarse al bien de la per-sona, ya que el orden real debe someterse al orden personal, y no al contrario. El propio Señor lo advirtió cuando dijo que el sábado había sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. El orden so-cial hay que desarrollarlo a diario, fundarlo en la ver-dad, edificarlo sobre la justicia, vivificarlo por el amor. Pero debe encontrar en la libertad un equilibrio cada día más humano. Para cumplir todos estos objetivos hay que proceder a una renovación de los espíritus y a profundas reformas de la sociedad.

El Espíritu de Dios, que con admirable providencia guía el curso de los tiempos y renueva la faz de la tierra, no es ajeno a esta evolución. Y, por su parte, el fermento evangélico ha despertado y despierta en el corazón del hombre esta irrefrenable exigencia de la dignidad.

EL RESPETO A LA PERSONA HUMANA

27. Descendiendo a consecuencias prácticas de máxima urgencia, el Concilio inculca el respeto al hombre, de forma de cada uno, sin excepción de na-die, debe considerar al prójimo como otro yo, cuidan-do en primer lugar de su vida y de los medios necesa-rios para vivirla dignamente, no sea que imitemos a aquel rico que se despreocupó por completo del po-bre Lázaro.

En nuestra época principalmente urge la obligación de acercarnos a todos y de servirlos con eficacia cuando llegue el caso, ya se trate de ese anciano abandonado de todos, o de ese trabajador extranjero

despreciado injustamente, o de ese desterrado, o de ese hijo ilegítimo que debe aguantar sin razón el pe-cado que él no cometió, o de ese hambriento que re-crimina nuestra conciencia recordando la palabra del Señor: Cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mi me lo hicisteis. (Mt 25,40).

No sólo esto. Cuanto atenta contra la vida -homicidios de cualquier clase, genocidios, aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado-; cuanto viola la integridad de la persona humana, como, por ejemplo, las mutila-ciones, las torturas morales o físicas, los conatos sis-temáticos para dominar la mente ajena; cuanto ofen-de a la dignidad humana, como son las condiciones infrahumanas de vida, las detenciones arbitrarias, las deportaciones, la esclavitud, la prostitución, la trata de blancas y de jóvenes; o las condiciones laborales degradantes, que reducen al operario al rango de me-ro instrumento de lucro, sin respeto a la libertad y a la responsabilidad de la persona humana: todas estas prácticas y otras parecidas son en sí mismas infa-mantes, degradan la civilización humana, deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmen-te contrarias al honor debido al Creador.

Y AMOR A LOS RESPETO ADVERSARIOS

28. Quienes sienten u obran de modo distinto al nues-tro en materia social, política e incluso religiosa, de-ben ser también objeto de nuestro respeto y amor. Cuanto más humana y caritativa sea nuestra com-prensión íntima de su manera de sentir, mayor será la facilidad para establecer con ellos el diálogo.

Esta caridad y esta benignidad en modo alguno de-ben convertirse en indiferencia ante la verdad y el bien. Más aún, la propia caridad exige el anuncio a todos los hombres de la verdad saludable. Pero es necesario distinguir entre el error, que siempre debe ser rechazado, y el hombre que yerra, el cual conser-va la dignidad de la persona incluso cuando está des-viado por ideas falsas o insuficientes en materia reli-giosa. Dios es el único juez y escrutador del corazón humano. Por ello, nos prohíbe juzgar la culpabilidad interna de los demás.

La doctrina de Cristo pide también que perdonemos las injurias. El precepto del amor se extiende a todos los enemigos. Es el mandamiento de la Nueva Ley: «Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo y abo-rrecerás a tu enemigo". Pero yo os digo: "Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian y orad por lo que os persiguen y calumnian"» (Mt 5,43-44).

LA IGUALDAD ESENCIAL ENTRE LOS HOMBRES Y LA JUSTICIA SOCIAL

29. La igualdad fundamental entre todos los hombres exige un reconocimiento cada vez mayor. Porque to-dos ellos, dotados de alma racional y creados a ima-gen de Dios, tienen la misma naturaleza y el mismo origen. Y porque, redimidos por Cristo, disfrutan de la misma vocación y de idéntico destino.

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Es evidente que no todos los hombres son iguales en lo que toca a la capacidad física y a las cualidades intelectuales y mora-les. Sin embargo, toda forma de discriminación en los derechos fundamentales de la persona, ya sea social o cultural, por motivos de sexo, raza, color, condición social, lengua o religión, debe ser vencida y eliminada por ser con-traria al plan divino. En verdad, es lamentable que los derechos fundamentales de la persona no estén todavía protegidos en la forma debida por todas partes. Es lo que sucede cuando se nie-ga a la mujer el derecho de esco-ger libremente esposo y de abra-zar el estado de vida que prefiera o se le impide tener acceso a una educación y a una cultura igual a las que se conceden al hombre.

Más aún, aunque existen des-igualdades justas entre los hom-bres, sin embargo, la igual digni-dad de la persona exige que se llegue a una situación social más humana y más justa. Resulta escandaloso el hecho de las ex-cesivas desigualdades económi-cas y sociales que se dan entre los miembros y los pueblos de una misma familia humana. Son contrarias a la justicia social, a la equidad, a la dignidad de la per-sona humana y a la paz social e internacional.

Las instituciones humanas, priva-das o públicas, esfuércense por ponerse al servicio de la dignidad y del fin del hombre. Luchen con energía contra cualquier esclavi-tud social o política y respeten, bajo cualquier régimen político, los derechos fundamentales del hombre. Más aún, estas institu-ciones deben ir respondiendo cada vez más a las realidades espirituales, que son las más profundas de todas, aunque es necesario todavía largo plazo de tiempo para llegar al final desea-do.

(continuaremos con el nº 30 en la revista de diciembre)

Paqui Peragón

755 mujeres han sido asesinadas en España por sus parejas durante

la última década

Al menos 755 mujeres han sido asesinadas en España por otros tan-

tos hombres con los que mantenían o habían mantenido una relación

sentimental desde el año 2004. De todas ellas, 33 han sido asesina-

das en el País Vasco. En lo que va de año, 45 ciudadanas han per-

dido la vida, aunque hay cinco homicidios más que podrían entrar en

el balance si se confirma que corresponden a esta tipología delictiva.

Este lunes, víspera del Día Internacional contra la Violencia de

Género, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad ha con-

firmado que el asesinato de una mujer de 32 años que tuvo lugar el

sábado en Barcelona, sí es de este tipo. La joven, española, fue asesi-

nada por su marido, al que no había denunciado. Deja una niña de 10

años. En total, este año 33 menores de edad han quedado así huér-

fanos de madre.

A lo largo de los últimos once años, más de 700 mujeres han perdi-

do la vida a manos de sus parejas o ex parejas. La primera en entrar

en la estadística fue Yaneth, arrojada desde un segundo piso por el

que se decía su novio en la localidad malagueña de Fuengirola. Era 7

de enero de 2003. Tenía 28 años.

De las 45 mujeres asesinadas este año, un total de 14, el 31,1% del

total, habían presentado denuncias contra quienes acabaron sien-

do sus verdugos. Aunque la cifra abarca sólo hasta el 24 de noviem-

bre, esta tasa es la más alta registrada desde 2006, cuando se co-

menzó a introducir en las estadísticas la variable de denuncia previa.

Aquel año, el 31,6% de las víctimas mortales había denunciado malos

tratos, tasa que se redujo al 29,6% en 2007 y al 23,7% en 2008. En

2009 se cerró en un 25% del total de fallecidas, proporción que subió

al 30,1% en 2010 para volver a caer a un 24,6% un año después.

La tasa más baja de mujeres asesinadas que sí habían pedido ayu-

da en algún momento se registró en 2012, con un 19,8% del total

de 52 mujeres fallecidas en crímenes mortales de violencia de género.

En 2013 subió al 20,4% sobre 54 víctimas de los homicidios. En lo que

va de este año, representan el 31,1%, casi once puntos por encima.

(mientras preparamos esta publicación sale la noticia de 2 mujeres

más que han sido asesinadas)

El equipo de redacción

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En la ciudad de Sevilla, los días 22 y 23 de noviembre, alrededor de 800 profesores de religión de todas las Diócesis de Andalucía han celebrado el II Congreso Andaluz del Profesorado de Religión Católica bajo el le-ma “LLAMADOS A SER LUZ” . Este Congreso ha sido convocado por los Obispos de Andalucía y organizado por la Secretaría Técnica de Enseñanza y las Delegaciones Diocesanas de Enseñanza de nuestra Comunidad Autónoma. Al finalizar el Congreso, quere-mos comunicar a la sociedad los siguiente: 1.La opción de las familias andaluzas por la enseñanza de la religión católica en la escuela es un hecho incontestable, re-frendado por más del 75% de los padres. Por ello, pedimos a la administraciones edu-cativas estatal y andaluza que garantice el derecho de los padres a educar a sus hijos según sus propias convicciones religiosas y morales, tal y como se recoge en la Consti-tución española (art. 27.3) y en los distintos tratados internacionales firmados por el Go-bierno de España. 2.Mostramos, por ello, nuestro rechazo al tratamiento realizado de la asignatura de religión católica en la LOMCE por el Gobier-

no de España y en los Decretos y Órdenes de desarrollo de la asignatura por el Gobier-no de la Junta de Andalucía. Pedimos a las administraciones educativas que la asigna-tura de religión católica tenga un tratamien-to digno y equiparable a las disciplinas fun-damentales tanto en la carga lectiva, como en la obligatoriedad de la oferta, conforme al derecho vigente. 3.La experiencia de estos últimos años nos dice que hay una discriminación latente y patente en multitud de funciones que sí realiza el resto del profesorado. Pedimos a las autoridades educativas que, como dice la ley, traten a este profesorado como miembros del claustro a todos los efectos, en igualdad de dignidad y competencias que el resto de sus compañeros que impar-ten otras materias. 4.Lamentamos el profundo dolor humano y social que puede provocar la reducción horaria de la asignatura de religión católica propuesta por la Junta de Andalucía para el próximo curso. Tal reducción incumple los tratados internacionales suscritos por Espa-ña, impide el adecuado desarrollo curricular de la materia y, sobre todo, perjudica grave-mente al profesorado que la imparte y a sus familias. Por ello, solicitamos a la adminis-tración educativa que se tengan en cuenta las aportaciones realizadas al Proyecto de Decreto y Orden del curriculo de Primaria por más de 2.700 profesores de religión, a través de sus representantes, al igual que las de la propia Iglesia Católica. 5.Como siempre, la Iglesia en Andalucía y el profesorado de religión seguirá compro-metido en su tarea de propiciar al alumnado andaluz una educación integral, que cuíde la formación moral y espiritual de los niños y jóvenes, basándola en los valores del Evan-gelio anunciado por Jesús, en el convenci-miento de que el mismo puede dar sentido completo a una vida.

Comunicado final a la sociedad de los participantes en el II Congreso de Profesores de Religión Católica

en Andalucía

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01 Eloy 02 Bibiana 03 Francisco Javier 04 Bárbara 05 Dalmacio 06 Pedro Pascual y Nicolás de Bari 07 Ambrosio 08 Inmaculada Concepción de María 09 Leocadia y Julián 10 Eulalia 11 Dámaso 12 Virgen de Guadalupe 13 Lucía 14 Juan de la Cruz 15 Maximiano

16 Adelaida 17 Yolanda 18 Virgen de la Esperanza 19 Nemesio 20 Domingo de Silos 21 Pedro Canisio 22 Francisca Javiera Cabrini 23 Juan de Kely 24 Gregorio 25 Natividad del Señor 26 San Esteban, protomártir 27 Juan, Apóstol 28 Santos Inocentes 29 Tomás Becket 30 Félix I

31 Silvestre