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Aportado por tantor ánima y otras personas que han hecho un esfuerzo totalmente desinterezado para el grupo Corrado Malanga en español FanClub Título Original en italiano: “Il cielo stellato sopra di me” versión 1.0 INTRODUCCIÓN DE CORRADO MALANGA El texto que estáis a punto de leer, contiene uno de los muchos testimonios de una abducida que ha querido compartir con nosotros su experiencia sobre la búsqueda y sobre la liberación del problema de las abducciones. Nosotros entramos en parte en esta vivencia que, según nuestra modesta opinión, tiene una característica que se convierte en ventaja. El sujeto que escribe, por propia decisión, de forma anónima, describe su problema con las abducciones y sus esfuerzos por comprender qué le está sucediendo en un contexto delimitado, que es el de su propia vida cotidiana. Normalmente estos relatos se exponen que el fin de separar la vida diaria con aquella, posiblemente nocturna, en la que se da la lucha con el alien. En realidad, la persona que es consciente de que es abducido, describe el fenómeno en el contexto de la vida de cada día y no separa los dos ámbitos (nocturno y diario) como si fueran dos cosas diferentes y quizás según podría indicar algún psiquiatra el ámbito real y el imaginario. En este relato, existe un solo ámbito, aquel de la vida de todos los días. El testimonio, para ser bien comprendido, aconseja que los neófitos del problema de las abducciones, lean al menos el libro Alien Cicatrix, para evitar errores de comprensión de nomenclatura. El texto es una demostración de cómo, también solo, se puede salir del problema, también con sus dificultades, pero siempre con gran dignidad. EL CIELO ESTRELLADO SOBRE MI A Corrado y Alessandro, bellísimos marineros errantes. En esta vida de océano en tempestad, me habéis visto ahogándome Os habéis parado y me habéis enseñado a nadar. No os olvidaré. Nunca A todas las mujeres, niñas, hijas y madres abducidas Prefacio Escribir sobre uno mismo no es nunca fácil. Uno se siente demasiado ridículo o demasiado presuntuoso, en una palabra: terriblemente fuera de lugar. Lo haré lo mejor posible. Escribo toda mi trayectoria de liberación del problema de las abducciones por dos motivos principales. El primero es el escaso conocimiento de un problema que pocas personas han sabido afrontar en la manera correcta. Corrado Malanga es a mí parecer uno de los pocos, si no el único. Hay tanta confusión en torno al problema de los aliens, que cualquier que hable de ello es tomado por loco o por mentiroso, en la más optimista de las hipótesis como manipulado o miembro de alguna secta. El problema reside en la dificultad del estudio de este fenómeno, en las patrañas que se cuentan cada día y en la presencia de personas o incluso estructuras estatales y reconocidas que crean solo confusión tras confusión, sin llegar jamás a una verdadera conclusión. Así se hace verdaderamente difícil de hablar sobre aliens, sea que se trate de simples interesados en el tema, sea se mantenga haber tenido experiencias cercana con estos seres. En el segundo caso, es aún más difícil si no imposible. Después del enorme trabajo de Corrado, he notado con inmenso placer que cada vez más personas tienen el coraje y la fuerza para salir al descubierto y hablar de sus propias experiencias, haciéndose fuertes en la libertad que tanto esfuerzo les ha costado reencontrar. La libertad con la cual se ven capaces de afrontar las burlas, los obstáculos, a veces incluso los insultos. Admiro a estas personas, cuando hablan de libremente de sus experiencias de abducción, y no se nota una necesidad de ser el centro de atención. Lamentablemente, también se dan casos opuestos. Pero cada vez es más frecuente que alguien hable a rostro descubierto de la propia vivencia dolorosa únicamente para comprobar que estas cosas suceden realmente, aunque nadie lo haya reconocido oficialmente, y para ayudar a quien todavía está buscando en su interior la fuerza para reaccionar y defenderse. Esta es fundamentalmente la primera motivación

El Cielo Estrellado Brilla Sobre Mi Para El Grupo Corrado Malanga en Español FanClub

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Aportado por tantor ánima y otras personas que han hecho un esfuerzo totalmente desinterezado para el grupo Corrado Malanga en español FanClub Título Original en italiano: “Il cielo stellato sopra di me” versión 1.0

INTRODUCCIÓN DE CORRADO MALANGA

El texto que estáis a punto de leer, contiene uno de los muchos testimonios de una abducida que ha querido compartir con nosotros su experiencia sobre la búsqueda y sobre la liberación del problema de las abducciones.

Nosotros entramos en parte en esta vivencia que, según nuestra modesta opinión, tiene una característica que se convierte en ventaja. El sujeto que escribe, por propia decisión, de forma anónima, describe su problema con las abducciones y sus esfuerzos por comprender qué le está sucediendo en un contexto delimitado, que es el de su propia vida cotidiana. Normalmente estos relatos se exponen que el fin de separar la vida diaria con aquella, posiblemente nocturna, en la que se da la lucha con el alien. En realidad, la persona que es consciente de que es abducido, describe el fenómeno en el contexto de la vida de cada día y no separa los dos ámbitos (nocturno y diario) como si fueran dos cosas diferentes y quizás según podría indicar algún psiquiatra el ámbito real y el imaginario. En este relato, existe un solo ámbito, aquel de la vida de todos los días.

El testimonio, para ser bien comprendido, aconseja que los neófitos del problema de las abducciones, lean al menos el libro Alien Cicatrix, para evitar errores de comprensión de nomenclatura. El texto es una demostración de cómo, también solo, se puede salir del problema, también con sus dificultades, pero siempre con gran dignidad.

EL CIELO ESTRELLADO SOBRE MI

A Corrado y Alessandro, bellísimos marineros errantes.

En esta vida de océano en tempestad, me habéis visto ahogándome

Os habéis parado y me habéis enseñado a nadar.

No os olvidaré. Nunca

A todas las mujeres, niñas, hijas y madres abducidas

Prefacio

Escribir sobre uno mismo no es nunca fácil. Uno se siente demasiado ridículo o demasiado presuntuoso, en una palabra: terriblemente fuera de lugar. Lo haré lo mejor posible.

Escribo toda mi trayectoria de liberación del problema de las abducciones por dos motivos principales.

El primero es el escaso conocimiento de un problema que pocas personas han sabido afrontar en la manera correcta. Corrado Malanga es a mí parecer uno de los pocos, si no el único. Hay tanta confusión en torno al problema de los aliens, que cualquier que hable de ello es tomado por loco o por mentiroso, en la más optimista de las hipótesis como manipulado o miembro de alguna secta. El problema reside en la dificultad del estudio de este fenómeno, en las patrañas que se cuentan cada día y en la presencia de personas o incluso estructuras estatales y reconocidas que crean solo confusión tras confusión, sin llegar jamás a una verdadera conclusión. Así se hace verdaderamente difícil de hablar sobre aliens, sea que se trate de simples interesados en el tema, sea se mantenga haber tenido experiencias cercana con estos seres.

En el segundo caso, es aún más difícil si no imposible. Después del enorme trabajo de Corrado, he notado con inmenso placer que cada vez más personas tienen el coraje y la fuerza para salir al descubierto y hablar de sus propias experiencias, haciéndose fuertes en la libertad que tanto esfuerzo les ha costado reencontrar. La libertad con la cual se ven capaces de afrontar las burlas, los obstáculos, a veces incluso los insultos.

Admiro a estas personas, cuando hablan de libremente de sus experiencias de abducción, y no se nota una necesidad de ser el centro de atención. Lamentablemente, también se dan casos opuestos. Pero cada vez es más frecuente que alguien hable a rostro descubierto de la propia vivencia dolorosa únicamente para comprobar que estas cosas suceden realmente, aunque nadie lo haya reconocido oficialmente, y para ayudar a quien todavía está buscando en su interior la fuerza para reaccionar y defenderse. Esta es fundamentalmente la primera motivación

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de este largo relato: me gustaría ser un espejo para las abducidas que lo lean para poner mi granito de arena a su total y definitiva liberación. Está todo escrito de una forma anónima porque todavía no he encontrado el coraje y la necesidad de hablar abiertamente y mostrar mi cara y mi nombre en estos hechos. Me doy cuenta que sería lo más correcto, pero todavía no estoy lista para dar este paso, sé que llegará el momento, pero no por ahora.

En segundo lugar, he escrito esto para mí misma. Estaba sintiendo desde hace tiempo la necesidad de poner punto final a todo aquello que viví, sobre todo porque mi camino a la liberación ha sido verdaderamente largo y dilatado en el tiempo. Me siento cansada y quiero escribir la palabra fin para siempre. No encuentro mejor manera que poner en negro sobre blanco estos años oscuros de mi vida, si consigo hacer el bien a mi misma y a otros, entonces habré conseguido mi objetivo totalmente. Un día podré también decir que estas cosas las he vivido yo y poner mi cara a esas noches que pasé luchando, por el momento lo que cuenta son los hechos y no los nombres de las personas.

Es por esto que aparte del nombre de Corrado Malanga, los demás nombres son pseudónimos tomados al azar por obvios motivos de privacidad y también porque según avanzaba en la escritura me he dado cuenta que sin poner los protagonistas, todo se volvía confuso e imposible de leer.

Por comodidad he subdividido en varias secciones las argumentaciones, de modo que si alguien estuviera más interesado en una parte en concreto puedan llegar a ella más fácilmente. En cambio, la última parte es casi un sueño, una metáfora de aquello que fue mi camino con palabras íntimas, sensaciones puras. Sé que desde un punto de vista puramente práctico, quizás no es útil para nadie, pero sentí que debía escribirlo y así lo he hecho.

Y por último, el título: “El cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí” Esta frase es el epitafio de un filósofo muy querido para mí: Immanuel Kant. Sin hacer referencias a su pensamiento, reconduzco simplemente estas palabras a aquello he intentado hacer: Aquello que está fuera, mi “cielo estrellado”, consciente de la “ley moral” que vive dentro de mí, y nadie ni nada me la podrá quitar jamás. Aunque yo, hoy por hoy a esta ley moral la llamo Ánima.

ANTES DE EMPEZAR

Cuando conocí a Corrado, y sus investigaciones no tenía ni idea de cuánto y cuan profundamente iba a cambiar. Para mí las abducciones alienígenas es cosa de los cómics, material para cualquier Steven Spielberg más interesado en extraterrestres que en química orgánica.

No obstante curiosamente, la primera vez que escuché sobre el tema, no lo rechacé de plano porque el primero en hablarme de esto fue mi antiguo novio. Quizás si lo hubiera descubierto yo sola me habría dicho: ¡Qué estupidez! Y ahora no estaría escribiendo sobre estos temas. Quién sabe.

Inmediatamente me di cuenta de que no se trataba de los habituales delirios pseudoreligiosos sobre ángeles de la guarda que nos protegen de allí arriba y mucho menos de las tonterías de la new age sobre los seres de luz buenos, superiores, ubicados en vete a saber qué dimensiones imaginarias. Había algo más, y yo sabía que, a pesar de que tardé un año en aceptarlo, estaba precisamente metida hasta el cuello.

Estaba metida hasta el cuello, y para mí había llegado el momento de elegir si me ahogaba o salía de la ciénaga donde estaba metida sin haberme dado cuenta. Dado que sé nadar, decidí no ahogarme.

Pronto me di cuenta de que algo no andaba bien en mi vida después de caer en una serie de incidentes sobre los cuales nunca me había hecho demasiadas preguntas antes de conocer a Corrado porque tenía miedo.

Tenía 17 años y una fiebre que no quería dejarme desde hacía una semana. Mientras hacía la siesta en la cama, noté que había una presencia, pensé que era mi abuela que había entrado para ver si necesitaba algo, pero cuando me volví no había nadie detrás de mí. Me sorprendí, porque estaba completamente segura de que había alguien, no era la típica sensación de sentirse observada sino algo mucho más fuerte.

Pensé que era la fiebre, pero ni midiéndola tenía ni una sola línea en ese momento. Extraño, muy extraño, pensé y me volví a dormir.

No volví a pensar que algo no anduviese bien en mi vida hasta un año después, mientras volvía a casa de noche con una amiga.

Estábamos solas en el coche y de repente ambas tuvimos la sensación de que alguien más estaba sentado en el asiento posterior. Yo no dije nada hasta que se convirtió en algo insoportable. Aún recuerdo nuestro diálogo, nuestro nerviosismo.

- Si te digo una cosa, ¿me juras que no me tomas por loca?

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- Dime

- Es como si tuviera la sensación de que alguien se hubiera sentado detrás de nosotras.

- ¡No es posible… entonces tú también! ¡Lo he notado antes… creía que me estaba sugestionando! Y ahora… tengo miedo.

El miedo fue en aumento hasta que llegamos a mi casa. Ambas sabíamos que fuera lo que fuera aquello no era nada bueno en absoluto. Pero también en este caso acabamos olvidando el incidente. En realidad aquella tarde, mi amiga había tenido un desengaño amoroso en un momento de fuerte depresión debido a que su madre faltaba desde hacía poco. Yo estaba preocupada porque durante el camino de regreso, ella había parado el coche de improviso en un arcén y había soltado un grito tan fuerte que casi me perfora los tímpanos. No podía conducir yo, porque no tenía aún el carnet. Decididamente, no había sido una velada alegre y despreocupada, por lo cual había catalogado el incidente de un insignificante episodio de sugestión en pareja (que obviamente no existe, me lo inventé para no tener que investigar en ello) y ya no pensé más. Durante dos años si no tres.

Pero ahora era mi novio el que me hablaba de aliens, que realmente estaban secuestrando a personas, no te estoy tomando el pelo, lo hacen porque quieren su Ánima, él tenía gran capacidad de síntesis, así que pensó servirse de esto para contarme todo en un par de horas. Lo normal es que mi primera reacción hubiese sido carcajearme dada mi naturaleza escéptica, en cambio no solo leí de un tirón Aliens o Demonios, sino que además acepté acompañarle a una conferencia de Malanga que, casualmente u oportunamente tuvo lugar poco tiempo después.

La noche de la conferencia, en Junio del 2007, me desperté de repente y por un instante estuve completamente en calma, hasta que no sentí la necesidad de levantarme inmediatamente porque me estaba pasando algo horrible.

No lo olvidaré jamás: salté de la cama con una agilidad que no me pertenece en absoluto y que sólo se ha manifestado en las no pocas noches en las cuales me despertaba y trataba de echar a otro invasor más de mi habitación, de mi cama, de mis sueños violados.

Solté un grito larguísimo, con una voz que no reconocía, tan ronca, tan desesperada… aterrorizada. En medio del terror vi una sombra negra que se acercaba a la ventana y me pareció que la traspasaba o que traspasaba el muro de al lado, hecho bastante curioso ya que estaba oscuro.

O en pocos segundos había desarrollado una potencia vocal de un tenor unida a la capacidad de ver en la oscuridad como los felinos, o había alguna cosa que no marchaba.

Lo que hizo el incidente aún más extraño fue que mi novio y yo gritamos al mismo tiempo. No estaba gritando porque le asustase, o porque yo lo había hecho ni viceversa, simplemente gritó al mismo tiempo.

Inmediatamente encendí la luz con el dolor que sentía en la pierna, ya que del salto me había dado contra la puerta y me salía sangre, nos miramos asustados pero allí no había nadie más a parte de nosotros.

Intentamos comprender qué había sucedido sin llegar a ninguna conclusión, salvo que él también había visto desaparecer la sombra negra en el mismo punto que yo.

Por otra parte, sostenía que le había pegado una patada a algo en la oscuridad, de hecho cuando encendí la luz estaba todavía en la cama gritando y pataleando. Después de un rato conseguimos calmarnos y nos volvimos a dormir, como si no hubiera pasado nada. A pesar de la conferencia de pocas hora atrás, a pesar de la sombra negra, a pesar de la voz dentro de mí que me decía debes hacer algo o un día te pasará por encima con un tractor y no te vas a dar ni cuenta.

Pero cuando uno no quiere ver, no hay nada que hacer.

La sombra podría haber sido una impresión, omitiendo el hecho extraño que ambos la habíamos visto en el mismo punto y el grito solo un sueño, como dos chiquillos.

Es increíble la cantidad de explicaciones racionales que se pueden encontrar cuando uno no quiere ver que hay cosas que escapan a nuestro sentido de la realidad, las innumerables escusas en las cuales los abducidos que no son conscientes enmascaran la propia realidad por construir complicados castillos de arena y convencerse de que todo está en su sitio, que nada es verdad y si lo es con no mirar basta.

En cuanto a mí, llevaba en la ilusión cerca de un año, pero después de aquella noche, empecé a hacer SIMBAD. Parecía todo como tenía que ser, a pesar de que siempre pasaban cosas extrañas mientras trataba de comunicarme con mi Ánima, mi Mente y mi Espíritu. Tenía un cabeza dura, durísima.

Lo que más recuerdo de aquel período, fue el descubrimiento de Ánima a través del SIMBAD. Encontrarse cara a cara contigo mismo parece casi como un juego al inicio, un teatrillo banal con tres personajes que parlotean entre ellos. Mientras el SIMBAD es mucho, mucho más. Sin esto no me hubiera liberado jamás.

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Cuando escuché y sentí por primera vez a Ánima me sentí inmediatamente ella. Gruñóna, dura, poco inclinada a transigir, incorruptible en cuanto a las injusticias. Pero también dulce cuando menos me lo esperaba, capaz de maravillarse con las cosas inesperadas, como una chiquilla simplemente feliz de estar viva. Así era mi Ánima la primera vez que la vi en el SIMBAD, vivía en mi pecho como un fuego en medio de la nieve.

El Espíritu era una figurita insignificante, no decía nunca nada importante e intentaba ponerse de acuerdo con Ánima y con Mente, que lloraba por cada nimiedad mientras Ánima la insultaba. Normalmente esta tentativa diplomática de su parte duraba un par de minutos, después de esto mostraba la bandera blanca y se desinteresaba plácidamente.

Decididamente, no era una buena situación la mía. Aquel fue mi punto de partida, un punto muerto.

Tiempo después, mandé mi TAV a Corrado y resultó negativo. Solté un suspiro de alivio, no sabía que había un margen de error en el TAV, un pequeño porcentaje que inconscientemente no responde correctamente a las preguntas, falsificándose así el resultado real. Si ya mis ojos entrecerrados encontraban dificultad para abrirse y ver a los parásitos que había dentro de mí, era una oportunidad única para acabar de cerrármelos para siempre. Era que no quería estar ahí.

Una noche, después de haber hablado largo y tendido con un abducido, me sentí extraña, estaba inquieta y tenía un fuerte dolor de cabeza, además de una sensación de agotamiento que no podía explicarme.

A la mañana siguiente me desperté y vi que tenía un capilar roto en mi ojo izquierdo, una cosa sin importancia que ya me había pasado en otras ocasiones. No era motivo para preocuparse ni de preocuparse del resto de cosas: El sol salía cada mañana y yo no había sido abducida en la vida, así continuaba con mi vida normal. Pero la inquietud se había afianzado en mí aquella noche y no me la quitaba de encima.

Seguí así unos días hasta que me encontré con mi novio y le conté como me sentía. Él se ofreció a ayudarme a hacer un SIMBAD y descubrí que había algo que realmente no iba bien. Vi a Espíritu apoyado en una de las paredes de la habitación y se cubría los ojos con una mano. Cuando le pregunté qué le pasaba me respondió que había cometido un gran error, seguí indagando hasta que vi una especie de cabeza luminosa y comprendí inmediatamente que era un Lux. No me lo pensé dos veces, le perseguí con gran esfuerzo porque era la primera vez que me encontraba en esta situación. Fue una especie de autoexorcismo porque no estaba viendo a Ánima ni la habitación del SIMBAD, pero estaba decidida a echar fuera a aquel bastardo y al final fui capaz de ello. Cuando, con los ojos cerrados, me aparecía la imagen de una cruz hecha de luces con una especie de cabeza estilizada delante que se alejaba rápidamente, entendí que lo había cazado. Cualquiera podría decir que estoy loca, que alucino, pero curiosamente, asocié mentalmente la imagen de la cruz a un fantasma luminoso, y en aquella época no sabía todavía que este tipo de parásito estuviera relacionado con la religiosidad y que se aparece más o menos de la misma forma a todos los abducidos. Por lo tanto o yo sufría de una enfermedad conocida sufrida también por centenares de personas, o Malanga se había visto en la misma situación, igual que yo.

Pero ni siquiera esto fue suficiente para que yo entendiera la envergadura del problema y hasta qué punto estaba sometida.

Quizás, en el desesperado intento de entender algo o quizás aquel momento fue el detonante, pero un par de veces me pasó que caí en una especie de trance en el que yo hablaba con una voz bajísima y débil, del mismo modo como la parte anímica de las hipnosis de los abducidos, siempre en presencia de mi novio que me hacía preguntas y me incitaba a hablar. Mi Ánima obviamente tenía necesidad de comunicarle a alguien que era ella realmente, que era yo, dado que a un nivel consciente ni yo misma podía comprenderlo. No lo hacía a posta de esto estoy segura, de hecho esto fue lo primero que me pregunté a mi misma. Me pregunté obviamente si no era una rara loca y paranoica que quería llamar la atención balbuceando sobre cómo era el Universo y sobre “vidas pasadas”, pero la verdad es que yo no tenía realmente control sobre todo aquello. Cuando sucedía sentía solo que debía tumbarme y sentía un extraño sueño, pero no hasta el punto de dormirme. Pero sobre todo, descubrí que eran las mismas cosas que decían las partes anímicas de la hipnosis de Corrado, de las que había escuchado escasos 5 minutos y sólo cuando salía fuera la personalidad del alien, no la del Ánima.

Aquel verano sentí que debía aislarme del mundo, quería irme lo más lejos posible pero sobre todo sentir un poco de silencio, ver la menor cantidad de gente posible, convencida de que así podría entender un poco mejor aquello que me estaba sucediendo. Por otra parte algo nuevo había estado apareciendo en mis sueños. Durante la noche me sucedía a menudo que soñaba con un niño que vivió en los primeros años del siglo XX, un niño autista que rehusaba de hablar y se comunicaba con dibujos hechos normalmente en las paredes de su habitación. Dibujaba serpientes, altos hombres de cabellos claros, escenarios de fantasía, con un talento increíble. Al principio pensé que eran solo sueños.

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Decidida a aislarme lo máximo posible, pasé más de un mes con mi ex novio en un pueblecito perdido en la montaña, donde él iba de pequeño a pasar las vacaciones. Era una vida muy diferente la que estaba acostumbrada en la ciudad. A parte de corriente eléctrica, no teníamos nada más.

La serenidad que caracterizó aquel mes, el cual considero aún como uno de los más bellos de mi vida, me había convencido que para ser feliz bastaba realmente poco y sobre todo, que no existe una necesidad real de tener todas esas cosas que damos por imprescindibles para poder vivir bien. Fue en aquella paz que comencé a entender realmente algo sobre mí misma, a pesar de que los únicos entretenimientos eran la lectura, alguna partida a las cartas y las caminatas en los bosques silenciosos.

Los dibujos del niño francés se multiplicaban. En momentos de distracción dibujaba mujeres con ojos de gato y pelo rojo, un niño dentro de un cilindro, escribía páginas enteras de diario en un perfecto francés. El niño estaba hablando a través de mí, o mejor dicho mi parte anímica había establecido evidentemente una conexión preferente entre mí y aquel contenedor, que creo que era el mío antes del actual. Creo que no hay nada de especial en todo eso: en aquella época lo encontré extraño, pero hoy lo encuentro normal. Mi Ánima estaba simplemente intentando decirme algo. Después de unos cuantos dibujos, páginas escritas en el diario y par de episodios de trances, pude llegar a reconstruir la historia de aquel niño.

Nació en los primeros años del siglo XX en una familia francesa pudiente y se llamaba Michel. Cuando tenía cerca de 8 años, había entendido que esos señores que venían a llevárselo de noche y que él llamaba “mamá y papá de las estrellas” no eran buenos como él creía. Desde aquellas experiencias se tornó casi autista: no hablaba nunca, solo dibujaba y constantemente estaba bajo cuidados. Le creían loco. El encuentro con una doctora joven, quizás una de las primeras mujeres que había accedido a la profesión médica, le cambió la vida. Ella le creyó y poco a poco fue capaz de rescatarlo de su estado de aislamiento y volvió a hablar. Aún muy joven, sobre los 20 años, consiguió liberarse, quizás de una forma natural y con la ayuda de la doctora que intentaba todavía entender qué cosas le había sucedido realmente.

Esto fue lo que pude reconstruir de mi viejo contenedor o de mi vida precedente, como queramos llamarlo. El problema era que continuaba estando completamente convencida de ser libre, el hecho de que el chico francés consiguiese liberarse, era para mí una garantía. En realidad esto era fruto de mala interpretación de los datos, pero sobre todo era fruto de la mano de varios parásitos, y es que ya estaba cerca de la verdad y su única posibilidad era confundirme las ideas.

Obviamente mi mente pragmática no quería estar en medio de todo este juego. Mientras más avanzaba más me sentía atraída por una verdad que presentía, pero que al mismo tiempo me parecía tan surrealista que me hacía preguntarme si no estaría soñando, si no sería una extraña paranoica que para huir de los problemas cotidianos se refugiaba en extrañas visiones de alienígenas mezcladas con vidas pasadas. Había leído en el libro de Corrado: síndrome de la falsa abducción. En este caso, ingenuamente, habría sido un síndrome de la falsa abducción concluida.

Lamentablemente, ninguna de esas hipótesis correspondía a mi caso. Pero tantas eran las ganas de huir de la amarga realidad que mi mente era capaz de los giros más complejos, de los cuales hasta el día de hoy me asombro. Cómo diablos había sido capaz de ignorar todas las señales durante tanto tiempo es para mí aún un misterio.

Cuando volví a casa había algo que había cambiado drásticamente en mi vida y sabía que ya no volvería nunca atrás, ni aunque lo quisiera. Se había roto una cuerda sutil que tenía atados a tantos ladrillos juntos, apoyados unos sobre los otros precariamente para construir mi pequeño refugio de mentiras en el cual me había escondido por 22 años de mi vida. Ahora, los ladrillos se derrumbaban uno a uno lentamente, sin ruido y sin freno. Aún necesitarían de otros 11 meses para caer definitivamente.

Hacia finales de Septiembre, hablé por primera vez con Corrado Malanga durante una conferencia, pero era tan tímida y tan avergonzada que no fui capaz de contarle absolutamente nada hasta un mes después cuando nos reencontramos en Pisa. Procurando tener a raya mi nerviosismo, le conté sobre mi SIMBAD, sobre el niño, le hice leer mis cuadernos escritos en francés. Al final del encuentro estaba cansada y avergonzada, me sentía muy estúpida y esperaba el momento en el que Corrado me mandara a un psicólogo o a unas buenas vacaciones en algún lugar exótico.

En cambio, no dijo nada de todo eso. Escuchó con mucha seriedad todo mi relato, se mostró muy interesado en el punto del muchacho francés y no dio ni por un momento señal de no creer en mis palabras. Concluí que aquel señor tan simpático y un poco paternal o bien me creía de verdad o bien era un actor del Oscar. Al final me dijo que debía de estar tranquila, que no estaba loca, muy al contrario, estaba ya dilucidando cosas que me iban a ayudar a estar mejor.

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No es que tuviera grandes problemas realmente, aparentemente no me encontraba en la situación de ninguno de aquellos relatos terribles de la vida de los abducidos, con daños irremediables en ellos y en las personas de su círculo debido a la intervención de los alienígenas. No tuve una infancia fácil, es verdad, pero en conjunto me había ido bien. No entendía que mi visión de las cosas era debida a mis ganas de vivir y sobre todo a mi voluntad más que a la verdad de los hechos.

El hecho de que ni Corrado pensase en un principio de que estaba siendo abducida, me dio motivos para sentirme segura. La verdad era que los parásitos estaban tan bien escondidos y actuaban de un modo tan sutil que nos engañaban a todos. Además, yo no contaba mucho sobre mí misma en los mails en los mails que mandaba al principio al profesor, dada mi naturaleza reservada y porque sabía que estaba tan ocupado con los abducidos que no podría perder el tiempo con una muchacha que no tenía estos problemas.

Quería ayudar a los demás en ese momento, aunque Corrado me había explicado que era inútil, ya que debían de ser los abducidos los que buscaran la ayuda de forma voluntaria y no al contrario. Mi testarudez no conocía límites, por eso hacía lo que me parecía. Comprendí poco a poco y por mi cuenta, que era un esfuerzo inútil, además no estaba en situación de ayudar a nadie porque yo misma estaba en esa situación. El hecho de no ser consciente no jugaba a mi favor.

En aquellos meses puedo decir que estuve trabajando minuciosamente en destruir mi autoestima y el respeto por mí misma. Cometí error tras error con la precisión de un reloj suizo y no había apenas resuelto un pequeño problema que se me presentaba (y lo creaba) uno más grande y no entendía absolutamente nada. Mi novio se estaba alejando de mí, teníamos cada vez menos cosas de las que hablar y peleábamos constantemente. Por otra parte parecía que le molestaba el hecho de que me hablase con Corrado y que quisiera volver a encontrarle para que oyera las grabaciones de mis regresiones espontáneas. Era extraño. Primero me había animado a investigar y ahora me daba la espalda. En aquel tiempo estaba completamente bajo su influencia, se me presentaba como una especie de gurú espiritual y yo rompía a llorar a penas pasara algo que nos llevara a pelear. No lo hacía a posta, simplemente éramos dos abducidos que se hacían la vida imposible el uno al otro, como todos. Por otra parte yo había iniciado una historia clandestina, la peor que pude haber elegido, con otro hombre mucho más mayor que yo, y por último aunque no menos importante había conocido al que tiempo después se convertiría en mi novio. Todo eso obviamente, no hacía más que alimentar un sentimiento de culpa latente. Actuaba sin una voluntad real, hacía las cosas porque así se presentaban, sin preguntarme el por qué. Por otra parte, mi novio de aquel entonces me quería convencer de dejar los estudios de actriz, cambiar mi vida y que me fuera con él a no sé qué sitio perdido a hacer no sé qué cosa, lejos de esta sociedad de mierda, decía él. Pero sobre todo lejos de mi vida y de mis sueños.

Obviamente algo dentro de mí se oponía ferozmente, pero estaba muy influenciada por el Lux y por la dudas y me acusaba de no ser lo bastante valiente para abandonar todo por amor y estaba dispuesta a pedir perdón por cosas que no estaban bajo el control de nadie. Cuando nos peleábamos, cuando quería ir a ver un espectáculo y tenía que luchar por ello, cuando quería mandar un mail a Corrado o escribir en el viejo fórum de Sentistoria, al final me sentía siempre culpable, me echaba a llorar y pedía perdón con la cabeza baja. En toda mi vida no me había sentido así de frágil, vulnerable y perdida. Poco a poco me di cuenta que había algo que no iba bien, no podía seguir escondiéndome detrás de las secuelas de una abducción que ya había terminado. Si realmente era una ex abducida, ¿por qué seguía teniendo constantemente problemas? ¿Por qué todo me hacía sufrir y sobre todo no conseguía desvincularme de ciertos temas? Nunca antes me había interesado por los aliens. No tenía sentido interesarme ahora, pero tampoco podía evitarlo. El tiempo pasaba, y mis mail a Corrado eran cada vez más angustiados, con sueños perturbados.

Una noche incluso me desperté de golpe, completamente paralizada. Había algo que había saltado a mi cama y me estaba sujetando los pies, con un enorme esfuerzo conseguí moverme. Ya no pude dormir durante varias horas preguntándome… ¿por qué?, ¿por qué me sucede ahora todo esto? Hacía el SIMBAD y Ánima me hablaba siempre con una voz que nada tenía que ver con la su (mi) voz inicial. Se había convertido en una voz sensiblera, suave, demasiado sumisa para mi gusto. Algo no iba bien en aquella entidad empalagosa y quejica. No era un Ánima, era más bien una gata moribunda.

La gata moribunda comenzó a hacerme oír su voz también durante el día, muy a menudo, una voz en mi cabeza que yo atribuí durante mucho tiempo a mi Ánima.

Si empiezas a investigar y de verdad quieres saber en qué situación estás, no existe Lux, Gruñón (parásito alien N. del T.), ni nadie que te lo pueda impedir. Pueden engañarte por un corto tiempo, pero si de verdad estás investigando la verdad, antes o después las piezas del puzle empiezan a encajar unas con otras. Es exactamente esto lo que sucede, en mi caso fue el curso de los acontecimientos lo que me hizo verlo.

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En realidad estaba todo estudiado, todo organizado meticulosamente para que yo me sintiese todavía más aislada de lo que ya me sentía. Porque aquella historia que comenzó como un juego, se volvió incómoda para mí. De golpe me sentía tremendamente culpable hacia mi novio, al cual mentía con una facilidad que ciertamente no me pertenecía. El mes de Mayo fue el más duro. Se me desplomó en un momento todo a mi alrededor, no sabía cómo afrontar la situación, me sentía como una cretina facilona.

Descubrí la presencia de un Gruñón después de un mes de sufrimiento físico con tendencia a la anorexia durante el SIMBAD. Luego fue el turno del Lux. Cuando por fin apareció en mi MAA un reptil durante el enésimo SIMBAD, estaba claro que no había hecho otra cosa que mentirme a mí misma durante todo aquel tiempo. Era Agosto y estaba a punto de irme a París por una semana, mi ciudad preferida, pero no era capaz de dejar de llorar. Llamé a Corrado llorando, insultándome continuamente, sintiéndome derrotada y desilusionada conmigo misma. Él dejó que llorara mis inseguridades, después me dijo que el hecho de haber descolgado el teléfono para llamar ya era un síntoma de valentía. Me dijo que aprovechara aquellos días de reposo para reflexionar y calmarme, que ahora que lo había descubierto ya estaba hecho el paso más difícil, el más duro y ahora todo el camino era ya cuesta abajo. Pobre Corrado. Él se había dado cuenta hacía tiempo de mi situación real, pero no me había dicho nunca nada porque sabía bien que tenía que llegar yo sola a ese punto. Además debía de tranquilizarme, porque estaba a punto de viajar, sabiendo que en aquella situación un viaje a París era realmente la última cosa que necesitaba. París es una ciudad muy activa en el campo de las abducciones, y muchos de mis recuerdos de las abducciones eran en territorio francés. Pero obviamente no podía decirme, bueno niña, mañana partirás y ellos serán los que vayan a recogerte con los brazos abiertos. Nunca me hubiera subido al avión.

Comprender que se es un abducido/a es efectivamente el paso más difícil, el primero y más importante que una persona en esta situación debe tener la fuerza de realizar. Sólo un abducido puede entender qué se siente: Se siente inmediatamente solo, perdido y estúpido, ¡tan estúpido! La palabra correcta es burlado, ridiculizado por uno mismo. Y después la vergüenza… la vergüenza de ser un abducido… es una mezcla de sentimientos autodestructivos que en principio te derrota. Es por esto, creo, que si se dice a un abducido sin conocimiento de ello que está en riesgo, reacciona con rabia y se pone inmediatamente a la defensiva. En realidad sabe muy bien cuál es su situación, pero admitirlo en voz alta significa admitir que su libre albedrío va a servir de cobaya a una horda de criaturas que de humano no tienen nada. Es algo muy difícil de admitir, por ello existen personas que no lo admiten nunca realmente y prefieren vivir en la ilusión. Al principio uno se siente mal, pero después el dolor pasa y en este punto hay dos caminos que se pueden tomar: se puede escoger quedarse en esta situación o iniciar la lucha. Ninguno te pedirá explicaciones ni te podrá criticar, porque para el resto los aliens no existen. Más difícil es decir basta, yo retomo mi vida, incluso a costa de arrancar de mi vida todo aquello que fue importante para mí. Por absurdo que pueda parecer a los ojos de aquellos que son libres y que no han pasado por esta fase, es mucho más difícil en un primer momento el renunciar a ellos porque en cierto sentido los notamos como parte de nosotros porque nunca hemos vivido sin ellos. Hoy que puedo mirarme al espejo sin sombras, puedo decir que el camino más difícil es el más correcto.

Pero entonces era todo otra historia. Me daba vergüenza llamar a Corrado y que notara que estaba triste, pedirle ayuda, porque quería hacer todo por mí misma. Por una parte porque soy así por naturaleza y también porque siempre había criticado a los abducidos tomándolos por cobardes e incitándoles a liberarse, en otras palabras, había predicado sin el ejemplo. Y por último, lo admito, era muy orgullosa, un defecto sobre el que aún hoy sigo trabajando. La primera lección sobre el orgullo me la dio el propio Corrado. Le dije cómo me sentía de tonta por llorar por un hombre que apenas conocía y que podía ser mi padre y que no debería de haberle pedido ayuda, que debería de habérmelas arreglado sola. Él me respondió que lo que estaba diciendo no tenía sentido alguno, que es más normal necesitar a otros, y que quizás algún día, sería él el que necesitara de mi ayuda. No lo había considerado nunca desde ese punto de vista. Me tragué los sollozos y me dispuse a luchar.

Aún estoy esperando que me pida ayuda, si hubiera algo en lo que yo le pudiera servir, estaré allí para lo que sea, porque en aquel primer paso si no hubiese sido por la paciencia de esta persona a la que muchos tachan de charlatán, yo estaría todavía poniéndole velas a San Lux. Y no es muy agradable.

GRUÑÓN, EL PRIMER OBSTACULO (Ringhio=Gruñon alien denominado así por la forma que tiene de expresarse a través de los abducidos en hipnosis o simulacuiones mentales N.d.T)

Como ya he dicho antes, Gruñón fue el primer intruso en manifestarse. Entonces no había entendido hasta qué punto estaba dentro, y continuaba sin entenderlo porque en el fondo, Gruñón y Lux son parásitos que a menudo y

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de buena gana, se pegan a las personas no abducidas. En teoría, podría ser ese mi caso. Todo pasó muy rápidamente y no tuve tiempo de racionalizar las cosas: de un día al otro caí en un estado de depresión sin precedentes. Ni tan siquiera cuando perdí a mi abuela, una persona importantísima en mi vida con la cual tenía una profunda relación, o cuando tuve que afrontar yo sola la lenta separación de mis padres, ya que soy hija única, ni nunca antes ni nunca después he estado así. Mi crisis de llanto cuando me habían impedido despedir a mi abuela antes de cerrar su ataúd fue terrible. Estuve gritando toda la tarde entera. Mi presunta fuga de casa cuando en realidad me había escondido dentro del armario diciendo que quería desparecer, cuando mi padre faltó a un encuentro conmigo. Nunca sentí antes aquel sentimiento de derrota total ni juntándolo a todos.

Aquella noche estaba con mi “amante” clandestino. Si lo pienso hoy, me da la risa, pero por entonces no tenía nada de gracioso. Mientras estaba con él, recuerdo el instante exacto en que algo se rompió irremediablemente: estábamos abrazados y yo sentí un dolor lacerante en el plexo solar, y unas ganas repentinas de llorar y gritar. Escapé a mi casa a toda prisa sin poder entender nada y todavía hoy no sé si aquel episodio significó realmente algo, pero al siguiente día todo cambió. Por una parte me sentía tremendamente cansada y débil, por la mañana conseguí a duras penas levantarme de la cama. Miraba alrededor como si no viese nada, conseguía esconder mi dolor con una extraña frialdad y me negaba a comer, cosa extraña, ya que siempre he tenido una relación bastante equilibrada con los alimentos. En poco tiempo perdí bastantes kilos, hasta el punto que mirándome en el espejo, podía contarme las costillas y los pantalones me estaban al menos dos tallas grande. No podía dormir. Daba vueltas y más vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño, pedí a mi Ánima que me hiciese dormir y miraba el techo mientras las lágrimas involuntarias me salían silenciosas de los ojos. En este estado estuve cerca de un mes acercándome cada vez más a la anorexia. La sola visión de la comida me provocaba el vómito, y no era capaz de tragar ni un grano de arroz, hasta que no me acordé de mi prima mayor, una chica bellísima obsesionada con su peso desde la adolescencia, iba de un psicólogo a otro sin que ninguno pudiera rescatarla de la bulimia. Decidí que no quería acabar así y me obligué a comer y conseguí salir poco a poco. En este caso mi testarudez me fue muy útil, y por otra parte comprendí como se debían sentir las personas que rechazaban la comida y me di cuenta de que cuanto menos comía, menos apetito tenía y viceversa. Una vez resuelto este problema, recuperé un poco de fuerzas y más o menos conseguía levantarme de la cama por la mañana, así hice un SIMBAD para comprender qué diablos estaba haciendo esto. Allí encontré a Gruñón en toda su maldad.

No le di caza inmediatamente porque tenía miedo y Ánima parecía no conseguir capturarlo, se le escapaba de las manos como una gelatina negra y viscosa. Poco después, creo que pasaron un par de días, mientras estaba estirada en la cama decidí que quería ver al Gruñón (Ringhio), no como aparecía en las abducciones con su cuerpo ficticio, sino como era realmente. Fue una experiencia realmente terrorífica, que duró pocos instantes, pero por poco no me vuelvo loca. Me acordé poco después que él provenía de otra dimensión y tratando de comprender la esencia, me sentí transportada a un lugar oscuro y oprimente, donde todo era plano, como en los dibujos animados y reinaba un hedor de cadáver en descomposición. En el más absoluto de los ascos, se materializó un ser que no pude definir, una especie de monstruo con la boca babosa, todo negro y brillante, no sé cómo conseguí no vomitar. Después algo “volvió” a mí y volví a encontrarme en la habitación del SIMBAD con esta sombra negra que vagaba, hasta que mi parte anímica evidentemente harta decidió que era hora de acabar con aquel teatrillo y mandó a Gruñón al otro mundo. En aquel momento yo no entendí lo que había pasado, pensé que todo fue fruto de mi imaginación, pero debí de creerme cuando empecé a estar mejor. Otra cosa que me sucedía bajo el efecto de Gruñón (Ringhio) era escuchar extraños sonidos en el abdomen, que iban de arriba abajo, como si algo estuviera caminando en mi interior. Es absurdo y me doy cuenta de ello, pero estoy hablando de los hechos, y después de aquel SIMBAD instantáneo, los problemas que tenía desaparecieron. Le conté todo a Corrado que no mostró ni la más mínima sorpresa, y me confirmó que a menudo la parte anímica eliminaba en pocos segundos las molestias de turno cuando había tomado consciencia. Eliminar a Gruñon (Ringhio) fue ciertamente un gran paso, y la confirmación de su eliminación me llegó a través de las anclas y los recuerdos de los secuestros sucesivos donde en ninguna parte aparecía él. Me había hecho un favor a mí misma, pero lamentablemente el Lux que por fin se encontraba sin el coinquilino incómodo, se montó una fiesta por todo lo alto. Él fue el segundo obstáculo que encontré y tuve que eliminarlo otras dos veces para liberarme definitivamente. La segunda vez que me liberé, después del episodio de exorcismo casero que realicé el verano anterior, fue sólo un intento. La última y definitiva, tuvo lugar varios meses más tarde y tras un doloroso trabajo personal.

EL LUX Y EL SENTIMIENTO DE CULPA

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La primera cosa que puedo decir de este ser es que es tremendamente inestable, no encuentro otra palabra mejor para definirlo. Ahora que ya ha pasado tanto tiempo desde que me lo quité de encima, sus métodos me parecen clarísimos y repetitivos (esta última es una característica común en todos los aliens) y no me da ningún miedo, dada su banalidad. Pero por aquel entonces era otra historia. En primer lugar y a un nivel general, me doy cuenta de cómo toda la cultura de hoy en día, los modos de hacer las cosas, de concebir la vida y las relaciones humanas están profundamente influenciados por este ser, hasta el punto de que quien es libre parece un monstruo insensible a los ojos de la mayor parte de la gente. Cuando me di cuenta de estar por tercera vez parasitada por el Lux, me sentí la persona más idiota del mundo.

Estaba sumergida en un abismo: si por tercera vez esta cosa había conseguido volver a entrar, entonces significaba que estaba condenada a soportarlo de por vida. El hecho de que Corrado, entre líneas volviera a decirme que había vuelto a entrar porque yo lo había querido, no me ayudó en absoluto. Me sentí aún peor. Sin embargo, además de decirme esto, me dijo también que yo no era culpable de nada y que ahora, sin prisas, debía comenzar a buscar las razones de porqué esto estaba sucediendo. De nuevo el mismo error, como los niños pequeños que comienzan a dormir sin pañales y por la noche mojan la cama, a pesar de que prometen no volver a hacerlo.

Humillada y sucia. Así siguió la situación por un tiempo, y mis vacaciones en París me dieron el golpe de gracia. El primer día, de repente sentí un deseo irrefrenable de salir a hacer unas fotografías yo sola. Así sin pensarlo ni un momento pasé más de media hora haciendo fotos, especialmente a una ventana que daba a la acera tipo semisótano. La fotografié tres o cuatro veces, algo completamente sin sentido. Después volví a casa y me tuve que sentar, porque no me tenía en pie. Hablando con mi primo que estaba allí conmigo, no podía entender bien el significado de sus palabras, me parecía que los sonidos no estaban sincronizados con el movimiento de sus labios, tenía frío y calor al mismo tiempo y me dolía la cabeza. Respondí a las preguntas y participaba en las conversaciones como si nada hubiera pasado, pero me sentía en otra parte. Por la noche tuve un sueño extraño, que me llevó de nuevo a misma calle del día anterior, sobre el mismo puente que había atravesado, pero añadiendo una gran bola luminosa que se alejaba del río a gran velocidad. No se necesitaba ser un genio para entender que me habían tomado de nuevo y que mi inconsciente estaba intentando hacerme recordar todo.

Probé con las anclas, pero no lo conseguí, estaba todavía demasiado asustada. Conseguí ponerme en contacto con Corrado que amablemente siempre responde a mis mails, aunque fuese agosto y no mostró ninguna sorpresa cuando le dije que apenas llegué a las orillas de Sena me habían dado la bienvenida. Parecía como si lo esperase. Pasé las vacaciones más desagradables de mi vida, volví más enfadada que nunca y decidida a concluir de una vez con esta historia. No solamente el viaje a la ciudad que más amo en el mundo se arruinó por una abducción y otros problemas de “convivencia” con las otras personas que estaba en la casa conmigo (todos familiares míos) es que ni siquiera tuve tranquilidad para poder hacer las investigaciones que quería. De hecho había ido con la intención de hacer investigaciones sobre la existencia de aquel niño francés, yendo a bibliotecas e intentando recuperar viejos archivos. Conocía bastante bien el francés, con un poco de suerte podría encontrar algo. En cambio todo esto se quedó en humo.

Estaba en plena desesperación, pero algo positivo había ocurrido: no había sido capaz de evitar un secuestro, pero al menos lo recordaba parcialmente. Así que empecé a tomar en serio las anclas apenas llegué a mi casa. Después de los intentos fallidos logré recordar el secuestro en París y puedo decir que no le deseo a nadie algo así. Todo lo que podían hacerme en 45 minutos me lo habían hecho. Extracciones, gastroscopia, estaba conectada a una máquina para hacer una especie de lavado de sangre, hoy estoy segura de que éstos son los verdaderos psicópatas del universo, no los seres humanos encerrados en los psiquiátricos.

En el lugar subterráneo al cual dos militares me habían llevado había una cantidad de animales como para dar envidia al mejor de los circos, además había militares de varias razas y ayudantes menores, como los cabeza de corazón que sólo vi en aquella ocasión. Un burdel espectacular. La corrupción de la situación requiere de un lenguaje adecuado.

Lo más “divertido” fue descubrir que la ventana que estuve fotografiando fue el lugar desde el que surgieron los militares, según llegué a recordar. Aquellas fotografías, por más raro que parezca no las pude llegar a ver, porque los archivos estaban dañados misteriosamente y nunca nadie ha sido capaz de abrirlos.

Finalmente fui capaz de recordar algo, finalmente me había desbloqueado a pesar de que durante las anclas sintiese fuertes interferencias por parte del Lux que intentaba asustarme con diversas amenazas de las que ahora ya no recuerdo la naturaleza exacta. Lo que más me asustó fue lo que ocurrió poco después.

Corrado me había explicado que a todos los abducidos, quien más y quien menos, les sucedía una cosa que él asociaba con el síndrome de Estocolmo de las personas secuestradas. La persona ve en su raptor una especie de

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salvador porque sin él no se puede sobrevivir durante el encierro, incluso una vez libre, no quieren desprenderse de él. Esto sucede también a los abducidos con los distintos parásitos o con su MAA.

A mí me parecía una cosa contra natura, no era posible que yo me odiase tanto que no quisiera separarme de mi torturador principal. La respuesta llegó clara y fuerte durante un SIMBAD. Mientras le insistía a mi Ánima, preguntando por qué, por qué no lo eliminaba, por qué tenía yo que sufrir, mientras el Espíritu y la Mente habían estallado en sollozos. Yo había comenzado a llorar y tras las lágrimas repetía que ellos habían estado siempre conmigo, desde que nací, ellos eran yo, no podía echarles eran una parte demasiado grande de mí.

Entonces era así, como de guión. Me parecía estar leyendo una caricatura mía cuando tomaba en la mano los textos de Corrado. Quién sabe, quizás por esto mismo los otros abducidos a veces reaccionan mal al leerlos.

Una vez descubierto que la rabia y el rencor hacia mí misma aumentaban desmesuradamente, era inútil, no conseguía aún volver esa rabia contra los que hubiera debido y no contra mí misma. Cuando se está fuertemente influenciado por un Lux, he notado que se dan dos actitudes predominantes, que pueden empeorar cuando uno está a punto de liberarse porque el parásito ejerce aún más presión en el intento de permanecer. El Lux hace sentirse tremendamente víctima o puede desencadenar delirios de grandeza, en estos estados la autoafirmación que viene a través del consenso de otras personas es indispensable para el propio equilibrio, porque en realidad uno se asquea de sí mismo. Dado que siempre me he negado a hacerme la víctima, comencé a tender hacia la segunda actitud, aunque también me situaba lejos de mi verdadera identidad, por lo que no podía mirarme al espejo sin sentirme extraña. Por otra parte empecé a ver aliens por todas partes, en cualquier pequeña cosa que se torcía durante mi día, sin darme cuenta que también ésta era una forma de victimismo, aunque más sutil. Una vez recuerdo que llamé a Corrado presa del pánico por una banalidad absurda que me había pasado en el trabajo, pero que me pareció enorme, él me habló del sometimiento del Lux.

Usó esta misma palabra, el sometimiento. Era realmente humillante si se piensa en el significado profundo de esta palabra. Él no intentaba ofenderme y yo no me sentí ofendida por su parte, pero sí, de nuevo, por mí misma. Sobre alguien debía de recaer esta culpa, alguna culpa debía de haber, y no pudiendo atribuirla a nadie, volvió a recaer en parte sobre mí y en parte sobre los alienígenas malvados que querían someterme.

Solo mucho tiempo después comprendí la verdadera naturaleza de ese sentimiento de culpa, que en realidad ni existe, hoy que soy libre, mantengo que como mucho existe responsabilidad, pero no culpa.

Dado que ver alienígenas por todas partes sin mantener ni un mínimo de racionalidad, incluso cayendo en lo absurdo según mi opinión es la mejor manera de volverse loco, mis mails a Corrado estaban cada vez más vacíos de contenido real y más desbordantes de elucubraciones mentales sin sentido. Una vez él no me respondió, y ya que normalmente lo hacía, le llamé y fue la primera vez que se mostró bastante frío.

No me trató mal, pero durante la llamada no paraba de repetirme que el milagro no lo podía hacer por mí, y cosas por el estilo. Escuché claramente una intolerancia de fondo y me sorprendí y debo decir que fui lo suficientemente inteligente para no comenzar a llorar, en su lugar comencé a hacerme preguntas y a buscar respuestas. Cuando volví a leer el mail que no obtuvo respuesta, todo me encajó: había escrito un alud de payasadas. No había respuesta posible a ese mail, simplemente porque era un discurso vacío de sentido y que no llevaba a ninguna conclusión. Estaba perdiendo el tiempo y me estaba fijando en cosas inútiles, haciendo realmente un gran favor al Lux que seguramente se dedicaba mucho a alentar, si no a provocarme este comportamiento. Así que me metí en la cabeza de parar ya con estas elucubraciones, no tener prisa por hacerlo todo e inmediatamente, porque evidentemente no era el momento y continuar seriamente con SIMBAD y las anclas que me serían de más ayuda para madurar la conciencia para cazar a los parásitos que los giros de palabras sin sentido. Y todo esto, por absurdo que parezca, lo comprendí a partir de un mail al cual Corrado ni había respondido.

Nunca supe si aquel día mi mail se perdió entre los muchos que Corrado recibe o si se trató de un intento deliberado para hacerme entrar en razón recurriendo al diplomático y a veces elocuente silencio. Si se trataba de una jugada fue muy astuta.

A partir de ese momento me obligué a retomar mi vida con normalidad y llevar adelante la liberación, pero no era capaz. Había comenzado a hablar con otras persona abducidas porque me sentía muy sola en esa situación, ya que en mi casa el tema era prácticamente intocable. Como dato positivo tenía que había hecho muchas anclas intentando de comprender cuáles y cuántos raptos había sufrido y lamentablemente el primero que recordaba era el más difícil para una abducida. La extracción de un feto. Era bastante masoquista ir justo a acordarse de este hecho si lo que quería era desdramatizar, o realmente esa era la primera vez que me hacían ese tipo de operación allí. El sentimiento de humillación y de inmundicia hasta la última fibra, es indescriptible.

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Esta es una de las razones por las que estos seres repugnantes han de desaparecer de la faz de la tierra. Básicamente recordé que me prendieron mientras estaba en la escuela, yo tenía 15 años y me llevaron a un lugar miserable, estirada sobre una camilla, me quitaron una especie de bestezuela que había estado criando amorosamente sin saberlo. Creo que fue un gris el que me quitó aquel monstruito mientras una mujer Naranja (Orange “mamiferomorfos, tienen los cabellos claros, color anaranjado/caoba” N. del T.) intentaba de calmarme acariciándome la cabeza y diciéndome que pronto acabaría todo, pero desgraciadamente mi parte anímica en aquel momento estaba fuera del cuerpo porque estaba sufriendo demasiado, en efecto en el ancla estaba gimiendo y me salía sangre. Me sentí aliviada al ver que el feto estaba muerto, al menos no iban a poder usarlo para sus fines indignos. Lo que me hizo más daño a parte del recuerdo del dolor físico que me provocaba esa especie de bombilla que utilizan para recoger el feto (la vi como un pequeño cilindro con líquido en su interior y en la parte superior unas pinzas) fue el hecho de que había una gran cantidad de gente que observaba atentamente la situación con muchos comentarios técnicos sobre el desarrollo, como si yo fuera un coche en rodaje.

Éste fue sólo uno de los muchos recuerdos recuperados durante aquel tiempo. A menudo había intentado en SIMBAD echar fuera al Lux, que interfería de tanto en tanto también durante el proceso de recordar con las anclas, pero aún no tenía la fuerza suficiente. Una vez incluso Ánima le tomó de la mano al Lux diciendo que ella no podía perseguirle porque era su hijo. Hay que decir que este tipo de parásito había influenciado mi vida con una relación de dependencia insana desde la infancia, desde la cual me sentía estúpida, fea y cada obstáculo parecía insalvable. El juego era el siguiente: si el mundo te rechaza, estoy siempre aquí contigo, que nunca te rechazaré y nunca estarás sola. Obviamente se trata de una mentira, ya que el sentido del rechazo en este contexto es la aparente imposibilidad de encontrar mi sitio en el mundo, una sensación que según mi opinión es común en todos los abducidos, no es una cosa que surge espontáneamente, si no provocada por la acción del parásito.

Mi sensación de abandono tenía raíces ancestrales y resurgió cuando mis padres se separaron, un hecho sobre el cual siempre había tenido un presentimiento, desde temprana edad. Como todos los padres abducidos, habían creado una hija para regalar al mismo ganado del que formaban parte, además con mucho empeño, porque mi madre tenía problemas para concebir. Así, una vez nacida, las cartas estaban echadas y yo crecí entre dos personas en las que notaba claramente la ausencia de una verdadera unión. Así que esperé en silencio la ruina de mi familia durante años, llegó cuando yo tenía 12, una larga espera si consideramos que desde que tenía unos 4 estaba esperando con temor ese momento. En esta situación, mis carceleros necesitaban de poco esfuerzo para hacerse pasar por hermanitas de la caridad, mi puerto seguro, especialmente el Lux que interpreta el papel del ángel de la guarda.

Mi vida amorosa iba de mal en peor. Al final me quedé con mi ex novio, porque inconscientemente presentía que nuestra relación, en realidad no era deseada por ninguno de los dos, en esta decisión el Lux tuvo mucho que ver y de hecho ambos estábamos bajo su influencia. Pero no tuve el valor de decirle que le había traicionado, creándome así un sentimiento de culpa, el cual dicho parásito utilizó muy bien. De tanto en tanto me llamaba otro hombre con el que estaba saliendo, se trataba de un hombre a su vez desesperado porque buscaba compañía, en otras palabras, disfrutaba de mi cuando le venía en gana y yo no tenía ni el coraje de negarme. Me doy cuenta que dicho así no parece una situación especialmente problemática, si no un romance rosa de tercera categoría, pero en aquel momento, esa situación me estaba superando porque yo no era capaz de autogestionarme. Además, la vida sentimental de un abducido está fuertemente o totalmente influenciada por los aliens. Hasta que después de tantas anclas, una noche decidí que era hora de poner todo en orden. Antes de aquello me decía: ahora mismo no estoy lista para afrontar a mi ex novio porque está convencido de que volveremos juntos, ya que siendo una abducida no podré afrontarlo de la manera correcta, primero me liberaré y luego actuaré. Pero no es así como funciona: yo debía actuar para deshacerme de cualquier tipo de aliens, era hora de coger al toro por los cuernos y no debía importarme quién se había ganado algo o cualquier otra cosa. Yo debía solamente fiarme de mi misma, mirar a la cara a mis errores y asumir la responsabilidad, porque nada iba a ser tan fuerte como mi voluntad. Afronté así a mi ex contándole toda la verdad, e intentando explicarle a través de las lágrimas el verdadero motivo del por qué le dejaba.

Fue un drama en aquel momento, pero finalmente levanté la cabeza y tuve la ocasión de tomar la decisión sin importarme las consecuencias, era capaz de seguir a mi corazón y de hacer lo que creía que era correcto.

La palabra responsabilidad no les gusta demasiado a los aliens, sobre todo al Lux, el cual siempre está esperando detrás de la próxima esquina a un sentimiento de culpa o a alguna cosa sin resolver para reaparecer de nuevo en un momento de debilidad. Las personas influenciadas por el Lux no son capaces nunca de cerrar su propio pasado y empezar algo nuevo.

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Si he contado todo esto que aparentemente está alejado de toda la dinámica alien, es porque fue éste el acontecimiento que me permitió liberarme del Lux. Él nos había puesto juntos para que fuésemos fácilmente manipulables. Yo ya había dejado a mi novio, el cual era un motivo para que el Lux me manipulara, pero lo había hecho de una forma contraproducente, puesto que se creó un sentimiento de culpa o de traición en mí misma. Ahora que había tenido el valor de enfrentar esta situación y dejarla atrás, siendo ésta lo que me ligaba al Lux, todo aquello relacionado con el parásito lo había dejado atrás. En mi corazón ya era libre.

Después de pocos días, conseguí eliminar casi completamente al Lux, la cosa iba viento en popa mientras hacía un ejercicio que me había sugerido un chico que en aquel tiempo estaba empezando a ayudar a los abducidos con SIMBAD e hipnosis. Prácticamente era mi segunda guía después de Corrado. Él me había dicho que probara de hablar con mi Ánima todas las noches antes de dormirme, en voz alta, como si fuera un interlocutor sentado a mi lado, diciéndole todo aquello que me viniera a la mente. Intenté aquel ejercicio dos veces, la primera mientras hablaba en voz baja para que no me escucharan y evitar así una visita al psiquiatra más cercano, comencé a sentir vibraciones y un cosquilleo en el plexo solar y el pecho se me hinchaba. Tenía la sensación de que algo se estaba separando de mi, de repente mi padre y mis hermanos golpearon sobre el vidrio de la ventana. Ellos vivían en el otro lado de la ciudad y eran las 3 de la noche, pero debían de hacer alguna cosa, que ya no recuerdo y decidieron de pasar a saludarme. Si tenía aún cualquier duda sobre la existencia de las coincidencias en aquel momento se disiparon del todo. Creo que murmuré alguna palabrota entre dientes antes de dormirme con el Lux triunfante aún enganchado en mi.

La noche siguiente estaba hablando con un abducido vía Skype cuando empecé a oír un sonido en la lejanía, como una radio lejana. En un principio no le di importancia a la cosa, pero se sentía más y fuerte hasta el punto de que tuve que empezar a preguntarme de donde provenía. La cosa más curiosa es que esta especie de música se interrumpía de tanto en tanto y cuando esto sucedía, la persona con la que estaba hablando notaba golpes fuertes en el plexo solar, como si algo intentara entrar dentro. Este chico se había liberado desde hacía poco tiempo de un Lux y en aquel momento me estaba ayudando a liberarme, yo iba divagando mientras hablaba, pero él me decía que no debía de pensar tanto, si no hacerlo y punto. Así, ¿quizás mi Lux estaba intentando de hacérmela pagar y evitar que habláramos? Era realmente demasiado. No podíamos. No podíamos menos que estar impresionados por lo que estaba sucediendo, sin yo haberle dicho nada, él me dijo que debía de alejarse del PC porque la presión en el pecho había comenzado de nuevo.

Por absurdo que pueda parecer, el Lux intentaba interferir al mismo tiempo sobre mí y sobre él. Y el resultado fue que ni siquiera podía hablar con un amigo que se encontraba a ¡kilómetros de distancia! Me eché en la cama llena de furia: había llegado al punto de ser un peligro para aquellos que ya estaban libres. Prácticamente una apestada. Mientras decía todo esto en voz alta a mi Ánima sentí una fuerte energía que se concentraba bajo mi pecho y la única cosa que puedo decir es que me pareció como si algo se arrugase dentro de mí. No encuentro en el diccionario ninguna palabra más cercana a la sensación. Después de aquello me dormí sin entender qué era lo que había sucedido, en realidad había intentado tantas veces echarlo fuera.

El día después mi estado de ánimo estaba en lo más alto. Me desperté con la sonrisa en la cara, era muy feliz y estaba llena de energía sin ningún motivo racional, y ni siquiera podía parar de sonreír. Llamé a Corrado y me dijo que hiciera un SIMBAD de control y allí encontré a mi Espíritu renacido.

En los SIMBAD anteriores había comenzado a aparecérseme como un viejito siempre cansado y destruido, mientras que ahora le veía joven y fortísimo. Le indiqué a mi Ánima cómo era la vibración de mi Espíritu y cual era la vibración correspondiente al Lux, para que no permitiera la del Lux nunca más. Así fue como supe que finalmente era libre. La confirmación definitiva llegó algunos días después, porque aún no parecía haber tenido éxito. Por primera vez no me sentía una extraña entre la gente.

Hiciera lo que hiciera durante el día, no me sentía sola ni confundida, ni inferior a ningún otro, simplemente me sentía igual a los demás. Me parecía como si me sintiera como un ser humano por primera vez en toda mi vida, experimentaba la normalidad y me parecía simplemente maravillosa, esta era la confirmación de que el sentimiento de soledad no me pertenecía a mí realmente. La niña que se garabateaba la cara con los rotuladores en el colegio porque quería anularse, como a menudo hacía de pequeña ya no estaba. Yo había ganado.

LA EMOCIÓN MÁS FUERTE

Liberarme de aquella memoria alien activa, la experiencia misma de sentirme libre vía el SIMBAD es a día de hoy una de las experiencias más fuerte de mi vida. Creo haber experimentado muy pocas veces una emoción

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similar, posiblemente no sucederá nunca más, pero está bien así. Que quede claro que con esto no estoy intentado decir que es bonito tener un alien dentro porque después de liberarse se sentirá una fuerte emoción, si pudiese volver atrás con libertad para escoger, le daría una buena patada a la serpiente que me estuvo sometiendo sin pensarlo ni un segundo.

Dos días después de la liberación del Lux, y antes de entrar en un estado de paz completa con el mundo, tuve una fuerte crisis depresiva como nunca antes había tenido y lamentablemente no sería la última en mi camino. Vagaba por casa desorientada, sin encontrar paz, intentaba estudiar pero no conseguí concentrarme y me sentía vacía por dentro. Pero lo que era aún peor: tenía unos pensamientos de suicidio que nunca antes había tenido. Me miraba la muñeca pensando en qué hubiera sucedido si me hubiese cortado las venas, cuando llegaba a este pensamiento me levantaba y comenzaba a caminar, cada vez más inquieta y asustada de mí misma. Me encontraba en lo que podría definir como una extraña abstinencia y la cosa me asustaba, pero no podía evitarla. Escribí a Corrado, el cual me dijo que podría tratarse de un efecto temporal post-liberación, pero también habría que considerar la hipótesis de que hubiera aún algo que quitar. Yo estaba convencida de haberme liberado de la MAA algunos meses antes, durante un SIMBAD en el cual encontré una serpiente bien grande haciéndose pasar por la Mente. En realidad no lo había eliminado, solamente se había escondido y ahora, que había eliminado al Lux, volvía a la carga. Por otra parte había un elemento que no había considerado y que comprendí realmente un tiempo después: el Lux y el reptil son siempre uña y carne. Cuando la MAA rechaza su contenedor porque fundamentalmente le da asco (especialmente si es un contenedor femenino), el abducido tiene violentas crisis porque en realidad el alien que lleva dentro quisiera librarse del contenedor y el único modo de salir, sería la muerte del mismo. Siendo un Lux y un reptil muy unidos, la serpiente no había superado la partida de su amigo. Yo de todo esto no tenía ni idea, sabía sólo que me sentía mal y no lo atribuía a la MAA. Después de dos semanas de paz debidas a la liberación del Lux, recomenzaron los problemas. Naturalmente todo comenzó a partir de una situación normal ya que todo lo que se atribuye normalmente a eventos espaciales o sobrenaturales no tiene mucho que ver con la realidad, los aliens son algo mucho más tangibles y prácticos y reaccionan a las cosas cotidianas. Cuando se leen los trabajos de Corrado, Star Trek no tiene mucha cabida, al menos yo lo creo así.

Todo comenzó cuando emprendí el contacto con Enea, el cual llegaría a ser más tarde mi novio. Hacía casi un año que nos habíamos conocido, yendo los dos a ver a Corrado, aunque por motivos diferentes: él tenía que hacer una sesión de hipnosis, mientras que yo aún estaba intentando comprender mi situación. En aquel momento quedó todo suspendido porque yo tenía un novio y por si fuera poco, también un amante y Enea también tenía algunas situaciones poco estables en su vida, así que en ese momento quedamos como amigos. Pero en realidad ya en aquel momento sentíamos o pensábamos que sentíamos algo el uno por el otro. Todavía no comprendía bien cuán importante es que dos abducidos no tengan una relación de pareja, comenzamos a vernos. Él tenía una MAA de Orange y yo una de reptil, por lo cual a menudo no nos soportábamos sin motivo aparente y rara vez conseguíamos tener una relación normal. Me daba la impresión de estar viviendo una historia que de normal no tenía nada. Yo se lo conté a Corrado pero él desaprobó desde el principio esta relación, aunque no por ello se negó a escucharme. El porqué lo comprendí mucho, mucho tiempo después.

Mientras tanto, no había dejado de verme con Simone, el hombre que era mayor que yo, pero ya estaba empezando a resultarme molesta su presencia en mi vida, sentía claramente como se aprovechaba de mí y no quería estar más en esa situación. Mientras más me veía con Enea, más sentía este odio/amor que me pesaba como una roca, no era capaz de discernir qué era lo que pensaba realmente, cuáles eran mis verdaderos sentimientos o impulsos. Pensaba que debía alejarme de él y un instante después pensaba que esto sería un gran error, era completamente ambigua. En realidad, entre ambos, la cosa estaba hábilmente manipulada, un juego muy bien estudiado para hacerme pasar de la sartén al fuego.

Yo había descubierto hacía mucho tiempo cual era mi memoria alien activa, y lo había comprendido sola, mientras que él, aún después de la hipnosis, no era capaz de lidiar con ellos y necesitaba aún de mucho más trabajo. Para mí eran tiempos bastante más relajados y tendría que haber entendido que en realidad viajábamos en vías distintas, pero entonces yo sólo sabía que me gustaba el chico y no entendía cómo podía ser tan perjudicial estar juntos entre abducidos. Y por lo que respecta al otro, él no tenía ni idea de qué eran las abducciones. Corrado me había puesto siempre en guardia sobre ciertas relaciones de una manera muy vehemente, pero yo era tan obstinada que quería asegurarme por mis propios medios de que eso era cierto, lo cual me costó más vueltas y mucho más tiempo perdido. Por otra parte sentía que no estaba en línea con su modo de pensar y por vergüenza cada vez me ponía menos en contacto con él. Siempre fue mi punto de referencia principal, pero por un tiempo bastante largo, Sandro se convirtió en mi confidente y me ayudó con los SIMBAD y las anclas. Fue y sigue siendo un gran profesional, pero sin duda no era Corrado, sin embargo un poco

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por tener edades similares y otro poco porque él no era tan rígido en cuanto al discurso de que los abducidos no podían ser pareja, comencé a hacer los SIMBAD con él. Una tarde ocurrió un cosa que no olvidaré mientras viva.

Mientras intentábamos entender juntos cual podría ser la causa de mis dudas y mi malestar, de repente empecé a sentirme extraña. Sandro me estaba fastidiando con su tono de voz dulce y comprensiva, aunque dentro de mí sabía que no era en absoluto una persona fastidiosa, y sin embargo, no podía evitarlo. Mientras más hablaba, más sentía la agresividad crecer dentro de mí como un torrente, luchaba por retenerla, pero mientras más cerca estábamos de las soluciones a mis problemas, más fuerza hacían estos pensamientos para salir.

Hasta que sucedió.

Sin ningún motivo comencé a responder mal a Sandro, le insultaba y me insultaba a mí misma, definiéndome como puta. Era ridículo y en aquel momento no entendía lo que estaba sucediendo en gran parte porque era la primera vez que me sentía así. Él comprendió en seguida que se debía a la personalidad del reptil, y comenzó amablemente a conversar con él entre palabrota y palabrota.

Obviamente, para sacarle información útil a la MAA, el chico debía ponerse al mismo nivel, así por un rato pareció que estaban hablando dos desechos humanos salidos de un grupo de ultras.

Lo peor fue lo que el reptil decía, probablemente intentando asustarme o sugestionarme y al mismo tiempo quedar bien con su inesperado interlocutor. En pocas palabras, contó detalles de algunas de mis abducciones en un ámbito sobre todo militar, los abusos a los que fui sometida desde pequeña, sin olvidar cuánta sangre me salía por diversos sitios en el momento en que me sucedía aquello. El tono era siempre más o menos el mismo en el que dos borrachos se cuentan su última aventura con mujeres de la calle.

En ese momento fui capaz (aún no se cómo) de dejar de lado momentáneamente lo que en aquel estado me parecían detalles superfluos y sonsacar lo que realmente quería saber. La serpiente se reveló totalmente en contra de mi relación con Enea porque era un portador de una MAA de Orange en cambio se mostró a favor de mi relación con el hombre mayor, porque era portador de una MAA de reptil. A parte de eso, habló del Hombre Primigenio y de una vieja historia de almas divididas en partes y enviadas a hacer experiencias en contenedores humanos, pero sobre esto hablaré describiendo la acción de u.p. (Uomo Primo Hombre primigenio –primero- N del T) En aquel momento lo más importante para mí era descubrir cómo toda mi vida sentimental había sido frecuentemente manipulada por alguien que no tenía absolutamente nada que ver conmigo.

Resulta extraño revivir todo esto, también porque corrigiendo esta líneas pienso que cualquiera leerá esto y podrá cambiar el sentido por un banal cuento con estilo literario de novela rosa, pero deteniéndose al menos en pensar que hay algo inquietante en todo esto.

Si mi historia es verdadera para los millares de abducidos, eso significa que tampoco todos los demás tienen el más mínimo control sobre sus vidas. Hay familias enteras, uniones pasajeras o de larga duración que parecen ser el triunfo de la felicidad y que en cambio no son más que el resultado de un puzle chapucero hecho por los aliens. Para los cuales, nosotros no somos si no animales en una jaula inmensa que deben reproducirse para sus necesidades y deben de hacerlo como y cuando ellos decidan.

La conversación acabó cuando mi Ánima irrumpió bruscamente en el diálogo con un tono amenazante. Era la primera vez que la sentía enfadada, y me asusté yo misma porque un pequeño susurro suyo era mucho más afilado que cualquier otra amenaza gritada por aquella serpiente asquerosa.

El día después me encontraba hecha polvo. No sabía bien qué hacer, así que llamé a Corrado después de pasar un par de horas intentando serenarme y aguantar las lágrimas. Me obligué a no llorar al teléfono como una niña pequeña, pero la voz me temblaba y él entendió rápidamente que algo había sucedido. Me dijo que no le contase nada, que no escucharía lo que habíamos hablado Sandro y yo la tarde anterior si no me sentía capaz y que le dijera todo a él de modo que me ahorrara la vergüenza de contarle algunos detalles particulares y así podríamos discutirlo juntos en otro momento. Yo me avergonzaba de verdad mucho de contarle algunos aspectos de las abducciones a una persona que aunque es muy dulce y paternal, era también un hombre, como creo que lo haría cualquier mujer con un cerebro que funcione. Después continuamos hablando aunque había poco que decir, excepto que esto sólo podía ser un motivo más que añadir a la lista para salir inmediatamente de esta situación.

Días después, mientras aún me lamía las heridas, me encontré con Simone. Esta vez estaba bastante disgustada para oponerme a sus tentativas de aproximamiento, pero lamentablemente estaba todavía bajo la influencia de la MAA como para ser del todo inmune. Mientras hablábamos me parecieron muy claras algunas de sus rarezas, sus cambios de humor repentinos, el relámpago feroz de sus ojos cuando se le contradecía, su brutalidad fuera de lugar que de tanto en tanto se manifestaba. Yo quería irme del auto porque sabía que estaba a punto de suceder algo terrible, sin embargo no era capaz de hacerlo. Sentía dentro de mí literalmente dos fuerzas separadas y distintas que querían llevarme en direcciones distintas, era como vivir un momento de lúcida

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esquizofrenia. Cuando me decidí finalmente a irme, sucedió aquello que había presentido. Simone me atrajo hacia si apretándome con cierta violencia, imponiéndome que me quedara ahí.

Comenzó a retenerme a la fuerza, intentaba quitarme la ropa y se había convertido repentinamente en alguien violento y vulgar, no era él mismo. Se podrían decir tantas cosas…: que era casi 20 años mayor que yo, que sentimentalmente era un desastre, que tenía la madurez de un chico de 12 años, pero seguro que no era una persona violenta y vulgar, de hecho tenía un nivel cultural superior a la media debido a su trabajo y generalmente era una persona de modos educados. Simplemente aquella persona no era él. Yo intentaba oponerme, pero igual que antes, no conseguía hacerlo, hasta que algo dentro de mí gritó que nunca ningún hombre me había tratado así. No sé si lloré, o grité o le mordí el brazo que me sujetaba, recuerdo lúcidamente sólo momentos después que conseguí salir de aquel auto cuando me dirigía tambaleándome a la estación. Por fortuna el viaje de retorno a casa era bastante largo porque los primeros veinte minutos no fui capaz de respirar. Dentro de mí sentía aún las dos fuerzas que combatían la una contra la otra y lágrimas involuntarias salían de mis ojos mientras pensaba que ya no soportaba más esta situación, dejadme en paz, ¿quién soy yo verdaderamente? Fue una hora larga durante la cual conseguí con mucho trabajo poner un poco de orden dentro de mí misma, haciendo callar a los que no tenían derecho de hablar.

Los SIMBAD en aquel tiempo eran un desastre. El reptil interfería siempre impidiéndome comunicarme con las partes, debo de decir que no me asustaba particularmente, pero me fastidiaba y ya había comenzado a asumir comportamientos extraños en mi vida: además de lo sucedido en el auto, un día me sorprendí a mí misma comiéndome una pieza de carne picada que aún estaba cruda casi sin darme cuenta, estaba siempre agresiva y enfadada, el género humano había comenzado a darme asco. Estaba claro que no podía continuar hacia delante así por mucho más tiempo.

Hasta que una noche no sucedió. El día siguiente tenía que haber hecho un cortometraje y estaba muy emocionada, además, aquel día tenía que venir Enea a verme. No vivía cerca de mí, pero estaría en la ciudad por un día. No tenía ningunas ganas de dejar que me arruinaran el trabajo y un encuentro con un querido amigo, por eso decidí hacer otro SIMBAD más, para intentar al menos comunicarme con las partes. Quería solamente hablar con Ánima y pedirle que me protegiera el día siguiente, que estuviera conmigo porque nadie tenía derecho de quitarme ni mis sueños ni mis afectos.

Sucedió todo muy rápido, y aún hoy que ya han pasado más de dos años, sonrío al acordarme de cómo sucedió, pero sobre todo sonrío al recordar aquello que sentí. Estaba sentada y para concentrarme había puesto un disco de Vivaldi, Las Cuatro Estaciones. Por primera vez el SIMBA fue completamente automático: parecía casi que estaba esperando sólo ese momento durante todo el día. Cualquiera que haya hecho este tipo de ejercicio sabe que se construye mentalmente una habitación, también se puede incluir una mesa y unas sillas donde se sientan las partes que son llamadas a “hablar”, así como los diversos parásitos que albergan. En aquel caso apenas pude visualizar la habitación con mesa y sillas, puse automáticamente los cartelitos correspondientes en los puestos vacíos, una para cada parte de mí.

Después llamé al Ánima, a la Mente y al Espíritu e hice los correspondientes controles con el espejo. Solo la Mente me parecía extraña, tenía la fuerza de un tornado, parecía aquel viejo dibujo animado del Demonio de Tasmania, era también bastante divertida, y dicho así el 90% de las personas pensarían que estoy loca. Pero es así y lo que sentí después fue increíble, por lo cual he decidido contar los detalles.

Apenas conseguí frenar este pequeño ciclón, caí en la cuenta de que el reptil no estaba, aunque podía oír su voz, no podía verle. Pedí a las partes que abriera los cartelitos y que me leyeran lo que estaba escrito a ver si les gustaba lo que leían.

Fue rápido y muy intenso. Recuerdo al Ánima levantarse de golpe y gritar un “¡NO!” enorme, en aquel momento la música que estaba escuchando me pareció altísima. Mientras el Verano vibraba muy fuerte en mi habitación, fui capaz de mantener los ojos cerrados para poder ver al Ánima que cogía por el cuello a la serpiente y la arrojó contra la pared al lado de donde se sentaba Mente, en un momento la pared lo tragó y desapareció con una mueca de dolor.

En el instante en que vi desaparecer la serpiente, ocurrió una cosa que va más allá del SIMBAD y juro por mi propia vida que sentí exactamente lo que voy a describir. Fue como si mi habitación (la del ejercicio del SIMBAD) la música y mi cuerpo se hubieran convertido en una misma cosa.

No estaba más en mi habitación, haciendo el SIMBAD y escuchando música, yo era todas estas cosas. Era música enloquecida y supe por un instante qué son las vibraciones que reverberan en las paredes de una habitación cerrada, era pura Ánima mientras tomaba la decisión irrevocable de matar, aunque fuese contra mi

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propia naturaleza. Y era él, el reptil, mientras moría en un cuerpo que era el mío, sin que aferramiento espasmódico a la vida pudiera impedir que el Ánima terminara con mi existencia.

A penas conseguí calmar este fuerte shock emocional, volví a cerrar los ojos e intenté volver a ver las partes. Vi al Ánima, Mente y Espíritu que se abrazaban convirtiéndose en una sola cosa y entonces empezaron a salirme las lágrimas. Lloraba susurrándome a mí misma que había terminado, finalmente había terminado. Aún ahora, cuando escribo esto, volver a pensar en aquel momento me emociona e me recuerda lo que fue el inicio de un renacimiento. No sé por cuánto tiempo me quedé así, de cuclillas entre el armario y la cómoda, sobre una esterilla, repitiendo que ya se había acabado, saboreando cada momento de aquella nueva e inesperada venida al mundo.

El día después fue muy feliz, cargado de emociones. Me encontré con mi amigo y comimos juntos, mientras intentaba comprender qué se siente al vivir sin la MAA, yo intentaba de encontrar un razonamiento, pero lo único que sentía de verdad era una inmensa sensación de ser liviana y de felicidad como si pudiera tomar el mundo entero con mis manos. Me sentí bella por primera vez. Hasta aquel momento no me había gustado nunca, rehuía a mi imagen en el espejo como si fuese un monstruo, de nada me servían las opiniones externas, porque yo solamente veía mis defectos. Y en cambio ahora no me importaba nada, además desde entonces comenzó a aumentar muchísimo mi telepatía, lo cual hasta aquel momento no había tenido nunca. Especialmente en el período posterior a la liberación conseguía leer el pensamiento de las personas que tenía delante y a menudo también a distancia, además, sin estar bajo la influencia del Lux nunca consideré esto como un don especial, sino una cosa muy normal y la vivo hoy en día con normalidad. Comencé a saber gestionar mis emociones, consiguiendo así estar cerca de los otros sin sentir en mí aquello que ellos sentían, al menos que quisiera hacerlo y la cosa más importante: aprendía a cerrarme cuando alguien quería saber cosas de mi que yo quería mantener ocultas. En una palabra, había aprendido a defenderme.

Desde entonces y por muchas noches, me dormí con una sonrisa en los labios. Me sentía nueva, feliz, una niña recién nacida pero con capacidad de discernir y afrontar el peligro. Creo sinceramente que aquella noche, cuando decidí liberarme para siempre de un demonio que llevaba dentro desde hacía 23 años, morí con él por un instante para luego renacer finalmente sola y únicamente yo misma.

HORUS Y HOMBRE PRIMIGENIO

(Uomo primo= Hombre Primigenio, N del T.)

He esperado mucho tiempo antes de empezar a escribir esta parte. Aún hoy encuentro difícil el hablar de aquello que me ocurrió en el mes de Noviembre de aquel año porque fue el peor período de toda mi vida. También fue el período en el que mi vida tomó una vía que no debería de haber tomado, sumergiéndome en un encantamiento del cual hace pocos meses que conseguí salir. Es extraño, cuando comencé a escribir esto, estaba todavía bajo el influjo del encantamiento (en sentido metafórico, obviamente, lo especifico porque dada la naturaleza de lo expuesto, no quisiera que nadie pensase que realmente creía estar bajo un encantamiento), pero me dije que no debería de finalizarlo así porque con seguridad, habría más cosas que añadir. Una vez más mi instinto tenía razón. Si hubiese concluido este relato hace 6 meses, el resultado hubiera sido completamente distinto.

Poco después de haber eliminado la MAA, mi camino de liberación sufrió un bloqueo repentino. Fue por esto, por lo que decidí comenzar una relación con una persona que estaba peor que yo y que no cambiaría nunca. Corrado intentó en vano de explicarme hasta qué puntos él y yo íbamos a diferentes velocidades, pero yo no quería escucharle. No estaba en absoluto preparada para entender algo así, por lo que me dedicaba a escuchar a Sandro, que por aquel entonces era ingenuo, trabajaba con los abducidos desde hacía poco tiempo y no se daba cuenta de hasta qué punto ciertas relaciones eran perjudiciales. Ambos lo comprobamos en nuestras propias carnes.

Sandro es muy buena persona, y se puede decir que aunque al principio animaba mi relación con Enea, estaba desprovisto de cualquier malicia, porque él nos conocía a ambos y creía de verdad que nuestros sentimientos eran sinceros. Yo aún tenía un parásito bastante difícil de combatir y otro individuo del cual aún no conocía la naturaleza: Horus y Hombre Primigenio, con el cual puedo decir que pasé momentos de auténtico terror.

Técnicamente, debería de haber sido todo más fácil después de haber vencido a la MAA, porque me había quitado un gran peso de encima, pero en realidad me bloqueó por completo y no era capaz de dar caza a Horus a pesar de los intentos. Lo intentaba aunque sin resultados, en parte porque aún no había entendido bien su

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naturaleza, ya que se dice que es un parásito un poco diferente de los otros. Eliminaba continuamente el cuerpo, lo que se viene llamando “Pollo”, pero a la esencia, al parásito que le comandaba, no conseguía eliminarlo. En realidad no era el parásito el que era distinto, era yo la que había cambiado. Mi ánima había prácticamente decidido de adaptarse a la velocidad de la persona que estaba cerca de mí y no se movía más. La primera rebelión frente a lo que estaba sucediendo fue hacia Julio, manifestándose en forma de impaciencia hacia él, fue así como nos dejamos por primera vez. Debería de haber sido la definitiva, pero él volvió a buscarme después de haber hecho una sesión de hipnosis con el frustrado fin de eliminar la MAA. Yo no entendía bien la situación en aquel momento, ni siquiera Sandro y fiándome de sus consejos, volví con Enea. Que quede bien claro que esto que acabo de explicar no equivale a decir que el ex colaborador de Corrado fuera la causa de mi ruina, sobre todo visto que fue gracias a él que no me volví loca en aquel Noviembre negro. Cada uno es responsable de sus propias acciones, los errores que hice fueron todos míos desde el primer al último año.

En aquel tiempo Enea estaba luchando con su MAA la cual le dominaba a él por amplio margen. Si pienso en su alma me viene a la mente una de aquellas personas que tienen grandes potenciales pero que son extremadamente vagas. Yo conocía bien el alma de Enea, y me temo que estos sucesos me acompañaran durante años, si no para siempre. Tuve que sufrir los ataques histéricos de un Rubio de cinco dedos (otra interferencia alienìgena, N del T) que hablaba a través de la boca de mi novio y a menudo, sin que él se diera ni cuenta. Todo esto llegó a su punto álgido a finales de Octubre de aquel mismo año.

Recuerdo que uno de los escenarios consistía en aquel niño que venía con su madre y al que le decían que debía apagar la luz con la fuerza del pensamiento y que si no, le harían daño a ella. Cada vez que el niño lloraba, se le daba una descarga eléctrica a la madre, y así hasta que el niño, desesperado, conseguí apagar la luz. Este, entre otros, fue el cuento que mi causó más horror. Cuando salimos yo tenía lágrimas en los ojos y la única cosa que me dijo mi novio fue que si estaba pensando en cuantas veces hice saltar a mi madre con la descarga. Pero no con el tono de una persona que intenta ayudarte o hacerte entender que sabe por lo que estás pasando, si no con una frialdad y un sarcasmo tal que parecía que quería meter el dedo en la llaga.

Me sentí sola, No podía seguir conviviendo con aquel chico que estaba completamente bajo el control de la MAA, la vida se volvió impracticable. Le dejé por segunda vez, pero para mí, no significaba algo definitivo. Había algo que nos mantenía ligados y que durante todo el verano me había atormentado. Necesité todavía un año y medio para entender que era otro de tantos trucos para tenernos juntos, esta vez de parte del Hombre Primigenio.

Hacía ya algunos meses que me había comenzado a percibir la presencia de otra cosa a parte de Horus, pero no podía comprender de qué se trataba. Lo que pasaba es que las investigaciones de Corrado aún no tenían conclusiones sobre esto, por lo que al no tener referencias, no sabía cómo comportarme. Durante un SIMBAD había visto ya a este Ser con los cabellos largos y la barba larga, pero pensé que se trataba del Creador, y lo que era aún peor: pensé que era bueno.

En realidad este señor había engañado a mi alma que estaba combatiendo con Horus al jugar un doble papel. Horus hacía el papel de que quería separarnos a Enea y a mi porque originalmente formábamos parte de una sola alma más grande, perteneciente al Hombre Primigenio, y que no debíamos unirnos ni engendrar hijos porque éstos hubieran nacido demasiado conscientes. El Hombre Primigenio, en cambio, hacía el papel del buen samaritano que intentaba reunir estas dos presuntas partes de la misma alma porque este era nuestro destino.

Obviamente se trataba de un gran baile perfectamente orquestado. Enea y yo teníamos realmente una parte anímica de la primera creación, así ambos en el principio de los tiempos, teníamos un contenedor de aquellos que son vulgarmente llamados “gigantes”. Y poco a poco Corrado iba extrayendo que este Hombre Primigenio dividió su parte anímica en muchas partes pequeñas para mandarlas a realizar experiencias. Aparentemente podía volver aquello que en realidad no era otra cosa que una distorsión de la verdad.

Hay una cosa muy importante a tener presente si uno se quiere liberar de los aliens: ellos no mienten nunca del todo. Serían demasiado fáciles de pillar. Su estrategia es crear mentiras incorporando medias verdades a cosas inventadas para inducir al abducido a no entender nada y a no distinguir lo verdadero de lo falso. Más o menos como los políticos y los gobernantes actuales. El hecho de que mi novio y yo tuviéramos partes anímicas provenientes de la misma creación no significaba absolutamente nada: Las teníamos nosotros como centenares de otros abducidos. Pero esto llegué a entenderlo mucho más tarde.

El problema al que se enfrenta uno con Hombre Primigenio es saber cómo reacciona y qué es. Él no es como los otros. Ya que tiene parte anímica, es capaz de hablar de alma a alma y de confundir ideas hasta que no se le descubre y entonces se le puede echar sin dificultad. Horus en cambio, hace muy bien el papel del malo, porque a

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él se le pueden achacar muchas de las llamadas emociones negativas: Rabia, maldad, miedo, traición, instinto suicida/homicida, todo esto es su especialidad.

Horus, si queremos llamar así al Pollo, es el contenedor de algo que lo controla desde alguna otra parte, técnicamente desde otro Universo. Habitualmente este parásito es llamado Ra y no tiene un cuerpo propio como Ringhio, por lo que necesariamente debe tomar uno para venir aquí a succionar energía y a hacer otras cosas. Solo que no se sirve de un cuerpo falso como Ringhio, si no que parasita a su vez a otro tipo de alien que sería Horus, el Pollo. En realidad no es un pollo, pero su aspecto recuerda mucho las características del mismo.

Este tipo de alien ha sido el más invasivo de mi vida, y mientras viva estaré contra él. Ahora me resulta clara también mi aversión hacia todo aquello que es egipcio, por lo cual nunca he sentido la súbita fascinación que sienten otras personas. Este tipo de alien está estrechamente ligado a la civilización egipcia y probablemente en un primer momento también él tenía un cuerpo con el cual podía dominar alegremente en este planeta, con los egipcios adorándole como a un dios.

Esto explicaría la naturaleza humana de las deidades egipcias, pero sobre todo, el misterio en el cual esta civilización está aún inmersa. Puedo decir, por el camino que he hecho, que la mayor cantidad de información que se tiene sobre el pueblo egipcio son erróneas, porque este pueblo estaba completamente en las manos del alienígena Ra. Después tuvo que haber pasado alguna cosa que le impidió seguir en este planeta y fue relegado al universo de la segunda creación, en el cual las cosas funcionan prácticamente al contrario que aquí.

Me doy cuenta de que puede parecer los desvaríos de una loca, pero todo esto no es sino el resultado de muchos SIMBAD, Simulación Flash y TCTD.

Cuando dejé a Enea, aún me creía la historieta del Hombre Primigenio sobre que debíamos estar juntos, por lo cual le dije que solamente cuando se hubiera liberado de la MAA volveríamos a estar juntos. Mientras tanto yo haría todo lo posible para liberarme de Horus/Ra. Recuerdo aquel día como si fuera hoy. Lloré todas las lágrimas que tenía e intenté hablar con su alma para que se despertara, me esforcé tanto que al final yo no era yo misma, parecía una loca.

Hoy no volvería a hacer esto por nadie, tampoco si me lo pidieran bajo tortura: Aprendía muchísimo de aquella experiencia y la primera cosa fue que no se puede hacer el trabajo de los otros. Cada cual debe trabajar para sí y la voluntad de uno no puede hacer el trabajo de dos.

Retorné a mi casa enfadada, decidida a eliminar a Horus lo antes posible. Solo que no había tenido en cuenta un pequeño detalle.

Todo esto sucedió cuando volvimos de la Toscana y la primera noche no fuimos capaces de dormir porque teníamos a los aliens en casa. Creo que vinieron por él más que por mí, porque ya hacía mucho tiempo que no me podían tomar físicamente: después de haber quitado la MAA los raptos alienígenas disminuyeron hasta desaparecer. Por primera vez conseguía verlos casi despierta. Es un terror que no tiene nombre, es un sentimiento de estar perdido mezclado con un asco interior y ganas de vomitar. Estos seres están realmente podridos por dentro.

Cuando llegué a casa llamé a Sandro presa del pánico. Nos conectamos inmediatamente por skype para hacer un SIMBAD guiado, pero tuve interferencias todo el tiempo. Debieron de pensar: mira, ahora le ha dejado y está más débil, la volveremos a tomar. Desgraciadamente para ellos, estaba tan enfadada que todo acabó en una masacre.

Mientras estábamos en SIMBAD, comencé a sentirlos a mi alrededor. Había por lo menos tres o cuatro grises que estaban alrededor de mi silla de escritorio, más un Lux que vagaba por mi habitación. Ahora mismo casi me da ganas de reír al recordarlo, pero en realidad entonces estaba aterrorizada. Los eliminé uno a uno, con una sonrisa en la cara, en el sentido más literal de la expresión. Luego vino lo que yo llamo un milagro, para mí una de las pruebas de que estas cosas existen y el alma de verdad puede hacer lo que quiere. Desde hacía un año que tenía un dolor fuerte en la espalda, en la zona sacral, exactamente donde está posicionado uno de los tres chips que permiten a Ra de venir a chupar energía en este universo. Él solo puede ejercer acciones sobre el abducido a través de este chip. Desgraciadamente para mí, a causa de una maniobra arriesgada por parte de un fisioterapeuta, la zona se encontraba inflamada. Había estado un año haciendo radiografías, resonancias, y visitando médicos para comprender qué tenía. Solo en una ecografía parecía que hubiese algo anómalo en aquella zona, parecía un objeto en forma oblonga. Pero aún no lo creía.

Con la ayuda de Sandro fui capaz de eliminar aquel chip, aunque no fue fácil. Los chips de Ra son bastante difíciles de eliminar porque tienen a reformarse, pero con un acto de voluntad se eliminan también. La sensación fue tan fuerte que sentí literalmente como mi alma iba a aquella parte del cuerpo a remover algo, para después volver a la parte superior. Fue una sensación física bien precisa, cuando acabé me sentí ligera y comencé a

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separarme del cuerpo, afortunadamente Sandro consiguió detenerme, si no, seguramente hubiera hecho un viajecito. Mi parte anímica estaba visiblemente agitada y confundida por la historia del Hombre Primigenio. Estaba aún convencida de que Enea y yo pertenecíamos en el origen a un mismo contenedor y fuimos divididos en dos. Según mis absurdos cálculos, solamente debía esperar a que se liberara de la MAA mientras que yo podía estar tranquila porque era libre. En realidad no solo no había eliminado aún todos los chips de Horus, sino que estaba a punto de recibir el primer ataque invasivo por parte del Hombre Primigenio y cuando ataca él, mantener la lucidez es verdaderamente difícil. Sé de dos abducidos más que estuvieron preso de crisis de pánico bajo su influencia, igual que aquellas que tuve yo, pero por aquel entonces yo aún no sabía nada. La noche en la que eché fuera a toda aquella tropa fue solo el inicio de largos meses de puro terror. Mientras tanto, cuando acabé el SIMBAD había claras señales de que algo había sucedido en casa. La ventana del comedor estaba abierta de par en par, mientras que cuando llegué a casa estaba cerrada herméticamente. Una nube de mosquitos giraba enloquecida, como si hubiera algo podrido o en mal estado y se olía una peste de aguas residuales por todas partes. La puerta de la caseta de herramientas del jardín, también estaba abierta. Poco después mi madre entró y sintió un fuerte olor a quemado y me preguntó si se me había quemado algo en el horno.

Una cosa aún más rara fue que me llamó una amiga que vivía a pocos metros y me dijo que desde el balcón de su casa se sentía olor a quemado.

Podía tratarse de una coincidencia, pero seguro que no había ningún incendio en los alrededores porque llovía. Aún no se bien qué fue lo que realmente hice aquella noche, pero seguro que fue algo gordo. A la mañana siguiente me sentía muy bien, a parte de una fuerte sensación de calor en el pecho, pero no le daba ninguna importancia porque sabía que se trataba de mi parte anímica que aún estaba agitada. Dentro de casa, durante días, estuve encendiendo y apagando luces y televisiones con la mente, ponía en pausa los lectores de DVD sin mando a distancia. Aquel SIMBAD fue decididamente muy profundo.

Pero al poco tiempo empezaron los problemas. No es fácil escribir sobre aquello porque aún hoy esos meses están inmersos en una gran nube de confusión y no recuerdo con precisión la cronología de los sucesos, intentaré de todas maneras relatarlos todos.

Al principio me agarraban ataques de pánico sin motivo alguno, comenzaba a sentirme mal y estaba convencida de que me iba a suceder algo tremendo, pero lo que era peor, atribuía cada sensación a mi parte anímica y se me metió en la cabeza que quería hacerme daño. Mientras realizaba cosas normalísimas como pasear o conducir, me venían a la cabeza imágenes tremendas, me veía a mí o a mis seres queridos muertos de maneras atroces. Todo esto estuvo sucediendo durante todos los días un mes entero, sin exagerar. Algunas veces era tan fuerte que tenía que llamar a mis padres o a mis amigos para asegurarme de que estaban bien o para decirles que me sentía mal y que se me estaba yendo la cabeza. Por un buen tiempo, la situación fue incontrolable para mí y para mis allegados.

Algunas noches no era capaz de dormir, tanto por las tentativas de los militares y aliens de volver a capturarme porque apenas cerraba los ojos, se me aparecían imágenes de mi novio capturado y de todo aquello que le estaban haciendo. Pasaba noches enteras llorando o delirando, no sabía si pensar que era yo la que me estaba muriendo o todo el mundo a mi alrededor. En mi cabeza no había otra cosa que confusión.

Hablaba a menudo con Sandro y con Corrado, recuerdo particularmente el día que llamé a Corrado porque estaba convencida de ser una copia y que me habían sustituido por el original. La cosa más absurda es que estaba convencida de que mi parte anímica estaba decidida a acabar con el contenedor original, ya que al ser yo una copia, alma no podía soportar de estar en un contenedor que se había dejado cazar otra vez. En fin… una gran película.

Corrado comprendió inmediatamente que estaba sufriendo un duro ataque e intentó recuperarme como podía, pero en aquel momento estaba realmente delirando. Después a la tarde, me di cuenta de la estupidez que había estado pensando y le escribí. En otras palabras, estaba haciendo todo yo sola.

El primer ataque por parte de Hombre Primigenio fue lento y duró todo un día. Había acompañado a mi madre a hacer una sencilla resonancia magnética y tuve la sensación de haber sido atrapada por uno de los típicos trastornos, convenciéndome de que estaba muerta bajo la camilla de examen.

Pasé todo el tiempo caminando por el largo camino de entrada al hospital, llorando y murmurando incoherencias, a pleno día, ignorada por las personas que pasaban. Después, mientras estaba comiendo tuve la fuerte sensación de que algo salió de mi cuerpo, precisamente de mi espalda y que había salido volando.

Pensé aún una vez más que fuera mi parte anímica, porque sentí este “nosequé” como profundamente mío. En realidad descubrí a continuación que se trataba simplemente de Hombre Primigenio que, cuando actúa te provoca la sensación de que te arrastran a otra parte o de que te tiran de un hilo invisible. Es una sensación horrible, atroz.

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El Hombre Primigenio tiene parte anímica por lo que consigue interactuar muy bien con los abducidos que sucumben a su influencia, porque hace que las dos partes anímicas se comuniquen entre ellas. Es perfectamente capaz de desencadenar emociones muy fuertes, pero sobre todo paranoias sin precedente.

Yo no tenía ni idea de todo esto, por lo que en aquel momento caí presa del pánico sin motivo. Pensé de todo, hasta tal punto que ahora me tengo ganas de reír, porque en una tarde debía de morirse mi padre, mi madre, tenía que haber una fuga de gas en el edificio y un Hombre Primigenio tenía que desencadenar una gran hecatombe directamente sobre Roma. Ahora, dicho así parece una broma, pero yo viví todas aquellas sensaciones una por una en el transcurso de una tarde y no me olvidaré nunca de mis lágrimas silenciosas, mientras caminaba por el pasillo entre escalofríos fríos y calientes a la vez, con una manta sobre los hombros, sintiéndome más sola y desesperada que nunca. Cuando ya no me podía resistir más llamé a Sandro, el cual tuvo una paciencia realmente infinita porque hubiera podido desesperar al mejor psiquiatra en aquel estado. Desgraciadamente tengo que decir que no se conocía bien la influencia de Hombre Primigenio, por lo que estos sucesos quedaban fuera del alcance tanto de él como de Corrado.

Lo que me hizo entender que en realidad no me había liberado ocurrió pocos días después. Mientras viajaba en el metro, sufrí uno de los habituales ataques de pánico y después de calmarme un poco decidí tomar el autobús porque me faltaba el aire. En el autobús, después de unas pocas paradas el motor se apagó de repente yo no esperé a que el chófer volviera a ponerlo en marcha; me bajé rápidamente de nuevo presa del pánico. No conseguía comprender qué era lo que me empujaba a correr de una parte a otra, pero no podía evitarlo. Estaba escapando de algo.

Llegué hasta otra parada decidida a esperar otro autobús, por allí pasaban varios. Al final tomé uno que recuerdo muy bien, no era del mismo número del cual me había bajado, pero los dos tenían la misma terminal. Recuerdo bien que era dos líneas distintas porque aún estando en medio del delirio, controlé el número y además al subirme me quedé estupefacta porque estaba vacío y era una línea muy frecuentada. Recuerdo este pensamiento a la perfección.

Por eso me quedé de piedra cuando al llegar a la terminal me encontré con que estaba sobre el mismo autobús del que me había bajado, el cual se le había apagado el motor. Observaba el número y no entendía como podía ser posible. Si, en la misma parada pasaba también este, pero yo había subido en otra línea, de esto estaba completamente segura. Miré el reloj y habían pasado veinte minutos: demasiado tiempo, desde el punto en que me subí se necesitaba como mucho la mitad.

No estaba asustada en aquel momento, sólo fríamente sorprendida.

Archivé el suceso momentáneamente, tal y como hacía en los años de las abducciones, como si fuera normal subir a un autobús y bajar de otro.

Después de unas horas comprendí que debía de pensar claro, así que hice un ancla y obviamente salió de todo. El ataque de pánico era debido al hecho que me estaban raptando, y todo aquello de bajar y subir de los medios de transporte había sido una verdadera fuga. Consiguieron prenderme con mucho esfuerzo solo después de que subiera al segundo autobús, en el ancla vi que todo se paraba, las personas desaparecieron repentinamente y yo me aferraba a los asientos mientras la luz de siempre tiraba de mí hacia un agujero que se había abierto en el techo. En aquella operación eran todos militares y Horus para poder hacer una copia, pero todo resultaba extremadamente difícil y al final no consiguieron hacerme nada. Me amenazaron de algún modo, diciéndome que iban a matar a toda mi familia, no antes de haber raptado y violado a mi hermana de 7 años. Yo rompí a llorar, gritando que quería que me retornaran a casa, estaba desesperada, pero no les permití de hacer otra copia. Al final tuvieron que devolverme atrás a toda prisa, porque la desesperación se había transformado en rabia y casi había echado al Ra de turno. Había salido de su contenedor parecido a un pollo y después de amenazas e insultos mi parte anímica estaba intentando de bloquearle en este espacio – tiempo provocándole la muerte. Al ver este mal final, los militares se apresuraron a liberarse de mí, pero como ocurre habitualmente en estos casos habían cometido un error: me había dejado en el autobús equivocado.

De esta manera me di cuenta que no me había liberado del todo y en los días posteriores se sucedieron los ataques de pánico y las paranoias de todo tipo. Sin ir más lejos, el día después de haber hecho el ancla tuve que parar el auto porque mientras conducía me llegaban imágenes de militares que prendían a mi hermana haciéndole todo tipo de obscenidades. La peor de las cosas, aquella que más me hizo sufrir, ocurrió poco después. Hacía ya varias noches que no podía dormir porque me encontraba los aliens en mi habitación: sentía y veía que me venían a prender pero no comprendía el por qué. En el fondo, sin la MAA no tenían casi ningún motivo para venir. Había infravalorado otro punto por el cual una mujer les es muy útil. También infravaloré el deseo de maternidad repentino que sentía desde hacía algunos días, pasó inadvertido entre mis miles de problemas.

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Desgraciadamente consiguieron raptarme de nuevo para implantarme un feto y esta vez lo sentí y lo vi casi todo. No fueron capaces de dormirme del todo y estaba prácticamente despierta y fue como un sueño lúcido con los ojos abiertos. La mujer Orange que me decía que me desnudara y me entregaba una túnica de hospital, los grises que me acompañaban a una habitación y me hacían tumbarme. Y aquel dolor.

Me encontré en mi cama casi sin darme cuenta, me parecía que llevaba días sin dormir. A ratos había vivido la situación casi despierta, en otros momentos sólo tenía vacíos, pero sabía exactamente lo que había ocurrido. Hablé con mi alma antes de profundizar en el sueño y le pedí que eliminara al feto que me habían insertado por medio del siguiente ciclo menstrual. No era hijo mío, no lo quería y no quería darles a esos seres asquerosos una cobaya para sus experimentos. Desde mi vientre y desde mi carne no lo habría tenido jamás.

El Alma no conoce el tiempo, pero sabe escuchar a su propio contenedor. Los días siguientes llegó la menstruación y me sentí feliz de haber saboteado sus planes y sobre todo porque no me volverían a tocar de aquel modo. Después de haber entendido que no estaba libre del todo, recomencé a hacer SIMBAD y poco a poco conseguí sentirme mejor.

Justo cuando estaba a punto de recuperarme, me llamó Enea. Me dijo que finalmente había conseguido liberarse de la MAA y que ahora podíamos por fin estar juntos. Estaba aún muy asustada y débil para darme cuenta que aquello era sólo una estrategia para volver a prenderme, ya que casi había terminado mi camino. Así cometí el error más grande de todos: volví con él.

Hablé con Corrado, pero ya sabía lo que pensaba, él siempre había estado en contra de nuestra relación, pero no por ello me había dado la espalda. Y ahora Sandro también pensaba como él. En aquel tiempo había comprendido que dos abducidos no pueden estar juntos en ningún caso, y me aconsejó que esperara para poder retomar mi relación con Enea. Y yo no entendí nada por dos largos años.

Los problemas no acabaron ahí, obviamente, y por mucho tiempo mi camino sufrió una parada total hasta que no comenzaron a salir a la luz los primeros datos sobre la acción de Hombre Primigenio. Durante el verano del 2010 conocí a una ex abducida que me habló de su experiencia y pude conectar todo: los ataques de pánico, la sensación de estar a punto de morirme y que mi alma me hubiese abandonado, cada cosa se correspondía. Entonces no me lo pensé dos veces y quedé con Sandro para hacer una flash simulation, ya que mientras tanto Corrado y sus colaboradores habían puesto a punto esta nueva técnica. Así conseguí liberarme de la influencia de Hombre Primigenio, aunque fue duro, durísimo.

Hombre Primigenio es capaz de atraer a la parte anímica mediante su contenedor, y el único modo de liberarse de su acción es cortar estos vínculos. Recuerdo todavía este cuerpo gigantesco conservado en un cilindro, en una sala llena de extrañas tecnologías, sobre las cuales no me entretuve ni un segundo. Nada más cortar los vínculos sentí una gran nostalgia de aquello que había sido, después de todo, era el primer cuerpo con el cual había hecho mi primera experiencia sobre la tierra. Rompí a llorar desesperadamente, mientras Sandro intentaba consolarme como si fuera el hermano mayor que siempre quise tener. Al final de la Flash simulation me dije que aunque fuera desagradable, una separación brusca era a menudo también definitiva y no debería de tener ya más problemas. Así fue en efecto, durante un cierto tiempo.

Después de haberme liberado de Hombre Primigenio, retomé las riendas de mi vida. Terminé la Universidad, y retomé los estudios de interpretación que había dejado cinco años atrás. Desgraciadamente aún tenía problemas con Horus, y no conseguí liberarme de ninguna manera aunque le dedicara todos los esfuerzos. También Enea tenías sus propios problemas, pero intentábamos no pensar en eso, y ni por asomo pensaba que el obstáculo más grande era nuestra relación. Yo estaba aún convencida que de algún modo estábamos predestinados a estar juntos,

que de hecho, nos habíamos reencontrado. No había comprendido aún que eso era una patraña y que ya podía aplicarme todos los SIMBAD, flash simulation y TCTD que quisiera, que sin la comprensión del problema no iba a ir a ninguna parte. Eran sólo paliativos. Las técnicas son muy importantes, pero sin voluntad hay poco que hacer.

Abrí los ojos después de licenciarme, cuando tuve más tiempo para observar mi interior, pero la mayor parte salió al ver Seis días sobre la Tierra.

Esta película aparentemente no causó ningún efecto en mí, aunque algunas escenas que se acercaban a la realidad de lo que me estaba pasando me quitaron el aliento. No me había dado cuenta, pero aquella película me había dado un empujón emotivo muy fuerte y después, todo el trabajo que había hecho con tanto esfuerzo con el TCTD para liberarme de Horus tuvo al fin resultado. Durante el enésimo TCTD me pregunté por qué no era capaz aún de liberarme. La situación se representaba siempre del mismo modo: creía que habría eliminado cualquier rasto de este parásito y en cambio volvían a aparecer las acostumbradas “manchas” sobre las paredes de la

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habitación, señal de que los chips de conexión estaba aún activos. Al final sucedió algo que de nuevo me hizo comprender la amarga verdad.

Enea en aquel tiempo, se estaba liberando de la influencia de Hombre Primigenio, y me había contado con qué imágenes le había visto irrumpir en la habitación del TCTD. Con aquella misma imagen lo vi entrar en el mío el día después.

Habíamos pactado un año de no contarnos los respectivos SIMBAD y TCTD para no influenciarnos la experiencia, pero había bastado una vez, una breve alusión de dos minutos para que ocurriera de forma inmediata. Ciertamente no era una casualidad, y obviamente yo no podía discernir qué era cierto y qué no. ¿Por qué ahora veía otra vez a Hombre Primigenio en mi TCTD? ¿Estaba solamente sugestionada por lo que me contó Enea? ¿O como solía suceder, en el momento en el cual él se liberaba, venía a prenderme a mí? Realmente no podía continuar así.

Al final le pedí explicaciones a mi ánima, mente y espíritu y lo comprendí en un momento. Ánima, aquella esfera azul, había tomado otra vez la forma humana que tenía siempre en el SIMBAD y me observaba con calidez, esperando que yo finalmente comprendiera mi error.

Ni qué decir que se me cayó el mundo encima en un instante. Entonces todo había sido una larga y vil tomadura de pelo. Durante más de dos años había estado manipulada y cerca de una persona con el único objetivo de mantenerme bajo control, para que no me liberara.

En pocas semanas toda mi historia con Enea se derrumbó como un castillo de arena, y con él mi corazón. Sentía el peso de una mentira inmensa que había contaminado mi vida y robado mi tiempo. Cuando no podía más me iba a correr a una pista para bicicletas medio rota que no estaba muy lejos de mi casa. Me parecía sentir las piezas del corazón moverse dentro y lacerarme mientras corría y pensaba de qué manera le iba a dejar. No sabía cómo hacerlo.

Cada instante de nuestro pasado en común, desde los proyectos importantes hasta nuestros juegos, me llevaba al pasado y me dolía como una bofetada. Volvía a ver nuestros mejores momentos y también los peores como fotografías fijas, inmóviles, sobre sus esquinas aparecía el dibujo de una mueca burlona sucia del olor de nuestras noches.

Al final le dije todo. Él no aceptó mi explicación, nunca entendió que dos abducidos no pueden estar juntos, que de hecho no éramos dos almas que se buscaban desde siempre, sólo dos ingenuos que querían sentirse menos solos. Le dejé decidida a no volver nunca atrás. Así, además de haber sido una marioneta en manos de un sinvergüenza mal intencionado, me tocó ser el malo.

Por suerte Corrado estaba aún dispuesto a echarme una mano, aunque habían ya pasado años. Apenas le expliqué la situación y le pedí que me ayudara con una TCDT me dijo inmediatamente que sí, sin pedirme nada. No pararé de darle las gracias a este hombre por la paciencia que tuvo conmigo.

ABDUCIDOS Y RELACIONES AMOROSAS

Escribo esta parte porque en mi caso, los problemas de abducción estuvieron muy ligados a las relaciones con los hombres. Creo que es así para muchas otras abducidas, aunque pocas se dan cuenta.

No es fácil decir por qué los abducidos no pueden estar juntos entre ellos y no pueden tampoco, según mi opinión, tener una relación sana con nadie. En el fondo yo misma he estado abducida y conservo un buen recuerdo de todas mis relaciones, aunque fueran con otros abducidos.

El motivo más importante es seguramente el emparejamiento estratégico. Hoy puedo afirmar con certeza que todas las historias entre abducidos son casi exclusivamente dirigidas a la continuación de la especie. Y el modo más simple para asegurarse una cadena infinita de cobayas sin ni siquiera esforzarse de traerlas al mundo, basta con acercar a dos sujetos que suministren al mundo la cantidad necesaria. A menudo a los abducidos les pasa que se enamoran locamente y después de haber tenido un hijo o más, se dejan con la misma rapidez con la que se habían encontrado.

El motivo lamentablemente, no es sólo éste. He visto y experimentado relaciones casi morbosas en las cuales la unión era aparentemente fortísima y dotada de una empatía que permite sentirse a distancia, percibir los pensamientos del otro, todas las cosas que corresponden estrechamente con la parte anímica, pero excluyen el resto. Además del Ánima, hay también una Mente y un Espíritu, este último es la sede de los sentimientos y confundir el amor de Ánima con el del Espíritu no es sano. Alma ama en 360º, y como una niña a la cual no se le

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puede explicar que los seres humanos no se comunican con telepatía, sino mirándose y hablándose, porque ella está aquí para jugar y cuando consigue abatir las barreras del espacio y del tiempo está feliz y por lo tanto lo está también su contenedor. No hay nada de malo en sentirse en la distancia y saber qué está haciendo el otro, pero entre una pareja de abducidos esto se vuelve difícilmente llevable.

El abducido sufre de soledad crónica: tiene este dolor desde la primera vez que le abdujeron cuando era pequeño y él llamaba a su madre, pero ella no respondía. O todas aquellas veces en las cuales tendido sobre una camita de hierro, en una habitación desordenada ha gritado ayuda durante horas y nadie responde si no es para suministrarle un calmante, o la violencia de turno que hará menos ruido.

En una situación como esta, encontrar a alguien que comparte los mismos dolores y con el cual es posible establecer una comunicación intensa y profunda es como encontrar la paz.

Todo esto puede parecer muy romántico, pero en realidad crea una conexión que tiene más que ver con la dependencia que con el amor.

En mis relaciones pasadas a veces me parecía que me iba a morir si el otro no estaba conmigo, mi personalidad llegaba a fundirse totalmente con la de mi compañero y cuando estaba sola no sentía nada. Cuando Corrado me hablaba de transfert y contratransfert, cerraba el problema creyendo que no me concernía y en cambio he llegado a la conclusión de que es imposible no caer en este mecanismo perverso. Dos abducidos inician una historia de amor mientras se están liberando: apenas uno comienza a estar bien, el otro estará mal, es una montaña rusa emotiva de la cual, una vez que te has subido en complicadísimo bajar.

Alguien me dijo que sufriría en mi propia piel el transfert en una historia de amor con un abducido y cómo hacer un viaje al infierno y después volver.

No se encontrar palabras más adecuadas, estoy segura de mi camino de liberación ha sido tan largo porque me faltó comprender todo este aspecto y continuaba vinculándome con otros abducidos sin entender que así no saldría jamás.

Del mismo modo, un abducido no creará nunca un vínculo sano con otra persona, porque no será nunca al 100% él mismo, será él más algún otro. Por otra parte la personalidad de los abducidos es siempre muy fuerte, y he visto que cuando están cerca de personas no abducidas (aunque a menudo conozcan perfectamente el problema!) tienden a dominarlos.

A veces engañan, y otras pueden convertirse en sumisos totales alejándose más que nunca de una relación de igualdad.

Todo esto equivale a decir que los abducidos no pueden tener una vida sentimental y asumo toda la responsabilidad. No porque no sean capaces, es porque no son libres, presa de múltiples voluntades distintas que le convierte prácticamente en prisionero de sí mismo. Y la falta de libertad en ente caso es como una enfermedad contagiosa que usa el canal más vulnerable para transmitirse: el canal de las emociones.

Tendría aún más que decir, pero el discurso sería tan largo que me arriesgaría a caer en el juicio, no es mi intención: esto es sólo mi opinión personal. Puede que esté equivocada, naturalmente, deseo de verdad que un día salga a la luz que las cosas no son así, porque mi objetivo no es tener razón a toda costa, no me importa para nada. Las cosas que he escrito no dejan lugar a interpretaciones y son muy duras, solo puedo acabar diciendo que con mis palabras no quiero ofender a nadie, pero que según mi opinión, para amar verdaderamente a alguien es necesario ser libre y que el otro también lo sea. O nos arriesgamos a amar a una persona que en realidad no existe.

EPILOGO

Crepúsculo. Miro la pista estropeada que está delante de mí, las malas hierbas crecen entre las grietas del asfalto. El color marrón hace que gire la cabeza, pero también está esa línea blanca tan recta que me da seguridad, aunque esté un poco borrada. Comienzo a correr sobre esta pista olvidada de la periferia, nadie guardará de ella un recuerdo, cada mirada cruzada se perderá en el olvido de aquellas horas pasadas en soledad, corriendo, cada uno con sus cosas insignificantes.

Entonces estoy sola. De repente todo desaparece y siento que debo empezar a correr, esta vez de verdad. Corro, sobre esta tierra que me ha visto nacer y sacudirme de encima las mentiras una a una. Miro mi infancia de pequeña vidente que ya había previsto cada movimiento de su familia, frágil como un castillo de cartas, y que en silencio se había construido un mundo feliz donde siempre había alguien que necesitaba de mi para apegarse plácidamente a sus cadenas hechas de oro y torniquetes (de gomas que se usan para hacer un estrangulameinto antes de sacar sangre del brazo N. del T.). Disminuyo la velocidad pero no me paro, dejo detrás de mí aquel tiempo cándido que se desmorona a mi paso, como un simulacro finalmente desvelado y destruido a tiempo.

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Corro mientras el viento me susurra que no debo soñar con estos prados por las noches, como me decía papá, pero existen de verdad y puedo cabalgar sobre ellos, veo una muchachita con la cabeza baja y un espejo roto en las manos. Un caleidoscopio devuelve una fea imagen, porque el verdugo está siempre ahí, con una mano le acaricia la cabeza, mientras que con la otra sostiene la piedra con la que rompió el espejo. Palabras pastosas y falsas como el espíritu del que están hechos, le susurra al oído que si el mundo la encuentra fea e inútil, las estrellas la volverán especial. Alzo la vista y sonrío a aquella adolescente atontada, me devuelve la mirada con ojos llenos de estupor por aquel mundo que creían diferente, con una mano la toca y me doy cuenta de que está hecha de arena. Es una parte de mi antigua vida, consumida, habría que tirarla ya y mientras sonrío lo hago, continuo hasta la próxima curva, siempre adelante, nunca más atrás.

La luz se está yendo y debo darme prisa porque esta carrera tiene muchas etapas de verdad, y finalmente veo una luz intocable, nueva, y explorada sólo parcialmente. Me paro un instante e imprimo bien sobre mi carne la luz de mis sueños, mis objetivos, mi gran pasión, sé que está allí intocable que me espera sin hablar a pesar de que estoy a punto de perderla de vista y me costará mucho volver a encontrarla. Velozmente introduzco la mano en esta luz cálida y siento toda la voluntad del mundo vertiéndose sobre mí, una risa cálida me sacude por dentro y antes de irme me deslizo en los bolsillos dos máscaras de cera, una con una sonrisa, la otra triste. Estarán ahí, conmigo, durante toda mi larga carrera porque ya las he aferrado y nunca más nadie me las podrá quitar. Ni siquiera ellos.

Corro, y siento que las fuerzas están cayendo, ahora bajo la velocidad y por primera vez alzo la vista hacia el cielo. Una lluvia molesta cae y cae, mientras corro cada vez más lento veo finalmente el rostro de quien ha tejido entorno a mí una fina trama de falsa excelencia. Cada velo cae y miro la putrefacción de mis alternativas, de ese grupo de miserables fariseos, que me proponen desde el inicio de los tiempos de cambiarme mi esencia por un poco de compañía. Pero la cobardía no basta para parar mi carrera y mientras, con rabia, escupo mi desprecio a mi gran y viejísima cruz, mis piernas recuperan velocidad y dejo detrás de mí también a ellos, no me importa si me perseguirán.

Aunque la noche ya ha caído, me doy cuenta de que he llegado a la mitad de la pista y no me puedo parar. Me vuelvo un instante, pero volver atrás tendría el sabor de una oportunidad pisoteada, entonces me trago mi miedo y sigo adelante porque si realmente lo quiero, también podré ver en la oscuridad.

Desde una ventana suspendida en el vacío veo los engaños de amor, cuyos restos fueron escondidos bajos mis cadenas infernales, como si fueran fantasmas me llaman con la promesa de lo que nunca sentí a mi lado, el seguro apoyo del te amo por ser como eres. Pero siguen siendo marionetas, y como fantasmas tienen una bonita sábana que les cubre, pero yo se la arranco y mientras reduzco a escombros la falsedad, corro aún más rápido, porque una vez más he destruido las cadenas. Uno de ellos me lanza por detrás hojas de papel que el viento pega en mi pelo, en mi cara, impidiéndome ver. Pero poco a poco, consigo deshacerme también de ellas. Antes de pisotearlas me doy cuenta de que son partituras con perfectas notas musicales que ya no sonarán jamás. Es la música del autoengaño, tiene un sonido de chatarra y un tempo que tiende al infinito: su sórdido romanticismo no me para y sigo corriendo.

El cielo se ha despertado, la tierra ha suspirado, el azul de la noche poco a poco se aclara y tiende al celeste orgulloso de la mañana, y veo los primeros rayos del sol recién nacido. En mi carrera desesperada, en un lado de la pista, está mi amor, sentado, está esperando que le tienda una mano, pero sin levantarse sobre sus dos piernas. Le miro con el corazón herido por una fractura vieja como el mundo y rompo también este vínculo. Bajo la mirada, vacilo un momento y pienso que quizás tendría que haberle esperado, esperado el tiempo para que aquellos ojos se impriman para siempre dentro de mi alma. Mis piernas cansadas se vuelven lentas con este pensamiento, pero cuando alzo la cabeza y me doy cuenta de que el alba está ahí también para mí, retomo de nuevo mi carrera. No puedo volver a pararme nunca más.

Veo el final. Los ladridos de los perros acompañan mis pasos ya imparables hacia la meta, con los ojos cerrados sonrío y siento que todo y nada se concentran en un punto único dentro de mí, ya por fin libre. Soy libre y los ojos se empañan de lágrimas por primera vez auténticas. Soy libre y al lado de la pista veo al viejo y al joven marinero que guiñan los ojos hacia mí, solo un instante, porque otras urgencias les reclaman en otros lugares. Mis piezas están ya listas y mis piernas en forma y no hay obstáculo que me detenga ahora porque la decisión ha sido tomada y he comprendido el secreto del tiempo. Empieza ahora la vida.