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FACULTAD DE EDUCACIÓN, CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES Nombre : Macarenna Ortiz Fuentes Genesis Sánchez Colihuinca Curso : 2° Pedagogía en Castellano y Comunicación Profesor : Juan Manuel Fierro Ayudante : Javiera Ibaceta Fecha : 22 de junio de 2012 “LA REALIDAD MINERA EN “HIJO DEL SALITRECOMO SINÓNIMO DE DESIGUALDAD SOCIAL Y PROBLEMAS POLÍTICOS A COMIENZOS DEL SIGLO XX”

Hijo del salitre volodia teitelboim

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Análisis de la obra de Volodia Teitelboim (Chileno) sobre la realidad de los mineros del siglo XX que culmina con la matanza de la escuela Santa María de Iquique en 1907. Todo bajo la mirada del dirigente comunista y ex minero Elías Lafertte.

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LITERATURA CHILENA I 2012

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FACULTAD DE EDUCACIÓN,

CIENCIAS SOCIALES Y

HUMANIDADES

Nombre : Macarenna Ortiz Fuentes

Genesis Sánchez Colihuinca

Curso : 2° Pedagogía en Castellano y Comunicación

Profesor : Juan Manuel Fierro

Ayudante : Javiera Ibaceta

Fecha : 22 de junio de 2012

“LA REALIDAD MINERA EN “HIJO DEL

SALITRE” COMO SINÓNIMO DE DESIGUALDAD

SOCIAL Y PROBLEMAS POLÍTICOS A

COMIENZOS DEL SIGLO XX”

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Índice

“HIJO DEL SALITRE” ............................................................................................................................... 2

VOLODIA TEITELBOIM .......................................................................................................................... 3

1._ ANÁLISIS DE LA OBRA. ..................................................................................................................... 5

1.1._ PERFIL DE PERSONAJES TRASCENDENTALES. ..................................................................................... 10 1.1.1._ Elías Lafertte. ................................................................................................................................................. 10 1.1.2._ Francisco “calichero” Ruíz. ........................................................................................................................... 12

CONCLUSIÓN. .......................................................................................................................................... 13

BIBLIOGRAFÍA. ....................................................................................................................................... 15

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“Hijo del Salitre”

Por

Volodia Teitelboim

En el presente trabajo analizaremos la obra de Volodia Teitelboim Hijo del Salitre, la

problemática “La realidad minera en “Hijo del Salitre” como sinónimo de desigualdad

social y problemas políticos a comienzos del siglo XX”.

Dentro de esto analizaremos los conflictos sociales y políticos de la pampa salitrera, como

una lucha de defensa y preservación de las riquezas naturales propias de Chile, que son

usurpados por extranjeros, dándose las constante temática de una literatura antiimperialista,

donde se podrá observar el conflicto entre el dominado (la clase obrera) y el dominante

(dueños de salitreras, intendente, presidente Pedro Montt)

Palabras claves: Desigualdad social y política, Antiimperialismo, explotación de riquezas

naturales, movimiento social y minero.

Bajo el gobierno del presidente Manuel Montt a comienzos del siglo XX, surge en el norte

del país la primera huelga de los obreros del salitre, esto a raíz del descontento salarial por

su trabajo realizado en las mismas salitreras, al interior de Iquique. Estos conflictos

políticos que surgen en medio de esta convulsión social a comienzos del siglo XX

determinan la elección de una opción discursiva testimonial. Así jóvenes intelectuales

asumieron el drama vivido en la humanidad y sus consecuencias, la mentalidad que surgía

en Europa, buscando en las letras el camino para expresar sus inquietudes y testimonios.

Surge entonces la generación del 1938.

Uno de sus mayores representantes es “Hijo del Salitre” de Volodia Teitelboim escrito en

1952, en el cual se trata el suceso histórico de las huelgas mineras, debido a la explotación

de los mineros que trabajaban en las salitreras, y que culmina en la masacre de la escuela

Santa María de Iquique en el año 1907 que lleva al protagonista del relato a tomar una

postura definitiva con respecto a su vida. Peticiones tales como el aumento de sueldo, el carecimiento de las provisiones necesaria

para el diario vivir y la importancia de una mejor calidad de vida (hacinamiento, pobreza),

entre otras realizadas la mañana del 11 de diciembre de 1907, en la oficina salitrera de San

Lorenzo, dirigido por Francisco Ruiz, junto a un grupo de obreros, inicia uno de los

principales temas de esta obra literaria la desigualdad social por una parte y la otra el poder

centralizado en las riquezas naturales de Chile que son dirigidas por extranjeros, que

dominan el territorio nacional, creando un mundo aparte decidiendo absolutamente todo en

lo que respecta a la mano de obra.

Tras la negativa de los administradores de la propiedad de capitales extranjeros donde ellos

trabajan, los obreros decidieron abandonar sus labores y expandir la huelga a lo largo de

toda la pampa.

Como consecuencia un número considerable de obreros cesaran en sus faenas y decidirán

bajar a manifestar sus necesidades a los trabajadores comenzando a abandonar las oficinas

con el fin de dirigirse al pueblo del San Antonio y luego Iquique.

Teitelboim quiso hacer un homenaje a su amigo Elías Lafertte y criticar al sistema político

de la sociedad a comienzos del siglo XX, y que aún se mantenían en la década del 50’.

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Tomamos esta intención para presentar nuestra problemática a tratar en este trabajo “La

realidad minera en Hijo del Salitre como sinónimo de desigualdad social y desinterés

político a comienzos del siglo XX”.

El sentido de esta novela es intenso, ya que la descripción que realiza el autor de la clase

obrera, deja en evidencia la clásica barrera entre la clase dominada, en este caso los obreros

que se sienten explotados por una clase dominante (políticos, dueños de la salitrera, entre

otros), que luchan por implementar un sistema capitalista competitivo que absorbe los

valores fundamentales de la sociedad y arrastra consigo el poder del más fuerte, de modo

que causa un despertar en los obreros salitreros.

Con todo esto tenemos por objetivo principal analizar en la novela “Hijo del Salitre” de

Volodia Teitelboim los conflictos sociales y políticos de la pampa salitrera, en donde existe

un desequilibrio de poderes, y la usurpación de los territorios y riquezas propias de Chile

por extranjeros, en este caso gran parte de esto le pertenecía a los ingleses. Así obtenemos

dos objetivos específicos:

1. Demostrar la ciega convicción de los obreros por luchar por la búsqueda de sus

derechos.

2. Realizar de forma ordenada los sucesos más importantes desde que comenzó la

huelga en la Salitrera San Lorenzo hasta el 21 de diciembre de 1907.

3. Demostrar la realidad minera desde el punto de vista de personajes específicos de la

novela.

Volodia Teitelboim(1)

es considerado uno de los más grandes literarios de la generación del

38’ gracias a sus aportes tanto para la literatura como para la cultura durante más de sesenta

años, aun incluso estando en exilio en Europa.

Nación en 1916 en Chillán, un ciudad al sur de chile, y falleció en 2008 en la ciudad de

Santiago de Chile. Fue escritor, biógrafo, crítico literario, periodista fundador de “El

Siglo”, locutor radial, abogado, diputado, senador y secretario general del Partido

Comunista de Chile, en el cual comenzó su carrera política a los 16 años y que finalmente

marcarían la vida del autor.

En su faceta de crítico siempre estuvo atento a las letras latinoamericanas y universales, en

donde constantemente trabajaba en la crítica de otros autores, además se le adjudica la

creación de nuevos géneros literarios.

En 1952 publica “Hijo del salitre” que se basa en las vivencias de su amigo Elías Lafertte,

un militante del partido comunista y antiguo minero salitrero que salió con vida de la

Masacre de la escuela Santa María de Iquique. Así también utiliza la obra para realizar una

crítica a la sociedad chilena ante su desinterés por las causas sociales que ocurrieron al

norte del país.

Por otra parte Pablo Neruda elogia la novela de Teitelboim en el prólogo a la segunda

edición de la obra “Hijo del salitre”, ya que dice que:

“Éste libro cumple y sobrepasa los cánones usados de la novela saturándonos de

grandiosa belleza. Pero también alcanza otro de los puntos inseparables de la

creación contemporánea: la de hacer la crónica definitiva de una época.” (P. 12)

Tal como lo enuncia el párrafo anterior, Teitelboim es considerado uno de los grandes

literatos de Chile, puesto que es capaz de dar a la literatura nacional una capacidad de

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análisis de los acontecimiento sociales como también el de cumplir una función de crónica

para mantener vivo el recuerdo de nuestra historia.

Gracias a sus grandes logros como escritor, su trayectoria fue galardonada tanto

internacional como nacionalmente, siendo en 2002 ganador del premio nacional de

literatura.

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1._ Análisis de la obra.

Volodia Teitelboim es uno de los autores más reconocidos de las letras chilenas el siglo

XXI. Es un escritor múltiple que pone a disposición de los ideales humanistas todo su

esplendor y capacidad. No sólo resalta en la literatura, sino también en el área de las

crónicas, el ensayo, las memorias, entre otros.

A los largo de su trabajo en el área literaria, es posible apreciar que como autor pareciera

tomar una posición más bien de testigo el acontecer nacional que ocurre, ya sea histórico,

social, político, etc.

En sus obras, Teitelboim se dedica principalmente a recrear la realidad que vive el país con

el fin de dar a conocer lo que nacionalmente ocurre y que marcan una generación, de tal

forma que es posible observar cierta similitud con lo enunciado por José Victorino Lastarria

en su “Discurso inaugural de la sociedad literaria de 1842”(2)

en donde enuncia que

“nuestra literatura debe sernos exclusivamente propia, debe ser enteramente nacional” (P.

10). Con esto se puede observar que Teitelboim comienza una nueva búsqueda de la

identidad nacional, poniendo de manifiesto la realidad de lo ocurrido en Chile.

En el caso de “Hijo del salitre” se puede apreciar que las relaciones sociales se encuentran

fuertemente marcadas por la perspectiva e ideología marxista, puesto que a lo largo de la

historia el protagonista se ve enfrentado a diversas situaciones de conflictos sociales como

trabajador en las salitreras y que finalmente lo llevan a tomar una postura definitiva política

y socialmente. Así el autor busca dar a conocer una realidad de los mineros del salitre de

forma más directa y “verdadera”, de tal forma que provoque en los lectores una cierta

respuesta ante estos acontecimientos. Además deja en evidencia que a la literatura no sólo

le corresponde mostrar la realidad de una nación, sino que también le corresponde decir y

transformar por medio de las letras, volviéndose entonces en una práctica social.

Por otra parte expresa lo acontecido por medio de la reiteración, mas no como figura

retórica, sino como la reiteración de ideas. En este caso nos encontramos con una

reiteración de los sentimientos y los hechos que se unen dejando en claro la intención del

autor de querer dar a conocer que su intención consistía en reiterar lo que al protagonista le ocurría para que no quedasen posible interpretaciones diferentes a lo que se narra, de modo

que es una guía para comprender a cabalidad lo que nos quiere decir la obra.

La historia se centra en los hechos que envuelven al protagonista, Elías Lafferte, y que

determinan la forma en que será vista la novela, es decir, los acontecimientos de las huelgas

salitreras ocurridas en 1907 y que concluyen con la “Matanza de la escuela Santa María”

en Iquique. Según el profesor de Historia Patricio Rivera Oyarzún (2004), todos estos

hechos se enmarcan en el llamado periodo de “La cuestión social”, a mediados del siglo

XIX, en la cual las huelgas se comenzaron a hacer presentes en el norte del país con la clara

idea de buscar una reivindicación de los derechos de los trabajadores, puesto que existía:

“Un descontento popular debido a las mínimas condiciones de vida de la población

trabajadora de las oficinas salitreras y puertos. Este malestar se traduce en huelgas

que son rechazadas por el estamento burgués nacional y extranjero, a la sazón del

propietario de la explotación del nitrato y apoyado además por la autoridad y sus

fuerzas de orden (policía ejercito y marina) que hacen intervenir a entes del estado

en problemáticas sociales y laborales que no son resueltas”. (Teitelboim. 1996. P.

25).

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Tal como lo expresa la cita anterior, es posible encontrar en la novela dos grandes fuerzas

que se contraponen visiblemente en ella. Por un lado tenemos la clase dominante que son

todos los dueños de las salitreras y quienes ostentan el poder (gobierno, orden, entre otros),

y la clase dominada que son la clase obrera trabajadora.

En ambas fuerzas se encuentra un común denominador que los une de forma estrecha, la

explotación del salitre considerado el “oro blanco” durante finales del siglo XIX y

comienzos del XX. Así como une ambas fuerzas, es también la razón por la cual se

contraponen y por la cual se generan los conflictos sociales por la reivindicación de los

trabajadores del salitre. Esto es posible observarlo en la obra cuando, dado las condiciones

deficientes bajo las cuales se encuentran sometidos los mineros, la falta de horas suficientes

para descansar, el cambio de dinero, entre otras cuestiones, que derivan finalmente en una

huelga en la oficina salitrera de San Lorenzo, en la cual trabaja Elías Lafertte.

“-¿Qué pasa ahora, compañeros?- interrogaba Ruiz-. Cada oficina tiene su propia

aduana, su propia moneda, su propio gobierno… Cada uno es un paisito aparte. Esto

no es chile; es una colonia inglesa… ¿Díganme ustedes, por favor, si existe en San

Lorenzo la libertad de comercio…?”. (Teitelboim. 1996. P. 135).

Por medio de este fragmento es posible visualizar la realidad en la que se encontraban

inmersos los trabajadores del salitre, pues se veían forzados a regirse por la propias “leyes”

que tenía cada oficina salitrera y que en su mayoría pertenecían a empresarios ingleses

(norteamericanos e ingleses) que explotaban los recursos naturales propios del norte de

Chile y de paso a los mineros. Además esto se veía fuertemente respaldado por lo propios

gobiernos que eran “comprados” y llevados financieramente a esos escalafones políticos

por parte de los empresarios extranjeros para no perder su posición en el país y así

continuar con la explotación de los minerales, riquezas humanas y naturales, de la forma

más impune y sin consideración de la propia vida humana.

“-El Presidente Montt y su ministro del interior, don Rafael Sotomayor- peroraba

Ruiz- publicaron un plan muy mentado contra la especulación. ¿Rindió algún fruto?

Fue un puro volador de luces. La agarran con los pobres y a los salitreros no les

tocan un pelo. Sí trabajadores de San Lorenzo, resulta que el salitre ha venido a ser

una maldición para el pobre y algo así como una fondada de opio para el país, sólo

ha aprovechado los ingleses… y a los hacendados del sur… y nosotros nos hemos

quedado con una mano por delante y otra por detrás”. (Teitelboim. 1996. P. 142).

En el fragmento citado, se puede contemplar el descontento que genera esta explotación de

recursos naturales por extranjeros que son íntimamente apoyados por los propios gobiernos

por medio de coimas para que puedan seguir con sus explotaciones y las iniquidades de las

condiciones laborales en las que se encuentran enfrascados los mineros del “oro blanco”.

Así se puede dilucidar una constante temática que se expandió por gran parte de américa

latina, la literatura antiimperialista(3)

.

La literatura antiimperialista se basa en la posición política que el cubano José Martí

comienza a desarrollar en 1902 que consiste en dos ideas principales:

1._ La consideración de la “cuestión social”(4)

como parte de los intereses de los nuevos

países en vías de un naciente desarrollo industrial.

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2._ El desarrollo de cada país debe ser autónomo, es decir, debe estar libre de industriales

extranjeros que se adueñen de gran parte de las riquezas naturales, industriales, etc. que

produzca el país en vías de industrialización.

En la obra de Teitelboim son reconocibles ambos aspectos que son fundamentales para el

desarrollo de temáticas antiimperialista en donde el obrero se ve como una explotación más

de los recursos existentes en los países de Latinoamérica, “un explotado más”, y sus

“explotadores” se ven fuertemente enmarcados la idea del poder y el dinero.

Así el concepto de antiimperialismo se puede reconocer como la idea o política en donde se

rechaza toda imposición extranjera sobre los recursos, tanto naturales como humana, de tal

forma que se vea fortalecida la naciente existencia de un nuevo continente latinoamericano

que no está dispuesto a volver a ser colonia de los países del viejo continente.

Los salarios bajaban y los precios de todos los productos de consumo básico aumentaban.

La situación de inestabilidad y crisis económica es el motor que da el primer impulso a los

obreros de Tarapacá hacia la lucha por mejores condiciones de vida y trabajo, siendo Chile

una gigantesca mina de salitre, que remecería aun más el escenario político y social. Pues

hacia 1900 el 68% del total de las exportaciones del país eran del salitre o productos

aledaños, haciendo de Chile una nación de un capitalismo dependiente, primario exportador

y una pequeña pero poderosa colonia inglesa.

La economía chilena estaba marcada por el paso de una economía capitalista donde

persistían aún aspectos que no alcanzaban el capitalismo y a su vez, seguirían avanzando a

la construcción de centros industriales, minas, puertos, que irían conformando una nueva

clase social que comenzaría a forjar su camino, formando así la clase trabajadora.

Chile tras encontrarse en crisis económica, no solo se veía con la presión de los obreros de

las salitreras, sino que también, debieron hacer frente a las peticiones que exigían

trabajadores y sindicatos de otras empresas, tanto estatales como particulares de la ciudad

que en un principio incitaban a los pampinos, a luchar por sus demandas. Por lo tanto, las

autoridades y el pueblo de Iquique, se vieron sobrepasados y amenazados, por esta masa de

trabajadores que protestaba.

La clase obrera a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, se unifica en una sola

voz formando, sus primeras organizaciones, en donde 1890 inicia la primera huelga general

en Chile.

Tras la unión se dan cuenta de la fuerza, de su capacidad de organización y de lucha, y

comienza a ponerlas a prueba. Finalmente se deriva en una huelga generalizada que

comienza el 11 de diciembre de 1907, en donde lo mineros y trabajadores de las oficinas

salitreras del norte del país, se reúnen y comienzan un peregrinaje hacia Iquique con el fin

de dar a conocer sus quejas y necesidades, tales como “Cambio a 18 peniques”, “Baja de

los precios”, “Alza de los salarios”, “rejas para los cachuchos” (Teitelboim. 1996. P. 144),

entre otros, de modo que fue conocida a nivel nacional como “La huelga de los 18

peniques”, considerada incluso por la misma obra como “la huelga más grande que se

recuerda en la provincia y tal vez en todo el país… Un paro por la carestía del país”.

(Teitelboim. 1996. P. 192).

Los hermanos Ruiz en representación de los trabajadores salitreros de San Lorenzo, le

entregaron al administrados, el inglés Francisco Turner, una carta exigiéndole un aumento

de salarios, quien el 12 de diciembre de 1907 da la negativa ante cualquier otra petición, ese

día se declara a huelga en San Lorenzo.

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“–Traigo noticia – dijo Ruiz, abriendo la reunión –. Noticias importantes. La huelga no ha

terminado, compañeros…Al contrario, se extiende como un reguero de pólvora por muchos

puntos de la pampa…” (Teitelboim. 1996. P. 144)

Los obreros salitreros continuaron recorriendo las oficinas durante los días posteriores, en

el cual llamaban a huelga, incluyéndose los obreros de Santa Lucia, San Agustín, La

Esmeralda, Santa Clara, Santa Ana. Todos le declararon huelga a los ingleses, gringos y

patrones.

El ministro del Interior, Rafael Segundo Sotomayor, antiguo vecino de Iquique y conocido

abogado defensor de los intereses salitreros de Matías Granja, envió continuos telegramas

al Intendente subrogante de Tarapacá., abogado Julio Guzmán García, quien después se

transformaría en el representante del Intendente, quien no se encontraba en Iquique durante

el comienzo del conflicto.

El primero lo envió el sábado 14 de diciembre, cuando los pampinos no llegaban aún a

Iquique. En este telegrama ordenaba que “si huelga originare desórdenes proceda sin

pérdida de tiempo contra los promotores o instigadores de la huelga; en todos los casos,

debe prestar amparo a personas y propiedades”.

Ese mismo día, la Alcaldía de Iquique determino la suspensión de los espectáculos y la

clausura de las cantinas, esto era el comienzo de un cierre hasta nuevo aviso de todos los

negocios que podría tener Iquique.

El domingo 15 llegó temprano a la ciudad una numerosa cantidad de pampinos. Procedían

del Cantón de Alto San Antonio. Fueron alojados el Hipódromo. Quien los recibe Julio

Guzmán representante del Intendente quien por medio de un comunicado público propone

solucionar el conflicto en 8 días, pero con la condición de que los obreros volvieran a

trabajar en la pampa. Al escuchar lo que se les proponía, todos respondieron con un rotundo

“No”.

Tras la decisión de quedarse hasta esperar la respuesta que ellos buscan, tanto los dueños de

las salitreras y los políticos intentan de cualquier forma engañarlos, incluso el intendente

había dispuesto para enviarlos a casa, carros planos para cargar el salitre, en donde no

existía seguridad alguna, es ahí donde los trabajadores indignan, tras ser hacinados por

medio de los militares hasta los ferrocarriles, la euforia genero confusión y caos, rompen el

muro creado por los militares y los obreros inician una marcha hacia la intendencia.

La postura del presidente Pedro Montt no fue neutra, pero tampoco estuvo del lado de los

obreros, sino más bien del lado de los patrones y duelos de las salitreras.

La organización de los obreros permitió que se conformara a sus representantes, quienes en

su gran mayoría eran dirigentes anarquistas, Presidente: José Brig; Vicepresidente: Luís

Olea; Secretario: Nicanor Rodríguez Plaza; Prosecretario: Ladislao Córdova y Tesorero:

José Santos Morales. José Briggs y Luís Olea fueron quienes más destacaron.

Los trabajadores de Iquique también tenían su diligencia, ambos grupos se unieron,

eligiendo un comité común para la lucha. Así es como se consolida la huelga general de

Iquique.

El domingo 15 de diciembre, se realizo una reunión en Zapiga, asintieron representantes del

a oficina de los cantones del norte. Ahí se acordó “que en vista de la situación calamitosa

creada para el trabajador con motivo de la depreciación del cambio, S.E. despliegue todas

las energías propias del primer magistrado de Chile... en resguardo y beneficio del pueblo

oprimido”.

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La sobrepoblación en Iquique fue de 15.000 personas más de los del 40.171 que tenía en

realidad.

Los huelguistas se terminan por reunir juntos en las dependencias de la Escuela Santa

María de Iquique y la Plaza Montt. Allí realizan continuas asambleas para discutir sobre la

marcha de la huelga y su constante negativa de abandonar la acción. Claramente esto no era

bien visto por los empresarios salitreros que habitaban Iquique que prontamente

comenzaron a manifestar su desaprobación, siendo apoyados por el gobierno de Pedro

Montt.

Las sociedades obreras, los Veteranos del 79, la Gran Unión Marítima y algunos

propietarios de hoteles, ofrecieron alojamientos gratuitos. La carpa de un circo también

sirvió como albergue.

Las autoridades los destinaron pronto a la Escuela Santa María y a la plaza Manuel Montt,

los pampinos actuaban un absoluto orden.

El miércoles 18 de diciembre, cuando el conflicto cumplía su octavo día, “El Tarapacá”,

periódico de los patrones, destacó “la actitud de absoluto orden adoptado por los

huelguistas”. Añadiendo que “sus manifestaciones se han reducido a meetings, desfiles y

discursos dentro del terreno de la moderación. Agregaba que “en las numerosas oficinas

que permanecen paralizadas, el orden se mantiene inalterable.”

Ese día ancló en la bahía el crucero ‘Esmeralda’, que traía tropas del Regimiento de

Artillería de Costa, de Valparaíso.

El miércoles 18 de diciembre, el ministro del Interior autorizaba al Intendente el aumento

de la policía, además si era necesario, armar al cuerpo de bomberos para ayudar a la

seguridad de la ciudad.

Que el Intendente Eastman y del general Silva Renard, que venían en buque Centeno

llegaran, fue tomado por los huelguistas como un buen augurio, ya que aún creían que el

gobierno era capaz de resolver el conflicto a su favor, lamentablemente eso no sucedió: el

Intendente se puso a favor de los ingleses, pues traía órdenes terminantes del ministro del

Interior, Rafael Sotomayor, de poner fin al conflicto de cualquier manera, dando alusión a

usar la fuerza y si no era suficiente dar fuego. El día 19 de diciembre decretó el Estado de

Sitio, sin consultar al Congreso.

Finalmente ante la negativa de los huelguistas de deponer la manifestación y trasladarse

desde la Escuela Santa María hasta el hipódromo, el sábado 21 de diciembre de 1907, las

fuerzas militares abrieron fuego contra los huelguistas apostados en la Escuela.

“Fuego de ametralladoras con puntería fija hacia la puerta. Estampidos cerrados.

Cayó una bandera de la azotea […].

Ahora las ametralladoras apuntaban al grueso de la multitud. Martillaban con una

pequeña interrupción en todas las direcciones […] Era tan grande y espeso el blanco

que no había posibilidad de errar tiro”. (Teitelboim. 1996. P. 297).

Tal como se muestra en el fragmento, las fuerzas armadas tomaron “control de la situación”

abriendo fuego contra los huelguistas sin distinguir edad ni sexo. Aún hoy en día no se ha

logrado determinar el número de muertos en la masacre de la Escuela Santa María, pero se

cree que han sido cerca de una treintena de miles o incluso más.

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1.1._ Perfil de personajes trascendentales.

A lo largo de la obra nos encontramos con diversos personajes que cumplen un rol

fundamental. Para ello se han seleccionado específicamente tres personajes que son quienes

realizan las acciones principales y por quienes responde la obra. Elías Lafertte y Francisco

“calichero” Ruíz como personaje que incita y motiva el movimiento obrero.

1.1.1._ Elías Lafertte. Es el personaje principal de la obra, puesto que es en sus

vivencias como minero del salitre en que se centra la historia. En este caso, se analizará un

aspecto puntual en la obra de Teitelboim y es la acción de cambio en el pensamiento del

personaje, llevando a observar la continuidad de la historia desde otra perspectiva. Esta

acción es el cambio de pensamiento de Elías con respecto al movimiento obrero naciente en

el norte del país.

“- Sólo ustedes quedan de los jóvenes. Los demás ya se fueron todos. – Cambió el

tono de sopetón y agregó; - Pero les advierto a los muy maricones que si a las doce

día no les han sacado los pantalones en el campamento de abajo, se los vamos a

sacar nosotras, las mujeres, las tres Oyanedel, aquí arriba ¡Por cobardes!”. (P. 161).

En este fragmento encontramos el diálogo que genera el quiebre en el pensamiento de Elías

con respecto al movimiento obrero, puesto que hasta ese entonces, él no tenía intenciones

de manifestarse en la huelga, aunque si apoya el movimiento.

Tal como nos relata la novela, Elías decide ir más bien, porque no quiere quedar en

vergüenza frente al resto del campamento (puesto que van quedando las mujeres, niños y

más ancianos) ni frente a su amada Ida, pero por otra parte comienza su camino hacia

Iquique, debido a que las palabras de una de las hermanas Oyanedel le hace recapacitar

sobre el camino de su vida, que realmente debiera de estar junto a los manifestantes y no en

la oficina salitrera.

“Perdonaba a Dominga Oyanedel por lo que le había dicho. Ella no comprendía su

alma. Nunca fue cobarde. Pensó en la sublimidad del sacrificio que iba a realizar por

delicadeza y dignidad del hombre, por acompañar a los demás”. (Teitelboim. 1996.

P. 162).

Al comienzo Lafertte llega a Iquique sin mucha convicción de lo que iba a hacer realmente,

incluso llega en tren hasta Iquique, muy por el contrario del resto de los trabajadores de las

minas y sus familias que venían caminando desde las mismas oficinas por el desierto, lo

que generó entre los caminantes que le insultarán e insistieran en que se bajara del tren para

continuar el camino a pie junto al resto, pero él hace caso omiso a los improperios

continuando su camino. Sin embargo todos estos insultos, improperios, malos ratos, entre

otros, comienzan a generar en Elías las primeras emociones que lo llevarían a tomar una

decisión determinante para su vida.

Dado que Elías Lafertte había crecido en una ciudad del “sur”, su inocencia y su vida

habían acabado el día en que llegó a la pampa. “Cuando volvió a La Serena, Elías

comprendió que su niñez había muerto. Murió en La Perla bajo los golpes del combito de

luma”. (Teitelboim. 1996. P. 39-40).

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Elías al percatarse de que su niñez había muerto en la oficina de La Perla, comenzó a

comprender que su vida había cambiado, ya no era el mismo niño de antes, puesto que

había sido sometido a trabajos de moler el salitre con un combito de luma bajo el sol

radiante del desierto. Este hecho fue el que marcó en gran medida su forma de ver y

apreciar la vida propia, ya que consideraba que dada su condición no podía optar a ser algo

más en la vida, que le estaban dados los trabajos que requerían de gran condición física, y

del cual emerger era algo casi imposible, de modo que ser minero del salitre le pareció lo

más normal y no consideraba nada de mejor condición.

Sin embargo esto no aplacaba el deseo de querer lograr algo trascendental en la vida.

“Ansiaba un cambio rápido, violento y aventurar mucho. No creía en los viejos y

pensaba que en la juventud sobretodo se refugiaban la grandeza y dignidad de la

existencia.

Por eso marchó a Iquique, no a rodar tierras, sino a la conquista de un sueño

largamente deseado, que le hiciera olvidar la miseria y pequeñez de su vida”.

(Teitelboim. 1996. P. 59).

Se observa en el fragmento que este deseo naciente de querer lograr algo propio y que

perdurara estaba comenzando a arraigarse en Lafertte, pero nunca tuvo una estimulación

para lograr llevar a cabo ese sentimiento de superación, siendo nuevamente consumido por

las salitreras de Iquique.

Por medio de este análisis de los hechos que marcaron la vida del protagonista se puede

deducir que la vida de los mineros del salitre se encuentra enmarcada en el fin de la

valoración de la existencia humana y comienza a dar paso al concepto de trabajar para

“sobrevivir” y no para vivir.

A lo largo de las manifestaciones que se van suscitando en la ciudad de Iquique y de que

los trabajadores están más unidos que nunca, Lafertte se da cuenta de que está siendo parte

de un cambio en la forma de ver a los mineros y trabajadores de Chile, está haciendo

historia, por medio de la huelga más grande, hasta entonces, que haya visto el país. Es en

este punto en que se produce el cambio de mentalidad definitivo, en donde se da cuenta de

todo lo que ha sufrido en las minas, de tal forma que el cambio de vida que tanto anhela se

puede comenzar a visualizar mediante la transformación de la mentalidad nacional en

cuanto al estatus que se le otorga al trabajador asalariado, por medio del ejemplo que están

dando, organizándose como mineros y luchando por los derechos que les corresponde como

justos.

“Le parecía desperdicio de tiempo roncar en medio de las cosas que estaban

pasando. La confusión había desaparecido de su espíritu. El bombardeo de decires

ni nada podían rebajar ante su corazón el verdadero significado de la extraña vista

de los hombres de la pampa al puerto. Él ahora sabía por qué y a qué venían. Cogió

los innumerables susurros y los incorporó a su idea dramática para hacerla más

grande. No podía maldecirlos. Eran él mismo. Rechazaba las malas palabras como

calumnias. E intuía que allí se abrían las páginas de una nueva época – como Ruíz

había dicho – y él debería, por lo menos, escribir la letra A o un palote de trazo

enérgico en ellas”. (Teitelboim. 1996. P. 219).

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Finalmente se puede apreciar un “despertar” en la vida de Elías Lafertte, pasando a ser de

un minero que aceptaba abusos por parte de los empresarios salitreros a formar parte del

nuevo movimiento de trabajadores en donde todos se unirían para luchar y exigir sus

derechos como tales.

1.1.2._ Francisco “calichero” Ruíz. El perfil de “Calichero” Ruiz representa una

tendencia anarquista, a demás de demostrar que tiene una fuerte personalidad y que lucha

por lo que quiere – ¡No somos bandidos; somos huelguistas! – (Teitelboim. 1996. P. 145).

En segunda parte del libro es donde este personaje aparece marcando protagonismo y

haciendo que Elías empiece de alguna manera a admirarlo, describiendo lo que sucedía

desde el tumulto de gente mientras Ruiz hablaba de la realidad de un minero o mejor

decirlo de un trabajador de la Pampa.

El entusiasmo por cambiar el rumbo del destino de sus compañeros y de él, se vio al decir

lo que pensaba, ahí relato lo que sufrió por alzar la voz tras su descontento sufrió ciertas

consecuencias como ser apresado por la policía particular, fue golpeado, encerrado en un

calabozo y después de tres días, dejado en libertad.

Fue en esas circunstancias que conoce al tipógrafo Luis Emilio Recabarren y le cuenta a

Elías lo importante que fue para el conocerlo.

Ahí supo de la injusticia de trabajar durante más de 10 horas, una muerte digna y un mejor

trato a los ancianos que eran botados como perros porque ya no servían, encontró sentido a

no valorar las fichas como dinero sino el dinero con su único valor. Acepto los consejos

que Recabarren decía, como comprar en otra pulpería, organizarse, reunirse. Compro un

diario llamado “el trabajo” comprado al tipógrafo y que este guardaba como una reliquia.

Así continuó su legado, luchando por lo que él creía que sería bueno para el futuro, alzando

la voz por los que no lo hacía por miedo a represalias, peregrinando de pampa en pampa,

para cambiar lo que podría quebrar el destino de sus pares como la de él.

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CONCLUSIÓN.

Es posible observar a lo largo de la novela “Hijo del salitre” que la realidad que viven los

mineros del salitre a comienzos del siglo XX es realmente compleja y lejos de los avances

en derechos de los trabajadores.

Se visualiza una realidad enmarcada por las desigualdades sociales, en donde el minero era

considerado más un recurso explotable, tanto como el salitre, y no es llegado a ser visto

como una fuente importante que sostiene al país con sus trabajos. Además se aprecia que

los constantes malos tratos, el mal manejo de las políticas en los gobiernos que

antecedieron al Presidente Pedro Montt, los coimas pagados por lo extranjeros que tenían

sus inversiones en el país, el manejo de los recursos naturales y la explotación de estos en

conjunto con el recurso humano fue lo que gatilló el complejo escenario político-social al

que se debió enfrentar el país, representado por la huelga de los mineros de la pampa

salitrera.

En esta huelga no solo se unieron los mineros chilenos, ya que en las salitreras trabajaban

extranjeros que limitaban con Chile como argentinos, peruanos y bolivianos, estos últimos

habían nacido en sus países respectivos, pero que con la Guerra del pacífico pasaron a ser

parte de Chile, sin considerarse como tales. Todos ellos se unieron con un fin común, hacer

valer sus derechos y exigir condiciones de trabajo para un mejor calidad de vida, lo que

termino por desencadenar que todos se sintieran parte un solo cuerpo, sosteniéndose unos

con otros, independiente de la nacionalidad. Incluso cuando al ser avisados por el cónsul

tanto de Perú y como se aprecia en el libro el cónsul de Bolivia, estos se negaron a

abandonar la Escuela exponiéndose al peligro ese día sábado 21 de diciembre en donde una

gran cantidad de extranjeros murieron con sus compañeros de clase.

Aunque la huelga de los mineros del salitre tuvo una gran convocatoria, nadie imaginaba el

final que esta tendría el 21 de diciembre de 1907 con la Masacre de la Escuela Santa María

ordenada por el mismo Presidente Pedro Montt, quien terminó un mediocre y desastroso

gobierno, muriendo en Bremen, Alemania. Por otra parte se puede ver que la historia se encuentra centrada en la vida de Elías Lafertte,

un niño que viaja para trabajar en las mineras cuando era un niño. Así comienza una

búsqueda de la identidad al percatarse que su vida no tiene sentido y terminará mediocre o

muerto al igual que su abuela o compañeros de las salitreras, si no cambia su vida. Al no

encontrar una forma clara de qué poder hacer, la huelga viene a ser como un salvavidas

para Elías, pues le abre las puertas a un nuevo mundo en donde puede cambiar su destino

como obrero del salitre y luchar por los derechos de los trabajadores.

Para lograr este cambio tan significativo, tiene que haber siempre un personaje de gran

relevancia que inicie en el camino a nuestro protagonista, en este caso es Francisco

“calichero” Ruíz. Él es el encargado de hacer ver la realidad a Lafertte de lo que realmente

ocurre y que existe un posibilidad de cambiar su vida, además de impulsar a las oficinas

salitreras a tomar parte en la huelga y lograr así un cambio a nivel nacional en cuanto a la

visión que hasta ese entonces se tenía de los obreros y trabajadores asalariados del país.

Así es posible considerar a la novela de Teitelboim como una novela de carácter social

influenciada por el marxismo y por la literatura que comenzaba a formar parte de una

identidad latinoamericana “el antimperialismo”, que se encontraba enmarcado en el

desarrollo de lo países de América latina de forma autónoma, sin la “colonización” de

países extranjeros y velando por los trabajadores en la llamada “cuestión social”.

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Finalmente como dato histórico podemos decir que el final de los involucrados en la

Masacre de la Escuela Santa María fue muy bullado, ya que Rafael Sotomayor: tipo

violento y corrupto, terminó acusado por la sinvergüenzura del crédito a la arruinada Casa

Granja, (con múltiples oficinas salitreras, de las cuales era heredero y albacea). Roberto

Silva Renard fue apuñalado por el anarquista Antonio Ramón y Ramón, en Santiago; salvó

con vida, pero murió en Viña del Mar al poco tiempo. Osvaldo López después de una

golpiza, en Iquique, siguió promoviendo Diarios obreros. Luis Emilio Racabarren preparó

la obra Ricos y pobres en cien años de Independencia, y fundó el partido comunista. Arturo

Alessandri Palma interpeló al ex ministro Rafael Sotomayor y, posteriormente, se convirtió

en el “León de Tarapacá”. Arturo del Río alcalde de Iquique en 1907, se convirtió en

gamonal y senador, siendo derrotado por Arturo Alessandri, en 1919".

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Bibliografía.

Teitelboim, Volodia. (1996 – 2002). “Hijo del salitre”. LOM ediciones. Santiago de Chile.

Henrchsson Pinilla, Marlene Alejandra. (Enero, 2004). “El tratamiento literario de la

historia en la novela “Hijo del salitre”. Tesis para optar al grado de Licenciatura en

educación. Universidad de La Frontera, Temuco, Chile.

(1) “Volodia Teitelboim” – extraído el 21 de junio de 2012 desde

http://www.memoriachilena.cl/temas/index.asp?id_ut=volodiateitelboim(1916-)

(2) Victorino Lastarria, José. (1842). “Discurso inaugural de la sociedad literaria de

1842”. http://www.uchile.cl/portal/presentacion/historia/4682/discurso-inaugural

(3) “Antiimperialismo” extraído el día 17 de junio de 2012 desde

http://es.wikipedia.org/wiki/Antiimperialismo

(4) “Cuestión social” - extraído el día 17 de junio de 2012 desde

http://es.wikipedia.org/wiki/Cuesti%C3%B3n_social

“Masacre de la Escuela Santa María de Iquique” – extraído el 28 de mayo de 2012 desde

http://www.memoriachilena.cl/temas/index.asp?id_ut=masacredelaescuelasantamariadeiqui

que