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La obra de Frida Kahlo (6 de julio de 1907-13 de julio de 1954) está indisolublemente ligada a su conciencia de pertenecer a México. Y esta pertenencia es la que le da sentido a toda su obra. De aquí que el carácter íntimo y autobiográfico de sus temas necesariamente recurra a una reinterpretación personal del pasado mesoamericano. Impasibilidad hierática del rostro, vestuario, joyas y arreglo personal son otras máscaras que recubren y, al mismo tiempo, exponen su cuerpo desollado. Ella es, también, por dentro y por fuera, Xipe-Tótec......Cada cuadro de Frida es una alegoría, rostro y vestuario están rodeados de una parafernalia a la vez natural y simbólica: amplias faldas, mangas abullonadas, cuellos subidos o escotados, multitud de cintas, holanes, faralaes y festones bordados, pintados y recamados...
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Luis Roberto Vera
OCTAVIO PAZ.
Artista fascinante y mujer compleja y complicada, habitada por fantasmas enemigos.
Verdaderas explosiones del subsuelo psquico [...] simultneamente pinturas y revelaciones.
I. ICONOGRAFA PRECORTESIANA: SEAS DE IDENTIDAD
La obra de Frida Kahlo (6 de julio de 1907-13 de
julio de 1954) est indisolublemente ligada a su con-
ciencia de pertenecer a Mxico. Y esta pertenencia
es la que le da sentido a toda su obra. De aqu que el
carcter ntimo y autobiogrfico de sus temas necesa-
riamente recurra a una reinterpretacin personal del
pasado mesoamericano. Impasibilidad hiertica del
rostro, vestuario, joyas y arreglo personal son otras
mscaras que recubren y, al mismo tiempo, exponen
su cuerpo desollado. Ella es, tambin, por dentro y por
fuera, Xipe-Ttec.
1
Del entorno familiar y popular recibi el gusto por
el disfrute de los aspectos ms sencillos, cotidianos y
espontneos de la vida pueblerina de su Coyoacn
natal. Antes de aprender los rudimentos del arte, antes
de percibir la diversidad de sentidos que se desprenden
1. Acerca de este dios azteca, escribe Alfonso Caso: el dios Xipe Ttec,
nuestro Seor el desollado, es el dios de la primavera y de los joyeros. Su
culto probablemente fue importado desde muy antiguo al Valle de Mxi-
co, pues ya se encuentra en la cultura teotihuacana, en donde el llamado
dios con mscara no es ms que una representacin de Xipe. [...] Su culto
es uno de los que ms repugnan a nuestra sensibilidad, pues consista en
desollar a un esclavo y cubrir con la piel de su vctima al sacerdote de la
tierra. Este rito significa que al llegar la primavera la Tierra debe cubrirse
con una nueva capa de vegetacin y cambiar su piel muerta, cubrindose
con una nueva. Vid. Alfonso Caso, El pueblo del sol, Mxico, FCE, 1953,
pp. 69-70.
de las relaciones formales entre dibujo, color y textura
en una composicin plstica, sus primeras lecciones
abrevaron sin duda en la riqueza inverosmil, la gracia
y la inventiva que proveen todas las manifestaciones de
la vida popular mexicana. Para esto, basta con recorrer
un mercado o el camino a ste por las calles del ms
pequeo pueblo: la disposicin de las frutas sobre un
humilde petate, o las golosinas de todas clases, desde
las frutas hasta los antojitos, o, colgados del techo,
judas, piatas y la inmensa variedad de la artesana
proveniente de todas las comunidades del pas.
Frida asume su identidad como un proceso din-
mico en continuo movimiento. Empresa dramtica, si
la hay, por estar condenada al fracaso. Esta bsqueda
surge por la necesidad trgica de otorgar coherencia
a los elementos ms heterogneos que la constituyen.
Si a ratos logra un equilibrio sinttico entre las fuerzas
que luchan dentro de s, esta situacin se manifiesta
permanentemente inestable y esquiva.
II. CITAS, REFERENCIAS, PRSTAMOS Los objetos del perodo precolombino tuvieron
una profunda influencia en las pinturas de Frida. Es
suficiente con revisar las fotografas de las casas que
habitaron Diego y Frida para confirmar de qu mane-
ra ambos estaban rodeados en su entorno cotidiano
FRIDA: GESTO NTIMO, MIRADA ANCESTRAL
FRIDA KAHLO, AUTORRETRATO CON CHANGUITO, 1945, LEO SOBRE MASONITE, COLECCIN MUSEO DOLORES OLMEDO.FOTO: BOB SCHALKWIJK.
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FRIDA CON PERRO XOLOITZCUINTLE, CA. 1944.FOTO: LOLA LVAREZ BRAVO.
Derecha. XOLOITZCUINTLE, COLIMA, COLECCIN DIEGO RIVERA-ANAHUACALLI.
PERRO XOLOITZCUINTLE.
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por estos objetos en todos los tamaos. Frida, como
se ha visto, coleccionaba joyera de la poca. Diego
coleccionaba esculturas e dolos. La expresin misma
recuperaba beligerantemente el trmino que se utiliz
precisamente para destruirlos cuando la Conquista,
pero, al mismo tiempo, su significado etimolgico
imagen alude asimismo a la expresin familiar utili-
zada para designar a una persona amada. Sin embargo
el inters no se limit al aspecto formal, sino que abarc
las diversas maneras en que la civilizacin mesoameri-
cana se haba desplegado; es decir, el conjunto de ideas,
ciencias, artes, costumbres y creencias debidas a la raza
csmica. Quienquiera que visite las casas que habitaron
y los museos que legaron Frida y Diego podr atesti-
guar de qu manera ambos integraron esta influencia
al mbito de su vida ntima.
De manera que hay que distinguir, y es lo que hare-
mos aqu, entre la cita literal, referida a la reproduccin
estrictamente descriptiva de los documentos prove-
nientes del perodo precortesiano, y las estrategias con
que la imaginacin de la artista integra la influencia
global mesoamericana a su obra plstica. As, a la
cita iconogrfica sigue una fase de recontextualizacin
paulatina, que desembocar ms tarde en una verda-
dera transmutacin de la tradicin precolombina para
re-presentar simblicamente los conflictos y dramas
que cruzaban su sensibilidad. En este sentido, nos halla-
mos ante una asuncin del legado mesoamericano. Y
es esta conciencia del pasado mesoamericano, que se
manifiesta como complejizacin y problematizacin
progresiva tanto del valor de identidad nacional como
de visin del mundo individual, la que le posibilita una
reinterpretacin de esta realidad primigenia, permi-
tindole inscribirse y verse a s misma como parte y
culminacin de ese proceso. En este contexto se debe
entender la alusin al pasado mesoamericano en Au-
torretrato con changuito (1945), en donde la pintora
est acompaada adems por un perro xoloitzcuintle y
una pieza de Nayarit (en todo caso, una pieza del occi-
dente mexicano), con una cinta amarilla alrededor del
cuello de cada uno de los representados para enfatizar
as el carcter autctono y el parentesco de todos ellos.
Los perros xoloitzcuintles identifican particularmente
la cermica precolombina de Colima, en la mitologa
azteca acompaaban como psicopompos a los di-
funtos, en tanto el dios Xlotl gemelo o nahual de
Quetzalcatl descendi al Mictln en busca de los
huesos para reconstituir la raza humana. En la pintura
de Frida el xoloitzcuintle acompaado casi siempre
por un vestido de tehuana en una suerte de complejo
pictrico aparece por primera vez en Autorretrato
con perro xoloitzcuintle [Perro xoloitzcuintle conmigo]
(1938), pasando por El abrazo de amor entre el univer-
so, la tierra (Mxico), yo, Diego y el seor Xlotl (1949),
hasta la Naturaleza muerta [dedicada al Dr. Samuel
Fastlicht ] (1951), vestida con una camisola y sobre
FRIDA KAHLO. NATURALEZA MUERTA, 1951, LEO SOBRE MASONITE, COL. GALERA ARVIL, MXICO. FOTO: ART RESOURCE.
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ella un quexqumetl al parecer de Chiapas, cuadro que
aqu se presenta junto a la foto de Lola lvarez Bravo.
III. MI NACIMIENTO (1932)En 1932 Frida pinta Mi nacimiento, con obvias re-
ferencias a sus experiencias hospitalarias y con un
contrapunto sobrentendido respecto a sus propios
abortos. Desde el punto de vista formal llama la aten-
cin la utilizacin del formato pequeo y el soporte en
lmina de metal, as como las alusiones al estilo de la
iconografa popular de los retablos y la imagen de una
Mater Dolorosa colgada en la pared.
H ay que citar, asimismo, la muy pertinente referencia a las re-presentaciones de parto en la escultura mesoamericana y en especial la famosa representa-cin de la diosa Tlazoltotl. Vienen al caso tanto por
el tratamiento del volumen (es decir, una traslacin de
la experiencia del espacio en donde se inscribe toda es-
cultura), como por la alusin temtica. Hayden Herre-
ra utiliza como referencia la Tlazoltotl de Dumbarton
Oaks, y en esto sigue la iconologa ya establecida. No
obstante, existe otra imagen de la diosa de los partos
an ms pertinente: la Tlazoltotl representada en
el Cdice Borbnico, lmina 13. En efecto, la diosa
lleva la piel desollada de una vctima sacrificial, una
elaborada nariguera y una cofia o toca distintiva de
algodn sin hilar, que tambin lleva el beb recin
nacido. Cintotl (tambin llamado Centeochuatl o
Centotl), dios andrgino de la espiga de maz, surge
de su vientre bajo los auspicios de Tezcatlipoca en su
avatar a la vez nahual y tona de guajolote, adorna-
do por su penacho estrellado y llevando las espinas de
maguey de la penitencia. (Entre 1953 y 1954, Diego
Rivera pint un mural dedicado a la historia de la me-
dicina en el Hospital de la Raza del Instituto Mexicano
del Seguro Social. El lado dedicado a representar la
cultura indgena est dominado en su seccin central
por la diosa Tlazoltotl. Esta diosa aparece asimismo
en el muro norte de la Biblioteca Central de la Ciudad
Universitaria de la UNAM, tambin dedicado a la cul-
tura precolombina, monumental ornamentacin de
mosaicos realizada mediante piedras naturales, obra
de Juan OGorman 1949-1951).
Frida asume su
identidad como un
proceso dinmico
FRIDA KAHLO, MI NACIMIENTO, 1932, LEO SOBRE LMINA DE COBRE, COLECCIN PARTICULAR, MXICO. FOTO: BRIDGEMAN ART LIBRARY.
Pgina siguiente.TLAZOLTOTL, CDICE BORBNICO, FACSMIL COLOREADO A MANO.
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IV. MI NANA Y YO (1937) En Mi nana y yo, la forma piramidal de la composicin,
el fondo del cuadro y la mscara de la nodriza aluden a
la diosa de las cavernas de Teotihuacn. Son imprescin-
dibles las interpretaciones de Esther Pasztory y de Enri-
que Florescano a propsito del Tlalocan teotihuacano,
a las que hay que agregar la que Paul Westheim hiciera
de Chalchiuhtlicue, por lo menos como antecedente
formal en la elaboracin de la Coatlicue Mayor. Hay
una clara correspondencia entre la imagen femenina
principal y el mundo en el que habita: el lugar sagrado
es la diosa. En la concepcin mtica, la identidad entre
la diosa y su mundo tambin se presenta como una
suerte de nudo de imgenes y reflejos. Por eso, este lu-
gar en realidad es un santuario. Los poderes naturales
se concentran en la presencia divina, pero sta, a su vez,
se reparte en el espacio fsico. Enrique Florescano ha
mostrado que el culto de una cueva o, ms especfica-
mente, de una caverna, es un elemento iconogrfico
intrnseco de su representacin. La ciudad de Teoti-
huacn estaba cruzada internamente por grutas labe-
rnticas, construida sobre esta red subterrnea, de ser
el lugar sagrado de la diosa, pas a ser la diosa misma.
Tanto la Diosa de las Cavernas teotihuacana como la
Nana comparten el mismo tipo de paisaje aislado: una
caverna provista de cascada. Nueva confirmacin de
su correspondencia original, ambas estn provistas de
signos duales: la diosa es la dadora de vida y muerte, en
tanto que la Nana lleva la mscara funeraria tal como
los ejemplares que se han encontrado en las tumbas de
los dignatarios teotihuacanos, al mismo tiempo que
amamanta a la Elegida. De sitio generalmente apar-
tado, en donde se celebran las ceremonias del culto,
el lugar sagrado pasa insensiblemente a ser el centro
del mundo y se transforma entonces en un lugar ideal:
el edn, un paraso fuera de la realidad fsica. Como
dijera Octavio Paz, a propsito de la muchacha del
Ensamblaje de Duchamp: El centro del mundo el
edn coincide con la diosa; mejor dicho: es la diosa.
Frida Kahlo alude a este cuadro: Mi madre no me
pudo amamantar porque a los once meses de nacer
yo naci mi hermana Cristina. Me aliment una nana
a quien lavaban los pechos cada vez que yo iba a suc-
cionarlos. En uno de mis cuadros estoy yo, con cara de
mujer grande y cuerpo de niita, en brazos de mi nana,
mientras de sus pezones la leche cae como del cielo.
2
Por su parte, Diego Rivera se refiri a este cuadro
en su texto Frida Kahlo y el arte mexicano: Pint
a su madre y a su nodriza, sabiendo que en realidad no
conoce su rostro; el de la nana nutridora slo es mscara
india de piedra dura, y sus glndulas racimos son que
gotean leche como lluvia que fecunda la tierra, y lgrima
que fecunda el placer.
3
Nada ms pertinente entonces
que ver, en estas metforas riverianas para la leche como
lluvia/lgrima/fecundidad, la persistencia de la antigua
asociacin mesoamericana que ofrendaba a los nios
primero al dios jaguar olmeca y luego a Tlloc en lo alto
de las montaas. Su llanto atraera a la lluvia.
2. Vid. Raquel Tibol, Frida Kahlo en su luz ms ntima, Mxico,
Lumen [Random House Mondadori], 2005, p. 47.
3. Vid. Diego Rivera, Frida Kahlo y el arte mexicano, apud Tibol,
op. cit., p. 156.
De ser el lugar
sagrado, pas a ser
la diosa misma...
CHALCHIUHTLICUE, ESCULTURA MONUMENTAL EN BASALTO, MUSEO NACIONAL DE ANTROPOLOGA E HISTORIA.FOTO: PABLO ORTIZ MONASTERIO.
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C ada uno de los atributos fsicos de la Nana se duplica en el paisaje interior: su piel como la tierra, la leche que escurre de las paredes de la caverna como de una cascada in-visible. Desconocida y presente, esta imagen se trata de
una advocacin de la Gran Diosa Madre, encarnacin
del axis mundi, la diosa/rbol-nodriza, el Chichiual-
quauitl, habitante del paraso teotihuacano, heredado
sincrticamente por los pueblos nahuas mediante el
concepto del paraso infantil de Xochatlapan (tambin
denominado Chichihualcuauhco y Tonacacuahtitlan).
FRAY DIEGO DURN, CDICE DURN O HISTORIA DE LAS INDIAS DE NUEVA ESPAA E ISLAS DE LA TIERRA FIRME, 1579, FACSMIL COLOREADO A MANO.
Abajo.FRIDA KAHLO, MI NANA Y YO, LEO SOBRE LMINA, 1937, COLECCIN MUSEO DOLORES OLMEDO. FOTO: ART RESOURCE.
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V. LA FIESTA Y LA ARTESANA EN CUATRO HABITANTES DE LA CIUDAD DE MXICO (1938)Cuatro habitantes de la Ciudad de Mxico es uno de los
pocos cuadros en que Frida no se representa abierta-
mente a s misma. Slo que en esta obra las pruebas
estn en clave. Cules son esos enigmas? Primero el
nmero y caractersticas de los personajes, cada uno de
ellos con una personalidad perfectamente definida. La
divisin cuaternaria remite a la numerologa mesoame-
ricana que, como una constante, aparece simbolizada
mediante el quincunce y alude a La leyenda de los Cinco
Soles. En realidad los personajes no son cuatro sino
cinco, la cuidadosa eleccin de los caracteres retrata-
dos no admite duda alguna para su identificacin. El
primero de la izquierda est vestido como un obrero
con un overol de mezclilla azul, que era el atuendo
que utilizaba Diego para pintar. Se trata en realidad
de un judas de cartn, y no es irona menor el que se
encuentre rodeado por las conexiones internas de los
petardos que harn de l un fuego de artificio, usual-
mente durante el Sbado de Gloria, y en algunos otros
lugares durante la vspera de San Juan. Luego, dos
personajes femeninos: el primero, una nia ubicada
en realidad en un segundo plano y sentada en el suelo,
que reproduce las nias pintadas por Diego, y no por
casualidad, se trata del nico ser humano representado
aqu. Algunos comentaristas de la obra de Frida ven en
ella a la propia pintora cuando nia. En seguida, y del
mismo tamao que los otros personajes que ocupan el
primer plano, una figura femenina con los rasgos de
la cultura precolombina que floreci en Nayarit. Si el
color es el caracterstico de las cermicas de las culturas
de Occidente, no lo son ni las dimensiones de la figura
ni su evidente estado de gravidez.
El tercer personaje del primer plano es otro judas de cartn: un esqueleto de pie, no yacente como en la imaginera occidental ms convencional, salvo aqullos que cuelgan en los laborato-rios de biologa desde el siglo XIX. En este caso, articu-
lado, gracias a las conexiones de las cargas de plvora
en l instaladas de manera invisible o simplemente
omitidas por licencia potica. Como sabemos, en las
representaciones precolombinas la carne a medio
corromper todava acompaa la osamenta; pero en
este cuadro de Frida, como es lo usual en las represen-
taciones de la artesana popular de Da de Muertos, los
huesos estn mondos.
FRIDA KAHLO, CUATRO HABITANTES DE LA CIUDAD DE MXICO, 1937 [PARADERO DESCONOCIDO].
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La figura de un nio montado en su caballito de
carrizo, otro judas, surge en un tercer plano. Una d-
cada antes, Frida ya se haba aproximado a este motivo
artesanal. En efecto, en la acuarela Caballito mexicano
(1928), la artesana aparece representada contra un
gran platn laqueado tambin llamado batea de
Michoacn, de manera que los motivos florales
sobre fondo negro forman un crculo multicolor que
enmarca vivazmente la figura de petatillo. En Cuatro
habitantes de la Ciudad de Mxico su tratamiento no
puede ser ms opuesto. Tal como los otros judas, est
destinado a ser quemado en los juegos pirotcnicos,
o quiz se trate de una piata, tambin ofrecida para
su destruccin festiva sus entraas estn llenas de
promesas, que ser rota a palos y a ritmo de letanas.
Vctimas propiciatorias, la piata y los judas son un
remanente de los sacrificios ofrecidos a Xipe-Ttec: el
dios regenerador que preside los rituales que acompa-
an y celebran el regreso de la primavera y un nuevo
ciclo agrcola. No por casualidad hallamos una nueva
referencia de Frida a la dualidad y a la coincidencia de
los opuestos: vida/muerte, masculino/femenino, cer-
cana/lejana, ya que la figura del caballito y su jinete
infantil en la distancia pudiera simbolizar al nio que
perdiera antes de nacer, contrastando as con la viva-
cidad de la nia sentada sobre el suelo y que se ubica en
un plano intermedio de la representacin.
De inmediato llama la atencin que el grupo de personajes aparezca como un colectivo. No hay lder. Su empresa, porque su compa-a implica alcanzar un objetivo comn, surge de la unin del grupo. Quiz no sea
excesivo leer la aparicin de estas figuras como la
particular interpretacin de Frida respecto a su cerca-
na derivada de la de Diego Rivera con la Cuarta
Internacional; es decir, su rechazo a la burocratizacin
y el monolitismo imperantes en la Unin Sovitica por
parte de los bolcheviques. En efecto, Trotsky abog
siempre por ms democracia tanto fuera como dentro
del Partido Comunista, lo que implicaba mayor inde-
pendencia entre los miembros de las organizaciones
obreras, incluidos sus centros de trabajo y sus clulas
obreras; as como el respeto por las corrientes de
pensamiento distintas, con tal de que se adhirieran al
programa bsico del partido y a su rechazo del modo
de produccin capitalista.
4
4. Carcter heterclito de los personajes, precisin en el detalle y con-
juncin azarosa de los elementos. Sin buscarlo, Frida coincide tambin
aqu con algunas de las caractersticas que identifican al surrealismo;
no es la menor su aspecto onrico. Frida pareciera conocer las ironas
sociales y polticas de Jonathan Swift al narrar las peripecias de Gulliver,
disminuido o agigantado. Aventuras surgidas sobre todo a raz de los
drsticos cambios de estatura del personaje. Slo que aqu, en Cuatro
habitantes de la Ciudad de Mxico, los caracteres de Frida convergen en
sentidos opuestos para equipararse aunque se trate de una comparsa a
sus compaeros del mundo de la realidad cotidiana, aqu ms aludida que
representada. Estos personajes surgen por la fiesta, es ms, son la fiesta
encarnada. Coexisten, lado a lado, la artesana popular y el primitivis-
mo de la alta cultura. Movimiento inversamente complementario de la
vivacidad urbana y del objeto funerario. Pero todos parecen sacados de
contexto; as vemos que los judas de cartn disminuyen su altura, ya que
por lo general tienen dimensiones gigantescas; en tanto que la escultura
nayarita crece desde la pequea dimensin que le permite ocupar los
anaqueles de una biblioteca, hasta adquirir las dimensiones del obrero y
del esqueleto. Los judas de la fiesta popular y el personaje de la cultura de
Occidente resucitan para convivir y ser partcipes de la vida misma de sus
camaradas de la metrpoli. Es da de fiesta, pero no est claro si se trata
de un Sbado de Gloria, vsperas de San Juan o Da de Muertos. Bajo un
cielo lleno de nubarrones (otra de las constantes fridianas derivadas del
Greco), llaman la atencin el espacio vaco y la luz. Debido al contraste
colorstico, la perspectiva se presenta no tanto por la construccin del
punto de fuga sobre el horizonte, disminuyendo en concordancia los obje-
tos representados, sino por la distribucin del color, dado que los colores
clidos avanzan y los fros azules retroceden. A juzgar por las sombras
muy bajas de los personajes y de los edificios se trata del atardecer, pero
coexiste otra fuente luminosa, porque el judas vestido de obrero proyecta
asimismo una segunda sombra. Esto nos conduce al enclave citadino. En
vez del conglomerado oclofbico de las fiestas populares, con sus muche-
dumbres en constante movimiento y en medio del ruido estentreo y el
desorden que las caracteriza, la ciudad aparece ms bien con los rasgos de
un paisaje urbano espectral propio de Giorgio de Chirico: el rectngulo de
una plaza casi desierta, llena de colorido s, y con sus arcadas y balcones
caractersticos, ms las cpulas de una iglesia sumergida por la retcula
del hacinamiento urbanstico. Excepto por la nia, todos los personajes
son fantasmagricos o, mejor, provenientes de ese mbito de la percepcin
que oscila entre la vigilia, el sueo y la alucinacin. Esas cpulas cerce-
nadas y los personajes surgidos de la imaginera popular, tal como los
tteres en Orozco Romero o ciertos personajes urbanos de lvarez Bravo,
con una esttica contempornea imposible de explicarse sin una cercana
al surrealismo, aparecen captados en momentos en que todo confluye
para hacerlos converger en una suerte de colisin de elementos hetercli-
tos. Todos ellos conllevan la misma densidad metafsica, pero no aquella
que es producto de un afn de trascendencia ultraterrena, sino otra que
surge de la inmanencia de la vida cotidiana en Mxico, una fraternidad
pantesta, sin duda, del mismo orden de aquella que animara al autor del
Cntico de la Creacin.
Izquierda.MUJER EMBARAZADA, COLECCIN MUSEO DIEGO RIVERA-ANAHUACALLI. FOTO: PABLO ORTIZ MONASTERIO.
Derecha.JINETE Y CABALLO DE TULE TRENZADO, ESTADO DE MXICO. CA. 1937.
134
VI. LA MESA HERIDA (1940) Planeada precisamente para acompaar a Las dos Fri-
das en la Exposicin internacional del surrealismo, que
se realiz durante enero-febrero de 1940, en la Galera
de Arte Mexicano de Ins Amor, La mesa herida es
una de las afirmaciones ms contundentes respecto
al componente indgena de su personalidad. A su ma-
nera es un manifiesto. Aqu, Frida Kahlo literalmente
expone la interaccin entre el pasado, el presente y el
futuro de una sociedad que tiene sus races en el pasado
mesoamericano. Al desplegar una suerte de narracin
condensada, en relacin con un momento a la vez nti-
mo y pblico, la pintora nos revela cmo perciba esta
influencia recproca.
En La mesa herida vuelven a aparecer la mayor
parte de los personajes que ya habamos encontrado
en Cuatro habitantes de la Ciudad de Mxico. Regresan
el obrero vestido con el overol de mezclilla azul (cifra
indumentaria de Diego), el esqueleto descarnado y
la pieza precolombina nayarita. Slo falta la figura
que pareciera hecha de carrizo y que representaba a
un nio sobre un caballito, menos judas que piata
de palma, propia del Da de San Juan (su vientre ya
disperso en tepalcates, si es que su carne pajiza no
hubiese podido arder por la noche con la plvora), y
que tambin haba constituido una de sus primeras
naturalezas muertas, adems de ser una de sus pocas
acuarelas (Caballito mexicano, 1928). Como confir-
macin de que la nia de aquel cuadro anterior era la
propia Frida, ella resurge autorretratndose ya adulta
en La mesa herida.
Aqu tambin, la ternura y la vulnerabilidad van
de la mano: la pareja de nios, sus sobrinos, aparecen
retratados en el lado izquierdo del cuadro, en tanto
que su cervatillo Granizo aparece en el lado derecho.
Al contrario de lo que sucede en una manada, en don-
de los ms pequeos se ubican en el centro del crculo
protector (en un cuadro tradicional apareceran cerca
de sus mayores ms cercanos, siendo confortados
por la presencia de extraos o por encontrarse en un
THE BOOK OF THE LIFE OF THE ANCIENT MEXICANS, FACSMIL COLOREADO A MANO.
135
entorno ajeno) por una situacin considerada hostil o
amenazadora, aqu Frida se ubica a s misma rodeada
por los personajes adultos dentro del permetro de la
mesa, devenido en una suerte de centro de conflicto,
o ncleo de juicio, mientras que desplaza los seres
ms vulnerables a la periferia, como si debieran estar
listos para huir. Frida se identific con el pequeo
animal hasta el punto de crear un alter ego pictrico:
antropomorfiz al cervatillo con su propio rostro en
el cuadro El venadito, efectuado en 1946. El autorre-
trato de Frida como vctima herida encarnada en su
venado nahual.
5
5. Por otra parte, llama la atencin que tambin Octavio Paz se haya
referido al sacrificio del flechamiento en la secuencia dedicada a Xipe-
Ttec y Huitzilopochtli, en Petrificada petrificante: El Desollado/El
Flechado/El Crucificado/El Colibr/chispa con alas/ iznflor. Aqu,
El Desollado, es una alusin a Xipe-Ttec. Vid. nota 1, supra.
Otra cita de Alfonso Caso concierne a El venadito y al verso especfico
El Flechado, de la secuencia mencionada en Petrificada petrifican-
te, imgenes del dolor y del sacrificio: Otras veces, en las fiestas de
Xipe, el prisionero era atado a una especie de marco, puesto en alto, y
se le flechaba hasta que mora. La sangre del prisionero al caer sobre
la tierra la hara frtil y producira, mgicamente, la cada del otro
lquido precioso, el agua. Vid. Caso, op. cit., p. 97.
A diferencia de Cuatro habitantes de la Ciudad de
Mxico, el entorno representado en La mesa herida no
es el del espacio abierto de alguna de las muchas plazas
de la metrpoli, sino un espacio cerrado, lo cual se
indica por las plantas del interior y el pesado cortinaje
provisto de gruesos cordones, ms guardas y festones
de seda o raso dividido de cada lado y que contribuye
a crear, como a menudo sucede en las composiciones
de la pintora, una simetra bilateral y un efecto de pro-
fundidad, debido a que tal cortinaje funciona a modo
de repoussoir. En La mesa herida no hay aproximacin
amatoria ni conduccin jerrquica; hay participantes,
deliberacin y testigos. Los personajes de nuevo for-
man un colectivo menchevique o, al menos, cercano al
trotskismo. En este grupo no surge liderazgo alguno ni
fundamento visible para la empresa que les concierne.
En lo que pareciera una clula partidaria, la disidencia
todava parece estar admitida, con la salvedad de una
adhesin programtica bsica.
FRIDA KAHLO PINTANDO LA MESA HERIDA, 1940, COL. GALERA THROCKMORTON.FOTO: BERNARD SILBERSTEIN. CORTESA DE THROCKMORTON FINE ART.
136
VII. LA IMAGEN PERSONAL: INDUMENTARIA, PEINADO Y JOYERACada cuadro de Frida es una alegora, rostro y vestua-
rio estn rodeados de una parafernalia a la vez natural y
simblica: amplias faldas, mangas abullonadas, cuellos
subidos o escotados, multitud de cintas, holanes, fara-
laes y festones bordados, pintados y recamados. Por
eso, el suntuoso vestuario fridiano ms que una elec-
cin arbitraria, es una necesidad de enmascaramiento.
Como en la impasibilidad del rostro, la indumentaria
recubre una turbulencia. La uniformidad de la super-
ficie aun s, abigarrada y variopinta, a semejanza de
los grandes y recargados cortinajes de los teatros de la
poca le permite recubrir la diversidad que la consti-
tuye. La enmascara y la manifiesta, porque si la recubre
tambin ofrece una clave para su desciframiento. No
son slo adornos, sino seas de identidad que le permi-
ten, mediante su ambigedad consubstancial, indicar
su mezcla, su doble pertenencia racial. All el pliegue,
pero tambin la fisura. Este envoltorio mscara o
disfraz oculta la oscilacin de sus compromisos y
alianzas hacia alguna de las identidades fracturadas
desde el origen, puesto que en realidad nunca logran
fusionarse completamente dentro de ella.
Si la indumentaria le permite ocultar las heridas en
su cuerpo y la androginia de su fsico, tal como la tran-
quilidad de su rostro le permite ofrecer una apariencia
digna del clasicismo slo en La mscara (1945) revela
lo que normalmente oculta tras un rostro impasible,
es preciso leer el espacio y los objetos y seres vivientes
que lo animan para decodificar el mensaje. Pero, como
una proyeccin estereoscpica: llanuras pedregosas
extendindose hasta el infinito, cielos anubarrados y
tormentosos, mscaras, animales antropomorfizados
y caracteres teatrales que parecen salidos de un insli-
to e inesperado auto sacramental medieval que no
otra cosa son las pastorelas, posadas y, sobre todo, las
quemas de judas, a las que tan aficionada era Frida,
mscaras y ms mscaras, antifaces y mascarones que
atestiguan no slo una sensibilidad pantesta sino la
disociacin interna que subyace en el interior mismo
de su personalidad. Slo en momentos aislados y
Izquierda.FRIDA KAHLO EN SAN FRANCISCO, CALIFORNIA, 1931.FOTO: IMOGEN CUNNINGHAM.
Derecha.COLLAR DE CUENTAS DE AGUAMARINAS PULIDAS. FOTO: ISHIUCHI MIYAKO.
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por eso privilegiados recurre al develamiento de esta
fractura ms ntima.
Sin embargo, la identidad se asume como la bs-
queda de los elementos ms heterogneos de la perso-
nalidad. Esta bsqueda es un intento por absorber la
otredad en una mismidad sinttica. De ah, la necesi-
dad del vestuario: a la manera de un cortinaje teatral,
la uniformidad de la superficie le permite recubrir el
carcter heterclito de aquello que subyace. Al igual
que una mscara, la eleccin de vestidos, joyas y cintas,
la envuelven para exhibirse fastuosamente.
Nada ms alejado del concepto de abnegacin
que el modo de vida elegido y construido por Frida
Kahlo. No se trata en absoluto de ab-negacin, es
decir, de la negacin de s misma; al contrario, se trata
de una exaltacin. Si la mscara y el vestuario cifran lo
que se oculta, las joyas y el maquillaje, delinean para
mejor seleccionar y destacar los rasgos del portador.
Coco Chanel, con su agudo sentido de la propiedad,
acostumbraba a referirse a la necesidad de incluir las
joyas en el vestuario. Ni ftil adorno ni, menos todava,
smbolo de estatus, para Coco Chanel la joya era un
ornamento porque expresaba un orden; segn dijera
una vez a propsito de este elemento fundamental en
su atavo: cest nest pas pour avoir lair riche, mais pour
avoir lair pare.
Las heridas de Frida son su tatuaje: la escritura que
el dolor dej en su cuerpo; pero, tambin, en su alma.
Dolores, as, en plural. A su manera han devenido
en stigmata. Tatuajes ocultos para el profano, pero
legibles mediante el tacto y la vista en un principio slo
para aquellos que la aman. Acceder a su dolor fue y
lo sigue siendo hoy una iniciacin ertica, segn lo
atestiguan todos sus ntimos. Estas heridas, uno de
los temas centrales si no el eje de su pintura, se han
transformado en el mrbido acicate de la mayor parte
de quienes ahora se acercan a su pintura.
Para complacer a Diego, Frida vestira a menudo
el estilo de los vestidos tpicos de las mujeres oriundas
del Istmo de Tehuantepec. Estos largos vestidos, rica-
mente decorados, no eran slo muy hermosos sino
que tambin le permitan ocultar la deformidad de su
PIEZAS PREHISPNICAS DE BARRO, PIEDRA Y OBSIDIANA.FOTO: GISLE FREUND.
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pierna derecha. De hecho, Frida contribuy en mucho
a popularizar el uso de este vestuario en el medio inte-
lectual de la Ciudad de Mxico.
La joyera, en cambio, parece haber sido una
eleccin autnoma, aunque muy probablemente
influida por su entorno familiar. La madre, mestiza,
prolongaba la utilizacin de joyas tradicionales, a las
cuales Frida incorpor tanto la joyera popular como
la precortesiana. Aunque ya antes de su matrimonio
con Diego tenemos su Autorretrato - El tiempo vuela
(1929), en donde aparece con un collar precolombino,
lo que confirma su inters original en la civilizacin me-
soamericana. Su convivencia con Diego transform
este inters cultural en parte de su vida ms ntima y
tambin ella atesor algunas piezas, en particular ce-
rmicas de la cultura de Occidente, adems de joyera
de la poca. Por supuesto, no hay comparacin posible
entre las dimensiones y la permanencia de ambas co-
lecciones. La de Diego esculturas e dolos de todos
los tamaos fue la base para crear el Anahuacalli, y
la de Frida, slo en parte permaneci en la Casa Azul,
debido a la generosidad con que regalaba sus piezas,
segn testimonio de sus amistades y conocidos. Pero, a
decir verdad, la mayor parte de su coleccin de joyera
precolombina provino de Diego y ella reciba compla-
cida estos objetos preciosos como una de las muestras
de afecto profundo por parte de su esposo.
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6. As, por supuesto, en el doble retrato de 1931, Frieda y Diego Rivera,
una pintura, como ya hemos sealado, basada probablemente en su
fotografa de boda. De modo que, posteriormente y con frecuencia, Frida
se represent en sus autorretratos llevando piezas de su coleccin; as, por
ejemplo, para enfatizar sarcsticamente el contraste entre el pesado collar
y la ligereza del vestido rosa, y con guantes largos que le llegan hasta ar-
riba del codo en Autorretrato en la frontera entre Mxico y los Estados
Unidos (1931), lo que da un mayor sentido a los gruesos abalorios con que
rodea estrechamente su cuello en los autorretratos de 1933 y de 1935.
En Recuerdo de la herida abierta (1938), leo destruido en un incendio
(retrato del que subsisten reproducciones fotogrficas), el collar alrededor
de su cuello tena algo de pectoral egipcio, a la vez que continuaba el
diseo del arreglo floral en el pelo y, por ambos costados, en los bordados
de la camisola o quexqumetl reducido de su huipil de tehuana. La parte
superior del cuerpo, recargada de elementos creados para el adorno
femenino, encuentra su lmite en las faldas recogidas, desplegadas como
inmensos ptalos, pero en vez de pistilos llenos de polen, encontramos
unas piernas desnudas y sin depilar que exponen tanto la herida en el
muslo como el vendaje del pie izquierdo, lo que nos enva a las pinturas de
Filoctetes en las vasijas griegas. Ms que de una ambigedad andrgina
estamos frente a un desafiante hermafroditismo. Se trata, formal y
temticamente, de una exploracin que se remonta al tratamiento del
cuerpo humano como un hbrido y que comenzara en Retrato de Luther
Burbank (1931), para luego conducirla a la franca genitalidad de La flor
de la vida (1944) y de El sol y la vida (1947).
En El autorretrato (1940), leo sobre masonite, dedicado a Sigmundo
Firestone, Frida aparece con un pesado collar mesoamericano, probable-
mente de jade o jadeta, cuya pieza principal, en el centro, tiene una forma
tubular, a la que acompaan cuentas de chalchihuite y cuatro caracoles
marinos o tecciztli; el motivo marino est reforzado por el velo en forma
de red que cae desde lo alto de su cabeza. Si el tecciztli est asociado a
Quetzalcatl, es decir el Tezcatlipoca rojo, su nmero cuaternario no deja
duda alguna respecto a la referencia a La leyenda de los Cinco Soles,
asociacin reforzada por el rectngulo sobre el vrtice de su escote, otra
variante del quincunce.
En Autorretrato con trenza (1941), leo sobre masonite, Frida aparece
con el mismo tipo de pesado collar mesoamericano compuesto por una
gran pieza tubular al centro, pero con la variante de estar flanqueada
por pequeas mscaras, seguidas de cada lado por otros pequeos tubos
alternados de dos en dos con cuentas, tal vez tambin de jade. El signo de
infinito sobre su cabeza, en forma de ocho horizontal o cinta de Moebius,
podra tambin interpretarse como una variante del quincunce, puesto
que las trenzas forman un rectngulo con cuatro aspas que se cruzan en
el centro para formar una crux decusata. Los acantos que visten su busto
y forman un gran escote repiten el corte del vestido segn la ltima moda
europea con el que se representa en La Adelita, Pancho Villa y Frida
(1927).
Izquierda.FRIDA KAHLO EN SAN NGEL, CIUDAD DE MXICO, 1938.
Derecha. FRIDA KAHLO, RETRATO DE NIA CON COLLAR, FOTO BLANCO Y NEGRO DEL ORIGINAL, CA. 1929.
Pgina siguiente.FRIDA KAHLO CON FALDA LARGA Y COLLAR DE JADE, CA. 1928. FOTO: ESTHER BORN.
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