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Resvista Humanidades y Ciencias Sociales. Núm. 31revista.humanidades.unam.mx/revista_31/revista_31.pdf · periodística del terremoto de 1985. Después me propu-so que preparara

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El Instituto de Investigaciones Bibliográfi cas (IIB) desarrolló el Servicio de Prensa Mexicana

(Serpremex), base de datos que tiene como fi nalidad sistematizar —indizar— los contenidos de los periódicos La Crónica de Hoy, Excélsior, La Jornada, Reforma y El Universal, así como las revistas Letras Libres y Nexos. Teresa Camarillo, responsable del proyecto e investigadora del IIB, explicó que “era conveniente empezar a trabajar y di-fundir la riqueza de la Hemeroteca, de sus acervos; pero ya no de mane-ra retrospectiva como se había hecho, sino ofreciendo a los usuarios lo que ocurriera en el momento, de manera organizada”.

Los derechos humanos “son el con-junto de prerrogativas inherentes a la naturaleza de la persona, cuya reali-zación efectiva resulta indispensable

para el desarrollo integral del indivi-duo que vive en una sociedad jurídi-camente organizada”. En México, la situación de los derechos humanos es poco alentadora. Continúan las viola-ciones a las garantías individuales, la tortura, la trata de personas, la trans-gresión de las garantías de indígenas y de migrantes y la violencia contra la libertad de expresión. El número ofrece el reportaje Derechos Humanos: ¿Principios inherentes y universales?

En relación con este tema, también se incluye una entrevista con Juan Antonio Cruz Parcero, especialista en fi losofía del derecho. “La idea de tener un derecho humano surge en el pensa-miento fi losófi co; nace como una rei-vindicación moral de los seres huma-nos aún antes de convertirse en una idea jurídica. Su raíz la encontramos en el discurso moral, en una deman-

da ético-política de las personas por el reconocimiento de sus derechos como seres humanos”.

Antonio Candido es considerado “el mayor crítico literario brasileño y uno de los mayores de América Latina”. Es un hombre comprometido con los acontecimientos políticos y sociales que le rodean. Humanidades y Ciencias Sociales presenta el reportaje Antonio Candido, el mayor humanista y crítico literario brasileño, el cual reseña los aportes de la obra del escritor en el es-tudio de la literatura latinoamericana del siglo XX, así como su trayectoria.

Se incluye además el artículo Los pueblos indígenas y los indicado-res de bienestar y desarrollo, de Carlos Zolla, coordinador de investigación en el Programa Universitario México, Nación Multicultural.

NOTAS

8 Propiedad intelectual

11 La seguridad nacional y la seguridad pú-blica desde una perspectiva estadouni-dense

ENTREVISTAS

3 Servicio de Prensa Mexicana (Serpremex). Entrevista con Teresa Camarillo

14 El derecho adquiere legitimidad a tra-vés de nuestros juicios morales: Juan Antonio Cruz Parcero

SECCIONES

21 Libros y autores

22 Tendencia juvenil

REPORTAJES

12 Derechos Humanos: ¿Principios inhe-rentes y universales?

17 Antonio Candido, el mayor humanista y crítico literario brasileño

OPINIONES

6 Los pueblos indígenas y los indicadores de bienestar y desarrollo Carlos Zolla

9 El modernismo hispanoamericano Ignacio Díaz Ruiz

Editorial

Mayo de 2008, Año IV, Número 31. Fotograma de la película: Islas Marías, Emilio Fernández, 1950.

Índice

Universidad Nacional Autónoma de México: Dr. José Narro Robles, Rector; Dr. Sergio M. Alcocer Martínez de Castro, Secretario General; Mtro. Juan José Pérez Castañeda, Secretario Administrativo; Dra. Rosaura Ruiz Gutiérrez, Secretaria de Desarrollo Institucional; MC. Ramiro Jesús Sandoval, Secretario de Servicios a la Comunidad; Mtro. Jorge Islas López, Abogado General; Dra. Estela Morales Campos, Coordinadora de Humanidades.

Consejo asesor: Rubén Bonifaz Nuño, José Luis Ceceña, José R. de la Herrán, Ernesto de la Torre Villar, Héctor Fix Zamudio, Ruy Pérez Tamayo. Consejo editorial: Fernando Curiel, María del Carmen Contijoch, Rosa Esther Delgadillo, Rafael Loyola, Hernán Salas Quintanal, María Teresa Uriarte Castañeda.

Humanidades y Ciencias Sociales, revista mensual, mayo de 2008. Editor Responsable: Antonio Sierra García. Número de Certifi cado de Reserva otorgado por el Instituto Nacional del Derecho de Autor: 04-2005-072713233300-102. Número de Certifi cado de Licitud de Título: 13525. Número de Certifi cado de Licitud de Contenido: 11098. Domicilio de la publicación: Circuito Mtro. Mario de la Cueva s/n, Ciudad de la Investigación en Humanidades, Zona Cultural, Ciudad Universitaria, 04510, Coyoacán, México, D.F. Imprenta: Diario de México. Chimalpopoca No. 38, Colonia Obrera, 06800, Cuauhtémoc, México, D.F. Distribuidor: Gaceta UNAM. Lado sur de la Torre de Rectoría, zona comercial, Ciudad Universitaria.

Jefa de redacción: Thamar Seguí Amórtegui. Reportera: Gabriela Casas Cabrera. Diseño y formación: Rolando Morales. Las opiniones vertidas en esta publicación son responsabilidad del autor. Teléfono: 5622-7565 al 75, ext. 314. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido, por cualquier medio impreso o electrónico, sin la previa autorización. [email protected] http://www.humanidades.unam.mx/revista/

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Teresa Camarillo

Servicio de Prensa Mexicana (Serpremex)

Mayo de 2008

El Instituto de Investigaciones Bibliográfi cas (IIB) desarrolló el Servicio de Prensa Mexicana (Serpremex), base de datos que tiene como fi nali-

dad sistematizar —indizar— los contenidos de los perió-dicos La Crónica de Hoy, Excélsior, La Jornada, Reforma y El Universal, así como las revistas Letras Libres y Nexos.

Su antecedente se remonta a 1992, con la creación del Departamento de Sistematización Hemerográfi ca, el cual se fundó para desarrollar el proyecto Transformación o reforma del Estado mexicano, que registra ordenadamen-te datos e informaciones de los diarios mencionados.

La base “da cuenta de lo que ocurre en el país en nuestros días”. Esta información hemerográfi ca no son sólo enunciados de los contenidos informativos y de opinión, sino que a cada registro se agregan los datos específi cos de los diarios y revistas, un resumen de con-tenido y una clasifi cación temática.

La información que proporciona Serpremex es de gran interés por las temáticas que trabaja. Hasta enero de 2008, la base de datos contabilizó 276,850 registros hemerográfi cos con resumen de contenido, accesible en Internet.

Sus líneas están relacionadas con la agenda nacional. Destacan el sistema político, la economía, relaciones Estado-Iglesias, derechos humanos, ecología, tratados de libre comercio, educación, cuestiones laborales, en-tre otras.

Éste es un esfuerzo que realiza el Instituto para que la información no quede oculta en los espacios heme-rográfi cos y para preservar el material periodístico que diariamente llega a la Hemeroteca Nacional. Entre los resultados de Serpremex se encuentran la edición elec-trónica de un CD con más de 98,000 registros; la publica-ción de los libros: Hemerografía del movimiento estudiantil universitario 1999-2000, editado en 2005, y Memoria perio-dística de la elección presidencial de 2006. El año pasado, la base de Servicio de Prensa Mexicana fue consultada en red de Internet por 85,000 usuarios.

Humanidades y Ciencias Sociales conversó con la res-ponsable del proyecto, Teresa Camarillo, quien es inves-tigadora del IIB y catedrática de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.

¿Cómo nació Serpremex?—Surgió en 1992, durante la gestión del doctor José Moreno de Alba al frente del Instituto de Investigaciones Bibliográfi cas. Él revisó todo lo que se hacía aquí y le pareció interesante uno de mis textos, en el que parti-cipaban técnicos académicos. Ése fue sobre la memoria periodística del terremoto de 1985. Después me propu-so que preparara un proyecto similar, donde igualmente colaboraran los técnicos académicos.

Presenté algunos proyectos, entre ellos Transformación o reforma del Estado mexicano. El entonces director y yo hablamos acerca de la riqueza tan grande con la que contamos en la Hemeroteca Nacional, de la variedad de periódicos y revistas, de la importancia de sus con-tenidos. Esta idea nació porque consideré que México estaba cambiando, que después de los gobiernos de la Revolución Mexicana —con todo lo que ello implica— se

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dio un viraje hacia lo que ahora conocemos como neoli-beralismo. Había un cambio y era conveniente empezar a trabajar y difundir la riqueza de la Hemeroteca, de sus acervos; pero ya no de manera retrospectiva como se había hecho, sino ofreciendo a los usuarios lo que ocurriera en el momento, de manera organizada. Esto permitiría cumplir con los objetivos fundamentales de la institución: la conservación y la difusión de sus acer-vos, incluidos los contemporáneos, que por cierto son los más solicitados.

La mejor manera de realizar la tarea era de forma estructurada, para que las publicaciones no fueran ma-nipuladas indiscriminadamente y para que el usuario fuera directamente al tema de su interés. Así es como se presentó este proyecto. Desde entonces se convirtió en un proyecto de duración indefi nida, prácticamente permanente.

A él se integraron colaboradores de muchas discipli-nas —historia, derecho, sociología y comunicación. El pasado 22 de abril cumplimos dieciséis años de estar en esta labor.

El grupo de trabajo tomó cursos sobre cuestiones bi-bliotecológicas, para cumplir con los requisitos de la pre-sentación hemerográfi ca; de géneros periodísticos, para unifi car criterios acerca de los textos por resumir, y de cómputo, que era, para la mayoría, una tecnología no usada en ese momento. Pues entonces se vio que ya no podíamos quedarnos con el papel y el lápiz, que de-bíamos recurrir a los nuevos recursos de comunicación.

¿Cuáles son los objetivos de esta base?—Preservar los acervos del instituto y ofrecer el mejor servicio a los usuarios. Sabemos que el papel es muy frá-gil, que su manipulación constante lo deshace y que el lector muchas veces se fastidia de buscar un dato hasta tres horas, columna tras columna, y abandona la bús-queda. Si nosotros le damos la información organizada sobre el tema que desea, gastará menos tiempo, mani-pulará menos el periódico y, tal vez con la propia sín-tesis, quedará satisfecho. Nuestro trabajo es de síntesis hemerográfi ca.

¿Imitaron otra base o fue iniciativa de ustedes? ¿Alguna otra institución realiza este tipo de trabajo en el país?—Me formé con el doctor Stanley R. Ross en cuestiones hemerográfi cas. Ross es el autor de la obra máxima que hay sobre hemerografía: las Fuentes de la historia contem-poránea. Periódicos y revistas, tomos I y II, iniciada en los años cincuenta. Este trabajo comenzó en El Colegio de México; yo entonces era ayudante de investigador.

Así que no es una idea original; el plus que tiene Serpremex es la actualidad. Tomé más o menos el es-quema del doctor Ross y cambié algunas cosas. Con la creación del Instituto de Investigaciones Bibliográfi cas en 1968, iniciamos aquí la investigación hemerográfi ca. Ernesto de la Torre —primer director del IIB— y Stanley Ross continuaron con las Fuentes de la historia contem-poránea de México. Periódicos y revistas, y se editaron los tomos III, IV y V.

En Serpremex cambiamos la clasifi cación de conte-nidos. Con el doctor Ross se ordenaban por cartas, me-morias, historia, biografía, reseña, análisis y narración; ahora lo hacemos por géneros periodísticos: noticia, edi-torial, crónica, entrevista, ensayo. En ocasiones resulta difícil precisar los géneros periodísticos, sobre todo el reportaje, la crónica y el ensayo. Ahora también se in-cluyen los desplegados, que antes no se consideraban, pero cumplen una función muy importante.

Cabe mencionar que en México existen servicios si-milares al nuestro, manejados por empresas. Lo sé por-que antes de iniciar el proyecto Serpremex, junto con la doctora Aurora Cano —entonces coordinadora de la Hemeroteca Nacional— exploramos en algunas empre-sas que prestan este tipo de servicio, pero los productos

“La prensa siempre ha estado atenta a recoger las impresiones de estos

personajes”

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eran eminentemente mercantiles. A nosotras nos inte-resaba integrar y organizar los contenidos de los perió-dicos más solicitados por los usuarios de la Hemeroteca Nacional, entregarles un producto que respondiera a sus requerimientos, y para ello se hizo indagación previa.

Llegamos así a la conclusión de que debíamos hacer nuestra propia base datos. La selección de las publica-ciones abarca cinco diarios y dos revistas de circulación nacional. Tal vez deseamos incluir alguna más, pero el

factor económico siempre está presente y nos impide ir más allá de lo que tenemos. Es decir, se trabaja con lo que se tiene al alcance.

¿Está actualizada la base de datos?—Ésa siempre ha sido nuestra pretensión. Me siento tranquila porque antes había un desfase entre lo que se producía en el cubículo y su versión en línea; ahora la información hemerográfi ca se pasa al área de cómputo y allí se encargan de subirla casi de manera simultá-nea, y el desfase es menor. Podemos decir que vamos prácticamente al día.

¿Para quiénes está diseñada esta base de datos?—Para diversos sectores, en realidad. La base es consul-tada por investigadores, estudiantes y académicos tanto nacionales como extranjeros. Esto último es interesante porque conforme pasa el tiempo, aumenta el número de consultas del exterior. De acuerdo con el reporte de cómputo, el año pasado se registraron visitantes de cua-renta países a Serpremex.

¿Qué resultados ha tenido Serpremex, y qué repercusiones en el campo universitario? ¿Ha generado algunas publica-ciones?—Sí, por supuesto. Entre ellas, una referente al movi-miento estudiantil de 1999-2000. Éste es un ejemplo de

los resultados de la base. Les he comentado a mis alum-nos acerca del trabajo que se lleva a cabo en esta área, pues les puede servir para preparar sus tesis, porque Serpremex proporciona un mundo de información. Ya hay estudiantes que realizan trabajos utilizando esta base de datos. Por ejemplo, existe una tesis —de Víctor López Landeros— sobre la base y el departamento.

Edwin Alcántara, uno de nuestros colaboradores, pre-sentó un trabajo sobre escritores y literatura mexicana en

la vida pública, el cual abarca los quince años de exis-tencia de Serpremex. Trata sobre la repercusión de los escritores como intelectuales, infl uyentes en la opinión pública. El trabajo de Edwin analiza la repercusión de los acontecimientos del país en la vida literaria; allí fi -guran los nombres de Carlos Fuentes, Octavio Paz, José Revueltas, entre muchos otros. La prensa siempre ha estado atenta a recoger las impresiones de estos perso-najes. Es un ejemplo de cómo se puede utilizar la base de datos.

¿Cuáles son las perspectivas a futuro de la base?—Próximamente saldrá publicada una hemerografía sobre la elección presidencial del 2006. Tiene cerca de 7,000 registros extraídos de la base. Más adelante podre-mos publicar algo sobre confl ictos postelectorales. No se trata sólo de sacar los documentos de la base; hay que releerlos, organizarlos, analizarlos y darles un nuevo tratamiento.

¿En qué otras investigaciones o proyectos está trabajando?—Por el momento estoy dedicada al departamento y la base. Hace poco publiqué un libro que se llama Efemérides del periodismo mexicano, semblanzas de 401 periodistas. Esto lo hice con el interés de que los jóve-nes estudiantes conozcan las fi guras representativas de la prensa mexicana.

“No se trata sólo de sacar los documentos de la base; hay que releerlos, organizarlos, analizarlos y darles un nuevo tratamiento”

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No deja de resultar sorprendente, aun para quienes hemos partici-pado desde hace varios años en

los trabajos para el seguimiento del pri-mer y segundo Decenio Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo (1995-2004 y 2005-2014), la importancia que ha adquirido en el mundo indíge-na el poder disponer de indicadores que den cuenta de diversos aspectos de su vida social y productiva. Acostumbrados quizás a pensar en los indicadores como instrumentos metodológicos de la de-mografía, la salud, la economía o la edu-cación, que midan con mayor o menor fi delidad aspectos cuantitativos y, en menor grado, cualitativos, la demanda indígena planteada es, por decir lo me-

nos, novedosa. ¿Qué es lo que la hace ser así? La respuesta no es sencilla, al menos a la luz de los datos que se han ido acumulando desde que se inicia-ron las tareas de evaluación del primer Decenio.

En efecto, en octubre de 2004, vein-ticinco de los más importantes líderes indígenas del continente americano se reunieron con el rector Juan Ramón de la Fuente e hicieron explícitas sus de-mandas de que la UNAM apoyara las ta-reas de evaluación del primer Decenio

y aportara instrumentos metodológicos (indicadores, esencialmente) para vigi-lar la marcha del segundo. El primero, ciertamente, estaba a punto de concluir, y el segundo —según todos los indicios— sería aprobado al concluir 2004. Éstas fueron las tareas encomendadas al fl a-mante Programa Universitario México, Nación Multicultural (PUMC-UNAM), na-cido por aquellos días y dependiente de la Coordinación de Humanidades de la UNAM.

Recientemente —el 23 de abril a las 11:30 de la mañana, para ser precisos—, en la sede de la ONU en Nueva York, y en el marco de la Séptima Sesión del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas, el PUMC-UNAM presentó el Informe preliminar. Los pueblos indígenas y los indicadores de bienestar y desarrollo, elaborado en México, tras una serie de consultas y reuniones de trabajo con ex-pertos universitarios e investigadores y estudiantes del propio Programa. Se es-tima que dicho informe se nutrirá de los comentarios, críticas y sugerencias de adiciones de líderes e intelectuales in-dígenas, de otros colegas universitarios y de expertos de las agencias del sistema de Naciones Unidas, principalmente.

El avance logrado por los indígenas en el marco de los organismos interna-cionales desde la conmemoración del Quinto Centenario (“descubrimiento” y “colonización-explotación” serían, en buena medida, los polos del debate), abría nuevos escenarios y espacios de expresión, pero implicaba el abordaje de problemáticas complejas, entre ellas la del universo de la información sobre, de y para los indígenas de América y el mundo. Las líneas que siguen están dedicadas a dar cuenta, seguramente de manera limitada, de este problema.

El reclamo indígena para lograr que los censos de población, los registros ad-

ministrativos, las estadísticas vitales o las encuestas de ingreso/gasto los inclu-yan y den cuenta de su condición con veracidad y exhaustividad es, a todas lu-ces, una pelea en contra de la “invisibili-dad estadística”. El reconocimiento, por parte de los gobiernos, de sus constitu-

ciones políticas o de sus institutos de es-tadística, de que los indígenas constitu-yen un sector social caracterizado por la diversidad y la pluralidad de lenguas y culturas, no ha servido para corregir su-fi cientemente los esquemas que proyec-tan sobre ellos visiones y categorías ho-mogeneizantes, reduccionistas. Asunto sensible en tanto que, como escribió al fi nal de su vida Arturo Warman, “la pluralidad no admite reducción ni sim-plifi cación. Los indígenas mexicanos —agregaba, apuntando en dirección a las políticas públicas y a ciertas orienta-ciones antropológicas— no son una cor-poración sino un archipiélago lingüísti-co y cultural”.1

La dura crítica a los censos de pobla-ción, por ejemplo, no signifi caba para los líderes, intelectuales y organizacio-nes protagonistas de “la emergencia in-

1 Arturo Warman, Los indios mexicanos en el um-bral del milenio, México, FCE, 2003, p. 9.

Los pueblos indígenas y los indicadores de bienestar y desarrollo Carlos Zolla

FOTO: Carlos Zolla, coordinador de investigación PUMC-UNAM

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FOTO: VII Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas

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dígena de los 90”, una refutación leída sólo en clave demográfi ca. Por el con-trario, la contabilidad y la “visibilidad” estadística pasaban a ser elementos sus-tanciales en la identifi cación de los suje-tos, en un momento en que la lucha por los derechos se acentuaba, se defi nía y crecía en proporciones inéditas; situa-ción que se mantiene hasta el presente. De allí que formulaciones como las del BID (“la población indígena de América se ha estimado entre 40 y 60 millones de habitantes” o “el total de indígenas de América Latina y el Caribe es de entre 33 y 40 millones”), las categorías del censo brasileño (“raza” y “color”: en Brasil se identifi ca ofi cialmente a la po-blación como “negra”, “blanca”, “amari-lla”, “parda” e “indígena”) o las francas omisiones de los indígenas en los re-gistros de más de veinte países ameri-canos, aparecieran como mecanismos de exclusión, de discriminación, con las consecuencias que de ello se derivan en los planos de la representación política, el acceso a la educación, las asignacio-nes presupuestales o la prestación de los servicios de salud.

Examinada la demanda indígena de contar con indicadores sobre bienestar y desarrollo, a la luz de las nuevas reali-dades planteadas por la globalización, el avance del capital trasnacional sobre los territorios indios de América y el mun-do, la alta confl ictividad que aún impera en numerosas regiones y territorios, y la posibilidad de defi nir nuevos y más sólidos proyectos autonómicos, resulta lógico que la discusión, sin perder su es-pecifi cidad metodológica, se inserte en los polémicos y complejos campos de la política, el derecho, la economía, la eco-logía y la cultura.

De allí que la cuestión de determi-nar qué indicadores resultan pertinen-tes esté lejos de reducirse a una discu-sión técnica o metodológica, aunque la incluya. La demanda indígena explícita o subyacente aborda otros temas y pro-blemas, y su consecuencia más visible es la conformación de un campo de análisis, discusiones y propuestas en el que los indicadores aparecen vincu-lados a procesos políticos, económicos, demográfi cos, ambientales, culturales y jurídicos, a las políticas públicas, a los conocimientos tradicionales, a la pose-sión, control y usufructo de los recursos naturales y culturales, a la seguridad y soberanía alimentarias, a los problemas de género, a la participación comunita-ria, a la formación de cuadros técnicos

indígenas para diseñarlos y aplicarlos, y a la existencia de sistemas de infor-mación que provean datos relevantes, pertinentes, confi ables y adecuados a la realidad del mundo indígena.

En los dos últimos años, es notable la cantidad de foros indígenas (cumbres, seminarios, talleres) en los que la discu-sión sobre los indicadores ha adquirido una importancia sin precedentes. Las reuniones de expertos y expertas, convo-cadas para abordar el tema de los indica-dores sobre, con y para pueblos indíge-nas, expresan con nitidez cómo se está pasando —quizás de una manera lenta, pero consistente— de “condiciones de in-visibilidad” de los sujetos, sus realidades y sus problemas, a una formalización e institucionalización de las discusiones, a una materialización de las propuestas, y a un cambio en los enfoques y en la amplitud de las estrategias de análisis y diseño de futuras políticas.

Este proceso, es importante subra-yarlo, se está dando a escala mundial y ha producido, como primer resultado, una importante cantidad de documen-tos que constituyen la materia prima de un análisis que es necesario ampliar y profundizar, especialmente en un esce-nario como el del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas, en el que es-tán representados los pueblos indígenas de todo el mundo.

El camino para lograr esos instru-mentos estadísticos y su efectiva apli-cación aparece lleno de obstáculos. En primer lugar, los que se derivan de los desacuerdos conceptuales. En el pasado reciente, la distinción entre “pueblos” y “poblaciones” indígenas para denomi-nar al Decenio, constituyó una piedra de toque, sobre todo por sus conse-cuencias en el marco del derecho in-ternacional, en referencia al Convenio 169 de la OIT o a las nuevas legislaciones nacionales, resultado de reformas consti-tucionales llevadas a cabo en numerosos países de los Estados miembros. A partir de documentos clásicos en la materia, como el Informe Martínez Cobo (iniciado en Naciones Unidas en 1971) y de la discu-sión en las sesiones del Grupo de Trabajo sobre Pueblos Indígenas, de la ONU en Ginebra (creado en mayo de 1982), son incontables los escenarios de intenso debate sobre los conceptos de “pueblos y poblaciones indígenas”, “derechos indi-viduales y colectivos”, “libre determina-ción”, “identidad”, “autoidentifi cación”, “patrimonio (material, cultural, tangible e intangible)”, “propiedad intelectual”,

“consentimiento previo, libre e infor-mado”, “consulta”, “minorías”, “tierras y territorios”, “genocidio y etnocidio”, “identidad étnica y cultural”, “diversidad étnica y cultural”, “educación bilingüe e intercultural” y “soberanía sobre los re-cursos”, entre muchos otros.

En segundo lugar aparecen los pro-blemas relativos a los sistemas de infor-mación que deben servir de sustento a los indicadores, y que se alimentan, pre-cisamente, de registros en los que por lo general son omitidos los indígenas. Antes de decidir acerca de la convenien-cia de usar tal o cual indicador, es preci-so haber dilucidado la cuestión de cuáles serán las fuentes oportunas, constantes, efi caces y confi ables de información: desafío para los gobiernos, las agencias del sistema de Naciones Unidas, la ban-ca multilateral, los organismos de la co-operación y, naturalmente, las universi-dades y los centros de investigación.

El PUMC-UNAM ha ubicado en su pági-na web (http://www.nacionmulticultu-ral.unam.mx) el documento presentado en Nueva York que contiene las bases conceptuales de una discusión que está lejos, como vemos, de haber concluido. Antes, al contrario, se defi nen recién los contornos de una agenda básica en la que los indígenas ubican sus preocu-paciones principales y las asocian a la discusión metodológica. En esa tarea, la contribución de la universidad pue-de ser esencial, especialmente en el caso de la UNAM, preocupada desde siempre por los grandes problemas na-cionales y mundiales, entre los que los relativos al mundo indígena han en-contrado legítima ubicación.

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FOTO: VII Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas

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8 Mayo de 2008

La Dirección General de Asuntos Jurídicos de la UNAM, a través del Instituto de Investigaciones Filológicas (IIFL), ofreció una serie de pláticas sobre propiedad in-

telectual. Los abogados: Jesús García Moncada, subdirector de Propiedad Intelectual; María de los Ángeles Guerrero, res-ponsable del Departamento de Derechos de Autor, y Rubén González Galindo, encargado del Departamento de Propiedad Industrial y Transferencia de Tecnología, participaron en el encuentro y hablaron sobre las políticas y las instancias facul-tadas para su aplicación.

En su ponencia “Propiedad intelectual”, Jesús García Moncada explicó que el derecho de la propiedad intelectual tiene dos elementos fundamentales: “El primero es el derecho moral, el cual implica la paternidad de una persona con res-pecto a una obra; es decir, el vínculo entre el creador y la obra en específi co. Este derecho se puede transmitir a los dere-chohabientes o a las personas que sucedan al autor. También existen los derechos patrimoniales, relacionados con la explo-tación económica de la obra: su distribución, la presentación y la cantidad que reciben por utilizarla”.

Al referirse a la situación jurídica de la Universidad en esta materia, García Moncada expresó que “la UNAM está regulada por la Ley Federal de Derecho de Autor, por disposiciones fe-derales para la actividad editorial y por acuerdos que también norman este aspecto editorial. La ofi cina del abogado general es la única instancia que protege los derechos de autor, la cual, en virtud de la Ley Orgánica y del estatuto general, delega la facultad de representación para efectos de proteger, amparar y cuidar la propiedad intelectual”.

Mantenemos comunicación “con las entidades que gene-ran esta actividad editorial, y con los reguladores de tales cir-cunstancias. Por ejemplo, tratamos con la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial, que tiene que ver direc-tamente en esto pero carece de representación legal, así como con el Consejo Editorial”.

En su oportunidad, María de los Ángeles Guerrero afi rmó que, “de acuerdo con la Ley Federal de Derecho de Autor, el autor es la persona física que crea una obra literaria o artís-tica, y el derecho de autor es el reconocimiento que hace el Estado a favor de todo creador de una obra artística o literaria y le concede prerrogativas de carácter personal y pecuniario. En este caso, los primeros serían los derechos morales y los segundos los patrimoniales”.

Durante su participación —titulada “Derechos de autor”—, la abogada explicó que los “derechos morales son aquellos que tiene la persona física; son inalienables, imprescriptibles e irrenunciables. Dentro de ellos encontramos, por ejemplo, el derecho de los autores sobre los créditos de su obra; el oponer-se a que se mutile, deforme o altere la misma, ya que sólo él puede hacerle algún cambio. También puede oponerse a que se le adjudique una creación ajena”.

“En el caso de la Universidad, los derechos patrimoniales —que son la facultad de explotar la obra— los adquiere la pro-

pia institución, porque las obras que generan los universita-rios las realizan como parte de su trabajo, por un salario. La vigencia de estos derechos abarca toda la vida del autor, más cien años después de su muerte. Cuando existen varios auto-res o coautores, el tiempo se empieza a computar a partir de la muerte del último de los autores. Una vez transcurridos los cien años, la obra entra a dominio público”.

Cuando la Universidad no cuenta con recursos para editar una obra, Guerrero explicó que “se acude a alguna editorial que pueda realizar el trabajo. Los investigadores se acercan a las editoriales y buscan la que más les convenga; pero la fa-cultad de la obra le corresponde a la Universidad. Se fi rma un contrato que otorga a los autores el derecho de recibir regalías si se genera algún ingreso por la venta de las obras. Estos pa-gos, de acuerdo con las disposiciones generales que rigen la materia editorial de la UNAM, son de un 10% sobre el precio de venta de las obras. En este acuerdo queda claro que si existe venta, el investigador puede recibir regalías; pero los derechos patrimoniales pertenecen a la Universidad”.

Por lo que toca a los derechos de las obras en Internet, éstos son iguales que si se tratara de una obra impresa. “En la actualidad es muy fácil copiar una parte, o la totalidad, de una obra montada en línea sin dar crédito, pero se está causando un perjuicio al titular de los derechos patrimoniales y en oca-siones al propio autor. Por ello, se debe siempre citar la fuente y no se debe alterar el contenido”.

En su intervención —“Propiedad industrial y transparencia de tecnología”—, Rubén González Galindo manifestó que en el Jurídico se maneja todo lo que se refi ere al uso de marcas y al registro de patentes. “Uno de los problemas más frecuentes con algunos institutos, sobre todo en la publicación de libros, es el uso del escudo de la UNAM. Todos los logotipos que em-plea la Universidad se encuentran registrados como marcas ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial. Este re-gistro da el derecho de uso exclusivo a la UNAM”.

“Como persona moral, la Universidad es la dueña de las marcas. Nadie más puede utilizar esos logotipos. El escudo de la Universidad es el más recurrente en las portadas, indepen-dientemente de que se imprima el logotipo de los institutos que editan el libro. El problema radica en que existen investi-gadores que participaron como autores en la elaboración de un libro, pero lo publican en una editorial como personas físicas independientes de la Universidad. Se llevan la publicación, pero al ser investigadores de la Universidad quieren imprimir-le el escudo; esto no es válido”.

“El investigador debe solicitar la autorización a la Universidad para utilizar el logotipo, tanto el de la UNAM como el de su instituto, y la instancia facultada para otorgar esos permisos es la Dirección General de Patrimonio Universitario. Desde 1997, cuando se instauró un programa de licencia-miento de marcas dentro de la UNAM, se registran todos los logotipos universitarios y la Dirección General de Patrimonio Universitario autoriza su uso”.

Propiedad intelectual

Industrial y Transferencia de Tecnología, participaron en elencuentro y hablaron sobre las políticas y las instancias facul-tadas para su aplicación.

En su ponencia “Propiedad intelectual”, Jesús GarcíaMoncada explicó que el derecho de la propiedad intelectualtiene dos elementos fundamentales: “El primero es el derechomoral, el cual implica la paternidad de una persona con res-pecto a una obra; es decir, el vínculo entre el creador y la obraen específi co. Este derecho se puede transmitir a los dere-chohabientes o a las personas que sucedan al autor. Tambiénexisten los derechos patrimoniales, relacionados con la explo-tación económica de la obra: su distribución, la presentacióny la cantidad que reciben por utilizarla”.

Al referirse a la situación jurídica de la Universidad en estamateria, García Moncada expresó que “la UNAM está reguladapor la Ley Federal de Derecho de Autor, por disposiciones fe-derales para la actividad editorial y por acuerdos que tambiénnorman este aspecto editorial. La ofi cina del abogado generales la única instancia que protege los derechos de autor, la cual,en virtud de la Ley Orgánica y del estatuto general, delega lafacultad de representación para efectos de proteger, amparary cuidar la propiedad intelectual”.

Mantenemos comunicación “con las entidades que gene-ran esta actividad editorial, y con los reguladores de tales cir-cunstancias. Por ejemplo, tratamos con la Dirección Generalde Publicaciones y Fomento Editorial, que tiene que ver direc-tamente en esto pero carece de representación legal, así comocon el Consejo Editorial”.

En su oportunidad, María de los Ángeles Guerrero afi rmóque, “de acuerdo con la Ley Federal de Derecho de Autor, elautor es la persona física que crea una obra literaria o artís-tica, y el derecho de autor es el reconocimiento que hace elEstado a favor de todo creador de una obra artística o literariay le concede prerrogativas de carácter personal y pecuniario.En este caso, los primeros serían los derechos morales y lossegundos los patrimoniales”.

Durante su participación —titulada “Derechos de autor”—,la abogada explicó que los “derechos morales son aquellos quetiene la persona física; son inalienables, imprescriptibles eirrenunciables. Dentro de ellos encontramos, por ejemplo, elderecho de los autores sobre los créditos de su obra; el oponer-se a que se mutile, deforme o altere la misma, ya que sólo élpuede hacerle algún cambio. También puede oponerse a quese le adjudique una creación ajena”.

“En el caso de la Universidad, los derechos patrimoniales—que son la facultad de explotar la obra— los adquiere la pro-

Cuando la Universidad no cuenta con recursos para editaruna obra, Guerrero explicó que “se acude a alguna editorialque pueda realizar el trabajo. Los investigadores se acercana las editoriales y buscan la que más les convenga; pero la fa-cultad de la obra le corresponde a la Universidad. Se fi rma uncontrato que otorga a los autores el derecho de recibir regalíassi se genera algún ingreso por la venta de las obras. Estos pa-gos, de acuerdo con las disposiciones generales que rigen lamateria editorial de la UNAM, son de un 10% sobre el preciode venta de las obras. En este acuerdo queda claro que si existeventa, el investigador puede recibir regalías; pero los derechospatrimoniales pertenecen a la Universidad”.

Por lo que toca a los derechos de las obras en Internet,éstos son iguales que si se tratara de una obra impresa. “En laactualidad es muy fácil copiar una parte, o la totalidad, de unaobra montada en línea sin dar crédito, pero se está causandoun perjuicio al titular de los derechos patrimoniales y en oca-siones al propio autor. Por ello, se debe siempre citar la fuentey no se debe alterar el contenido”.

En su intervención —“Propiedad industrial y transparenciade tecnología”—, Rubén González Galindo manifestó que en elJurídico se maneja todo lo que se refi ere al uso de marcas yal registro de patentes. “Uno de los problemas más frecuentescon algunos institutos, sobre todo en la publicación de libros,es el uso del escudo de la UNAM. Todos los logotipos que em-plea la Universidad se encuentran registrados como marcasante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial. Este re-gistro da el derecho de uso exclusivo a la UNAM”.

“Como persona moral, la Universidad es la dueña de lasmarcas. Nadie más puede utilizar esos logotipos. El escudo dela Universidad es el más recurrente en las portadas, indepen-dientemente de que se imprima el logotipo de los institutosque editan el libro. El problema radica en que existen investi-gadores que participaron como autores en la elaboración de unlibro, pero lo publican en una editorial como personas físicasindependientes de la Universidad. Se llevan la publicación,pero al ser investigadores de la Universidad quieren imprimir-le el escudo; esto no es válido”.

“El investigador debe solicitar la autorización a laUniversidad para utilizar el logotipo, tanto el de la UNAM comoel de su instituto, y la instancia facultada para otorgar esospermisos es la Dirección General de Patrimonio UniversitarioDesde 1997, cuando se instauró un programa de licencia-miento de marcas dentro de la UNAM, se registran todos loslogotipos universitarios y la Dirección General de PatrimonioUniversitario autoriza su uso”.

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9Mayo de 2008

El carácter polémico, paradójico y oscuro del movimiento modernis-ta en Hispanoamérica continúa

un incesante proceso de refl exiones, va-loraciones y sedimentación, cuyas expre-siones literarias ofrecen, a su vez, nuevas lecturas, perspectivas e interrogantes: “El debate no ha terminado ni terminará jamás. En la complejidad del modernis-mo hay muchas cosas irreductibles a la simplifi cación generalizadora”.1

Por su fuerte vocación de novedad y preocupación por ser original, esta corriente literaria fi nisecular del XIX, a caballo con el principio del XX, adquiere singulares apariencias de envejecimien-to, anacronismo y agotamiento; la idea de estar al día, de formar parte de la cul-tura universal, de vincularse a la moda, de ser a toda costa moderna, la limita y pronto le da un aire de senectud. El desmesurado, obsesivo y afanoso tra-bajo de elaboración verbal, hace denso al movimiento, cuya consecuencia fue convertirse en una etapa literaria poco leída y menos frecuentada; a causa de ese hermetismo, casi para iniciados, ha sido relegada; razón por la cual, con fre-cuencia, su estudio es rutinario, frugal y de superfi cie. En general, su enorme riqueza, propuesta estética, calidad, ori-ginalidad y aportes permanecen par-cialmente ocultos; el conocimiento or-gánico y profundo de este movimiento continúa siendo limitado, fragmentario y escaso. […]

A más de un siglo de distancia de sus inicios, con una notable cauda de legados e infl uencias, el movimiento requiere todavía de diversas miradas y refl exio-

nes para precisar y analizar objetivos y tensiones, aspiraciones y logros, que lo sitúen en el proceso general de la histo-ria literaria de Hispanoamérica; razona-mientos que den cuenta de sus contri-buciones para caracterizar el concepto de generación, el de una generación mo-dernista hispanoamericana en conjun-to; idea y principio, clave fundacional que perfi la y defi ne signifi cativamente nuestra historia cultural, y que fructifi ca en otras experiencias generacionales de las letras de nuestro continente. […]

Ahora bien, la necesidad de revisar y discutir de nueva cuenta la escritura modernista en Hispanoamérica res-ponde, entre otros motivos, al hecho de constituir un primer gran momento li-terario distinto del modelo metropolita-no; formas propias y específi cas de estas culturas que en varios sentidos explican y dan origen a nuestra literatura con-temporánea. […]

La vigencia, solidez y vasta signifi -cación de este movimiento se ilustran, entre otros ejemplos, con Borges, quien, a propósito del centenario del nacimien-to del modernista Rubén Darío, afi rmó: “Todo lo renovó Darío: la materia, el vo-cabulario, la métrica, la magia peculiar de ciertas palabras, la sensibilidad del poeta y de sus lectores. Su labor no ha cesado ni cesará. Quienes alguna vez lo combatimos comprendemos hoy que lo continuamos. Lo podemos llamar el libertador”.2 Con impecable agudeza, en una sutil paradoja, el argentino desta-ca en Darío —y con él, en todo el moder-nismo hispanoamericano— la enorme determinación, presencia y prolongada

infl uencia que para la literatura contem-poránea signifi có aquel movimiento; de la experiencia modernista surgen la conciencia de cambio, la acertada refor-mulación de hacer literatura y de aqui-latar el lenguaje, el sentido y valor de la creación verbal, las funciones del autor y el lector. […]

Octavio Paz, otra fi gura central de la literatura contemporánea en nues-tro continente, refrenda consideracio-nes semejantes para aquella corrien-te tan determinante y esencial para la escritura del siglo XX, e incorpora ideas sustanciales: cambio, transformación, poesía en movimiento, cuyos valores perfi lan nuestra anhelada modernidad: “Entendido como realmente fue —un movimiento cuyo fundamento y meta primordial era el movimiento mismo— aún no termina: la vanguardia de 1925 y las tentativas de la poesía contemporánea están ligadas a ese gran comienzo”.3 […]

En concordancia con los juicios ante-riores, la valoración de este movimiento decimonónico, impulsado en sus princi-pios por Gutiérrez Nájera, Martí y Darío, es de muy alta estima. […]

En conjunto, todas estas referencias enfatizan el valor, dimensión, signifi ca-ción e importancia medular de la litera-tura modernista; reconocen sus alcances, su novedosa concepción, su notable in-tuición artística; así como el adueña-miento del idioma, la formulación de un ideario, de un espíritu, de una visión original latinoamericana; juicios diversos que ayudan a suscribir y a aquilatar su di-mensión histórica en el proceso cultural de este continente.

El modernismo hispanoamericanoIgnacio Díaz Ruiz*

* Humanidades y Ciencias Sociales presenta un adelanto del libro El modernismo hispanoamericano, de Ignacio Díaz Ruiz, que próximamente aparecerá bajo el sello del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC). 1 José Emilio Pacheco, “Prólogo” a Poesía modernista, una antología general, México, SEP/UNAM, 1982 (Clásicos Americanos, 39), p. 2.2 Jorge Luis Borges, “Mensaje en honor de Rubén Darío”, citado por José Emilio Pacheco, en op.cit., p. 15.3 Octavio Paz, Cuadrivio, Darío, López Velarde, Pessoa, Cernuda, México, Joaquín Mortiz, 1965, p. 12.

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10 Mayo de 2008

UNA GENERACIÓN LITERARIA

“El modernismo, así lo ha conceptuado Manuel Pedro González, es una empre-sa generacional, no la tarea de un solo individuo”;4 a partir de tan sugerente defi nición, se puede afi rmar que el mo-vimiento surge de un espíritu de grupo y se consolida justamente con la confor-mación de una colectividad intelectual y literaria proveniente de distintas lati-tudes de Hispanoamérica. Los escrito-res modernistas de mayor presencia y renombre durante el fi nal del siglo XIX y comienzo del siguiente participan, coinciden y comulgan con una serie de principios y postulados que los agrupa, identifi ca y cohesiona.

El modernismo literario es, de ma-nera inequívoca, una tarea intelectual y estética con orientaciones afi nes, cuyas obras revelan principios comunes o pa-recidos. Así, esta literatura contiene una serie de expresiones con conceptos artís-ticos aproximados, dirigidos hacia una re-novación verbal y una nueva concepción de la prosa y la poesía. Estas obras fi nise-culares aparecen como una suma de vo-luntades individuales que se cohesionan en concordancias y semejanzas, como trabajos personales que confl uyen en un proyecto colectivo de fi sonomía similar.

Con independencia de nacionalida-des, dispersos en varios países del con-tinente, sin coincidencia de edades, ni antecedentes, muchas veces sin cono-cimiento personal directo, se conforma un sólido y genuino grupo generacio-nal de escritores en Hispanoamérica. El primero en el panorama general de nuestra historia cultural. Un grupo inte-lectual que, a pesar de las diferencias, distancias e incomunicaciones geográfi -cas, crea un ambiente, formula un ideal estético y vive una misma atmósfera ar-tística de inspiraciones aproximadas.

Se integra una comunidad creativa con fi nes y objetivos que coinciden en una conciencia estética análoga. Una

genuina grey de poetas con propósitos semejantes. Un grupo identifi cado y cohesionado por una cultura e historia común compartida. Una comunidad ar-tística culta, bien informada, subjetiva y sensible, cuyas coincidencias radican en la elegancia, la exquisitez, la originali-dad; grupo que lleva a cabo una literatu-ra de tendencia aristocratizante, armóni-ca, distinguida, distinta, crítica, rara, de nuevo cuño, y sitúa en un primer plano el ideal de una escritura artística. […]

La crónica,5 otro de los grandes gé-neros de la época, marca nuevos derro-teros y nuevas experiencias de escritu-ra, distintas relaciones con el lector, in-éditas orientaciones y refl exiones sobre el concepto tradicional de modernismo y plantea una revisión y reformulación de las prácticas culturales; sin embargo, una parte signifi cativa del espíritu fi ni-secular se orienta hacia un ideal de au-tonomía artística sustentado por princi-pios de armonía, belleza y originalidad.

El modernismo hispanoamericano surge entonces de una conciencia con-junta y común, de una vocación creativa para reformular la escritura literaria en el continente, cuyas inquietudes y ex-presiones se convierten en un espíritu generacional equiparable a las expresio-nes de una familia literaria. […]

Martí, por ejemplo, cuya sensibili-dad y vasto conocimiento de la historia y la cultura de América Latina, expre-sa puntualmente esa idea de conjunto o grupo; principio que se esboza, entre otros textos, en una nota in memoriam de Julián del Casal, donde mediante el concepto de fi liación familiar lo relacio-na con el de generación hispanoameri-cana:

Y es que en América está ya en fl or la gente nueva, que pide peso a la prosa y condición al verso, y quiere trabajo y realidad en la política y en la literatura. Lo hinchado cansó, y la política hueca y rudimentaria, y aquella

falsa lozanía de las letras que re-cuerda los perros aventurados del loco de Cervantes. Es como una familia en América esta genera-ción literaria, que principió por el rebusco imitado, y está ya en la elegancia suelta y concisa, y en la expresión artística sincera, breve y tallada, del sentimiento personal y del juicio criollo y di-recto.6 […]

Asimismo, la idea martiana de nutrir el pensamiento literario de estos países con distintas literaturas, de descubrir nuevos escritores y sensibilidades, lo hace conocer otras lenguas y culturas, y divulgar a varios autores, sobre todo an-glosajones: Oscar Wilde, Walt Whitman, Ralph Waldo Emerson, Henry Wadsworth Longfellow, John Keats, Lord Byron, Percy Bysshe Shelley, William Morris; de ponderar a otros de sus contempo-ráneos: Rubén Darío, Manuel Gutiérrez Nájera, José María de Heredia, Francisco Sellén, Juan Antonio Pérez Bonalde; y de destacar la singularidad de ese clan intelectual donde él mismo se incluye. En la citada noticia necrológica dedica-da a Del Casal, su congénere de patria y de estética, se invoca una región cultu-ral e histórica común: “Por toda nuestra América era Julián del Casal muy cono-cido y amado, y ya se oirán los elogios y las tristezas”.7 […]

Rubén Darío, en sus perspicaces comentarios sobre Martí, refi ere la dimensión continental, la presencia como guía y modelo de la nueva lite-ratura, la vocación hispanoamericana, así como la fuerte impronta de este cu-bano en nuestra cultura: “Cuba admi-rable y rica y cien veces bendecida por mi lengua; ¡mas la sangre de Martí no te pertenecía; pertenecía a una raza, a todo un continente; pertenecía a una briosa juventud que pierde en él quizá al primero de sus maestros; pertenecía al porvenir!”8 […]

4 José Emilio Pacheco, “Introducción” a Antología del modernismo (1884-1921), México, UNAM, 1970 (Biblioteca del Estudiante Universitario, 90, 91), p. xvi.5 Varios autores han refl exionado sobre esta modalidad fi nisecular: entre otros, Belem Clark de Lara (Tradición y modernidad en Manuel Gutiérrez Nájera, México, UNAM, 1998); Ivan A. Schulman, Julio Ramos, Susana Rotker (La invención de la crónica, México, FCE/Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano, 2005).6 José Martí, “Julián del Casal”, incluido en este volumen.7 Loc. cit.8 Rubén Darío, “José Martí”, incluido en este volumen.

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11Mayo de 2008

Cuando se ha llevado la seguridad tras-nacional, la reacción ha sido atacar, confrontar el terrorismo, militarizar

la lucha contra la delincuencia organizada y construir muros para el control de los fl ujos transfronterizos. Estas medidas tienen im-pactos importantes en nuestra economía lo-cal y nacional, expresó David Shirk, director del Instituto Transfronterizo y profesor asis-tente del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de San Diego, California.

Durante su participación en la conferen-cia “La seguridad nacional y la seguridad pú-blica desde una perspectiva estadounidense”, organizada por el Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN), el catedrá-tico habló de los cambios políticos en los regímenes de Estados Unidos y sus repercu-siones en países como México. Destacó que muchas naciones están transformándose; “desde regímenes políticos no competitivos —con problemas y acusaciones de fraude, de manipulación electoral—, hasta países que sufren el crimen organizado y la corrupción tras-nacional. Son sistemas donde falta protección de los derechos humanos, sobre todo en el caso de las víctimas del crimen y abusos ofi ciales”.

Al tocar el tema de la narcoviolencia, Shirk aclaró que ésta no es un problema exclusivo de México, sino compartido con Estados Unidos y con otros países productores y consu-midores de droga. “Los últimos veinte años han evidenciado la realidad de este nuevo mundo desordenado. Se han captu-rado algunos capos, pero es como si se dieran dos pasos hacia delante y uno hacia atrás, porque el problema aumenta. Para muchos, este nuevo mundo está desordenado en numerosos aspectos, lo que presenta un nuevo paradigma que debemos estudiar y entender. Las funciones duales del Estado en ma-teria de seguridad ya no son claras. Existen policías en comu-nidades rurales enfrentando el poder de organizaciones tras-nacionales con mucho dinero, con armas más sofi sticadas. El Estado y los mecanismos de estos niveles locales enfrentan re-tos muy diferentes para implementar el Estado de derecho”.

Con la fi nalidad de resolver los problemas de seguridad, el especialista sugirió mejorar las instituciones y los acuerdos para la colaboración trasnacional. Precisó que es necesario el trabajo conjunto; de esta manera se deben crear instituciones que minimicen los espacios de las organizaciones trasnacio-nales ilícitas.

En su oportunidad, Leonardo Curzio Gutiérrez, investiga-dor adscrito al área de Estudios Estratégicos del CISAN, indicó que el Programa de Seguridad Nacional de México “no con-sidera en ninguna de las agencias de seguridad de este país un programa específi co de cooperación con la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte (ASPAN)”. Curzio

La seguridad nacional y la seguridad pública desde una perspectiva estadounidense

Gutiérrez mencionó que no hay ningún re-conocimiento a la existencia de la ASPAN, ni un cambio de actitud.

Por lo que corresponde al combate al narcotráfi co, el investigador destacó que en los últimos años “ha existido un mayor nivel de convergencia —desde Clinton. Compartimos el mismo diagnóstico, en al-gún momento tuvimos grupos de contacto de alto nivel que funcionaron razonable-mente bien, pero ahora México sigue di-ciendo que está igual de preocupado por las drogas que Estados Unidos; sin embar-go, las armas entran de esa frontera a nues-tro país. Ambas naciones se manifi estan muy preocupadas, pero no resuelven nada”. Leonardo Curzio consideró que falta “un gran paraguas diplomático, mayor cooperación y coordinación para cambiar este panorama. Se requieren decisiones políticas de alto nivel”.

Por su parte, José Luis Valdés Ugalde, director del CISAN, afi rmó que a raíz del 11 de septiembre es elevado “el nivel de contradicciones en las que ha entrado el proceso de integra-ción en América del Norte, al grado de un agotamiento estruc-tural de fondo y forma”.

“Los intereses partidistas y particulares en aras de la ob-tención del poder —como en los casos de Clinton, Obama y también McCain— han provocado que se cuestione e incluso se ponga en peligro un tratado que representa 800 millones de dólares diarios de intercambio comercial, por lo menos entre Estados Unidos y México. Esto evidencia una asimetría pro-nunciada entre los dos países”.

Al mencionar la interdependencia que existe entre ambas naciones, Valdés Ugalde estimó que “hay un mayor someti-miento de México al esquema de seguridad estadounidense, que sacrifi ca el principio de la prosperidad y modernización de este país. Esto es muy serio, ya no podemos decir que hay interdependencia asimétrica; hay una dependencia simétrica cada vez mayor, por lo menos en el tema de la seguridad entre México y Estados Unidos”.

Sobre la posibilidad de tener un concepto común de seguri-dad en América del Norte, el especialista expresó: “ese esque-ma de seguridad era el de home line security en los términos en los que se estaba planteando, pero no existía voluntad política por parte de Ottawa y de Washington para discutir el tema de la prosperidad, como se discute el de la seguridad. Entonces a México no le convenía un esquema único, independiente-mente de los avances que supone integrarlo a partir del 11 de septiembre. Las policías fronterizas, la identifi cación, el regis-tro o prerregistro de los pasajeros en los respectivos aeropuer-tos —algo que por cierto no se ha interrumpido entre Canadá, Estados Unidos y México— nunca han prosperado por razones soberanistas”.

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Si nos preguntáramos qué caracterís-ticas culturales, morales o políticas comparten Iraq, Chad, Sri Lanka,

Colombia, la República Democrática del Congo, Darfur en Sudán y Ogaden en Etiopía, obtendríamos respuestas tan disímiles y difíciles de unifi car, que nos perderíamos en el intento. Pero si nos pre-guntáramos qué características sociales o económicas comparten, la pobreza, el hambre o la violencia nos vendrían a la mente.

Asimismo, en estas regiones —al igual que en Birmania, China, Irán, Libia, Arabia Saudita, Corea del Norte, Cuba, Libia, Eritrea y Vietnam— se co-meten numerosas violaciones a los de-rechos humanos. Human Rights Watch, organización dedicada a la protección de tales derechos en el mundo, exami-nó la situación de 75 países —Informe Mundial, 2008—, y destacó estas regio-nes por presentar los mayores abusos y las más severas represiones.

Pero a todo esto, ¿qué son los dere-chos humanos?, y ¿cómo saber si están siendo quebrantados? Los derechos hu-manos “son el conjunto de prerrogativas inherentes a la naturaleza de la persona, cuya realización efectiva resulta indis-pensable para el desarrollo integral del individuo que vive en una sociedad ju-rídicamente organizada. Estos derechos, establecidos en la Constitución y en las leyes, deben ser reconocidos y garanti-zados por el Estado” (Comisión Nacional de los Derechos Humanos).

El mayor precedente de estas pre-rrogativas es la Declaración Universal de Derechos Humanos, emitida por la Organización de las Naciones Unidas en 1948. La declaración fue elaborada en respuesta a las atrocidades cometidas durante la Segunda Guerra Mundial, en un intento por “sentar las bases de un nuevo orden internacional que surgía tras el armisticio”.

Infortunadamente, a casi sesenta años de su emisión, el contenido y los valores comprendidos en el documento son prácticamente desconocidos. Si bien

Derechos Humanos:¿Principios inherentes y universales?

existen diversas formas de clasifi carlos, la más conocida es la denominada “tres generaciones”.

La primera generación —derechos ci-viles y políticos— surge en la Revolución Francesa como rebelión contra el absolu-tismo del monarca. “Imponen al Estado el deber de respetar siempre los derechos fundamentales del ser humano a: la vida, la integridad física y moral, la libertad personal, la seguridad personal, la igual-dad ante la ley, la libertad de pensamien-to, de conciencia y de religión, la libertad de expresión y de opinión, la resistencia y de inviolabilidad del domicilio, la liber-tad de movimiento o de libre tránsito, la justicia, una nacionalidad, contraer ma-

trimonio y fundar una familia, participar en la dirección de asuntos políticos, elegir y ser elegido a cargos públicos, formar un partido o afi liarse a alguno y a participar en elecciones democráticas”.

Los de la segunda generación —dere-chos económicos, sociales y culturales— “surgen como resultado de la revolución industrial, por la desigualdad económi-ca. México fue el primer país en incluir-las en su Constitución, en 1917. Los de-rechos económicos, sociales y culturales nacen después de la segunda guerra mundial”. Derechos económicos: a la propiedad (individual y colectiva) y a la seguridad económica. Derechos so-ciales: a la alimentación, al trabajo (a un

INFANCIA

Octubre, 2006.- Más de un millón de niños están encarcelados en distintas partes del mundo (Save the Children). Noviembre, 2006.- Más de 1,000 millones de personas no tienen acceso regular al agua potable, lo que provoca que 1.8 millones de niños mueran cada año de diarreas causadas por beber este líquido en mal estado.Noviembre, 2006.- En 1960, en África se registraban el 14% de todas las muertes de menores de 5 años. En 1980, el porcentaje se situó en el 23%, y en el 2003, la cifra se disparó hasta el 43%.Noviembre, 2006.- Más de 30,000 niños menores de 5 años mueren cada día en todo el mundo debido a la pobreza.Noviembre, 2006.- De los 11 millones de muertes en menores de 5 años, 70% se deben a la malnutrición o a enfermedades como diarreas, malaria o infecciones en las vías respiratorias.Noviembre, 2006.- 130 millones de niños no asisten a la escuela, y 82 millones pierden su infancia debido a matrimonios precoces; además, 15 millones quedan huérfanos a causa del sida.Noviembre, 2006.- 246 millones de niños trabajan, de los cuales 72 millones son menores de 10 años.El número de niños que viven en las calles se estima en 100 millones.Noviembre, 2006.- 300 millones de niños en el mundo pasan hambre y 18,000 mueren cada día por escasez de alimentos (ONU).Enero, 2007.- La vacuna triple vírica (para la difteria, tétanos y tosferina) no es accesible para 28 millones de niños en el mundo; 2.5 millones de menores mueren por falta de la combinación más esencial.Febrero, 2007.- La cifra de niños soldados llega casi a los 300,000, esencialmente en África, pero también en Asia y América (OIT).Febrero, 2007.- Casi 218 millones de niños mayores de 5 años de edad trabajan; 126.3 millones laboran por bajos salarios, sin protección, y en no pocas ocasiones rozando los límites del peligro (OIT).Febrero, 2007.- Se calcula que, cada año, casi un millón de menores se prostituyen (OIT y UNICEF).Marzo, 2007.- Más de 100 millones de niños en todo el mundo son explotados sexualmente a cambio de dinero. La explotación de menores constituye la tercera industria ilegal del mundo, sólo superada por el tráfi co de drogas y el de armas (Red Internacional de Organizaciones contra la Explotación Sexual Infantil).Marzo, 2007.- En India, Pakistán, Bangla Desh y Nepal trabajan 12.6 millones de niños de entre 5 y 14 años. Es la región con mayor número de niños trabajadores en el mundo (ONU).Marzo, 2007.- Los niños obreros suman en el mundo 218 millones. Además, 300,000 niños que viven en zonas de guerra han sido alistados en el servicio militar, incluidos menores de 10 años (ONU).

Fuente: El mundo en cifras.

Mayo de 2008

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salario justo y equitativo, al descanso, a sindicalizarse, a la huelga), a la seguri-dad social, la salud, la vivienda y la edu-cación. Derechos culturales: a participar en la vida cultural del país, a gozar de los benefi cios de la ciencia, la investigación científi ca, literaria y artística.

En cuanto a los de la tercera gene-ración —derechos de los pueblos o de solidaridad—, nacen en “nuestro tiempo como respuesta a la necesidad de co-operación entre las naciones, así como de los distintos grupos que las integran. Se forman por los llamados derechos de los pueblos: a la paz, al desarrollo eco-nómico, a la autodeterminación, a un ambiente sano, a benefi ciarse del patri-monio común de la humanidad y a la solidaridad”.

En México, la situación de los de-rechos humanos es poco alentadora. Continúan las violaciones a las garantías individuales, la tortura, la trata de perso-nas, la transgresión de las garantías de indígenas y de migrantes, y la violencia contra la libertad de expresión.

Cada año, cerca de 20,000 personas son víctimas de prostitución en el país, en especial las mujeres, niñas y niños migrantes. De 2000 a la fecha, 35 pe-riodistas han sido asesinados y 6 más se encuentran desaparecidos. Además, los abusos de policías mexicanos contra centroamericanos en la frontera sur, son tan graves como los perpetrados por la patrulla fronteriza estadounidense.

Las autoridades mexicanas consi-deran que la mayor amenaza a los de-rechos humanos proviene del crimen organizado, “cuyas organizaciones han segado vidas de ciudadanos, periodistas y jueces, así como de policías, soldados y marinos”.

En su informe, Human Rights Watch descalifi có la labor de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y consideró que “el sistema de justicia penal de México continúa teniendo problemas generalizados en materia de derechos humanos. Las personas que se encuentran detenidas o en prisión son sometidas a torturas y maltratos. Es co-mún que los funcionarios encargados de la aplicación de la ley no investiguen ni juzguen a quienes son responsables por las violaciones de derechos humanos, incluso aquellas cometidas durante la ‘guerra sucia’ que tuvo lugar en México y los abusos cometidos actualmente durante operaciones para promover la seguridad pública. A su vez, México no cuenta con protecciones jurídicas sufi -cientes que permitan amparar a muje-

res y niñas de la violencia y el abuso sexual”.

Las causas de esta falla son diversas y “responden a factores como la corrup-ción, capacitación, recursos inadecuados y prácticas abusivas por parte de la poli-cía. La tortura continúa siendo un pro-blema extendido dentro del sistema de justicia penal de México”. Destacó que 40% de las personas que se encuentran detenidas en México no han sido conde-nadas por la comisión de un delito. “Los internos también sufren abusos, tales como extorsión por parte de guardias y aislamiento por periodos indefi nidos. Los inmigrantes extranjeros son parti-cularmente vulnerables a esta clase de abusos”.

Acerca de las fuerzas de seguridad, la organización internacional informó que habitualmente aplican un uso ex-cesivo de la fuerza al llevar a cabo ope-raciones de control de multitudes. “En julio de 2007, una marcha de protesta tuvo como desenlace una violenta con-frontación con la policía en la capital del estado de Oaxaca”.

Por otro lado, indicó que las leyes mexicanas no protegen adecuadamen-te a las mujeres y niñas contra actos de violencia doméstica y abuso sexual. “Algunas leyes sobre violencia domésti-ca contra mujeres son claramente con-trarias a los estándares internacionales, como por ejemplo las disposiciones del derecho mexicano que establecen san-ciones para algunas agresiones sexuales en función de la ‘castidad’ de la víctima y penalizan la violencia doméstica úni-camente cuando la víctima ha sido gol-peada en repetidas oportunidades. Las niñas y mujeres que denuncian violacio-nes o hechos de violencia ante las auto-ridades suelen enfrentarse a sospechas, indiferencia y a un trato irrespetuoso”.

Asimismo, “varios periodistas, en especial aquellos que han investiga-do el narcotráfi co o han adoptado una posición crítica hacia los gobiernos es-tatales, han sido víctimas de acoso y agresiones”. En cuanto al acceso a la información, declaró que “una ley fe-deral sobre transparencia y acceso a la información del año 2002 facilitó la po-sibilidad de un mayor escrutinio públi-co del gobierno federal. Sin embargo, existe todavía un riesgo signifi cativo de que la secrecía vuelva a restable-cerse en el futuro: la agencia federal encargada de aplicar la ley en el Poder Ejecutivo no ha sido dotada de autono-mía, continúa siendo vulnerable a la interferencia política y ha encontrado oposición por parte de varios organis-mos de gobierno clave”.

En lo relativo a los derechos labora-les, expuso que la actividad legítima de organización de los trabajadores “conti-núa estando obstaculizada por los con-venios colectivos negociados entre la ge-rencia y los sindicatos adeptos a ésta. A menudo, estos convenios no establecen benefi cios para los trabajadores por en-cima de los mínimos exigidos por la ley mexicana”.

En materia educativa, apuntó que uno de los problemas crónicos de México “es la falta de medidas guber-namentales tendientes a asegurar que las decenas de miles de niños de las zo-nas rurales reciban educación primaria durante los meses en que sus familias migran de un estado a otro para traba-jar en campos agrícolas. Si bien existe un programa federal destinado a brindar educación primaria en los campos agrí-colas, las clases se ofrecen generalmente durante la tarde, cuando los niños están demasiado exhaustos a causa del trabajo como para estudiar”.

MÉXICO

Noviembre, 2006.- De los 100 millones de habitantes, una cuarta parte son menores de 16 años que sobreviven en condiciones de pobreza, es decir, unos 24.8 millones de niños (Red por los Derechos de la Infancia en México).Noviembre, 2006.- El trabajo infantil afecta a unos 3.5 millones de niños (Red por los Derechos de la Infancia en México).Diciembre, 2006.- Existe un total de 14 grupos armados, ubicados primordialmente en las zonas altas de los estados, pero con operaciones en las capitales de los mismos (Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional).Marzo, 2007.- Cerca de la mitad de la población —unos 55 millones de personas— vive en la pobreza; 25% de los mexicanos gana menos de un dólar al día.Septiembre, 2007.- Un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México reveló que 60% de los jóvenes mexicanos entre 12 y 24 años están desempleados.Octubre, 2007.- Las 20 familias más ricas concentran el 10% del producto bruto interno del país.Diciembre, 2007.- En los primeros 11 meses de este año, el crimen organizado cometió en promedio 7.76 asesinatos diariamente (Secretaría de Seguridad Pública mexicana).

Fuente: El mundo en cifras.

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“La idea de tener un derecho hu-mano surge en el pensamien-to fi losófi co; nace como una

reivindicación moral de los seres hu-manos aún antes de convertirse en una idea jurídica. Su raíz la encontramos en el discurso moral, en una deman-da ético-política de las personas por el reconocimiento de sus derechos como seres humanos”, afi rmó Juan Antonio Cruz Parcero, especialista en fi losofía del derecho.

Al referirse a la vinculación de los derechos humanos con la moral, Cruz Parcero consideró que “existe una rela-ción muy estrecha entre el ámbito jurí-dico y el moral. La noción de derechos humanos está directamente relaciona-da con el ámbito moral. Su devenir his-tórico es complejo; va desde la reivin-dicación de derechos abstractos hasta la de derechos concretos. Estas reivin-dicaciones se presentaron primero con un lenguaje político-moral, y más tarde se convirtieron en derechos de carácter jurídico”.

En cuanto a los factores que dic-taminan lo que es un derecho huma-no, el investigador señaló que existen varias teorías. “Una de las líneas más comunes es la inspirada en el pensa-miento de Kant, que se funda en valo-res fundamentales como la autonomía, la libertad o la dignidad de la persona; remitiéndonos a esos valores es posible determinar cuáles son los derechos que le sirven al ser humano para ser autó-nomo, tener dignidad y ser libre. Para los autores que, por ejemplo, se apoyan únicamente en el valor de la autono-mía, sólo los derechos que sirvan para proteger la autonomía valdrán como derechos humanos; los demás podrán ser derechos o valores de otro tipo, pero no derechos humanos”.

Juan Antonio Cruz Parcero es doc-tor en Derecho por la Universidad de Alicante, España; investigador del Instituto de Investigaciones Filosófi cas en el área de Filosofía del Derecho, y ca-tedrático en el Posgrado de Derecho de la UNAM. Colabora con organismos de dere-chos humanos y es director de Isonomía. Revista de Teoría y Filosofía del Derecho. Pertenece a varios comités editoriales de revistas jurídicas, como el Boletín Mexicano de Derecho Comparado (IIJ), Juez. Cuadernos de Investigación (UIA), Discusiones (Argentina), entre otros.

Es autor de El lenguaje de los dere-chos. Ensayo para una teoría estructural de los derechos (Trotta, 2007), Los dere-chos sociales desde una nueva perspecti-va (CNDH, 2000) y El concepto de derecho subjetivo (Fontamara, 1999), y coeditor de Derechos sociales y derechos de las minorías (Porrúa, 2000). Además, ha es-crito diversos artículos especializados para revistas nacionales y extranjeras.

¿Cómo se establecen los límites de lo hu-mano?—Cuando hablamos de seres huma-nos, en buena medida sabemos a qué nos estamos refi riendo. Somos distin-

tos de otros seres vivos, como los ani-males o las plantas; por tanto, los lí-mites de lo humano los podemos reco-nocer en lo que llamamos casos claros o centrales. El pensamiento fi losófi co y el relativo a los derechos humanos gira en torno a esos casos, que son los de personas con cierto desarrollo intelec-tual, que pueden ejercer sus capacida-des y facultades; es lo que llamaríamos seres humanos racionales adultos, son el caso prototípico.

En ese aspecto sabemos a lo que nos referimos con lo humano; sin embar-go, los problemas se originan cuando extendemos el signifi cado más allá de este caso central o claro. Conforme nos apartamos de los casos centrales, apare-cen otros sujetos que relacionamos con lo humano, porque se parecen mucho al caso central. Por ejemplo, los niños: ellos pertenecen a lo humano aunque no tengan las características de este hu-mano adulto desarrollado.

En el caso de las personas que paulatinamente pierden sus faculta-des porque contraen alguna enferme-dad, entran en estados de vejez o pa-decen enfermedades mentales, ¿qué pasa? Nos preguntamos si son huma-nos o si han dejado de serlo porque pierden estos signos característicos. Convencionalmente asumimos que cuando un sujeto pierde sus facultades mentales esto equivale a la pérdida de la vida. En México y otras partes del mun-do, la muerte se declara cuando han cesado las actividades cerebrales. La muerte cerebral equivale a la muerte tal cual, jurídicamente hablando. No importa que el cuerpo siga con vida; su-ponemos que el ser humano —en tanto concepto moral— ha dejado de existir. Ahí ha dejado de considerársele un ser humano, una persona.

El derecho adquiere legitimidad a través de nuestros juicios morales: Juan Antonio Cruz Parcero

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El aborto es otro ejemplo. ¿En qué mo-mento consideramos que un ser humano —en términos morales, no biológicos— comienza a existir? En la discusión del aborto está claro que buena parte de los que estamos a favor de una ley que des-penaliza el aborto en las primeras doce semanas —como la aprobada hace un año en el D.F.—, estimamos que un ser humano en términos morales empieza a existir a partir de las veintidós sema-nas de embarazo, o incluso después. ¿Por qué en ese momento? Porque el feto sólo comienza a tener algunas fun-ciones neuronales importantes en la semana veintidós. La ciencia nos dice que aproximadamente en ese instante puede comenzar a tener dolor y placer, lo que ya representa un dato psicológi-co relevante. Antes de este periodo no presenta todavía ningún rasgo moral relevante, lo que no quiere decir que biológicamente no pertenezca a nues-tra especie o que no tenga un código genético semejante al de otros seres humanos.

Entonces, la pregunta sería: ¿qué abarca lo humano? Ahí diferimos, pese a tener actualmente coincidencias res-pecto al eje central que nos reconoce como seres humanos. Hay que recordar que en épocas pasadas, a los negros, a los miembros de algún grupo racial o religioso específi co, a las mujeres, et-cétera, no se les reconocía como seres humanos. Pero hoy en día existe gran consenso: a ningún ser humano cons-ciente, con cierto tipo de capacidades

desarrolladas y formadas, se le puede excluir de un trato humano; y lo mismo vale para los niños.

¿Qué relación existe entre el derecho y la moral o la ética?—Mucha. La moral y la ética se pueden usar como sinónimos, aunque hay al-gunos autores que las distinguen: des-criben a la moral como el conjunto de normas morales y a la ética como la disciplina que estudia esas normas. La ética es la disciplina que estudia la mo-ral. Pero esta distinción no siempre es usada así.

El derecho es un orden normativo con el que la sociedad establece normas (reglas o principios), las cuales sirven para guiar nuestro comportamiento; empleándolas podemos realizar juicios críticos de conductas y conformar así nuestras expectativas sobre la conduc-ta de los demás. A diferencia de otros órdenes normativos, en el derecho po-demos tener un cambio intencional de estas normas, lo que otorga al derecho cierta autonomía respecto de órdenes morales. Pero esto no quiere decir que esté aislado de la moral.

La moral es otro sistema normativo que nos indica lo que es bueno o malo, cómo debemos actuar o comportarnos. La moral se relaciona con el derecho porque en este último nos guiamos por algunos ideales morales que que-remos reproducir; es decir, el derecho nos sirve para guiar nuestras conductas adecuándonos a ciertas reglas y prin-cipios que conforman un marco legal, pero aspiramos por lo menos a que este marco legal respete algunas ideas bási-cas de justicia. Este nexo con la justicia es lo que hace que el derecho tenga esa conexión necesaria con la moral.

Esto ha causado muchas discusio-nes en torno a si las normas injustas son jurídicas o no, si puede haber un derecho injusto o no. Puede haber un derecho injusto —con algún grado de injusticia—, quizá eso no le quite el que sea derecho, aunque también diríamos que un sistema de normas que se alejara mucho de la justicia o que ni siquiera pretendiera ser justo para algunos, di-fícilmente podríamos verlo como de-recho. El derecho, por ejemplo, sirve para regular la fuerza, para que algunas personas o grupos puedan ejercer la fuerza sobre otros; esto forma parte de la realidad del derecho, pero lo impor-tante aquí es que este uso de la fuerza

se practique a la luz de criterios de jus-ticia. Es así como el derecho adquiere legitimidad a través de nuestros juicios morales positivos.

¿Los derechos humanos deben establecer-se y hacerse valer desde una perspectiva jurídica o desde un aspecto ético o moral?—No se pueden excluir. Los derechos humanos son pretensiones morales, son reivindicaciones morales con un fundamento fi losófi co. Por tanto, es

imposible renunciar a esos reclamos. Cuando demando el derecho a la salud, a la vida, a la integridad, normalmente no tengo que citar ninguna disposición jurídica para hacerlo; la fuerza de esa exigencia es su propio contenido mo-ral, que reconocemos. Ésa es la fuerza de los derechos humanos. Los seres humanos vivimos en sociedades com-plejas y tenemos relaciones de poder igualmente complicadas; el ámbito jurí-dico es indispensable para pasar de ese reclamo moral a un reclamo que tenga mayor respaldo. El aspecto jurídico del reclamo es muy importante, porque se le agrega el poder y reconocimiento de las instituciones, de la organización so-cial; también de la violencia, de la fuer-za que puede ejercer el Estado a través de sus mecanismos judiciales y policia-cos para que haga valer esa exigencia.

Si queremos lograr efi cacia, lo pri-mero que debemos hacer es reconocer que el reclamo tiene ese aspecto mo-ral y que en ocasiones se requerirá de la fuerza del Estado para conseguirlo. Además, cuanto más amplio sea el co-nocimiento y respeto de esos derechos, menor será la fuerza que se emplee por parte del Estado.

El aspecto jurídico es importante, pero es un refuerzo de la moral. El res-

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peto a los derechos humanos lo tendre-mos cuando la gente los reconozca, inde-pendientemente de que existan o estén plasmados en documentos legales. Las instituciones judiciales, el Estado o el derecho funcionan bien cuando en la so-ciedad existe cierto grado de respeto de los valores morales básicos; cuando no,

la fuerza del Estado resulta insufi ciente para imponer cualquier tipo de normas. La fuerza de los derechos humanos no descansa sólo —ni principalmente— en la coerción que el Estado puede llegar a imponer, sino en el respeto que se tenga de los valores o razones morales que están detrás de tales derechos. Sin embargo, cuando existe cierto tipo de violaciones a los derechos, cuando de-terminados individuos o grupos no res-petan tales derechos, difícilmente se les puede convencer de que cambien sus actitudes, si no se hace uso de la fuerza del Estado. Muchas veces tampoco po-demos esperar a convencerlos “por las buenas”, como se dice, sino que tene-mos que persuadirlos con la amenaza del uso de la fuerza, con la amenaza de la aplicación de sanciones.

¿La Declaración de los Derechos Humanos se conforma como deberes éticos y mora-les, o como normas jurídicas que generali-zan los derechos ciudadanos?—La Declaración de los Derechos Humanos se puede ver como el paso del discurso moral al jurídico. Es una especie de conexión entre los dos dis-cursos. Para lo que ha servido este do-cumento —y otros posteriores—, por un lado, es para lograr un consenso internacional respecto a los derechos. En la medida en que aparezcan los de-rechos en una declaración, en un docu-mento que se ha traducido a casi todos los idiomas, se están difundiendo esos derechos y se gana consenso sobre su validez. Por otro lado, funciona como inspiración o ejemplo para que otros documentos domésticos reproduzcan

todos estos derechos e instrumenten mecanismos jurídicos para su concre-ción y cumplimiento.

Cada país va adaptando en sus cons-tituciones y leyes estos derechos huma-nos. Algunos lo hicieron desde el siglo XVIII, otros en el XIX y la mayor parte en el XX. En la medida en que se hagan ju-rídicos estos derechos, tendrán mayor precisión y se desarrollarán localmen-te. A su vez, esos desarrollos locales ge-nerarán documentos internacionales.

¿Cuáles son los aportes y carencias de esta declaración?—Los aportes son muchísimos. El más importante fue orientar nuevamente el valor de lo humano, de la dignidad del ser humano como una pieza cla-ve del nuevo orden internacional que se estaba formando después de la Segunda Guerra Mundial. En una época en la que se habían vivido los crímenes más ho-rrendos; una guerra terrible donde se ne-garon todos los valores humanos y el ser humano se degradó de una manera difí-cil de concebir —no sólo por parte de los nazis; también de los aliados que hicie-ron atrocidades en contra del pueblo ale-mán, bombardeando ciudades enteras, o como el caso de los bombardeos norte-americanos a Hiroshima y Nagasaki—, anteponer el valor humano como uno de los ejes fundamentales constituyó un gran aporte.

Este documento ha servido para que naciones que estaban muy alejadas ideológicamente, se acerquen y com-partan un mismo catálogo de normas y de principios básicos con otros pueblos. Ése ha sido el gran aporte: generar una especie de consenso internacional so-bre el valor de esa declaración de dere-chos humanos.

No quiere decir que exista unani-midad o que en todos los Estados que han fi rmado la declaración se entienda y acepte en el mismo grado. No signi-fi ca que se compartan todas las ideas o se tenga una misma interpretación de ellas. Pueden existir diferentes ma-neras de entender la declaración o de sentirse vinculado con ella, pero no debe perderse de vista que ha logrado amplio consenso y mayor respeto a los derechos humanos.

Entre sus defi ciencias encontramos —un poco en retrospectiva— limitacio-nes en la redacción. Debemos recordar que la Declaración Universal de los Derechos Humanos es obra de un pe-

queño grupo de personas. Su elabora-ción ocurrió durante los primeros años de la posguerra, cuando estaba declara-da ya una guerra fría entre los aliados y el bloque soviético. Como documento histórico tiene entonces una serie de li-mitantes que diversos autores contem-poráneos han destacado; por ejemplo, concebir como un derecho humano —junto a los grandes derechos como la libertad de expresión, la vida, la integri-dad, etcétera— las vacaciones pagadas es algo difícil de entender si olvidamos el momento histórico en que surge. Cuando se redactó, el bloque socialista quiso introducir una serie de reivindi-caciones, muchas de las cuales son be-néfi cas porque representaron la base de los derechos sociales, pero en otras se excedieron introduciendo derechos laborales que no son universales.

A pesar de ello, es un documen-to histórico, y hay que comprenderlo como tal. Buena parte del desarrollo de otros documentos, de pactos interna-cionales de derechos civiles, políticos, sociales y culturales, proviene de la de-claración. Los derechos humanos ahora están en muchos otros tratados.

¿Cómo lograr una convivencia humana que respete los derechos individuales y los colectivos de cualquier sociedad?—No es fácil. En el ámbito internacional debe existir mayor solidaridad entre las naciones, y reglas claras. Tenemos que ser capaces de construir instituciones internacionales; rebasar nuestro pará-metro actual, que es la Organización de Naciones Unidas. Superar estas organi-zaciones, dotarlas de mayores faculta-des. Transformarlas para que no estén controladas por unas cuantas potencias. Conforme se supere esa barrera organi-zacional tendremos un orden internacio-nal más equitativo, justo y sensible; con mayor capacidad de acción y reacción a través de la prevención y no de la vio-lencia. Luchar por esa equidad permitirá socializar la dignidad del ser humano y traducirla a hechos reales.

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Se negociaba la paz en Europa cuando nació Antonio Candido, crítico y humanista brasileño

comprometido con el estudio de la literatura en América Latina. Era 1918; Thomas Woodrow Wilson, pre-sidente de los Estados Unidos —1913 a 1921—, formulaba su famoso dis-curso de catorce puntos, el cual bus-caba sentar las bases “de una paz jus-ta y duradera tras la Primera Guerra Mundial”.

Cerca de diez millones de muer-tos y varios millones más de heri-dos, en su mayoría jóvenes de Rusia, Alemania, Francia y el Reino Unido, fue el saldo que dejaba a su paso el mayor confl icto bélico hasta enton-ces conocido. En Río de Janeiro, Brasil, se vivía una de las peores epidemias de gripe española, más de trescientas mil personas morían a causa de ella.

El miércoles 24 de julio de ese año, Antonio Candido de Mello e Souza, conocido comúnmente como Antonio Candido, nacía en el seno de una familia acomodada. Quien sería considerado años más tarde “el ma-yor crítico literario brasileño y uno de los mayores de América Latina”, realizó sus estudios profesionales en la Universidad de São Paulo (USP), simultáneamente en las carreras de Ciencias Sociales y Derecho, aunque sólo se tituló en la primera.

Durante su formación universita-ria funda la revista Clima —junto con Paulo Emílio Salles Gomes, Décio

Antonio Candido,el mayor humanista y crítico literario brasileño

de Almeida Prado, Ruy Coelho, Lourival Gomes Machado, Florestan Fernandes, Alfredo Mesquita, y Gilda de Moraes Rocha, posteriormente llamada Gilda de Mello e Souza—,

en donde comienza a escribir sobre literatura. En 1942 se integra al cuer-po docente de la USP, como asistente del catedrático Fernando de Azevedo en la asignatura de Sociología II. Un año más tarde emprende su cola-boración con el periódico Folha da Manhã, “escribiendo diversos artí-culos y reseñando los primeros li-bros de João Cabral de Melo Neto y Clarice Lispector”.

Doce años después, se gradua-ría de doctor en Ciencias Sociales. Su tesis, Parceiros do Rio Bonito, continúa siendo un marco sobre sociedades tradicionales en los es-

tudios brasileños. “Desde 1974 im-parte la cátedra Teoría Literaria y Literatura Comparada de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias Humanas (así denominada a partir

de 1970) de la misma universidad, siendo responsable de la formación de gran parte de la intelectualidad nacional, directa o indirectamente”.

Para Hermenegildo Bastos, profe-sor de la Universidad de Brasilia e investigador invitado del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC), Antonio Candido, junto con Sergio Buarque de Holanda, Caio Prado Jr., Gilberto Freire y Darcy Ribeiro, es uno de los intérpretes de Brasil. “Como crí-tico literario, construyó una matriz de interpretación de la literatura y de

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la cultura brasileña, según la cual, literaturas como las nuestras —de América Latina— están basadas en la dialéctica localismo/universalis-mo. Los dos polos divergentes se atraen y armonizan”.

De Mello e Souza se forja en una época marcada por grandes confl ictos internacionales; la Gran Depresión mundial iniciada en Estados Unidos, la Guerra Civil española, la dictadu-

ra de Francisco Franco y el inicio de la Segunda Guerra Mundial son al-gunos de los sucesos que marcaron la década de los treinta y la concien-cia del humanista. Antonio Candido es un hombre comprometido con los acontecimientos políticos y sociales que le rodean.

“Candido es un intelectual —añade Bastos— que se formó en los años treinta, años de intensa moviliza-

ción cultural, social y política. Por el proceso que él llamó de reducción estructural, los datos de la realidad social, que son externos a la obra, se transforman en datos internos de la estructura literaria. La relación lite-ratura y sociedad —como se puede ver en su libro ahora traducido al es-pañol por Jorge Ruedas de la Serna y publicado por la UNAM—, es una relación dialéctica. El intelectual Antonio Candido estuvo siempre presente en las discusiones políticas en Brasil y en América. Fue siem-pre un adversario de los regímenes dictatoriales, fundador del Partido Socialista brasileño y del Partido de los Trabajadores (PT)”.

Jorge Ruedas de la Serna, cate-drático de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad e in-vestigador del Colegio de Estudios Latinoamericanos (CELA) de la mis-ma facultad, explica que la forma-ción intelectual del crítico partió de la sociología. “En esta disciplina —escribió Florestan Fernandes— ‘colocó la sociología educacional al día con nuestra época, develó los secretos (y las limitaciones) de la explicación sociológica [...] y se vio impulsado a redactar varios ensayos decisivos, coleccionados en algu-nos de sus libros’. Abrazó después de lleno los estudios literarios, área en la que desde hacía muchos años fi guraba como un crítico eminente. Su obra es marcante para la cultura brasileña contemporánea y su nom-bre es inseparable de los ‘momentos decisivos’ de la formación literaria de Brasil” (Humanidades y Ciencias Sociales, septiembre de 2005).

Pero la crítica de Candido no se limitó al ámbito académico. Ruedas de la Serna apunta que “ha podido aclarar los procesos de creación de grandes escritores, como en el caso de Graciliano Ramos; y su intuición crítica lo llevó a descubrir a otros, de la estatura de Clarice Lispector y João Cabral de Melo Neto, cuan-do estaban en sus inicios y no eran, todavía, conocidos. Además de sus

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muchos libros y ensayos especiali-zados, escribió por largo tiempo en el periódico, y por este medio infl u-yó en el gusto del público, contribu-yendo además a la formación de una crítica viva y comprensiva tanto de obras contemporáneas como del pa-sado. Acercó estas últimas al lector actual, para fortalecer una tradición literaria que se actualiza permanen-temente, no sólo en la creación de las cúpulas literarias, sino también en la cultura popular”.

Los aportes de la obra de Antonio Candido para el estudio de la litera-tura latinoamericana del siglo XX son numerosos y fundamentales para su comprensión. Hermenegildo Bastos indica que de acuerdo con el escri-tor, “la tradición literaria europea se impuso con violencia en los pueblos de América Latina. Fue arma de los colonizadores, pero los escritores la-tinoamericanos transformarían la li-teratura en arma de los colonizados. La historia de nuestras literaturas es la de los procesos dialécticos de apropiación de la tradición europea. Al apropiarse de la tradición euro-pea, nuestros pueblos crearon nue-vas formas de expresión e interpre-tación del mundo. Fue posible sal-var de la destrucción las tradiciones indígenas, locales”.

Sobre los obstáculos que el autor ha enfrentado —en numerosas oca-siones el crítico ha dicho que la li-teratura portuguesa está condenada a la marginalidad porque casi nadie lee el portugués— y cómo los ha su-perado, Bastos piensa que a partir del siglo XX las literaturas latinoame-ricanas son ya mundialmente cono-cidas, “con escritores que infl uencia-ron a los escritores europeos, como

el caso de Borges o García Márquez. En el caso de las literaturas de len-gua portuguesa, la penetración es más difícil. Sin embargo, los lectores de todo el mundo ganarán mucho si leen a Machado de Assis, porque su obra, al representar el Brasil, repre-senta también el sistema mundial. La presencia de Machado de Assis, y de otros escritores de lengua por-tuguesa —Fernando Pessoa, José Saramago, Clarice Lispector y mu-chos otros— se agranda cada día”.

Autor de Introdução ao Método Crí-tico de Sílvio Romero (1945), Formação da Literatura Brasileira. Momentos Decisivos (1957), Ficção e Confi ssão (1956), Observador Literário (1959), Presença da Literatura Brasileira (1964), Tese e Antitese (1964), Parcei-ros do Rio Bonito (1964), A Educação pela Noite e Outros Ensaios (1987) y Discurso e a Cidade (1993), Antonio Candido es, como lo describe Jorge Ruedas de la Serna, un intelectual independiente, comprometido polí-

tica y socialmente con los desposeí-dos, que “ha predicado que todos los hombres tienen derecho a la litera-tura. Supo restituir al texto literario, por todo ello, su dignidad, su sentido humano y su especifi cidad estética irrenunciable”.

En 2005, el Premio Internacional Alfonso Reyes se le otorgó al crítico brasileño. Tratándose de una conde-coración que lleva el nombre de uno de los mayores polígrafos, humanis-tas y críticos mexicanos, el signifi ca-do adquirió mayor relevancia. Para Hermenegildo Bastos, este premio es “el reconocimiento del papel del maestro de la crítica literaria lati-noamericana, como ya lo recono-cían sus discípulos Ángel Rama y Antonio Cornejo Polar. Es también una invitación para que leamos su obra, en este momento tan proble-mático para América Latina”.

En palabras de Antonio Candido, este premio fue de gran importan-cia “porque Alfonso Reyes es uno de los hombres más importantes para el pensamiento crítico de América Latina”. Con este reconocimiento espera que la cultura brasileña des-pierte interés, “que sea el comienzo quizá de un conocimiento más con-siderable en el futuro”.

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“En Brasil siempre se leyó poco a los narradores hispanoamericanos, pero en Hispanoamérica nada se

leyó de los escritores brasileños”

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“Brasil tiene una literatura muy rica, pero muy poco conocida por-que ustedes hablan español. En Brasil siempre se leyó poco a los na-

rradores hispanoamericanos, pero en Hispanoamérica nada se leyó de los escritores brasileños”. Esta situa-ción ha comenzado a cambiar desde hace algunos años, aunque existe una asimetría grave: “nosotros cono-cemos la literatura hispanoamerica-na, a autores como Juan Rulfo, Alejo Carpentier, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, José María Arguedas, Jorge Luis Borges o Julio Cortázar, que son traducidos al portugués; pero los brasileños tienen una pre-sencia mucho menor en lengua es-pañola. Por eso es una relación no muy intensa y asimétrica”.

Partidario de que todos los hombres tengan derecho a la literatura, al pre-guntársele por la manera en la que la literatura contribuye al desarrollo del ser humano y cómo puede lle-gar a ser un factor de liberación de nuestros pueblos, Antonio Candido

indicó que “la literatura actúa en dos niveles: el del conocimiento y la información, esto es, aquello que aprehendemos y comprendemos en

el texto; y el de la impregnación, es decir, aquello que toca el subcons-ciente y actúa a pesar de nuestra

rebeldía, u omisión. Bajo el primer aspecto ella reduce el mundo inte-rior y el mundo exterior a discurso articulado, enseñándonos a verlos y comprenderlos mejor. Bajo el se-gundo aspecto, ella es sobre todo factor de organización de la mente. Sin que lo percibamos, ella da forma a lo que es informe, expresa lo inex-presado y nos permite, así, dar un sentido más o menos preciso a lo que de otro modo quedaría indefi nido. Esas funciones son ejercidas por to-das las formas de expresión literaria, desde la anécdota y el cuento popu-lar hasta los más refi nados poemas eruditos. La literatura pone orden en la mente y en la sensibilidad, en la medida en que permite expresar lo inexpresado, de modo que en am-bos niveles mencionados ella es una posibilidad constante de humaniza-ción y toma de conciencia. Gracias a ella nuestro mundo gana realidad duradera y signifi cativa, pudiendo en consecuencia inspirar nuestra visión del mundo y nuestra conducta. Eso, sea el Popol-Vuh, las leyendas amazó-nicas del jabuti, el Martín Fierro, de Hernández, o las novelas de Machado de Assis” (Jorge Ruedas de la Serna, Humanidades y Ciencias Sociales, septiembre de 2005).

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“La historia de nuestras literaturas es la de los procesos dialécticos de apropiación de la tradición europea”

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EL ECO DE MATHIAS GOERITZ

En el cincuenta aniversario de la construcción de su obra más emblemática, las Torres

de Satélite, esta compilación reúne manifi estos, críticas y advertencias que conforman el trabajo teórico de Mathias Goeritz (1915-1990), quien antes y después de concretar una obra plástica tomaba la pluma para expresar sus “pensamientos y du-das autocríticas”. Si la mayoría de sus textos encontró en la revista Arquitectura México un foro de di-fusión continuo y coherente, otros muchos estaban dispersos en revis-tas especializadas y otros tantos per-manecían inéditos.

El material aquí presentado es re-sultado de una larga y minuciosa pes-quisa. La selección de los textos se hizo con base en la importancia de su contenido y en el impacto que produ-jeron en la escena artística de su épo-ca, privilegiando no la exhaustividad, sino la pertinencia de las ideas que contienen, y tratando en todos los ca-sos de transmitir todos los aspectos de la concepción teórica y crítica del ar-tista. Así, este esfuerzo editorial desea convertirse en una herramienta que ayude al lector en su aproximación a Mathias Goeritz.

El eco de Mathias Goeritz. Pensamientos y dudas autocríticas, Leonor Cuahonte (compiladora), México, UNAM, Instituto de Investigaciones Estéticas, 2007, 329 pp.

DERECHOS HUMANOS, ABORTO Y EUTANASIA

Este volumen aborda dos asun-tos relevantes desde el punto de vista de los derechos huma-

nos: el aborto y la eutanasia; ambos son polémicos. Frente a sus implica-ciones se ofrece una posición clara y se argumenta en favor de ella, consi-derando que el Estado constitucional se basa en la libertad, la justicia, la seguridad, la equidad, el respeto por la dignidad y el laicismo de las institu-ciones. Imponer criterios que resulten restrictivos de esos derechos y princi-pios, es contrario a la esencia de un Estado moderno y a los objetivos de un sistema democrático.

También el aborto y la eutanasia son decisiones extremas y dolorosas; nadie puede recomendarlas como me-didas ideales, pero forman parte de una necesidad social que no es razo-

nable soslayar; se practican, incluso sin marco regulador, lo cual se sabe y se consiente. Aun quienes impugnan esas instituciones jurídicas están en-terados de que el aborto y la eutanasia se llevan a cabo sin regulación, con los consiguientes efectos negativos para la salud de las mujeres y la dignidad de los enfermos terminales.

El lector, una vez sumergido en las líneas del libro, se percatará de la im-portancia sin par que se le otorga a la noción jurídica de la dignidad huma-na, concepto que, desde la perspectiva jurídica, aún necesita desarrollarse y precisarse. Son preocupaciones que se resaltan con la fi nalidad de hacer una mejor defensa y protección de los de-rechos humanos en México.

Jorge Carpizo y Diego Valadés, Derechos humanos, aborto y eutanasia, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2008, 175 pp.

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Tendencia juvenil

DESTINOS TURÍSTICOS DE LOS JÓVENES

Para muchos jóvenes mexicanos, uno de los placeres de la vida es viajar. La mayoría lo hace en busca de diversión, cultura y esparcimiento. Gran parte de los

jóvenes opta por recorrer el país para conocer su nación y los destinos turísticos que ofrece: atractivos culturales, ar-quitectónicos, belleza natural y actividades diurnas y noc-turnas. Además de los atractivos del lugar, los bajos costos y el tiempo del que disponen para vacacionar son factores que infl uyen en su elección.

De acuerdo con la Secretaría de Turismo (Sectur), los pe-riodos en los que se acostumbra viajar más son la Semana Santa y el verano (34.6% y 34.5%, respectivamente), segui-dos por los fi nes de semana regulares (26.5%) y el periodo vacacional de fi n de año (14.9%).

Los principales atractivos turísticos son las playas, ciu-dades como México, Monterrey y Guadalajara, y los desti-nos naturales y arquitectónicos; estos últimos han aumen-tado su popularidad entre los jóvenes. Sectur revela que si bien éstos buscan experiencias de aventura en lugares naturales, la preferencia por los destinos arquitectónicos y coloniales se ha incrementado; existe mayor interés de la juventud por conocer más sobre su cultura.

Para los viajes de aventura, la Riviera Maya es uno de los lugares más concurridos por los jóvenes que buscan al-ternar la aventura con la apreciación de los paisajes natura-les. Recorren la zona costera norte de Yucatán, Cancún, el área arqueológica de Tulum y otros sitios que exponen su esplendor a través de lagunas, cavernas, ríos subterráneos y playas paradisiacas.

Seis son los municipios —de acuerdo con Sectur— más visitados en la República Mexicana: Veracruz, Guadalajara, Monterrey, Puerto Vallarta, Los Cabos y Benito Juárez.

En especial Cancún, ubicado en el municipio de Benito Juárez, Quintana Roo, es uno de los destinos preferidos por el turismo juvenil, por contar con playas y una vida nocturna adecuada para combinar el descanso y la diver-sión. Cozumel también es muy visitado por sus sitios dedi-cados exclusivamente al buceo, como Palancar, Punta Sur, Maracaibo, Paso del Cedral, Ciankanaab y Tormentos.

El puerto de Acapulco es otro de los espacios más fre-cuentados por los jóvenes a causa de su cercanía con la ciu-dad de México, su incansable actividad nocturna, su infra-estructura turística y sus atracciones familiares. Entre las playas con gran afl uencia de jóvenes, destacan Zihuatanejo, Puerto Vallarta, Mazatlán y Cabo San Lucas.

Manzanillo, Colima; Mazatlán, Sinaloa; Valle de Bravo, Estado de México; Tlaxcala; Taxco, Guerrero; y las playas de Rosarito, en Baja California, también reciben gran nú-mero de turistas jóvenes.

La Secretaría de Turismo informó que, según una en-cuesta que realizó, los cinco lugares favoritos de los jóve-nes entrevistados son: Acapulco (10.9%), Cancún (9.1%), Veracruz (7.9%), Guanajuato (6.8%) y Puerto Vallarta (5.3%). De éstos, sólo Guanajuato es un destino sin playa.

Los cuatro lugares favoritos fuera del país se ubican en los Estados Unidos: Los Ángeles (3%), Nueva York (2.6%), Miami (1.8%) y Las Vegas (1.8%), aunque el 65.3% de los entrevistados no ha viajado al extranjero.

ATRACTIVOS TURÍSTICOS JUVENILES

Destino Atractivo

Playa Ambiente y vida nocturna (31.5%).Disfrutar el sol (29%).

Balnearios Actividades acuáticas (28.1%).

Ciudades coloniales Museos, centros culturales, arquitectura (28%).

Áreas naturales Campamentos (34.2%).Deportes extremos (30.5%).

Grandes ciudadesAmbiente y vida nocturna (24.6%).Compras (24.2%).Espectáculos (24%).

Pueblos típicos Tradiciones y costumbres (34.2%).Comida típica (26.6%).

Fuente: Sectur

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