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Roberto - ciruelo.uninorte.edu.cociruelo.uninorte.edu.co/pdf/BDC216.pdf · cuando estoy en el patio y se me enredan en el pelo las hojas viejas del tamarindo o en la playa de pata

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Roberto

Burgos Cantor

El patio

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Grupo Editorial Normahttp:// www,norma.comBogotá Barcelona Buenos Aires CaracasGuatemala Lima México Panamá QuitoSan José SanJuan San Salvador SantiagoSanto Domingo

Burgos Cantor, Roberto, 1948-El patio de los vientos perdidos / Roberto Burgos Cantor. -

Bogotá: Editorial Norma, 2001.330 p. : 21 cm. -(Colección la otra orilla)

ISBN: 958-04-6218-6Novela colombiana l. Tít. 11. SerieC0863.6 cd 19 edAHE4843

CEP-Biblioteca Luis-Angel Arango

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@ Roberto Burgos Cantor,1984

@ Editorial Norma S.A.

Apartado Aéreo 53550, Bogotá

Primera edición: agosto de 2001

Derechos reservados para América Latina

Ilustración de cubierta: Lucy SilvaDiseño: Camilo Umaña

Impreso por Cargraphics S.A. -Impresión digitaIImpreso en Colombia -Printed in Colombia

CC 21969

ISBN 958-04-6218-6

Prohibida la reproducción total o parcial porcualquier medio sin permiso escrito de la Editorial

Este libro se compuso en caracteres Adobe Kepler

Para José Viñals

y Doradeyanira Bernal

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Transparencias interrumpidas por losvisajes del plata al bronce. Fucos, man-gles, medusas, peces secos sobre la arenagruesa y gris. La piedra sueña, nunca can-ta y los ojos destripados se derraman enlo irreal de una memoria sin guardianes.La villa se eleva, flota en el reposo de laluz cruda, apenas queda su reflejo: movi-miento de pez ciego que choca contra dosaguas y desaparece hasta la séptima luna.Todo desaparece. Animales diminutosdevoran la claridad. Se pierde la visión enun resplandor cálido que deja a la deriva.Incendia los pájaros marinos. Son signosde la llegada. Una colina emerge del mar.A su pie la ciudad sombría por el color delas paredes ennegrecidas, en parte por lahumedad y por ser sus balconajes y rejasde almagra. Un buen viento empuja haciael Sur, separa del bajo para hallar el canal.El puerto meridional se aleja y ya no haypuerto ni viento ni bajo. Las palabras bus-can atrapar la memoria que huye mientrasperece el recuerdo y se inventa otra vez.

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N i yo mismo sé lo que me pasa ahora cuandosoy un tipo más o menos serio dedicado a mi casa.Pero qué diablos parece que lo mejor es lo que pasa.

El mundo no es más de allí: una bola de moco. Desdeque perdí me he puesto a pensar piensa que piensacuando estoy en el patio y se me enredan en el pelo lashojas viejas del tamarindo o en la playa de pata de pe-rro vacilando a las bañistas y tragándome la contesta-ción a la gritería preguntona de los pescadores que loven a uno achacoso y están ataca que ataca con quecuando es la pelea campeón peleará es tu madre cer-nícalo después que resuelvo el problema de la comi-da y la flacura de los muchachos. Yo creía que apenaslos huesos no me dieran fuerza para pelear más podíaganarme unos signos ayudando a los otros boxeadoresa entrenar y en la esquina de exprimidera de toalla. Peroqué va. No hay boxeo. No hay leche ni patacón para losboxeadores. No gano nada ni ellos levantan es nada.Pego la oreja al radio meto el ojo en los papeles y jamásdicen ni pío de boxeo. Hablan del man Valdés si peleapor allá en el Norte. Ahora no agitan a nadie no hayboxeo como si hubiera venido viento que los arras-tró nadie tiene que ver con nada. y entonces cuál es larasquiña qué me reclamaban a mí. Yo peleaba vencía ycon otros me paraba en el ring a hacer boxeo. Hacía másque muchos que son unos farsantes y no quieren alboxeo ni a su tierra para decirlo de una vez ni a su pro-pia madre y se ocupaban de mí y de mi compadre y delos demás por envidia les gusta lo extranjero y sufríanporque yo ganaba les dolía el triunfo indiscutible del deeste patio. Cuando estaba en mi salsa fuerte victoriosolos cronistas parecían gallinazo s: unos pidiéndole pla-ta a mi entrenador o al empresario y el resto que nogusta de nosotros los corronchos se pasaban de escri-bir paja. Si lucía unos zapatos lo último de bombillosque se encienden y alzaba los pasos chas habladuríacrítica. Si mi compadre iba a pelear con el campeón de

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Panamá chas lavada de lengua y críticas porque quiéndijo mentar al campeón de Panamá alIado de mi com-padre era escupir a Dios. Salían pilas de crónicas ase-guraban qué sabios que yo no podía estar en las cientodoce libras primero las ciento diez y ocho después yhasta en el peso pluma estaban preocupados por mí. Melo sé bien y completo: si me emborrachaba con el bille-te que yo sudé y reventaba monedas chas enseguida lapuya: ése es un mal elemento mala gente. Bueno y ellosqué son. Me lo van a enseñar a mí. Qué son. Yo cumplí.Hasta hoy llevo ochenta y cuatro combates he perdidoseis y llegué a la punta peleando por el título. Le ganétres rounds y le empaté seis al campeón del mundo. Merobaron la pelea. Todo se lo roban a uno. Y también séque más de la mitad de los fanáticos y de los cronistasque hablan burundanga no fueron a ver la película dela pelea porque era un suplicio un tormento se moríande verme fajarme bien y vencedor. Farsantes que son.Ahora no hay boxeo y sólo dos o tres solos que siempreme ayudaron y animaron están que escriben y hacenpara que vuelvan los payasos como yo al ring. Como yoque a veces me visto de payaso.

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E n la madrugada, pasadas las seis, los músicos arras-tran los instrumentos con los trajes arrugados igualque los rostros pálidos y abandonan la casa de Ger-

mania. Hace ya treinta años que la casa de Germaniaacumula la exaltación y la leyenda de sus visitantes asi-duos y la misma orquesta con sus cambios por la de-serción o la muerte, repite incansable los sones queconserva de recuerdo de las primeras funciones en quese presentó cuando era un combo.

Germania emprendió su empresa de fundación yencontró unos playones áridos y húmedos en los cualesapenas crecía el mangle y un caserón de madera aban-donado a la implacable acción de los años y el óxido.Después de trámites nunca claros, de mediciones y cál-culos para establecer la distancia que debe separar elvicio de la torpeza, la perversidad, de la pureza de almade los ciudadanos, le dieron a Germania unas hojas depapel sellado con enmiendas, sellos y rúbricas en que leautorizaban el uso y goce libres de la casa y las cuantasvaras de tierra propicia a la inundación. Allí estableciósu imperio, o su negocio que también dicen.

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E ra una casa de dos pisos con un altillo y un mira-dor abierto sobre el oleaje manso de las aguas ver-dosas y grises de una ciénega. Se la habían tomado

los cangrejos y a la segunda planta la rodeaba un ampliocorredor de balcón con barandas labradas en madera.Conservaba rastros de un desigual color verde y las ma-cetas de barro agrietadas por las malezas estaban encualquier parte con la tierra reseca. Los ventanales delfrente dejaban ver la pintura manchada por los hilososcuros que se volvían vetas y salían de las bisagraspodridas. Encima, una lona de diversos y borrados to-nos protegía del sol de las 3:00 de la tarde. El parasoltenía un nido de gorriones.

Durante un tiempo -cuánto- el ferrocarril pasó cercadel frente de la casa. Es posible que de los vagones sebajaran los integrantes del combo que creció hasta ase-mejarse a una orquesta con clave y bongó.

Cómo un boxeador que se viste de payaso y un señorya mayor que perdió el sueño en las vigilias de la melan-colía llegan sin acuerdo previo ni propósito a los espejosde esta casa, donde se formó una sólida y rígida costum-bre, es asunto que enseñarán los tiempos, las páginasque siguen, la habladuría de la gente.

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N o creas es triste ir quedando solo sentir quetodo el mundo te ataca y que en Venezuela o Pa-namá apenas suena la campana después de quitar-

me mis tres batas suave de naturalidad no sea que se meatranquen los codos en las mangas y quede preso iguala un ladrón de gallinas detenido por la ley y siento quehay un odio inmenso unas ganas hijueputas de que merompan y no vuelva a reírme. Teso ah me doy cuentayeso pone al aire duro y aplasta el pecho. A mí me gus-ta es acabar rápido ojalá noquear al contrario antes delquinto así no me aburro y no se me da por estar sen-tándome en las cuerdas y arrancar una vez a meter-me en la casa de Germania legal allá escucho al c.Michi que lleva el son golpeándose la cabeza con el saxo :y estoy listo pendiente de los hoyos que hace el combo 'ren la noche en la sala y salgo al otro lado de este cerro m;de mierda. Es la única manera de aguantarme si no re ~el público me derrota el silencio que rodea mis gol- !: r

pes amarres y salidas la algarabía que hacen para. r

azuzar al contendor. Uno se dedica al boxeo por ganarse p::los pesos de total decencia y de pronto no me pase lo ,,;de Atenor Jugada. El Jugada era un man entero a ve- .> ';'ces se asomaba su cara de bigote atento las mañanas \~ (~que yo entrenaba de principiante y le gritaba a Bartolo ! \ ~el dueño del patio que nos sacaba la leche: oye ese ne- 'r-grito es de los buenos este negrito come yuca oís-te es la verga herida y se va a hacer famoso te loapuesto. Después el hombre se hundió en el desespe-ro muy atacado por la vida y se soltó con la vaina dePájaro Verde de robar y repartir la moneda entre la gentenecesitada y le llegó la hora la mala. Las mujeres quelo querían bastantes porque el Atenor se daba aquerer estuvieron a pleno sol caliente en la calle detierra en que quedó de Lo Amador con los pies descalzosechadas sobre el Jugada abrazándolo y le decían te aca-baste vida mía y él no podía oír nada ni ver nadaadónde ni levantarse y brincar con el bastón arriba

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de las balas de la policía y perderse. Por ahí aseguran quelo han visto escondiéndose detrás de los plátanos, losnísperos y las bongas de los patios del barrio. Estábien me contengo y no le paro bolas a la gente peroaburre que vigilen y no perdonen ni la dormida.

El Michi que se rebusca sus sones en los composito-res cubanos o de Puerto Rico o los inventa él me guar-da un momento en que sólo sopla para darme ánimo ymandarme a seguir mi camino sin importar la genteyo no quiero piedra en mi camino y qué va uno vivetambién del cariño del público subo al ring y de tran-cazo sé que quedé solo y me come la tentación de mi-rar el cielo de abandonar la vista en las nubes bajar laguardia esperar cualquier golpecito y dejarme ir a la lonaderrumbarme. Así le ocurrió a Patterson al pelear laprimera vez contra Liston parecía una vaca que em-pujaban al matadero en cambio Liston con su galladaahí firme arrojando confianza en él adivinó que iba aganarla al caballero. Alcanzas a imaginar lo que es per-der afuera ni siquiera estar en el cuadrilátero te ima-ginas mucho azote. Es lo que pasa y uno lo que letoca a uno es atenerse a la vela me entiendes una velitaque la vieja Santos le encendió a la virgen de la Cande-laria lo demás hermano es paja.

Mi risa. Yo que me río de payaso. El río de la risa meriza si río.

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U no de los habitantes de la ciudad acosado por el he-dor de la muerte, estremecido arriba y dentro dela piel por el movimiento alocado de males insu-

fribles y desconocidos, llegó con la curiosidad distraídade quien nada busca a la casa en los playones anegadi-zos cerca de la carrilera del tren. Allí aprovechó los fa-vores de la dueña de la casa y supo del hilo delgado quese tiende entre la calamidad y el olvido.

El jugo pegajoso y de aroma dulzón de los icacos ma-duros que destripaba al pisarlos en el patio y se llevabapegado a los zapatos al salir de la casa de Germaniasobresaltó a los parientes y allegados del caballero habi-tante que sospecharon una variación en su hasta enton-ces estricto itinerario. A pesar de las recriminacionesque aludieron a la edad y al rompimiento del estado degracia como un mal peor que el infortunio de la carneel hombre persistió, puntual, en llegar a la última luz dela tarde y despedirse acompañado por los músicos.

Germania nunca miró en el caballero nada distintoa un cliente habitual que se distinguía -lo aceptó mástarde- por cierto gesto adelante de todo que bien pudollamar distancia o lejanía. O la sensación era el efectoen los seres de algo entrañable: una actitud en absolutodesinteresada y desprendida de referencias que no toca-ba en el espacio reiterado en que se mueven los agraviosy las gratificaciones. Alelada y perdida en el asombroGermania alcanzó a saberlo la mañana que él no se fuecon los músicos, se hizo el loco en el cuarto que se en-cerró con una de las mujeres de la casa, y le ofreciódisculpas por retardar su sueño. Él le solicitó que loacompañara al patio y le indicara algún sitio en el queno estorbara un regalo que se permitió hacerle. Él espe-raba que ella no tuviera inconveniente en aceptarlo.Germania obedeció un instinto que la convenció de laimposibilidad de negarse de antemano a los deseos delos borrachos y caminó. No escuchó lo que él le dijo enmedio del aleteo de los pájaros de la ciénega y mantuvo

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inalterable el hábito de su indiferencia en el momentoque le señaló, ayudado por una genuflexión, el cochevictoria y los dos caballos que lo jalaban. Los caballosde un negro intenso y bien alimentados no se movieron.

El caballero le dijo que no entendiera como una gro-sería que no dejara al cochero y agregó que los sirvien-tes viejos nunca cambian de amo. Germania continuópensando que esos caprichos duran lo que dura unadormida de borracho y recomendó que el coche lo deja-ran por ahí donde no estorbara la entrada de la carretadel hielo y del camión de las cervezas.

Germania que no se iba a dormir sin antes cruzar elpatio, arrimarse a la orilla de la ciénega y aspirar pro-fundo la luz brillante y el primer aire de la mañana quela preservaba -según ella- de los malos sueños, no pudoal cabo de varios días dejar de mirar el victoria ef lamitad del patio y los caballos mordisqueando la malezaque nacía junto a la paredilla, sin sombras, relucientespor el sereno y lavados de la noche por la transparenteclaridad del mundo en los amaneceres de enero. Sonrióal descubrirse perturbada por la recóndita vergüenza deno haber sido capaz de dar las gracias.

Tal vez sea éste el origen de los paseos diarios deGermania. Con un sombrero de ala grande de raso y unacinta de seda púrpura que dejaba caer para que no letapara la frente, hacía cadeneta y puntada en un impro-bable tejido que crecía sobre su pierna, la una encimade la otra, y la bata amplia de manga que se acababa enlos codos, regordete s y suaves, bordada de flores en lasorillas, de color también cardenal. En el extremo iz-quierdo del victoria que llevaba la capota recogida ibaGermania con la rigidez de quien es pintada.

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R ecordarte Beny a esta hora en que la soledad esuna vaina espesa y vacía que no me deja dormir yme pone de malhumor y apenas oigo la respiración

ruidosa y turbulenta de las otras mujeres el olor delos peces muertos que se mete por entre los icacos ymi cuerpo inútil desgonzado en las esteras abierto y es-tropeado por el cansancio hoy no corre la brisa y laespalda se me pega a la estera

Saber Beny que llegabas a esta hora con tu camisa deflores y me llevabas a la función de matinée del Rialtoque tiene aire frío y abrazados veíamos a Tony Curtissaltar del trapecio en el circo de pista enorme y rompía-mos las bolsitas de maní caliente y el papel encerado delos chocolates que me comprabas en el puerto lás-tima que tuviéramos que salir después del FIN y me que-daba mira que mira el techo la cabeza en tu hombro yyo quería que siguiera y siguiera sin poder decirte quenos fuéramos los dos corriendo que no quería volvermás al cielo del atardecer en la ciénega a ese traje gas-tado en que voy a acabar al triste rechazo que me rom-pe y duele

Abro el baúl Beny y te veo con las manos dentro delos guantes tapándote la cara tu pose preferida yhace tanto que no vienes que a lo mejor no vendrásya nunca y no espero es igual en el principio recién lle-gada a la casa creía que alguien vendría y se quedaríaun cuerpo que persistiera estuviera aquí en mí y pensa-ba que en medio de los nombres que balbuceaban o gri-taban los marineros babosos arrechos patiabiertosarriba de mí encontraría uno imagínate Beny unofígurate del montón de hombres que se lo clavaron auno uno uno que permitiera el recuerdo ynada uno que me atravesara con su espada benditasu palo santo nada uno Beny mucho aburri-miento y tú por ahí tirando puños y a veces yo ale-gre porque ganas y está lejos lejos de la cangrejera

Es lindo participar y sentir el contento de tus

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victorias aprender que también gano en la palera detanta derrota y queda queda quedaarrepentimiento me quedo acostada en la cama conun ojo en ninguna parte y trato de entender cuál de lashistorias que oigo es la mía me invento mentiras paraencontrarla para espantar la vejez el silencioBeny el terrible silencio de no ser nada más que unapobre puta que la atropelló el tren y no supe aprenderbien el oficio que agoniza en casa de Germaniaque te piensa Beny que te piensa que se atormentade ese vicio inútil que es la nostalgia y que se larga-ría qué carajos en cualquier buque viejo con un mari-nero borracho a un puerto donde el amor el amor Benyse pague con billetes más nuevos

Recor darte darte recordarte BenyRe írme írme reírme de mí

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Y yo quiero decirte Santos decir mamá que meempezaba a acordar de ti y no acababa cuando soloen el cuarto de alguno de esos hoteles donde nos

guardan a los boxeadores antes de la pelea me subía ala cama a ver los periódicos mi figura en posición degolpear jugando con la sombra o los brazos levantadosy brincando entonces sentía tus chancletas arras-trándose contra el piso de tierra llegar al rincón ilumi-nado por la llama de la vela que humea y ennegrece lapared sucio de la esperma de quién sabe cuántas velasel rincón de la imagen quemada de la virgencita de laCandelaria la estampa arrugada por el calor y el almi-dón en la pared y venían cada una de las palabras delmiedo del susto los mojones en cruz Santos de los díasen que nos asomábamos por los huecos que dejaba enla paredilla cada bloc deshecho o entre las cañabravaspodridas de la cerca para mirar a los pupilos de Bartoloque tiran golpes al saco brincan la cuerda y apenas aca-baban y se echaban una lata de agua nos íbamos a ele-var las pandongas y los barriletes a la orilla del caño aveces caían al agua ose enredaban en los cables de elec-tricidad en la otra orilla y los perdíamos. Pero ahí yono pensaba demasiado Santos ni siquiera los miste-rios de la religión que la maestra leía cantando de sulibro torcido en el salón que daba al patio de los tama-rindos y nísperos me hacían darle vueltas a la cabezasacar los pensamientos lo único que yo más queríaera aprenderme en la memoria las canciones las quese oían en las casas a la hora de las complacencias en laemisora y el aire huele a coco frito y saberlas bien com-pletas para presentarme en el programa de cantantesaficionados recién bañado con mi elegancia natural loszapatos pulidos y con la distancia medida enfrente delmicrófono explicarle a la orquesta cómo necesito el rit-mo cómo deben perseguir mi voz y el personal y lasmuchachas se rinden y sueñan con uno conmigo que

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canto tú la dejaste ir vereda tropical y me abrazan en lasganas sudorosas de la siesta Ves

Entonces no me suelta el pensar el pesar de rebus-Calme la manutención y no aceptar ser el negrito piesquemados que lo mandan lo jalan lo empujan como vir-gen cargada en procesión acera para los perros ynada Santos nada tienes que abrir es un roto por el queentre tu buque tu submarino el personal Santos la cha-ranga sin fin y encontrarle el paso y la movida ésa esdifícil y no es así con la política la creencia depapá papá Santos que cada dos años se mamó repar-tiendo las banderitas maricas del gran partido liberalcada dos años tocó una por una las puertas de las casasque tenían puertas y en las que no pasó adelante paraque la gente suspendiera el dominó en el patio y salierana ponerle oído al mismo rollo en la tribuna que impro-visaba en la mitad de la calle y presentaba a un señorcada dos años uno distinto que según él ahora sí nos ibaa dar techo salud educación agua y ron y recuerdos con-tra el olvido y el progreso y la patria que amas en tu si-lencio mudo Santos papá era de la esperanza nuncalo quebraron los ofrecimientos que le incumplieronduro el hombre tú no piensas Santos que es una maldadque no merece perdón engañar de esa manera lamierda

Papá Santos ahí no es la jugada y también me dapensadera que me equivoque

Yo quisiera decirteDecir Santos

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LOs domingos eran los días más tristes.Eran los domingos los días en que más sentíamosel aire caliente y húmedo que venía del mar.

A veces terminábamos donde Germania que por es-tos tiempos no hacía sino mirar lejos y contar y re contarde quien sabe qué amor de caballos y estrellas yescán-dalo que traspasó la brisa fría de los difuntos y le dejabaintranquilidad y sufrimiento. Entonces aún teníamos laesperanza que no se parece a la fortaleza que otorganlos santos y beatos y nos llenaba de fuerza y alegría laspalabras.

En esta época de su soledad Germania la niña Getmoinsistía en que se debían de reventar las sentimientos ylas cosas de palabras que no eran un privilegio de lospolíticos y de los curas que ella compraría una emisorapara hablar y hablar días seguidos la iban a oír hora trashora sin descansar la voz referir la verdad de la historiade ésta su casa en la orilla de la ciénega de la ciudad enque quedaba su casa de la tierra y el cielo en que estabanla ciudad y su casa desde que salieron del agua saladaal sol y la tierra no podía ser más que una montaña decagarruta de antropófagos y maricas de leguleyos y co-diciosos la historia que no servía de un carajo y despuéssí morirse de la risa. La risa que mata igual al hipo.

Los domingos también la casa de Germania era abu-rrida. Las niñas regresaban tarde del baño de mar y elcansancio las dormía con la ropa puesta. El único quellegaba inquieto y empapado de alhucema era MiguelSarmiento el pelado Michi que venía con el pretexto deque le leyeran la suerte en los naipes por que el domingoes fácil amarrar al destino.

La niña Getmo Germania escarbaba entre sus pechoslas barajas españolas y antes de sacarlas y decirle quelas ordenara como quisiera y pusiera tres montoncillosen la mesa y no cruzara las piernas no juntara los piesno ves que es malo ya le empezaba a repetir que su por-venir no guardaba misterio para ella es fijo que en dos

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días dos semanas dos meses dos años dos siglos doseclipses de sol dos cometas dos acontecimientos arre-glaría una canción que lo volvería famoso le daría for-tuna y le presentaría el amor que no se va nunca pero elestreno de la canción las cartas lo anunciaban en unaplaya de olas mansas que señalaba el príncipe de la capay la copa el oro del siete y en dos días dos semanas dosmeses dos años dos siglos dos acontecimientos cuales-quiera se quitaría su vestido habano de rayas verticalesy la corbata de seda blanca que lució para embellecertantas noches y lo iban a retratar con uno oscuro de sir-viente huérfano y ay Michi la arrogancia de músico va-gabundo la envolvería una venia y olvídate no saldría niuna vez más del patio de la casa a las cinco de la mañanay el Michi abría los brazos al techo se ponía las manosen la cabeza y la miraba la miraba fijamente y sin enojose ponía a ensayar de poca altura por la pierna encogidadecía la retahíla de tutututu muerto tutututu sangrefresca no quiero oír no quiero oír se situaba a la espaldade ella y volvía a mirarla hacía el gesto de amenazarla ydarle un puño en la cabeza a la Getmo que seria con eldestino ajeno medio se sonreía y el Michi cantaba orá-culo sin futuro ora-culo oraculo-culo ora lo que tramases no contratarme ahora que mis canciones cuestanplata la Getmo recogía los naipes los barajaba y se so-plaba las manos antes de dejarlos otra vez en sus pechosy abotonar el traje quien no te conozca negrito preten-cioso quien no te conozca yo estaré viva.

A nosotros jamás nos quiso leer ni siquiera el pasado.Nosotros pasamos.

Ella decía que pertenecíamos a una raza de malditospor no decir la cosa que era. Que delante de nosotros nose atrevía a espabilar y en definitiva prefería no tratarcon gente así y punto y bien y amén.

Así se perdían los domingos.Los domingos que eran días de silencio nos retirába-

mos temprano a nuestras casas. No había luz y los poli-

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EL PATIO DE LOS VIENTOS PERDIDOS

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cías se reunían a pedirle los papeles a los que estábamosen la calle. Nos íbamos a la cama a esperar la sorpresa.Con el miedo de que ya no hay sorpresas. Se robaron lapiñata. Sorpresas nos da la vida.

No hay sorpresas y hay que darle duro compañero.Tristes los domingos. Sin trigo. Con tigres.Mas tristes los días los domingos.Los domingos!i

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Y después lo suelta a uno se entrega a los nuevos queacaban de llegar y se asomaban al patio a mirarapostar y aprender de la brujería de Bartolo que de

rapidez adivina quién sirve y el que no no lo dejaperder tiempo busca tu charco babilla pero al que leve la esperanza con decencia lo ayuda a pillarse el se-creto de su estilo el tesoro escondido que si no trabajasdía a día y atraviesas el agotamiento sin aniquilarte y tequitas de la cabeza que la meta está ahí porque si la vesBartolo te la pone más allá en casa de la mierda no sete va a aparecer nunca yo no resentí que Bartolo me rsoltara si al fin uno no nace amarrado a nadie y él cum- Zplía no le importaba si estaba flaco o pasado de peso qué "<tal uno hambriento y a veces resulta con el peso arriba(1J ~o vanidoso tú comprendes que la gente te marea y te -(~pone insoportable a él no le importaba sino lo que de- ~ irbía decirme que tranquilo tú tienes el arte pero te voy a i hpuyar y arranca a encontrar el abracadabra pata de ca- -t Cbra y olvídate que te lo traigo envuelto yo entendía que ff1 r:me tocaba solo y el viejo Bartolo se reía y me soplaba: ~ r

detrás de la puerta está detrás de la puerta está y me pu- '~ ~lía no aceptab~ que yo imitara a nadie si te copi~s te \ \ ;0,tumban y sentla que me acercaba al secreto de mI se-, r;::creto y ponía las manos abiertas en sus rodillas y no meperdía pisada y gritaba las indicaciones no desper-dicies el jab que tus brazos son cortos y te quedas en elaire salta salta camina de lado que tu gracia se pare-ce a la del cangrejo y no se te van a enredar los pies note precipites tranquilo que los lecheros se levantan tem-prano a echarle agua a la leche y Dios no los ayudajuega la cintura que tú no eres reina de belleza para quete pongas de estatua y así descubrí que lo que teníaque hacer yo era inventar mi propio movimiento mibaile que Bartolo no se va a devolver a marcarme el pasoy repetirme cómo es la jugada y regañarme si me ve elojo perdido y blanco por la falta de sueño y el berro-che y me agarra el miedo porque si no estoy en algo

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en la olla primo barrendero del municipio o ayudantede mecánica con perfume de gasolina todo el día.

Es así y tú qué me voy y tiro pasos de suavidadde armonía con el ritmo de las canciones y no necesitonada ni á nadie y el mundo se fue al diablo muerdo lasnubes y me quedo allí bailo solo y está bien y estábien por un rato pero la canción se acaba y hay que salirllueve viene el sol tengo los zapatos mojados el golpe dela tristeza y sucede y qué hago si sucede.

Bartola carajo los barriletes enredados en los cablesde la energía la vela que enciende Santos a la virgen dela Candelaria para que me alumbre en el ring me alum-bre afuera y la función comienza con el himno nacio-nal figurate esa música que cantan los soldados y queyo no canto en el baño y que tuve que oírla desde quepapá organizaba su tarima en la puerta de la calle y de-cía discursos los días que se arreglaba su corbata y lim-piaba los zapatos torcidos.

Pienso en Bartola en estar atento a la pelea y no re-galar qué hago con un ojo cerrado y la nariz partida noqueda himno nacional que valga apenas Bartola metuvo confianza me daba ilustración y lo que más me dijoBeny haz tu pelea como si nada como si no fuera conti-go fresco que la gente que tú conoces allí está tú la llevaste ven y te quieren lo demás ni lo oigas y lo oía; meestiraba los dedos me ajustaba las vendas en las manosy limpiaba los guantes.

Yo aprieto esto qué queda yo sé que no es sufi-ciente que por mucho que quiera no encontraré más elpatio de Bartola se acabó creo que esto la falta depatio es lo que me jade.

Tú ves.Yo me pinto de payaso.

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A mí toda la vida me gustó ir al parque del obeliscolos domingos.La retreta la tocaban a las seis de la tarde y la ban-

da lucía su uniforme blanco limpio y sin arrugasestaba allí casi el barrio completo vendían algodónrojo de azúcar y el mundo entero era de amigos

Es claro que los domingos que ponían programa deboxeo si no había nada hasta los músicos de la ban-da y de las dos o tres orquestas de por aquí se iban adarle ánimo a su boxeador y levantarlo a silbidos y gri-tos si perdía la gente es jodida y si el local perdía fes-tejaban había un boxeador lo último podía matar unperro con un puño yo me acuerdo de él no muy bienpero algo peleaba que daba gusto me parece que le de-cían Kid Dunlop y no se por qué no se fue a pelear enNueva York se quedó en este hoyo y se enterró acápasa que se gastan los grandes me dijeron que el KidGavilán se le corrió a Dunlop

Pero lo que me emocionaba más de todo todo erapararme de primero adelante y ver cómo el directormovía la varita con los pies juntos y oía la flauta o eltrombón muy alto y sonaban unos pasodobles lindosa veces variaban el orden cuando anclaba en el puertoun barco de la marina de guerra entonces la banda inter-pretaba los valses y la del barco unas piezas que lo es-tremecían a uno como un viento malo y me volvíantristón y otro poco de ritmos raros que también sonlindos

Mi entusiasmo tenía disimulo porque si de pronto seme salía decir que lo que yo más quería ser en esta vidaera músico más me demoraba en decirlo y ya se ca-breaban los familiares y el ataque déjate de mariqueríahay que trabajar ahora te las vas a picar de fuu-fu-fu-fuuu escupiendo pulmón y directo a una banda de fies-ta de pueblo tú has visto acaso negros en las orquestasde verdad verdad pretencioso y lo achacan a uno

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de frente mar es mejor cayetano y no hacerse ilusio-nes en voz alta

Lo que fregó las ilusiones la tentación de correr rlejos qué sal fue la pierna el noviembre que el ba-rrio tuvo reina y yo iba en la carroza recostado a unaluna de cartón y al torcer en la esquina de la tienda sele quebró un cuerno y fractura en tres y el dolor deldiablo esa vaina si desvía la vida de pura suerte no !quedé patuleco porque ahí adónde vas la señoraGetmo piensa que a monaguillo o portero de conven-to ella exagera bastante y estamos de acuerdo en quesi no es por la bendita pierna yo compondría himnossinfonías rapsodias danzas y me invitarían a las fun-daciones si alguna vez al fin compra la emisora ellalo va a decir y yo la ayudaré a poner la música

Lo que no calculó nadie es que como quien no quierela cosa me iba a salir con la mía el acomodo que le haceuno a la ilusión un año en el pretil de la puerta de la callecon la pata tesa encima de un taburete sollado de feli-cidad sopla que sopla las notas de mi instrumento y lagente se mortificaba y pasaban cerca para decirme quesiquiera soltara algo de utilidad y dejara el alboroto degata bandida o se me formaría un enredijo en la lenguanos atormentas negro y que se quejarían a la inspec-ción para aguantar la marea cogía un poquito deaquí y un poquito de allá de lo que ponen en las emiso-ras sin hacer como Escalona que se la pasa cantando losaires de la vida de los vecinos sino ideas de la inspiraciónen pasta y la gente me insultaba menos el que oye conse-jo llega a viejo ahora si estás en los que es y fíjate.

Los domingos me gustó siempre ir al parque del obe-lisco el parque con la fuente de agua verde suciapudridero de hojas amarillas y almendras picoteadaspor las maríamulatas y las raíces nudosas de los árbo-les levantan las baldosas y el obelisco de mármol entrela fuente y el obelisco estaba el sitio de los músicos

EL PATIO DE LOS VIENTOS PERDIDOS

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En el obelisco me voy a tomar una fotoToda la vida

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- T OCo tu rostro recorro tu rostro deletreo tunombre: re me m ber así frágil que cae como ahoraque llueve sobre el mar encima de las piedras car-

comidas y viejas de la ciudad arriba de la arena de losnombres que adivinamos y se borran en las playas dearena suelta sobre las sombras que hacían ayer losboxeadores encima de ti sobre tus ojos destripados hoypor los mil soles por los mil yodos por los mil humos ylas estelas de mil barcos a mil nudos por lo que no ve-mos por la tristeza que sale incrédula del Beny despuésdel golpe sentado en la lona las piernas abiertas estira-das y la mirada que ve el vidrio brumoso de la luz tem-bloroso y solo por su soledad que no retrocede a lospuños aunque se aga~he y se escurra entre y baile y co-loque un gancho en el cuerpo del adversario y no en-cuentra compañía por la nuestra que nos jode quejode y él nunca sabe que lleva dentro de los guantes portu muñeca sin cabeza remember que tienes contra tuvientre y sabotea el juego de mis dedos por lo que nosomos y nos apart~

quería decirte que me hubiera gustado que la gentebrincara desde el palco entre las cuerdas y le gritaranque no importaba que él era el campeón y no dejarloderrumbarse allí con toda su hambre las ganas de pre-sentar una pelea linda y dedicársela a su mamacita San-tos allá en el barrio de cara de perro aquí nadie ganaremember todo conspira y mañana seremos otros losde ayer los viejos los sin preguntas los conformes y note das cuenta insistes en ser la extranjera la que perdióla memoria la amante ingenua la camaleona la que des-pierta en sus innumerables ojos y no ve nada la que per-sigue el olor de otra memoria la que se levanta deja sumuñeca y aparenta buscar un disco viejo de la Casinola Playa la que propone atravesar una noche hasta lacasetas frente al mar y bailar con la orquesta que llegóde Cuba ratona de mar piel vuelta ceniza en el verano

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interminable de la ciudad derruida cuándo nos hemosamado

cuándo encontrado el sitio preciso la estrella deluz negra y saber que no te mueres con la ciudad que nopierdes los pasos en la ciudad sin palomas de parquesviejos donde descubrimos la semilla las flores podridaslos gusanos peludos de invierno remember la queniega la que quiere salvarse de una historia que no in-ventó la que no debe quedarse la que cae y arrastra consu temor de mujer vieja en esta villa que conserva losnombres y cada uno de los lugares de la derrota y eldesamparo

tu rostro el rastro remember

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E l victoria recorrió las calles de organillo y de farolen el atardecer de las 5:00 los meses de verano du-rante casi siete años. Continuó el recorrido entre la

luz de los murciélagos, la pintura gastada de los pare-dones de los hospitales, los templos y las campanas.Pasó por la arteria principal en los anales de la ciudadarcaica. Se detuvo en la tienda de Rigaíl que exhibía enel mostrador betún, carne salada, puntillas de París,obras de Pío Baroja. Saludó -y era el único saludo- conuna sonrisa generosa de sus labios gruesos y una incli-nación de cabeza a quien escribe versos inmortales parahonra y prez de Portugal. Siguió la calle invadida por ~Estambulllena de locales donde venden botones con .:-¿ojales y ojales sin botones y abrumada por el sol. Se dejó"' f1Iiiobservar por el rabito del ojo. y cuando los pájaros de '! ~la noche salían del mar tomaba el camino paralelo a la m ~'.línea férrea por el que llegaba a la ciénega. Entraba al C $patio .de su casa por el portón y se sumergía en la luz sin ~ (7tonal1d,ades de esca~as de pez muerto que todo lo des- ff1 ~aparecla y uno podla tropezarse con ella. Germania (1 rbajaba del coche y encendían las luces de la casa. Sur- ., Zgía entonces el orden que ella repasaba: las mesas, los \,: Elespejos, la sombra, el piso, los vestidos de las niñas, el \\ ~,celador, y su silencio indicaba aprobación. Ponía en su : \ rr

lugar los cabellos con las dos manos y volvía a sentarseen la silla de brazos y la mesa de juegos cubierta por unpesado mantel verde. La tenía contra la pared a un ladode las vitrinas y del aparador del bar y en el centro de lamesa una lámpara de barco que le borraron el nombrede la placa de bronce. Enseguida extendía los naipes. Eneste tiempo a Germania le servían una copa alta de jerezhelado que permanecía intacta y ella no probaba. Pudoser por el color del jerez o su gusto por los decorados olo que respondió al músico del combo que le preguntósi después de tantos días no se le calentaba el jerez: elladijo que todavía no era idiota para beber sola y que elpríncipe venía en camino.

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Mas allá del infinito encerrado a que apuntaban lasbarajas de Getmo de la traición del Michi, de la baba deldeterioro que metía la humedad salina cada madrugada,del recuerdo del silbato de un tren, también existía unnaipe que caía volteado, que negaba cualquier lectura !y su secreto lo repetiría siempre la memoria inagotablede las olas del mar al mediodía. El naipe, situado fueradel período en el que la adivinación de Germania reco-nocía los augurios, le indicó no obstante un enigmainsoluble en las barajas y ella creía ver las gentes que pa-saban y la advertencia de que su casa no llegaría a con-vertirse en el patio de este mundo.

Uno de los días que organizaba los naipes y los aca-riciaba con sus dedos adornados de abalorios, percibióque la baraja alocada se separó de las treintaynueve res-tantes, huyó de su pericia de leedora y la asustó al sos-pechar que en ese cartón marcado por la mala fortunase escondía un signo que vinculó a los cangrejos de ojosperlados que aparecían moribundos en los pisos de lacasa y revolvían el olor dulzón de los icacos maduroscon una podredumbre que duraba el mes de marzo.

Empezó a aceptar que el destino era una vaina com-plicada y variable y que de pronto lo que ella vislumbra-ba en las barajas no correspondía a ninguna historia yque el tiempo transcurría y ella se quedó atrás. Decidiósacar ese naipe de su juego y varias veces dijo: de ver-dad hay días que uno no sabe dónde está parada.

Un lunes caluroso y de vientos quietos, llegó a la casauna de las gitanas que no se bañan, afamadas de menti-rosas, sobreviviente al naufragio de un barco de banderaturca y quien a cambio de un plato de arroz amanecidobendijo a Getmo y le avisó que si quería terminar la vidaen paz se cuidara de un hombre de silencio severo, ade-mán seguro, libre de miedos, que esperaba a la muertey no padecía amargura. Que se cuidara porque el hom-bre se pegaba peor que una enfermedad incurable. Lagitana comió el arroz grasoso en montoncitos que ha-

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cía y recogía con la mano y le habló de la mansedum-bre del amor, de la compañía que doméstica y cómoevitarlo y apartarle el cuerpo para salvarse de la locuraen esta tierra que tenía la maldición sin contra de unsanto varón.

A pesar de lo que supo, Germania deseó recibir alhombre. Un hombre así, pensó, la pone a uno en su cen-tro y la convence de la mentira que es la felicidad. Lafelicidad que sirve para no sentir que me gasté la vidaesperándote.

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N o sé bien hay boxeadores que jamás se preocu-pan de ganar de ganar en grande como corres-ponde a uno un man de calidad que no pide ni

quiere que le regalen todo yo no me presto para tirarguantes por migajas que se las llevan los cangrejos y elolvido

Desde que me asomé al patio de Bartolo supe poraquí va el asunto y me zampé con arrestos de partir elmundo de pensar que no íbamos a volver más nunca con ('-'la misma onda de boxear unos pocos años aceptando Zcuanta pelea nos pusieran por delante porque una vez <llegas a los treinta nada que hacer te llaman de relleno ~y después estás peor que al comienzo no encuentras a ~ (j)qué dedicarte con cuáles brazos puedes ponerte a lim. ~ i5piar zapatos de nuevo y ni nombrar la albañilería será i "5de vivandero por Maicao cruzando las carreteras desier- -1 Gtas que tapa la arena con las bolas en la mano y la mer- rrt rncancía en las piernas o debajo del asiento del bus o por ~ rPanamá zarpando de noche en el mar que no le falta el ,~rumor pesado los fantasmas de la espuma que se des- ' \(Q piertan la luz del reflector del Almirante Padilla que i ~

navega de Corea a decomisar las pacas de cigarrillosamericanos los perfumes los jabones y los radios y de-tienen la lancha y ponen presa a la tripulación y se acabóahí se esfumó la comida de varios días en cero quiénno se entrega monte adentro a los tabacos de hierba enlos solares vacíos arriba del cerro de ladrillos de lasconstrucciones aspirar hondo y a disparar la ametralla-dora de la euforia o el pozo del arrebato qué hace unocon tanta herida con tanto dolor viejo que no te dejapegar no te deja ver una ya eso le falta lo que la vidaregalona ah te encima de ñapa fíjate yo quiero ganar yla gente no me da tiempo ya darme lengua: éste de quése las pica ni siquiera ha llenado la plaza de aquí yquiere irse a pelear en el Madison entonces yo soy elcreído el petulante el mucho más el puya nube yqué por querer sacar mis puños del patio de Bartolo

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Y llevarlos a Nueva York y tumbar al que me paren nadala gente ataca me regañan para que guarde puesto enla cola idiota y espere la muerte en un patio estrecho yajeno el patio que no encontré mientras la maestra di-rigía la canción bajaba y subía la regla el patio de mi casaes muy particular ni de día ni de noche tatatatatata

Teso el asunto ahA mí me viene la pensadera cuando veo que todito

es una mierda que no voy a alcanzar a ser campeón yme cuesta un huevo mantener el peso de la categoría yla memoria se retaca de Atenor Jugada yo me la pasabacon él y nadie Santos tampoco sabía que pasaralo que pasara me metía a boxeador y que a Jugada ledañarían de un tiro las ansias de ser el rey y el amadorde un barrio sin policías en el que no faltara comida laalegría fija de tener un sitio un país unos amigos

Y me supe solo ah mi gente que no es la montone-ra sino lo que llamas tu gente el personal los que quieresde corazón pelado se aburrieron de marcar aquí su es-quina su patio y abren trocha para largarse a Venezuelabrincar la frontera o de ayudante de piloto en lancha de tcontrabandista por los mares de Aruba !.

Y yo lo siento ah estoy en el centro de la lona y mecoge la desconfianza la duda de que a nadie le importasi gano y el golpe me sale solitario le ven la falta de alien-to ah la falta del cojón de los días en que principié a iral patio de Bartolo para desfondar el mundo la lata po-drida el mundo que no me gusta el cojón que tengocuando encuentro compañía y el golpe va como condedicatoria me sucede me sucede que pongo un buengolpe pleno que estremece impone respeto quita velo-cidad al contrario y a pesar de las recomendaciones delentrenador que me regaña y dice no aflojes no aflojes !debes continuar golpeando si tocaste duro no les des :respiro a pesar levanto la cabeza y ubico entre el públi-co a quien entiende que el guante que le recosté al quetengo enfrente es una gracia para ella y quiero es ganar

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si resulto vencedor el Michi me dedica una canción y mesopla: el sitio es un tiempo agárralo y se pierde solito conel saxofón

El Atenor Jugada proponía que compráramos unaisla lejos lejos que no orillaran los ahogados que me fi-jara y abriera el ojo porque más futuro tenía una tortu-ga que esto y corren meses en que uno no sueña esosí es barro

Alguna gente de la gente que yo digo mi gentenada de dueño de tienda ah que dice mi mi mi mi y nocaben mi mi suena como el de la muchacha sin nom-bre que en el secreto del amor le cuento que está en míque le guardo un lugarcito adentro ah la ternezabueno de esa mi gente de los que se fueron correteadosvuelven con desgana por compromiso porque la ley ata-ca y pide pasaportes y aún ellos me recomiendan quebrisas que emigre si no quiero quedar en cero a lomejor ellos saben que esto no es más de aquí

El único que sueña es Bartolo no se cansaespera que algún día salga de su patio el que no va a per-der el que va a, inventar golpes nuevos el que convier-ta esta cagada en algo distinto el que no se deje derrotaren un patio ajeno fíjate no hay que ser letrado ni dela academia para enterarse que el mundo acá se jo-dió yo creo que el Jugada me hablaba de eso y Bartolosabe cómo es la movida Bartolo ya alcanza la edad delos años de la uvita de playa y sigue remienda lossacos de aserrín para las prácticas y en su cabeza encie-rra enterito el boxeo la parada del Rocky Marciano ladebilidad de Joe Louis la alimentación del musulmánAlí que me emociona con la frescura de decir zafa aluniverso y voy a hablar con Bartolo y preguntarle elmomento en que el negocio se puso chueco y se torcióy no anda el que camina por el norte es el muchachoValdés levanta ala ojalá y no lo recluten y lo suelten enun paracaídas en el Vietnam y nos den un cocotazo más

Pero conservo esperanza a pesar de no ganar que-

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da algo las fotos en los periódicos en que envuelven lalibra de carne los titulares y los escritos que pegan conalmidón en la pared y no las miran mucho que digamosalgo es algo

Estoy donde la señora Germania voy a oír al Michi yme sale el chorro de la pensadera el Michi dice que sonlos tragos que ofrece Germania que le abren a uno elcerebro y se ve lo que queda más allá de cada puño y veoal Jugada analiza un patio mi patio tu patio el patiosin bandera ni gorro de trapo

No sé bienMis zapatos mi narizMis zapatos polvorientos de payasoMírame el ojo

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D esde el principio supieron que era diferente. Losentían por encima del aroma dulzón de los icacosapachurrados con los zapatos contra la tierra hú-

meda de mar y los nidos viejos de garzas. Invadía cadasitio de la casa. Entraba por la reja de lanzas altas sinpintura deterioradas por el óxido. Se quedaba en el chi-rrido de las bisagras de las puertas de dos hojas. Enten-dieron que no se podía comparar al otro: el que veníacon las ráfagas frías del atardecer por el callejón laterala la casa que desemboca en la bahía de lugares remotosdonde los cadáveres inflados al sollos arrastraba lamarea. Vislumbran en medio del odio profundo que en-mascararon hasta el desperdicio de los días que le res-taban que se avecina el fin y que el escudo pulido conlaboriosidad y que no permitió a la ciudad olvidar elli-naje había sido embarrutado cuidadosamente de cacade perro. Aceptaron que el olor que los perseguía y noperdonaba los parajes más recónditos del patio trans-tornaba los vapores del dulce de mamey que removíanen paila de cobre anunciaba una decadencia inatajable

Como si su ir y venir los regalos de cinta que veíanpasear descubiertos las calles que conducían por el ra-mal del ferrocarril a la casa de la ciénega el victoria bajola sombra de un cochero que no conocían el sombreroI y la risa de la pasajera señalaran el peligro de perder laestatua que le debían y asumir la condición imprevistade cabrón con sombrero encintado y chupa de boda

El silencio de piedad que le otorgaron las veces en quepor descuido se cruzaban con él en las escalas de la en-trada en los pasillos interiores frescos y de baldosasenceradas bajo el aire tibio de los mangos y las maripo-sas junto a las cocheras en los claros del jardín de lasmafafas heliotropos capachos rocíos de oro pinos vio-letas en la mesa ovalada los ojos que se cerraron en lapenumbra o en el resplandor para no verte más encon-traron el desprecio suficiente que le repitieron mientras

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caminaban raudos y alejarse: es el colmo a qué punto serebaja

El olor se quedó una de las madrugadas en que máspor costumbre que por necesidad se venía de la casa dela ciénega y para despegarse el sereno salitroso hacíaabluciones en la pila del baño dispuesta con hojas ver-des de matarratón y ramitas de hinojos se frotaba conla Farina francesa y vestía sus ropas de lino blanco asísalía al jardín y sorprendía al empleado poniendo puña-dos de cal viva en los hormigueros le preguntaba si lo-gró que no se murieran los lirios y violetas en esa tierraarenosa y estirado en una silla de lona de la terraza mi-raba con desgano los periódicos en los que leía las mis-mas noticias que Germania le contaba cuando en lapenumbra de su cuarto de collares y abanicos perdía lanoción de las fechas y decía qué día es hoy

El olor entró y flotó en las cortinas en las paredes ylos globos que levantó la humedad en la argamasa en laluz en las capas de aire tibio de los techos en el aroma tnocturno y vegetal de la terraza junto al jardín y fue !imposible saber si el noble caballero estaba o no en casa r

1,

pues el olor se confundió con su presencia y resistió a rlos sahumerios de incienso y sándalo que encendieron '

en los salonesDescubrieron más tarde renegando que el olor que al

comienzo parecía escapar del fondo de las tripas delcaballero que se complacieron en imaginar invadidaspor los gusanos sólo lo percibía y disfrutaba la familialos de la sangre gentil y ni siquiera la servidumbre tam-poco Ángela la de más años de servicio tuvieron refe-rencias del recién adquirido detestable y exclusivo sellofamiliar !

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C uando abandonamos la ciudad cada uno por sulado persiguiendo sombras ruinas remembersentados detrás de los vidrios de las ventanas que

se nublan por el vaho de la respiración mirando cómose perdían los barcos en la lluvia y las imágenes del arrai-go y la ternura y no sentíamos el mar mar-loco mar-enemigo mar-rumor mar-mar que recogía las botellascon mensajes supimos remember de los instantesatrapados por las despedidas y los propósitos y el reco-nocimiento de la imposibilidad que no hacía más quesepararnos que levantar la piel gastada por el ejercicioabsurdo de una solidaridad que no rescata aunque lajustificáramos después con la cerveza amarga y los os-tiones crudos resbalar en las mismas canciones de losdiscos viejos y caminar por los senderos de piedra

,l zambullendonos en el agua de olas apacibles que nosr untaba un intenso salobre por el cuerpoi remember y ni siquiera tener tu nombre las letras

sino una expresión mal pronunciada oída a cualquierguía de excursiones que dentro de su uniforme de tam-boril de banda su seriedad de perito en monumentos sucarreta hilada día tras día sin parar sin permitir inte-rrupciones y bilingüe en el grupo que lo escucha depronto lo rompe un rostro una mirada distraída en elcielo en un pájaro que vuela de la cabeza de la estatua yse emborracha porque el barco se va mañana él quedarecordando y le gusta decir remember para volver másdifícil la esencia del recuerdo la que negamos remem-ber sabíamos lo engañoso de la memoria de cómo lopringa a uno y lo confunde en esta ciudad reflejo en elmar de un reflejo recogido por el humo de la chimeneade un carguero en quién sabe qué sitio qué ilusión cons-truida por el tiempo y las tormentas yeso de quéservía si nos sería cerrada la oportunidad de recordarde recordamos de pensamos de encontramos una tar-de de esas en que montan las peleas en la plaza de to-ros y Beny al golpear abre las piernas en el lugar de la

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arena en que alguien citó al toro en que alguien revolo-teó por los aires con un cuerno en las ingles y el sacrifi-cio de que a Beny lo tumben y nos quedamos con estasganas de un padre un santo un amigo que no engañe queno se esconda que se vaya a mear despacito sobre Cris-tóbal Colón sobre Pedro de Heredia sobre Rufino Cuervosobre Miguel Antonio Caro y será increíble rememberreconocemos despojados de historia con el vuelo del avede mar del ave de piedra del ave de nube devolviéndo-nos la memoria con el amor que no conocemos pero aúny tú lo intuyes son demasiados cachivaches que ayudana que Beny pierda nos enredan conducen a una terriblesumisión a las trampas de conceder remember tal vezasí de repente aparezca el lado del bolsillo en que estála llave y decir decirnos decirte decirme con las palabrasrepetidas también es una traición ahí vamos aguzan-do el sentido y nos da alegríaentiendes méndezcuando abandonamos la ciudad mierda rememberla alegría

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N o pudimos encontrar nunca una clave a la triste-za de los domingos.Estaba desde que abríamos los ojos en la luz in-

tensa y transparente de los meses secos o en la hume-dad y el aire turbio del tiempo de las lluvias. Era algo vivoy fuerte que se derramaba por los demás días y los vol-vía insoportables. Los espacios en que escondimos latristeza y más tarde guindamos la agonía se desmoro-,. naban perdían el techo y se abrían a una intemperie sinI

~ estrellas.

La casa de Germania el boxeo la vagancia porlas calles y playones los proyectos hechos rehechosy deshechos arrecho s desechos recostados a las verjas Cde los jardines en las noches nominación sin fin de ilu- ~siones para mañana para el otro año para cuando deje ~de llover para ahora que vienen los vientos frescos para (JJ ::ya que el comején se comió todo y se nos olvidó qué era ffi ~lo que queríamos se dañó la memoria para nunca para C ~ninguna vez no ves la vez la casa de vagancia el .í.boxeo de Germania las calles. I~ [

Algunos abandonamos el colegio el impotable cura t.I ~~.Faría la gramática de Bruño la sabiduría universal que> 2:alimenta la vanidad de adornar la pared más vistosa de ~,~la sala la soledad del cuadro con colores de bandera del ~ 1\~corazón sangrante y sacratísimo de jesús con los dibu- , "jos de la culebrita de la salud y la balanza de la justiciay la leyenda en latín que prefieren.

y sentimos el malestar la ciudad-encierro lamida porel mar verde gris la inquietud porque Germania sueltalos naipes y se preocupa por no acabar muerta en elpatio y no se dieran cuenta confundiendo el olor de lamuerte con el de los cangrejos que pellizcarían sus ojosy los peces que aparecerían en las ramas de los árboleso enredados en la espesura de los icacos y no tenía ga-nas de hablar ni de oímos no le interesaba nada tam-poco todo y nos ahorcaban las leves y dolorosas ganasde llorar algo falla y nuestro sitio no aparece en su sitio

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se pudrió y pensamos en irnos a Nueva York y los sueñosy las voces se llenan de la ida que no vamos a realizarsino unos cuantos y los que nos quedamos escribiremoscartas recibiremos postales de Brooklyn nos quedare-mos callados y no diremos inventaremos una risa unamísera soledad solidaria aceptaremos la humillación decaer en el lugar desfondado de siempre caminar al tra-bajo y vender pólizas y se corroe lo que acaso queda.

Qué pasa con esa clave que no se oye. IY así estamos.

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