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Maracay, Sábado 2 de marzo de 2013 Crónicas del Olvido El día que Jesús Lazaballet tocó el cielo con un papagayo ALBERTO HERNÁNDEZ 1.- L a sombra del papagayo ocupaba media cuadra de la calle Leonardo In- fante de Valle de la Pascua. Nadie lo podría creer. Jesús Lazaballet, de lo más normal, tocó el cielo un día del mes de julio de 1966 (se me ocurre ese dato porque había llovido y mi abuela Amelia Loreto no había muerto, le quedaba aún un año de vida). Los que éra- mos tripones abrimos los ojos y la boca cuando vimos que el papagayo que Jesús elevó era más grande que su camión y lo volaba con unos guarales gruesos, casi meca- tes. Carmelo Sarmiento, que tenía bodega en la esquina Leonardo Infante con La Mas- cota, lo ayudaba a levantar el vuelo de ese animalón de pa- pel y guasduas. La calle se llenó de curio- sos. Venían de la Laguna Nue- va, de los lados del "González Udis", del cerro del Hospital Guasco, de Guamachal, del Banco Obrero, de Mamonal, de la Laguna del Rosario, del aeropuerto. Hasta de la Pep- si-cola, pues. Mientras los ojos de todo el mundo se con- centraban en el papagayo gi- gante, Jesús y Carmelo, ayu- dados por Aníbal Castillo y Carmito Martínez y hasta por mi tío Juan Manuel Loreto, desenredaban los guarales y pedían a gritos que llegara una buena brisa. Eran como las tres de la tar- de. Entonces el papagayo le- vantó el vuelo, como un za- muro viejo, y empezó a ascen- der y a alejarse de todos no- sotros. Cuando estaba sobre los techos de la bodega de Be- nigno Aray, Jesús y Carmelo sintieron que los jalaban con mucha fuerza. Tuvieron am- bos hombres que pedir ayu- da. Así, se incorporó una mu- chachera conformada por Julio y Mario Vargas, Ben y Man Martínez , Chaplín, Car- mito Machado, Antonio Hi- guera y hasta Simón Sotillo que acababa de salir de su casa, mientras Silvina, la ma- dre de los Sotillo veía lo que pasaba una cuadra más arriba. Todos trataban de que el pa- pagayo no se llevara a Jesús y a Carmelo. De modo que pu- dieran estabilizar la nave de papel. El espectáculo duró como media hora. Hasta que el pa- pagayo pudo más que los mencionados. Casi todos fue- ron levantados por la fuerza del vuelo, razón por la cual soltaron la cabuya y dejaron que el papagayo se perdiera en el cielo. 2.- De eso quedaron muchos comentarios. Las manos y los dedos de quienes trataron de sostener el violento papagayo quedaron maltratados , pero a pesar de todo y el ardor en las diestras y en las siniestras de aquellos aventureros pas- cuenses había mucha alegría en todos los rostros, en los de los de los protagonistas y en los de los curiosos. Dos días después llegó la noticia de que el papagayo ha- bía caído en el techo de la casa del Ánima del Pica-Pica. Alguien que estaba cerca del lugar advirtió la llegada del papagayo y creyó que se tra- taba de un milagro enviado desde los cielos. Entonces ese mismo alguien agarró el pa- pagayo -confundido también con una nave espacial- y lo colocó al lado de la casa, des- pués le puso un aviso donde se decía de un agradecimien- to de parte de unos pilotos americanos que se habían sal- vado por intermediación del Ánima Pica-Pica, a quien le pidieron en pleno vuelo en un español medio enredado, pero aún así el ánima les res- pondió y pudieron aterrizar en un campo de trigo por los lados de Texas. Se comentó también que el peticionario fue un gringo que vivió un tiempo en Tucupido y había trabajado con la Esso Petro- leum Corporation en Roble- cito. Así lo supimos de boca de Justo Bandres, pero no me lo crean a mí. "De allí que por todo eso ese gringo viejo co- nociera la leyenda del Pica- Pica", precisó Justo. Alguien hizo una foto que vi un día en la casa del negro Le- dezma, tío de Chuíto Lazaba- llet y hermano de Aura. Mi primo Fernando Hernández también la vio. 3.- En todo caso, el papagayo llegó a un sitio seguro, y des- de ese día Jesús Lazaballet, que no veía para los lados para inventar aventuras em- pezó a agregarle otras inci- dencias, anécdotas y más cuentos al vuelo del papaga- yo, tanto que convirtieron el barrio en una geografía imposible porque ya no le creían. Pero de que existió el papagayo nadie lo puede poner en duda. Que lo diga el Ánima del Pica-Pica y la gran cantidad de aquellos muchachos que hoy ya no lo somos tanto.

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Maracay, Sábado 2de marzo de 2013

Crónicas del OlvidoEl día que Jesús Lazaballet tocó el cielo con un papagayo

ALBERTO HERNÁNDEZ

1.-

La sombra del papagayoocupaba media cuadrade la calle Leonardo In-

fante de Valle de la Pascua.Nadie lo podría creer. JesúsLazaballet, de lo más normal,tocó el cielo un día del mes dejulio de 1966 (se me ocurre esedato porque había llovido ymi abuela Amelia Loreto nohabía muerto, le quedaba aúnun año de vida). Los que éra-mos tripones abrimos losojos y la boca cuando vimosque el papagayo que Jesúselevó era más grande que sucamión y lo volaba con unosguarales gruesos, casi meca-tes. Carmelo Sarmiento, quetenía bodega en la esquinaLeonardo Infante con La Mas-cota, lo ayudaba a levantar elvuelo de ese animalón de pa-pel y guasduas.

La calle se llenó de curio-sos. Venían de la Laguna Nue-va, de los lados del "GonzálezUdis", del cerro del HospitalGuasco, de Guamachal, delBanco Obrero, de Mamonal,de la Laguna del Rosario, delaeropuerto. Hasta de la Pep-si-cola, pues. Mientras losojos de todo el mundo se con-centraban en el papagayo gi-gante, Jesús y Carmelo, ayu-dados por Aníbal Castillo yCarmito Martínez y hasta pormi tío Juan Manuel Loreto,desenredaban los guarales ypedían a gritos que llegara unabuena brisa.

Eran como las tres de la tar-de. Entonces el papagayo le-vantó el vuelo, como un za-muro viejo, y empezó a ascen-der y a alejarse de todos no-sotros. Cuando estaba sobrelos techos de la bodega de Be-nigno Aray, Jesús y Carmelosintieron que los jalaban conmucha fuerza. Tuvieron am-bos hombres que pedir ayu-da. Así, se incorporó una mu-chachera conformada porJulio y Mario Vargas, Ben yMan Martínez , Chaplín, Car-

mito Machado, Antonio Hi-guera y hasta Simón Sotilloque acababa de salir de sucasa, mientras Silvina, la ma-dre de los Sotillo veía lo quepasaba una cuadra más arriba.Todos trataban de que el pa-pagayo no se llevara a Jesús ya Carmelo. De modo que pu-dieran estabilizar la nave depapel.

El espectáculo duró comomedia hora. Hasta que el pa-pagayo pudo más que losmencionados. Casi todos fue-ron levantados por la fuerzadel vuelo, razón por la cualsoltaron la cabuya y dejaronque el papagayo se perdieraen el cielo.

2.-De eso quedaron muchos

comentarios. Las manos y los

dedos de quienes trataron desostener el violento papagayoquedaron maltratados , peroa pesar de todo y el ardor enlas diestras y en las siniestrasde aquellos aventureros pas-cuenses había mucha alegríaen todos los rostros, en los delos de los protagonistas y enlos de los curiosos.

Dos días después llegó lanoticia de que el papagayo ha-bía caído en el techo de lacasa del Ánima del Pica-Pica.Alguien que estaba cerca dellugar advirtió la llegada delpapagayo y creyó que se tra-taba de un milagro enviadodesde los cielos. Entonces esemismo alguien agarró el pa-pagayo -confundido tambiéncon una nave espacial- y locolocó al lado de la casa, des-pués le puso un aviso donde

se decía de un agradecimien-to de parte de unos pilotosamericanos que se habían sal-vado por intermediación delÁnima Pica-Pica, a quien lepidieron en pleno vuelo en unespañol medio enredado,pero aún así el ánima les res-pondió y pudieron aterrizaren un campo de trigo por loslados de Texas. Se comentótambién que el peticionariofue un gringo que vivió untiempo en Tucupido y habíatrabajado con la Esso Petro-leum Corporation en Roble-cito. Así lo supimos de bocade Justo Bandres, pero no melo crean a mí. "De allí que portodo eso ese gringo viejo co-nociera la leyenda del Pica-Pica", precisó Justo.

Alguien hizo una foto que viun día en la casa del negro Le-

dezma, tío de Chuíto Lazaba-llet y hermano de Aura. Miprimo Fernando Hernándeztambién la vio.

3.-En todo caso, el papagayo

llegó a un sitio seguro, y des-de ese día Jesús Lazaballet,que no veía para los ladospara inventar aventuras em-pezó a agregarle otras inci-dencias, anécdotas y máscuentos al vuelo del papaga-yo, tanto que convirtieronel barrio en una geografíaimposible porque ya no lecreían. Pero de que existióel papagayo nadie lo puedeponer en duda. Que lo digael Ánima del Pica-Pica y lagran cantidad de aquellosmuchachos que hoy ya no losomos tanto.

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Madrid desnuda y misteriosa

Contenido Maracay, Sábado 2 de marzo de 201310

Las carnestolendas fe-chas del año de la Ser-piente los dediqué a

releer Los misterios de Ma-drid, novela que por puracasualidad ya había leído enotro año de la serpiente, en2001, pues tenía la inquie-tud de escribir unos brevescomentarios sobre los mis-terios que encierran sus pá-ginas. Esta novela del espa-ñol Antonio Muñoz Molina(Úbeda, Jaén, 1956), publi-cada por Seix Barral (Barce-lona, 1992), comienza y ter-mina con estas palabras: "Da-ban las once de la noche enel reloj de la plaza del Gene-ral Orduña…". Historia cir-cular, cíclica, como la "ser-piente" que se muerde lacola.

El punto de partida de Losmisterios lo ubicamos enMágina, modesta c iudadprovinciana. El protagonis-ta , Lorencito Quesada,hombre de unos 50 años,ejerce dos empleos: trabajadesde hace tres décadas enlos almacenes del SistemaMétrico y se las arreglapara ejercer de reporteroocasional en Singladura, eldiario de la provincia.

En Mágina, cierta nocheen su casa, "Lorencito, queya se había puesto las zapa-tillas de paño y empezaba anotar en sus pies el calor delbracero", recibe una repen-tina llamada del aristócratay supuesto millonario donSebastián Guadalimar, con-de consorte de la Cueva,quien lo cita para las oncede la noche en la iglesia delSalvador. Ya en la sacristía,don Sebastián le notifica enprivado un asunto graveque en caso de trascenderconmocionaría el manso ríosocial y religioso donde sebañan en espíritu los habi-tantes de Mágina. Se trata,nada más y nada menos, quedel robo del Santo Cristo dela Greña, icono del catoli-cismo que según entendi-dos en la materia data delaño 1546, venerada imagen

cuya melena y uñas perte-necieron a un misionero es-pañol que conoció el "infier-no" merced a los valientesindios seminolas de la Flo-rida, donde el no menos va-liente mártir participó en laevangelización de la exco-lonia española.

Sufrida sorpresa causó enel ánimo de Lorencito Que-sada la mala nueva. Don Se-bastián exige prudencia yrecato. Sorpresa que ad-quiere visos de incredulidadcuando el influyente hom-bre acusa del robo a un ino-cente Matías Antequera(quien posteriormente apa-recerá muerto en el capítu-

lo XVII, al no prestarse aljuego de los verdaderos la-drones de la imagen). Loren-cito se resiste a creer queeste hijo ilustre de Máginahaya robado la sagrada ima-gen del Cristo de la Greña.Don Sebastián, para conven-cerlo, le muestra una prue-ba casi determinante: el ar-chiconocido peluquín deMatías Antequera, que pre-suntamente se le cayó al mo-mento de cometer el robo.Rendido ante la evidencia,Lorencito Quesada aceptaviajar a Madrid (donde sesupone está la imagen), a finde recuperarla.

Resta poco para el arran-

que de la Semana Mayor, yel Santo Cristo de la Greña,principal atracción, nuncaha faltado en la procesiónde los Jueves de Pasión encuatro siglos. Nuestro Lo-r e n z o Q u e s a d a s a b e q u eante cualquier paso en fal-so puede acabar converti-do en una incomest ib le"quesadilla".

Lorencito Quesada se lan-za a la aventura madrileñateniendo un conocimientobastante precario de la ciu-dad. De manera que el pusi-lánime protagonista, ade-más de batallar contra gáns-teres y asesinos, tiene que li-diar contra una Madrid queen cierto modo le es hostil:La urbe de las horas picos,con su infernal tráfico auto-motor. La ciudad de los ras-cacielos fálicos y opulentascasas comerciales. Y másallá, los suburbios capitali-nos, con sus arrabales de mi-seria y desolación. Pero so-bre todo, Lorencito debe li-diar contra una Madrid noc-turna, llena de vicios, quecon sus prostíbulos de exu-berantes mujeres y sus ba-res de frontispicios ilumina-dos, intenta seducir el almade este buen hombre criadoy educado en el temor aDios, y que al parecer nuncaha echado una canita al aire.Se libra, pues, a lo interiorde Lorencito, una lucha te-naz entre un moralismo cas-trador que busca reprimirsus instintos sexuales y unEros l iberador que buscaplantar su bandera en la tier-na loma venusiana.

La permanencia de Lo-rencito Quesada en Madridno se prolonga más de dosdías, lapso en el que logra,tras sortear situaciones har-to di f íc i les , recuperar laimagen del Santo Cristo dela Greña, salvaguardandopara Mágina y sus fieles cre-yentes el normal desarrollode la Semana Santa, que deotro modo habría estadosignada por un escandalazode marca mayor. Más Lo-rencito no hubiera logradosu objetivo sin la preciosaayuda de Olga, una guapa

rubia de armas tomar,quien es la que literalmentese juega el físico en el res-cate de la santa imagen.Mujer por la que el tímidoreportero pierde la virgini-dad la madrugada previa aldesenlace del nudo princi-pal (clímax de la novela).

Pero el final de Los mis-terios nos depara otras sor-presas: La bella Olga resul-ta ser la hija raptada de lacondesa de la Cueva (espo-sa de don Sebastián) y delf inado Matías Antequera.Raptada cuando tenía solodías de nacida. Es recono-cida por la condesa como suhija y heredera de su títuloy su fortuna. De vuelta aMágina, las esperanzas deLorencito de estableceruna relación amorosa conOlga se desvanecen: "(…)Olga lo miró fijamente, y pa-reció que iba a sonreír le ,pero en seguida apartó losojos y Lorencito la vio ale-jarse de espaldas…" (cap.XXVIII).

Vale agregar que don Se-bastián Guadalimar es des-enmascarado por el propioLorencito. En efecto, lo quebuscaba Guadal imar eravender el Santo Cristo de laGreña a un multimillonariocoleccionista de val iosasimágenes del catolicismo, ypara tal efecto se había con-chabado con los ladrones.

Historia de corte detecti-vesco y de aventuras, Losmisterios de Madrid se nospresenta como un tejido na-rrativo finamente elabora-do. Con su novela, MuñozMolina ha logrado darle"acabado" psicológico a unpersonaje (Lorencito Que-sada) que ya aparecía en Eljinete polaco, novela ante-rior a Los misterios de Ma-drid. Sin duda, un persona-je de un perfil psicológicoprofundo, sutilmente insegu-ro, capaz sin embargo de sor-prender al lector (y a sus ad-versarios) con sus accesos decoraje y energía cuando lascircunstancias lo ameritan,sin caer nunca en la exagera-ción. Personaje de una ente-reza moral a toda prueba.

LEONARDO MAICÁN

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Maracay, Sábado 2 de marzo de 2013 Contenido 31

A 100 años del nacimiento de Vicente Gerbasi

JULIA ELENA RIAL

Un 2 de junio de 1913nace en Canoabo (Es-tado Carabobo- Vene-

zuela) Vicente Gerbasi. (1913-1992). Época de convergen-cias interliterarias, con se-cuelas rubendarianas, con losgolpes de aldaba de una van-guardia tardía y reminiscen-cias de algunos poetas román-ticos, y surrealistas comoNovalis, y Luis Cernuda queno han dejado de influir en lapoética occidental, a pesar deltiempo transcurrido desde suscreaciones líricas. Poesía re-belde, que encontraba la vidallena de enigmas, inexactitu-des, misterios. Las teorías idea-listas kantianas reconstituíanel dominio religioso que el po-sitivismo desechaba. Gerbasiformado en Italia asimila a esaconcepción idealista la poéti-ca de amor por la naturalezade Ungaretti, poniendo acen-to en lo religioso, en lo nuevo,sin divergencias entre lo re-gional y lo supranacional, den-tro de procesos literarios queno eludían lo específico imbri-cado en lo general. Así, en esacomplejidad poética Gerbasiarmoniza el sentido románti-co de la autoreflexión, con elmisticismo y el recrear unasimbología bíblica para darlea su lírica un tono de nostalgiay de espiritualidad.

Adentrarnos en Olivos deeternidad es sentir merodearentre sus versos el fantasmade Cantos espirituales de No-valis. Es penetrar la búsque-da del tiempo inmemorial deGerbasi para poder compar-tir el pasado que retorna enel "espejo de metal oxidadoentre vasijas de arqueolo-gía,/… El tiempo lleva misojos hacia la muerte,/ mien-tras lo veo detenido/ en unaCorona de museo ( Gerbasi,2004, p.145). El poeta ale-mán también traza su líricaromántica evocando lo in-mutable del tiempo cuandodice en Himnos a la noche:"Las horas son pesadas/ y tí-mido el empeño/ cuandotodo se muestra/ como vanofantasma" (Novalis, 1965,p.105). Gerbasi enriqueceese acto reflexivo de la poe-sía integrando acción y con-templación, antiquismo y

modernidad, con una visiónunitaria y eterna del mundocristiano. Los dos poetas leatribuyen virtudes mágicasal lenguaje, y en el caminode la espiritualidad convier-ten sus poemas en experien-cias místicas, reinventanépocas a través de la sensua-lidad de sus sueños.

Las analogías que devienende las construcciones oníricasconvierten a los dos poetas enoradores de una religión reme-morada y representada, siem-pre en la búsqueda del puntode unión entre vida y muerte.Ambos van tras lo absolutocon la conciencia clara de unsentir subjetivo predominan-te. Lo expresó el poeta alemánen Pequeños escritos cuandodijo "El objetivo supremo dela cultura consiste en que unose apodere de su yo trascen-dental convirtiéndolo así en elyo de su otro yo."

En la búsqueda de su yoGerbasi tan pronto se enajenacomo se recupera en el viaje aJerusalén, que le sirve de me-diador de sí mismo. Reflexióncrítica que el poeta expresa encada verso, en cada palabra,en cada símbolo y en el carác-ter solitario, al convertirse élmismo en su religión lírica.Pero a diferencia de Novalis,quien rechaza el mundo exte-

rior, nuestro poeta lo penetra,lo asimila y lo transforma,dándole valor musical a lafunción de las voces que re-presentan ese mundo "Yosubo a ti, Jerusalén,/ llevadopor el oscuro viento de los si-glos, piedra a piedra,/ y allíentre tus muros de hueso car-comido,/ en tu noche melódi-ca,/ abro tu libro bajo los re-lámpagos…" (2004, p.142). Elmundo visible toma acordesdel mundo auditivo y en esesonar de sensualidades logra-mos, como lectores, la pose-sión íntima y el goce estéticodel poema.

Las palabras en Olivos deeternidad adquieren valor yfuerza mágica por sus combi-naciones y por las infinitasposibilidades interpretativas.Leemos la conversión de co-sas concretas en mitos inex-plicables, conceptos oscurospara quienes, "están ciegos deedades sagradas". Sin embar-go en esa misión suprema quees su poesía, Gerbasi auscultamilenios de magia religiosa,sentimientos inescrutables, yla alquimia espiritual que leda vida a la esencia milenariade la religiosidad. Podríamospensar que, tal vez, el poetadesea rechazar el auge de lapoesía futurista, luego delManifiesto de Marinetti, en el

cual los objetos adquieren elpragmatismo de la época in-dustrial. Para Gerbasi los ob-jetos pierden su significado deutilidad y se convierten en laespiritualidad que encierra elbarro, el metal o las manosque los moldearon.

En la cita de lo místico a tra-vés de objetos sagrados Ger-basi establece una evidenterelación entre al capítulo I,Versículo 24 del Libro delProfeta Ezequiel y el Capítulo3 de las Lamentaciones de Je-remías con el poema XV conOlivos de eternidad. El poetadesarrolla un cruce de alusio-nes a lo inexplicable, a lo so-brenatural, a la tradición reli-giosa, a una naturaleza queemite presagios para ofrecerla concepción idealista de lavida y del mundo, que Gerba-si enfatiza y en la cual Kantaparece como referente es-condido. Cada palabra deseaevadirse de la materia aunquese nutre de ella. Es en esa es-piritualidad donde los símbo-los tradicionales adquieren unsentido nuevo. La lírica ger-basiana crea una divinidadpuesta en objetos, tarea inte-lectual que adquiere formapoética de conocimiento ycreencia. Búsqueda de justifi-caciones de sí mismo, de loque sabe inalcanzable. En Je-rusalén, en el pasado bíblico,desea encontrar el renacer cí-clico que vence a la muerte.Es allí, entre escombros, pie-dras y barro donde lo religio-so adquiere un sentido míticode "ilusión": la búsqueda deuna historia real ocurrida enun tiempo hoy fabuloso. Vi-vir esa historia equivaldría areconocer un tiempo circu-lar, equiparado a la eternidad.

Gerbasi volcó su religiosi-dad en la ficción conscientede su poesía, donde la tradi-ción y la originalidad no seexcluyen entre sí. Sobre loscimientos del pasado se narraun presente, referido conuna retórica en la cual com-piten formas tradicionalescon simbolismos y surrealis-mos, y donde la espirituali-dad interior condiciona lautilización de esos recursosestilísticos. Domina la expre-sión poética, no podemos en-casillarlo en un estilo únicoporque los detritus de tra-dición forman parte de esareligiosidad que se niega a

grandes rupturas, no sólo enla vida sino también en elquehacer literario. Es en el yoencarnado en imágenes don-de la vanguardia hace sentirsus campanas de siglo XX la-tinoamericano, cuando laspalabras que las designan re-gresan a su sentido onomato-péyico "Soy diferentes eda-des/ en el sótano/ donde sefabrican calderos,/ como enun fuego de la infancia./ Soydiferentes edades/ en los cal-deros que brillan,/ en su so-nido de cobre/ que rueda porlas piedras/ tiempo abajo,/música religiosa abajo,/ váli-do de oveja abajo…"( 2004,p.145).

Walter Benjamín (1961)pensaba que la palabra lite-raria es dueña de un sentidoque busca el ruido original, ysu significado está encerradoen el signo, en el juicio y en lavibración onomatopéyica. Enel simbolismo de las voces re-side la autonomía lírica de Ger-basi, su entrega absoluta alpoema, hasta ser parte de él yde la liturgia bíblica que quie-re expresar.

La religiosidad y el buscaren lo intangible de la religiónsu propia interioridad tam-bién lo comparte Gerbasi conel Poeta español Luis Cernu-da (1902-1963) quien en Larealidad y el deseo expresa"Al pie de las estatuas por eltiempo vencidas/ Mientrascopio tu piedra, cuyo encan-to ha fijado / Tu trémulo es-culpir de líquidos momen-tos,/ Única entre las cosas,muero y renazco siempre."(1964, p.143). Cada unoconstruye, a través de la poe-sía, sus vivencias, y el senti-do de ellas no está dado porlas estructuras líricas sinopor la intensidad del climaxreferido, dentro del cual lospoetas son protagonistas desus deseos y sueños. El po-der mágico que en ambospoetas consuela la vida, ne-cesita del soplo de una reali-dad superior que la animepara convertir sus poesías enautobiografía espiritual.

El lenguaje en el poeta de Ca-noabo se anima, se adueña delalma porque como dice JuanRamón Jimenez "La poesía es unrapto apasionado y deleitosodonde la inteligencia y la emo-ción están prendidas en una solaesencia libre y pura".

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Maracay, Sábado 2 de marzo de 201332 Contenido

Poemas que matan

Se sabe que Ovidio, el granpoeta latino, fue condenado al destierro en la

más remota provincia roma-na del Mar Negro, Torni, en laactual Rumania. Sus culpas,dice él, fueron "un error y unpoema". Al parecer al empe-rador Augusto, restauradorde la moral del imperio, no legustaban sus obras libertinasy menos aún sus actitudes vi-tales del mismo tipo. Y duran-te los últimos diez años de suvida, Ovidio se la pasó escri-biendo versos tristes e inúti-les epístolas repetitivas en lasque rogaba que intercedieranpor él ante el emperador paraque lo dejara volver a Roma,o siquiera a una provincia máscercana de la capital. Deste-rrado, solo, sin amigos ni fa-milia, murió en el año 18 denuestra era.

Que un solo poema pueda

provocar semejante castigoparece un asunto del mundoantiguo. Pero no. Acantilado,la exquisita editorial catalanadirigida por Jaume Vallcorba,acaba de reeditar uno de loslibros de memorias más im-portantes del siglo XX, y eneste se demuestra que esto noes así. Se trata del único libroescrito por una mujer extra-ña, diminuta, altiva y de graninteligencia: Nadiezhda Man-delstam. Nadiezhda, en ruso,quiere decir Esperanza, y eltítulo de sus memorias es yaun juego de palabras: Contratoda esperanza. Estas no son,sin embargo, memorias paracombatirse a sí misma, sino ungrito herido y una denunciaferoz contra los horrores delestalinismo, pero sobre todouna evocación minuciosa dela obra, la prisión, el destie-rro, la locura y la muerte desu marido, el gran poeta rusoÓsip Mandelstam.

En ese largo canto de amor

a su marido (más de 600 pági-nas de prosa limpia y dura,que no cede ni una sola vez alsentimentalismo ni al fácilefectismo de la conmisera-ción), la señora Mandelstamempieza por transcribir elpoema que llevaría a su mari-do a la desgracia. Se trata deunas cuantas estrofas com-puestas a finales de 1933, quenunca fueron siquiera publi-cadas en vida del autor, peroque ya a principios de 1934 lollevaron a la cárcel. El poemahabla del dictador y dice co-sas sencillas como que cuan-do ellos se atreven a hablar,mencionan siempre a Stalin envoz baja. O que "sus dedos gor-dos parecen grasientos gusa-nos / y de su boca caen comopesas las palabras".

Habla también de "la chus-ma de jefes flacos que lo ro-dea / infrahombres con quie-nes él se divierte y juega", ytermina declarando de quémodo "las ejecuciones son un

don bendito que regocija suancho pecho". El poema seatrevía a decir, con elegancia,cuáles eran los crímenes deStalin y empezó a circular deboca en boca, entre unos po-cos amigos, hasta que algunode ellos -quizá más por mie-do que por deseo de traicio-nar- denuncia a Mandelstamante los comisarios. Ahí em-pieza la persecución: prime-ro el aislamiento en la cárcel,las torturas leves, los interro-gatorios, el proceso, el confi-namiento en un pueblo remo-to, el perdón aparente, y lasolución final. Como en elcaso de Ovidio (también Man-delstam, tomándolo comomodelo, escribirá sus versostristes desde el destierro), lamuerte le llegará tras pasarunos años en los campos deStalin. Al lado de Un mundoaparte de Gustav Herl ing-otro testimonio durísimo so-bre los Gulag- estas memoriasde Nadiezhda Mandelstam -

HÉCTOR ABAD FACIOLINCE minuciosas, obsesivas, preci-sas- nos hablan de ese otrohorror del siglo XX, la dicta-dura de Stalin en la Unión So-viética, un poco opacado porel Holocausto y las grandesobras que se escribieron so-bre el mismo (Levi, Améry,Kertesz), y también por eldisimulo de muchos intelec-tuales de izquierda de Occi-dente que no quisieron verlo evidente.

Incapaz siquiera de sopor-tar un poema crítico, en todofanatismo se incuba el campode concentración. Cuando unove lo que dicen fascistas y co-munistas en las redes sociales(que quienes escriben ciertotipo de críticas deberíamosestar presos, exiliados omuertos), se da cuenta de queel huevo de la serpiente, la se-milla del mal, está siempreviva en la mente de los fanáti-cos, y por eso debemos vivircon los ojos muy abiertos.(Tomado de Prodavinci).