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Maracay, Sábado 11 de febrero de 2012 Crónicas del Olvido Ricardo Rodríguez entre poetas, dramaturgos y locos 1.- Mientras Vicente Gerbasi se acomodaba para iniciar la pa- sión del día en boca de quienes lo teníamos cerca en las lectu- ras, Meyerhold, Stanislawsky, Chejov y Brech se asomaban a la pequeña puerta de nuestro pequeño edén teatral del Peda- gógico, de manos de Ricardo Rodríguez. No faltaban por su- puesto los locos de nuestros parentescos: Los familiares y los desconocidos, los que se hi- cieron páginas y personajes y los que todavía ambulan por nuestra imaginación. No sabíamos qué años co- rrían por nuestras venas, pero sí de una gran felicidad, tonta felicidad, como decía alguien por allí, entre los estruendos de nuestra fiesta permanente y las bombas lacrimógenas que también formaban parte de nuestros cotidianos placeres mundanos. Ricardo nos veía en medio del humo de los ciga- rrillos y ponía cara de serio, como la que ponía cuando nos marcaba en el escenario. O cuando se dirigía a los fantas- mas que a diario lo acosaban desde sus tiempos de su natal valencia. Claro, eran duendes, fantasmas afables, aquietados a fuerza de lecturas y algunas malacrianzas que también for- maban parte de su pedagogía. 2.- Nos sonaban los nombres de Ricardo Chalbaud, José Ignacio Cabrujas, Clemente Izaguirre, Humberto Orsini, Herman Lejter, Rodolfo San- tana o Armando Gotta como directores del ya épico Tea- tro Universitario de Mara- cay, así como el de Ricardo, también fundador de esa lo- cura que dejó marcas en el alma y en la carne de muchos actores y actrices de esta malhadada ciudad. Debo decir con toda since- ridad que no éramos bien vis- tos por los profesionales del teatro maracayero. Nos cali- ficaban de advenedizos y mu- chas glándulas endocrinas salieron a relucir a la hora de hablar de Ricardo, quien en más de una ocasión tuvo de defenderse hasta de él mismo. Los que nacimos en el Tea- tro Universitario del Pedagó- gico (TUP) teníamos como slogan ser gente de teatro, entrar y salir de escena de la mano de quien nos regañaba y nos abrazaba. De la mano de Ricardo Rodríguez Jiménez. Fueron años jodidamente hermosos. Fueron años de mucha ingenuidad, de mucha carnalidad con al aderezo de unos espíritus rebeldes, alo- cados, infrecuentemente amistosos. Hasta que la reali- dad nos dio la voltereta y nos hicimos parte de un proyec- to que nos llenó el alma y nos hizo entender que el teatro es una forma de vida, más allá de que se ponga en escena. Eso nos lo enseñó quien aca- ba de recoger sus bártulos y tomar vuelo hacia el soñado teatro El Globo londinense, el viejo teatro isabelino que lue- go nos trajo, de boca de Isaac Chocrón y Cabrujas la voz de Cervantes encajada en nues- tra nacionalidad. Aprendi- mos tantas cosas que ya las hemos olvidado. 3.- Me ha tocado hablar de mi profesor, de mi director, de mi amigo. Y me ha tocado desde cierta lejanía, la que producen las distintas vías que nos ha procurado el país. Siempre hemos estado en el lugar para elaborar nuestro afecto. Han pasado muchos años desde que Maracay tenía tea- tro. Hoy día los grupos han desaparecido. Quedan algu- nos sobresaltos de tarima. Quedan muchas quejas. Que- dan tristezas. Algo así decía otro amigo que también tomó el camino eterno. La certeza me obliga a de- cir que andábamos entre li- bros de dramaturgos, de teóricos, de poetas y de lo- cos. Todo eso fue ganancia y seguirá siéndolo. El poeta Villon no nos dejará aban- donados. Ni Genet se olvida- rá de nuestros pequeños asaltos al cielo con Ricardo Rodríguez al lado. Me lo imagino, a Ricardo, de paseo por los Campos Elíseos, a los que tanto amó. Me lo ima- gino de guitarra terciada, de serenata en serenata. Me lo imagino con Isadora Duncan bailando bajo los árboles ve- tustos de nuestro pedagógico. Casi lo veo con Chaplin suda- dos bajo el sol de esta ciudad de locos, de empedernidos. Y entonces, Gerbasi, luego Montejo, Cadenas…todos ellos sobre las tablas. En sue- ños y en pesadillas. Y un día cada quien tornó a sus terro- nales, a sus ventanas entor- nadas, a la calle solitaria de la poca querida provincia. El teatrico del Pedagógico sigue en el mismo sitio, lleno de nuestros ecos. Al fondo, un hombre sentado, pensativo, bajo el cenital amarillento. y entonces la poesía, la voz del viejo actor, las instrucciones del maestro, el canto de los pájaros, el amanecer. A pocas horas de su parti- da, Ricardo con Clemente Iza- guirre en Roma. Foto sepia, color del recuerdo, color ido y recién llegado. Ambos eter- nos, como si nada. Allí están. ALBERTO HERNÁNDEZ

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Maracay, Sábado 11de febrero de 2012

Crónicas del Olvido

Ricardo Rodríguezentre poetas, dramaturgos y locos

1.-Mientras Vicente Gerbasi seacomodaba para iniciar la pa-sión del día en boca de quieneslo teníamos cerca en las lectu-ras, Meyerhold, Stanislawsky,Chejov y Brech se asomaban ala pequeña puerta de nuestropequeño edén teatral del Peda-gógico, de manos de RicardoRodríguez. No faltaban por su-puesto los locos de nuestrosparentescos: Los familiares ylos desconocidos, los que se hi-cieron páginas y personajes ylos que todavía ambulan pornuestra imaginación.

No sabíamos qué años co-rrían por nuestras venas, perosí de una gran felicidad, tontafelicidad, como decía alguienpor allí, entre los estruendosde nuestra fiesta permanentey las bombas lacrimógenas quetambién formaban parte denuestros cotidianos placeresmundanos. Ricardo nos veíaen medio del humo de los ciga-rrillos y ponía cara de serio,como la que ponía cuando nosmarcaba en el escenario. Ocuando se dirigía a los fantas-mas que a diario lo acosabandesde sus tiempos de su natalvalencia. Claro, eran duendes,fantasmas afables, aquietadosa fuerza de lecturas y algunasmalacrianzas que también for-maban parte de su pedagogía.

2.-Nos sonaban los nombres

de Ricardo Chalbaud, JoséIgnacio Cabrujas, ClementeIzaguirre, Humberto Orsini,Herman Lejter, Rodolfo San-tana o Armando Gotta comodirectores del ya épico Tea-tro Universitario de Mara-cay, así como el de Ricardo,

también fundador de esa lo-cura que dejó marcas en elalma y en la carne de muchosactores y actrices de estamalhadada ciudad.

Debo decir con toda since-ridad que no éramos bien vis-tos por los profesionales delteatro maracayero. Nos cali-ficaban de advenedizos y mu-chas glándulas endocrinassalieron a relucir a la hora dehablar de Ricardo, quien enmás de una ocasión tuvo dedefenderse hasta de él mismo.

Los que nacimos en el Tea-tro Universitario del Pedagó-gico (TUP) teníamos comoslogan ser gente de teatro,

entrar y salir de escena de lamano de quien nos regañabay nos abrazaba. De la mano deRicardo Rodríguez Jiménez.Fueron años jodidamentehermosos. Fueron años demucha ingenuidad, de muchacarnalidad con al aderezo deunos espíritus rebeldes, alo-cados, infrecuentementeamistosos. Hasta que la reali-dad nos dio la voltereta y noshicimos parte de un proyec-to que nos llenó el alma y noshizo entender que el teatro esuna forma de vida, más alláde que se ponga en escena.Eso nos lo enseñó quien aca-ba de recoger sus bártulos y

tomar vuelo hacia el soñadoteatro El Globo londinense, elviejo teatro isabelino que lue-go nos trajo, de boca de IsaacChocrón y Cabrujas la voz deCervantes encajada en nues-tra nacionalidad. Aprendi-mos tantas cosas que ya lashemos olvidado.

3.-Me ha tocado hablar de mi

profesor, de mi director, de miamigo. Y me ha tocado desdecierta lejanía, la que producenlas distintas vías que nos haprocurado el país. Siemprehemos estado en el lugar paraelaborar nuestro afecto.

Han pasado muchos añosdesde que Maracay tenía tea-tro. Hoy día los grupos handesaparecido. Quedan algu-nos sobresaltos de tarima.Quedan muchas quejas. Que-dan tristezas. Algo así decíaotro amigo que también tomóel camino eterno.

La certeza me obliga a de-cir que andábamos entre li-bros de dramaturgos, deteóricos, de poetas y de lo-cos. Todo eso fue ganancia yseguirá siéndolo. El poetaVillon no nos dejará aban-donados. Ni Genet se olvida-rá de nuestros pequeñosasaltos al cielo con RicardoRodríguez al lado.

Me lo imagino, a Ricardo, depaseo por los Campos Elíseos,a los que tanto amó. Me lo ima-gino de guitarra terciada, deserenata en serenata. Me loimagino con Isadora Duncanbailando bajo los árboles ve-tustos de nuestro pedagógico.Casi lo veo con Chaplin suda-dos bajo el sol de esta ciudadde locos, de empedernidos.

Y entonces, Gerbasi, luegoMontejo, Cadenas…todosellos sobre las tablas. En sue-ños y en pesadillas. Y un díacada quien tornó a sus terro-nales, a sus ventanas entor-nadas, a la calle solitaria de lapoca querida provincia. Elteatrico del Pedagógico sigueen el mismo sitio, lleno denuestros ecos. Al fondo, unhombre sentado, pensativo,bajo el cenital amarillento. yentonces la poesía, la voz delviejo actor, las instruccionesdel maestro, el canto de lospájaros, el amanecer.

A pocas horas de su parti-da, Ricardo con Clemente Iza-guirre en Roma. Foto sepia,color del recuerdo, color idoy recién llegado. Ambos eter-nos, como si nada. Allí están.

ALBERTO HERNÁNDEZ

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Contenido Maracay, Sábado 11 de febrero de 201210

aquellas tardes en el pedagógicoRicardo Rodríguez

JUAN MARTINS

El director de teatro requie-re que su trabajo sea autóno-mo, independiente de la pro-ducción. Vengo defendiendoesta idea como un preámbu-lo para la discusión en tornoal quehacer del director. En-tendiendo que éste tiene ydebe adquirir la experiencianecesaria para que alcancesu facultad. Por una parte,que no se encuentre con lasdificultades propias del me-dio, sobre todo, cuando estedirector está iniciando susactividades o se quiere ini-ciar como joven director elcual desea, en la moldura desus pasiones artísticas, leotorguen la oportunidad deexpresarse que es lo que quie-re después de todo. Pero esaexpresión no puede ser pro-ducto del capricho de cual-quiera. Se demanda, comotodos sabemos, formación enel individuo…

[Pausa. La memoria reconstru-ye lo teórico. Ahora lo afectivohace su parte],

Ricardo Rodríguez entoncessignificó para mí ese sentido deresponsabilidad con la crea-ción, con el compromiso inte-lectual: sabía que siendo estu-diante del Pedagógico teníaque hacer algo diferente, ade-más de entrar al aula de clase.Se me dio la oportu-nidadcuando aparece la asignaturade teatro como complementa-ria al pensum. Y más que com-plementaria, fue un sentido deencuentro con el arte. Teníamis caprichos como cualquierotro joven (no era diferente aotros), lo que lo hacía diferen-te era ese encuentro en sí mis-mo: análisis de piezas, pasear-nos por las diferentes teorías ycono-cer a dramaturgos. Yasólo el hecho de encontrarmecon un "erudito" iba a marcarel cambio de ritmo en aquellassecciones de clase. Su métodode trabajo se contradecía con

la pasión del joven que lo quie-re todo ya hecho. Es decir, conmi personalidad de entonces.Pero recordar teorías, pasarhasta cuatro horas conversan-do en torno al tea-tro me fasci-naba. Y ese rito aún me siguefascinando.

No me importaría ya eltiempo invertido, "de eso ten-go -pensaba- que conocer. Ydebo hacerlo ya". El costo:memorizar texto (nunca fuibueno para ello), conocer detécnicas actorales (para quie-nes no lo saben, me iniciécomo actor) y sitiarse en elanálisis de las piezas. Aquelloque conocíamos como "lectu-ras de mesa". Y esos días nolo entendía. Hoy lo entiendodiferente. Las cosas pasan ytienen los mejores recuerdosde quien nos acompañó en laaventura. Y en la medida en

que transcurre el tiempo,conservas este tipo de ale-grías. Aunque, incluso, nohayas estado de acuerdo conel profesor. Porque en esterecuerdo en el aula de la cla-se de teatro te encuentras conamigos, consigues otros y tequedas con un amigo de todala vida. A decir verdad, allíconocí quien es mi mejor ami-go: José Ygnacio Ochoa, elactor y poeta quien ahora di-rige un proyecto con este ser-vidor: Estival Teatro. Si lovemos desde esa perspectiva,no se puede estar más queagradecido de haberte cono-cido, profesor Ricardo Rodrí-guez. Si hay algo de lo que unono se puede aburrir es de lasdecisiones que se toman en lavida. Y una de ellas es haberhecho teatro en el Pedagógi-co de Maracay. Si hay algo que

me caracteriza como críticoes reconocer en Ricardo Ro-dríguez la pasión que me con-tagió por la lectura, la erudi-ción y el conocimiento por eldiscurso teatral. La impor-tancia de respetar (casi deforma religiosa) las condicio-nes del texto dramático. Yaven, ha corrido mucho ríoentre el aula y la vida comopara meterse mucha agua,pero el recuerdo se sustenta.Y es lo importante. Puede queno me haya divertido muchocomo actor, pero la discipli-na tenía que tomar lugar. Ycon el tiempo lo hizo.

[Pausa. Si pienso en esa idea quea futuro quiera conceptualizar,de alguna manera, por ejemplo,el registro del texto dramáticopor parte del actor tuvo su apren-dizaje en Ricardo Rodríguez]…

"…Es la dirección teatral -pienso a veinte siete años dedistancia-una experienciacompleja en la que se debeadquirir conciencia sobre elhecho de libertad de uncrea-dor que colinda, en elmarco de su oficio, entre elarte individual y el colecti-vo como así lo requiere elteatro. En las fronteras deuno y otro se pueden esta-blecer los límites de defini-ción para la consolidaciónde los nuevos directores quesurjan y el modo de repro-ducir el discurso teatral. Enotras palabras, es necesarioconcebir la formalidad deeste discurso para proponerotras modalidades de organi-zación. Y como la produc-ción (el hecho extraestéticoal que me refiero) está de pormedio, se deben establecerelementos que componganlas formas institucionalesque así lo exija (entre ellasun estudio del pensum de lasdiferentes instituciones queimparten la educación tea-tral), la formación de nuevosproductores, directores, crí-ticos y actores es parte deljuego, como para consolidaruna experiencia ajena al es-tablishment". Y Ricardo Ro-dríguez siempre tuvo esapreocupación. Sabía, comotodo hombre de teatro, quehay cosas que se tienen queconocer en un país dondepoco importa el arte y la edu-cación. Y ello puede empe-zar con aquellas institucio-nes que tengan por nortecrear y formar a los nuevosdirectores. En cierto modoes una manera de ir centran-do los talentos que ya exis-ten o están por darse a cono-cer. Sin pedagogía, ¿cómovamos a sensibilizar a lasnuevas voces? Seguiré traba-jando por el teatro (pese aque este régimen lo quiredes-truir); seguiré adelantecon lo aprendido: la discpli-na y la importancia de un ac-tor culto como eje de conso-lidación en el discurso tea-tral. Y por ende, de sensibili-dad social. Gracias Ricardo.

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Maracay, Sábado 11 de febrero de 2012 Contenido 31

IEl teatro es una constantetraducción de la realidad. Eldramaturgo procura reflejarcon palabras debidamenteorganizadas una historia co-mún. El director de la puestaen escena materializa la ima-gen dada por el dramaturgotomada de esa realidad. Eneste sentido, los personajesjuegan con sus parlamentos alencanto de la palabra. La his-toria o el suceso sería comouna suerte de buena excusapara plantear lo otro, lo nodicho que Todorov lo plan-tea como “todo lo percibido,no por el oído, sino por el es-píritu y que el espíritu retie-ne en sí mismo” es decir es-tamos en presencia de otroestado que no es el común oel cotidiano en donde la pa-labra adquiere una significa-ción que al manifestarse porvía del actor logra asir otracondición dispuesta por lapuesta en escena para lograren el espectador su reaccióny por consiguiente lo quedefinitivamente se quiere:El encantamiento de la ima-gen teatral.

Los hombres y mujeres de-dicados al teatro son seres conalma de niños empeñados enilusionar a quien los contem-pla con la otra mirada, la mi-rada del espíritu, la miradaotra, la que apacigua los des-encuentros, la que amaina lostorrenciales , la que desinte-gra la oscuridad, la que des-articula la misma palabra y lareconstruye desde la nada.

IIUna mirada retrospectiva

con casi treinta años de dis-tancia. La ilusión de ser estu-diante de las letras y de las ar-tes nos llevó a confrontar lec-turas, libros, música, cátedrasy desasosiegos con la eventualrealidad de aspirar a un en-cuentro fortuito, para aquelentonces, con las artes escé-nicas. Encuentro que sin lugara dudas se ha convertido enuna constante gracias a la pre-

Homenajea un hombre del teatro

JOSÉ YGNACIO OCHOA

sencia de Ricardo Rodríguez,pues fue él quien con su dic-ción clara y su vestir impeca-ble, ejerció una influencia de-terminante para que un gru-po de estudiantes universita-rios por demás endebles y casitransparentes por sus histo-rias y su formación a que for-máramos parte de las clases deuna materia electiva llamadaTeatro I y Teatro II.

Y qué curioso, en ese rin-cón apartado de los salonesde clases, están contenidas lasimágenes, los gestos y las pa-labras de obras clásicas, co-medias y tragedias. En ese es-pacio nos fuimos encantando

con las historias inverosími-les de personajes que debíanconvencer a un público, en-tonces resultó que el asuntode la asignatura se convirtióen una prioridad, exigía mástiempo para memorizar, en-sayar y prestarle atención alverbo de Ricardo Rodríguezpara explicar la puesta en es-cena y redescubrir cada per-sonaje, he allí el meollo de lacuestión, caímos en la ilusiónde pretender darle vida ycuerpo a los personajes e his-torias mitológicas y otras notanto pero historias al fin paradespertar los sentimientosdel gran público. Medea de-

bía ser creíble con su dolor ylos personajes de García Lor-ca desgarradores al apareceren escena. Ese fue sólo el co-mienzo de un largo discurrircon la palabra y sus emocio-nes. Fue, mejor dicho, es unidilio, aunque suene lugar co-mún por la búsqueda de unaidentidad con el ejercicio delas artes escénicas. En otraspalabras, hizo lo que debióhacer, trabajó en lo que creía.Formó estudiantes y los con-virtió en investigadores delteatro desde la praxis, desdeel montaje teatral. Sembróel gusto por la lectura del tea-tro griego, español y venezo-

lano. Comunicó una manerade hacer teatro, la precisiónen los parlamentos casi queal punto de la obsesión, esolo traducimos hoy día comodisciplina y cuando llegába-mos al punto de ensayo yaestaba, es decir rigurosidad

IIIDespués de todo, ¿qué nos

queda? Seguir creyendo enesa ilusión que nos despertóRicardo Rodríguez por darlea los personajes de siempre sufaena que se perecen, des-lumbrar y crear la ilusión deque están allí cerca del espec-tador con su respiración.

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Contenido Maracay, Sábado 11 de febrero de 201232

Las agrupaciones teatralesuniversitarias siempre hanestado a la deriva, Carecien-do de presupuestos e incenti-vos para lograr una continui-dad de trabajo.

En lo que respecta al Tea-tro Universitario Pedagógi-co de Maracay, "T.P.U", Enprimer lugar cabe señalarque en la estructura admi-nistrativa del Instituto, apesar de Estar cumpliendosu XVI Aniversario, jamásha existido tal agrupación;Ahora bien, las pocas vecseque ha salido a la luz, se debea la iniciativa De algunosalumnos. La figura de un:"Director Teatral" de la agru-pación, administrativamen-te no. Existe, ni ha existido.Sin embargo, de la preocu-pación de algunos alumnospor querer ver cristalizadoun movimiento teatral den-tro de la institución, pode-mos señalar algunos monta-jes realizados:

_ Espectáculo de ExpresiónCorporal "Santa Juana de Amé-rica" De Andrés Lizarraga.

_ La Farsa de de Maese Pha-telin. Anónimo del Siglo XV.

Aquel día de Chejoven el “Agustín Codazzi”

_ Espectáculo de Poemasde diversos autores, sobre untrabajo De Samuel EduardoQüenza.

_ "Quedó igualito" de JoséGabriel Núñez.

_ "Sobre el daño que haceel Tabaco", de Antón Che-jov; y hoy presentamos "Pe-tición De Mano", tambiéndel mismo autor. Siete pro-ducciones en XVI años devida de la Institución esnada. . . y es demasiado;pero estamos seguros quelos ex - alumnos, hoy pro-fesionales de la docencia,han dejado una huella gratay una llama encendida, paraque con el pase a la U.P.E.L,las autoridades tiendan sumano para la creación deuna agrupación de plantaque bien lo necesita nuestracasa de estudios.

Entre los jóvenes que congran espíritu de colabora-ción y sacrificio a lo largode su estadía En la Institu-ción, podemos recordar:Alberto Hernández, PedroTorres, Teresa Osorio, Al-dora Pereira, Zoila Rodrí-guez, Aracelis Castro, Ma-

nuel Ríos, Cecilia Cumini,Rosa Farías, Rafael Girón,Ninoska Martínez, MartínSuárez y la Colaboraciónespecial de: Luz María Mo-gollón y Alberto Sánchez. Aellos, especialmente se de-ben las producciones logra-das hasta ahora.

Ricardo Rodríguez

(Este texto apareció en elprograma de la pieza "Peti-ción de Mano", dirigida porRicardo con el Elenco delTUP. En esa oportunidad sa-lieron a escena Rafal Girón,Ninoska Martínez y MartínSuárez. El diseño y el vestua-rio de Rosa Farías. El maqui-llaje de Alberto Sánchez y lailuminación de WladimirRodríguez. La puesta se rea-lizó para celebrar el XVI ani-versario del Pedagógico deMaracay, y el escenario delLiceo "Agustín Codazzi".

Las palabras de RicardoRodríguez siguen recogiendola queja de quienes siemprehan sido despojados de susderechos cuando de hacerarte se trata).