02 Compasión por los incurables

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Los días de Cristo en la Tierra estuvieron llenos de abundante trabajo y acciones de compasión. Eso no

impedía que algunas veces buscara

descanso en casa de alguno de sus

amigos.

¡Inmenso amor de Dios! Habían venido

para acusarlo y él estaba dispuesto a

sanarlos… Esa es una muestra de su

compasión: Esplagnísomai, una preocupación real.

EL HOMBRE QUE DESPIERTA COMPASIÓN

“Entonces vinieron a él unos trayendo un paralítico, que era cargado por cuatro.”

Marcos 2:3

El paralítico del relato había perdido toda

esperanza de sanidad, además, sabía que su

propia vida pecaminosa lo había llevado a ese fin, y el remordimiento amargaba su padecer.

El remordimiento los consume, creen que

son incurables y que no hay esperanza, pero

Cristo vino para deshacer las obras del

Diablo, romper cadenas, a traer libertad y

sanidad.

LA COMPASIÓN DE LOS AMIGOS

“Entonces vinieron a él unos trayendo un paralítico, que era cargado por cuatro”.

Marcos 2:3

El paralítico contaba con una fortaleza importante: sus amigos. Cuatro amigos

maravillosos que al enterarse de que el único médico capaz

de sanar esa enfermedad estaba en Capernaum

decidieron que no dejarían pasar esa oportunidad.

“El enfermo miraba en torno suyo con angustia indecible. ¿Cómo podía

abandonar toda esperanza, cuando el tan

anhelado auxilio estaba ya tan cerca?” (Ibíd., 50).

Entonces, tuvo una excéntrica idea: levantar las tejas del techo, hacer

un boquete que le permitiera bajar a los pies

de Jesús.

LA FE DE LOS AMIGOS

“Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados”.

Marcos 2:5

Es increíble. El paralítico sería

atendido por la fe de ellos, los amigos.

¿Será posible que la salvación dependa tanto de la fe de los

amigos?

Imagínese: salvo por la fe y la

oración de una madre que nunca dejó de orar por

su hijo, o el clamor de una mujer por su

esposo.

LA COMPASIÓN DE CRISTO

Estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales cavilaban en sus corazones: ¿Por qué habla éste así?

Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios? Y conociendo luego Jesús en su espíritu que cavilaban de esta manera dentro de sí mismos, les dijo:

¿Por qué caviláis así en vuestros corazones?Marcos 2:6-8

¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda?

Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al

paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa.

Marcos 2:9-11

Entonces él se levantó en seguida, y tomando su lecho, salió delante de todos, de manera que

todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca hemos visto tal cosa.

Marcos 2:12

Tus pecados te son perdonados. Ahora, a

los pies de Jesús yacía el paralítico. Los presentes contuvieron

el aliento. No iban a perderse una palabra

de las que diría el sanador.

“La carga de culpa se desprende del alma del enfermo. Ya no puede dudar. Las

palabras del Cristo manifiestan su poder para leer en el corazón. […]La esperanza sucede a la desesperación, y el gozo a la

tristeza deprimente. Ya desapareció el dolor físico, y todo el ser del enfermo está transformado. Sin pedir más, reposa

silencioso y tranquilo, demasiado feliz para hablar” (Ibíd., 51).

Si Cristo nos perdona, ¿cómo no podremos

nosotros también perdonar a nuestro prójimo? Este es el

milagro más grande de Dios. Es el inicio de la sanidad, de la paz y el

amor.

LOS EFECTOS DE LA COMPASIÓN

Le dice al paralítico “Levántate, toma tu lecho y vete a tu casa” .

Marcos 2:11

Dios hace el milagro y el hombre lo acepta, se levanta y toma su

lecho. No se queda de brazos cruzados, tiene que hacer de su parte y enfrentar su realidad

diaria.

Allí de pie, individualmente y

como familias, estamos pidiendo un milagro de amor. Él, lleno de compasión

nos dice primero: Hijo, hija, tus pecados te

son perdonados.