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3.2. La confluencia entre el indigenismo y el socialismo.
Mariátegui persistió siempre en la idea de que el socialismo y el
indigenismo debían confluir el uno con el otro. Su interés fue plantar en América
Latina las bases del marxismo. Esta plantación debía tener como referente el
mundo indígena. Con esto, Mariátegui trató de normalizar el marxismo en
América Latina. Podemos decir “que con Mariátegui hay por primera vez
marxismo desde América Latina, y por cierto en el sentido de una vertiente
nueva por la que el marxismo queda descentrado, esto es, liberado del
centrismo de su perspectiva europea, de su dominación europea”359. En este
sentido, Mariátegui propone el marxismo en clave germinal y fermentaria360.
Esta instauración del marxismo no debía realizarse únicamente desde la
perspectiva y para la perspectiva económica; va hacia algo más: en esta
construcción se deben tomar en cuenta todos los subsitemas político, económico,
social, estético, educativo, etc.
Sin embargo, según Mariátegui, para ser marxista no bastaba la
experiencia europea. Para la búsqueda de la transformación de la realidad, se
necesitaba el conocimiento de ésta, y en el caso latinoamericano, el no
cocimiento profundo de los problemas de los pueblos de América Latina. Al
respecto escribe en su Mensaje al Congreso Obrero:
“El marxismo del cual todos hablan pero que muy pocos conocen y,
sobre todo, comprenden, es un medio fundamentalmente dialéctico.
Esto es, un método que se apoya íntegramente en la realidad de los
hechos. No es como algunos erróneamente suponen un cuerpo de
principios de consecuencias rígidas, iguales para todos los climas
históricos y todas las latitudes sociales. Marx extrajo su método de la 359 RAÚL FORNET-BETANCOURT, Trasformación del marxismo. Historia del marxismo en América Latina, Capítulo 4: Etapa del intento de naturalizar el marxismo en América Latina o la significación de la obra de José Carlos Mariátegui (1928-1930), P y V editores, México, 2001, p. 125. 360 Ibid., pp.125-126.
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entraña misma de la historia. El marxismo en cada país, en cada
pueblo, opera y acciona sobre el ambiente, sobre el medio, sin
descuidar ninguna de sus modalidades”361.
Mariátegui se niega a observar al marxismo como un dogma y una
abstracción. Lo que propone es un marxismo que esté a la altura de los tiempos,
a la altura de los problemas de América Latina:
“No queremos ciertamente, que el socialismo sea absoluto, abstracto,
indiferente a los hechos, a la realidad cambiante y móvil, vale la idea
germinal, concreta, dialéctica, operante, rica en potencia y capaz de
movimiento”362.
Esta forma de ver y actuar el marxismo en América Latina, por Mariátegui,
como método dialéctico, significa una doble novedad: primeramente, la
consideración teórica y práctica del marxismo como su implantación en el
continente americano; y segundo, el tratamiento del problema del indio con
categorías diferentes.
Mariátegui trata de resituar el problema, como hemos visto
anteriormente, desde la perspectiva del indio. Sin embargo, al escribir sobre la
polémica del indigenismo señala algo importante:
“Confieso haber llegado a la comprensión, al entendimiento del valor
y el sentido de lo indígena en nuestro tiempo, no por el camino de la
erudición libresca ni de la intuición estética, ni siquiera de la
361 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Mensaje al Congreso Obrero”, en, Ideología y política, Obras Completas, volumen 13, Editorial Amauta, Lima, 1970, pp. 111-112. 362 MICHAEL LOWY, El Marxismo en América Latina, Editorial ERA, México, 1982 p. 106. También cita a: JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Carta colectiva del grupo de Lima, junio de 1929”, en, El proletariado y su organización, Editorial Gijalbo, México, 1970, pp. 119-121.
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especulación teórica, sino por el camino –a la vez intelectual,
sentimental y práctico- del socialismo”363.
La búsqueda que hacía Mariátegui para la confluencia era teórica y
práctica. Consistió en una “interpretación histórica, económico-política y
social, aun cultural, metodológicamente desde abajo”364. La novedad, para su
tiempo, es que el lugar de los de abajo eran los indios, que han sido los que
han estado bajo la dominación de la conquista y de la colonia. Ante esta
situación, Mariátegui observa que la apropiación del marxismo debería ser de
forma diferente que en Europa, y que no debía ser una copia del marxismo
europeo.
“No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y
copia sino una creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra
propia realidad, en nuestro propio lenguaje al socialismo
indoamericano... El socialismo no es ciertamente una doctrina
indoamericana... Aunque haya nacido en Europa, como el capitalismo,
no es tampoco específica ni particularmente europeo... El socialismo,
en fin está en la tradición americana. La más avanzada organización
comunista, primitiva, que registra la historia, es la inkaica”365.
363 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Intermezzo polémico”, en, El Mundial, No. 350, Lima, 1927, citado en JOSÉ ARICÓ, Mariátegui y los orígenes del marxismo Latinoamericano, 1978, p. 47. Aricó expone que la idea de la resolución final del indigenismo en el socialismo deriva en Mariátegui de la convicción de la incapacidad de las burguesías locales de “cumplir las tareas de la liquidación de la feudalidad”... “Toca al socialismo esta empresa. La doctrina socialista es la única que puede dar sentido moderno, constructivo, a la causa indígena, que, situada en su verdadero terreno social y económico, y elevada al plano de una política creadora y realista, cuenta para la realización de esta empresa con la voluntad y la disciplina de una clase que hace hoy su aparición en nuestro proceso histórico”, en, JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Ideología y política, Amauta, Lima, 1969, p. 188. 364 ENRIQUE DUSSEL, “El marxismo de Mariátegui como “Filosofía de la Revolución”, en, Anuario Mariateguiano, Mariátegui 1894-1994, Centenario, Volumen 6, número 6, Editorial Amauta, Lima, 1994, p. 251. 365 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Aniversario y Balance”, en, Revista Amauta, edición en facsímil, número 17, Editorial Amauta, Lima, 1928, pp. 2-3.
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El papel que Marx atribuyó al proletariado en la lucha de clases,
Mariátegui se lo atribuyó al indio. Ciertamente Mariátegui no trató el problema
del indio como problema étnico, sino que lo elevó a un problema de clases
entendido como problema de nación366.
Mariátegui, con esta visión del marxismo, no sólo instauraba un marxismo
de cuño latinoamericano, sino que, más importante aún, evocaba un horizonte
renovado del marxismo. Este horizonte renovado sin duda fue madurado durante
su viaje por Europa. En este período, de 1919 a principios de 1923, Mariátegui
estuvo en contacto con los cambios del socialismo en Europa. Así, podemos
mencionar, por ejemplo, que Mariátegui asiste, junto con César Falcón, en 1921,
al Congreso de Livorno en el que se produce la escisión de socialistas y
comunistas. Además, en Italia conoce las tesis de la III Internacional, en las
cuales ve reflejadas las posibles causas de la división de socialistas y
comunistas367. Todas estas experiencias no lo llevaron a “revisar” el marxismo,
sino que lo llevaron a tratar el marxismo en nuevos términos que se distanciaban
de una visión mecanicista y determinista del mismo, y se centró en la
preparación espiritual e intelectual del revolucionario. Esta nueva faceta del
revolucionario está sustentada, al estilo marxista, en la transformación de la
realidad que, según la tesis XI de Marx sobre Feuerbach, es la razón del
marxismo368.
Con la confluencia del indigenismo y el socialismo, Mariátegui no sólo
evoca la necesidad del socialismo para los pueblos de América Latina, sino que
trata de apreciar los hábitos de cooperación y solidaridad de las comunidades
prehispánicas.
“...Considero fundamentalmente este factor incontestable y concreto
que da un carácter peculiar a nuestro problema agrario: la 366 ENRIQUE DUSSEL, El marxismo de Mariátegui, p. 253. 367 Cfr. ADOLFO SÁNCHEZ VÁZQUEZ, “El marxismo latinoamericano de Mariátegui. Grandeza y originalidad de un marxista latinoamericano”, en, Anuario Mariateguiano, volumen 4, número 4, Editorial Amauta, Lima, 1992, p.62. 368 Ibid., P. 64.
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supervivencia de la comunidad y de elementos de socialismo práctico
en la agricultura y la vida indígena”369.
Sin embargo, Mariátegui consideraba que el socialismo no es un
indigenismo. El hecho que la comunidad campesina pueda ser un foco de un
socialismo moderno, no quiere decir que instaurar el socialismo en el Perú,
significará volver al socialismo inca.
“El socialismo encuentra lo mismo en la subsistencia de las
comunidades que en las grandes empresas agrícolas, los elementos de
una solución socialista de la cuestión agraria, solución que tolerará en
parte la explotación de la tierra por los pequeños agricultores ahí
donde el yanaconazgo o la pequeña propiedad recomienda dejar a la
gestión individual, en tanto que se avanzará en la gestión colectiva de
la agricultura en las zonas donde ese género de explotación prevalece.
Pero esto, lo mismo que el estímulo que se preste al libre
resurgimiento del pueblo indígena, a la manifestación creadora de sus
fuerzas y espíritus nativos, no significa en absoluto una romántica y
antihistórica tendencia de reconstrucción del socialismo incaico... El
socialismo presupone la técnica, la ciencia, la etapa capitalistas...”370.
Mariátegui sostiene que, para que el socialismo latinoamericano sea un
verdadero socialismo, al menos en el caso peruano, tiene que solidarizarse con
las reivindicaciones indígenas:
“El socialismo ordena y define las reivindicaciones de las masas, de la
clase trabajadora. Y en el Perú las masas –la clase trabajadora- son en
369 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Siete ensayos de la realidad peruana, p. 55. 370 RODRIGO MONTOYA, “Siete Tesis de Mariátegui sobre el problema étnico y el socialismo en el Perú”, en, Anuario Mariateguiano, número 2, volumen 2, Editorial Amauta, Lima, 1990, p. 60. También está citado en ALBERTO, FLORES GALINDO, y RICARDO, PORTOCARRERO GRADOS, Invitación a la vida heroica, José Carlos Mariátegui, textos esenciales, Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima, 2005, p.466.
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sus cuatro quintas partes indígenas. Nuestro socialismo no sería, pues,
peruano –ni sería siquiera socialismo- si no se solidarizase,
primariamente, con las reivindicaciones indígenas”371.
En síntesis, la confluencia entre las dos instancias busca la recreación de
un mito que es la revolución social. Este mito es movido por una pasión que es el
principal aporte de los revolucionarios. Al respecto, Jaime Massardo, expone que
en Mariategui se da una lectura latinoamericana del marxismo, por las cinco
anotaciones siguientes:
“Primero, la caracterización de la burguesía nacional en su
incapacidad para conducir las tareas de liberación nacional, vale decir,
las tareas antiimperialistas que el desarrollo del Perú requiere, las
que, entonces, deben ser llevadas a cabo por otros sectores sociales,
heterogéneos... Segundo, se vislumbra el papel hegemónico de una
clase obrera en particular dialéctica etnia/clase que, tercero, en la
perspectiva del socialismo podrá desarrollar las tareas de orden
democrático burgués que permitirán, cuarto, la realización de la idea
de nación, de la construcción misma de la nacionalidad. En esa
dirección, quinto, la comunidad indígena precolombina puede
desempeñar un papel importante que puede convertirse en una célula
del Estado Socialista Moderno”372.
Lo antes dicho por Massardo nos ayuda a dilucidar que se trata de una
confluencia no sólo cultural, sino más bien de una simbiosis más profunda: busca
la unidad entre lo teórico y lo práctico; busca la unidad entre el método y lo
epistemológico; y en definitiva, entre la superestructura, cifrado en la voluntad,
371 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Intermezzo polémico”, en, Mundial, número 350, año VII, Lima, 1927; en Ideología y política, Editorial Minerva, Lima, 1981, pp. 214-218. Estos dos textos citados en ALBERTO FLORES GALINDO, y RICARDO PORTOCARRERO GRADOS, Invitación a la vida heroica, op. Cit. P.378 372 JAIME MASSARDO, “La originalidad del Pensamiento de José Carlos Mariátegui”, en, Anuario Mariateguiano, número 5, volumen 5, Editorial Amauta, Lima, 1993, p. 165.
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y la infraestructura, que se encuentra especialmente en la base económica. En
otras palabras, en la creación heroica del marxismo, Massardo no negaba la
determinación económica, pero hacía énfasis en la significativa importancia de la
subjetividad humana, en el papel de los factores supraestructurales, de la
cultura, la tradición y la historia de la nación y en la forma en que estos
elementos eran interiorizados por los diferentes sujetos sociales.
4. La importancia de la escena contemporánea: confrontación de
lo internacional y lo nacional.
Mariátegui fue un intelectual abierto siempre a los nuevos conocimientos.
Así, para establecer su propuesta de la nueva peruanidad se valió de muchas
categorías y concepciones para relacionarlas entre sí y sacar una síntesis
coherente. No opta por la razón en desmedro del sentimiento; no apela a la
racionalidad en desprecio del mito; no sitúa lo económico sin una referencia al
arte o a la cultura. De ahí su propuesta de un marxismo hecho en América, un
socialismo en confluencia con el indigenismo que podía ser una propuesta
interesante para nuestros pueblos.
No se planteó el problema del Perú ensimismado en sus raíces incas. No
pensó para el Perú un autismo social y político; muy al contrario, pensó a Perú
en una esfera de relaciones a escala mundial. Insistió eso sí, que se tomara en
cuenta a nivel mundial al “Perú integral”, con su cultura, con sus indígenas, con
sus problemas y con sus aciertos. En la experiencia europea de Mariátegui
constató la necesidad de regresar al problema del Perú desde aquel sector que
había sido olvidado: los indígenas. Mariátegui se propuso poner el problema
nacional en una categoría internacional.
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De esta insistencia suya encontramos una vertiente importante:
Mariátegui, observador de la escena contemporánea. No sólo dilucidamos a
Mariátegui como el vanguardista, el crítico literario, el político, el “intelectual
orgánico”, el socialista, el precursor del problema indígena, sino también al
intelectual que está pendiente de los problemas del mundo.
Durante su estadía en Europa, Mariátegui “tuvo el singular privilegio de
ser testigo de la crisis de la cultura política, de las instituciones parlamentarias
y del sistema económico que preludió el advenimiento del fascismo y el
nazismo”373. Hace ver que la crisis es una crisis de la civilización occidental374.
La época de la escena contemporánea que le tocó vivir a Mariátegui
estuvo marcada –como hemos dicho- por una situación de crisis social y
civilatoria. Los ideales de la sociedad de su tiempo se manifestaron como la
búsqueda del caudillo, el culto al héroe, etc. En esta dimensión, Mariátegui
ensaya la interpretación de la situación mundial y, entre ella, la interpretación
de su país375.
El tema de lo nacional y lo internacional era coyuntural para el tiempo de
Mariátegui. Después de la Primera Guerra Mundial, los políticos del mundo se
preguntaron qué modelo era pertinente para la sociedad de post-guerra, por lo
menos para el ambiente europeo. En esa pregunta decisiva Mariátegui coloca el
problema del Perú. La escena contemporánea, el primer libro de Mariátegui, no
fue, tal como él dijo, una colección de notas sobre la actualidad política
europea, sino que significa la descripción de una nueva época, un nuevo orden
373 HUGO CANCINO y PABLO CRISTOFFANINI, “El pensamiento de Mariátegui y la modernidad europea”, en, Anuario Mariateguiano, Mariátegui 1894-1994, Centenario, Vol 6, número 6, Editorial Amauta, Lima, 1994, p. 175. 374 Mariátegui en la obra El crepúsculo de la civilización, de 1922, observa que el colapso de la civilización es irreversible; lo que antes se consideró como algo luminoso –desde la Ilustración- ahora se transformará en una “era oscura y caótica”. La modernidad ha entrado a una etapa de agotamiento y esto gracias al discurso cientificista. La civilización necesita, según Mariátegui, renovar las dimensiones espiritual y filosófica de los pueblos. 375 JAIME RÍOS BURGA, “Mariátegui y la escena contemporánea”, en, Anuario Mariateguiano, Vol. 7, número, 2, Editorial Amauta, Lima, 1995, pp. 287-288.
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que se desarrollaría entre el fascismo y la revolución rusa376. La intención de
Mariátegui de observar la escena contemporánea fue dilucidar un nuevo futuro
con hombres nuevos para la construcción de una nueva sociedad. Veamos la
siguiente cita ya indicada:
“No soy un espectador indiferente al drama humano. Soy, por el
contrario, un hombre con una filiación y una fe. Este libro no tiene
más valor que el de ser un documento leal del espíritu y de la
sensibilidad de mi generación”377.
Desde su obra, Mariátegui se aleja de una visión positivista de la sociedad,
recreando una posibilidad política que no descanse en la democracia ni en el
parlamentarismo, sino en un socialismo que tome en cuenta los problemas de los
indígenas. Él ve las bondades del socialismo precisamente en la renovación
espiritual y cultural que éste daba. En la obra describe los dos movimientos
antagónicos en boga:
“En Italia, la reacción nos ofrece su experimento máximo, su máximo
espectáculo. El Fascismo italiano representa, plenamente, la
antirrevolución o, como se prefiera llamarlo, la contrarrevolución. La
ofensiva fascista se explica y se cumple en Italia como una
consecuencia de una retirada o de una derrota revolucionaria”378.
Mariátegui reacciona ante esta visión positivista y parlamentaria con la
fuerza del socialismo de los bolcheviques, en los cuales reconoce que se
garantizan los valores morales de la organización de los oprimidos. La distinción
de la obra de Mariátegui fue la manifestación en contra del parlamentarismo y la
376 JOSÉ GUILLERMO NUGENT, “El descubrimiento de una época: La Escena Contemporánea”, en, Anuario Mariateguiano, Vol. 3, Editorial Amauta, Lima, 1991, pp. 61-68. También, HUMBERTO FLORES, “La democracia en el pensamiento de J. C. Mariátegui”, en, Científica, No. 2, Universidad Don Bosco, Soyapango, 2000, pp. 35-46. 377 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, La Escena Contemporánea, Editorial Amauta, Lima, 1987, p. 12. 378 Ibid., p. 24.
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democracia parlamentaria, que consideraba como cosa del pasado y de un
espíritu reformista y anacrónico, incapaz de llevar a cabo acciones
revolucionarias. En este sentido, niega la fuerza revolucionaria de la
socialdemocracia y se decanta por anunciar la vigorosa vitalidad que en su
tiempo tiene la Internacional Socialista. El socialismo, por tanto, es el
descubrimiento de una nueva época. A esta nueva época, a la cual Mariátegui
llama neo-romántica, la extendía hacia la búsqueda de un socialismo más
abierto, más integral y menos científico, tal como lo reclamaba Sorel, en la
transformación de una “poesía social”379.
Mariátegui no traduce su modelo político a un enfoque postivista; habla
más bien de la política como fe y como pasión. Así, el peruano se opone a la
falsa democracia parlamentarista que sólo busca el entendimiento entre las
partes y se aleja de una verdadera transformación social. En este cometido,
Mariátegui critica algunos autores, como Wilson o Lloyd George, que proponen
algunas tesis reformistas que no cambiarían el panorama europeo ni americano.
Por ejemplo, Wilson propone la Sociedad de las naciones, que expresaba el sueño
de albergar a los países del mundo occidental para establecer lazos de
cooperación, en la segunda década del siglo XX.
Mariátegui consideró insuficiente que los países más potentes del mundo
se unan para, desde ellos, establecer una liga de las naciones380. Era insuficiente
porque la propuesta iba encaminada a que solamente un pequeño grupo de
países estarían decidiendo la paz mundial, o bien a una sociedad internacional
donde se consolida el modo de producción capitalista. Es más, Mariátegui
desconfía del Pacto de Seguridad, que fue suscrito después de la Primera Guerra
379 JOSÉ GUILLERMO NUGENT, El descubrimiento de una época, 1991, p. 66. 380 La idea de la liga de las naciones es análoga a la idea de lo que años después se constituyó en la Organización de las Naciones Unidas. Sin embargo, contextualizando la idea de Mariátegui, podemos preguntarnos también en este tiempo sobre la funcionalidad de este órgano internacional en la problemática mundial: ¿cuál es el papel de los países más poderosos de la ONU? ¿Por qué está el G-8 decidiendo sobre guerras? ¿Cuál es la fuerza que tiene la UNICEF para combatir el hambre de la infancia en el mundo?
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Mundial y fracasó años después con la Segunda Guerra Mundial.
Consecuentemente, Mariátegui no cree que la democracia, como es planteada
por el capitalismo, sea el camino para salir del problema de Occidente. En este
sentido, la reflexión de Mariategui sobre la democracia a partir de la experiencia
italiana cobra una gran permanencia y actualidad:
“La crisis contemporánea es la crisis del Estado demo-liberal. La
reforma protestante y el liberalismo han sido el motor espiritual y
político de la sociedad capitalista. Quebrantado el régimen feudal,
franquearon el camino a la economía capitalista, a sus instituciones y
a sus máquinas. El capitalismo necesitaba para prosperar que los
hombres tuvieran libertad de conciencia y libertad individual. Los
vínculos feudales estorbaban su crecimiento. La burguesía abrazó, en
consecuencia, la doctrina liberal. Armada de esta doctrina, abatió la
feudalidad y fundó la democracia...”381.
La actitud crítica de Mariátegui ante la democracia liberal de su tiempo
deviene de su propia posición frente al liberalismo. El peruano, al observar la
experiencia europea de los años veinte, considera que el liberalismo ha entrado
en decadencia ya que se debate entre el oportunismo y el parlamentarismo de la
época que finalmente se plegaron al fascismo.
En síntesis, Mariátegui se decanta por un internacionalismo obrero o bien
por una red conformada por los países más vulnerables. Este internacionalismo
obrero se debería agrupar en contra del capitalismo mundial que se ha
constituido en un bloque económico muy fuerte. Para Mariátegui, los
participantes de la Sociedad de Naciones deberían ser los grupos de explotados,
por ejemplo, los indígenas de todo el mundo; una sociedad que no esté centrada
en la acumulación de poder, sino, una sociedad que comparta la solidaridad con
los pueblos que están en riesgo.
381 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, La escena contemporánea, pp. 56-57.
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5. El americanismo como proceso identitario.
Mariátegui, desde la búsqueda de los procesos de identidad en el
continente americano, se adscribe a una generación que tiene como sello
fundamental darle carta de ciudadanía al pensamiento latinoamericano.
Podemos considerar, en sentido amplio, que esta generación se desarrolló a
finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Los integrantes de esta generación
tenían características similares: eran contrarios al positivismo de la época; eran
anti-norteamericanos y anti-imperialistas; eran anti-colonialistas; aportaban un
planteo nuevo sobre el problema del continente americano desde una
perspectiva renovada de hispanidad y la participación del indio en la
configuración de las naciones. Unos más que otros cumplían de gran manera
estas características.
Uno de los intelectuales que influyeron en la época es José Martí con su
propuesta de Nuestra América. Más allá de un libro, Martí proponía una filosofía
nueva que hacía del continente latinoamericano un lugar para la filosofía y un
lugar de filosofía382. Así, en Nuestra América Martí convierte a nuestra América
en un sujeto de la filosofía, la cual permitía escuchar a la variedad de voces,
especialmente las marginadas y excluidas de América Latina. En esta escucha de
muchas voces, Martí plantea que el pensamiento latinoamericano debe ser
relacionador y habla de una filosofía relacionadora con las diferentes corrientes
e influencias del pensamiento. Así, Martí se presenta como uno de los primeros
pensadores en plantear que América Latina es un lugar posible para la
generación de un pensamiento propio.
382 Esta visión de considerar a Latinoamérica como un lugar del pensamiento, lo ha desarrollado nítidamente la Teología de la Liberación, que ha considerado como lugar teológico no sólo el continente, sino el pobre y el marginado.
225
En esta línea, Mariátegui se preocupa porque el referente de todas las
acciones sea lo nuestro, lo americano. Sin embargo, él no estaba seguro de que
en todos los países de América Latina se estuviese viviendo una etapa
auténticamente americana o que se tenía todavía una cierta dependencia de
Europa. Para este cometido, Mariátegui comenta por escrito sobre un congreso
de escritores hispanoamericanos, el cual había sido convocado por el connotado
escritor Edwin Elmore, y que tenía tiene como objetivo aglutinar a los
intelectuales hispanoamericanos para conformar así objetivos comunes383.
Mariátegui se declaró escéptico ante tal evento. Las razones son, en parte,
porque el Congreso es libre y heterogéneo y ante tales características, el evento
no se ve exento del peligro de acabar en una organización amorfa y sin
orientación, ya que a éste asistirían escritores superficiales que luego
degenerarían en la discusión de una vacua academia. Mariátegui está de acuerdo
en que se trabaje por la unidad hispanoamericana; pero considera que la mejor
manera no es convocando a semejante Congreso y, peor aún, dando como un
hecho la “unidad” hispanoamericana.
Mariátegui se inclina por invitar a los escritores afines, que deben estar
centrados en temas realistas que respondan a la época histórica que les toca
vivir. Los que fueron favorables al Congreso son de la idea de que ya existe un
pensamiento articulado que da por hecho la radical independencia de América
con respecto a la cultura europea. Según ellos, dice Mariátegui, es para América
la oportunidad de dar a luz una nueva cultura. Para Mariátegui este enfoque es
muy optimista e ingenuo y necesariamente se deben tomar otros elementos. El
Amauta considera importante que se tome en cuenta al continente americano
como la nueva cuna de donde saldrá un nuevo mensaje al mundo; sin embargo,
no se debe pensar que ya hemos reemplazado al continente europeo con nuestro
pensamiento propio.
383 Cfr. JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Temas de nuestra América, pp. 17-21, Editorial Amauta, Lima, 1978.
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Mariátegui para definir este tema, comenzó planteando una pregunta
determinante: ¿existe un pensamiento hispanoamericano?384 Y dice al respecto:
“Me parece evidente la existencia de un pensamiento francés, de un
pensamiento alemán, etc., en la cultura de Occidente. No me parece
igualmente evidente, en el mismo sentido, la existencia de un
pensamiento hispano-americano. Todos los pensadores de nuestra
América se han educado en una escuela europea. No se siente en su
obra el espíritu de la raza. La producción intelectual del continente
carece de rasgos propios...El espíritu hispano-americano está en
elaboración”385.
Mariátegui plantea el argumento principal de la anterior afirmación,
porque nota que la densa capa indígena se mantiene casi totalmente extraña al
proceso de formación de la peruanidad. Para él, el Perú es un suelo que ha
aprendido las lecciones de los países imperialistas de Europa. El alma indígena en
el Perú está deprimida y huraña hacia su propio país386.
Al hacerse esta pregunta sobre el pensamiento hispanoamericano, trata de
superar, por un lado, la rivalidad entre los conceptos de íbero-americano y pan-
americano; y de desvirtuar un concepto errado de su tiempo sobre el pan-
americanismo, por el otro. El pan-americanismo, según él, no goza del favor de
los intelectuales. El grupo en el cual esta idea sí tiene ascendencia es el de los
diplomáticos, que está más unido a un ideal natural del imperio, y no tanto a un
ideal del continente387. Este pan-americanismo, más allá de adscribirse a una
sólida democracia, es la unidad ofrecida por los países poderosos centrados en la
política de Estados Unidos. El pan-americanismo fundamenta su expansión en la
384 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, en, Mundial, 1º. de mayo, Lima, 1925. Está incluida en JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Temas de nuestra América, Amauta, Lima, 1978. 385 Ibid., p. 22. 386 Ibid., p. 24. 387 Ibid., p. 27.
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explicación de las bondades del capital, cifradas más específicamente en su
moneda, en su técnica, en sus máquinas y sus mercaderías388.
Por el contrario, para Mariátegui, las adhesiones de los intelectuales son
más claras hacia el concepto de íbero-americanismo. Este concepto se apoya
mucho más en las tradiciones y los sentimientos; en cambio, el pan-
americanismo se centra en las negociaciones. En síntesis, el íbero-americanismo
se funda en nuestra dependencia colonial con España; y el pan-americanismo se
funda en nuestra dependencia de Estados Unidos y su expansionismo por todo el
mundo.
Como afirmaba Mariátegui, en las líneas anteriores, en América Latina se
debe hacer una síntesis adecuada. El concepto de hispanoamericano debe
cifrarse y consustanciarse con los nuevos ideales de la América indo-ibérica. Este
concepto debe insertarse en la nueva realidad histórica de los pueblos del
continente. Además, esta fusión indo-ibérica debe apoyarse en las
muchedumbres que trabajan por crear un nuevo orden. La afirmación por el
continente americano no pasa únicamente por la proclamación antiimperialista
del Amauta, sino que se caracteriza principalmente por establecerse desde una
realidad: la de los pueblos indígenas.
Mariátegui cifra sus esperanzas en que los pueblos del continente se unan,
ya que todos, en su mayoría, proceden de la matriz única de la Conquista, que
destruyó las culturas y las manifestaciones autóctonas, uniformó la fisonomía
étnica, política y moral de la América Hispana. El objetivo de esta unión se cifra
en que todos estos pueblos tengan carta de ciudadanía y que no estén relegados
de las decisiones más importantes de los políticos389.
388 Ibid., p. 30. Este problema es sumamente actual, especialmente cuando nos enfocamos en una globalización de la economía. Es análoga a la pretensión de una economía de mercado único, como decíamos en un capítulo anterior. 389 Ibid., Página 11, en el tema La unidad de la América indo-española.
228
6. La cultura y la política como referentes vanguardistas.
En las últimas décadas en América Latina, los estudios culturales han
tenido un auge muy importante, se han abocado a la tarea de configurar la
identidad de un pensamiento latinoamericano. Estos “estudios latinoamericanos
se ocupan de la producción simbólica de la realidad social latinoamericana, tanto
en su materialidad, como en sus producciones y procesos”390. En estas
producciones están contempladas áreas como son el arte, la literatura, las leyes,
la música, los deportes, los medios de comunicación social, etc.
Este proceso de reconocer las producciones de nuestro continente, no es
un evento nuevo. Ya en el siglo XIX, pensadores fundacionales, como Simón
Rodríguez o Simón Bolívar, con sus obras daban carta de ciudadanía a los nuevos
estados, y sobre todo a la creación de un locus cultural que recuperaba la
identidad después del período de las gestas de independencia391. La figura más
determinante en este tema, probablemente, fue José Martí que, con su obra
Nuestra América de 1891, estableció que el valor de la raza no estaba basado en
un estatuto biológico –tal como lo propuso Sarmiento-; sino
“en el orgullo de ser lo que somos, la originalidad/autenticidad como
valor, según lo cual no teníamos que seguir los modelos extranjeros –ni
siquiera en la forma de gobernar-, sino crear modelos nuevos, más
reales...”392.
390 ALICIA RÍOS, “Los Estudios Culturales y el estudio de la cultura en América Latina”, en, DANIEL MATOS (coord..), Estudios y otras prácticas intelectuales latinoamericanas en cultura y poder, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), Universidad Central de Venezuela, 2002, p. 247. 391 Cuando hablamos de la recuperación de la identidad, nos referimos a la identidad de los pueblos precolombinos, que eran culturas muy ricas e integradas. Contrariamente, con los procesos de la colonia, y especialmente en los siglos XVIII y XIX, algunos pensadores reflejaban que el ideal de los pueblos americanos se centraba en que la cultura emergente tuviera como referente al hombre blanco europeo. 392 JULIO RAMOS, Desencuentros de la modernidad en América Latina. Literatura y política en el siglo XIX, Fondo de Cultura Económica, México, 1989, p. 16.
229
No hay duda de que Martí, con esta visión, se opuso a la visión positivista
de las políticas oficiales de su tiempo; una visión que en lugar de producir arte y
cultura, solamente nos había permitido reproducir ciertos comportamientos y
hábitos culturales.
Desde el pensamiento de estos precursores, podemos decir que los
estudios culturales y la reflexión sobre la cultura perseguían dos objetivos:
primero, hacer una crítica a los modelos transculturales, que tenían como meta
copiar la forma de vida de una cultura dominante, sin la mínima intención de
objetar algunos de sus postulados. Segundo, que la búsqueda de producciones
culturales, atendiendo a las raíces del continente, significó pasos muy decisivos
para la profundización de la identidad y la construcción del progreso de las
naciones.
En este contexto, y especialmente, en el siglo XX, el problema de las
identidades de los pueblos cobra nuevos matices. El tema ya no se centra
solamente en las producciones, sino en el hecho de la participación de los
sujetos y sus subjetividades en la conformación de la identidad de América
Latina393. Consecuentemente, en esta época nos encontramos con un desarrollo
del discurso indigenista. Ya en la primera parte de este capítulo tratamos sobre
algunos precursores, entre ellos Mariátegui.
En este sentido, la novedad de Mariátegui, tal como se escribió antes, es
que para él la centralidad del indio no era solamente un problema “étnico”394.
Mariátegui supeditó a este problema, la estructura económica. Eso le permitió al
peruano buscar alternativas de solución que no eran precisamente
latinoamericanas, como es el caso del socialismo. El punto de partida fue el
393 Cfr. ALICIA RÍOS, Op. Cit., p. 250 394
Usamos el término étnico, en este caso, con un significado estrecho de lo racial. En cambio, el término étnico en sentido amplio va incluir todo el mundo material y espiritual de un pueblo.
230
problema del indio, y la tentativa de solución se perfiló en poner en práctica el
socialismo395.
Cuando se tiene el primer acercamiento a Mariátegui se tiene la impresión
de que nos acercamos solamente a un marxista, a un político o a un
revolucionario. Sin embargo, a medida que avanzamos en el conocimiento de sus
ideas podemos notar en Mariátegui a un intelectual preocupado por el camino
estético. Sin duda, no es un esteta sin más. Sus estudios en este campo se
complementan con su visión política, todo unificado en la ideología que, para él,
era la más apta de su tiempo: el marxismo. Así, tampoco se trató de un
marxismo frío y vertical. Muy al contrario, trató de especificar un marxismo que
dijera algo al ser humano, principalmente, en América Latina, al mundo
indígena. En cierta medida no buscó un esteticismo únicamente; tampoco buscó
un marxismo uniforme, sino que se preocupó porque estuvieran los dos vertidos
en el camino del continente americano. Su visión estética y su visión política se
fundieron en una propuesta marxista que diera respuesta a los problemas
indígenas que, para él, eran los problemas más agobiantes de Latinoamérica. Es
difícil hacer cirugías en Mariátegui: por ejemplo, apartar el socialismo del
problema del indio; o separar la política de lo estético; o situar en niveles
diferentes lo nacional y lo internacional.
La obra de Mariátegui tiene muchas aristas, sobre todo en su pensamiento
marxista. A través de la historiografía sobre el peruano se notó, especialmente
en las primeras décadas, que se trataba de ver el marxismo de Mariátegui como
estrictamente político y economicista. Fernanda Beigel se decanta en considerar
al marxismo de Mariátegui como una obra convergente en la que agrupa algunas
disciplinas: el arte, la política, la economía, la cultura, etc. La propuesta
estética de Mariátegui, según Beigel, apareció en la década de los sesenta, en el
aporte varios autores, tal como lo afirma en esta cita:
395 Mariátegui no pretendió suplir el problema de indio con el socialismo; él perfiló más bien una confluencia de ambos aspectos.
231
“En 1965, Adalbert Dessau pretendió recuperar a un Mariátegui
marxista-leninista, fundador de la ciencia literaria marxista, en
América Latina...El italiano Antonio Melis sostuvo, en 1973, que la
preocupación del Amauta era evitar una fractura entre los campos de
la política y del arte, y abrió una interpretación que permitiría
desempolvar su opción vanguardista”396.
No tardaron en aparecer los críticos de esta posición estética de Mariátegui. El
uruguayo Ángel Rama, en cambio, notaba que el marxismo mariateguiano se centraba
principalmente en un tronco económico397. Beigel, frente a esta visión, dice al respecto:
“Nosotros consideramos necesario destacar algunas limitaciones del
vanguardismo indigenista de la generación del Amauta...Pero reducir el
socialismo mariateguiano a un proyecto exclusivamente político o, lo que es
peor, a un economicismo, demuestra, por lo menos un gran desconocimiento
de la obra de Mariátegui”398.
El marxismo de Mariátegui, tal como se discutió en el Congreso de Sinaloa,
era un marxismo abierto. ¿Qué quería decir este marxismo abierto en medio de
las concepciones marxistas de la Academia Soviética? Es algo que, luego, en el
siguiente capítulo desarrollaremos con una mayor ampliación y serenidad. Sin
embargo, el marxismo abierto sugiere muchas ideas: el entronque entre la teoría
y la práctica marxista; el marxismo no solamente abierto a lo económico sino
también a lo político y lo cultural; se toma en cuenta el revolucionario
integralmente, es decir, su pathos; la fusión entre el intelectual y el político
orgánico de Gramsci; el indio y su confluencia con el socialismo, etc.
396 FERNANDA BEIGEL, El Itinerario y la Brújula, el vanguardismo estético-político de José Carlos Mariategui, Editorial Biblos, Buenos Aires, 2003, pp. 49-50. Se debe atender también al libro que recomienda Beigel: ANTONIO MELIS; ADALBERT DESSAU; MANFRED KOSSOK, Mariategui, tres estudios, Biblioteca Amauta, Lima, 1971. 397 Ibid., p. 50., y además ÁNGEL RAMA, Transculturación narrativa en América Latina, Siglo Veintiuno, México, 1982, pp. 144 y ss. 398 Ibid., p. 51.
232
El marxismo de José Carlos Mariátegui, de principios del siglo XX,
obedeció a una avenida filosófico-política muy característica de su tiempo: el
vanguardismo. Con esto no queremos decir que Mariátegui se plegó a una
escolástica cerrada; muy al contrario, buscó una libertad estética y el pluralismo
necesario para elaborar una propuesta diferente a la de su tiempo.
Mariátegui adquirió su formación estética por muchas vías. Su
pensamiento político se revitalizó en Marx, pero además tomó forma desde la
lectura antipositivista de Bergson y de Nietzsche, desde el idealismo estético de
Croce, y desde la teoría de los mitos de Sorel. Las fuentes estéticas fueron
también diversas: Waldo Frank, César Vallejo, Blaise Cendrars399. Pero esta
formación seguramente no le fue dada por su experiencia europea, sino que se
fue consolidando desde muy joven, desde sus primeros empleos en distintos
periódicos; se refuerza luego, cuando comienza hacerse un crítico de arte; y se
consolida en su etapa final, cuando trató de ser un forjador del arte y la cultura
en el tronco común del marxismo.
6.1. El arte y la literatura.
Mariátegui, tal como él decía, fue movido por un impulso vital hacia la
literatura. Ese impulso le dio la oportunidad de “meterle” toda “su sangre en las
ideas”, de vivir la literatura no como un hecho, sino como una pasión400. Como
ejemplo de esta veta de Mariátegui encontramos en su “edad de piedra”, una
serie de trabajos, “en su mayoría crónicas y artículos periodísticos, acompañados
399 Ver: VICKY UNRUH, “El pensamiento estético de Mariategui, una lectura crítica de las vanguardias”, en, Anuario Mariateguiano, Número 5, volumen 5, Editorial Amauta, Lima, 1993, p. 202. Este artículo presenta un desarrollo bastante ampliado del pensamiento estético de su tiempo. Además, coloca a Mariátegui como un forjador de cultura y un crítico literario. 400 Entre las obras principales de su bagaje literario encontramos La novela y la vida. Siegfried y el profesor canella, aparecido en ocho entregas del Mundial, en los números 452, 454, 456-460 y 462, recopilado en la editorial Amauta de Lima, 1955.
233
de unos 50 poemas, 37 artículos de crítica literaria y artística, 17 cuentos y dos
dramas”401.
Para Mariátegui la literatura es una parte importante de la conformación
humana; en la literatura los pueblos se humanizan402. El peruano se oponía a la
consideración de algunos literatos de su época que entendían la literatura como
mera técnica.
“No podemos aceptar como nuevo un arte que no nos trae sino una
nueva técnica. Eso sería recrearse en el más falaz de los espejismos
actuales. Ninguna estética puede rebajar el trabajo artístico a una
cuestión técnica. La nueva técnica debe corresponder a un espíritu
nuevo también”403.
Mariátegui consideraba que la literatura –como toda manifestación
estética- provenía del espíritu. Desde esta perspectiva, el Amauta denunció que
el arte está en decadencia, y se refería al arte de su tiempo. Para él, el culpable
de esta situación era la mecanización que provenía de la sociedad capitalista. Es
más, para él
“la decadencia de la civilización capitalista se refleja en la
atomización, en la disolución de su arte. El arte está en crisis, ha
perdido ante todo su unidad esencial... El artista contemporáneo, en
la mayoría de los casos, lleva vacía el alma. La literatura de la
401 EUGENIO CHANG-RODRÍGUEZ, “Notas sobre la estética de Mariátegui”, en, Anuario Mariateguiano, número 7, volumen 7, Editorial Amauta, Lima, 1995, p. 272. 402 Mariátegui, como crítico literario, nos presenta abundantes escritos. Publicó en las revistas Mundial y Variedades, en un primer nivel; en un segundo nivel, publicó en Repertorio Americano, publicado en San José, Costa Rica; y en un tercer nivel, el de mayor madurez, encontramos las publicaciones en el Amauta. 403 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Arte, revolución y decadencia”, en, Amauta, número 3, año I, Lima, 1926. También en versión corregida por el autor: El artista y la época, Editorial Minerva, 1980, 18-22. Este texto citado en: ALBERTO FLORES GALINDO y RICARDO PORTOCARRERO GRADOS, Invitación a la vida heroica, José Carlos Mariátegui, textos esenciales, Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima, 2005, p.359.
234
decadencia es una literatura sin absoluto... El hombre no puede
marchar sin una fe porque no tener fe es no tener una meta”404.
Mariátegui abogaba porque la literatura y el arte, así como el socialismo,
tuvieran un componente de fe, de tal modo que todas sus manifestaciones
deberían mostrar su verdadero pathos405. Frente a lo antedicho, Mariátegui no
estuvo de acuerdo en que el arte y la literatura fueran tomados como mera
afición. El arte y la literatura debían estar abocados a algo superior. Estas dos
dimensiones debían estar en perspectiva de la construcción del hombre nuevo y
de la construcción de un nuevo Perú. En este sentido, la gesta revolucionaria –
que permitía un mundo nuevo- se lograría mediante una gran concienciación de
las masas. Así, la toma de conciencia política era acompañada por una intensa
actividad artística y literaria. En un importante estudio sobre Mariátegui,
Adalbert Dessau expone que la literatura, en relación con la adopción del
socialismo en el continente americano, tiene carácter germinal:
“No es exagerado decir que el camino de Mariátegui hacia la
revolución pasó en su fase inicial por la literatura. Tal observación es
válida no sólo para el propio Mariátegui, sino para una gran parte de
la intelectualidad revolucionaria de su época. La causa de este
fenómeno reside en que la realidad socio-económica de todos los
países latinoamericanos no les ofrecía a los intelectuales ninguna
posibilidad de realizar auténticamente sus capacidades creadoras”406.
Consecuentemente, lo medular para Mariátegui no era la interpretación
académica de los fenómenos literarios como tales, sino una finalidad política y
404 Ibid., pp. 359-360. 405 Mariátegui, en todo el año 1926, se preocupó por escribir sobre el arte y literatura. Para este cometido hizo una crítica a la producción francesa, ya que miraba en ella un esfuerzo por privilegiar la imaginación. 406 ADALBERT DESSAU, “Literatura y sociedad en las obras de José Carlos Mariategui”, en, MELIS, DESSAU y KOSSOK , Mariátegui, tres estudios, Biblioteca Amauta, Lima, 1971, p. 74.
235
social tendiente a la orientación del movimiento obrero407. Mariátegui fundará su
trabajo sobre la literatura en dos avenidas: la crítica a la literatura de su tiempo
y la propuesta de constitución de la literatura teniendo en cuenta la visión
marxista. La primera avenida se clarifica en su ensayo Proceso a la literatura.
Para la segunda avenida, conviene apuntar que la literatura jugó un papel
importante para la interpretación del Perú como nación408.
En la literatura, Mariátegui despliega una serie de escritos interesantes;
sin embargo, el ensayo es un importante género que Mariátegui desarrolló.
Mariátegui pensó el ensayo como instrumento de la relación entre la literatura y
la sociedad. Así, el peruano piensa que el ensayo no se limita a una visión
subjetiva del autor, sino que es una actividad trans-subjetiva de acción sobre la
realidad409. El ensayo de Mariátegui, por tanto, estará al servicio de la actividad
revolucionaria que busca la construcción de un nuevo Perú. Además, Mariátegui
es reconocido como un diestro narrador, especialmente en sus escritos
juveniles410. Su labor periodística, se vio favorecida por sus vivaces narraciones,
tanto en el plano geográfico como en el escenario político y social.
6.2. El Amauta.
Tal como decía Mariátegui, Amauta fue la forma de aglutinar y no sólo
exteriorizar pensamientos estéticos, sino que es la expresión de la
problematización del Perú como país. No sólo es esfuerzo editorialista por
presentar las grandes contradicciones del país, sino que caminó hacia propuestas
de solución que contenían una nueva forma de abordar el problema. La
407 Ibid., p. 77. 408 Cfr. DESIDERIO SAAVEDRA, “José Carlos Mariátegui y su contribución al desarrollo de la crítica literaria hispanomericana actual”, en, Mariátegui, Unidad de pensamiento y acción, tomo 1, Ediciones Unidad, Lima, 1986, p.286-287. 409 Cfr. LILIANA WEINBERG, “Los siete ensayos y el ensayo”, en, Anuario Mariateguiano, Mariátegui 1894-1994, Centenario, Vol. 6, Número 6, Editorial Amauta, Lima, 1994, p.98. 410 Es importante el artículo de: RICARDO GONZÁLEZ VIGIL, “Mariátegui en la ruta de la “nueva narrativa”, en, Anuario Mariateguiano, Mariátegui 1894-1994, Centenario, Vol. 6, número 6, Editorial Amauta, Lima, 1994, pp. 187-195.
236
existencia del Amauta, por tanto, fue la apuesta que hizo Mariátegui para
relacionar el socialismo con el problema del Perú. Para el peruano era de vital
importancia unir el arte, la cultura y la política para constituir la revolución. Así,
“El arte no es el instrumento completamente disciplinado de la
voluntad política, sino una expresión espontánea que requiere tan sólo
de la verificación de un censor a la luz de las necesidades políticas
declaradas”411.
En este sentido, Mariátegui ve en el arte y en la cultura una
conformación, es decir, una nueva forma de hacer la revolución, una forma de
ser. Difiere aquí, en cambio, de algunos marxistas de su tiempo que miraban el
arte solamente con una finalidad social dirigida por el Estado. Mariátegui al
hablar de la cultura se acercaba más al pensamiento de Rosa Luxemburgo:
“...Los estadistas de la Rusia nueva no comparten las ilusiones de los
artistas de la vanguardia. No creen que la sociedad o la cultura
proletaria puedan producir ya un arte propio. El arte, piensan, es un
síntoma de plenitud de orden social”412.
Mariátegui concebía al arte como una actividad plenamente inserta en la
realidad de una época, y postulaba su encuentro con la vida y con la política. La
propuesta estética mariateguiana se perfiló en la relación “orgánica” del arte
con la vida. Mariátegui era afecto a todo aquello que hablara de la vida
cotidiana, del día a día. Era aficionado a todo aquello que se presentaba con
libertad; de ahí se derivan sus buenos comentarios de la película “El Circo” de
Charlie Chaplin, en la cual se ahorraban los grandes títulos o las grandes
argumentaciones. En este sentido, Mariátegui entendió el arte como un proceso,
411 J.P. NETL, Rosa Luxemburgo, Ediciones Era, México, 1974, p. 24. 412 Ver, JOSÉ CARLOS MARIATEGUI, “Lunatcharsky”, en, La Escena Contemporánea, Editorial Amauta, Lima, 19878, p. 99.
237
tal como lo escribió en su último capítulo de Los Siete Ensayos de la Realidad
Peruana413.
Además, para Mariátegui, el arte, como parte fundamental de la vida,
tenía que presentarse como acción y como actividad humana. La actividad
artística, por tanto, está imbricada con las conductas humanas y, por
consiguiente, con la revolución.
Continuando con la descripción del movimiento en torno al Amauta,
Mariátegui expresaba que esta iniciativa va más allá de un mero grupo: se trata
de una actitud frente a la vida, un espíritu. Es una corriente que, en la segunda
década del siglo XX, fue llamada vanguardista, la cual, con la definición del
Amauta, entró en una etapa de concreción. Es más, las personas que estarían
agrupadas alrededor del Amauta serían quienes promulguen un cambio en Perú.
“No hace falta declarar expresamente que Amauta no es una tribuna
libre abierta a todos los vientos del espíritu. Los que fundamos esta
revista no concebimos una cultura y un arte agnósticos. Nos sentimos
una fuerza beligerante, polémica. No le hacemos ninguna concesión al
criterio generalmente falaz de la tolerancia de las ideas”414.
Basado en esta última indicación, Mariátegui comenta que el objetivo de la
revista
“Es el de plantear, esclarecer y conocer los problemas peruanos desde
puntos de vista doctrinarios y científicos. Pero consideraremos siempre
al Perú dentro del panorama del mundo. Estudiaremos todos los
grandes movimientos de renovación políticos, filosóficos, artísticos, 413 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Siete ensayos de la realidad peruana, pp. 229-348. 414 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Presentación del Amauta”, No. 1, año 1, en, Revista AMAUTA, Lima, 1926, citado en: ALBERTO FLORES GALINDO y RICARDO PORTOCARRERO GRADOS, Invitación a la vida heroica, José Carlos Mariátegui, textos esenciales, Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima, 2004, p. 357-358.
238
literarios, científicos... Esta revista vinculará a los hombres nuevos
del Perú, primero con los de los otros pueblos de América, en seguida
con los de los otros pueblos del mundo”415.
Con el movimiento Amauta, Mariátegui se proponía establecer una
iniciativa de largo aliento que tendría la capacidad de instaurar los ideales
socialistas en el Perú. El proyecto de vida de la revista Amauta era la
transformación del Perú. Se centrará especialmente en la transformación del
indio. Mientras existiera esta marginación del indio, el Amauta tendría una razón
de ser. En el segundo Aniversario del Amauta, Mariátegui escribió:
“Amauta no es una diversión ni un juego de intelectuales puros:
profesa una idea histórica, confiesa una fe activa y multitudinaria,
obedece a un movimiento social contemporáneo. En la lucha entre dos
sistemas, entre dos ideas, no se nos ocurre sentirnos espectadores ni
inventar un tercer término... En nuestra bandera, inscribimos esta
sola, sencilla y grande palabra: Socialismo”416.
6.3. El Perú nuevo.
La finalidad del viaje estético de Mariátegui no era lo estético por lo
estético. Su esfuerzo se cifró en hacer confluir muchas aristas bajo la concepción
de un marxismo con carta de ciudadanía americana. Para este cometido,
Mariátegui, propuso que el punto de partida tenían que ser los pueblos de
América Latina.
No consideraba el pueblo como un abstracto geográfico establecido en
límites fronterizos. Se sitúo, más bien, en el problema del indio de su país.
Desde allí se propuso hacer un nuevo Perú. Y la única forma para constituir una 415 Ibid., p. 358. 416 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Aniversario y balance”, en, Revista Amauta, No. 17, año III, Lima, 1928. Citado en ALBERTO FLORES GALINDO, y RICARDO PORTOCARRERO GRADAS, Op. Cit., p.452.
239
nueva patria era partir desde los indígenas, que desde la Colonia habían sido
olvidados. En la propuesta del nuevo Perú, centrada principalmente en los Siete
ensayos de la realidad peruana, Mariátegui planteó la necesidad de una nueva
estructura económica y social en el Perú. Con ello, como hemos dicho antes, no
sólo privilegió lo económico, sino que partió de lo económico, esbozado en el
componente material del ser humano, y desde esa visión, se ocupó de hablar de
la tierra, la educación pública, la literatura, etc.
7. CONCLUSIONES
1. Los cinco pilares del pensamiento de José Carlos Mariátegui que gozan de
actualidad en el presente son: el problema del indio; el socialismo
creativo, especialmente la confluencia del socialismo y el indigenismo; el
movimiento vanguardista de Mariátegui expresado en la política, la cultura
y el arte; la preocupación por la escena contemporánea, sobre todo la
relación de lo nacional con lo internacional; y, por último, el
americanismo como proceso identitario.
2. Los temas fundamentales del Amauta son el problema del indio y el
socialismo. Estos se suceden como ejes transversales del pensamiento
mariateguiano. Partiendo del problema del indio, Mariátegui diagnosticó el
problema del Perú. El indio operó en el pensamiento mariateguiano como
el lugar social, económico y cultural desde donde se deben colocar los
problemas. En este sentido, la solución de los problemas estribará en
colocar el problema del indio y para el indio como el lugar desde el cual se
resolverían los problemas de la nación. El socialismo, en cambio, le sirvió
como un método y una crítica desde los cuales se plantearían soluciones
viables para el problema acuciante del Perú. En este sentido, el socialismo
serviría para dar solución a los problemas más acuciantes de los indios. La
propuesta debía ser integral, es decir, debía dar respuestas a la totalidad
de los problemas, atendiendo lo material, lo económico; pero también
240
atendiendo todo aquello que forma parte de la superestructura: lo
espiritual, lo volitivo y lo pasional.
3. Temas necesarios para el análisis son los ejes transversales: el problema
del indio y el socialismo indo-americano, el vanguardismo político, la
relación entre lo nacional y lo internacional y el americanismo como
proceso identitario. En cuanto al vanguardismo político, hay que decir que
forma parte del marxismo integral de Mariátegui. La concepción
mariateguiana en este tema consistió en el trabajo político con las masas,
pero también consideró la construcción nacional de lo artístico y lo
cultural en el Perú. En este sentido, no sólo tomó en cuenta las
dimensiones materiales y económicas del Perú, sino que se ocupó de los
factores de la superestructura. Así, lo artístico y lo cultural forman parte
de la propuesta socialista para la solución de los problemas del Perú
integral.
4. Este vanguardismo político fue importante para la propuesta de
configuración del Perú. Consecuentemente, esta propuesta sirvió para
establecer el proceso del “americanismo” en nuestro continente. La
construcción de lo americano ya no consistió en la copia fiel de las gestas
europeas, tal como lo señalaron algunos pensadores del siglo decimonono,
sino que se trataba de una teoría y una práctica que, en la medida de lo
posible daba luz en América Latina, partiendo de las características de los
pueblos latinoamericanos. Con Mariátegui se sustentó que la
transformación de los pueblos de América se basaba en la recuperación
del tema del indio, tema que perdió terreno desde la conquista y la
colonia en América. Mariátegui abogaba por el regreso al indio.
5. Mariátegui fue un observador de la escena contemporánea, fue un
analítico de la realidad. En este sentido, no sólo le interesó el Perú, sino
que, también, el continente americano, y con él, le interesó el mundo.
241
Sabía recorrer el camino de lo particular a lo universal y viceversa. Se
planteaba los problemas tanto desde lo abstracto como desde lo concreto.
Su gira por Europa tenía como finalidad conocer el Occidente como parte
importante del mundo. Relacionaba los problemas mundiales con los
problemas locales. Tuvo un afán de proponer soluciones a problemas
universales. Especialmente se preocupó de los problemas de aquéllos que
más sufrían la pobreza; pero proponía que éstos, en todo el mundo, se
unieran, para darles solución. En este sentido, siempre se propuso la
unidad entre los campesinos y los proletarios.
242
243
CAPÍTULO IV
EL MARXISMO INTEGRAL DE MARIÁTEGUI
“No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica.
Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indoamericano.
He ahí una misión digna de una generación nueva”
(José Carlos Mariátegui en Aniversario y Balance del Amauta, 1928).
“La obra capital de Marx, como su ideología toda, no es ningún evangelio en que se nos brinden verdades de última instancia,
acabadas y perennes, sino manantial inagotable de sugestiones para seguir trabajando con la inteligencia, para seguir
investigando y luchando por la verdad”
(Rosa Luxemburgo).
1. El planteamiento del problema.
Con el término “integral” nos estamos refiriendo al adjetivo tomado del
latín integralis que quiere decir global o total; o bien, a lo que se usa en
filosofía: “Dicho de cada una de las partes de un todo. Que entra en su
244
composición sin serle esencial, de manera que el todo puede subsistir, aunque
incompleto, sin ella”417.
Cuando nos referimos a lo integral no estamos diciendo integración, tal
como se usa en las matemáticas. Tampoco queremos decir íntegro que sería del
adjetivo del latín integer, esto es, que no carece de ninguna de sus partes; o
bien en el plano moral, es lo que se dice de una persona recta. Lo integral,
entonces es, todo aquello que responde a muchas realidades. Así, “frente a la
fragmentación disgregante”418, merece que nos planteemos el concepto de
integralidad.
En este caso, no es un marxismo integrista, entendiendo por tal un
panteamiento que tratara de amoldarse a la sustentación teórica del marxismo
de la era de Stalin. Con marxismo integral estamos denotando que se trata de un
marxismo que se ocupa de varias dimensiones, una que afecta a la concepción de
ser humano y otra que tiene que ver con la concepción de sociedad. En cuanto a
la primera afectación, el marxismo debe responder a todas las inquietudes del
ser humano: la intelectual, la volitiva y la sentimental. En cuanto a la segunda,
en la concepción de sociedad, se deben tener en cuenta todos los subsistemas: el
económico, el político, el social, el educativo, el cultural, etc. Tomando en
cuenta las dos afectaciones, podemos observar que la propuesta marxista no se
ha agotado, sino que puede dar mucho de sí a partir de una propuesta
antropológica y de una propuesta socioeconómica.
Es más, pensamos que las manifestaciones marxistas no agotaron la
propuesta marxista; eso nos lleva a pensar que, si sus detractores descalifican el
marxismo, es que no lo han conocido a fondo tanto en el plano teórico como en
el práctico. 417 Consulta en Diccionario de La Real Academia Española, en el sitio: www.elcastellano.com. www.buscon.rae.es/drael/ 418 HORACIO CERRUTI GULDBERG, “Integrarse para vivir: ¿una utopía humanista?”, en, Sociedad civil, democracia e integración. Miradas y Reflexiones del VI Encuentro del Corredor de las ideas del Cono Sur, Ediciones Universidad Católica Silva Henríquez, Santiago, 2005, p. 150.
245
Para distanciarnos de lo anterior, proponemos el marxismo de Mariátegui
que, al estudiarlo más de cerca, podemos llamarlo marxismo integral. El adjetivo
integral se justifica en este caso porque el peruano trató de dar respuesta a
muchas dimensiones sociales de la realidad, concebida ella misma como una
estructura dinámica de la realidad: una realidad cambiante.
Pensamos que el marxismo es una propuesta integral porque da una
respuesta al individuo y al modelo socioeconómico actual. Además, debemos
insistir en que lo integral no se refiere aa la totalización, ni mucho menos a que
el marxismo responda a la totalidad de la realidad. No estamos hablando de un
pensamiento absoluto ni definitivo. La conceptualización de integral que le
hacemos a la propuesta de Mariategui se distancia de la propuesta ecléctica de
marxismo que dio el marxismo soviético. El marxismo de Mariátegui no es la
amalgama sin sentido de una serie de autores que el peruano consideró
pertinentes para construir su propuesta. La integralidad viene más bien de los
desafíos de su época y de las necesidades que, en su caso particular, presentaba
el Perú. El marxismo, desde un marco filosófico, y con una visión integral, tiene
varias aristas aprovechables para ser actuadas en nuestro tiempo. Mencionamos
algunas:
1. El marxismo representa una alternativa creciente para nuestro mundo.
Esto quiere decir que el marxismo desde el punto de vista filosófico, no es
únicamente producción de ideas. A partir del marxismo se observa cómo
crecen las ideas como propuestas viables para nuestra realidad. En este
sentido, América Latina ha sido un campo fértil para el surgimiento de
ideas que realicen propuestas válidas para nuestra realidad. La región
significó un saber fundamental que recreó la realidad, antes que un saber
en genitivo.
246
2. El marxismo como saber se presenta a la realidad con interés público. El
marxismo no debe ser un saber privado o monopolio de una vanguardia;
debe ser un referente colectivo que elimine las distancias que se dan
muchas veces en el plano político en algunos partidos de izquierda de
América Latina, donde los políticos están alejados de las masas.
3. El marxismo es un saber que debe hacerse desde lo interdisciplinario. No
es únicamente economía ni tampoco filosofía, ni mucho menos solamente
política. El marxismo se abre a todas las fronteras del saber. Así, no agota
ninguna disciplina ni su horizonte llega a encuadrarse en ninguna de ellas.
Esto quiere decir que el marxismo como comprensión siempre está
haciéndose, no es un producto terminado de una vez para siempre.
4. El marxismo debe ser respuesta al ser humano desde sus varias
dimensiones: lo volitivo, lo sensitivo, lo mental, etc. El marxismo
construiría una técnica para entender la vida. Esta técnica se encargaría
de las muchas transformaciones sociales, pero también transformaciones
en orden de la conciencia.
En sí no sólo buscamos que el marxismo pueda aportar algo integrador sino
que él mismo sea una propuesta integradora que agregue muchas propuestas
análogas. Se ha actuado una parte del marxismo; el mundo conoció un marxismo
que no era la totalidad de la propuesta y, muchas veces, afectada por otras
circunstancias que Marx no previó. El marxismo no se ha descalificado por el
hecho de que su visión política en algunos estados se derrumbó, especialmente
después de 1989.
Sin embargo, debemos aclarar que la propuesta de Mariátegui no trata de
“totalizar” la visión marxista o proclamarla como finalizada. Si algo no
necesitamos en nuestra sociedad hoy son propuestas dogmáticas, estáticas y
terminadas en sí mismas. El marxismo debe ser dinámico y abierto, que
247
guardando fidelidad a Marx, sepa adaptarse y recrearse en los contextos reales.
En ese sentido, podemos decir que no sólo existe “el” marxismo, sino que
podemos advertir ciertos marxismos que, sin caer en deformaciones
socialdemócratas, tengan la capacidad de influir en los procesos políticos del
continente.
La propuesta de este capítulo es mostrar que Mariátegui fue un marxista
no “oficial”: nunca estuvo inscrito o afiliado al Partido Comunista. Fue un
marxista teórico y práctico que trató de instaurar el marxismo en América
Latina. Además, como componente innovador, presentó y explicó en qué consiste
el marxismo integral. Presentaremos aquí, por ello, cuáles fueron las fuentes de
las cuales Mariátegui bebió el marxismo para Latinoamérica, especialmente en su
estadía en Italia. Explicamos, además, las características y las relaciones del
marxismo integral que nos ayudarán a esbozar la propuesta general de la tesis
que confrontaremos con la problemática estudiada en el primer capítulo: el
problema del mundo único fragmentado en el contexto de la posmodernidad y la
globalización.
Asimismo, no excluiremos aquí los problemas teóricos y prácticos que
Mariátegui enfrentó a partir de diferencias con colegas que lo acompañaban en
su causa, como también de los detractores que tuvo en vida y después de
muerto. Entre tales dificultades abordaremos la pregunta sobre si Mariátegui era
marxista, el enfrentamiento que tuvo con Raúl Haya de la Torre, la
incomprensión que tuvo de parte del Secretariado Argentino de la III
Internacional Socialista o, en los últimos años de su vida, a consecuencia de su
obra Defensa del Marxismo, así como la discusión que mantuvo con el sociólogo
belga Henri de Man.
248
2. ¿Es Mariátegui un marxista?: el marxismo “de” Mariátegui
Este cuestionamiento ha sido una constante en el siglo XX, especialmente
después de la muerte de Mariátegui. Cobró importancia en el V Congreso
Nacional de Filosofía, celebrado en Lima, Perú, en 1994419. En dicho evento, se
discutieron tres posiciones fundamentales: unos que creían que Mariátegui no era
marxista; otros que pensaban que Mariátegui había sido un marxista ortodoxo
muy cercano a las propuestas leninistas, y los últimos, defendían que su
marxismo era heterodoxo. Lo interesante de este seminario es que se dieron
bastantes argumentos para considerar a Mariátegui como marxista. Entre los
argumentos se destaca el de Raimundo Prado: para él en la actualidad se tiene
que llamar marxismo “de” Mariátegui, y “en” Mariátegui, al marxismo vitalmente
asimilado por el peruano. Antonio Rengifo hace un resumen de la ponencia de
Prado:
“El marxismo está presentado por seis características. La primera es la
esencial y de ella se derivan las restantes. El marxismo de Mariátegui
es esencialmente creativo, luego será con una potente capacidad de
asimilación, asumido en forma integral, peruanizado, no reduccionista
y finalmente, la autenticidad, es decir, la coherencia del pensamiento
crítico y autónomo de la conducta... Asumir el marxismo en forma
integral, implica también asumirlo como “doctrina”, “teoría”,
“evangelio” y “método”420.
En el seminario se suscribieron otras posiciones importantes tales como la
de Aníbal Quijano quien sostuvo que el marxismo de Mariátegui era genuino
419 Cfr. DAVID SOBREVILLA ALCÁZAR (Ed.), El Marxismo de José Carlos Mariátegui, V Congreso Nacional de Filosofía, seminario del 2 de Agosto de 1994, Universidad de Lima y Empresa Editora Amauta, Lima, 1995. En este seminario estuvieron pensadores de gran talla: Luis Felipe Alarco, Raimundo Prado, Aníbal Quijano, Osvaldo Fernández y Enrique Dussel. 420 ANTONIO RENGIFO BALEREZO, “El Marxismo de José Carlos Mariátegui, resumen del V Congreso Nacional de Filosofía”, en, Anuario Mariateguiano, Vol. 6, Editorial Amauta Lima, 1994, pp. 320-322.
249
dadas las condiciones históricas del socialismo en los años veinte, especialmente
en Europa. Hace notar Quijano que Mariátegui se movió entre los polos de la
propuesta bolchevique y la socialdemocracia, decantándose por el primero y
criticando al segundo, principalmente en la propuesta de Eduardo Bernstein.
Quijano remarca que Mariátegui, aun cuando se define en la línea ortodoxa,
toma como análisis del socialismo la propuesta de Sorel, especialmente cuando
propone el socialismo para América Latina421.
Lo destacable de todo el seminario es que se llegó a esbozar que
Mariátegui fue marxista, si bien no un marxista de línea dura de los años
cincuenta. La anotación de Prado, que se trata del marxismo “de” Mariàtegui,
nos parece que es una apreciación medular para el análisis del trabajo que
estamos haciendo. En cuanto al marxismo “en” Mariátegui, nos parece que es
una anotación inadecuada, ya que estaríamos afirmando que el peruano hizo
“copia y calco”. Además, de manifestarse como copia, el marxismo se estaría
haciendo estático e inamovible independientemente de los procesos históricos.
Sin embargo, hubo en las décadas pasadas seminarios que trataron de presentar
a Mariátegui bajo las características de un marxismo ortodoxo, en una vertiente
leninista que menospreciaba la visión holística del marxismo de Mariátegui,
considerándolo como un “pseudo mariateguismo” que llevaba como su naturaleza
propia el revisionismo; esa es la posición, precisamente, del Secretario General
del Partido Comunista Peruano, Jorge Del Prado Chávez, en el Tercer Seminario
Internacional:
“Todo indica, sin embargo, que ahora es preciso distinguir dos etapas
o dos tendencias en esta labor deformadora. La correspondiente a la
primera tendencia podría denominarse simplemente la de los
tergiversadores, empeñados sobre todo en desprestigiar a Mariátegui
como introductor del marxismo-leninismo en el Perú... La segunda
tendencia puede ser caracterizada como la de los revisionistas del
421 Cfr. Op. Cit., p. 321.
250
pensamiento de Mariátegui, y engloba a todos los que, en los últimos
tiempos, no atacan frontalmente la obra de Mariátegui pero sí la
interpretan a su manera...Los segundos los emplean en el ímprobo
esfuerzo de descubrir en las obras del Amauta la creación de una
doctrina propia, nacional, o de una versión marxista original, peruana,
que nada tendría que ver con el leninismo”422.
En cambio, el concepto del marxismo “de” Mariátegui, denota cómo el
autor peruano ha revitalizado la propuesta marxista. En este sentido, le da
cabida a un marxismo abierto, dinámico y creativo, apto para enfrentar la crisis
que vive el Occidente bajo el influjo, especialmente, del capitalismo, el fascismo
y el positivismo. La denotación “de” Mariátegui ofrece una visión posible de
implantar en América, como un marxismo “germinal” y “fundacional”. El “de”
indica la incompletud del marxismo y provoca la idea que el marxismo es una
teoría y un método, fiel a la realidad, como una dimensión en continua
construcción. Esta visión llevó a Mariátegui a plantearse el marxismo en otros
términos, sobre todo, en el esfuerzo de contextualizar el marxismo en América
Latina que lo orientó a la implementación de la dialéctica en el Perú y en el
continente americano423.
Pero el marxismo, tal como lo afirmara Flores Galindo, “no es la historia
de una sola corriente, sino más bien del desarrollo de tendencias contrapuestas,
enfrentadas entre sí, separadas por diferencias nacionales, sociales,
conceptuales y culturales”424.
422 JORGE DEL PRADO CH., Nuevos aportes para una comprensión cabal del legado marxista- leninista de José Carlos Mariátegui, Seminario Internacional, Tomo I, Ediciones Unidad, 1986, p. 18. Discurso inaugural del Secretario General del PCP, Jorge Del Prado. De la visión revisionista Del prado distingue a José Aricó y Alberto Flores Galindo. 423 Cfr. RAÚL FORNET BETANCOURT, Marxismo y Filosofía, en, Pensamiento Crítico Latinoamericano, Conceptos fundamentales, volumen II, Ediciones Universidad Católica Silva Henríquez, Santiago de Chile, 2005, p. 633. 424 ALBERTO FLORES GALINDO, “Para situar a Mariàtegui”, en, Obras Completas, tomo II, SUR Casa de Estudios del socialismo, Lima, 1994, pp. 552-553.
251
Flores Galindo propone la distinción que hace Alvin Gouldner425 sobre el
marxismo, dividido en la historia en las corrientes positivista y la crítica. Así, el
Marxismo positivista se demarcaba por buscar el carácter científico y presentaba
una visión muy determinista. El marxismo crítico, por su parte, se deja llevar
más por la voluntad y por la pasión, dejando abierta la posibilidad de tomar en
cuenta conceptos novedosos tales como la utopía, la religión, etc. Son muchos
los representantes del marxismo crítico que aparecieron en las cuatro primeras
décadas del siglo XX: Gramsci, Ernest Bloch, Benjamin, Adorno, Korsch y Lukács.
En América Latina no cabe duda de que Mariátegui perteneció al marxismo
crítico que tomó en cuenta características inusuales tanto para el marxismo
oficial como para el pensamiento moderno europeo.
Esta forma de marxismo crítico de Mariátegui tuvo algunas características
dignas de ser mencionadas. La primera de ellas es que tuvo en cuenta el factor
religioso del pueblo latinoamericano426. Del factor religioso no tanto le llamaron
la atención las creencias en particular, sino la capacidad de convocatoria que
tenían los actos religiosos. Le interesaba que también la propuesta marxista
tuviera la capacidad de convocar a muchos adeptos que se entregaran a la causa
con verdadera pasión revolucionaria. El segundo elemento que expone Flores
Galindo es que Mariategui coloca como sujeto de la revolución al indio. Y por
último, propone algo que en Europa se comprendía poco: pasar de la etapa
feudal precapitalista peruana al socialismo peruano. Mariátegui estaba seguro
que el marxismo era la doctrina que necesitaba el Perú para comenzar a salir de
la postración en que se encontraba. Ciertamente no podía copiar la experiencia
europea. Pensó que era posible fundar el proyecto socialista en el Perú, siempre
que se tomara en cuenta su historia. Mariátegui trató de entender el atraso del
425 Ver: ALVIN GOULDNER, Los dos marxismos: contradicciones y anomalías en el desarrollo de la teoría, Alianza Editorial, Madrid, 1983. 426 Este hecho religioso capaz de aglutinar a las masas con el fin de lograr su liberación es un evento que se dio con mucha claridad en los años setenta y ochenta en el continente latinoamericano con la actuación de la Teología de la Liberación y las Comunidades Eclesiales de Base. Lo importante de estas propuestas no solamente era buscar una salvación espiritual, sino, sobre todo, se trataba de buscar la salvación terrenal aplicándose a los procesos de liberación de los pueblos.
252
Perú y se ocupó de analizarlo con categorías de análisis marxistas, sin que la
propuesta se sometiera a una camisa de fuerza; por el contrario, construyó un
imaginario colectivo para que sirviera para aglutinar a las masas. Sin embargo,
en la búsqueda de ese sujeto plural, colectivo, Mariátegui, a semejanza de
Lenin, propone que los revolucionarios estén muy cercanos al pueblo. Los
intelectuales deberían estar en las luchas, con el pueblo. El intelectual orgánico
debía estar centrado en el pueblo, tal como lo propuso Gramsci.
“El socialismo era una meta que permitía cohesionar a la gente,
otorgarse una identidad, construir una multitud y dar un derrotero por
el que valía la pena vivir. Era una moral. Era ante todo una
práctica”427.
Podemos decir que Mariátegui no tuvo la intención de “revisar” el
marxismo ni de mutilarlo y menos limitarlo. Más bien su perspectiva era de
ampliarlo, de potenciarlo y de enriquecerlo con una propuesta pensada para
América Latina. A esas alturas, en los años veinte, parecía una herejía que un
continente como el nuestro pudiera aportar algo al marxismo. Primero por su
atraso: era imposible instaurar un socialismo sin una experiencia de capitalismo
bien desarrollada. Y segundo, porque al estar sumidos en el atraso, la
preparación y la conformación del proletariado se presentaban como una
limitación insalvable, con efectos directos sobre el desarrollo de la conciencia de
clase de las masas. Mariátegui se atrevió a sobrepasar estos límites por el simple
hecho de que diseñó un marxismo basado en las necesidades. Un marxismo más
expectante de la historia y los acontecimientos que del cumplimiento de ciertos
cánones inamovibles. En este sentido, Mariátegui anclado en la posición crítica
del marxismo propuso un marxismo integral que trata de responder a la realidad
y a las necesidades del Perú de su época. Fue fiel a su realidad.
427 ALBERTO FLORES GALINDO, Op. Cit., p. 558.
253
Aún cuando no pongamos en duda el marxismo de Mariátegui, sí podemos
decir que se trata de un marxismo especial delimitado por la experiencia
histórica que le tocó vivir. En el marco de este marxismo especial podemos
observar algunos aspectos que lo determinaron como único: el viaje por Europa y
la lectura que hace de Occidente, la discusión con Haya de la Torre, la no
militancia en el Partido Comunista de su época, el conflicto con la III
Internacional, el enfoque multidisciplinario con que llegó al marxismo, la amplia
comprensión del método marxista, la incorporación del mito sorealino en su
reflexión, la incorporación del problema nacional en el socialismo, la
consideración del indígena como sujeto social, la confluencia del socialismo con
el indigenismo, la consideración del pathos del revolucionario, la concepción del
materialismo, etc.
El marxismo de Mariátegui, entonces, responde a una pregunta vital del
ser humano, y en este caso, del ser humano latinoamericano y peruano. Un
marxismo que toca la realidad y que toca la realidad de las cosas. Un marxismo
que tenga una “simpatía” con las cosas. En palabras de Bergson
“es un syn-pathein, co-sentir las cosas, sentir a una con las cosas
mismas, por una estricta simbiosis con ellas...No se trata de una
simpatía que podría abocarse tan sólo a una constatación pasiva, sino
que es todo lo contrario: es una actividad, una violenta actividad del
espíritu por la que tiene que despojarse no solamente de las ideas
preconcebidas, sino que tiene que esforzarse por con-vivir lo que tiene
delante”428.
El marxismo de Mariátegui, atiende, pues al élan vital bergsoniano que se
asemeja al alma del mundo, que es un ímpetu vital que se manifiesta en la
duración de nuestro propio devenir. Este élan se caracteriza por una intuición
428 Cfr. Zubiri explica a Bergson en: XAVIER ZUBIRI, “Bergson”, en, Cinco lecciones de Filosofía, Alianza Editorial, Madrid, 2002, pp.168-169.
254
que está al servicio de la vida y es una actividad constante429. Así, la realidad de
la vida es algo dinámico, es un impulso vital. Este impulso detalla una evolución
en el tiempo y esta evolución es creadora, porque la realidad se va haciendo en
una continuidad viva, no se compone de elementos dados. No hay duda que la
propuesta marxista de Mariátegui tiene un sello vitalista:
“ella brota de la vida. Emerge de la realidad histórica. Es la realidad
histórica presente. Vida histórica, vida presente, que no puede sino
mantenerse en tensión permanente entre pasado y futuro, teoría y
práctica”430.
La propuesta mariateguiana quedó cifrada en algunos puntos
característicos: un marxismo que apelaba no sólo a lo material sino a lo
espiritual; un marxismo que no era teoría sino actividad práctica; era fe y
también método; y era un saber y una pasión a la vez concentrada en la
actividad misma. En ese sentido, Mariátegui escribió a Samuel Glusberg que, a su
regreso de Europa en 1923, había iniciado su “trabajo de investigación de la
realidad nacional, conforme al método marxista”431.
Mariátegui fue marxista porque precisamente dio una interpretación del
marxismo que, lejos de revisarlo, lo enriquecería, para que fuese actuado en el
continente americano. Más que concentrarse en el nivel científico del marxismo,
se fijó en el “espíritu” del mismo, el cual respondía a la problemática de los
trabajadores de todas las sociedades.
429 Cfr. FREDERICK COPLESTON, “Henri Bergson”, en, Historia de la filosofía, volumen 9, Editorial Ariel, Barcelona, 2000, pp. 196-1999. Copleston hace una referencia importante a la obra de Bergson: La evolución creadora. 430 FRANCIS GUIBAL, “Mariátegui: Legado y Herencia”, en, Anuario Mariateguiano, volumen 6, Editora Amauta, Lima, 1994, p. 206 431 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Carta a Samuel Glusberg del 10 de enero de 1928”, en, Correspondencia, Tomo II, Editora Amauta, Lima, 1984, p. 331.
255
Mariátegui fue fiel a Marx en lo fundamental, es decir, respetó los puntos
de partida del análisis: las masas explotadas, la conciencia de clase, el problema
básico de la economía, etc. Podemos comprobarlo en su crítica al capitalismo, en
la necesidad de conciencia de clase, en la primacía del hecho económico, en la
peculiar internacionalización de la clase trabajadora, etc. Sin embargo,
Mariátegui propuso algunos puntos que, leídos desde una carta “oficial” del
marxismo, lo habrían alejado de la doctrina de Marx. Tal sería el caso de su
renuencia a considerar la necesidad de un estadio de evolución capitalista como
paso necesario para el advenimiento del socialismo, o también su propuesta del
indígena como sujeto de la revolución. Estos puntos, tal como los planteó
Mariátegui, lejos de distorsionar o vaciar de contenido a la propuesta marxista,
abrieron nuevos caminos para la implantación del marxismo en lugares diferentes
al mundo europeo.
3. Fuentes del pensamiento marxista de Mariátegui: Sorel,
Gobetti, Labriola, Croce, Lenin.
La propuesta marxista de Mariátegui surgió, con mayor énfasis, en su
experiencia en Europa. Las fuentes son variadas y no necesariamente de
pensadores marxistas, tales como Nietzsche y Bergson. De todos fue haciendo
una síntesis que dotó a su reflexión marxista de una alternativa creativa para
Occidente que había caído, según él, en decadencia.
Toda la construcción mariateguiana busca romper con el esquema marxista
positivista de mucho auge en las tres primeras décadas del siglo XX. En este
intento de superar el positivismo, Mariátegui aparece como un pensador que
propone un marxismo diferente al modelo propuesto por el socialismo de su
tiempo (hetero-doxo), capaz de ofrecer soluciones a los problemas de América
Latina. La influencias recibidas por Mariátegui en Europa, sobre todo la italiana,
le vino como una síntesis entre todas las propuestas. Es difícil hacer una cirugía,
por ejemplo, entre Labriola y Croce o Gobetti y Gramsci. Lo mismo puede
256
decirse de Sorel en comparación con los italianos. O bien comparar a los cuatro
con una faceta de Lenin.
Todos ellos encontraron dos cosas en el marxismo: primero creyeron que
el marxismo es la mejor alternativa frente al capitalismo con visos imperialistas
que vivieron en su tiempo y, segundo, destacaron el carácter dinámico del
marxismo y su relación permanente con la realidad. En la Defensa del marxismo,
publicada entre 1928 y 1929 en la Revista Amuata, Mariátegui presenta una
teoría enriquecida de la praxis revolucionaria a partir de la discusión de autores
como Sorel, Gobetti, Croce, Gramsci y Lenin, y sobre todo, en su crítica a la obra
de Henri de Man, Más allá del marxismo. A continuación detallaremos algunos
aspectos, los más importantes, de los referidos autores.
En esa andadura, es muy importante la impronta que ejerce en el peruano
el marxista francés, también muy heterodoxo, George Sorel. Mariátegui hacía
notar la importancia entre la creencia y la acción, entre el socialismo y la
religión.
“Hace un tiempo que se constata el carácter religioso, místico,
metafísico del socialismo. Jorge Sorel (...) decía en sus Reflexiones
sobre la violencia: “se ha encontrado una analogía entre la religión y
el socialismo revolucionario, que se propone la preparación y aun la
reconstrucción del individuo para una obra gigantesca. Pero Bergson
nos ha enseñado que no sólo la religión puede ocupar la región del yo
profundo; los mitos revolucionarios pueden también ocuparla”. Renan,
como Sorel lo recuerda, advertía la fe religiosa de los socialistas,
constatando su inexpugnabilidad a todo desaliento”432.
Sorel expone que lo verdaderamente importante en el marxismo,
políticamente hablando, es la lucha de clases, principalmente de los proletarios
432 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, El Alma Matinal, Ediciones Amauta, Lima, 1971, p. 22.
257
frente a los dueños de los modos de producción. Es por eso que coloca su
importancia en todas las actividades proletarias, especialmente las huelgas, que
están encaminadas a la transformación de la sociedad. Sorel rechaza aquel
socialismo parlamentario que pierde el tiempo en su verborrea electorera, y que
en última instancia, no está al servicio del proletariado. Este socialismo queda
únicamente en una filantropía vacía.
En cambio, aboga por un socialismo que tenga sus raíces en un
sindicalismo revolucionario. Sorel resuelve el conflicto cuando concentra todo su
enfoque sobre el socialismo en la huelga general, tomando en cuenta que el
verdadero socialismo se manifiesta en lo duro de las batallas. Pero el actuar
revolucionario debe estar sostenido por mitos que orienten a la lucha y que su
principal contribución descansa, no tanto en el futuro, sino en el presente. Lo
medular para Sorel se expresa en lo siguiente:
“Hay que juzgar a los mitos como medios para actuar sobre el
presente: toda discusión acerca de cómo aplicarlos materialmente al
transcurso de la historia carece de sentido. Lo único que importa es el
mito en conjunto: sus partes sólo ofrecen interés por el relieve que
aportan a la idea contenida en esa construcción”433.
Sorel considera que la huelga general es un mito que actúa sobre el
presente; y en este sentido define la palabra mito:
“...Sabemos que la huelga general es efectivamente lo que yo dije: el
mito en el cual el socialismo entero está encerrado; es decir en una
organización de imágenes capaces de evocar de manera instintiva
todos los sentimientos que corresponden a las diversas
manifestaciones de la guerra por el socialismo en contra de la
433 GEORGE SOREL, Reflexiones sobre la violencia, Librería Española y Extranjera, Madrid, 1976, p. 185. Prefacio por Isaiah Berlin.
258
sociedad moderna. Las huelgas han engendrado en el proletariado los
más nobles sentimientos, los más hondos y los que más mueven; la
huelga general los agrupa a todos en un conjunto y, al relacionarlos, a
cada uno de ellos le confiere su máxima intensidad”434.
Para Sorel, con la huelga se logra mucho más que el lenguaje usado por
los socialistas parlamentarios. En este orden de ideas, tanto con la huelga como
con la lucha de clases, los sindicalistas ponen sus ideas en contacto con la
realidad. Ese contacto que se daba entre la camaradería de los sindicalistas, sus
ideas y la realidad vivida era lo que llamaba, siguiendo a Bergson, un
experimento integral435. Sorel, a lo largo de toda su obra, hace una relación de
la huelga con el marxismo436.
La influencia de Sorel sobre Mariátegui no se limitó a sus ideas acerca del
mito, sino que abarcó otros enfoques del escritor francés. En primer lugar,
puede señalarse la idea de que el trabajador se debe realizar por un acto
creativo. En este sentido, Mariátegui siempre hablará de instaurar el marxismo
en nuestras tierras de manera creativa. Una segunda idea sería que Sorel, al
igual que Mariátegui, descalifica a la democracia parlamentaria, ya que lo único
que ha hecho es llenar de demagogia las salas de discusión, sin que se llegue a
soluciones políticas entre las colectividades. Tercero, Sorel trata de recuperar la
moral de los trabajadores tan necesaria para los cambios políticos. Mariátegui no
desprecia esta posición, adjudicando los valores de la transformación en la
alianza de los proletarios y los indígenas. Por último, Mariátegui, al igual que
Sorel, postula que la historia, así como el marxismo, no está sujeta a leyes;
ambos dependen de la voluntad colectiva para dirigir los cambios en la historia.
434 Ibid., p. 187. 435 Sorel cita de Bergson su libro Introducción a la Metafísica de 1903. Es conocida esta influencia de Bergson en Sorel y, a su vez, en Mariátegui. 436 Sorel explica la adopción del marxismo por la Nueva escuela.
259
Otro de los teóricos que influyó en Mariátegui fue Labriola437. No cabe
duda que algo que Mariátegui bebió de Labriola fue el carácter dinámico del
marxismo. El italiano se opuso a concebir al marxismo como un dogma y con ello
se negó a verlo como algo estático y a entenderlo como un determinismo y
reduccionismo económico; por el contrario, lo económico, para él, es una
mediación que se relaciona con las otras mediaciones de lo cultural, lo histórico,
lo social, etc. Para él, el marxismo debe ser esencialmente revolucionario, es
decir, capaz de hacer transformaciones de fondo en las naciones. El marxismo
tanto intrínsecamente como en su producción externa, debe ser diálectico.
Labriola presentó una visión original del marxismo sin dejar de ser
marxista, tal como fue el caso de Sorel, Gramsci y, en América Latina, de
Mariátegui. Ninguno de estos pensadores renunció a lo esencial del marxismo: su
dinamicidad intrínseca. De lo que sí se alejaron fue de las interpretaciones
fosilizadas consideradas como “marxismo oficial”, tal como ocurrió, años
después, con el estalinismo, y de las visiones socialdemócratas que se perfilaban
más por el parlamentarismo democrático. Marcelo Yunes describe esta amplia
visión de Labriola sobre el marxismo, en la introducción de las dos obras del
italiano: Sobre el materialismo histórico y Socialismo y Filosofía:
“La respuesta de Labriola es, creemos, una de las más completas,
dialécticas y equilibradas. Desde su punto de vista, el marxismo o el
materialismo histórico asume un triple carácter: primero, tendencia
filosófica en cuanto a la visión general de la vida y el mundo, es decir,
una cosmovisión; segundo, crítica de la economía que tiene modos de
procedimientos reducibles a leyes (...) porque representa una fase
437 Antonio Labriola filósofo y político italiano (1843- 1904), convertido al marxismo en su edad madura, a los 50 años. Su marxismo dinámico estuvo muy influenciado previamente por Hegel y Herbart. Labriola propuso al marxismo tanto como una teoría crítica como una filosofía de la praxis, que luego estaría presente en la obra de Antonio Gramsci. Sus obras sobre marxismo fueron: En memoria del Manifiesto de los Comunistas de 1895; Ensayos sobre la concepción Materialista de la Historia de 1896 y Discurriendo entre Socialismo y Filosofía de 1897. Anteriormente a esta producción marxista, Labriola había incursionado en un estudio de Hegel en 1862 y otro sobre Spinoza en 1866.
260
histórica, esto es, una crítica científica del orden capitalista, y
finalmente, una interpretación de la política y, sobre todo, de la que
necesita para conducir al movimiento obrero hacia el socialismo, con
lo que Labriola deja claro el ángulo político práctico del marxismo”438.
Estos tres conceptos son una misma cosa, están unidos integralmente y
responden a los dos momentos de la realidad tanto en lo teórico como en lo
práctico. En Mariátegui, con sus aplicaciones al continente, podremos encontrar
estos elementos en una sola propuesta. Así, la visión del mundo corresponde a la
forma de ver los problemas del Perú.
En cuanto a la economía, Mariátegui al igual que Labriola, hace una crítica
de la economía peruana, sobre todo en la estructura económica en donde los
indios han estado sumergidos en el olvido. Y finalmente, la política en Mariátegui
está orientada no sólo a aglutinar a los obreros, sino que se ocupa de la
organización de los indígenas. Todo este planteo de Labriola se sintetiza al igual
que en Mariátegui en una filosofía de la praxis al servicio de la transformación de
la realidad. Esta visión ampliada del marxismo de Labriola se conecta
directamente con la visión integral del marxismo de Mariátegui, sobre todo, en
su visión del marxismo más allá del aspecto económico.
Lo que une a Mariátegui con Labriola es el marxismo creador439 que ambos
presentan ambos en la forma de ensayo, es decir, proponiendo algo que estaba
lejos de ser definitivo440. En este marxismo creador, ambos pensadores, al igual
438 MARCELO YUNES, “Introducción”, en, ANTONIO LABRIOLA, Sobre el materialismo histórico y Socialismo y Filosofía, Editorial Antídoto, Buenos Aires, 2004, pp. 11-12. 439 Mariátegui descubrió a los 24 años de los trabajos socialistas, especialmente en su contacto en Europa. En su estancia en Italia, tuvo la oportunidad de discutir la producción intelectual de Labriola. Entre 1919 y 1923, las fechas de aprendizaje de la realidad europea, Mariátegui entró en contacto con discípulos de Labriola, principalmente Benedetto Croce. En este sentido, Mariátegui, desde una perspectiva política, bebió su marxismo de las fuentes italianas de los años 20, las cuales están contextualizadas por el Ordine Nuovo, la aparición del Partido Comunista Italiano, la escisión del Partido Socialista Italiano, y la disputa entre la II y la III Internacional. 440 JORGE OSCHIRO, “Labriola y Mariátegui o la cuestión del marxismo creador”, en, Anuario Mariateguiano, volumen 5, número 5, Editora Amauta, Lima, p. 172.
261
que Marx, dan preponderancia a la vida y al sujeto. Labriola se interesa por la
vida y hace una analogía de ésta con el materialismo histórico, al cual llama una
filosofía de la vida. En cuanto a Mariátegui, éste privilegia al ser humano y muy
particularmente al indio. Marx por su lado, y siguiendo su obra, las Tesis sobre
Feuerbach, dice que el problema del materialismo anterior consiste en que
concibe las cosas y la realidad como objetos de contemplación; en cambio, se
debe tener en cuenta todo eso como actividad sensorial humana, como práctica,
tal como lo describe la tesis 1. Pero esta práctica humana, según Marx, debe
hacerse desde dentro de la vida. Hay una unidad implícita entre el objeto y el
sujeto, donde se despliega la unidad entre el pensamiento y la vida. De esto nos
da cuenta Mariátegui en la “advertencia” que hace en uno de los apartados de
los Siete Ensayos:
“Mi pensamiento y mi vida constituyen una sola cosa, un único
proceso. Y si algún mérito espero y reclamo que me sea reconocido es
de -también conforme a un principio de Nietzsche- meter toda mi
sangre en mis ideas...Otra vez repito que no soy un crítico imparcial y
objetivo. Mis juicios se nutren de mis ideales, de mis sentimientos, de
mis pasiones. Tengo una declarada y enérgica ambición: la de
concurrir a la creación del socialismo peruano”441.
Esta filosofía de la vida en Labriola, expresada principalmente en el
materialismo histórico, se visualiza en el concepto de trabajo del italiano. El
trabajo, según Labriola, no sólo es algo que realiza el hombre, sino que es un
acto donde entran el pensamiento, la creatividad, el esfuerzo y todo el sentido
del hombre. Labriola dice que “el trabajo, que es para nosotros el nervio mismo
del vivir humano, es el hombre mismo en desarrollo”442. Es más, dice que la
filosofía de la praxis trata de la vida,
441 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Siete Ensayos de interpretación de la realidad peruana, Advertencia, Editora Amauta, Lima, 1987, pp. 7-8. 442 ANTONIO LABRIOLA, Socialismo y Filosofía, Cuarta Carta de 14 de mayo de 1897, Editorial Teoría y Editorial Antídoto, Buenos Aires, 2004, p. 210.
262
“del trabajo es un conocer haciendo, al conocer como teoría
abstracta, y no de éste a aquél. De las necesidades, y, por tanto, de
las varias situaciones internas del bienestar o malestar nacidas de la
satisfacción o insatisfacción de las necesidades”443.
Esta filosofía de la praxis, basada en el trabajo, se orienta desde la vida al
pensamiento y no tanto desde el pensamiento a la vida, tal como fuera la
propuesta hegeliana del desarrollo de la idea. Todas las cosas de la vida se
producen según la influencia del trabajo como actividad humana sobre las cosas.
Pero esta unidad de vida no es un mero estar como un “Dasein”, un “estar allí”;
sino que es, al igual que en Spinoza, un ser unitario vivencial que descansa en la
potencia y en el poder de acción, en lo que puede llegar a ser el ser. Este hecho
vital para Labriola, igual que para Spinoza, es una intuición de la naturaleza. La
vida, tal como lo expresa la idea anterior, no es una existencia estática, sino que
es una existencia cambiante que se va determinando por el “conatus”
spinoziano, por la intervención del trabajo, según Labriola, que hace que la vida
tenga cambios sustanciales444. En Labriola, este concepto de trabajo es la
actividad permanente que se da para el cambio en existencia que se basa en la
potencia de los seres humanos.
En Mariátegui, esta situación permanente está en la pasión del
revolucionario, en la agonía y en la lucha permanente que se debe sostener para
lograr los cambios deseados. En términos marxistas, esto se lee desde la
conflictividad de la luchas de clases, la cual debe llevar al cambio de vida de los
trabajadores.
443 ANTONIO LABRIOLA, Socialismo y Filosofía, Octava Carta de 20 de junio de 1897, Editorial Teoría y Editorial Antídoto, Buenos Aires, 2004, p. 180. 444 JORGE OSHIRO, Labriola y Mariátegui o la cuestión del marxismo creador, op. Cit, ver las páginas sobre la relación entre Spinoza y Labriola, pp. 169-179
263
En cuanto a la influencia de Piero Gobetti445, Mariátegui la presentó en su
obra Alma Matinal. Además, de los paralelismos que pueden trazarse en la vida
de ambos, tanto en lo relativo al trabajo editorialista como a la muerte
prematura de ambos, podemos destacar otros elementos importantes. Uno de
ellos es el estudio de la economía y cómo esta disciplina otorgaba nuevos valores
morales y la oportunidad del surgimiento de un nuevo orden político. En este
sentido, se denotarían estos temas en la influencia en la moral del revolucionario
que se constituía por las creencias que éste tenía para forjar los cambios.
Mariátegui escribe:
“Gobetti comprendió, entonces, que una nueva clase dirigente no
podía formarse sino en este campo social, donde su idealismo concreto
se nutría moralmente de la disciplina y la dignidad del productor”446.
Mariátegui afirmó que la economía peruana estaba en un franco atraso,
como lo afirmó Gobetti de Italia. Esto hace que tanto el país como sus individuos
carezcan de las condiciones dignas de vida. Precisamente citando a Gobetti,
escribe Mariátegui:
“El retraso de su economía impide a Italia acompasar su avance al de
los grandes Estados capitalistas de Europa. Un brillante ensayo sobre
la cultura política, comienza con estas consideraciones: La economía
nacional está todavía demasiado retrasada, el país es pobre y no 445 Mariátegui escribe sobre Piero Gobetti, en un homenaje sobre su muerte, en la revista Amauta número 24 de Junio de 1929: “Piero Gobetti, ensayista de brillante talento y rica cultura, se clasificó muy joven entre los primeros valores de la crítica italiana. Espíritu organizador y constructivo, dio vida en Turín a una de las más interesantes empresas editoriales de la Italia moderna, con la publicación de los cuadernos de “La Revolución Liberal”. Gozaba ya de sólida reputación como crítico, ganada en no ínfima parte con sus escritos en “L Ordine Nuovo”, el diario comunista de Turín. Su campaña antifacista lo obligó a dejar Turín. El propio Mussolini habìa ordenado al prefecto de Turín que hiciera imposible en esa ciudad la permanencia de Gobetti, neciamente calificado por el “Duce” como un “insulso enemigo del fascismo”. Gobetti encontró la muerte en París, atacado por una bronco-neumonía, cuando gestionaba el traslado de su casa editorial a París. No había cumplido treinta años y era ya una gran figura del pensamiento italiano”. 446 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Alma Matinal y otras estaciones del hombre de hoy, Editorial Amauta, Lima, 1971, p. 139.
264
concede tregua a los individuos, no les permite dignidad de
ciudadanos. Dos tercios de la población comparten la suerte de una
agricultura atrasada y condenada por muchos años a no devenir
moderna. Se trata de pequeños propietarios, arrendatarios, aparceros
que aspiran solamente a la paz y a la conservación del estado
presente, ostentando indiferencia por toda más amplia preocupación.
La aristocracia industrial y obrera, a la cual está ligada la posibilidad
de una transformación moderna de Italia, está apenas en su
nacimiento y no logra distinguirse de las sobreposiciones y confusiones
parasitarias, no logra vencer el pauperismo y el diletantismo”447.
Tanto Gobetti como Mariátegui no se quedaron estancados porque los
pueblos en cuestión estaban en un atraso radical. Guardaban esperanza en que
los pueblos podían resurgir a partir de la capacidad en una aglutinación de
unidad revolucionaria. La unidad que proclama Gobetti es una unidad que debe
basarse en el pueblo, solamente este pueblo será capaz de resurgir del abandono
en que se encuentra. Mariátegui, por su parte, visualizó la unidad de Perú como
nación a partir de la convocatoria del indio y de sus problemas más reales.
Podemos decir que la influencia de Gobetti en Mariátegui más que
suscribirse en el plano teórico, se plantea desde el aspecto práctico y político.
Mariátegui aprecia del turinés la opción por la capacidad revolucionaria del
pueblo, principalmente del papel de los obreros. En este sentido, Gobetti puso
en perspectiva del proletariado el estudio que hace de la economía y cómo desde
ésta se abre en perspectiva hacia otras dimensiones como la política, la cultura y
la social. Además, toma el mundo obrero como el sujeto capaz de llevar
reivindicaciones políticas y sociales que los lleven a dar un rostro nuevo a la
Italia de su tiempo.
447 JOSÉ CARLOS MARIÀTEGUI, “La economía y Piero Gobetti”, en, Op. Cit., pp. 140-141.
265
Otro pensador marxista que influyó en Mariátegui fue Lenin, por quien
tuvo un enorme respeto, tanto que adoptó algunas de sus ideas fundamentales:
la importancia por el carácter subjetivo en el acercamiento a la realidad, la
capacidad de los revolucionarios guiados por su partido para transformar la
realidad, el internacionalismo, el protagonismo de la clase trabajadora, etc. Lo
que Mariátegui destacó de Lenin, al igual que lo hizo de Marx, fue su espíritu
revolucionario:
“Lenin aparece, incontestablemente, en nuestra época como el
restaurador más enérgico y fecundo del pensamiento marxista...”448.
Mariátegui consideró tanto a Lenin como a Trosky como ideólogos
realizadores del marxismo, hombres de pensamiento y acción. Mariátegui dice:
“La vida de Lenin ha sido la de un agitador. Lenin nació socialista.
Nació revolucionario...Lenin es el antiguo leader, no sólo del
socialismo ruso, sino del socialismo internacional”449.
Mariátegui destaca de Lenin, y él lo implementa en su actividad en el
Perú, el interés por la muchedumbre. Lenin más allá de las construcciones
semánticas, buscaba el impacto en la masa, y cómo ésta se conformaba y se
organizaba para operar los cambios en la Unión Soviética. Lenin sabe la
importancia de la organización política de los soviets, ya que en ellos podía
manifestarse el poder popular. Tanto para Mariátegui como para Lenin era
importante que la construcción del socialismo se hiciera desde las masas y que el
objeto de esta construcción fuese que las masas tengan el poder. Esta visión se
contraponía a la visión que tenía la democracia burguesa que basaba su poder en
la perorata parlamentaria.
448 JOSÉ CARLOS MARIÀTEGUI, “Defensa del marxismo”, en, Amauta, Edición facsímile, Lima, 1928, p. 21. 449 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Lenin”, en, Revista Amauta, Edición Facsímile, número 30, Lima, 1930, p. 12.
266
“El soviet local es la asociación de obreros, empleados y campesinos
de una comuna. En el régimen de los soviets no hay dualidad de
poderes. Y son el órgano de la dictadura del proletariado. Lenin, dice,
defendiendo este régimen, que el soviet es el órgano de la democracia
proletaria, tal como el parlamento es el órgano de la democracia
burguesa”450.
Mariátegui, siguiendo esta idea de empoderar a las masas, propuso que el
poder popular se desarrollarra basado en los ayllu. Estos ayllu son una
organización política básica de los incas y no obsta que se abra a otras
perspectivas de organización. El otro elemento, y muy medular, es la posición
que tenían ambos sobre la revolución internacional. Ambos pensaban que el
marxismo debía ampliarse a muchos países, ya que era muy rico para quedarse
únicamente en una experiencia nacional. Mariátegui, siguiendo a Lenin, pensaba
que no sólo la teoría marxista debía expandirse por todos los pueblos, sino que
también su propuesta política debía hacerlo.
Lenin sostenía que los cambios deben ser propuestos por el conglomerado
de los proletarios, tanto en el plano nacional como el internacional. En este
sentido, Mariátegui proponía que los indígenas junto a los proletarios debían ser
el motor de la revolución, para no caer en la tentación de establecer una
propuesta romántica en la cual los sujetos de la historia son los pobres sin más.
Los proletarios, en cambio, tendrían una actoría social y una base material y
cultural sobre la que se podría construir una verdadera conciencia de clase.
Así, se parte de una praxis según las circunstancias concretas de cada
país, obedeciendo a la realidad que las clases están viviendo enclavadas en la
historia mundial. Las luchas de los países de América Latina no sólo deben
atender las realidades nacionales, sino que deben tener en cuenta el desarrollo
450 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Lenin, Op. Cit., p. 13.
267
de las clases a nivel internacional. Así, Mariátegui en esta aventura de proponer
un marxismo diferente, bajo la influencia de los italianos, el francés Sorel y de
Lenin, ofreció un análisis sobre el Perú como no se había realizado. José Aricó
afirma lo siguiente:
“Si la lectura de la doctrina de Marx a través de Croce, Sorel y Gobetti
lo inclinó a percibir la realidad peruana con una mirada distinta de la
que caracterizaba a los marxistas latinoamericanos, fue el
reconocimiento de la revolución de octubre, del bolchevismo y de la
figura de Lenin lo que le permitió individualizar y seleccionar un
complejo de principios de teoría política en base al cual constituir el
movimiento histórico de transformación de aquella realidad”451.
Y continúa Aricó:
“Mariátegui fue leninista en el doble sentido del reconocimiento de
Lenin como el teórico de la política y el artífice de la revolución rusa,
y de la adscripción al movimiento revolucionario mundial gestado a
partir de esa experiencia y de sus enseñanzas”452.
De Benedetto Croce453, Mariátegui tomó el sentido estético del marxismo
denotando así una novedosa forma de presentar el materialismo histórico. Esto
denotaba que el concepto no era estático ni metafísico. Croce dice
451 JOSÉ ARICÓ, Mariátegui y los orígenes del marxismo latinoamericano, Introducción, Cuadernos de Pasado y Presente, Siglo XXI Editores, México, 1978, 1978, p. XX. 452 Ibid., p. XXI. 453 Croce nació en 1866 en Italia y murió en 1952. Fue filósofo y político ocupando varios cargos públicos: senador, ministro de Instrucción pública. El desarrollo de su pensamiento se desglosa en: la filosofía del espíritu, mostrando su corte hegeliano, da prioridad a la estética como una actividad teórica basada en los sentidos; la filosofía práctica en la cual le da importancia a la economía y a la ética y el historicismo en el cual toma con gran seriedad la reflexión desde y sobre los hechos que ocurren. Sus obras son: Materialismo histórico y economía marxista (1900), La estética como ciencia de la expresión y lingüística en general (1902), La lógica como ciencia del concepto puro (1909), Breviario de estética (1912), El Manifiesto de los intelectuales antifascistas (1925), La Historia como pensamiento y acción (1938) y El carácter de la filosofía moderna (1941).
268
“el presupuesto del socialismo no es una Filosofía de la Historia, sino
una concepción histórica determinada por las condiciones presentes de
la sociedad y del modo como ésta ha llegado a ellas”454.
Según Croce el marxismo marca su sentido dinámico en cuanto éste
critique al sistema capitalista. El marxismo se justifica, en parte, en cuanto sea
crítico del capitalismo. Y no sólo eso, continua diciendo Croce:
“el materialismo histórico surgió de la necesidad de darse cuenta de
una determinada configuración social, no ya de un propósito de
investigación de los factores de la vida histórica; y se formó en la
cabeza de políticos y revolucionarios, no ya de fríos y acompasados
sabios de biblioteca.455”
El marxismo, entonces, no es la aplicación de rígidas leyes dadas
solamente por factores económicos. El socialismo se va constituyendo en la
medida que responde a las necesidades históricas de los pueblos y de los
proletarios.
Otro de los puntos del pensador italiano a los que dio importancia
Mariátegui es la idea de dotar de bases materiales a la moralidad de los
revolucionarios. Mariátegui afirma que “la lucha por el socialismo eleva a los
obreros, que con extrema energía y absoluta convicción toman parte en ella, a
un ascetismo...”456.
454 Mariátegui cita a Croce en: “Defensa del marxismo, parte IV”, en, Revista Amauta, número 18, p. 10, Editora Amauta, Lima, 1928, p. 10. 455 Ibid. P. 11. 456 Ibid., p. 18.
269
Es evidente que tanto Croce como Mariátegui consideran que el marxismo
no puede ser codificado en términos científicos ni ser vistos únicamente desde el
prisma del racionalismo del siglo XIX y de comienzos del siglo XX.
4. El contexto del marxismo mariateguiano en la III
Internacional Socialista. La discusión con el aprismo.
La originalidad de la propuesta de Mariátegui le acarreó numerosos
detractores. Sus críticos eran de diferentes facetas: unos que promulgaban un
marxismo más vertical y dogmático, y otros que trataban de suavizar la
propuesta marxista, cayendo en muchos casos en una socialdemocracia o en una
democracia parlamentarista. Con respecto a los primeros, se puede destacar el
conflicto de Mariátegui con algunos teóricos de la III Internacional Socialista
caracterizado por los “etapistas”457. En cuanto a los segundos, podemos
mencionar al APRA y, especialmente, el debate que Mariátegui tuvo con Raúl
Haya de la Torre, ya que éste acusó al Amauta de construir un marxismo
eurocéntrico que poco se ocupaba de la realidad americana.
En síntesis, podemos decir que es importante traer estas dos discusiones
de Mariátegui con Haya de la Torre y el Secretariado de Buenos Aires de la III
Internacional Socialista, porque nos permite recoger mucho de las ideas de
Mariátegui frente a sus detractores.
457 Lo de “etapista” se refiere a que la asunción del socialismo debía hacerse por etapas de la historia. Así, era necesario el paso del feudalismo al capitalismo y luego al socialismo. Los “etapistas” veían con recelo propuestas como la de Mariátegui, ya que el peruano proponía pasar de las comunidades indígenas al socialismo, sin etapas intermedias.
270
4.1 El debate de Mariátegui con Haya de la Torre.
Raúl Haya de la Torre, un pensador peruano contemporáneo de Mariátegui,
fundó en 1924 un movimiento llamado Alianza Popular Revolucionaria Americana
(APRA), cuya finalidad era articular ciertos cuadros que estuvieran dispuestos a
impulsar un vasto programa de acción antiimperialista en todo el continente. En
1926, Haya de la Torre escribe en The Labor Monthly, los cinco puntos centrales
del Aprismo:
“1.- Acción contra el imperialismo yanqui; 2.- Por la unidad política y
económica de América Latina; 3.- Por la internacionalización del canal
de Panamá; 4.- Por la nacionalización de las tierras e industrias; y 5.-
Por la solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidas del
mundo”458.
Luego en 1928, los apristas fundaron, desde México, el Partido Nacional
Libertador, que pretendía llevar como candidato presidencial a Raúl Haya de la
Torre.
Los primeros años del trabajo intelectual de estos peruanos, coincidían
con la necesidad de instaurar el marxismo; sin embargo, sus planteos se
desarrollaron en direcciones opuestas459. Haya de la Torre interpretaba que la
realidad de América Latina y su referente indoamericano era un límite para la
metodología marxista que, en esos tiempos, tenía pretensiones de validez
universal. En pocas palabras, según Haya de la Torre, el universalismo marxista
como método no era apto para la realidad local de América. Mariátegui, por su
lado, sí reconocía la validez del método marxista, ya que lo consideraba muy
dinámico, abierto hasta tal punto que tenía posibilidades de ser adaptado
458 ALBERTO FLORES GALINDO, “La polémica Haya- Mariátegui”, en, Obras completas, SUR Casa del Socialismo, Lima, 1994, p. 276. 459 JOSÉ MARÍA IMBERNON, “Mariátegui y Haya de la Torre: actualidad de un debate”, en, ROLAND FORGUES, Mariátegui. Una verdad actual siempre renovada, Lima, Amauta, 1994, pp. 123-135.
271
dialécticamente a diversas realidades históricas, ofreciendo alternativas para
incorporarlo a la realidad del continente americano460.
En Haya de la Torre nos encontramos con la pretensión de construir un
híbrido doctrinario nacionalista con algún tinte social que llamó socialismo
vernáculo. Mientras que Mariátegui, dada su tendencia al internacionalismo del
marxismo, se inclinó más por un marxismo latinoamericano que sintetizara la
propuesta europea del marxismo con las diferentes realidades y culturas de los
países de América Latina. Haya de la Torre
“planteó su propuesta como una revisión del marxismo esquemático,
señalando que no cabía “inventarle” un ambiente europeo a la
realidad americana, sino “descubrir” las verdades de esta realidad en
sus propios espacio y tiempo históricos”461.
Tras este intento de síntesis de parte de Mariátegui, sus detractores, y
especialmente los del APRA, lo acusaron de “eurocéntrico”. Sin embargo,
Mariátegui aclaró las dudas a través de toda su obra, que pretendía echar las
semillas en el continente de las posibilidades de aplicar creativamente el método
dialéctico, proponiendo una transformación del marxismo.
Mariátegui escribe una carta a la célula aprista en México, que denota el
conflicto que sufre el Amauta por la ruptura de dos formas, en un principio, de
concebir el socialismo. Entre muchas cosas, expone algunos puntos interesantes
que demarcan el conflicto:
“He leído un segundo manifiesto del comité central del Partido
Nacionalista Peruano, residente en Abancay. Y su lectura me ha 460 Cfr. RAÚL FORNET BETANCOURT, “Marxismo y Filosofía”, en, Pensamiento Crítico Latinoamericano, Conceptos fundamentales, Volumen II, Ediciones Universidad Católica Silva Henríquez, Santiago de Chile, 2005, pp. 632-633. 461 NILS CASTRO, Las izquierdas latinoamericanas, observaciones a una trayectoria, Fundación Friedrich Ebert, Panamá, 2005, p. 25.
272
contristado profundamente; 1° porque, como pieza política, pertenece
a la más detestable literatura eleccionaria del viejo régimen; y 2°
porque acusa la tendencia de cimentar un movimiento –cuya mayor
fuerza era hasta ahora su verdad- en el “bluf” y la mentira. Si ese
papel fuese atribuido a un grupo irresponsable, no me importaría su
demagogia...Pero al pie de ese documento está la firma de un comité
central que no existe, pero el pueblo ingenuo creerá existente y
verdadero. ¿Y es en estos términos de grosera y ramplona demagogia
criolla, como debemos dirigirnos al país? No hay ahí una sola vez la
palabra socialismo. Todo es declamación estrepitosa y hueca de
liberaloides de antiguo estilo... Por mi parte, siento el deber urgente
de declarar que no adheriré de ningún modo a este Partido
Nacionalista Peruano que, a mi juicio, nace tan descalificado para
asumir la obra histórica en cuya preparación hasta ayer hemos
coincidido”462.
Mariátegui trata de aclarar que su movimiento es socialista de tipo
marxista y que no está adherido a ninguna tendencia llamada Partido
Nacionalista, que para él no es más que un grupo demagogo que está
confundiendo al pueblo. Mariátegui insiste en el carácter frentista del APRA, y si
había necesidad de fundar un partido debía nacer como una decisión autónoma
de la clase trabajadora. El socialismo, por tanto, no está adscrito a una zona o
un monopolio, sino que es una iniciativa que, aunque haya nacido en Europa, se
debe a la humanidad, y en este caso, al continente americano. De ahí viene la
universalidad del marxismo que defiende Mariátegui frente al socialismo local y
vernáculo que defienden los seguidores de Haya de la Torre. La revolución
latinoamericana no es más que una etapa de la revolución mundial.
462 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Carta a la célula aprista en México. Correspondencia, Tomo II, Empresa editora Amauta, Lima, 1984, pp. 371-373, citado en: ALBERTO FLORES GALINDO, y RICARDO PORTOCARRERO GRADOS, Invitación a la vida heroica, José Carlos Mariátegui. Textos esenciales, Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima, 2005, p. 430.
273
Néstor Kohan nos explica que el centro del problema es que Haya propone
seguir el camino del partido:
“Haya de la Torre pretendía hegemonizar en sentido inverso al APRA,
transformando repentinamente su organización frentista en un
partido, al tiempo que propiciaba para nuestro continente una
revolución de tipo democrático-burguesa (tomando como modelo tanto
a la china como a la mexicana). Según él, la historia mundial seguía un
decurso histórico evolutivo. No se podían saltar etapas...Según Haya
de la Torre no se podía plantear una revolución socialista
antiimperialista , dada la estructura social del continente463”.
Haya de la Torre afirma que en lugar de proponer la asunción del
socialismo en el Perú, se debería desarrollar un capitalismo nacional capaz de
superar a la sociedad atrasada semicolonial464. En este sentido, mientras
Mariátegui se dispuso a estudiar los factores internos de atraso del Perú, Haya de
la Torre atendió los factores externos al Perú, sobre todo, en la penetración que
tiene el imperialismo. Este capitalismo nacional, según Haya de la Torre, debe
tener características de autonomía y proyección social, similar al que había visto
en México465. En su propuesta plantea que el capitalismo debe realizar la
nacionalización progresiva de la riqueza para quitársela al imperialismo de su
época, que él describía como feroz,
“para entregarla a quienes trabajen en provecho del bien colectivo, a
través de corporaciones de fomento. Como etapa previa al socialismo,
ese nacionalismo capitalista respetaría la riqueza individual,
463 NÉSTOR KOHAN, De Ingenieros al Che, ensayos sobre el marxismo argentino y latinoamericano, Editorial Biblos, Buenos Aires, pp. 98-99. 464 Cfr. DENIS SULMONT, “Mariátegui y el rol de los trabajadores”, en, Las aventuras de Mariátegui, nuevas perspectivas, Pontificia Universidad Católica de Perú, Lima, 1995, pp. 378-379. 465 NILS CASTRO, Op. Cit., pp.26-27.
274
ofreciendo ancho campo a la iniciativa privada que promoviera la
“desfeudalización” y el progreso de los pueblos indoamericanos”466.
Mariátegui, en oposición a Haya de La Torre, ve que en las comunidades
indígenas hay semillas del socialismo. Para él, no es necesario pasar por un
desarrollo capitalista de los pueblos indígenas para asumir los retos principales
de la promulgación del marxismo. La propuesta de Mariátegui será precisamente
partir de la situación histórica de los indios.
4.2 El debate con la III Internacional socialista
Lo central de esta polémica está contenido en la propuesta del marxismo
de Mariátegui, especialmente en la consideración del indígena como sujeto
protagónico de la revolución. Cuando se fundó el Partido Socialista Peruano sus
representantes participaron en el debate sobre “el problema de las razas”,
celebrado en Buenos Aires, en 1929. Los representantes peruanos llevaron un
documento elaborado por Mariátegui y Hugo Pesce, cuyo hilo conductor era la
idea de que los indígenas se situaban como los sujetos desde los cuales parte la
revolución. El documento sostenía que los problemas económicos del Perú se
debían enfocar desde la matriz del problema indígena y el de la tenencia de la
tierra, y que el problema indígena no era un problema étnico, sino que era un
problema económico y social467. Además, llevaron otros dos artículos redactados
por Mariátegui que fueron Balance de la acción clasista y Punto de vista
antiimperialista que marcó el distanciamiento radical con el aprismo468.
El coordinador de III Internacional, sección Buenos Aires, Vittorio
Cadovilla, trató de situar al encuentro bajo criterios hegemónicos en aras del
466 Ibid., p. 26. 467 Cfr. FERNANDA BEIGEL, “Mariátegui y las antinomias del indigenismo”, en, Utopía y Praxis Latinoamericana, Conycet, Mendoza, 2001, p. 52. 468 NELSON MANRIQUE, “Mariátegui y el problema de las razas”, en, GONZALO, PORTOCARRERO, (Edt.), La aventura de Mariátegui, nuevas perspectivas, Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial, Lima, 1995, p. 465.
275
comunismo internacional. Y fueron varios los puntos que no aceptaron de los
delegados peruanos.
Los organizadores de la Conferencia Comunista no aceptaron la tesis de
que las masas indígenas tuvieran el protagonismo en el programa revolucionario
peruano, ya que esas masas representaban la feudalidad y sobre esta etapa
histórica no se podría construir de ninguna forma el socialismo. Es más, en el
contexto de la Conferencia de Buenos Aires, se consideraban a las naciones
americanas como lugares semicoloniales.
“José Aricó sostiene que la posición que más peso tuvo dentro de la
Internacional fue que nuestros países no eran naciones y que con la
revolución tampoco podría culminar el proceso de formación nacional,
porque se borrarían las fronteras y se crearía una federación de
repúblicas obreras y campesinas”469.
Las críticas al planteo de Mariátegui, por parte de la III Internacional,
continuaron luego de la Conferencia de 1929, con la acusación de que Mariátegui
se había convertido en un pensador “pequeño-burgués”,
“que creía que el socialismo llegaría al Perú por una vía especial, sin
la dirección de un partido proletario... Finalmente, ni en la Unión
Soviética se respetaron las autonomías nacionales ni los partidos
comunistas aceptaron al indio como sujeto de la revolución”470.
El otro tema que no aceptaron fueron los escritos de Mariátegui ya que los
consideraban fruto de un intelectual que no tenía una relación con la realidad. Es
más, a los intelectuales los miraban con recelo dadas sus propuestas sorpresivas
469 Ibid., p. 53. 470 Ibid., p.53. Cita a la vez a V.M. MIROSHEVSKI, El populismo en el Perú. Papel de Mariátegui en la historia del pensamiento social latinoamericano (publicado en la URSS en 1941 y en Dialéctica, La Habana, en 1942).
276
e inusitadas. Los escritos de Mariátegui despertaban sospecha por su carácter de
inacabados, tal como lo apuntaba su texto insigne de Siete ensayos de
interpretación de la realidad peruana. Tal escrito ensayaba una propuesta para
el Perú partiendo, según el método marxista, del problema económico. Esa
“inseguridad” de las tesis no le cayó en gracia a Cabovilla, porque chocaba con el
carácter de dogma inamovible que le daban al marxismo los participantes de la
Conferencia Comunista.
Las objecciones del Komitern a la obra de Mariátegui Los siete ensayos de
interpretación de la Realidad Peruana, estaban dirigidas tanto a la estructura
como a los contenidos de la misma. En cuanto a la estructura del libro en forma
de ensayo, les parecería extraño a los intelectuales del Komitern tan
acostumbrados a las reglas fijas. Esta forma ensayística daba lugar a estar
abiertos a ciertos hallazgos que provenían de la realidad. La realidad no se
ensaya, dirían los del Komitern. Mariátegui sostuvo que América Latina tenía sus
propias peculiaridades, distintas de las europeas, y por ende, no correspondía
proponer el mismo marxismo propuesto para Europa. En cuanto al contenido,
estaba por demás claro que el Komitern se opondría a presentar la realidad del
indio como el sujeto clave de la revolución. Así, dirá Mariátegui:
“el marxismo de cada país, en cada pueblo, opera y acciona sobre el
ambiente, sobre el medio sin descuidar ninguna de sus
modalidades”471.
Para Mariátegui era importante el hecho de que el marxismo debía
hacerse desde las condiciones materiales y espirituales de América Latina. Él
consideraba ese proceso por el mismo hecho de considerar al marxismo
internamente dialéctico. Esta característica dialéctica está abierta a la realidad
histórico-social de los pueblos. 471 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Mensaje al congreso obrero”, en, Revista Amauta, Editora Amauta, facsímile, número 5, Lima, 1927,p. 35.
277
Otro concepto en que diferían los miembros de la Conferencia con la
delegación peruana de Pesce y Portocarrero fue la manera de abordar el
concepto de imperialismo por parte del socialismo y del comunismo. El problema
no solamente era de orden teórico, sino que se ponía en discusión la misma
estructura de formación fundada por Mariátegui. Así,
“desde esta perspectiva, la crítica de su denominación (“socialista”) y
el reclamo apremiante de su cambio (por el de “comunista”) no
representan un asunto de mero nominalismo. Lo que ocurre es que, a
partir de una visión del partido como una vanguardia separada de la
sociedad, el Bureau Sudamericano de la Komintern advierte la
novedad del partido peruano y trata de exorcizarla”472.
5. El mito como categoría en el marxismo de Mariátegui
Una de las características más notables de la propuesta marateguiana fue
tomar la categoría de mito para relacionarla con el socialismo. El mito le ayudó a
Mariátegui en el diagnóstico que hizo de los pueblos, tanto de Europa como de
América. En sus palabras, se trataba de leer la historia desde un estado de
ánimo473. Con originalidad, ligó la categoría de mito con la perspectiva de masas
y muchedumbres, permitiéndole esbozar el socialismo como un hecho al cual se
debe acoger con pasión y con fe. En síntesis el mito sirve para movilizar a las
masas474. Concibe el mito como factor ideológico de cohesión y movilización
social que lleve a éstos a conquistas políticas deseables. El mito no estabiliza
sino más bien despierta la acción transformadora. Con el mito, Mariátegui toma
472 CARLOS ARROYO REYES, “La parábola mariateguiana de Antonio Melis”, en, Cuadernos americanos, No. 81, Mayo –Junio, UNAM, 2000, También en Centro de Estudios y Trabajos “América Latina”, Upsala, Suecia en el sitio: http://web.presby.edu/lasaperu/arroyo3.htm , p. 14. 473 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Signos y Obras, Op. Cit., p. 39. 474 ZENÓN DEPAZ TOLEDO, “La categoría mito en la obra de Mariátegui”, en, Anuario Mariateguiano, Vol. 3, número 3, Lima, 1991, pp. 32-33.
278
muy en cuenta los elementos superestructurales del marxismo y, en particular,
los componentes de la pasión y la voluntad colectiva.
Si nos avocamos a la palabra mito475 que a pesar de todo lo peyorativo que
puede resultar el término en la actualidad, posee una carga creadora, hecha a
partir de costumbres y tradiciones. Es una explicación, a veces ambigua, del
mundo y de la realidad. Los mitos no son dogmáticos sino que son fluidos e
interpretables. En la tradición griega, los mitos están cargados de poesía
(poiesis) y de pasión (pathos)476, capaces de mover a las masas a la acción. En
este primer acercamiento podemos decir que, a partir de un estudio de Fernando
Andacht, usando la semiótica de C. S. Pierce, el mito está en una relación con la
comunidad imaginada y el imaginario social477.
El concepto de mito de Sorel en la obra de Mariátegui478
La intención de Sorel por construir un marxismo menos mecanicista fue lo
que llamó la atención de Mariátegui. En este empeño sobresale la importancia
del mito social y el mito revolucionario que proponía Sorel479. Mencionaremos
algunas ideas destacables del francés: La primera de esas ideas es el concepto
antropológico que presenta al hombre como un ser dinámico y creador, y que se
realiza a través de sus obras. La humanidad se ha desorientado y necesita una
fuerza moral, mediante el desarrollo de hombres nuevos, bien formados y
organizados colectivamente, para salir del estado de postración. Los
475 Del griego Mythos que quiere decir “palabra” o “historia” que trata de explicar la realidad, a veces valiéndose de metáforas. 476 Poesis como acto creativo y pathos como acto pasional del individuo. Este binomio es una constante en la propuesta mariateguiana. 477 FERNANDO ANDACHT, “Una (re)visión del mito y de lo imaginario desde la semiótica de C.S. Pierce”, en, Cuadernos, Revista de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, número 17, Universidad de Jujuy, San Salvador de Jujuy, 2001, pp. 11-28. El autor hace una relación entre Sorel, Durkheim y Lacan. 478 George Sorel (1847-1922) era un ingeniero francés, quien se opuso a una visión mecanicista del marxismo. Además, se opone a las tesis racionalistas de su tiempo, especialmente a las tesis de los hegelianos. 479 CRISTO JAMME, Introducción a la filosofía del mito. Del mito en la época moderna y contemporánea, Paidós Studio, Barcelona, 1997, pp. 175-176.
279
trabajadores son la única clase auténticamente creadora de nuestro tiempo. Los
proletarios son los portadores de los valores auténticos que necesita la sociedad.
Para recrear el mundo y para que éste cambie, se necesita del conflicto para
purificar el colectivo y así construir un colectivo unido y solidario. En este
aspecto, la democracia ha caído en la decadencia convirtiéndose en una
estructura inestable. Para cambiar se necesita el acto creativo de los
trabajadores unidos en el colectivo y muchas veces se necesitará la violencia
para crear otro mundo mejor.
Entre las características principales de Sorel, que se podrían asemejar a la
propuesta de Mariátegui, podemos mencionar la importancia que le da al anti-
dogmatismo, al anti-racionalismo, a la fuerza moral de los revolucionarios, al
colectivo como organización con fines, a la pasión y al entusiasmo en la lucha, y
al acto creativo.
Mariátegui se vuelve deudor de Sorel en el tema del mito social. La
cristalización del mito lo hace a partir de la relación entre la significación del
indígena, determinante en la cultura peruana, y la figura del obrero en la
sociedad industrial peruana.
“Superando las bases racionalistas y positivistas del socialismo de su
época, Sorel encuentra en Bergson y los pragmatistas ideas que
vigorizan el pensamiento socialista, restituyéndolo a la misión
revolucionaria de la cual lo había alejado el aburguesamiento
intelectual y espiritual de los partidos y de sus parlamentarios, que se
satisfacían, en el campo filosófico, con el historicismo más chato y el
evolucionismo más pávido. La teoría de los mitos revolucionarios, que
aplica al movimiento socialista la experiencia de los movimientos
religiosos, establece las bases de una filosofía de la revolución...”480.
480 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Defensa del marxismo”, en, Amauta, número 17, Lima, 1928, p. 5. (edición facsímile). Es la última obra de Mariátegui con la cual responde críticamente a la obra
280
Mariátegui proponía la lucha revolucionaria o bien la agonía
revolucionaria481, leyendo entre líneas a Unamuno; es una manera de
encantamiento del mundo y de situarse en la realidad. Ante esto el peruano
insiste que la lucha revolucionaria también es mística y religión. Esta lucha, por
tanto, es religiosa y secular. Proponiendo el marxismo en América Latina más
allá de un reflejo de las experiencias europeas, propuso un hecho creativo
presentando al socialismo desde el mito revolucionario, alejándose de un
marxismo frío y vertical.
“El socialismo y el sindicalismo, a pesar de su concepción materialista
de la historia, son menos materialistas de lo que parecen. Se apoyan
en el interés de la mayoría, pero tienden a ennoblecer y dignificar la
vida. Los occidentales son místicos y religiosos a su modo. ¿Acaso la
emoción revolucionaria no es una emoción religiosa? Acontece en el
Occidente que la religiosidad se ha desplazado del cielo a la tierra. Sus
motivos son humanos, son sociales. Pertenecen a la vida terrena no a
la vida celeste”482.
Para la comprensión del marxismo de Mariátegui es decisivo entender la
definición de mito en el peruano. Ante todo, es bueno reconocer primariamente
que usa esa definición en reacción al auge del positivismo de su época y porque
éste, en términos generales, dejaba a un lado el significado del ser humano, por
la preponderancia del uso de la ciencia. En ese sentido, el mito, “más que una
narración se constituye una fuerza social de representar y operar el mundo de la
de Henri de Man: Más Allá del marxismo. Ver también: ALFREDO BOSSI, “La vanguardia enraizada. El marxismo vivo en Mariátegui”, en, Anuario Mariateguiano, volumen 4, Editora Amauta, Lima, 1992, pp. 93- 101 481 MICHAEL LOWY, “Mística revolucionaria: José Carlos Mariátegui y la religión”, en, Utopía Y praxis revolucionaria, número 25, Maracaibo, 2005, p. 53. 482 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Ganhdi”, en, La Escena Contemporánea, p. 32.
281
vida formando parte normativa de la acción”483. Esta primera aproximación del
mito es de orden existencial, nos da fuerza para vivir, como motor de acción, de
vida. La misión del mito no es estabilizar, sino dirigir la voluntad de los hombres
hacia la acción transformadora484. La fuerza que lleva a los revolucionarios a
cumplir lo que se han propuesto. En este sentido, tiene la capacidad de
enrumbar la realidad, el mito es
“una meta y un andar incesante de los hombres, requiere de metas
renovables...Importa, por tanto, resaltar el carácter prospectivo,
teleológico del mito mariateguiano, que lo diferencia radicalmente
del mito tradicional, que se fundamenta más bien en una concepción
cíclica del tiempo”485.
El mito trata de responder a la cotidianidad y a la integralidad. Trata de
responder a la unidad para darle sentido a las realizaciones de las masas. Esta
perspectiva de unidad permite articular la praxis, darle un carácter definido y
orgánico definido por la lucha permanente por realizar el mito486. Se trata de
responder a la realidad que era la finalidad del marxismo de Mariátegui:
“En la práctica no es posible aislar un problema –dice Mariátegui-, éste
adquiere una connotación definida desde una perspectiva de conjunto;
sólo desde esta perspectiva es posible discriminar los factores
principales y secundarios”487.
Mariátegui, con su planteo, reacciona contra el positivismo de su época y
contra el uso exclusivo de la razón en algunas propuestas teóricas. Así, el
483 CARMEN ROSA BALBI, “Mariátegui el marxismo y nuestro tiempo”, en, La aventura de Mariátegui. Nuestras perspectivas, Pontificia Universidad Católica del Perú y Fondo Editorial, Lima, 1995, pp. 570-571. 484 ZENÓN DEPAZ TOLEDO, Op. Cit., p. 45. 485 Ibid., p. 46. 486 Ibid., p. 47. 487 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Peruanicemos el Perú, Op. Cit, p. 125.
282
peruano se opone a toda visión utopista del progreso porque echa en falta un
análisis sobre la situación del ser humano y de todas sus posibilidades históricas.
Dice Mariátegui del pensamiento de su época, especialmente en tiempos de la
Primera Guerra Mundial:
“La filosofía evolucionista, historicista, racionalista, unía en los
tiempos prebélicos, por encima de las fronteras políticas y sociales, a
las dos clases antagónicas. El bienestar material, la potencia física de
las urbes, habían engendrado un respeto supersticioso por la idea de
progreso. La humanidad parecía haber hallado una vía definitiva.
Conservadores y revolucionarios aceptan prácticamente las
consecuencias de la tesis evolucionista. Unos y otros coincidían en la
misma adhesión a la idea del progreso y en la misma aversión a la
violencia”488.
Para Mariátegui, si se quiere llegar a las masas, no debe hacerse por el
positivismo, sino a partir de la categoría del mito489. Para él la decadencia de
Occidente consiste en que la población no tiene un mito que lo empuje a la
acción, se carece de un mito que organice y ponga fines a las iniciativas
colectivas. Es por eso que promulga que las clases trabajadoras tengan un mito
que los empuje a la transformación:
“El mito liberal renacentista ha envejecido demasiado. El proletariado
tiene un mito: la revolución social. Hacia ese mito se mueve con fe
vehemente y activa. La burguesía niega; el proletariado afirma. La
inteligencia burguesa se entretiene en una crítica racionalista del
método, de la teoría, de la técnica de los revolucionarios. ¡Qué
incomprensión! La fuerza de los revolucionarios no está en su ciencia;
488 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, El alma matinal, Op. Cit., pp. 13-14. 489 Cfr. ANTONIO MELIS, “Mariátegui, primer marxista de América”, en, Mariátegui. Tres estudios, Biblioteca Amauta, Lima, 1971, pp. 42-43.
283
está en su fe, en su pasión, en su voluntad. Es una fuerza religiosa,
mística, espiritual. Es la fuerza del mito”490.
Mariátegui considera que el hombre contemporáneo, expresado en la
civilización burguesa, ha caído en la decadencia y en el escepticismo. Esto ha
sido producido porque los hombres se han centrado únicamente en la razón y en
la ciencia. Para el peruano los hombres no viven con sentido si carecen de un
mito.
“No se vive fecundamente sin una concepción metafísica de la vida. El
mito mueve al hombre en la historia. Sin un mito la existencia del
hombre no tiene ningún sentido histórico. La historia la hacen los
hombres poseídos e iluminados por una carencia superior, por una
esperanza súper-humana; los demás hombres son el coro anónimo del
drama. La crisis de la civilización burguesa apareció evidente desde el
instante en que esta civilización constató su carencia de un mito”491.
Sin un mito la sociedad vive, en palabras de Ortega y Gasset, der
Untergang, el ocaso, la caída anímica de la sociedad. Con el mito, en cambio, la
sociedad, usando palabras de Romain Rolland, se ve der Aurgang, se ve la luz, el
alba y el deseo de seguir viviendo492. En este sentido, hay una profunda
diferencia entre la burguesía y el proletariado; mientras los primeros vagan sin
sentido por la vida, los segundos tienen un mito que les sirve de orientación y,
sobre todo, les sirve de pasión y de fe, las cuales inyectan el espíritu
revolucionario de los proletarios para buscar la transformación de los hechos. Es
la fuerza del mito que empuja a los revolucionarios a luchar.
Esta fuerza del mito no camina sola, sino que lo hace de la mano con el
método, con la forma en que se van a encarar las transformaciones. Además, el 490 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, El alma matinal, op. Cit., p. 22. 491 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “El hombre y el mito”, en, Alma Matinal, Op. Cit., p. 24. 492 Ibid., p. 27.
284
mito no funciona sobre un determinado individuo, sino que actúa sobre el
colectivo, sobre las multitudes. Fe, mito, método: todos van de la misma mano.
El mito es el motor de la lucha definitiva, de la “lucha final”493 que, por
ejemplo, libraron los proletarios rusos para llegar al poder. Mariátegui considera
que el mito es creación heroica y colectiva que se va construyendo
cotidianamente. Es una praxis permanente que busca los cambios que el
colectivo se ha imaginado.
En definitiva, Mariátegui veía un ascendiente religioso en el marxismo, en
el cual unía la visión idealista con la materialista. Mariátegui dice:
“El materialismo socialista encierra todas las posibilidades de
ascensión espiritual, ética y filosófica. Y nunca nos sentimos más
rabiosa y eficaz y religiosamente idealistas que al asentar bien la idea
y los pies en la materia”494.
Con esta visión, Mariátegui se encamina a una idea de marxismo integral
que responde a los cambios dinámicos de la realidad. Mito y método en
Mariátegui son realidades contemporáneas a la que no les caben cirugías: la
creencia inunda la pasión y ésta se manifiesta en la acción permanente de los
colectivos.
6. El método marxista de Mariátegui.
El otro elemento central en Mariátegui para comprender su marxismo es el
método. Ciertamente el método no sólo es un instrumento más, sino que es la
493 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “La lucha final”, en, Alma Matinal, Op. Cit., pp. 29-32. Mariátegui, en este artículo, ofrece varios ejemplos de lo que hacen las luchas de las multitudes para transformar la situación existente. 494 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Aniversario y Balance”, en, Revista Amauta, editorial, número 17, Edición facsímile, Editora Amauta, Lima, 1928, p. 3.
285
revitalización del mito y la puesta en práctica de aquello que promulga con fe: el
socialismo.
El método marxista de Mariátegui fue una novedad para el marxismo en
América Latina. Mariátegui se alejó de interpretaciones dictadas por sus
contemporáneos: del relativismo de Haya de la Torre o del materialismo
mecanicista de Codovilla. Mariátegui no buscó un materialismo metafísico
prescriptivo que lo llevara a establecer una ley universal. El método
mariateguiano se va a suscribir desde la historia495.
Néstor Kohan expone tres operaciones teóricas sobre este método. La
primera operación es que se trató de un instrumento de análisis productivo que
no quería caer en un sistema dogmático de interpretación. La segunda operación
le permitió distanciarse del paradigma político que se basaba en el Manifiesto
Comunista y con esto se alejó de una interpretación meramente europea. La
tercera operación le permitió a Mariátegui analizar el avance y la expansión
colonial e imperial del capital occidental sobre el resto del mundo desde una
perspectiva interna de las regiones oprimidas496. Dice Kohan sobre esta visión
histórica de la metafísica marxista:
“Estas tres operaciones teóricas en su conjunto (el marxismo como
método de análisis y no como esquema apriorístico, ruptura con el
paradigma del Manifiesto y estudio del imperialismo desde la fuerza
social oprimida) contribuyeron, a su vez, a la superación de los rígidos
moldes ideológicos que la clase dominante había impuesto...497”
El método para Mariátegui está históricamente situado, se debe encontrar
en la realidad. Por eso este marxismo no opera en cada nación como una 495 Cfr NÉSTOR KOHAN, De Ingenieros al Ché, ensayos sobre el marxismo latinoamericano, Editorial Biblos, Buenos Aires, pp. 108-111. Se debe consultar el apartado: “La centralidad del método”, en, Los combates de Mariátegui. 496 Ibid., p. 108, 109 y 111. 497 Ibid., p. 110.
286
“simple” aplicación, sino como una clave de lectura para la realidad de cada
nación. Mariátegui, en el Mensaje al Congreso Obrero, afirmó lo siguiente:
“El marxismo... es un método fundamentalmente dialéctico. Esto es,
un método que se apoya íntegramente en la realidad, en los hechos.
No es, como algunos erróneamente suponen, un cuerpo de principios
de consecuencias rígidas, iguales para todos los climas históricos y
para todas las latitudes sociales. Marx extrajo su método de la entraña
misma de la historia. El marxismo, en cada país, en cada pueblo,
opera y acciona sobre el ambiente, sobre el medio, sin descuidar
ninguna de sus modalidades”498.
El método de Mariátegui, que es un método marxista, se caracterizó por
no buscar el carácter dogmático ni científico del mismo. Este método unido al
mito no sólo buscaba la nueva sociedad sino que se centraba en la lucha por
alcanzarla. Su concepción vitalista y activista del marxismo lo alejó de todo
intento de ver la realidad desde leyes absolutas y rígidas.
En su obra Defensa del Marxismo, Mariátegui afirma que la crítica marxista
estudia concretamente la sociedad capitalista y que mientras el capitalismo no
ha pasado, se justifica una actualización del pensamiento marxista499. Esta
aseveración sobre el método que hizo Mariátegui tiene dos acepciones
fundamentales, según César Germaná:
“primero, la tajante delimitación del ámbito de la teoría de Marx al
análisis de la sociedad capitalista; desde este punto de vista, no
considera al marxismo como una teoría general de la historia. Y esta
posición es congruente con su concepción de la radical historicidad del
conocimiento. Segundo, el método va ser considerado como una
498 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Ideología y Política, Editora Amauta, Lima, p. 112. 499 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Defensa del marxismo”, en, op. Cit., pp. 40-41.
287
perspectiva –un hilo conductor- para orientarse en el conocimiento de
la realidad social”500.
Si el método, como hemos dicho antes, está condicionado por los procesos
históricos entonces tendremos un método marxista dinámico y abierto que se
pliega según la realidad vivida. El marxismo de Mariátegui no es una concepción
mecanicista de la historia, no condiciona la historia, sino que opera según la
historia, y “así puede operar en cada país, no como aplicación de una teoría
general sino como el descubrimiento de la lógica de esa realidad”501.
Mariátegui comprende que si el método marxista es dialéctico éste a su
interior debe ser transformador, que no es un dogma absoluto, sino que respeta
los datos de la realidad social y, sobre todo, la capacidad de los revolucionarios.
No iba a la realidad con precomprensiones ni con marcos filosóficos
deterministas. Para Mariátegui este método marxista nace como producto de la
realidad social y como producto de la historia.
Según Mariátegui, el marxismo nace en la sociedad capitalista. En este
método, para que fuera fiel a lo dinámico de la realidad, tenía que cruzarse la
teoría con la práctica. Así, para la realidad de América Latina, el marxismo no
sólo debía buscarse en Marx o en los marxistas, sino que había que buscarlo, en
su caso, en la realidad peruana. Se debía pensar la revolución socialista desde la
perspectiva del Perú y en su problema básico, en la realidad de los indígenas que
han sido marginados de todo el desarrollo de su país. La teoría, la experiencia de
Marx debía relacionarse con la práctica que brotaba de la realidad del Perú, tal
como está descrito en su obra fundamental Siete ensayos de interpretación de la
realidad peruana.
500 CÉSAR GERMANÁ, “La concepción política de José Carlos Mariátegui”, en, Anuario Mariateguiano, vol. 6, número 6, Editora Amauta, Lima, 1994, p. 133. 501 Ibid., p. 134.
288
En esta obra, Mariátegui comienza por la realidad más acuciante. Respeta
el método marxista de comenzar por las condiciones materiales especificadas en
la economía. Sin embargo, su comienzo se basa en las condiciones materiales de
los indios hasta pasar al hecho político, educativo y cultural de todo el Perú.
Pero la producción económica como
“poiesis no tiene sentido en sí misma, sino por su articulación con una
acción ético-política (la praxis) que la asume y ordena, y que
constituye el centro de pensamiento tanto marxiano como
mariateguiano”502.
La praxis para Mariátegui es la que puede convertir al método marxista en
una acción ética y política, y que se acerca a la visión que tiene Marx en su tesis
6 sobre Feuerbach, en la que dice que la praxis es capaz de hacerse cargo del
conjunto de las relaciones sociales y que, en esas relaciones, se dan la
transformaciones de la sociedad.
Pero la praxis no sólo empuja a la teoría y al ejercicio intelectual. La
praxis empuja también para que se dé la ética. La ética es de vital importancia
para la construcción del socialismo, especialmente en su lucha contra el
capitalismo, en cómo los trabajadores, fieles a su clase, luchan contra todo
aquello que les produce la represión. Ciertamente, en el Perú esta tarea la tenía
que cumplir no tanto el obrero, sino, sobre todo, el indio. En este sentido,
Mariátegui considera que no hay praxis sin la identificación con un colectivo o
una clase determinada. La clase sólo existe en la medida en que haya hombres
que luchan por intereses que sienten comunes503. Y por ello, Mariátegui aprecia
como valioso el aporte comunitario del mundo incaico, que para él tiene
elementos de un socialismo práctico. Para el peruano, es de vital importancia
502 FRANCIS GUIBAL, “Mariátegui: Legado y Herencia”, en, Anuario Mariateguiano, vol. 6, número 6, Editora Amauta, Lima, 1994, p. 201. 503 ALBERTO FLORES GALINDO, “Mariátegui y el movimiento obrero”, en, Obras Completas, Tomo II, SUR, Casa de Estudios del Socialismo, Lima, 1994, p. 570.
289
tomar en cuenta la confluencia entre los indígenas y los obreros, ya que desde
ellos como fuerza social se puede transformar la realidad. Nuevamente nos hace
la síntesis entre el colectivo y el revolucionario visto desde la experiencia de los
indígenas. De hecho, no sólo la introducción del elemento indígena al proceso
socialista pareció novedoso, sino la primacía que le dio al problema agrario y al
problema del mundo rural en el Perú.
En esta síntesis, como en las muchas que hace Mariátegui, une dos
problemáticas que parecen irreconciliables: la modernidad y la tradición; lo
nacional y lo internacional. Con estas síntesis, Mariátegui quiere mostrar que la
propuesta socialista puede ser viable para los pueblos de América Latina, de tal
manera que se busque algo más allá de la ciencia marxista, es decir, la
construcción de una práctica ética del marxismo504.
Esto hace que el método de Mariátegui sea un método situado en la
realidad, que sea un método que se desarrolla “desde abajo”; y que cualquier
tipo de interpretación que se haga desde otro lugar no tendría las garantías de
buscar el bien común de las víctimas de todo poder505.
Por estas razones, Mariátegui ve en el marxismo las posibilidades de hacer
de ese método un acto creativo y siempre nuevo. Es un método creativo para un
mundo que se encuentra en decadencia. Una creación tejida con voluntad
práctica. Esta creación debía hacerse desde las condiciones existentes, por ello
lo llevó a plantearse tesis que iban a ser despreciadas por los marxistas más
“ortodoxos”: alianza obrero-campesina, el salto del mundo feudal a un modelo
socialista, tal como lo propone para el Perú, etc. Se necesitaba que todo
estuviera integrado al método ya que la realidad era sumamente compleja. El
método marxista de Mariátegui va muy unido al mito, tal como hemos afirmado 504 Cfr. FRANCIS GUIBAL, “Mariátegui y Unamuno”, en, Anuario Mariateguiano, vol. 1, número 1, Editora Amauta, Lima, 1989, p. 159. 505 Este método que parte “desde abajo” lo tenemos claramente expresado en la Teología de la Liberación, para la cual los pobres representan el lugar teológico donde se debe empezar a hacer teología en el continente de América Latina.
290
antes. El método tiene que ser actuado con pasión, con agonía, como un
verdadero elan vital y con entusiasmo por la época que toca vivir. Mariátegui
afirma en el número 17 de la revista Amauta:
“No vale la vida perfecta, absoluta, abstracta, indiferente a los
hechos, a la realidad cambiante y móvil; vale la vida germinal,
concreta dialéctica, operante, rica en potencia y capaz de
movimiento”506.
Pero todo esto no sólo quedó en la relación entre el mito y el método;
entre la teoría y la práctica. El marxismo para Mariátegui fue un estilo de vida,
fue una manera de enfrentarse con el mundo y la realidad. Fue un proyecto de
vida que se convirtió en el proyecto colectivo de muchos pueblos.
6.1. El método del marxismo de Mariátegui: un odós en los Siete
ensayos de interpretación de la realidad peruana.
La obra significativa de Mariátegui, Siete ensayos de interpretación de la
realidad peruana, inaugura una nueva metodología interpretativa del Perú
utilizando un instrumental marxista. En esta su obra más significativa, siguiendo
la visión contextualizante marxista, Mariátegui diseña un ejercicio dialéctico
tomando como base los problemas concretos de la realidad peruana y de América
Latina de su época. De esta manera, analiza el Esquema de la evolución
económica; El problema del indio; El problema de la tierra; El proceso de la
instrucción pública; El factor religioso, Regionalismo centralismo y El proceso de
la literatura.
Esta obra, tiene varios propósitos: primero, usar la metodología marxista
para la interpretación del problema indígena elevando este problema a una
506 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Aniversario y Balance”, en Revista Amauta, núm 17, p. 1.
291
visión internacional y evitando el providencialismo de sus enfoques precedentes.
Así, el tema del indígena ya no debe verse desde el folclore, sino debe ser
elevado a un problema de justicia social. Segundo, se espera que el marxismo
tenga un “descentramiento conceptual europeo y se abra a una categorización
según la realidad de América Latina”507. Con esta apertura se esperaría un
marxismo de corte latinoamericano. Y tercero, propone también un marxismo
que tenga en cuenta el Perú. Con todo ello, sobrevienen dos consecuencias: una,
que hace una síntesis del problema del marxismo de su tiempo. Éste ¿debe ser
nacional o internacional? La otra consecuencia, tal vez más conflictiva, es que se
aleja de una visión “etapista” del marxismo y propone pasar del Perú feudal
semi-industrial al Perú socialista, sin pasar por la consolidación del capitalismo.
Con esta visión chocó frontalmente con los ideólogos de la III Internacional
Socialista que seguían fieles a la consecución de las etapas previas al comunismo.
El choque, que provenía por el constructo marxista de cuño europeo se
confrontaba con la propuesta de Mariátegui, que no sólo representaba un
continente distinto al europeo, sino que provenía de un país “atrasado” y pobre.
Sin embargo, precisamente en las asincronías entre Mariategui y el marxismo
oficial cabía la riqueza del peruano.
Observaremos en los cuadros siguientes las relaciones de la propuesta
marxista con la propuesta de Mariátegui, que para los miembros de la III
Internacional no era una postura “oficialmente” marxista.
507 RAÚL FORNET BETANCOURT, “Marxismo y Filosofía”, en, Pensamiento Crítico Latinoamericano, Conceptos fundamentales, Volumen II, Ediciones Universidad Católica Silva Henríquez, Santiago de Chile, 2005, p. 634.
292
PROPUESTA MARXISTA
Superestructura
Ideológico-cultural
Infraestructura
Relaciones de producción
Condiciones materiales
Socialismo
En la propuesta de Marx se notan bien diferenciadas las etapas del
feudalismo hasta el socialismo. Además, se comienza con el análisis de las
condiciones económicas del obrero (infraestructura) que trascienden hasta los
elementos de la superestructura. La situación económica, en este plano, influye
en todas las demás estructuras como la política, la social, la educativa, etc. Es
más: situaciones de enajenación y explotación están situadas desde la esfera
económica y en forma centrífuga van hacia las otras esferas.
Cultura
Sociedad
Político
Economía Proletariado Sociedad industrial
Feudalismo
Capitalismo
293
En el plano horizontal se describen los modos de producción en evolución
al socialismo pasando por el feudalismo y el capitalismo. Incluso se espera, para
que haya una asunción al socialismo, que el capitalismo se desarrolle en todas
sus etapas, y con ello supone una sociedad industrializada, tal como se vivió en
la Europa decimonónica. Era difícil, en el siglo XIX, y más aún desde la etapa
leninista en adelante, plantearse un desarrollo de modo de producción diferente
a lo expuesto en el esquema.
Sin embargo, pese a la consideración de que para llegar al socialismo debe
estar la etapa previa del capitalismo, históricamente en la Rusia zarista, no se
dio este elemento, ya que había un cierto atraso de las fuerzas productivas de la
sociedad rusa. El mismo Lenin trató de explicar este hecho a partir de la
explicación de la nueva fase del imperialismo del capitalismo. De todas formas,
se dilucidaba que el marxismo no se podía cumplir con la aplicación de algunas
“leyes” de la historia.
Lo interesante en algunos seguidores de Marx, contando entre ellos a
Mariátegui, es que supieron separar el programa socialista de la racionalidad del
siglo XIX, que obedeció a aplicaciones mecanicistas de las propuestas socialistas.
Había que estudiar el contexto para imaginarse la acción socialista en los
pueblos, algunos de ellos industrializados, otros todavía viviendo el atraso de una
sociedad feudal. El problema fue que después de la Revolución Rusa no se
autocriticó este aspecto, es decir, no se criticó la viabilidad de ajustar
cabalmente lo que dijo Marx a las diferentes tipologías de revoluciones que se
comenzaron a dar en el mundo.
Así, el proyecto socialista como programa de la modernidad no entró en la
discusión y, por lo tanto, su racionalidad y su cientificidad tampoco le
permitieron pasar por el crisol de la crítica. Ni siquiera Mariátegui sometió a
critica este aspecto, sino que recogió lo mejor del marxismo, sin caer en un
294
ecumenismo político o en un eclecticismo filosófico, para reorientarlo para los
países de América Latina.
Aun cuando Mariátegui no fue un ferviente crítico de la modernidad, se
puede decir que sí se opuso a ciertos proyectos de la misma, como pueden ser el
positivismo (muy desarrollado en América Latina), el capitalismo, los grandes
proyectos que no cuentan con los pobres. Es más, sin afán de ser un revisionista,
propuso una forma de entender el marxismo que respetara el contexto donde iba
a germinar. Miremos a continuación la propuesta, en los planos vertical y
horizontal de su marxismo, y notaremos ciertas novedades en la aplicación del
mismo.
Las novedades no son casuales ni son propuestas fruto del prurito de la
moda. Mariátegui, sin descuidar en lo esencial a Marx, propone cambios que son
atinentes a la realidad peruana de su tiempo. Tomar en cuenta la base
económica del feudalismo peruano, proponer que los indígenas son los nuevos
sujetos revolucionarios, prever que se deben tomar en cuenta los elementos
estéticos en la revolución son elementos que respondieron a la realidad de su
país. Tristán Maroff, citado por Juan Vargas, dice lo siguiente de Mariátegui:
“Se declaró marxista convicto y confeso en una época de barbarie
americana, cuando el marxismo no cabía en la ignorancia de la
mayoría de los pretendidos intelectuales. Pero no se contentó con ser
marxista literario ni diletante de la doctrina. Comprendió a Marx,
estudió su sistema y supo sacar conclusiones acertadas sobre la
realidad social de su país”508.
Lo inédito de Mariátegui fue definir en términos marxistas la realidad
peruana, cuando lo habitual era sumir esa realidad en el marco de las categorías 508 JUAN VARGAS, “En defensa de José Carlos Mariátegui, marxista”, en, JOSÉ ARICÓ, Mariátegui y los orígenes del marxismo latinoamericano, Cuadernos de Pasado y Presente, Siglo XXI Editores, México, 1978, p. 11.
295
generales de un marxismo “oficial” y eurocéntrico, en el cual se borraban las
características nacionales.
“Tanto Mariátegui como Marx no hacían sino atender a las
peculiaridades de una realidad nacional, específica, en vez de tratarla
de sujetarla a una supuesta ley histórica universal”509.
A continuación, notaremos las diferencias que Mariátegui propuso con el
fin de hacer un marxismo más regional y más integral, colocando el problema del
indio como el punto de partida y, además, como el eje que atraviesa los
diferentes subsistemas. En el problema del indio se constituía el problema del
Perú; si uno no mejoraba, en el otro tampoco ocurrirían transformaciones.
PROPUESTA DEL MARXISMO DE MARIÁTEGUI
Socialismo
509 Ver: ADOLFO SÁNCHEZ VÁZQUEZ, “El marxismo latinoamericano de Mariátegui. Grandeza y originalidad de un marxista latinoamericano”, en, Anuario Mariateguiano, Editora Amauta, Lima, volumen 4, número 4, Lima, 1992, p. 66.
Cultura-Vanguardista
Religión
Educación
Sociedad/Tierra
Economía Indígena
Feudalismo
La Conquista La Colonia
296
Mariátegui, fiel a la teoría de Marx, comienza su análisis a partir de la
estructura económica y, con más énfasis, en el aspecto económico del Perú.
Aunque parte del hecho económico, Mariátegui no considera a éste como una
totalidad: considera, al igual que Marx, que la economía es una teoría práctica
que nos ayuda a ver los problemas del momento, alejándose de aquella visión
que la economía es una teoría en sí misma. Dussel cita a Marx para explicar este
hecho:
“El error de los economistas burgueses [es] que ven en esas categorías
económicas leyes eternas, y no leyes históricas, sólo vigentes en un
determinado desarrollo histórico”510.
La estructura económica, en este caso, la de los indios, afecta a las
estructuras. Por ejemplo, afecta a la estructura política: ya desde la Colonia el
Perú se había constituido como entidad política prescindiendo del mundo
indígena. Esto se acentúa desde la constitución del Perú como nación
independiente. Unido a este problema económico del indio estaba el tema de la
tierra y desde ella sus múltiples problemáticas: la tenencia, el respeto al medio
ambiente, el modelo de producción, la cultura agraria, etc. En sí, la tríada
economía-indígenas-tierra no era solamente un problema económico, sino que se
abría a las otras perspectivas. Visto así, este fue otro problema en el conflicto de
Mariátegui y sus seguidores con la III Internacional, con sede en Argentina.
El esquema de Mariátegui, más allá de hacernos caer en la cuenta que se
ha separado del modelo marxista, cosa que no ha sido así, nos permite visualizar
la propuesta de un marxismo integral, tomando en cuenta ciertas dimensiones: lo
material, lo espiritual, lo económico, lo cultural, lo nacional, lo internacional, lo
político, lo social, etc. El análisis de alienación de los indígenas con sus posibles
510 CARLOS MARX, Carta a P. Wassiliewich del 28 de diciembre de 1846, (MEW 27, 457) citado en: ENRIQUE DUSSEL, Hacia un Marx desconocido, un comentario de los Manuscritos del 61-63, Siglo Veintiuno Editores, 1988, México, p. 306.
297
soluciones de des-enajenación se encuentran presentes en el trabajo de
Mariátegui.
En el nivel horizontal del esquema existe un problema con el marxismo
clásico: caminar por etapas desde el feudalismo hasta llegar al estado socialista.
Mariátegui propuso, como ya hemos visto, y contrario a lo propuesto por la III
Internacional y por Raúl Haya de la Torre, la posibilidad de que en el Perú se
pase del capitalismo naciente de índole dependiente o el feudalismo de los años
veinte al socialismo. Esta afirmación la hizo por algunos hechos, tales como: el
partir el socialismo desde la situación de los indios, el fuerte carácter
preexistente colectivo-comunitario de los indígenas, la capacidad de los
revolucionarios, el que las transformaciones sean no sólo económicas sino
políticas, educativas y culturales. Lo crucial de esta propuesta, a nuestro ver,
está sustentada en que el sujeto colectivo está en los indígenas y que los cambios
que debían provenir no debían hacerse “sin los indios” sino “con los indios”,
tomando en cuenta su situación vital, su contexto y su realidad.
6.2. Análisis del Método en los Siete Ensayos de Interpretación de la
Realidad Peruana.
a. El esquema de la evolución económica.
Mariátegui estructura su análisis desde algunas etapas históricas. En estas
etapas, se nota, aunque muy modestamente, el paso de un sistema feudal a un
modelo capitalista. La descripción de Mariátegui hace ver que no se dan los
modos de producción de forma pura. Del modo de economía feudal no se pasa
rápidamente al modo capitalista. En su análisis muestra que si bien se dan
algunos elementos en evolución hacia el capitalismo, la mayoría de los factores
económicos todavía se encuentran en una fase precapitalista. No obstante,
Mariátegui, piensa que se puede pasar, a partir del mundo incaico, de un modo
298
precapitalista a uno socialista. Considera que hay elementos potentes tanto en el
capitalismo como en el feudalismo que deben desembocar en una propuesta
socialista.
Señala Mariátegui -en una primera etapa del desarrollo económico-, en el
proceso de la Colonia en el Perú, se instauró un modelo económico feudal donde
ocurre una infortunada separación entre el mundo emergente colonial español y
los valores de la sociedad inca. Es más, el mundo español se impuso sobre la
cultura inca, y sobre esta irrupción “...echaron la base de la economía
feudal”511. La tesis de Mirla Alcibíades lo describe de la siguiente manera:
“La organización económica que estructura España en sus colonias de
América se inspiró en el espíritu del feudo, el cultivo de la tierra
prosperó sobre la base de la esclavitud –indígena en el comienzo y
posteriormente también el negro- y de la repartición de las tierras”512.
Con la segunda etapa, en la gesta de independencia, el panorama no
cambió: Perú era libre políticamente, pero en lo económico estuvo siempre
marcado por la dependencia de la encomienda dirigida por la nueva aristocracia.
Mariátegui la presenta así:
“La segunda etapa de esta economía arranca de un hecho político y
militar. La primera etapa nace de la conquista. La segunda etapa se
inicia con la independencia. Pero mientras la Conquista engendra
totalmente el proceso de la formación de nuestra economía colonial,
la independencia aparece determinada y dominada por este
proceso”513.
511JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Siete ensayos de la realidad peruana, Op. Cit., p.43. 512 MIRLA ALCIBÍADES, “José Carlos Mariátegui los orígenes de la ciencia literaria en América Latina”, en, Anuario Mariateguiano, volumen 4, número 4, Editorial Amauta, Lima, 1992. p. 38. 513 Cfr. JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, p. 16.
299
Aunque Mariátegui comienza su análisis por el subsistema económico, él
rechaza rotundamente que se califique la teoría de Marx como determinismo
económico. Para él, sus detractores no habían sido exactos en su crítica ya que
ellos consideraban
“El determinismo de Marx y su escuela con el objeto de declararlos,
también desde este punto de vista, un producto de la mentalidad
mecanicista del siglo XIX, es incompatible con la concepción heroica,
voluntarista de la vida, a la que se inclina el mundo moderno después
de la guerra”514.
Mariátegui rechazaba las tesis que presentaban a la dimensión económica,
por encima de las demás dimensiones, especialmente por sobre la política515.
Aunque se decantó, salvando la situación material y espiritual de los indígenas,
debía ser básico en el análisis de las condiciones históricas.
Pero uno de los elementos con los cuales la economía del Perú se
desarrolla es la explotación del guano y del salitre, ya que con eso se generaron
las primeras bases del capital comercial y bancario516.
“El capítulo de la evolución de la economía peruana que se abre con el
descubrimiento del guano y del salitre y se cierra con su pérdida,
explica totalmente una serie de fenómenos políticos de nuestro
proceso histórico... Pero este rápido esquema de interpretación no se
propone ilustrar ni enfocar esos fenómenos sino fijar o definir algunos
rasgos sustantivos de la formación de nuestra economía para percibir
mejor su carácter de economía colonial”517.
514 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, En defensa del marxismo, Op. Cit., p. 66. 515 Cfr. CÉSAR GERMANÁ, “La concepción política de José Carlos Mariátegui”, en, Anuario Mariateguiano, volumen 6, Editora Amauta, Lima, 1994, p. 127. 516 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, Op. Cit., p. 22. 517 Ibid., p.20
300
Con el guano y el salitre, no sólo se configuró un modelo económico, sino
también un modelo político que conformó una oligarquía unida a
“los sucesores de los encomenderos y terratenientes de la colonia,
pero obligada por su función a adoptar los principios fundamentales de
la economía y la política liberales”518.
En este sentido, aunque la fuente de riqueza cambió, los dueños de los
medios de producción no cambiaron, ocasionando esto que fuera imposible abolir
la antigua clase dominante de la época colonial. Esta clase dominante invirtió en
la banca y en el comercio, poniendo a Perú en una situación de relación externa
hacia nuevos mercados, lo cual dio visos de entrar en un modelo económico
capitalista. Esta nueva economía fortaleció de la República que había comenzado
con la independencia. Se respiraba un cambio de aires para el país andino519.
Otro elemento importante de la época de la República, se constituyó por
“la afirmación de la nueva economía como economía prevalentemente
costeña. La búsqueda del oro y de la plata obligó a los españoles, -
contra la tendencia de instalarse en la costa-, a mantener y ensanchar
en la sierra sus puestos avanzados”520.
Sin embargo, todos los beneficios de esta época, se vinieron abajo con la
guerra del Pacífico. Mariátegui lo describe así:
“La derrota no sólo significó para la economía nacional la pérdida de
sus principales fuentes: el salitre y el guano. Significó, además, la
paralización de las fuerzas productoras nacientes, la depresión general
518
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, Op. Cit. P. 22. 519
Ibid., pp. 23-24. 520
Ibid., p. 22.
301
de la producción y del comercio, la depreciación de la moneda
nacional, la ruina del crédito exterior”521.
Pasada la guerra- expone Mariátegui- la economía tiene nuevos pilares,
tales como: la aparición de la industria, la función del capital financiero, el
aumento del tráfico entre el Perú y Estados Unidos, la gradual superación del
poder británico por el poder norteamericano, el desenvolvimiento de una clase
capitalista, la ilusión del caucho, la política de los empréstitos522.
Para Mariátegui, aunque se ha evolucionado considerablemente, y ha
habido cambios en las formas de producción, en la economía peruana todavía
persiste una economía de tipo feudal, junto a otra economía burguesa y junto a
la antigua economía comunista indígena:
“coexisten elementos de tres economías diferentes. Bajo el régimen
de economía feudal nacido de la Conquista subsisten en la sierra
algunos residuos vivos todavía de la economía comunista indígena. En
la costa, sobre un suelo feudal, crece una economía burguesa que, por
lo menos en su desarrollo mental, da la impresión de una economía
retardada”523.
Mariátegui observara que, aunque la economía ha avanzado a otros
estadios de desarrollo, no se puede hablar de que Perú ha entrado en el
capitalismo si coexisten factores incoherentes: en el mismo país hay brotes de
desarrollo y manantiales de subdesarrollo. Ciertamente, el capitalismo incipiente
no pudo anular las contradicciones de la nueva ciudad y el subdesarrollo del
binomio incario colonial en el que vivían.
521
Ibid., p. 24. 522 Ibid., pp. 25-28. 523 Ibid., p. 28.
302
“El capitalismo, como sistema económico y político, se manifiesta
incapaz, en la América Latina, de edificación de una economía
emancipada de las taras feudales”524.
Mariátegui habla por ello que el Perú es una nación en conformación y que
se tenía que trabajar para buscar el Perú integral. El problema del indio debe ser
llevado a otros estadios, de lo contrario
“el desarrollo del Perú será ficticio, o por lo menos no será peruano,
mientras no constituya la obra y no signifique el bienestar de la masa
peruana que en sus cuatro quintas partes es indígena y campesina”525.
b. El problema del indio en su nuevo planteamiento
Situado el problema económico del Perú, pasa a analizar las estructuras
políticas, basándose en el problema del indio y la tenencia de la tierra. En este
análisis marxista, el problema económico es el problema fundante; es más, si la
realidad económica de los indios no cambia, tampoco se notarán las
transformaciones en sus problemas básicos.
“La cuestión indígena arranca de nuestra economía. Tiene sus raíces
en el régimen de propiedad de la tierra. Cualquier intento de
resolverla con medidas de administración o policía, con métodos de
enseñanza o con obras de vialidad, constituye un trabajo superficial o
adjetivo, mientras subsista la feudalidad de los gamonales”526.
Mariátegui se opone a la consideración de que el problema indígena es de
tipo étnico y moral. Para él,
524 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Ideología y Política , Editora Amauta, Lima, 1979, p. 25. 525 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, op. cit., p. 48. 526 Ibid., p.35.
303
“la suposición de que el problema indígena es un problema étnico se
nutre del más envejecido repertorio de ideas imperialistas. El
concepto de las razas inferiores sirvió al Occidente blanco para su obra
de expansión y conquista”527.
Dígase lo mismo de la “tendencia a considerar el problema indígena como
un problema moral, que encarna una concepción liberal, humanitaria y
ochocentista, iluminista, que en el orden político de Occidente anima y motiva a
la liga de los Derechos del hombre”528.
En cuanto a la educación en el problema del indio, Mariátegui apunta que
no es problema
“de escuela o métodos didácticos. El medio económico social
condiciona inexorablemente la labor del maestro. El gamonalismo es
fundamentalmente adverso a la educación del indio”529.
Mariátegui piensa que la solución de los problemas del mundo incaico no
debe buscarse en la educación, sino en los problemas socioeconómicos. Los
pedagogos no están capacitados para hacer este trabajo, ya que lo que hacen es
repetir la educación oficial. El nuevo planteamiento consiste en buscar el
problema indígena en el problema de la tierra530. Finalmente, Mariátegui
considera que
“la solución del problema del indio tiene que ser una solución social.
Sus realizadores deben ser los propios indios. Este concepto conduce a
ver la reunión de los congresos indígenas como un hecho histórico. Ya
527 Ibid., p. 37. 528
Ibid., p. 40. 529
Ibid., p. 43. 530
Ver: Ibid., p. 44.
304
que a los indios les falta vinculación nacional...mientras no son sino
una masa orgánica, una muchedumbre dispersa, son incapaces de
decidir su rumbo histórico”531.
c. El problema de la tierra.
El problema agrario es el problema del indio y este se enclava en la
feudalidad del Perú. Mariátegui afirma además, que las principales expresiones
de la feudalidad son dos: el latifundio y la servidumbre. El peruano piensa que
“la hora de ensayar en el Perú, el método liberal, la fórmula individualista, ha
pasado ya”532. Para afrontar a este tema, Mariátegui frente al latifundio secuela
del modelo feudal, defiende la comunidad indígena ya que “no reposa en
principios abstractos de justicia ni en consideraciones tradicionalistas, sino en
razones concretas y prácticas de orden económico social”533. Con este
planteamiento, lo que se buscaba era eliminar todo poder del latifundio a partir
de que los indígenas de nuevo fueran los dueños de sus tierras, de las que fueron
despojados desde la Conquista.
Mariátegui acusa al modelo económico agrario de tener en un atraso a
todas las poblaciones campesinas. Además, dice que la agricultura de la costa
obedece más a los intereses de los capitales británicos y norteamericanos, ya que
éstos se oponen a una organización del modelo agrario según las necesidades
nacionales534.
d. El proceso de instrucción pública.
531
Ibid., p. 49. 532
Ibid., p. 63. 533
Ibid., p. 84. 534
Ibid., pp. 101-102.
305
Después del desarrollo de la economía y la política peruana, Mariátegui
analiza otra estructura: la educativa. Vuelve a mostrar cómo la Conquista
española ha hecho lo suyo:
“la educación nacional, por consiguiente, no tiene un espíritu
nacional: tiene más bien un espíritu colonial y colonizador. Cuando en
sus programas de instrucción pública el Estado se refiere a los indios,
no se refiere a ellos como a peruanos iguales a todos los demás. Los
considera como una raza inferior”535.
En la educación, especialmente en la universitaria, ha existido una
influencia del exterior desde la educación francesa, norteamericana y española.
Para el peruano es precisamente esta última educación la que ha dominado las
bases pedagógicas de nuestro continente, y en especial, en el Perú. Continúa
diciendo Mariátegui:
“En el proceso de la instrucción pública, como otros aspectos de
nuestra vida, se constata la superposición de elementos extranjeros
combinados, insuficientemente aclimatados. El problema está en las
raíces mismas de este Perú hijo de la Conquista. No somos un pueblo
que asimila las ideas y los hombres de otras naciones, impregnándolas
de su sentimiento y su ambiente, y que de esta suerte enriquece, sin
deformarlo, su espíritu nacional. Somos un pueblo en el que conviven,
sin fusionarse aún, sin entenderse todavía, indígenas y
conquistadores”536.
Estos hechos hacen que el Perú sufra el rezago que tiene España en
relación a los países capitalistas y de primer orden en el continente europeo.
535 Ibid., p. 106. 536 Ibid., pp. 105-106.
306
Perú se ha subsumido en la feudalidad por vía española porque heredó su
economía, su cultura, su educación y su política.
“Hasta ahora, España no ha podido emanciparse del Medioevo.
Mientras en Europa Central y Oriental han sido abatidos como
consecuencia de la guerra los últimos bastiones de la feudalidad, en
España se mantienen todavía en pie, defendidos por la monarquía.
Quienes ahondan hoy en la historia de España descubren que a este
país le ha faltado una cumplida revolución liberal y burguesa”537.
Mariátegui, a partir de la Reforma Universitaria de Córdoba, plantea que
la educación camina por nuevos rumbos. Expone, además, las conclusiones de
muchos congresos de estudiantes que se dieron en América Latina. A
continuación, Mariátegui expone algunos de los acuerdos de dichos congresos:
“El Congreso Internacional de Estudiantes de México de 1921, que
propugnó: 1.- La participación de los estudiantes en el gobierno de las
Universidades; 2.- la implantación de la docencia libre y la asistencia
libre. Los estudiantes de Chile declararon su adhesión a los siguientes
principios: 1.- autonomía de la Universidad, entendida como
institución de los alumnos, profesores y diplomados; 2.- reforma del
sistema docente, mediante el establecimiento de la docencia libre...;
3.- revisión de los métodos y del contenido de los estudios; 4.-
extensión universitaria, actuada como medio de vinculación. Los
estudiantes de Cuba concretaron en 1923 sus reivindicaciones en esta
fórmula: a) una verdadera democracia universitaria; b) una verdadera
renovación pedagógica y científica; c) una verdadera popularización de
la enseñanza”538.
537 Ibid., p. 109. 538 Ibid., pp. 128-129.
307
La insistencia de Mariátegui, frente a la formación universitaria de las
clases dominantes, es que la educación se popularice. La reforma debe estar al
servicio del progreso de los pueblos, para que éstos tomen en sus manos el
destino de un futuro mejor. Ciertamente, el análisis marxista de Mariátegui, que
sostiene que la economía condiciona la educación y ésta colabora para ensamblar
ideológicamente el modelo económico vigente, vuelve a darse en el sistema de
vida del Perú, sobre todo porque encontramos que la educación ha servido
únicamente para desarrollar polos de poder de la clase dominante en medio de
un régimen feudal. Las universidades ya no pueden estar acaparadas por la clase
influyente, sino que, a ejemplo de la República Argentina, las “universidades es
donde ha arribado más tarde esa corriente de progreso y transformación”539.
e. El factor religioso y la literatura.
Otro de los engranajes del análisis marxista de Mariátegui es la
consideración del factor religioso y la literatura. En el análisis marxista, se
explica que la infraestructura determina las demás estructuras. En el caso de la
explicación de Mariátegui, nos encontramos con que los factores religioso y
literario son afectados por la estructura económica y política de la colonia.
España, por tanto, nos dejó en herencia una forma de vida en todo sentido.
Así, en la religión, y en medio del proceso de la Conquista española, la
religión incaica ha tenido que ceder frente a todas las presiones de los
conquistadores, especialmente cuando éstos afirmaban que “La religión inkaica
carecía de poder espiritual para resistir al Evangelio”540. Fue como él llamó una
Conquista católica. El catolicismo condicionó la sociedad no sólo desde la
Conquista sino que también durante la República hasta la actualidad.
539 Ibid., p. 159. 540
Ibid., p. 162.
308
Mariátegui es de la idea, tal como lo muestra en toda su producción
intelectual, que si se quiere aspirar a un socialismo transformador se debe
regresar y partir desde el mundo incaico, incluyendo al aspecto religioso de su
cultura. Es más, Mariátegui tomó muy en cuenta el factor religioso
latinoamericano para sintetizarlo con el pathos del revolucionario por medio de
la construcción del mito.
En cuanto a lo literario, Mariátegui piensa que, al igual que pasa con los
otros factores, la literatura de un pueblo se alimenta y se apoya en su
substractum económico y político541. La literatura, como todos los estratos, es
de corte español, en donde el Perú es un país dominado por los descendientes de
los encomenderos y los oidores del Virreinato:
“La literatura nacional es en el Perú, como la nacionalidad misma, de
irrenunciable filiación española. Es una literatura escrita, pensada y
sentida en español, aunque en los tonos, y aun en la sintaxis y
prosodia del idioma, la influencia indígena en algunos casos sea más o
menos palmaria e intensa. La civilización autóctona no llegó a la
escritura y, por ende, no llegó propia y estrictamente a la literatura...
La lengua castellana, más o menos, americanizada, es el lenguaje
literario y el instrumento intelectual de esta nacionalidad cuyo
trabajo de definición aún no ha concluido”542.
7. El marxismo germinal y fundacional de José Carlos
Mariátegui: un marxista latinoamericano.
Algunos dudan que Mariátegui haya sido el primer marxista de América
Latina, pero pocos dudan que haya sido uno de los primeros en germinar y fundar
541 Ibid., p. 240. 542 Ibid., p. 235.
309
el marxismo en el continente, tomando en cuenta las características de éste.
Mariátegui hizo un aporte teórico y metodológico muy importante que sirvió
luego para la constitución progresiva del marxismo. Esta contribución se ha
apreciado durante el tiempo, aunque no inmediatamente después de su muerte,
ya que en la década de los cuarenta y hasta los sesenta se discutió mucho si el
Amauta era verdaderamente un marxista, dejando de lado su aporte
enriquecedor al marxismo mismo. Fornet-Betancourt nos apunta lo siguiente:
“Se le llama el primer marxista de América [...], se le llama así
porque rechaza la filiación cómoda a la ortodoxia como doctrina a
repetir, para convertirla simplemente en el norte de un pensamiento
que quiere analizar adecuadamente la realidad concreta que compone
su contexto de vida. Mariátegui no repite dogmas ni defiende siquiera
una tradición marxista determinada; sino que, reconociendo como
procedimiento marxista la metodología de la confrontación dialéctica
con la realidad dada, aplica “ese” marxismo a la situación
latinoamericana y funda así una tradición marxista en América
Latina”543.
Su propuesta, a la que él llama una forma creativa de plantearse el
marxismo, tiene características importantes que sirven de telón de fondo de lo
que llamamos su marxismo integral. Las aportaciones del marxismo integral es
donde cobra la vigencia del marxismo en la actualidad. Dicho de otra forma, con
la visión mariateguiana sobre el marxismo podemos dar cuenta de algunos
elementos justificativos de la innegable contribución del marxismo para los
pueblos de América Latina y nos denotan que la propuesta socialista está lejos de
un entierro anunciado tal como lo achacan sus más férreos adversarios. El
socialismo no está en crisis, sino que es un sistema adecuado para enfrentar la
crisis mundial.
543 RAÚL FORNET-BETACOURT, Transformación del marxismo, historia del marxismo en América Latina, P y V editores, México, 2001, p. 130.
310
A continuación, estudiaremos algunos aspectos importantes que hacen que
el marxismo de Mariátegui sea germinal, no porque fue el primero en hablar
sobre Marx, sino porque fue el primero en fundar una tradición marxista en
nuestras tierras. Es más, estos elementos que hacen que el marxismo de
Mariátegui fuese viable, son muy sugerentes para comprender el marxismo en la
actualidad.
7.1 El marxismo crítico: la crítica al capitalismo.
En la actualidad una de las características primordiales del marxismo debe
ser su vena crítica. La crítica, en la expresión filosófica más amplia, debe
dirigirse a todos las situaciones posibles y no sólo la de sus detractores. Debe
tomarse en cuenta la autocrítica a sus mismas propuestas. Notamos que
históricamente, en sus momentos álgidos, tanto el capitalismo como el
socialismo han adolecido de una actitud crítica frente a sus posiciones y
actuaciones544. Mariátegui criticó todos los sistemas de su tiempo; incluso
sometió a discusión todas aquellas prácticas socialistas que no tenían que ver con
la realidad latinoamericana. Queremos aclarar que la vertiente crítica no es de
ningún modo el revisionismo marxista contemporáneo a Stalin, ni tampoco es
relativismo y mucho menos una actitud de deconstrucción postmoderna de la
actualidad. Mariátegui se inscribe en los marxistas críticos de las primeras
décadas del siglo XX, tales como Gramsci, Trosky, Luxemburgo, Korsch, Lukacs y
Bloch545.
544 Este tema lo trato en el capítulo 1 de esta tesis. 545 Cfr. ROBERTO FERNÁNDEZ RETAMAR, “Mariátegui en el pensamiento actual de nuestra América”, en, Anuario Mariateguiano, Vol. 6, Lima, 1994, pp. 259- 266.
311
Una de las herencias más determinantes del marxismo es su crítica al
capitalismo. Es más: algunos autores detallan que el marxismo adquiere
significado en cuanto crítica al capitalismo. Ellacuría se pregunta al respecto:
“¿Qué es el marxismo en su última raíz? El marxismo es primariamente
una crítica científica del capitalismo y derivadamente un programa
práctico de anti-capitalismo, por un lado, y de construcción de un
sistema socio-económico y político nuevo...”546.
De ahí la importancia de que el marxismo, como lo sostenía ya Lenin, debe
pensarse para su tiempo y para sus circunstancias, que no son precisamente
nuestro tiempo y circunstancias. El marxismo se presenta como la antítesis
dialéctica de la tesis capitalista. Sin embargo, repensando la dialéctica, se deben
tener en cuenta los elementos positivos del capitalismo, y el marxismo tan sólo
negará lo negativo del capitalismo.
Mariátegui parte en su análisis, de proponer la construcción del marxismo
en el continente americano; de la crítica tanto a la herencia colonial de parte de
España, como al auge del capitalismo en los países de Occidente. En su estancia
en Europa, observa que Occidente se encuentra en crisis y en decadencia. El
peruano nota que se encuentran socavados los principios materiales y espirituales
de la sociedad. En este sentido, el capitalismo no sólo no está colaborando para
superar la crisis, sino que reproduce con más fuerza la crisis antedicha. Es más,
Mariátegui criticará a otras manifestaciones que en su época caminaban junto al
capitalismo, tales como la democracia, el parlamentarismo, la social
democracia, etc.
546 IGNACIO ELLACURÍA, “La desmitificación del marxismo”, en, ESTUDIOS CENTROAMERICANOS (ECA), Nos. 421-422, San Salvador, 1983, pp. 921-930. Reimpreso en IGNACIO ELLACURÍA, Veinte años de historia en El Salvador (1969-1989), tomo 1, UCA Editores, San Salvador, 1991, p. 284.
312
Mariátegui veía, entonces, que el peligro del capitalismo no se centraba en
producir la crisis, sino que éste, en poco tiempo, al igual que lo pensó Lenin, se
instituiría en el mundo como un imperialismo de un poder ilimitado547. Es más, él
observaba que la vigencia del socialismo está en relación constante con la crítica
del capitalismo histórico:
“La crítica marxista estudia concretamente la sociedad capitalista.
Mientras que el capitalismo no haya tramontado definitivamente, el
canon de Marx sigue siendo válido. El socialismo, o sea la lucha por
transformar el orden social de capitalista en colectivista mantiene
viva esa crítica, la continúa, la confirma, la corrige. Vana es toda
tentativa de catalogarla como una simple teoría científica, mientras
obre en la historia como evangelio y método de un movimiento de
masas”548.
Notaremos que en Mariátegui esta crítica al capitalismo no es únicamente
un análisis académico, económico o sociológico. Su crítica al capitalismo
también es ética, en la cual sigue las valoraciones de Croce. Esta visión ética
debe llevarlo hacia la construcción de la praxis revolucionaria actuante en los
correligionarios. Enrique Dussel propone una tesis de Mariátegui:
“¿No es, acaso, un interés moral o social, como se quiera decir el
interés que nos mueve a construir un concepto del sobrevalor? ¿En
economía pura, se puede hablar de Plusvalía? ¿No vende el proletario
su fuerza de trabajo por lo que vale, dada su situación en la presente
sociedad?”549.
547 Cfr. JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Defensa del Marxismo”, en, Revista Amauta, número 23, p. 3. 548 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Defensa del marxismo”, en, Amauta, número 25, pp. 40-41. 549 Ibid., p. 25. y Citado en DUSSEL ENRIQUE, “El Marxismo de Mariátegui como Filosofía de la Revolución”, en, Anuario Mariateguiano, Vol. 6, Edit. Amauta, Lima, 1994, p. 249.
313
La posición de Mariátegui no es la de un moralismo romántico, sino que se
sustenta en la “moral de productores” que luego se convertiría en una praxis
transformadora. Sigue Mariátegui diciendo:
“La función ética del socialismo –respecto a la cual inducen sin duda a
error las presurosas y sumarias exorbitancias de algunos marxistas
como Lafargue- debe ser buscada, no en grandilocuentes decálogos, ni
especulaciones filosóficas, que en ningún modo constituían una
necesidad de la teorización marxista, sino en la creación de una moral
de productores por el propio proceso de la lucha anticapitalista”550.
El tema moral recayó en la acción de los trabajadores y, más
específicamente, en la pertenencia a una clase social. Así, el hecho de luchar
por el socialismo contiene en sí mismo una carga ética significativa. Esta visión
no sólo toma en cuenta lo económico, sino también la voluntad transformadora
del trabajador, tal como lo hace notar Mariátegui en el capítulo “Sentido heroico
y creador del socialismo”, en su obra Defensa del Marxismo:
“En la lucha de clases, donde residen todos los elementos de lo
sublime y lo heroico de su ascensión, el proletariado debe elevarse a
una moral del productor... El proletariado no ingresa a la historia
políticamente sino como clase social en el instante que descubre su
misión de edificar, con los elementos allegados por el esfuerzo
humano, moral o amoral, justo o injusto, un orden social superior. Y
esta capacidad no ha arribado de milagro. La adquiere situándose en
el terreno de la producción. Su moral de clase depende de la energía
con que opera en este terreno y de la amplitud con que conozca y
domine la economía burguesa”551.
550 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Defensa del Marxismo”, Op. Cit., p. 26. 551 Ibid., p.35
314
7.2. La propuesta internacionalista de Mariátegui: un ensayo para
elevar a categoría internacional el problema del indígena.
Mariátegui se asemejó mucho a Lenin en la línea de proponer el marxismo
no sólo a nivel nacional, sino también internacional. Esta concepción de
Mariátegui, le valió, como ya lo dijimos anteriormente, su discusión con Haya de
la Torre, ya que éste consideraba a Mariátegui muy “europeizante”,
precisamente por su enfoque internacionalista. En esta línea se encontraba,
según Aubet, Rosa Luxemburgo, especialmente cuando se imaginaba que la
revolución debía apelar a la solidaridad de todos los proletarios del mundo: Rosa
Luxemburgo no se imaginaba la revolución socialista como una revolución
nacional en un solo país, sino como un proceso a escala internacional,
“que la consideraba como de elementos de fuerza, de presión del
movimiento proletario, tanto con respecto al programa táctico como
estratégico”552.
La línea de reflexión de Luxemburgo consiste en la clave que el
internacionalismo no lo da una nación abierta a otras naciones, ni siquiera a una
región o a un continente. La fuerza del internacionalismo se sostiene en una
clase social colectiva que, en este caso, son los trabajadores:
“Es de suponer que cuando se está bajo el dominio del mismo
capitalismo, bajo la opresión del mismo estado de clase, bajo el
bastión de la misma policía y de la misma justicia de clase, se tienen
los mismos intereses y se tendría que poder construir un partido
conjunto para la salvaguarda de esos intereses... [algo análogo
552 MARÍA JOSÉ AUBET, Rosa Luxemburgo y la cuestión nacional, Anagrama, Barcelona, 1975 p. 55. Cita a: F. TYCH, La Questione nazionale nei giudizi di Rosa Luxemburg, ponencia presentada en la semana internacional de Estudios marxistas, Regio Emilia, Turín.
315
podemos aplicar] nosotros no pertenecemos al partido como polacos o
como alemanes, sino como trabajadores”553.
En este orden de ideas, Mariátegui hace notar en el fondo que la defensa
de la cultura, de la vida, de los valores no era cuestión de patriotismo sino de
clase. El indigenismo, tomando como ejemplo el proletariado, debía hacer suyo
la reivindicación como clase y no sólo como un sector social nacionalmente
oprimido. Con esto Mariátegui no sólo elevó a categoría de clase el problema
indígena, sino que lo dispuso en una incipiente avenida de reflexión de tipo
internacionalista, cuando analiza que el problema del continente americano es
similar.
Lo internacional debe ser tomado desde un recto entendimiento de lo
nacional, siempre que lo nacional tome en cuenta el problema indígena.
Mariátegui dice al respecto:
“El fenómeno nacional no se diferencia ni se desconecta, en su
espíritu, del fenómeno mundial. Por el contrario, de él recibe su
fermento y su impulso. La levadura de las nuevas reivindicaciones
indigenistas es la idea socialista, no como la hemos heredado
instintivamente del extinto Incario sino como lo hemos aprendido de la
civilización occidental, en cuya ciencia y en cuya técnica sólo
romanticismos utopistas pueden dejar de ver adquisiciones
irrenunciables y magníficas del hombre moderno”554.
La búsqueda de implantación de un socialismo de carácter internacional
no sólo no debe descuidar lo nacional, y en este caso, lo indígena, sino que debe
partir de ello. Se debe tener la apertura necesaria de recibir lo bueno de la
553 ROSA LUXEMBURGO, Parteitag der sozialdemokratischen partei Deutschlands, vol. 14. bis 20- september, Munchen, 1902, GW//2, pp. 283-284, citado en AUBET, Op. Cit., p. 108. 554 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “La nueva cruzada pro-indígena”, en, Ideología, Biblioteca Amauta, Lima, 1969, p. 167.
316
cultura occidental sin que ello vaya en detrimento de lo autóctono, no como
mera folklorización del problema, sino en la búsqueda de soluciones al mundo
agrario e indígena del Perú. Mariátegui no descuida el panorama nacional ni el
internacional, porque el Perú es un “fragmento de un mundo que sigue una
trayectoria solidaria”555.
7.3. El marxismo de Mariátegui como una idea reguladora para América
Latina.
La idea dominante de Mariátegui sobre el marxismo es que se trata de un
saber dinámico; niega, por tanto el carácter estático del mismo. Esa dinamicidad
lleva a Mariátegui a presentar el marxismo contextualizado y a pensarlo como
una guía para orientar nuestras realidades actuales. Mariátegui en su obra,
Defensa del Marxismo, aboga por una idea normativa y reguladora del marxismo
que sirve de guía tanto para la construcción de las ideas como para la lucha
práctica.
Esta idea reguladora funciona para los revolucionarios, no como un dogma
inamovible, como una carta geográfica y una brújula para el viaje556. En esta
comprensión, Mariátegui propone el marxismo siempre como búsqueda
permanente que nace de la dialéctica entre ideología y método y que permite
siempre caminar en el conocimiento. La idea reguladora, además de su
dimensión orientadora, sirvió de normalización del marxismo en América Latina
que permitió plantearse el socialismo en clave de América Latina. Esto llevó, sin
duda, a algo que en el continente se sigue dando: el marxismo latinoamericano
como filosofía fundamental en la cual se adscriben muchas rutas de reflexión y
aplicación. El marxismo en América Latina hizo del pensamiento filosófico un
555 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Lo nacional y lo exótico”, en, Revista Mundial, noviembre, 1924: citado por ALBERTO FLORES GALINDO y RICARDO PORTOCARRERO, Invitación a la vida heroica, op. Cit., p. 229. 556 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Defensa del marxismo,Op. Cit., p. 42.
317
pensamiento crítico y alternativo a las corrientes de pensamiento instauradas
con mucho arraigo, tal como el positivismo.
7.4. El marxismo como expresión dinámica de la realidad.
El marxismo no puede ser visto únicamente como un producto científico ni
como una iniciativa originada en el racionalismo del idealismo alemán. El
marxismo, según Mariátegui, es una unidad de pensamiento vinculado a la
realidad histórica:
“Marx está vivo en la lucha que por la realización del socialismo,
libran en el mundo, innumerables muchedumbres, animadas por su
doctrina. La suerte de las teorías científicas o filosóficas, que él usó,
superándolas y trascendiéndolas, como elementos de su trabajo
teórico, no compromete en lo absoluto la validez y la vigencia de su
idea. Esto es radicalmente extraño a la mudable fortuna de las ideas
científicas o filosóficas que las acompañan o anteceden
inmediatamente en el tiempo”557.
Mariátegui nota que el marxismo es lo suficientemente dinámico para dar
respuesta a la realidad. Según Mariátegui, y en contraposición a Henri De Man,
Marx se alejaba de la visión determinista, tal como lo hacían ver sus detractores.
Mariátegui afirma:
“El marxismo donde se ha mostrado revolucionario- vale decir donde
ha sido marxismo- no ha obedecido nunca a un determinismo pasivo y
rígido...cada palabra, cada acto del marxismo tiene un acento de fe,
557 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Defensa del Marxismo”, en, Revista Amauta, número 19, pp. 10-11.
318
de voluntad, de convicción heroica y creadora cuyo impulso sería
absurdo buscar en un mediocre y pasivo sentimiento determinista”558.
7.5 El marxismo como un elemento aglutinador de masas
Otro de los temas sugerentes del marxismo de Mariátegui es que puso gran
atención al proceso aglutinador de masas. No estaba tan preocupado de un
partido o de una vanguardia que llevara adelante el proceso revolucionario. Lo
que sí se debía atender era la formación ética de los revolucionarios, en este
caso indígenas y proletarios, para que tomaran con pasión y fe las luchas
sociales. Tenía fe en las masas. Pero su discurso sobre ellos no era ni doctrinero
ni sentimental. Miraba en las masas el factor práctico de la revolución. Los
indígenas y los obreros eran quienes debían llevarla a cabo. Para él el problema
indígena era el problema nacional y éste se manifestaba en el problema agrario.
Esta visión de aglutinar a las masas sirve como un catalizador de aquellos
marxistas que en la actualidad se cifran en los partidos políticos, y en muchos
casos, operan y monopolizan el pensamiento de Marx. El marxismo, tal como lo
entiende Mariátegui, es, ante todo, la doctrina que se encuentra en las masas. El
marxismo fue asimilado desde las necesidades vitales de las masas y fue actuado
desde el espíritu de las mismas.
El sujeto histórico revolucionario ya no puede ser más la vanguardia o un
grupo de “elegidos”, sino que debe ser un movimiento colectivo que sea
representativo de los varios estratos de la sociedad, bajo el estandarte de la
clase trabajadora, expresado en los obreros y los indígenas, para la construcción
de una conciencia de clases.
558 Ibid., p.10.
319
8. El marxismo integral de Mariategui: abierto al ser humano y a
la sociedad.
Lo interesante de la propuesta de Mariátegui es el enriquecimiento de la
visión del marxismo de su época, fiel a los desafíos de la realidad. Con ello quiso
proponer algunos puntos importantes que no veía con claridad en el marxismo
europeo. Para él, el marxismo era el instrumento más sugerente de su tiempo, y
como tal, creyó que era importante instaurarlo en América Latina. Como hemos
dicho antes, y tal como lo expresa una de sus frases más famosas: el socialismo
indoamericano no debe ser ni copia ni calco de la experiencia europea.
Este esfuerzo de Mariátegui, y siguiendo a Fornet- Betancourt, es germinal
y fundacional en América Latina. Nos parece que su propuesta fue formulada
integralmente, es decir, tomando varios puntos de vista, desde tres dimensiones
importantes: la del ser humano, la del método de acercamiento a la realidad y la
de la realidad misma. Encontramos, entonces, que el marxismo de Mariátegui es
integral, porque obedece a las varias demandas del ser humano y de la sociedad.
Su integralidad responde a que con su propuesta Mariátegui da respuestas
a las bases existenciales de la realidad. Así, este marxismo es, a la vez, pathos
pistis , ethos , aesthesis , logos , polis y nomos559.
El esquema desarrolla tres esferas: la del ser humano que es el punto de
partida, comienza con la pregunta acerca de la situación actual del indígena de
su tiempo y la relación que tiene éste con la tierra y el Perú. Ciertamente el
análisis del ser humano implica una visión completa de entendimiento, voluntad
y sentimiento. Esto conlleva, a continuación, a plantearse el método con el cual
559 Es recomendable consultar a: LUIS SUÁREZ MARTÍN, “Razones existenciales de la filosofía”, en, PABLO GUADARRAMA (Ed.), Filosofía y Sociedad, Tomo 1, Editorial Félix Varela, La Habana, 2002, pp. 72-81.
320
se va acceder a la realidad, que también obedece a la integralidad donde se
considera la teoría y la praxis, expresado en términos mariateguianos con el mito
y el método. Finalmente, cabe la pregunta sobre la realidad. En este sentido, se
plantea la realidad desde el marxismo, en cuanto se debe operar en el sentido de
la superestructura y la infraestructura.
A continuación, exponemos un esquema de análisis que denota variaciones
con respecto a la propuesta marxista, pero en lo fundamental se mantiene.
LA INTEGRALIDAD EN MARIATEGUI
Lo nacional
La historia
Lo internacional
Cada una de las dimensiones I, II y III tiene, al menos, una realidad
bifronte que se despliega en muchos saberes y realidades. Mariátegui sostuvo
esta visión holística, porque siempre mantuvo una realidad dialécticaen todas sus
Proletarios1. Logos
I Ser humano
2. Pathos Indígenas
3. Teoría a. Mito
II Metodología integral
4. Praxis b. Método
5. Superestructura
III La Realidad
6. Infraestructura
321
dimensiones. Esta doble consideración lo llevó a tener siempre abierta y
dinámica su propuesta, conteniendo en ella una fuerte dosis de cambio
permanente al interior de las tres dimensiones antes apuntadas. Además de ser
un enfoque holístico, la incidencia del esquema es circular: que el ser humano
afecta en el método y éste en la realidad; luego la realidad afecta en el ser
humano. Además no sólo hay incidencia de las dimensiones, sino que hay una
influencia de las sub-dimensiones, así la lectura del método se puede hacer
considerando lo superestructural o el mito desde la perspectiva del indígena. En
la relación dialéctica de estas tres dimensiones entra la visión integral del
marxismo de Mariátegui, y por ello, resulta que esta propuesta aparece como un
enfoque “heterodoxo” del mismo.
En estos “ensayos” que Mariátegui relaciona elementos que, a simple vista
y desde una visión unilateral del marxismo, suelen calificarse de irreconciliables,
causaron un impacto profundo en los marxistas de su tiempo. Es por eso que el
Secretariado de la III Internacional para América Latina vio con recelo la
propuesta mariateguiana, ya que, para ellos, desde una visión monolítica, la
realidad no se “ensaya”, la realidad “es”, y como consecuencia el marxismo en
el continente americano solamente es susceptible de aplicación dogmática.
Flores Galindo hace una descripción de la recepción del documento de los Siete
ensayos de interpretación de la realidad peruana de Mariátegui por parte de
Vittorio Codovilla, Secretario de la sede de Buenos Aires de la III Internacional,
quien calificó a los escritos de Mariátegui como escritos de bajo valor
intelectual:
“A Codovilla le incomodaba, le resultaba insoportable, un libro en
cuyo título se juntaran las palabras “ensayo” y “realidad peruana”.
Ensayo implicaba asumir un estilo que recordaba a los escritos de
autores burgueses y reaccionarios como Rodó o Henríquez Ureña,
aparte de implicar un cierto tanteo, un carácter provisional en las
afirmaciones, y evidentemente un hombre como Codovilla así como no
322
podía admitir un error, menos toleraba la incertidumbre: o los
partidos eran comunistas o no lo eran, se estaba con el proletariado o
con la burguesía, no podía haber nunca otras posibilidades”560.
Estudiemos cada uno de los esquemas de las dimensiones con su debido
enriquecimiento:
ESQUEMA 1
Proletario
Logos
Ser humano Pathos
Pistis
Indígena
En el esquema I: el sujeto histórico de los cambios y las transformaciones
en el marxismo es el proletario, y en la visión de Mariátegui, es el indígena. Los
cambios deben partir de estos sujetos en un movimiento desde ellos y a partir de
los problemas de ellos. En este esquema se presenta la dimensión del ser
humano, en una visión integral que parte de toda la realidad: el logos (el
entendimiento), el Pathos (la pasión) del revolucionario y la Pistis (la fe) del
colectivo para los cambios. Este ser humano debe ser considerado desde su
esfera material y espiritual.
Con esta visión, no queremos decir que Mariátegui tiene una visión
dicotómica del ser humano; todo lo contrario, es un ser humano unitario e
integral, en el cual todas sus dimensiones se irán haciendo en el camino,
advirtiendo que el ser humano siempre será un ser inacabado, susceptible
560 ALBERTO FLORES GALINDO, “El inicio de una polémica: Buenos Aires, 1929”, en, Obras Completas, SUR Casa de Estudios del socialismo, Lima, 1994, pp. 407-408.
323
permanentemente de realización. Además del sentido unitario del ser humano,
se considera como algo novedoso, diferente a la línea vertical del marxismo,
tomar en cuenta decisivamente la pasión del revolucionario. Para Mariátegui el
revolucionario debe estar dotado de entendimiento y pasión. Este pathos del
revolucionario tiene una referencia directa en el mito, en la forma como el
revolucionario cree en el mito:
“El proletariado tiene un mito: la revolución social...La fuerza de los
revolucionarios no está en su ciencia; está en su fe, en su pasión, en su
voluntad. Es una fuerza religiosa, mística, espiritual. Es la fuerza del
mito”561.
El mito, como hemos estudiado, orienta a la lucha y hace que el
revolucionario se mantenga con perseverancia en lo que se ha propuesto. En este
sentido, el marxismo para los pueblos es más que un partido político, es una
verdadera opción de vida, es un proyecto existencial del ser humano que tiene
muchos factores religiosos. El proyecto revolucionario, por tanto, “religa”562 a
los revolucionarios a la causa común. Esta causa común es, en efecto, una
mística donde confluye este pathos, a partir del establecimiento del mito. Se da
tanto en el marxismo como en los imaginarios fundantes del mundo indígena.
El marxismo como pathos comprende la pasión del revolucionario, es la
forma como actúa en la pistis, es decir en su fe revolucionaria. En este Pathos se
resuelve la lucha permanente en la cual pasamos los seres humanos, al estilo de
la descripción de la Agonía del Cristianismo que hace Unamuno. Mariátegui dice
“La palabra agonía, en el ardiente y viviente lenguaje de Unamuno,
recobra su acepción original. Agonía no es el preludio de la muerte, no
561 JOSÉ CARLOS MARIATEGUI, “El hombre y el mito”, en, Alma Matinal y otras estaciones del hombre de hoy, Editora Amauta, Lima, 1987, p. 25. 562
Entenderemos el concepto de religión como una religación a un ser superior o a algo superior a las fuerzas humanas.
324
es la conclusión de la vida. Agonía –como Unamuno escribe en la
introducción de su libro- quiere decir lucha. Agoniza aquel que vive
luchando; luchando contra la vida misma. Y contra la muerte”563.
Una lucha que nace por las demandas de la época y por los desafíos del
contexto histórico. Esta lucha que es pasión por la transformación, se vuelve
permanentemente un acto creativo y, en consecuencia, contiene un hábito
revolucionario por cambiar la realidad de las cosas. En este sentido, la agonía no
es únicamente asirse a la angustia, sino que es la invitación al combate
permanente para hacerle frente a la angustia que cada época nos presenta.
Podemos traducir esta pasión y esta lucha agónica en conflicto, que no se
podía empatar con los intereses de los capitalistas, sino que tiene que tener un
afán polémico. Flores Galindo dice que
“la agonía es sinónimo de conflicto interior: corrientes encontradas
que generan una tensión íntima, como lo ilustra Mariátegui
recurriendo al ejemplo de dos almas contemporáneas, la revolución y
la decadencia, coexistiendo ambas en los mismos individuos de manera
agonal.564”
Siguiendo a Unamuno, Mariátegui considera que el marxismo es la máxima
creencia de nuestro tiempo, es una fe que se aloja en las masas colectivas y es
un elan vital que empuja hacia la creatividad y la acción. Esta agonía nos lleva a
estar tensionados con el mundo en que vivimos y en la cotidianedad de las
acciones que nos toca enfrentar.
563 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Signos y obras, especialmente en el capítulo sobre España, Empresa editora Amauta, Lima, 1971, p.116. 564 ALBERTO FLORES GALINDO, “El inicio de la Polémica: Buenos Aires”, 1929, en, Obras completas, SUR Casa de Estudios del Socialismo, Lima, 1994, p. 390.
325
Mariátegui tradujo en términos agónicos su existencia por la consecución
del marxismo en su país; lo agónico de Mariátegui se manifestó en su lucha
permanente, no sólo por meter sangre en sus ideas, sino, por proponer un mejor
Perú.
ESQUEMA 2
teoría
Mito Aesthesis (estetico)
Método Nomos (idea reguladora
epistémico
praxis Ethos(ético)
polis (político)
El método es el camino epistémico en general que significa el Odos del
conocimiento. El método de Mariátegui no solamente es un camino al
conocimiento sino un camino práctico para provocar la transformación en su
contexto. A todo este camino general, dinámico e integral llamaremos el
“Método”. Este gran método se desgaja en dos perspectivas, integradas entre sí,
que llamaremos la teoría y la práctica. En la teoría, opera la Asthesis como
forma de vida y el nomos como vida regulada introyectada en la colectividad. En
la práctica se unifican el Ethos y la Polis como momentos práxicos del colectivo.
En este camino epistémico, el mito sintetiza todos los conocimientos, las
creencias, los conceptos, lo ideológico. En cambio, en el método entra todo el
momento práxico en enfrentamiento con la realidad. Lo estético está unido a
toda la perspectiva revolucionaria. En este giro estético, el arte juega un papel
determinante ya que establece la búsqueda en el inconsciente, se dirige a la
suprarrealidad para tener la oportunidad de crear algo nuevo, ya que este arte
puede soñar utopías del porvenir y tener la capacidad de crear algo real.
Mariátegui comprendía que el arte y la cultura son una actividad en contacto
326
pleno con la vida de una época y con la política, donde estas actividades –arte y
cultura- no podían quedar reducidas al entendimiento, a la razón.
ESQUEMA 3
Lo nacional
Superestructura Cultura
La realidad Política
7 ensayos
Infraestructura Economía
Lo internacional
En el tercer esquema se nos indica que el acceso a la realidad debe ser
completo, desde diferentes estructuras, considerando lo económico, lo cultural,
lo social, lo político, etc. Siguiendo el método de análisis marxista, Mariátegui
parte del hecho económico aunque éste no es el único ni se sobrepone a los
demás. El hecho económico interactúa, por ejemplo, con la primera estructura,
la política, lo que permite que el hecho económico se dibuje desde lo material
del sujeto de la transformación, que el peruano propone desde la realidad del
indígena. Pero la consideración del hecho económico del indígena no es
únicamente una descripción de su situación económica, sino un diagnóstico que
se abre a todas las condiciones materiales y espirituales en las cuales ha influido
para que los indígenas hayan caído en la pobreza, la explotación y el olvido. Y es
más, el trabajo de Mariátegui se extiende más allá del diagnóstico de la situación
de los indígenas en el Perú y desarrolla una posible solución en la visión que
tiene, no sólo de la economía, sino también de los diferentes estructuras que
327
pueden ser el político, el educativo, el social, el cultural, tal como está reflejado
en los Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana.
En este esquema no se observan únicamente las estructuras, sino que se
toman en consideración lo nacional y lo internacional, la perspectiva del Perú y
la perspectiva de América y del mundo.
9. Características del marxismo integral: crítico, heterodoxo,
abierto, antropológico, dinámico.
Las características del marxismo integral de Mariátegui se identifican a
partir de sus escritos. Sin embargo, las obras que nos parecen decisivas son La
Defensa del Marxismo, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana,
Alma matinal y Signos y Obras. Estas características, sin duda, construyeron una
propuesta marxista diferente, sobre todo en el continente latinoamericano, lo
que le valió a Mariátegui el título de “el primer marxista de América Latina”565.
Esta acentuación de primer marxista, debemos recordar, siguiendo a Fornet, se
expresa en su sentido fundacional de la teoría y la praxis del marxismo en un
lugar determinado:
“...La significación de la obra de Mariátegui, que en su manera de
aplicar e interpretar la teoría marxista en el contexto de América
Latina y, en especial, del Perú, se han visto elementos pioneros o,
mejor dicho, fundacionales de lo que se podría llamar una consecuente
contextualización e inculturación del marxismo en América Latina.
Esta es justamente la dimensión programática de su obra, que se
565 De este parecer es, según Fornet Betancourt, ANTONIO MELIS, “Mariátegui, el primer marxista de América”, en, Cuadernos de Cultura Latinoamericana, número 95, México, 1979. Además en la presentación: ANTONIO MELIS, “Mariátegui, primer marxista de América”, en, Mariátegui, tres estudios, Biblioteca Amauta, Lima, 1971, pp. 10-49.
328
condensa en el intento de crear o fundar un marxismo
latinoamericano” 566.
La instauración del marxismo, por tanto, no es de carácter cronológico567.
Mariátegui puso la semilla para que el marxismo, en los años posteriores, se
desarrollara como una forma latinoamericana del mismo.
a. El marxismo crítico. Esta característica del marxismo es parte de su
esencia y más concretamente de su crítica al capitalismo. Sin embargo, no
sólo debe criticar al capitalismo y sus agentes, sino también al socialismo
mismo para que no se cometan errores anteriores. La autocrítica es algo
que debe estar en cualquier sustentación teórica y práctica del mismo.
Mariátegui al igual que muchos marxistas, sostiene que la crítica del
marxismo guarda una relación directa con las consecuencias de considerar
al capitalismo como modelo único. Esta crítica, por tanto, tiene dos
dimensiones: una, que realiza una función crítica sobre la realidad actual,
es decir, sobresale el carácter de denuncia sobre el orden vigente. Por
otro lado, esta crítica tiene un carácter anticipador y propositivo en
cuanto ofrece nuevas alternativas a los modelos dados. En una palabra,
este rasgo crítico nos ayuda a dilucidar todo aquello que nos falta por
cumplir. En este sentido, anuncia la presencia de una convivencia nueva a
partir de las posibilidades de los colectivos sociales. Mariátegui, con su
marxismo, desplegará su criticidad a partir de una categoría nueva, la del
indígena. Esta categoría fungirá como crítica y hermenéutica para el
pasado y el presente del Perú, y actuará como anticipaciones, para el
566 RAÚL FORNET-BETACOURT, Transformación del marxismo. Historia del marxismo en América Latina, P y V editores, México, 2001, p. 124. 567 Esta idea de que Mariátegui no es el primer marxista de tipo histórico lo comparten de Aníbal Quijano y Oscar Terán, aduciendo que se encontraban otros “primeros” marxistas, tales como: Mella en Cuba o Ponce en Argentina. Ver: ANÍBAL QUIJANO, José Carlos Mariátegui: reencuentro y debate, prólogo a José Carlos Mariátegui, 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1977, p. 43. Además, ver: OSCAR TERÁN, “Mariátegui: decir la nación”, en, Nuestra América, Número 2, Lima, 1980, p. 21.
329
futuro del país andino. Finalmente la criticidad se presentará como un
horizonte ético y político de acción que sirve con referente constructivo
de la luchas de los pueblos.
b. El marxismo “hetero-doxo”. Si un modelo debe cumplir con su esencia
crítica se debe buscar la alternabilidad de las propuestas. Lo heterodoxo
no se debe comprender como lo opuesto al discurso oficial. Es la búsqueda
a propuestas diferentes que se adecuen a la realidad, ya que ésta es
cambiante y dinámica. La heterodoxia mariateguiana no debe significar
una candidatura a la “hoguera” por salirse de los límites establecidos,
sino más bien es el reconocimiento a alguien que pensó que una doctrina
no podía calcarse sin más en el continente americano. Por lo tanto, buscó
posibilidades del marxismo mismo para poderse adecuar a la situación
americana. Si nos atenemos al concepto etimológico, la heterodoxia se
plantea como una opinión distinta a la oficial; es una doxa flexible que se
aplica, en estos casos, a los países de América Latina. La heterodoxia no
es un revisionismo, tal como el que acusaban en los disidentes del siglo
XX, sino que es la fuerza y el entusiasmo por aplicar un pensamiento a las
regiones distintas que las europeas.
c. El marxismo abierto principalmente a las demandas de la realidad.
Mariátegui aseveró que el socialismo no debía ser calco de otras
realidades, sino que debía estar atento a lo que la realidad le indica. Fue
un observador de la realidad nacional e internacional y vio que el
marxismo era la doctrina y la acción que más se ajustaba a la realidad de
los países pobres. Esta apertura del marxismo coincide también con la
apertura del método, en cuanto considera otras dimensiones a la par de la
importancia del factor económico. En este sentido, el marxismo abierto es
un marxismo creativo donde se unen las dos formas de conocimiento
según Croce “a saber, la estética y la intelectual, sean distintas, pero no
330
puede decirse que estén separadas o divorciadas, como dos fuerzas que
actúan en direcciones opuestas”568.
Las dimensiones del marxismo, en el caso de Mariátegui, operan en
diferentes esferas: la intelectual, la volitiva, la sentimental, etc. Es más,
Mariátegui acepta el carácter religioso del marxismo en cuanto que se
debe implantar con la pasión y la fe del revolucionario, más aún, cuando
se trata de tomar en cuenta la importancia del factor religioso en el Perú.
d. El marxismo creativo y heroico. Mariátegui vio en el marxismo un acto de
poeisis. El acto creador se lo atribuye a Marx y sobre todo por los aspectos
que propuso como novedosos: el concepto de plusvalía, la atención en el
proletariado, etc. Este proletariado, según el peruano, debía entrar en
relevo del burgués capitalista que solamente había llevado a Europa a la
miseria de los trabajadores. Mariátegui expone que lo original de Marx es
estudiar la realidad desde los pobres, tal como lo proclama el himno de la
Internacional, y más enfáticamente en los proletarios:
“El mérito excepcional de Marx consiste en haber, en este
sentido descubierto al proletariado. Como escribe Adriano
Tilgher, “ante la historia, Marx aparece como el descubridor y
diría casi el inventor del proletariado; él, en efecto, no sólo ha
dado al movimiento proletario la consciencia de su naturaleza,
de su legitimidad, y necesidad histórica, de su ley interna, del
último término hacia el cual se encamina, y ha infundido así en
el proletariado aquella conciencia que antes les faltaba; sino ha
creado, puede decirse, la noción misma, y tras la noción, la
568 ARTURO ANDRÉS ROIG, Arte impuro y lenguaje. Bases teóricas e históricas para una estética motivacional, en, Utopía y Praxis Latinoamericana, Revista Internacional de Filosofía Iberoamericana y Teoría Social, número 24, Universidad de Zulia, Maracaibo, 2004, p. 106. Citando a: BENEDETTO CROCE, Estética como ciencia de la expresión y lingüística general, Librería Española de Francisco Beltrán, Madrid, 1926, p. 67.
331
realidad del proletariado como clase esencialmente antitética
de la burguesía...”569.
En el caso del peruano, la novedad se centró en que el marxismo debía
partir, desde el continente americano, del indio; otorgarle capacidad
revolucionaria al indio para que lo ascienda a una “moral de
productores”, muy distante y distinta de la “moral de los esclavos”. La
creatividad del socialismo, por tanto, recae en la capacidad de producir
de los revolucionarios, en la capacidad de transformar la realidad que les
toca vivir. Esta producción no sólo se hace desde el intelecto, sino
también desde la pasión y la fe que pone el revolucionario. La poiesis se
une al pathos y a la pistis del revolucionario para forjar los cambios.
Estas tres vertientes se sintetizan en los dos pilares fundamentales del
marxismo mariateguiano –que anteriormente hemos visto- que son el mito
y el método. Estas tres formas creativas se deben unir al entendimiento
al logos, para construir un método que responda a las necesidades de la
realidad. Los actos creativos sirven de energía a los revolucionarios y el
logos para buscar la eficiencia de los actos.
Toda esta poeisis y este logos desembocan en actuaciones beneficiosas
para el ethos, es decir, para la inauguración de nuevas relaciones
sociales. En este sentido, también se modifica la polis, es decir, en la
vida política de los individuos que se desarrolla en torno a un colectivo,
abandonando modelos individualistas y solipsistas. Esta polis funciona
como el momento de la praxis de la colectividad.
Entre este ethos y esta polis funciona una asthesis, un gusto por la vida y
la lucha que reconstruye no sólo un modelo de sociedad sino una forma
de estar del ser humano. Este ejercicio estético, sin duda, plantea que la
569 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Defensa del marxismo”, en, Amauta, Revista mensual edición facsímile, número 20, Editora Amauta, Lima, 1929, p. 14.
332
construcción del socialismo es algo trascendente a los seres humanos. Nos
indica que la colectividad y la socialidad no son conformadas por el grupo
de seres humanos reunidos por un bien común, sino que es algo más: que
el ser humano lleva en sí la dimensión de la colectividad y la socialidad,
como puede apreciarse en las comunidades indígenas.
e. El marxismo antropológico. Basado en la característica anterior, notamos
que Mariátegui se concentró en la construcción de su marxismo alrededor
no solamente de la sociedad, sino en torno al ser humano. El marxismo de
Mariátegui es una reivindicación de lo humano centrado en el problema
indígena. Y no sólo se establece el diagnóstico de los indígenas en el Perú,
sino que reclama que toda transformación debe pasar por el indio; la
construcción de nación debe pasar por el protagonismo de los indígenas
que desde tanto tiempo atrás han estado en una situación de marginación.
Esta vertiente del marxismo de Mariátegui tiene el sustento de una
dimensión humana que es transversal en toda su obra. Este pensamiento
tiene mucho de Nietzsche570, en cuanto es una doctrina intrínsicamente
dinámica donde el peruano dice que es “un hombre orgánicamente
nómada, curioso e inquieto”571, dado al viaje permanente. En Nietzsche
encontramos algo similar donde se expresa la capacidad inmensa del
hombre libre: “Aquél que ha llegado, aunque sea solamente en cierta
medida, a la libertad de la razón, no puede sentirse en la tierra sino
viajero”572. Además este marxismo, obedeciendo a la profundidad
humana, se debe vivir con pasión, poniendo la sangre en las ideas tal
como decía Mariátegui retomando una cita de Nietzsche:
570
Mariátegui hace una interpretación libre de Nietzsche, donde destaca el espíritu de libertad del ser humano. Esta aclaración es necesaria, ya que Nietzsche no tiene nada de socialista, es más, lo ataca. 571 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, La novela y la vida, Editora Amauta, Lima, 1974, p. 141. 572 FRIEDRICH NIETZSCHE, Humano, demasiado humano, Editores Mexicanos Unidos, México, 1974, número de párrafo 639.
333
“De todo lo que he escrito yo amo sólo aquello que alguien escribe
con su sangre. Escribe tú con sangre: y te darás cuenta de que la
sangre es espíritu”573.
De hecho la acción del marxismo no solamente se despliega por el
aparataje teórico de pensadores de profesión, sino que se desprende de
manos creadoras y libres que tienden al porvenir de las cosas. Mariátegui
al reunir las corrientes marxistas con algunos pensamientos de Nietzsche
recupera dos acciones primordiales en toda su obra: el espíritu
revolucionario y la energía creadora del marxismo, por un lado; y la idea
permanente de lo vital, por el otro574.
f. El marxismo dinámico y práctico. Si hay algo que debe cambiar
constantemente es el marxismo ya que responde a la realidad de las
clases marginadas. Ya no podemos pensar el marxismo de manera
dogmática; caeríamos en el problema anterior de un marxismo oficial y
dogmático. Caeríamos en el problema que actualmente tiene el
capitalismo: autoerigirse, sin ninguna autocrítica, como el modelo único
de gobernabilidad mundial. De este espíritu dinámico del marxismo nos
habló Mariátegui y eso lo llevó a ofrecer una visión inusitada del mismo,
cuando lo presentó para el continente americano. Con esto, el peruano se
alejó de una visión sustancializada y ahistórica del marxismo. El marxismo
siempre será susceptible de ser completado y esto lo expresó, sobre todo,
cuando escribió en forma de ensayo sobre la realidad: de una realidad que
siempre está inacabada y que debemos penetrarla con una actitud
permanente de búsqueda y curiosidad científica, para asirnos a ella, para
hacernos cargo de ella. El marxismo será dinámico en cuanto los pueblos
se esfuercen por cubrir sus necesidades, aun las más básicas. 573 FRIEDRICH NIETZSCHE, Así habló Zaratustra, Alianza Editorial, Madrid, 1972, párrafo 69. 574 Ver: ALFONSO IBÁÑEZ, “Mariátegui: un marxismo nietzcheano”, en, Teoría y Debate, Estudios sobre Estado y Sociedad, Vol. VIII, número 22, México, 2001, pp. 14-15. Revisar además: OFELIA SCHUTTE, “Nietzsche, Mariátegui y el socialismo. ¿Un caso de “Marxismo Nietzscheano” en el Perú?”, en, Anuario Mariateguiano, vol. IV, número 4, Editora Amauta, 1992, pp. 85-92.
334
En cuanto a lo práctico, Mariátegui destaca que lo fundamental del
marxismo, tal como lo dice la tesis 11 de Marx sobre Feuerbach, es la
transformación de la realidad. En consecuencia, el marxismo de
Mariátegui destaca dos elementos fundamentales: primero, su atención al
papel de la acción, de las fuerzas sociales que pueden transformar la
realidad, y, segundo, su preocupación por las peculiaridades de esa
realidad concreta, que deben ser tomadas en cuenta tanto a la hora de su
interprtación como de su transformación práctica575.
10. Conclusión
El marxismo de José Carlos Mariátegui significó una nueva forma de hacer
socialismo, y con ella, una nueva forma de leer la realidad. No fue el único de su
tiempo, como lo podemos ver en algunos contemporáneos europeos, como
Antonio Gramsci. Sin embargo, para América Latina significó una lectura original
y germinal. Muchos son los adjetivos que denotan las características especiales
del marxismo mariateguiano: lo heroico, lo aventurero, lo descubridor, lo vital, y
podemos añadir, lo integral. Pero hay algo más importante: este marxismo que
consideramos latinoamericano es un aporte permanente al marxismo tanto
teórico como práctico. Con Mariátegui se observa, a la par de muchas iniciativas,
cómo el marxismo se convierte en un proyecto vital, en una forma de vida donde
se compromete radicalmente el sentido de su existencia.
Pero detrás de esta novedad, hay algo que sirvió de basamento para la
propuesta de Mariátegui: nunca consideró al marxismo como algo cerrado y
dogmático. Es lo más audaz de Mariátegui, sobre todo en su tiempo, ya que
consideró al marxismo como una doctrina susceptible de superación.
575 ADOLFO SÁNCHEZ VÁZQUEZ, “El marxismo Latinoamericano de Mariátegui. Grandeza y originalidad de un marxista latinoamericano”, en, Anuario Mariateguiano, Volumen 4, número 4, Editora Amauta, Lima, p. 64.
335
“Si el dogmatismo es unidireccional y autista, la reflexión de
Mariátegui está gobernada por la movilidad y la atención a los
estímulos del medio, siempre cambiantes, siempre parciales. A partir
de ahí Mariátegui nos lega otra lección: la de elegir”576.
La evolución del pensamiento de Mariátegui era acorde a los problemas
cambiantes de la realidad. Siempre “preparándose” para lo que tenía que
enfrentar, con agonía, con lucha y con gran pasión, Mariátegui observó el
desánimo, el tedio y la desidia que tendía la realidad, tanto nacional como
internacional. Para él, el socialismo, que es un trabajo en permanente ascensión
debía colaborar para que la realidad se elevara a estadios más humanos y más
justos. El peruano estaba convencido de que el marxismo tenía la posibilidad de
encaminar a la humanidad a utopías más acogedoras.
En este sentido se adscribe la vigencia del marxismo. Ya en su tiempo,
Mariátegui afirmaba que el marxismo no se producía de la bancarrota; todo lo
contrario, el marxismo significaba la ascensión espiritual y material de la
humanidad de su tiempo. Esto mismo se puede decir para la actualidad. No cabe
preguntarse con rodeos teóricos de si el marxismo es todavía científico o es
filosóficamente válido. El marxismo más bien debe servir para colaborar a sacar
a la humanidad de la bancarrota producida por el radicalismo del neoliberalismo
económico. Este marxismo retomará el camino de las propuestas viables cuando
las fuerzas sociales representadas en colectivos que significan los nuevos sujetos,
tomen el marxismo, no únicamente como un arma para llegar al poder, sino
como una forma de vida, un mito, una pasión y una forma de estar en la
realidad. No cabe duda de que el marxismo de Mariátegui, más allá de
ofrecernos un sistema acabado, nos presenta una propuesta de acción, un
comienzo, una reanudación de la lucha y los conflictos expresados en otros 576 ANTERO FLORES-ARÁOZ, “Presentación de Invitación a la vida heroica, José Carlos Mariátegui, textos esenciales”, en, ALBERTO FLORES GALINDO y RICARDO PORTOCARRERO GRADOS, Invitación a la vida heroica, Textos esenciales, Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima, 2005, p. IX.
336
términos. El marxismo de Mariátegui es el emprendimiento de una marcha sin
retorno.
Para América Latina, este tipo de marxismo está profundamente vigente.
No porque su propuesta tenga pretensiones universalistas que lo llevarían a
proponer otro marxismo inamovible. El peruano consideró que el marxismo en
América Latina siempre está en proceso ya que las problemáticas internas
siempre son susceptibles de evolución y solución. Eduardo Cáceres expone el
término de vigencia que es totalmente aplicable a Mariátegui:
“Tener vigencia es no haber perecido. Es haber establecido un terreno,
una problemática, algunas propuestas que siguen siendo decisivas en
la configuración del presente. Política e historia tienen mucho en
común: ambas se refieren al tiempo de los hombres. En él los
territorios nuevos y sus delimitaciones se suelen llamar épocas. Las
propuestas políticas fundacionales son propuestas epocales. Mariátegui
y otros como él, no sólo hablan del Perú, lo crean al delimitarlo. Y al
hacer esto inauguran una época...Pero por sobre todo, la vigencia
tiene que ver con un plus, con un más allá posible, con una utopía. Es
la pervivencia de una apuesta, de una posibilidad. La vigencia de
Mariátegui es la vigencia de una apuesta por el socialismo” 577.
El nuevo terreno y el nuevo espacio del marxismo están determinados en
América Latina, no sólo para los tiempos de Mariátegui, sino para los actuales. Y
este espacio está centrado en recibir las propuestas variadas de marxismo que,
sin caer en el parlamentarismo, pone la atención en las propuestas marxistas que
estén unidas a la población, muchas de ellas convertidas en fuerzas sociales, que
no buscan conformarse en un partido político, sino que tratan de transformar la
realidad inspiradas en las bases teóricas y prácticas del marxismo. La
577 EDUARDO CÁCERES, “Mariátegui: vigencia de una vida”, en, La República, Lima, 1989, p. 26. Citado por ALBERTO FLORES GALINDO y RICARDO PORTOCARRERO GRADOS, Op. Cit., P. XVIII.
337
acentuación del marxismo en el continente americano, es precisamente que se
trata de un marxismo actuado en el espacio y tiempo latinoamericanos; es decir,
la teoría y la praxis marxista están determinadas por las tierras de América
Latina.
América Latina es para el marxismo lo que los pueblos latinoamericanos
son para la Teología de la Liberación: un “locus teologicus”. En nuestro caso,
América Latina será un verdadero “locus philosophicus” para el marxismo en
gestación. De esas tesis pervive la vigencia del marxismo de Mariátegui: de la
situación real de miseria de los pueblos de América Latina, del expansionismo
del capitalismo como sistema de “destrucción masiva”, de la situación de los
indígenas en el continente, etc. Por lo tanto, el horizonte del marxismo en
América Latina está condicionado por todo aquello que todavía nos hace falta
conseguir. Nuestra lucha, nuestra pasión, nuestra “agonía” mariateguiana está
constituida y robustecida por el déficit que aún nos toca saldar como pueblos de
América Latina. El déficit económico, político, social, educativo, cultural, etc.
No hay duda de que la visión, el espíritu, la pasión del marxismo
mariateguiano nos servirán de brújula y de carta de navegación para estos
tiempos en los que se hace frecuente el olvido sobre las personas, entre ellas las
que son víctimas de todo poder. Servirá de brújula, sobre todo, en estos
tiempos, en los que se considera que cualquier rumbo es bueno.
338
339
CAPÍTULO V
un marxismo integral para un mundo fragmentado
“¿Dónde iremos a buscar modelos? La América española es original.
Originales han de ser sus instituciones y su gobierno. Y originales los medios de fundar unas y otras.
Inventamos o erramos”.
Simón Rodríguez, Inventemos o erremos.
“El mesiánico milenio no vendrá nunca. El hombre llega para partir de nuevo. No puede sin embargo, prescindir de
la creencia de que la nueva jornada es la jornada definitiva.
Ninguna revolución prevé la revolución que vendrá después, aunque en la entraña porte su germen”.
José Carlos Mariátegui,
“ La lucha final”, en El Alma Matinal 1. Revisión de la hipótesis.
En esta última parte del escrito pretendemos revisar la hipótesis de este
trabajo: ante un mundo único y fragmentado, presentamos la posibilidad y la
alternativa socialismo desde la propuesta del marxismo integral de Mariátegui.
En la andadura de este trabajo de investigación hemos tenido que confrontar
algunos cuestionamientos que nos hemos hecho en cada uno de los capítulos.
340
En el primero de ellos, estudiamos cómo se da el mundo fragmentado desde
dos categorías dominantes: la postmodernidad y la globalización. Para este
cometido, la postmodernidad le sirve de caldo de cultivo al liberalismo que trata
de instaurarse desde su perspectiva ideológica de globalización. En el segundo
capítulo, tuvimos que dar cuenta de que el marxismo tiene vigencia; no tanto el
marxismo de la experiencia soviética, sino un marxismo más dinámico y más
abierto a las realidades de los pueblos. En el tercer capítulo, reflexionamos sobre
el pensamiento de Mariátegui en general. Destacamos sus grandes ejes
temáticos: el problema del indio, el socialismo creativo, la cultura y el arte como
pilares fundamentales de la revolución, el internacionalismo, etc. Este capítulo
tuvo dos cometidos: primeramente, verificar la pertinencia del pensamiento de
Mariátegui como pensamiento latinoamericano; y luego, preparar al lector para
los capítulos cuarto y quinto, donde estudiaríamos la propuesta del marxismo de
Mariátegui.
En el cuarto capítulo, el capítulo medular de este trabajo, demostramos que
el marxismo propuesto por Mariátegui es apropiado para los pueblos de América
Latina. Finalmente, en este quinto capítulo, confrontaremos la problemática
planteada en el primer capítulo con la propuesta del cuarto: la fragmentariedad
(del mundo actual) frente a la integralidad (de la propuesta mariateguiana). En
síntesis: las propuestas marxistas pueden recogerse, especialmente la de
Mariátegui, desde la experiencia latinoamericana, para una nueva propuesta que
dé respuestas pertinentes a las problemáticas actuales.
Notemos en el siguiente esquema la relación interna de todas las temáticas:
341
Esquema de la confrontación de la hipótesis:
Pensamiento de Mariátegui (Capítulo III)
La vigencia del Marxismo (Capítulo II) El problema de nuestro tiempo: Confrontación de la Marxismo Mundo único fragmentado hipótesis Integral (Capítulo I) (Capitulo V) (Capítulo IV)
Como se aprecia en el esquema, las relacionesde la hipótesis principal
tienen origen en los capítulos uno, cuatro y cinco. El capítulo uno presenta el
problema fundamental y la propuesta ante este problema se plantea en el
capítulo cuarto. En sí es la confrontación de la fragmentariedad con la
integralidad, leída desde el marxismo de Mariátegui. Para este cometido hay dos
capítulos que sirven de bisagras, pues nos llevan directamente hacia la hipótesis.
Estos son los capítulos segundo y tercero que nos presentan la vigencia del
marxismo y del pensamiento de Mariátegui.
Este apartado no trata de dar recetas o soluciones fáciles que sirvan para
construir una etapa postcapitalista, donde no quepa la explotación. La intención
es hacer ver que el marxismo, tal como lo propone Mariátegui, es un camino
342
posible para los pueblos de América Latina. Presentar ahora el socialismo como
alternativa no es un tema coyuntural sostenido por la asunción al poder de
muchos gobernantes de izquierda tanto en América Latina como en el resto del
mundo. Queremos dejar evidencia de que el socialismo forma parte de una
agenda permanente de discusiones sobre los principios y objetivos de la izquierda
en el siglo XXI578. No ofreceremos aquí una agenda política, porque nuestro
objetivo es visualizar avenidas de reflexión filosóficas del marxismo, sobre todo,
para desmontarlo de cualquier herencia de enfoque logocéntrico del mismo.
Ciertamente no necesitamos la visión de un marxismo único como referente de
todos los movimientos políticos. Eso nos haría caer en los errores del pasado: la
construcción de un marxismo dogmático sin capacidad de plegarse a las
demandas de la realidad.
En síntesis, no podemos dar como hecho natural el proceso de la
globalización, puesto que tal pretensión no es más que un constructo
ideologizado del neoliberalismo. Por tanto, no podemos aceptar la tesis del
mundo único por el proceso de globalización; lo que podemos sustentar es que el
mundo globalizado no se presenta como único, sino que se presenta como un
mundo múltiple con muchas y diferentes características, en una variedad de
culturas que deberían tener entre sí relaciones simétricas. Ante esta pluralidad y
multiplicidad de culturas, tampoco podemos aceptar la fragmentariedad, es
decir, el divorcio entre la multiplicidad de las partes. Con esto, nos alejamos de
la construcción de sociedad del modelo neoliberal: donde la sociedad es el
conjunto de sus miembros disgregados sin relación con el todo.
La opción del marxismo como contrapuesta al capitalismo, siempre ha
tenido vigencia, pues está vigente el anhelo de superar la alienación que supone
la subordinación de la vida al capital. Sin embargo, lo que ha cambiado es la
forma como el marxismo puede adaptarse a cada tiempo y cultura. Y esto por su
naturaleza dinámica. El marxismo que ahora necesitamos debe ser diferente en
578 CLAUDIO KATZ, El porvenir del Socialismo, Ediciones Herramienta, Buenos Aires, pp. 8-9.
343
sus postulados y no en su espíritu, tal como lo pensó Marx en el siglo XIX, y como
lo pensó Mariátegui para el Perú, en las primeras décadas del siglo XX. Lo que
recogemos tanto del primero como del segundo son sus fundamentos y la
seriedad académica y política para proponer una doctrina a la altura de los
tiempos.
Para esta fragmentariedad proponemos como alternativa el marxismo, más
concretamente, al marxismo integral, dinámico y abierto de José Carlos
Mariátegui.
2. Cuestiones previas sobre la fragmentación.
No hay duda que los términos fragmentario y fragmento son complejos.
Dicen mucho y dicen poco. Es un término inacabado porque en su interior se
despliega una discusión filosófica muy rica. Unos ven el término de
fragmentariedad como positivo porque se contrapone al universalismo en el
sentido de totalización homogenizadora, ocultante de las diferencias; otros, lo leen
más negativamente porque su práctica apela al desánimo vital y a la falta de
exigencia ética en muchos de los problemas a escala mundial: las guerras, el
SIDA, etc.
Uno de los primeros problemas es de tipo epistemológico, el cual se
visualiza en la confrontación de la variedad de los esquemas lógicos de las
diferentes ciencias frente a la consecución de la unidad de la razón. Desde el
comienzo de la filosofía se ha planteado la pregunta sobre si la realidad es una o
es múltiple. Los griegos explicaron el origen de las cosas desde un elemento
único o bien la conjunción de varios elementos. En esta constelación de
enfoques, tenemos desde Tales, Aníxamenes y Anaximandro que plantearon del
origen de las cosas en los cuatro elementos, hasta Anáxagoras y Demócrito que lo
explicaban desde las semillas, el primero; el otro, desde los átomos. La tensión
entre lo uno y lo múltiple siempre ha estado presente en el desarrollo del
pensamiento humano. Este problema no es únicamente planteado por la filosofía.
344
Las ciencias también se han planteado el problema especialmente en la
explicación de la materia. En este sentido, los atomistas modernos, como Boyle o
Dalton, desde la experimentación el primero en Física y el segundo en Química,
explicaron la diversidad de la materia. En 1905, Einstein revolucionó el concepto
sobre la materia con su teoría de los quanta. Posteriormente todos los avances
científicos caminaron hacia la división del átomo llegando a partículas más
elementales: electrones, protones, neutrones, fotones, quarks, etc. Luego, el
mismo Einstein llegó a la conclusión de que el universo no es estático, sino que
está en expansión.
Es importante que visualicemos que la fragmentariedad tanto en el mundo
moderno como en el mundo postmoderno han producidos fuertes fracturasa la
sociedad actual. Y en estos contextos debemos preguntarnos por la
fragmentariedad desde la categoría de sistema. Con ello no queremos decir que
fragmentariedad es equivalente a multiplicidad y mucho menos a pluralidad. Lo
desconcertante de la fragmentariedad son las rupturas que se dan dentro del
sistema.
La primera anotación que haremos sobre el tema es que usaremos el término
fragmentario como antónimo del concepto integral. Lo fragmentario lo utilizamos
en un todo destruido, compuesto por partes que no guardan ninguna relación ni
conexión. Precisamente, la paradoja de nuestro tiempo es que vivimos
incomunicados en el mundo de las comunicaciones. Suess nos indica lo siguiente
con respecto a la “vida integral”:
“La fragmentación recuerda circunstancias históricas de violencia con
ganadores y perdedores identificables. Los fragmentos no son partes
completas en sí mismas, sino que son cuerpos mutilados, signos de
identidad destruidos, restos de una vida integral”579.
579
PAULO SUESS, América Latina: Contra la amenaza de la vida “integral”, en, Concilium, número 271, Editorial Verbo Divino, Pamplona, 1997, p. 522-523.
345
Filosóficamente, sería aquello que persiguen algunos postmodernos: la
disolución de la identidad, de lo uno suplantado por la diferencia; o bien la
desconstrucción del constructo moderno. Esto plantea el problema en dos planos:
uno, teórico; el otro, práctico. Entre ambos nos llevan a una falta de compromiso
personal y social.
El concepto “fragmentado” es ocupado aquí en el sentido de algo que ha
sido partido, dividido, fraccionado. No ha sucedido por casualidad. Así, la
fragmentación del mundo ha ocurrido porque los diferentes estructurasestán
divididos en partes sin ninguna relación entre ellas. La fragmentación no es
solamente la división de las partes, sino que es algo más grave: esas partes no se
relacionan entre sí. No hay retroalimentación entre ellas. Esta separación es
negativa e irresponsable. Éticamente ninguno de las estructuras pide resultados a
las otrasestructuras. Cada subsistema actúa en su campo referencial y esto da
como consecuencia una construcción ideológica del mismo.
En este esquema, que veremos a continuación, en la dispersión de todos
las estructuras, hay uno, el económico, que domina sobre los demás. En esta
dominación se construye la lógica del pensamiento único y el sistema único. Esto
quiere decir que la economía basada en el modelo económico neoliberal se
constituye como único referente por el cual debe caminar la sociedad mundial.
Por esta unicidad se entiende que, por un lado, la estructura económica está por
encima de las otras estructuras (político, social, educativo); y por el otro, se
entiende que el modelo económico capitalista está por encima de otros modelos,
particularmente, de un modelo socialista.
Este pensamiento y modelo únicos se establecen ideológicamente en la
sociedad, sirviendo como sustento ideológico de la globalización económica
dominando todas las relaciones entre las personas y los pueblos.
346
De un sistema integrado a un sistema fragmentado
En este esquema nos encontramos que los subsistemas están divididos sin
ninguna relación. Sin embargo, en el esquema de la izquierda todavía se tiene
una orientación y un rumbo. En el esquema de la derecha, contrariamente, no
sólo se presentan todos las estructuras sin relación alguna, sino que todos van a
la deriva. En cualquiera de los dos casos, es sumamente negativo, por ejemplo,
que lo político no tenga que ver con lo económico: de ello resulta que las
medidas económicas no atienden el estado calamitoso de las grandes mayorías; o
del hecho que la estructura religiosa esté separado del ético, nos resultan los
fundamentalismos tanto de derecha como de izquierda. En el esquema, la
estructura económica aparece dominando a las otras estructuras.
Consecuentemente, sin el cumplimiento de una integración en el esquema
anterior no podemos hablar de democracia, ni siquiera de una democracia
liberal. La democracia debe darse igualmente en todos las estruscturas. Es poco
viable la democracia de una nación con una injusta distribución de la riqueza o
Social
Economía
Educación
Política
Cultura
Social
Social
Social
Social
Social
Político
Educación
Economía
Social
Cultura
La fragmentariedad desarticula los subsistemas
347
con grandes sectores de pobreza. La democracia debe estar presente por igual en
lo político, lo cultural, lo social, lo económico, etc.
La fragmentariedad hace de la sociedad un ente autista: al modelo
económico no le interesa los otros subsistemas; la ciudadanía no quiere saber
nada de los políticos que tienen muchas veces el monopolio de la política; el
modelo educativo, muchas veces, no obedece al subsistema cultural de los
pueblos, limitándose a copiar modelos foráneos. Todo el hecho social, por lo
tanto, está dividido en esquirlas sin la posibilidad de integrarse y menos aún de
constituirse en una propuesta integral, al menos en el modelo neoliberal.
3. Algunas cuestiones para un marxismo integral.
La presentación del marxismo en su integralidad tiene la intención de
responder a toda la realidad humana y a toda la realidad social. La integralidad,
entonces, se tomará en un sentido de totalidad580, sin caer en lo absoluto ni en el
totalitarismo. La integralidad como totalidad sería el “olon” que está en todas
sus partes. Esto quiere decir que, por ejemplo, el sistema no es la unión de todos
los subsistemas, sino que hay una coincidencia del todo con las partes, es decir,
el sistema está presente en los subsistemas y éstos están presentes en el sistema.
No hay uno que agote al otro, más bien todos están en apertura: son lo que son
en apertura a los otros. La integralidad, entonces, se construirá en la totalidad
del sistema, como un olon que está presente en las partes.
El marxismo, desde su integralidad, ha tenido muchos usos: una forma de
interpretar el mundo, un medio de transformación de la sociedad, una forma de
existencia ante la vida, una crítica al capitalismo. En la actualidad se necesita de
todas esas formas. En esta dirección el marxismo debe caminar hacia los demás
subsistemas: entrar en lo cultural, en lo social, en lo educativo. Y de hecho
580
Aristóteles presenta el concepto de totalidad que consiste en la coincidencia de todas las cosas en un mismo carácter; y, además, coincide en aquello todo cuanto hay justamente de ser, y cada cosa forma parte del todo en tanto en cuanto es. Esta totalidad, este olon, también está presente en Marx en cuanto que él considera que el modo de producción es una totalidad dialéctica en que las partes son solidarias entre sí, y en el que el todo es más que la suma.
348
muchas manifestaciones del siglo XX lo han hecho, llevándose consigo los ataques
más duros de aquéllos que cuidaban la ortodoxia formal.
El olon del marxismo debe estar atento, tal como se vio en la propuesta de
Mariátegui, a la construcción de un “logos” abierto a otras dimensiones, al saber
por medio de una nueva “episteme”, un saber necesario que nos ayudará a
discernir, impregnado de un saber con “aesthesis” que compromete el saber con
el sentir de las cosas. Este saber no queda solamente en el intelecto, sino que se
usa como “phronesis” que se abre a la actividad humana, tomando cuenta del
saber hacer del humano expresado en la “tecné”, que fundamenta un verdadero
camino ético. El marxismo de la actualidad ya no puede cifrar su futuro en un
conjunto de leyes incuestionables, ni tampoco, únicamente, en la vertiente
economicista del pasado, sobre todo, el utilizado en el modelo marxista
soviético.
3.1 La refundación de la izquierda. La caída del socialismo real en la URSS no es motivo para pensar que ese
“shock” debe eternizarse en la izquierda, ocasionando no sólo salidas de
miembros y dirigentes, sino desalentado a los colectivos en el esfuerzo de buscar
nuevas alternativas. Ello no nos lleva necesariamente a concluir que las tesis
marxistas están ya en desuso. Es más: el capitalismo, con sus errores históricos,
ha vuelto a convocar los colectivos de inspiración marxista. Pero esta
convocación ha tenido un amplio horizonte: en la oposición al capitalismo han
confluido grupos izquierdistas, marxistas, antiimperialistas y grupos
antiglobalización, ambientalistas, etc. Ahora como antes, el marxismo invita a
luchar contra las políticas neoliberales, como hace siglo y medio, en la época de
Marx, cuando se luchaba contra el capitalismo y su expansivo imperialismo. Es en
estos momentos que debemos ser críticos con todo, hasta con aquel marxismo
que quiera recuperar el poder hegemónico de antaño. Bolívar Echeverría nos
ilustra lo siguiente:
349
“...hay los marxismos que resultan de una lección que respeta esa
búsqueda inacabada de unificación que conecta entre sí a los diversos
esbozos espontáneos de identidad que hay en el propio Marx; de una
adopción de los lineamientos fundamentales de su proyecto
revolucionario, en la medida en que éste, por su originalidad concreta
y por su originalidad, puede ser perfeccionado críticamente con el fin
de armonizar el discurso de aquella rebeldía múltiple frente a la
historia capitalista, que de otra manera permanecería balbuceante y
contradictoria..., el marxismo que parece renacer de su crisis actual
es el de esta tradición heterodoxa”581.
No cabe duda, que los modos materiales en los cuales descansa la discusión
han cambiado. Los horizontes en la actualidad son diferentes. Los cambios son
numerosos: en la gestión pública y privada, en los nuevos roles de los colectivos,
en los nuevos sujetos sociales, en la revolución tecnológica, en los nuevos roles
del dinero y de la mercancía, etc.
En este contexto, la refundación de la izquierda debe ser un hecho ineludible.
Uno de los primeros hechos a tomar en cuenta es la necesidad de revisar las
concepciones de grupos vanguardistas, ya que no se puede pensar que los
cambios se van a dar sin el concurso de las masas:
“Es urgente recomenzar desde abajo, renunciando a todo
vanguardismo, a toda idea de un partido de élites, a la concepción del
partido único, y a todo economicismo o reducción de la sociedad a su
componente económico. No se constituye una nueva sociedad
invirtiendo simplemente los términos de la dominación. Este ha sido el
error capital en la desaparecida Unión Soviética”582.
581
BOLÍVAR ECHEVERRÍA, El discurso crítico de Marx, Ediciones Era, México, 1986, pp. 14-15. 582
RODRIGO MONTOYA, “El problema étnico y el socialismo en tiempos de Mariátegui y en 1994”, en, Anuario Mariateguiano, Vol. 6, número 6, Lima, p. 80.
350
Sin embargo, esta refundación de la izquierda no significa que se deba
constituir cualquier izquierda, en un sentido genérico. Un partido o un
movimiento de izquierda no pueden confundirse con los partidos de derecha. Ni
en sus métodos ni en sus planteamientos ni en la formación de la gente ni en los
objetivos que persiguen. Un movimiento de izquierda tampoco puede tomar
como bandera únicamente los formalismos de la democracia, amparados en un
proceso eleccionario. En ese sentido, la izquierda debe ser una instancia de
movilización popular, un canal para que los grandes problemas de la población se
negocien y se resuelvan. Tal como dice Marta Harnecker que considera que si
“la izquierda quiere ser tal, no puede instalarse en lo ya estatuido,
como si las correlaciones de fuerzas y las reglas del juego fuesen
inmodificables; no puede por lo tanto, concebir la política como el
arte de lo posible. Todo su accionar debe ir justamente a cambiar la
situación”583.
En este sentido, la izquierda debe llevar adelante un replanteamiento
identitario de su praxis política en el continente, que permita a todos los
movimientos y los partidos redefinir su visión de futuro, para no arrastrar una
visión socialdemócrata que se decanta más por la democracia formal
parlamentaria.
El único camino para enfrentar el imperialismo del capitalismo no es la
“tercera vía”, sino el socialismo: un socialismo centrado más en el movimiento
que en el partido, que deje de lado el reformismo y que se presente como el eje
transformador de la sociedad.
583
MARTA HARNECKER, “La política como el arte de construir una fuerza social antisistémica”, en, Revista América Libre, número 16, La Habana, 1999, p. 138.
351
A continuación expondremos algunos aspectos importantes para una refundación
de la izquierda584.
3.2. La necesidad de concientización de los colectivos
Uno de los problemas de los partidos de izquierda es que las bases se han
retirado del espectro político. Muchas veces porque los políticos se han arrogado
la exclusividad de la participación política, especialmente, por medio de los
partidos políticos y sus cuotas de poder. Esta situación se acentúa cuando hay
colectivos que participan solamente en los momentos de las elecciones. Otra de
las razones de la abulia política de los colectivos es que algunos de ellos no están
debidamente formados, es decir, plenamente concientizados para su
participación. Esta falta de concientización hace estragos en todos los niveles: en
los jóvenes, provoca escepticismo hacia la lucha tal vez influenciado por la
ideología del desinterés propuesto por el postmodernismo; en los dirigentes,
propicia el olvido de las masas y, en el peor de los casos, desviación de sus
actividades hacia la corrupción. Los desencantados por la izquierda, en algunos
casos, se parecen mucho a los simpatizantes de los partidos de derecha.
Esta formación debe enriquecer el talante de los colectivos. En palabras
de Mariátegui, será la formación del pathos del revolucionario. En esta
construcción, se debe privilegiar la formación ética, o, como diría Mariáegui, la
moral de los revolucionarios. Además, de toda esta formación los sujetos
colectivos deben ser formados en análisis de la realidad, en las perspectivas de la
globalización, en los fundamentos de Marx, en los valores de los revolucionarios,
etc. El revolucionario debe ser un sujeto con talante de luchador.
584
Con la refundación de la izquierda no nos estamos refiriendo a que se deban buscar o colocar nuevos fundamentos y cimientos para la izquierda. Se trata de regresar permanentemente a los fundamentos originales de la izquierda que se cristaliza principalmente en las causas que tuvo Marx para proponer la lucha permanente ante las injusticias del sistema capitalista. Esta refundación, además, debe tener en cuenta los contextos de espacio y tiempo de cada sociedad.
352
3.3. Después del poder ¿qué viene? A nivel general hemos notado en la experiencia de Mariátegui el deseo de
construir un socialismo desde las bases. Ha puesto el acento más en luchas
permanentes y en los procesos revolucionarios que en la preocupación de llegar
al poder. Sin embargo, en los últimos años, hemos asistido en América Latina a la
asunción al poder de muchos partidos de izquierda. Lo que sí debemos tener
claro es que llegar al poder en la actualidad se ha convertido en una potente
mediación y no tanto en una finalidad585. La izquierda se ha de identificar con
una lucha que va mucho más allá de la búsqueda de acceso al poder y mucho
más allá de la meta de asegurar cargos públicos para sus dirigentes. Cuando
muchos esfuerzos y energías de un partido de izquierda se orientan a las
campañas electorales, los riesgos de perder identidad y credibilidad son
enormes. La campaña electoral tiene sentido si se sitúa en el marco de los
objetivos de los sectores populares. Una izquierda no puede activarse sólo en las
campañas electorales, ya que eso únicamente cumple uno de los estadios de la
democracia formal.
La izquierda debe preocuparse por asegurar mayor participación a los diversos
sectores, privilegiando a quienes están sumergidos en la miseria. Es a la
izquierda a quien le toca dirigir las movilizaciones de todos estos sectores, lo
cual tiene mayor impacto que un trabajo partidista.
3.4. El regreso a los colectivos y a las bases Que los sectores populares participen y se empoderen generando ellos
mismos oposición y resistencia es uno de los grandes desafíos de la izquierda.
Se deben potenciar los escenarios para que se den estas iniciativas, a partir,
585
Esta llegada al poder como mediación, a nuestro ver, se está dando en el proceso revolucionario venezolano, en el cual sus dirigentes no hacen punto de honor en la llegada al poder, sino que están promoviendo una revolución que no solamente es calco de otra experiencia, sino que presenta muchas originalidades que, aun con todas sus limitaciones, se está convirtiendo en un socialismo que está sirviendo de referente para la izquierda de América Latina.
353
por ejemplo, de asambleas en los municipios, de cabildos abiertos, de
movilizaciones para pedir derechos negados, etc. Ya no se puede pensar en
una vanguardia élite que diseñe todas las acciones populares. En los
colectivos se da el espacio necesario para que se acorten las distancias entre
los dirigentes y las bases; es en ese lugar donde donde debe definirse lo que
ha de ser la izquierda en la actualidad y su aporte a los diferentes
problemas: el empleo, la seguridad ciudadana, el medio ambiente, la tierra,
la distribución de la riqueza, la participación en las decisiones etc. La
dirigencia de la izquierda no debe defenderse de las bases; por el contrario,
debe estar enraizada en ellas y construir con ellas una resistencia vigorosa,
que lleve a la construcción de sociedades justas y fraternas. Estos momentos
de esperanza en el continente, en que ha llegado la izquierda al poder, no
deben constituirse en un cambio de dominación, sino en la construcción de
un espacio para que los colectivos tengan más participación.
Pero no bastará únicamente el regreso a los colectivos. Los
movimientos de izquierda, y en especial el marxismo, deben aglutinar a
muchos otros movimientos en un frente único, ya que precisamente uno de
los problemas más agudos de la izquierda en América Latina es que sus
movimientos están desunidos y todos tiran por el camino de sus
conveniencias. Estos movimientos de izquierda tienen un déficit esencial: no
articulan sus reivindicaciones con una salida política y por lo tanto no se
hacen sentir en las transformaciones sociales. Es necesario que tanto los
movimientos como los políticos marquen bien su orientación.
3.5. De la conciencia de clase al sujeto colectivo y plural
En la actualidad sigue siendo importante no sólo la conciencia de clase sino
tener una conciencia común en los diferentes colectivos. Marx presentó en el
Dieciocho Brumario la conciencia de clase como aquello en lo cual se comparten
ideales, visiones de futuro, formación, status económico, etc.,. Este sujeto
354
colectivo y plural, con muchas y distintas voces, tiene que constituir un proyecto
común:
“La alternativa no puede ser reducida a un plan económico, ni a un
plan de gobierno. La alternativa tiene que ser un proyecto de
acumulación de fuerzas para constituir el sujeto social, al pueblo,
en un sujeto político, en un nuevo bloque histórico, en un nuevo
bloque de poder. Y poder hacer realidad aquello de tomar el cielo
por asalto que en definitiva es el requisito fundamental del
cambio...”586.
3.6. Otro mundo es posible para la humanidad: la creatividad es una necesidad para cambiar el mundo.
La consigna permanente Otro mundo es posible es una utopía válida si se
la entiende como el camino emprendido de lo que nos hace falta. O bien buscar
lo posible más allá de lo actual. Este es el camino de las izquierdas y este
camino no es fácil. Es un camino inédito que exige mucha imaginación.
“es crear la utopía idónea y justa para cambiar las cosas, elaborar
nuevas propuestas y debatir los consensos necesarios para juntar
fuerzas y construir alternativas de mejor proyección social. Suyas
son todas las preguntas, porque su campo no es el de reincidir sino
el de transformar, no es el de la repetición trillada sino el ancho
campo de la invención y la aventura rebosante tanto de esperanzas
como de incógnitas y riesgos inexplorados”587.
586 JOSÉ ANTONIO SOTO, “Izquierda y poder en la América Latina contemporánea”, en, VIII Simposio de pensamiento filosófico, Santa Clara, 2002, p. 6. Citando a PATRICIO ECHEGARAY, “Construir un nuevo enfoque popular del poder”, en, América Libre, La Habana, 1995, p. 63. Esta información es tomada de: www.filosofia.cu/cpl/viii_simposio.html. Esta página fue consultada en diciembre de 2006. 587
NILLS CASTRO, Las izquierdas latinoamericanas: observaciones a una trayectoria, Fundación Friedrich Ebert, Panamá, 2005, p. 113.
355
Es por eso que, más allá de la crisis del socialismo, éste, en estos
momentos, debe provocar espacios para acciones superadoras de las crisis. Es
necesario el giro a nuevas relaciones humanas. En estos momentos cabe el símil
de girar de Davos a Porto Alegre o Caracas; de girar de Suiza y los Estados Unidos
al Brasil pobre y los países africanos; de girar de la discusión sobre la economía a
la discusión sobre las gentes, etc.
Superar ese ser humano y esa sociedad que proyecta el Foro de Davos588,
en el cual concurren las principales figuras de la economía mundial,
estableciendo una agenda que gira alrededor de un mercado de ideas para
establecer tendencias, planes económicos y políticos para los siguientes años. A
este Foro asisten algunos mandatarios de países poderosos del mundo, dueños de
los medios de comunicación más importantes, líderes de corporaciones
financieras, etc. Este Foro, más allá de lo que puedan decidir, representa un
poder compacto donde se deciden las grandes líneas que debe tomar el mundo
económico en los siguientes años. Sin embargo, es un Foro cerrado donde no
participan movimientos, asociaciones civiles, etc. Definitivamente, el rumbo de
la sociedad no puede hacerse únicamente a partir de las tendencias que hace el
Foro de Davos.
Como antinomia a este Foro se creó el Foro Social Mundial de Porto
Alegre589, que con su principio permanente, Otro mundo es posible, ha
aglutinado a una izquierda más amplia y representada por muchos sectores:
obreros, religiosos, intelectuales, y por muchas tendencias religiosas, ideológicas
y culturales. Chico Whitaker, uno de sus fundadores, explica lo fundamental y lo
exitoso del Foro de Porto Alegre: 588
Fundado en 1970 por Klaus Schwab; entre los temas que han tocado se encuentran: La recuperación global, en 1993; Redefinición de los puntos básicos de la globalización, en 1994; Globalización de la economía global, en 1996; Prioridades para el siglo XXI: la crisis asiática y el nacimiento del euro; Construyendo confianza, en 2003; Decisiones contundentes para los tiempos difíciles, en 2005; Peligros del calentamiento global y la energía, en 2006, entre otros. 589 Fundado en 2001, en Brasil, y el objetivo primordial es centrarse en las personas, sus luchas, sus búsquedas y donde la economía estuviera al servicio de ello. Este Foro, por ejemplo, en el 2005 aglutinó a 120.000 personas. Los primeros foros se realizaron en Brasil y los siguientes se han celebrado en varios países de los distintos continentes.
356
“La razón más profunda tal vez haya sido el hecho de permitir la
experimentación de una práctica política coherente con un tipo de
sociedad igualitaria y democrática, que se quiere construir.
Irrumpiendo en el escenario como un viento nuevo, abrió
perspectivas. Asumiendo la horizontalidad de estructuras en red,
desbloqueó la acción política y nos hizo reencontrar la utopía, que
alimenta el entusiasmo...Si esta interpretación es verdadera el
papel que el Foro comenzó a cumplir es decisivo. Tiene mucho que
contribuir para que la sociedad haga prevalecer, en todas partes,
la justicia social, la solidaridad y la paz”590.
Alrededor de la consigna Otro mundo es posible confluyen muchos
participantes y organizaciones sociales que bajo un objetivo común protestan
contra el pensamiento único, contra una única forma de entender la vida en la
sociedad y contra el pensamiento de que solamente la economía debe
determinar el futuro de los pueblos y proponen la posibilidad de otro mundo que
supere las contradicciones del mundo de “Davos”.
Es necesario pasar de la lógica de Davos a la lógica y al pathos de Porto
Alegre, ya que éste no sólo es un espacio para la humanidad, sino que sirve para
la recuperación del trabajo reticular a nivel internacional. En este trabajo de
redes, si bien es cierto que no se forman decisiones políticas, no hay duda que
deben salir más cauces para propuestas transformativas para nuestros pueblos.
3.7. De la integralidad a la integración: un nuevo aliento para América Latina.
Todo el discurso de la integralidad, tal como lo hemos visto, debe dar visos
de construcción para una verdadera integración. No se trata de una integración a
medias, tal como lo buscan los TLC o el ALCA, que proponen la homogenización 590 CHICO WHITAKER, O desafio do Fórum Social Mundial. Um modo de ver. Eds. Loyola, Sao Paulo, 2005, p. 7.
357
que propician todas las élites en el mundo. La integración que debemos buscar es
aquélla que nos indique el camino más viable para lograr una mejor situación de
interlocución internacional. Una integración como la propone Horacio Cerutti,
quien afirma que:
“no será exagerado esperar de una negociación colectiva mejoras
sustanciales para la exasperante cotidianidad de las grandes
mayorías, marginadas de los beneficios dentro de la situación
imperante. Pero, debe exhibirse a bote pronto el supuesto cardinal
del cual no podemos menos que partir: no se trata de desdibujar
las diferencias internas de América Latina en nombre de la
integración. Se pretende disminuir y hasta eliminar desigualdades
lacerantes en la distribución de bienes, medios y oportunidades y
colocar a esta América en posición de interlocutor respetado en el
concierto internacional”591.
Este tipo de integración, ciertamente, propone no sólo una integración de
gobiernos, sino una integración de todos los sujetos sociales, sobre todo, que
deben recuperar todas las tradiciones intelectuales y políticas. Cerruti insiste:
“Hay que enfatizar las estrategias de autoorganización y de
recuperación social del Estado, de conversión de los sujetos
sociales o étnicos en económicos o políticos (Piqueteros, MST,
EZLN) y en todas las formas de integración social desde la base de
nuestras sociedades (redes de comunicación e intercambio de
saberes, tecnologías, experiencias y bienes)”592.
La integralidad no se da por decreto. La integralidad debe darse en
la confluencia de dos hechos: el primero, es que se debe procurar la
integración regional que procure la unión de muchos países no sólo para 591
HORACIO CERRUTI, Integrarse para vivir: ¿Una utopía humanista?, en, “Sociedad Civil, Democracia e Integración, Ediciones Universidad Católica Silva Henríquez, Santiago, 2005, p. 147. 592 Ibid., p. 148.
358
tratados comerciales, sino para interrelaciones más integrales. El
segundo, que la integración regional pasa por un espacio de participación
democrática tanto de los gobiernos como de los colectivos y los
movimientos sociales. Recuperar a Mariátegui, desde la visión del
marxismo integral, implica la articulación de los ejes mencionados, ya que
contiene la implicación regional, por un lado; y la participación
democrática de los sujetos plurales, por el otro.
En resumen, para que se dé una integración cristalizada como
democrática debemos ver los planos nacionales, sociales e internacionales. La
construcción democrática pasa por muchos niveles y va más allá de la pretendida
democracia formal electorera. La construcción democrática debe ser
organización de la vida, tal como lo dice Carmen Bohórquez, al referirse al nuevo
modelo democrático venezolano :
“...la democracia constituye la mejor forma de gobierno, en tanto
que, teóricamente, hace posible el cumplimiento de los derechos
fundamentales de libertad, justicia e igualdad entre los
hombres...A este respecto, el proyecto de país contenido en la
nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela va
más allá de la tradicional noción de democracia representativa, al
desarrollar la noción de democracia participativa y protagónica. Se
pretende con ello que la democracia no se reduzca a la sola
aplicación de normas procedimentales, o al mero ejercicio de la
soberanía popular a través del voto, sino que implique la diaria
construcción colectiva de más y mejores condiciones de realización
humana.”593.
Esta democracia requerirá, en efecto, que no solamente se busque la
participación o el consenso político, sino que asegure las condiciones materiales 593
CARMEN BOHÓRQUEZ, La experiencia del proceso venezolano actual, Conferencia en la Universidad José Simeón Cañas, San Salvador, 2002, p. 22, en el sitio, el 6 de diciembre de 2006: www.uca.edu.sv/facultad/chn/c1170/articulos.
359
de la vida. En última instancia es la vida que debe defenderse. Esta construcción
democrática reivindica tres formulaciones utópicas, entendiendo la utopía más
allá de algo deseado, como algo centrado en las cosas que nos faltan para
construir lo deseado: la utopía revolucionaria como vehículo de las
transformaciones sociales; la utopía filosófica que nos da derecho a pensar que
otro mundo es posible y que nos lleva necesariamente a criticar el presente y
todas sus contradicciones; y la utopía identitaria que nos define, a partir de las
luchas, un continente que respeta sus tradiciones políticas y culturales594.
Todo este proceso entre la integración y la integralidad tendrá el sello
democrático siempre que se busque una construcción integral del ser humano y
su sociedad. Es una construcción de lo humano al estilo de lo que pedía Martí:
“la dignidad de la persona humana, la preocupación por su desarrollo armónico,
y la lucha por crear condiciones favorables al logro de tales fines595 que en otras
palabras pedía un bienestar para el indio, el negro, el campesino, el latino,
discriminados de su propia tierra.
No hay duda de que este entusiasmo por un mundo sin diferencias, es
parte esencial de cualquier socialismo que tenga el calificativo de Marxista. Esto
produciría que, a partir de este socialismo, se podía unificar a la América, desde
su mismo sustrato cultural. Por esta propuesta bregaron pioneros como Bolívar,
Miranda, Artigas y muchos otros, hasta el Che Guevara y José Carlos Mariátegui.
4. Concluyendo: La propuesta del marxismo latinoamericano de Mariátegui. a. El marxismo hetero-doxo de Mariátegui.
594 Cfr. CARMEN BOHÓRQUEZ, “Utopía”, en, Pensamiento crítico latinoamericano, conceptos fundamentales, volumen III, Ediciones Universidad Católica Silva Henríquez, Santiago, 2005, pp. 1037-1038. 595
J. GARCÍA GALLO, “El humanismo martiano”, en, Simposio Internacional de pensamiento político y antiimperialismo de José Martí, Memorias, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1989, p. 118. Citado en: PABLO, GUADARRAMA, “Humanismo Práctico y desalienación en José Martí”, en, Filosofía en América Latina, Editorial Félix Varela, La Habana, p.170.
360
Mariátegui era de un espíritu libre y eso le valió para presentar, en su país,
propuestas muy originales; la principal de ellas, la confluencia entre el
indigenismo y el socialismo. Esto en términos generales, hizo sospechosa su
propuesta tanto por parte de los que detentaban el poder como de los líderes de
la III Internacional Socialista, sobre todo por la realidad vivida en América Latina
a finales de los años veinte596. Mariátegui presentó una doctrina diferente: partió
de la situación económica del indio; propuso saltar un estado en los modos de
producción: pasar del feudalismo al socialismo; tomar como uno de los ejes
centrales la cultura y el arte; el uso del mito revolucionario; citar a autores
socialistas incómodos para el marxismo oficial como Sorel o Trotsky; el uso del
ensayo para exponer sus propuestas; dio una importancia a las situaciones
espirituales del revolucionario, etc.
Todo este panorama llevó a que, después de muerto Mariátegui, se dieran
las polarizaciones más radicales, especialmente, en la izquierda peruana.
“Surgieron así el Mariátegui “trotskista”, “maoísta”, incluso el “gramsciano” y
ahora el precursor del “eurocomunismo”597. La realidad de las cosas es que
Mariátegui fue marxista, que se esmeró por “normalizar” el marxismo en América
Latina, tomando en cuenta las realidades del continente. Con todo, pensamos
que no viene al caso preguntarse aquí a qué corriente pertenece Mariátegui.
Pero este marxismo de Mariátegui no consiste únicamente en ofrecer un
horizonte teórico, sino que se perfiló para ser un movimiento político cultural
que entraría en la discusión nacional por un mejor Perú. Sin embargo, la tarea
inconclusa de Mariátegui más allá de dejar un pensamiento sistematizado con
cierto sustento ideológico, dejó un desafío para la izquierda latinoamericana.
596 No podemos negar que Mariátegui, en su estancia en Europa como en su regreso al Perú, tuvo cierta simpatía por la Rusia Soviética y por la dimensión internacional de la revolución. Sin embargo, al chocar sus posiciones con la de la Secretaria de la III Internacional Socialista de Buenos Aires, no dejó de sentirse en un dilema: por un lado, no quería romper, pero tampoco estaba dispuesto a abdicar de sus posiciones” afirmación de ALBERTO FLORES GALINDO, “El Mariateguismo: aventura inconclusa”, en, Obras Completas II, SUR, Casa de estudios del socialismo, Lima, 1994, p. 581 597 ALBERTO FLORES GALINDO, “El Mariateguismo: aventura inconclusa”, Op. Cit., p. 582.
361
Esto hace que sus seguidores siendo fieles al maestro, no deberían calcar su
pensamiento y aplicarlo, sino que deben seguir con la tarea inconclusa del
Amauta. Mariátegui, además, tuvo que enfrentarse a una discusión interna de la
izquierda de su tiempo. El grupo se dividió en quienes pensaban, como Eudocio
Ravines o Vittorio Codovilla, que el socialismo debía cristalizarse solamente por
medios políticos y su base debía ser el proletariado; y otros que opinaban, como
Martín Adán o José María Eguren, que los intelectuales debían tener cabida en las
gestas revolucionarias. En Mariátegui no se dio este tipo de escisión: trató de
aglutinar a ambos frentes desde una base común e inobjetable: el indígena. Su
pensamiento siempre fue dialéctico, sin embargo, buscaba siempre la síntesis
para que ninguna de las dimensiones quedara fuera. Esta visión de Mariátegui no
sólo lo puso como un “heterodoxo” sino también como un “hereje” del
marxismo.
Este marxismo “heterodoxo”, entendido como alternativa, es importante
para estos tiempos. El marxismo está comenzando una nueva andadura en un
contexto propicio: la asunción al poder de muchos gobiernos de izquierda, la
consolidación de movimientos a escala mundial, el rechazo popular y masivo a los
defensores de la globalización económica, nuevos gobiernos dirigidos por los
movimientos, la asunción de nuevos sujetos sociales y políticos: indios, mujeres,
negros, etc. Todas estas buenas noticias se acompañan de un contexto desolador:
más pobreza, más exclusión, más guerras, más desempleo, etc. Ante todo este
panorama se necesitan visiones alternativas que nos establezcan un socialismo a
la altura de las circunstancias que nos lleve a verdaderas construcciones
democráticas en lo económico, lo político, lo social, lo cultural, lo educativo,
etc. Esa es la aspiración de todo ser humano y de toda sociedad.
b. El marxismo latinoamericano de Mariátegui.
362
Mariátegui constituyó una generación de marxistas que intentaron
“normalizar” las tesis de Marx en América Latina. Y la forma de hacerlo fue muy
peculiar: a través del problema más acuciante del Perú: el indio y su relación con
la tenencia de la tierra. Para él la meta era construir una nueva peruanidad:
“La nueva peruanidad es una cosa por crear. Su cimiento histórico
tiene que ser indígena. Su eje descansará quizá en la piedra
andina, mejor que en la arcilla costeña”598.
Mariátegui no veía por separado el socialismo y el indigenismo, ya que su
confluencia podría resolver el problema entre lo nacional y lo internacional. Con
el marxismo, según Mariátegui, se culminaría la formación nacional del Perú
porque tomaría en cuenta el problema más ampliamente, partiendo desde el
problema económico del indio. El futuro de las naciones de América Latina se
basaría en un pilar fundamental con dos dimensiones: el indio y el socialismo. Es
más, él entiende el problema del indio a partir de la visión práctica del
socialismo.
Para Mariátegui el problema del Perú es que intentó la formación de su
nación sin la participación del indio. Para él, el marxismo podría ser la mejor
doctrina capaz de recoger las inquietudes de todas las muchedumbres,
especialmente las de los indios, que en tantos años no han podido aportar en el
desarrollo del Perú. La Conquista no sólo no había permitido la participación del
pueblo indígena, sino que la había destruido. En esta confluencia del marxismo y
del socialismo se debe evitar la confusión de los conceptos: no tienen el mismo
significado, pero se complementan para entender la realidad y, en el mejor de
los casos, para entrever caminos de transformación.
Esta visión de Mariátegui puede ayudar al marxismo latinoamericano,
principalmente en los siguientes puntos: primero, en reconsiderar de nuevo el
598
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Siete ensayos de la realidad peruana, op. cit., p. 254.
363
papel de los sujetos históricos que se han hecho cada vez más plurales. Segundo,
ayuda a considerar que la instauración del socialismo en nuestros pueblos debe
basarse más en la profundización de los movimientos y los colectivos, sin que ello
se considere como un detrimento de los partidos políticos. Y tercero, esta visión
da claves de lectura más abiertas que permiten un espacio a la imaginación y a la
creatividad política. Esto quiere decir que no sólo tendremos a la economía como
eje interpretativo, sino que se tomarán en cuenta las otrasestructuras: lo
político, lo social, lo cultural, etc.
c. El camino de lo estético a lo ético.
Mariátegui muestra el paso necesario de la imaginación y de la creación
para refundar una nueva opción política. En la actualidad no sólo necesitamos
imaginarnos una opción diferente, sino que es necesario imaginarnos una
izquierda diferente y alternativa. Necesitamos del mito, de la imaginación para
ubicarlo como nuestro horizonte; y esto, tiene que estar marcado por el método.
Lo estético nos lleva a lo ético tal como lo describía Mariátegui afirmando que
“la revolución es la conquista del pan y la belleza”. Estas transformaciones
deben tener en cuenta la situación histórica de sus miembros, tal como lo decía
José Martí:
“Pero los pueblos no están hechos de los hombres como debieran ser,
sino de los hombres como son. Y las revoluciones no triunfan, y los
pueblos no se mejoran si aguardan que la naturaleza humana
cambie; sino que han de obrar conforme a la naturaleza y de batallar
con los hombres como son –o contra ellos”599.
Para Mariátegui la utopía tiene que ver con la vida y la estética. Es
importante la creación en la historia viviente y compartida con todos los seres
599
JOSÉ MARTÍ, Obras Completas, tomo VI, p. 226, citado por: PABLO, GUADARRAMA, “Humanismo Práctico y desalienación en José Martí”, en, Filosofía en América Latina, Editorial Félix Varela, La Habana, p.177.
364
humanos; pero para este cometido se necesita la imaginación, se requiere tal
como dice Flores Galindo,
“Un socialismo construido sobre otras bases, que recoja también
los sueños, las esperanzas, los deseos de la gente. Uno en que se dé
cabida también a estas necesidades”600.
Mariátegui toma en cuenta, además de las subestructuras normales, el
arte y la cultura para la construcción del modelo socialista. Ciertamente, tal
como él anota, no se trata únicamente de un movimiento cultural de tipo
académico, sino que quiere ser un movimiento político que lleve a la instauración
del socialismo en el Perú.
600
ALBERTO FLORES GALINDO, “Reencontremos la dimensión utópica”, en, Pensamiento político peruano, DESCO, Lima, 1987, p.81. Citado por ALFONSO, IBÁÑEZ, “Alberto Flores Galindo: La agonía de Mariátegui”, en, Anuario Mariateguiano, volumen 5, número 5, Lima, 1993, p. 135.
365
VI. CONCLUSIONES FINALES
La presente tesis tiene por objeto proponer una alternativa,
fundamentada filosóficamente en el marxismo integral de Mariátegui, que
permita ver a la fragmentariedad de la sociedad como un problema actual. La
hipótesis que ha orientado esta investigación es: “ante la fragmentación del
mundo único ocasionado por la globalización en consonancia con la
postmodernidad, es posible proponer una perspectiva integral del marxismo,
basada en el pensamiento de Mariátegui, que resulte sugerente para una
alternativa en América Latina”. Esto tiene estos supuestos: 1. Discutir sobre uno
de los problemas de nuestro tiempo: el mundo único fragmentado como correlato
del discurso ideológico del modelo neoliberal; 2. Describir la vigencia del
marxismo a partir del diagnóstico crítico de la realidad social actual y 3.
Proponer el marxismo de Mariátegui desde un enfoque integral.
Como síntesis del trabajo de investigación podemos mencionar cuatro
puntos importantes: El balance del problema, la interpretación de la propuesta
marxista, el pensamiento de Mariátegui y la propuesta de un marxismo integral.
I.El Balance. En los últimos tiempos el modelo neoliberal se ha erigido en
el sistema dominante sobre la sociedad. Este modelo ha buscado desde su
esencia homogenizar todos los patrones de comportamiento humano. Como todo
modelo hegemónico no solamente busca su instauración en los países más
poderosos, sino que es un modelo que se ha trasladado a muchas regiones, hasta
las menos poderosas. Un fenómeno que ha influido decisivamente en esta
homogenización es la globalización económica. A este respecto nos dice Alain De
Benoit:
¨La globalización está creando una reorganización caracterizada
primariamente por una desterritoriolización generalizada de
capital…en pocas palabras el territorio se reemplaza por la red, que
366
ya no corresponde a un territorio particular sino que se inscribe
dentro del mercado mundial, independientemente de ataduras
nacionales"601.
Esto quiere decir que hay transnacionales que son más poderosas, en
capital y poder, que muchos países de América Latina. Consecuentemente, lo
que está ocurriendo, dirán otros, es que lo central de la globalización es la
globalización del capital, es decir, la globalización del modelo económico
vigente. No hay duda que está ocurriendo lo que Marx explicaba en el Capital:
"Juntamente con esta centralización o expropiación de muchos
capitalistas por unos pocos se desarrolla la integración del proceso laboral
a una escala cada vez mayor, la aplicación conciente de la ciencia, el
saqueo planificado del planeta, la transformación de los medios de
trabajo en medio sólo utilizables colectivamente, la economización de
medios de producción de trabajo socializado, la absorción de todos los
pueblos en la red del mercado mundial y con ello el carácter internacional
del régimen capitalista"602.
Sin embargo, el proceso de homogenización del modelo económico se
cristaliza con la construcción de su discurso ideológico: "el mundo se ha hecho
uno": un solo pensamiento y un solo mercado. Entendemos que esta unicidad del
mundo es el correlato de fenómenos reales: la unificación del globo, que tiene
como punto de partida la llegada de los europeos a América, proceso que no es
sólo geográfico o político, sino también económico, ya que da inicio a la
formación de un mercado mundial. Entendemos, también, sin embargo, que
dicha unicidad tiene un componente ideológico muy fuerte en la medida que
refuerza la idea de unicidad y oculta el hecho de la fragmentación. Las
diferentes estructuras están disociadas entre ellas: el discurso económico se
601
ALAN DE BENOIT, Confronting Globalitation, Op. Cit. p. 119. 602 CARLOS MARX, El Capital,Tomo I, Op. Cit., p. 760.
367
desliga de lo ético; lo político no cuenta con lo económico o bien se cae en los
fundamentalismos contemporáneos que no es más que la separación entre el
discurso religioso y la ética (Weber). Y las consecuencias de esta
fragmentariedad se ponen de manifiesto en esta época en la exclusión social,
producto de que el capital, en su etapa actual, no requiere trabajo vivo en la
misma escala que antes, y consiguientemente, la pérdida de parámetros comunes
incluida la idea del bien común, el individualismo extremo, la disolución al
extremo de los lazos nacionales, locales y familiares.
Pero en la presente investigación, a esta homogenización del capital,
hemos unido otra variable de interpretación: la postmodernidad. Ciertamente no
son dos fenómenos completamente idénticos (ya que uno es un fenómeno
estructural y el otro es superestructural; uno es económico y el otro cultural).
Sin embargo, observamos que algunos puntos de la postmodernidad sirven de
caldo de cultivo para la globalización económica. En esta presentación
sintetizaremos dos de estos momentos. Primero, nos acercamos a la posición de
F. Jamenson, marxista y crítico de la cultura actual, ve una simbiosis entre el
capitalismo avanzado y el postmodernismo:
“La cultura postmoderna global –aunque estadounidense- es la
expresión interna y superestructural de toda una oleada militar y
económica de Estados Unidos en el mundo...Sería –el
postmodernismo- la lógica cultural del capitalismo avanzado”.
Sigue más adelante: “De este modo, en la cultura postmoderna “la
cultura” se ha vuelto un producto por derecho propio; el mercado
se ha convertido en un sustituto de sí mismo y en una mercancía,
como cualquiera de los productos que contiene...La
postmodernidad es el consumo de la propia mercantilización" 603.
603
FREDERIC JAMESON, La Teoría Postmoderna, Op. Cit., p. 11.
368
En sí, la postmodernidad es la lógica actual del capitalismo global, de una
sociedad basada en el mercado mundial como principio de la organización de la
vida. Es la expresión cultural del modo de producción actual expresado en el
individualismo, la mecantilizacion y la alienación de la vida contemporánea que
pierde la dimensión colectiva de la vida. Y simultáneamente, este planteo
hegemónico, de la globalización económica, se ve reforzado por la acriticidad y
la desfundamentación a que llama la postmodernidad. En el seno de la cultura
postmoderna todo pensamiento o modelo de acción debe ser retomado con el
mismo valor, ya que ha sido derribado todo empeño teórico y todo el compromiso
colectivo. Se raya entre el relativismo y el pragmatismo. Esta situación conlleva
a la renuncia de un proyecto de liberación y de una utopía de la sociedad
emancipada, que pone en cuestión la posibilidad de una articulación comunitaria
regida por la creación de una normativa que promueva una democracia real y
garantice la satisfacción de las necesidades subjetivas y sociales de los
pueblos604.
II. La interpretación del marxismo. Ante la inconsistencia del
pensamiento único, pensamos que es posible proponer el marxismo y más
enfáticamente con características de integralidad, nacido de la experiencia
histórica latinoamericana y como una propuesta alternativa válida para la región.
Dejamos atrás la discusión de la crisis del marxismo porque creemos que se trata
de la crisis de un marxismo explanado, en sus características políticas, en el
modelo soviético. Puede afirmarse la vigencia del marxismo por la permanencia
de la vigencia de sus análisis acerca de la sociedad capitalista, como el análisis
de las alienaciones. La fragmentación de este mundo capitalista alienado queda
en evidencia en la calidad de mercancía a la cual quedan reducidas las relaciones
sociales, dejando a un lado no sólo las condiciones materiales de los seres
humanos, sino también sus condiciones espirituales, tan necesarios para la
construcción de un marxismo latinoamericano. Es así que el marxismo renace en
604
Cfr. HÉCTOR SAMOUR, “Historia, liberación e interculturalidad”, en prensa, San Salvador, 2006, p. 17.
369
el contexto latinoamericano desde ciertas especificaciones que debemos tomar
en cuenta: desde la praxis (Sánchez Vásquez), desde la crítica al capitalismo,
particularmente en su etapa global (Hinkelammert), desde la importancia del
sujeto histórico (Mariátegui), desde la recuperación de la conciencia de clase
ampliado al espectro de todas las víctimas (a razón del 18 Brumario de Marx),
desde la necesidad de una alternativa política (Derrida), el humanismo marxista
(Sartre), la actuación en la historia (G. Bacca o el Che Guevara) la relación entre
lo nacional e internacional del marxismo, sobre todo, en la red de los
movimientos políticos a escala mundial. Queremos repensar el marxismo, pues, a
la luz de las ideas de aquellos hombres de acción y de pensamiento que se
animaron a usar el marxismo como una cantera y no como un modelo, y a partir
de esa actitud creadora vislumbraron posibilidades que están todavía en nuestro
horizonte.
III. El pensamiento mariateguiano. Ante la búsqueda de alternativa
pensamos que es posible proponer el marxismo de Mariátegui del que destacamos
dos características: originalidad y actualidad. Podemos ver esta actualidad
reflejada en cinco pilares fundamentales que planteó el Amauta.
Primero, el problema del indio, al que elevó a categoría de problema nacional a
partir del análisis de la economía y la tenencia de la tierra de éste. Mariátegui
dice: “...que el problema fundamental del Perú, que es del indio y de la tierra,
es ante todo un problema de la economía peruana”605. Para Mariátegui el
problema del indio no es un problema meramente racial o cultural que pueda
resolverse en términos pedagógicos, sino que supone una transformación
económica social, consecuentemente el peruano afirma:
“Todas las tesis sobre el problema indígena, que ignoran o eluden a
éste como problema económico-social, son otros tantos estériles
ejercicios teoréticos condenados a un absoluto descrédito...La
605 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Peruanicemos el Perú, Op. Cit., p. 61.
370
crítica socialista lo descubre y esclarece, porque busca sus causas
en la economía del país y no en su mecanismo administrativo,
jurídico o eclesiástico, ni en su dualidad o pluralidad de razas, ni
en sus condiciones culturales y morales. La cuestión indígena
arranca de nuestra economía. Tiene sus raíces en el régimen de la
propiedad de la tierra”606.
El segundo pilar fundamental es el socialismo creativo que toma como
instrumento de análisis el marxismo. No toma el marxismo como una filosofía de
la historia ni tampoco como una explicación total de la realidad y de la historia.
Así, “considera que la contribución de Marx consistió en crear un método de
interpretación histórica de la sociedad actual. Lo propio del materialismo
histórico es lo metodológico; es decir un camino intelectual para aproximarse a
una realidad”607. El marxismo le sirvió, además –tal como dice él-, para entender
el problema del indio. Mariátegui, en este sentido, habla de un socialismo
creativo y heroico; afirmaba que el sujeto de la revolución ya no era solamente
el proletariado, sino una realidad dual en la cual llevará la voz de mando el
indígena, pensado no como raza, sino como un referente del pueblo con una
cultura y una cosmovisión particular. Esta confluencia, señal de su independencia
intelectual, le trajo problemas interpretativos entre los marxistas y los
indigenistas de su tiempo. Piensa que el Perú no saldrá de la crisis de nación con
la República o con la democracia liberal. El único camino ideológico para ello es
el socialismo. Dice Mariátegui
"Lo que afirmo, por mi cuenta, es que la confluencia o la aliación
de indigenismo y socialismo, nadie que mire al contenido y a la
esencia de las cosas puede sorprenderse. El socialismo ordena y
define las reivindicaciones de las masas, de la clase trabajadora. Y
en el Perú las masas, la clase trabajadora, son tres cuartas partes 606 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, Op. Cit., pp. 31-32. 607
GUSTAVO GUTIÉRREZ, “La autonomía intelectual de Mariátegui”, Op. cit., p. 44.
371
indígenas. Nuestro socialismo no sería, pues, peruano, ni siquiera
socialismo, si no se solidarizase, primariamente con las
reivindicaciones indígenas"608.
En su apertura al marxismo, Mariátegui suscribe el tercer pilar de su
propuesta basada en la confrontación de lo nacional y lo internacional donde
es un crítico de la escena contemporánea especialmente de los hechos que
ocurrieron en Occidente. Mariátegui observa el problema contemporáneo y dice:
"La crisis contemporánea es la crisis del Estado demoliberal. La
reforma protestante y el liberalismo han sido el motor espiritual y
político de la sociedad capitalista. Quebrantado el régimen feudal,
franquearon el camino a la economía capitalista, a sus instituciones
y a sus máquinas. El capitalismo necesitaba para prosperar que los
hombres tuvieran libertad de conciencia y libertad individual. Los
vínculos feudales estorbaban su crecimiento. La burguesía abrazó,
en consecuencia, la doctrina liberal. Armada de esta doctrina,
abatió la feudalidad y fundó la democracia"609.
En el cuarto pilar, Mariátegui realiza su trabajo desde la política y el arte
con las cuales buscaba la transformación del Perú a otras condiciones. Para ello,
Mariátegui proponía que el indio debía participar del proyecto político del Perú y
la necesidad de que la literatura y el arte expresen el problema del indio en el
Perú. En este sentido era necesario que el indio estuviese incorporado en un
espacio político-cultural. Así, la confluencia entre lo político y lo artístico en el
indio no debía ser únicamente desde una perspectiva pasiva del indio, sino que
se debía conformarse en una dimensión activa en lo político, y Mariátegui afirma:
“El problema indígena, tan presente en la política, la economía y la sociología
608 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Ideología y política, Op. Cit., p. 57. 609 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “La Escena contemporánea”, Op. Cit., p. 56.
372
no puede estar ausente de la literatura y el arte”610. Esta referencia a lo
estético es importante en Mariátegui ya que lo posibilitaba para la búsqueda de
algo nuevo y real y que tenía una referencia importante con la vida. El proyecto
de Mariátegui fue orgánico ya que consideró a las diferentes esferas, tanto
económicas como las políticas, artísticas y sociales, para proponer la asunción de
un Perú integral.
Con lo anterior, Mariátegui ya no sólo se preocupó de copiar las gestas
europeas, sino que fue un referente del proceso identitario de América
planteado desde los pueblos de América Latina y con ello estableció el quinto
pilar de su propuesta: la búsqueda de una praxis latinoamericana.
IV. La propuesta de un marxismo integral. Lo interesante de la propuesta
de Mariátegui es el enriquecimiento de la visión del marxismo, fiel a los desafíos
de la realidad. Con ello quiso proponer algunos puntos importantes que no veía
con claridad en el marxismo europeo. Para él, el marxismo era el instrumento
más sugerente de su tiempo, y como tal, creyó que era importante instaurarlo en
América Latina. Como hemos dicho antes, y tal como lo expresa una de sus frases
más famosas, el socialismo indoamericano no debe ser ni copia ni calco de la
experiencia europea. Nos Dice Fornet Betancourt al respecto:
“El marxismo latinoamericano tiene que entenderse como una
tentativa expresa de continuación creativa del método de Marx. En
otras palabras, para un “marxista” en América Latina no puede
representar un hábeas teórico definitivo, sino que representa la
perspectiva metodológica, es decir, un programa de dialéctica
crítica que sólo puede ser continuado innovativamente a través
justamente de aportes específicos y creativos a la explicación y
610 JOSÉ CARLOS MARIATEGUI, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, Op. Cit., p. 287.
373
transformación dialéctica de los procesos actuales de la historia
latinoamericana” 611.
Pero en Mariátegui no sólo se expresa un marxista por convicción, sino
también por método. En los Siete ensayos de interpretación de la realidad
peruana, Mariátegui expone, el diagnóstico del Perú en clave marxista partiendo
del problema económico pero sustentado en una base antropológica concretando
entre sí una tríada entre el indio, la tenencia de la tierra y la formación del Perú
como nación. Después de esos ejes, el Amauta pasa al análisis de elementos
superestructurales: el proceso de instrucción pública, el factor religioso, el
Regionalismo y el centralismo y el proceso de la literatura. Es más Mariátegui se
acerca al problema del indio de manera integral, cuando afirma:
“Confieso haber llegado a la comprensión, al entendimiento del
valor y del sentido de lo indígena de nuestro tiempo, no por el
camino de la erudición libresca ni de la intuición estética, ni
siquiera de la especulación teórica, sino por el camino –a la vez
intelectual, sentimental y práctico- del socialismo”612.
Este esfuerzo de Mariátegui es germinal y fundacional en América Latina,
ya que se presentó el marxismo en otros términos, y en este caso, aparece como
una propuesta humanista para el continente. Nos parece que su propuesta fue
formulada integralmente, es decir, tomando varios puntos de vista, desde tres
dimensiones importantes: la del ser humano, la del método de acercamiento a la
realidad y la de la realidad misma. Encontramos, entonces, que el marxismo de
Mariátegui es integral, porque obedece a las varias demandas del ser humano y
de la sociedad. Su integralidad responde a que con su propuesta Mariátegui da
respuestas a las bases existenciales de la realidad. Así, este marxismo es, a la
611 RAÚL FORNET BETANCOURT, Transformación del Marxismo en América Latina, Op. Cit., p. 344. 612 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Intermezzo político”, Op. Cit., p. 3.
374
vez, pathos, pistis, ethos, aesthesis, logos, polis y nomos. En palabras
mariateguianas podemos atender su siguiente cita: “El marxismo donde se ha
mostrado revolucionario- vale decir donde ha sido marxismo- no ha obedecido
nunca a un determinismo pasivo y rígido...cada palabra, cada acto del marxismo
tiene un acento de fe, de voluntad, de convicción heroica y creadora cuyo
impulso sería absurdo buscar en un mediocre y pasivo sentimiento
determinista”613. Esta visión se expone en tres esferas importantes: primero, la
del ser humano que es el punto de partida: comienza con la pregunta acerca de
la situación actual del indígena de su tiempo y la relación que tiene éste con la
tierra y el Perú. Ciertamente el análisis del ser humano implica una visión
completa de entendimiento, voluntad y sentimiento. En este entendimiento se
confluyen los otros aspectos de la dimensión humana, Mariátegui al hacer
referencia al logos dice: “La facultad de pensar la historia y la facultad de
hacerla o crearla se identifican”614. Segundo, el método con el cual se va
acceder a la realidad que también obedece a la integralidad donde se considera
la teoría y la praxis, expresado en términos mariateguianos con el mito y el
método. Y tercero, cabe la pregunta sobre la realidad. En este sentido, se
plantea la realidad desde el marxismo en cuanto se debe operar en el sentido de
la superestructura y la infraestructura, donde contempla la síntesis entre lo
nacional, que debe ser el problema del indio y la tierra en el Perú, y lo
internacional que toma como perspectiva América Latina y el resto del mundo.
Notaremos con detenimiento las tres esferas donde encontramos este enfoque
integral.
En la esfera de lo humano. El sujeto histórico de los cambios y las
transformaciones, en el contexto peruano de Mariátegui es el indígena. Pero esta
afirmación no es excluyente, ya que a los indígenas se pueden sumar todos los
oprimidos y, además, todos aquellos que quieren un Perú nuevo en un mundo
nuevo. Los cambios deben partir de estos sujetos en un movimiento desde ellos y
613 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Defensa del Marxismo, Op. Cit., p. 11. 614 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Peruanicemos el Perú, Op. cit., p. 119.
375
a partir de los problemas de ellos. En este esquema se presenta la dimensión del
ser humano, en una visión integral que parte de toda la realidad: el logos (el
entendimiento), el Pathos (la pasión) del revolucionario y la Pistis (la fe) del
colectivo para los cambios. Este ser humano debe ser considerado desde su
esfera material y espiritual. Con estas consideraciones, no queremos decir que
Mariátegui tiene una visión fragmentada del ser humano; todo lo contrario, es un
ser humano unitario e integral, en el cual todas sus dimensiones se irán haciendo
en el camino, advirtiendo que el ser humano siempre será un ser inacabado,
susceptible de permanentemente realización. Además del sentido unitario del ser
humano, se considera como algo novedoso, diferente a la línea vertical del
marxismo, tomar en cuenta decisivamente la pasión del revolucionario. Para
Mariátegui el revolucionario debe estar dotado de entendimiento y pasión. Este
pathos del revolucionario tiene una referencia directa en el mito, en la forma
como el revolucionario cree en el mito:
“El mito liberal renacentista ha envejecido demasiado. El
proletariado tiene un mito: la revolución social. Hacia ese mito se
mueve con fe vehemente y activa. La burguesía niega; el
proletariado afirma. La inteligencia burguesa se entretiene en una
crítica racionalista del método, de la teoría. ¡Qué incomprensión!
La fuerza de los revolucionarios no está en su ciencia; está en su
fe, en su pasión, en su voluntad. Es una fuerza religiosa, mística,
espiritual. Es la fuerza del mito”615.
El mito orienta a la lucha y hace que el revolucionario se mantenga con
perseverancia en lo que se ha propuesto. En este sentido, el marxismo para los
pueblos es más que un partido político, es una verdadera opción de vida, es un
proyecto existencial del ser humano que tiene muchos factores religiosos. El
proyecto revolucionario, por tanto, “religa” a los revolucionarios a la causa
común. Esta causa común es, en efecto, una mística donde confluye este pathos,
615
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Alma matinal”, Op. Cit., p. 22.
376
a partir del establecimiento del mito. Se da tanto en el marxismo como en los
imaginarios fundantes del mundo indígena. El marxismo como pathos comprende
la pasión del revolucionario, es la forma como actúa en la pistis, es decir en su
fe revolucionaria. Mariátegui habla de una fe y una pistis que debe estar en
todas las acciones humanas y que debe ser la que marque el horizonte:
“La decadencia de la civilización capitalista se refleja en la
atomización, en la disolución del arte. El arte está en crisis, ha
perdido ante todo su unidad esencial... El artista contemporáneo,
en la mayoría de los casos, lleva vacía el alma. La literatura de la
decadencia es una literatura sin absoluto...El hombre no puede
marchar sin una fe porque no tener fe es no tener una meta”616.
En este Pathos se resuelve la lucha permanente en la cual pasamos los
seres humanos, al estilo de la descripción de la Agonía del Cristianismo que hace
Unamuno. Mariátegui dice:
“La palabra agonía, en el ardiente y viviente lenguaje de Unamuno,
recobra su acepción original. Agonía no es el preludio de la muerte,
no es la conclusión de la vida. Agonía –como Unamuno escribe en la
introducción de su libro- quiere decir lucha. Agoniza aquel que vive
luchando; luchando contra la vida misma. Y contra la muerte”617.
Una lucha que nace por las demandas de la época y por los desafíos del
contexto histórico. Esta lucha que es pasión por la transformación, se vuelve
permanentemente un acto creativo y, en consecuencia, contiene un hábito
revolucionario por cambiar la realidad de las cosas. En este sentido, la agonía no
es únicamente asirse a la angustia, sino que es la invitación al combate
permanente para hacerle frente a la angustia que cada época nos presenta.
616
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Arte, revolución y decadencia”, Op. Cit., p. 3. 617 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Signos y obras”, Op. cit., p. 116.
377
Podemos traducir esta pasión y esta lucha agónica en conflicto, que no se podía
empatar con los intereses de los capitalistas, sino que tiene que tener un afán
polémico. Flores Galindo dice que “la agonía es sinónimo de conflicto interior:
corrientes encontradas que generan una tensión íntima, como lo ilustra
Mariátegui recurriendo al ejemplo de dos almas contemporáneas, la revolución
y la decadencia, coexistiendo ambas en los mismos individuos de manera
agonal”618. Mariátegui considera que el marxismo es la máxima creencia de
nuestro tiempo, es una fe que se aloja en las masas colectivas y es un elan vital
que empuja hacia la creatividad y la acción. Esta agonía nos lleva a estar
tensionados con el mundo en que vivimos y en la cotidianedad de las acciones
que nos toca enfrentar. Mariátegui tradujo en términos agónicos su existencia
por la consecución del marxismo en su país; lo agónico de Mariátegui se
manifestó en su lucha permanente, no sólo por meter sangre en sus ideas, sino,
por proponer un mejor Perú.
En la esfera del Método. El método es el camino epistémico en general
que significa el Odos del conocimiento. El método de Mariátegui no solamente es
un camino al conocimiento sino un camino práctico para provocar la
transformación en su contexto. Y dice el peruano sobre el Odos:
“El marxismo del cual todos hablan pero que muy poco conocen y,
sobre todo, comprenden, es un medio fundamentalmente
dialéctico. Esto es, un método que se apoya integralmente en la
realidad de los hechos. No es como algunos erróneamente suponen
un cuerpo de principios de consecuencias rígidas, iguales para todos
los climas históricos y todas las latitudes sociales. Marx extrajo su
método de la entraña misma de la historia”619.
618 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Obras Completas, Op. Cit., p. 390. 619 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Mensaje al Congreso obrero”, Op. Cit., p. 112.
378
A todo este camino general, dinámico e integral llamaremos el “Método”
que se desgaja en dos perspectivas, integradas entre sí, que llamaremos la teoría
y la práctica. Además, este método se entenderá como un momento de la teoría
y del mito; en este método se despliegan las formas más prácticas de las
acciones. En esta teoría, opera la Asthesis como forma de vida y el nomos como
vida regulada introyectada en la colectividad. La teoría y la praxis se unen en el
Método. En este sentido, la teoría es un momento de la práctica y ésta es un
momento de la teoría. Nunca se entienden separadamente. En esta visión amplia
del Método se unifican el Ethos y la Polis como momentos práxicos del colectivo.
Ciertamente el ethos en la polis es decisiva para el marxismo de Mariátegui, ya
que plantea su necesidad:
“En la lucha de clases, donde residen todos los elementos de lo
sublime y lo heroico de su ascensión, el proletariado debe elevarse
a una moral del productor...El proletariado no ingresa a la historia
políticamente sino como una clase social en el instante que
descubre su misión de edificar, con los elementos allegados por el
esfuerzo humano, moral o amoral, justo o injusto, un orden social
superior. Y esta capacidad no ha arribado de milagro. La adquiere
situándose en el terreno de la producción. Su moral de clase
depende de la energía con que opera en este terreno y de la
amplitud con que conozca y domine la economía burguesa”620.
En este camino epistémico el mito sintetiza todos los conocimientos, las
creencias, los conceptos, lo ideológico. Para Mariátegui el mito forma parte de lo
metafísico del ser humano: “El mito mueve al hombre en la historia. Sin un mito
la existencia del hombre no tiene ningún sentido histórico”621. En cambio, en el
método entra todo el momento práxico en enfrentamiento con la realidad. Lo
estético está unido a toda la perspectiva revolucionaria. En este giro estético, el
620 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, Defensa del marxismo, Op. cit., p. 26. 621 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “El hombre y el mito”, Op. Cit., p. 413.
379
arte juega un papel determinante ya que establece la búsqueda en el
inconsciente, se dirige a la suprarrealidad para tener la oportunidad de crear
algo nuevo, ya que este arte puede soñar utopías del porvenir y tener la
capacidad de crear algo real. Mariátegui comprendía que el arte y la cultura son
una actividad en contacto pleno con la vida de una época y con la política, donde
estas actividades –del arte y la cultura- no podían quedar reducidas al
entendimiento, a la razón. En una palabra, en la visión mariateguiana, se
sintetizan la teoría y la praxis, así como el método y el mito.
En la esfera de la realidad. Se nos indica que el acceso a la realidad
debe ser completo, desde diferentes estructuras, considerando lo económico, lo
cultural, lo social, lo político, etc. Siguiendo el método de análisis marxista,
Mariátegui parte del hecho económico aunque éste no es el único ni se sobrepone
a los demás. El hecho económico interactúa, por ejemplo, con la primera
dimensión, la política, lo que permite que el hecho económico se dibuje desde lo
material del sujeto de la transformación, que el peruano propone desde la
realidad del indígena. Pero la consideración del hecho económico del indígena no
es únicamente una descripción de su situación económica, sino un diagnóstico
que se abre a todas las condiciones materiales y espirituales en las cuales ha
influido para que los indígenas hayan caído en la pobreza, la explotación y el
olvido. Y es más, el trabajo de Mariátegui se extiende más allá del diagnóstico de
la situación de los indígenas en el Perú y desarrolla una posible solución en la
visión que tiene, no sólo de la economía, sino también de los diferentes
subsistemas que pueden ser el político, el educativo, el social, el cultural, tal
como está reflejado en los Siete ensayos de interpretación de la realidad
peruana. En una palabra, se trata que la teoría y la práctica tengan un referente
en la realidad, los cuales representan en Mariátegui la comprensión del
marxismo tanto desde la esfera idealista como materialista y afirma:
“El materialismo socialista encierra todas las posibilidades de
ascensión espiritual, ética y filosófica. Y nunca nos sentimos más
380
rabiosa y eficaz y religiosamente idealistas que al asentar bien la
idea y los pies en la materia”622.
En síntesis, Mariátegui parte del ser humano que se va abriendo hacia el
método y hacia la realidad. En estas tres perspectivas vamos notando que se van
integrando algunos elementos: Así, al logos del ser humano se toma en cuenta el
pathos y la pistis que están sostenido por el mythos del revolucionario. Toda
esta relación la consideramos como el momento teórico. A esto se le une el
accionar estético (asthesis) y político (polis) del indígena que se construye el
ethos adecuado. Todo este accionar es la praxis que no es más que un momento
de la teoría.
622 JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, “Aniversario y Balance”, Op. Cit., p. 29.
381
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ÍNDICE GENERAL
PRESENTACIÓN ……………………………………………………………………… 4 INTRODUCCIÓN: CUESTIONES METODOLÓGICAS ………………………………………………… 12 1. Palabras previas …………………………………………………………………… 12 2. Planteamiento del problema …………………………………………….... 17
2.1. Problema teórico ………………………………………………………….. 19 2.2. Problema metodológico ……………………………………………….. 20 2.3. Problema práctico ………………………………………………………….. 21
3. Justificación ………………………………………………………………………….. 22 Estructura capitular ……………………………………………………………….. 24
4. Objetivo general …………………………………………………………………….. 25 Objetivos específicos ……………………………………………………………… 25 • Objetivo teórico ….……………………………………………………….. 25 • Objetivo metodológico ………………………………………………….. 26 • Objetivo práctico …………………………………………………………… 26
5. La hipótesis ……………………………………………………………………………. 26 6. La metodología ……………………………………………………………………….. 29 7. Para terminar …………………………………………………………………………… 30 CAPÍTULO I. EL MUNDO ÚNICO FRAGMENTADO ………………………… 32 1. Introducción …………………………………………………………………………… 32 2. La globalización ……………………………………………………………………… 40
2.1. Algunas palabras previas ………………………………………………… 40 2.2. Aproximación a la concepción de globalización .………… 42 2.3. Globalización económica ……………………………………………. 49 2.4. Crítica a los mitos sobre la globalización ……………………. 56
2.4.1. La globalización es algo nuevo …………………………….. 56 2.4.2. La globalización es un proceso homogéneo ………… 59 2.4.3. La globalización nos permite entrar en el primer mundo …………………………………………………………………… 60 2.4.4. La globalización es la llave del progreso ……………… 61 2.4.5. La globalización de la economía favorece la globalización de la democracia …………………………… 61
3. El problema de la globalización ……………………………………………… 62 4. La postmodernidad ………………………………………………………………….. 64
4.1. Tipificaciones del pensamiento postmoderno …………………. 66 4.2. El balance de la postmodernidad ……………………………………. 87
5. Aproximación crítica al fenómeno de nuestro tiempo …………… 90 6. Conclusión ………………………………………………………………………………... 95
418
CAPÍTULO II. LAS POSIBILIDADES DEL MARXISMO EN AMERICA LATINA 102 1. Introducción …………………………………………………………………………… 102 2. La crisis de un marxismo: problema contemporáneo …………… 111 3. El marxismo tiene una palabra que decir ……………………………… 114 4. El marxismo y su actualidad: las posibilidades de la
perspectiva de Marx en un mundo alienado …………………………. 123 5. El marxismo latinoamericano ………………………………………………… 138 6. El marximo que necesitamos ………………………………………………… 145
a. La praxis ……………………………………………………………………………. 146 b. La crítica al capitalismo …………………………………………………… 154 c. Internacionalización de la izquierda ………………………………… 159 d. Un marxismo integral e imaginativo: con logos, con ethos, con pathos y con praxis …………………………………. 161 e. La recuperación de la conciencia de clases …………………….. 165
7. Conclusión: de crisis del socialismo al socialismo para la crisis …………………………………………………………………………………. 170
CAPÍTULO III. EL PENSAMIENTO DE JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI 178 1. Introducción …………………………………………………………………………. 178 2. El problema del indio como problema nacional …………………… 182
2.1. El problema del indio en el contexto peruano …………….. 185 2.2. El problema del indio en Mariátegui …………………………….. 188 2.3. La propuesta de Mariátegui ………………………………………….. 194 2.4. La construcción de la nación y el mundo indígena ……… 202
3. La necesidad de un socialismo creativo ……………………………… 206 3.1. La concreción de lo humano en el marxismo ……………… 206 3.2. La confluencia entre el indigenismo y el socialismo ….. 214
4. La importancia de la escena contemporánea: confrontación de lo internacional y lo nacional ………………………………………… 220
5. El americanismo como proceso identitario ………………………… 225 6. La cultura y la política como referentes vanguardistas ……... 229
6.1. El arte y la literatura ……………………………………………………. 233 6.2. El amauta ……………………………………………………………………… 236 6.3. El Perú Nuevo ………………………………………………………………. 239
7. Conclusión …………………………………………………………………………… 240 CAPÍTULO IV. EL MARXISMO INTEGRAL DE JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI ………………………………………. 244 1. El planteamiento del problema ………………………………………… 244 2. ¿Es Mariátegui un marxista?: el marxismo "de" Mariátegui 249 3. Fuentes del pensamiento marxista de Mariátegui:
Sorel, Gobetti, Cabriola, Croce, Lenin …………………………… 256
419
4. El contexto del marxismo mariateguiano en la III Internacional socialista: la discusión con el aprismo ………. 270 4.1. El debate de Mariátegui con Haya de la Torre ………… 271 4.2. El debate con la III Internacional socialista ……………… 275
5. El mito en el marxismo de Mariátegui ……………………………… 278 6. El método marxista de Mariátegui …………………………………… 285
6.1. El método del marxismo de Mariátegui: un odós en los Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana ……………………………………………………… 291
6.2. Análisis del método en los Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana …………………… 298
a. El esquema dela evolución económica ………………. 298 b. El problema del indio en su nuevo planteamiento 303 c. El problema de la tierra …………………………………….. 305 d. El proceso de la instrucción pública …………………... 305 e. El factor religioso y la literatura ……………………….. 308
7. El marxismo germinal y el fundacional de José Carlos Mariátegui: un marxista latinoamericano ………………………. 309 7.1. El marximo crítico: la crítica al capitalismo …………… 311 7.2. La propuesta internacionalista de Mariátegui: un ensayo para elevar a categoría internacioal el problema indígena …………………………………………………… 315 7.3. El marxismo de Mariátegui como una idea reguladora para América Latina ………………………………………………… 317 7.4. El marxismo como expresión dinámica de la realidad 318 7.5. El marxismo com un elemento aglutinador de masas 319
8. El marxismo integral de Mariátegui: abierto al ser humano y a la sociedad ………………………………………………………………… 320
9. Características del marxismo integral: crítico, heterodoxo, Abierto,dinámico y antropológico …………………………………….. 328
10. Conclusión ………………………………………………………………………… 335 CAPÍTULO V. UN MARXISMO INTEGRAL PARA UN MUNDO FRAGMENTADO 340 1. Revisión de la hipótesis ………………………………………… 340 2. Cuestiones previas sobre la fragmentación …………………… 344 3. El marxismo integral frente a la fragmentación …………… 348
3.1. La refundación del marxismo ………………………………… 349 3.2. La necesidad de concientización de los colectivos 352 3.3. Después del poder ¿qué viene? ……………………………. 353 3.4. El regreso de los colectivos y a la bases …………….. 353 3.5. De la conciencia de clase al sujeto colectivo y plural …………………………………………………………………… 354 3.6. Otro mundo es posible para la humanidad ………… 355
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3.7. De la integralidad a la integración: un nuevo aliento para América Latina ……………………………… 357
4. Concluyendo: la propuesta del marxismo latinoamericano de Mariátegui ………………………………………………………………….. 360 a. El marxismo heterodoxo de Mariátegui …………………….. 360 b. El marxismo latinoamericano de Mariátegui ……………… 362 c. El camino de lo estético a lo ético …………………………….. 364
VI. CONCLUSIONES ………………………………………………………………… 366 BIBLIOGRAFÍA ………………………………………………………………………. 381 ÍNDICE …………………………………………………………………………………… 416