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Genio y gusto en la estética kantiana ALEJANDRO ESCUDERO INTRODUCCIÓN El siglo xx, en el ámbito laberíntico de las artes, está siendo atravesado de parte a parte por un acontecimiento tan complejo como decisivo: la clausura del Campo estético; esta clausura, que supone ante todo la apertura de otra cosa, o sea, el inicio de una crucial mutación de la esencia del arte mismo, no es sino uno de los aspectos del fin de la modernidad, fin que marca indeleblemente, en sus múl- tiples dimensiones, nuestro horizonte actual, nuestro espacio-tiempo de juego. En efecto, lo que hemos llamado el «Campo estético» era y es aún, aunque esté como decimos en vías de clausura, una de las dimensiones constitutivas de la época moderna; así lo ha consignado Heidegger en un ensayo emblemático redactado a finales de los años treinta: «Dic Zeit des Weltbildes», escrito en el que el pensador alemán trataba de señalar cuáles han sido los fenómenos cons- titutivos de la modernidad y. además, destacar cuál era el principio que los reunía y articulaba: la posición del hombre como centro de toda la realidad, como «sujeto», pues. A consecuencia de esto la era estética, formada lenta- mente en el siglo xviii, ha consistido y consiste, en última instancia, en que el arte es tenido como expresión de la vida del hombre, como universal producto suyo, resultado de su actividad constituyente. ¡ Respecto a la hermenéutica heideggeriana de la modernidad cabe leer con provecho el artículo de Mercedes Muñoz «De cómo el ser devino época», publicado en el nuimero 27 de los Anales del Seminario de Metajisica de la Universidad Complutense de Madrid. Por otro lado, la idea de que la Estética moderna es, de un cabo a otro, una «antropología del arte» la hemos elaborado en un escruto, por ahora inédito, titulado «El fin de la Estética y la tarea del pensar». Ande> del Seminario de Metafísico. a,> 29-1995. Servicio de Publicaciomies, Universidad Cutnplucen>e. Madrid

Genio y gusto en la estética kantiana - core.ac.uk · arte Donald Kuspit en ARCO: la crisis, tan evidente como irreversible, de dos modelos tradicionales, el del artista académico

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Genioy gustoen la estéticakantiana

ALEJANDRO ESCUDERO

INTRODUCCIÓN

El siglo xx, en el ámbitolaberínticode las artes,estásiendoatravesadodeparteaparteporun acontecimientotan complejocomodecisivo: la clausuradelCampoestético;estaclausura,quesuponeantetodola aperturadeotracosa,o sea,el inicio de unacrucial mutaciónde laesenciadel artemismo,no es sinouno delos aspectosdel fin de lamodernidad,fin quemarcaindeleblemente,en susmúl-tiples dimensiones,nuestrohorizonteactual,nuestroespacio-tiempodejuego.

En efecto,lo quehemosllamadoel «Campoestético»era y es aún,aunqueestécomodecimosen víasde clausura,unadelas dimensionesconstitutivasdela épocamoderna;así lo haconsignadoHeideggeren un ensayoemblemáticoredactadoa finalesde losañostreinta: «Dic Zeit desWeltbildes»,escritoen elqueelpensadoralemántratabade señalarcuáleshan sido los fenómenoscons-titutivos de la modernidady. además,destacarcuál era el principio que losreunía y articulaba: la posicióndel hombrecomo centrode toda la realidad,como «sujeto»,pues.A consecuenciade esto la eraestética,formadalenta-menteen el sigloxviii, ha consistidoy consiste,en última instancia,en queelartees tenido como expresióndela vida del hombre,como universalproductosuyo, resultadode suactividadconstituyente.

¡ Respecto a la hermenéutica heideggeriana de la modernidad cabe leer con provecho el artículode Mercedes Muñoz «De cómo el ser devino época», publicado en el nuimero 27 de los Anales delSeminario de Metajisica de la Universidad Complutense de Madrid. Por otro lado, la idea de que laEstética moderna es, de un cabo a otro, una «antropología del arte» la hemos elaborado en un escruto,por ahora inédito, titulado «El fin de la Estética y la tarea del pensar».

Ande> del Seminario de Metafísico. a,> 29-1995. Servicio de Publicaciomies, Universidad Cutnplucen>e. Madrid

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Con la paulatinadesarticulación,en el siglo xx, del CampoestéticoIrrum-pe un vasto problema,se abre la inmensatarea de (re)pensarlas artes’. Y laprincipal implicaciónde laclausuraa la quenos estamosrefiriendoestribaenla ineludible necesidadde redefiniruno a uno todoslos elementosqueconfi-gurabanaquelpeculiarcampodeexperiencia,hoy, en laerade losmass-media,la sociedadde consumoy la culturade masasen vías de completa,y comple-ja, transformación.

Y uno de esoselementos,aqueldel quevamosaocuparnosaquí,es preci-samenteel artista, el productor de esosanómalosy extrañosartefactosquetodavíadenominamos«obrasde arte».Estafigura, esteelementodel nacienteCampoartístico,se encuentrahoy en el embarazosotrancede buscarunanue-va identidad,planificando,pues,y con dificultad, su inevitablemetamorfosis.Nadaextrañosi tenemosen cuentalo quehacedos añosseñalabael crítico dearteDonald Kuspit en ARCO: la crisis,tan evidentecomoirreversible,de dosmodelostradicionales,el del artistaacadémico(procedentedel siglo XIX) y eldel artistade vanguardia(desarrolladoen la primeramitad de estesiglo xx).De ahí que concluyerasu conferenciadiciendoque «es necesarioun nuevoplanteamientodel serartista»,un planteamientoqueesté realmentea la alturade las transformacionesdel restode loselementosdel Campoartístico, acorde,en definitiva, al nuevopapelquele toca, ahora,jugar’.

Estebreveensayopretende,porsu parte,contribuiren algunamedidaaesahoy necesariaredifinición del artistay del procesocreativo.Paraello vamosaexaminarsu peculiardefinición moderna,queprocedede las postrimeríasdelsiglo XVIII, peroqueaúnen nuestrosdíasdejasentirsu poderosoinflujo en elmodo en quelospropiosartistasy el público entienden,en susdiferentesface-tas, la producciónartística. La modernidad,a partir de Kant, ha definido alartistacomogenio, algoqueno habíasucedido,porrazonesqueno cabeexpo-neraquí, ni en el Renacimiento,ni en el Barroconi, aún,en el Neoclasicismodel Siglo de las Luces’; las bellasartes,dice el filósofo de Kónigsberg,sonnecesariamenteobrasdel genio, siendoasí la «genialidad»la cualidadfunda-mental,constitutiva,del granartista.Así aún hoy en las numerosasenciclope-dias, ilustradaso audiovisuales,queextiendenpor doquierel conocimientodenuestratradición cultural se habla, como yendo de suyo. de «grandesgenios»de la pintura,de la literatura o de la música,sin teneren cuentacuál fue cl

- Refiriémídose, con usteza y comiocimiento de causa, a este hecho, la directora del MNCARS,María Corral, ha declaradc,, El Pali-, 1 8-XiI-93, que «se está producientio tuna -evolución cuí el áu,íbi-

pa.a

La intervención de Donaid Kuspit, titulada «El artista suficientemente buemio: más allá del artis-ta dc vanguardia», puede ahora leerse en el número 5 de la mevista Creación,

Cómo rápida inimoducción a las vicisitudes históricas de la figura del aruista puede leerse la ter-cera parte del libro de Rafael Argtullol Ji-es miradas sobre el arte, cd, Destino, 1959. también, comomera introducción a la cimestión más restringida de la definición del artisi.a como genio, el libro deA. Man WiuJhrión (espíriluyna¡urale~adel genio), en la cd, Teenos, aporta alguna inliirmación sobreello,

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peculiarísimoespacio-tiempoen que surgió tal concepto,y estableciendodeeste modo una nadainocenteprecomprensiónde lo que nos encontraremoscuandoleamosa Cervantes,escuchemosa Mozarto contemplemosun cuadrode El Greco.Trataremosde subsanar,de algún modo en este lugar, tal comúnomisiónreconstruyendo,aunquesólo en esbozo,la génesise implicacionesdeesecrucialconcepto(hoy bajoseriasospecha).

Ciertamentela figura del artista-genio,definida por vez primera en esaobrafundacionalde la Estéticamodernaquees la Crítica del Juicio (1790),hallegado anosotrosmása travésdelos ardoresvehementese incontroladosdelRomanticismoquedel pausadoy mesuradoKant. Aquel movimientoalemán,que pronto difundió sus ecospor todaEuropa,desarrollóy tambiénexaltó laideadel artistagenial hastalímitesajenosa la letra y al espíritudel texto kan-tiano,su lugarnatal;de hechotodasu critiéa delgusto,de la facultadde enjui-ciar los fenómenosestéticos,se movíaen un difícil e inestableequilibrioentreel neoclasicismo(centradoen La cuestiónde lo bello,de las formasarmoniosasy regulares)y el nacienteromanticismo(centradoen la temáticade lo sublime,de lo informe y desmesurado)>.

Aquí, y en orden a la problemóticaactual que anteshemossucintamenteseñalado,vamosaofrecerunalectura,unainterpretación,dela teoríakantianadelaproducciónartísticatal comose presentaen la Crítica del Juicio. Tal lecturabuscaprincipalmente,a través de un seguimientode las nervadurasdel texto,destacaresono-pensadoporelpropioKant, peroquehabitaenlo queallí sedice.Lo no-pensadode un textodenuestratradiciónno es,pues,unacarenciaqueque-pa atribuiraunanegligenciade su «autor»o aotra contingenciacualquiera;con-siste, másbien,en las posibilidadespositivasencerradasen él y queanosotros,comolegítimosherederossuyos,noscorrespondeexplicitary actualizar;sólo enestedecisivocomercioentreel presentey el pasadocaberealmenteforjar un por-venirparaaquellascuestionesqueencadamomentonos apelany conciernen,enestecasola urgenciade volver a definir quésea un artistay en quéconsistaelprocesocreativoen nuestraintrincadacondiciónpostmoderna.

Como se verá en la interpretaciónque proponemosde unospocos, perodecisivos,parágrafosde la Crítica del Juicio, o seaen la teoríakantianade laproducciónartística,allí dondese definealartistacomogenio,hayelementosque nos permiten iniciar la desarticulaciónde una tesis, común a la estéticahegelianay al romanticismo,de grancaladohistórico:queel artees el resulta-do universaldeuna actividadespiritualhumana,y que, porello, el arte es, endefinitiva, unaexpresióndel propio artista.de suabsoluta,y emblemáticaparalahumanidadpresentey futura, libertadcreadora(ideaquehacede laEstéticamodernaunaauténtica«antropologíadel arte»>.

Repensar,hoy, el cadavez más complejoprocesode producciónde lasobrasde arte,o seael papeldel artistaen el Campoartístico,exigedeconstruir

En tc,rno al tránsito de lo bello a ic> sublime, es decir, la irrupción dcl Romanticismo, puede estu-diarsc cl brillamíte primer capítulo dcl libio de Etígenio Trías lo bello y lo siniestro, ed, Ariel, 1982.

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en todossuspuntosestapersistentetesis,es decir,desmontarunade laspiezasclave de la Estéticamoderna5.Y parahacerloel texto kantiano,por pertenecera esaesferade problemasy cuestiones,noses,como se verá,de unainestima-ble ayuda.De ello trataremosen laconclusiónde estetrabajo.Antes,en el pri-mer capítulo, comentaremoslos parágrafoscuarentay seisy cuarentay sietede la obrafundacionalde la Estética,a fin de mostrarlosprecisosperfilesdela inéditaconexiónqueestablecióKant entrelas bellasartesy el artistacom-prendidoahoracomogenio; a continuación,precediendola conclusión,esbo-zaremosel tipo de relaciónque allí seestableceentreel genio y el gusto, estoes,entreel momentode la creacióny esemágicoinstanteen que,por vezpri-mera,contemplamosabsortosel resultadodel oscuroy, a la vez, misteriosotra-bajo surgidodel tallerdel artista,lo quenosllevaráa comentarel arcoquedes-criben los parágrafoscuarentay ocho, cuarentay nuevey cincuentade esetratadofundamentalaparecidoen 1790.

1. EL GENIO Y EL ARTE BELLO

El objetivo inmediatodel presentecapituloes,únicamente,señalarconbre-vedadcómose ha constituido,en los alboresde la modernidad,la figura —hoyen vías de serretrazada—del artista,siemprecon el propósitoya enunciadodecontribuir al actualdebateen torno a en quéconsistanlos complicadosproce-soscreatívosdelos que surgenlas obrasde arte.

La constituciónmodernade la figura del artista,como dijimos, acontece,yno casualmente,en un tratadode 1790 aparecidobajo el titulo Crítica del Jui-cio, libro escritopor el más señaladode los pensadoresmodernos:lmmanuelKant. señalado,precisamente,porqueen el conjuntode suobrapuedenleerse,por vezprimera,el trazadode unaarticulaciónde los hilos clave quehan urdi-do la tramade unaépocadecisivaque hoy tocaa su fin.

La mencionadadefinición de quésea,en el entoncesnacienteCampoesté-tico, un artista,un productorde artebello, seencuentraen losparágrafoscua-rentay seisy cuarentay sietede aqueltratado.Sin embargo,antesde exponerquéafirmaahí el pensadorgermano,esconveniente,paraquesusafirmacionesse capten con mayor precisión,detenerseen las ideasarticuladasen los tresparágrafosanteriores.

El númerocuarentay tres se titula «Del arteen general».En él Kant pre-tende,antetodo, marcarunadiferenciaqueinevitablementesurgeen el trata-

Una sucinta introdcucción a la cuestión contemporánea dc la crisis del c<sujcto artístico», cc>utuoorigen y fundamento de la obra dc arte. se encuentra cuí la primera parte de La mirada inútil (lo aheade arte en la edad coníemporánea), de Mi Teresa Méndez, cdi. Ollero, 992. Y dcsdc una peuspee-tiva nada favorable a este fenómaeno, pero no por clic> mcnos instructiva, cabe comísuitar cl capítulo titu-lado «La desconstísjcción de la expresión» del libro de E. latreson ¿Y po.u-moderaismo a la lógica cal-toral del capitalismo avanzado, cd, Paidós, 1991.

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miento crítico-trascendentalde la cuestiónde la belleza: la que hay entreel«arte»y la «naturaleza»,o, másclaramenteaún,entrelos productosde uno yotra. En un sentidoamplio el término «arte»(ars en latín, tékhneen griego)serefiere a todoaquelprocesode producciónde cualesquieraentidadqueha sidoejecutadosiguiendoalgúntipo dereglas,planeso propósitosdeterminados;asíen todo procesode producción,en sentido genérico, «artístico»,operan demodo rectorfines y conceptos.

Tenemos,pues,que los productosdel arte en generalsea un zapato,unaesculturao un edificio, han sido necesariamenteelaboradospor medio deunaplanificación racional,consistenteen la posición(cognoscitiva)de un fin, yunaposteriorejecucióniniciadapor la voluntad. Y puestoquerazón y volun-tad sonpropiedadesesenciales,y en cierto modoexclusivas,de un entedeter-minado.Kant afirma,en conclusión,que los productosdel arte sonuna«obradelos hombres»,puessólo estetipo de serescapazde pensarel fin al queestádestinadoalgo aúnpor prodiícir, fin, representadoanticipadamente,al queelproductoacabadodebesu formapeculiar.

Al contrario, losproductosde la «naturaleza»7secaracterizanbásicamenteporqueen ellosesmanifiestala ausenciade todoplan o propósitoy, por tanto,de cualquierfin o conceptopredeterminado.No operaallí, pues,en esapro-ductividadciegade la naturalezani razónni voluntadalguna.

Pero,volviendo a la cuestiónque ocupala primerapartede la Crítica delJuicio, la cuestiónde la belleza,si estofuerasimplementeasí,si estadistinciónfuera absolutamenteinconmovible, no habría más belleza que la llamada«belleza natural», no existiendo nadasemejantea unas «bellas artes».Paraconstatarlobastarecordarque en la analíticade lo bello, que ocupael primerlibro de la Crítica del juicio estético,Kant habíaafirmado la imposibilidad dequeen el ámbitodelimitadopor la bellezapuedaincluirse fin o conceptoalgu-no: unafigura bellaes unafinalidad sin fin o unaconceptualidadsin concepto.

Sin embargo,y dicho globalmente,unade las cosaspor las quela Críticadel Juicio serárecordadaes por haberdadocartade legitimidad a la diferen-ciación,acontecidaenpleno siglo xviii, entrelas«bellasartes»y las «artesúti-les»>. Entonces,¿quésucedeen la filosofía críticaen lo quese refiere al pro-blemático,e inclusocontradictorio,conceptode «artesbellas»?Puesqueéstasencuentranla razón de su existenciaen que son, como dice el parágrafocua-rentay seis,«artesdel genio». Así la tesis de que la cualidaddefinitoria delartista,distinto del artesanoqueconfeccionaobjetosútiles, es la «genialidad»viene a hacerposibleque hayaun tipo de entidadesquepesea serproductosdel arte sean,a la vez, algo bello. Veamosahoracómo se coneretatodoesto,aunque,antes, es importantecomentarla afirmación que Kant presentaen el

Decir qcue aquí «naturaleza» no tiene en absoluto el significado atribuido a este concepto en laCrítica de la razón pura, donde se refería a lo ente en cuanio tema del conocimiento científico,

Esta división no puede ser, de ningún modo. como suele hacerse, coordinada o comparada conla distinción medieval entre «artes liberales» (el triviun> y ci quadriviarn) y las «artes mecánicas».

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parágrafocuarentay cinco, referidaa la distinciónentrelo bello de la natu-ralezay lo bello resultadodel arte, estoes, de unaactividad llevadaa cabo,ineludiblemente,segúnfines, planeso propósitos.

El parágrafocuarentay cinco tratade equipararde algún modo, pesea lacontundentediferenciatrazadaen el cuarentay tres, los productosde la natu-ralezay los productosdel arte,equiparaciónsólo posible, sinduda,enel ámbi-to de lo bello, queseconviertede estamaneraenunaambivalentezonade cru-ce entreel «arte»y la «naturaleza»tal y como antesfueron definidas.Aquí sepuedeleer: «La naturalezaerabella cuandoal mismo tiempoparecíaserarte,y el arteno puedellamarsebello másquecuando,teniendonosotrosconcien-cia de quees arte, sinembargoparecenaturaleza».De estemodoquedaseña-lado lo quese requiereparapoderllamar «bello» tanto a un productonaturalcomo a un productodel arte: en todaobrade arte, seaun cuadro,un poemaounapiezamusical,hadeserpatentey manifiestoquees un productodel arte,estoes,queha sido realizadoa partirde pianeso fines detemiinados,propues-tos, en cadacaso,por el artistade la obraen cuestión;sin embargo,y simultá-neamente,paraqueaquellopuedaserllamadoartebello ha de aparecercomosi fueratambiénun productodela naturaleza,es decir, algogeneradoen ausen-cia de todo fin, plan o propósitodeterminado.¿Cómounacosatan altamenteparadójicaes posible?Porqueel artistaes un genio o. como rezael titulo delparágrafocuarentay seis,porqueel artebello es arte del genio.

La definicióndel artista como «genio»,estoes, la teoríacríticade la pro-ducciónartística,se encuentraen los parágrafoscuarentay seis y cuarentaysiete. Como hemos señaladoanteriormente,tal definición es la pieza teóricaque,en el conjuntode la estéticakantiana,tratade resolverLa contradicciónenlos términos que habitaen la expresión«bellas artes».Y es en tal definición,precisamente,dondevamosa localizar lo no-pensadodel texto kantiano,o sea,aquelloqueen la coyunturaactualda aúnquepensar.

Necesariamente,dice Kant, las bellasartesson artesdel genio, del artistaentendidocomo genio. Esta esencialcualidades definida así: «Genio es eltalento(dote natural) que da la regla al arte». Según la primera declaración,podríaparecer,simplemente,quees elpropioartista,como hombredotadoderazón y voluntad,el quedesdey por si da la regla al arte, estoes,construyeesospeculiaresartefactosque llamamosobrasde arte; a lo que cabría,acaso,sólo añadirque por ser precisamenteun «genio»,el artista no es un hombrecualquiera,sino alguien pertrechadodesdesiemprecon unas excepcionalesdotesquese salende lo comúny corriente.

Sin embargo,si seguimosleyendoese mismopárrafopodemosencontrarunasorprendenteafirmaciónquecontienelo másimportante,y enigmático,dela teoríakantianade la producciónartística.El texto dice: «Genioes la capaci-

En el mismo parágrafo, Kant escribe «En un productu del arte belio hay que toníar conscienciade que es arte y no naturaleza; sin eníbargo, la tinaiidad en La forma del misuno debe parecer tan librede toda violencia de regias caprichosas como si fuera un producto de la mera naturaleza.»

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dadespiritual innata(ingenium)mediantela cual la naturalezada la reglaalarte»0.Así ¿quiénda, finalmente,la regla(el procedimientode construcción—inseparable,aquí, de la propiaconstrncción—)al artebello?No el artistamis-mo, sino, en cuantoaquéles un genio, una extrañaentidadquees aquídesig-nadaconel término«naturaleza»(die !Vatur).El artebello, así,no eshechoporel hombredotadode razón y voluntad,comosi sucedecon unoszapatos,ycualquierotro objetoútil, sino quees obrade unamisteriosafuerzaproductivallamada«naturaleza».

No es fácil, ni simple,explicar lo que aquísignificapropiamente,kantia-namentediríamos, esteconcepto,puesapuntahacia algoqueen el texto mis-mo, en la estéticadel filósofo de Kdnigsberg, aparecenecesariamentecomono-pensado.Diremos,a titulo preliminar, lo quesiguea continuación.

«Naturaleza»nombraaquí, antetodo, el espontáneosurgir,brotar, de unafigura, de algoconorden y concierto,sin fin o conceptoprevio de lo queellotengaqueser;es por estoquecabellamara estafigura,quees un singularabso-luto, imposible de repetiro imitar, «bella». ~<Naturaleza»,como «donaciónderegla», se refiereasí,en estaslineasde la Crítica del Juicio, a laoperaciónde«esquematizarsin concepto»propia de la imaginaciónproductiva, pues laregla,el procederdeconstrucciónutilizadoen cadacasopor el artista,es inse-parabledel casoconcretode su ejercicio, y por ello tal peculiarísimaregla nies ni puedeser,si en efectola figura es bella, un concepto(quepor principioes siempreseparablede aquello, lo empírico,a que, cadavez, se aplica). Detodosmodosinsistimosen queaquínos estamosasomandoaalgono-pensado,a algo,por hablarcon Heidegger,antelo que Kant no tuvo másremedioque«retroceder»;no en vano Kant llama, en un conocidofragmentode la Críticade la razónpura, a la imaginaciónproductiva,que apuntaa lo mismoque eltérmino «naturaleza»en el mencionadoparágrafode la Crítica del Juicio, laraízcomúndesconocidade la sensibilidady el entendimiento’.

Pero preguntémonosahora,por un instante,cómose puede llegar a estasorprendente,al menosparala comprensiónquehemosheredadodela anteriorcuestión,conclusión.Decimosque paraKant, en rigor, el artebello no es unaexpresión«delartista»,sino de unafuerzaoscuray misteriosadenominadaenestospasajes«naturaleza»,que es quien efectivamente,a travésdel artista-genio, «dala regla».Ahorabien,¿noes éstaunaafirmaciónarbitrariay capri-chosarealizadasólo para solventarlas contradiccionesde unateoríainconsís-

El subrayado es nuestro, Al final de este parágraít, cuarenta y seis puede leerse: «Que la natu-raleza. mediante el genio, presenta la regia, no a la Ciencia, sino al arte, y -aun esto, sólo en cuanto ésteha cíe ser arte belit,».

La compleja y decisiva temática de la imaginación productiva como raíz comón (desconocida)de sensación y coneepmo y de razón teórica y razón práctica fue destapada por Martin Heidegger en unlibro edit,do en 1929, Kant y el problema de la metafísica. Pero quien de modo expl<cúo ha coneeta-do esta cuestiñn con la Crítica del Juicio ha sido Felipe Martínez Marzoa en trabajos como Descono-«ida raíz co,nún (estudio sobre la teoría kantiana de lo bello). cd. Visor, 1987; véase también De Kanta IlBíderlin, cd. Visor, 1992.

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tente?En absoluto.Tal tesispartede un datofenomenológico,y comotal inob-viable, que sueleser ignoradopor aquellasteoríasque señalana la actividadconstituyentehumana,demasiadohumanahayque decir, como origen de laobrade arte.

Es el casoqueel artista no puedeexplicar, ni a si mismo ni aotros,cómoharealizadoconcretamentesusobras;las hahecho,sin duda,perono sabe,nipuedepor principio saber,cómo las hahecho;lo que indica queen el procesocreativointervienealgoqueél mismo no puedecontrolar,peroque,necesaria-mente,actúaKant llamó aesto «naturaleza»,término bastantemenosmísticoquela inocuaapelacióna las musaso ano se quécaprichosae inconstanteins-piración; esciertoqueel filósofo de Kónisgbergdejó,porqueno pudo más,ahíla cosa,peroal menos,y no es poco,señalóalgo quenoscorrespondea noso-tros pensar

Finalmente,decirque,como puedecolegirsede lo ya dicho, esacualidadpropia del artista denominada«genio»no puede,en sentidoestricto,formarescuela,ni tenerdiscípulos.Aunque de todosmodos,y, avant la lettre, frenteal Romanticismoposterior,Kant insisteenqueel genio,paraserfecundoy pro-ductivo, tiene queserlaboriosamentedisciplinadoy cultivado.

Concluimos esteprimer capitulorepitiendola idea más importante(olvi-dada,ocultaday borradapor el discursoestéticoque, al menosen estepuntoconcreto,acabóimponiéndose:el de Hegely el Romanticismo)aque,leyendodeterminadosparágrafosde la Crítica del Juicio, hemosllegado,ideasobrelaquevolveremosen laconclusióndel presentetrabajo.Segúnel texto kantiano,es la «naturaleza»,y no el artistapor sí sólo, quien da la reglaal arte bello; elartistaes,de estemodo, un mediadory no el origenúltimo de la obrade arte.Así, y en definitiva, la producciónartísticaque despliegaconcretamenteelartista-genioes retrotraídaa unamisteriosa,y másoriginaria,productividaddela «naturaleza»,unainstanciano humana,no espiritual,pero queaúntienequeserpensadaa fondo si sequierecomprenderracionalmentela esenciadel pro-cesocreativo.

2. GENIO Y GUSTO

De modo complementarioa lo expuestoen el capítuloanterior apuntare-mos aquí, con suma brevedad,algunasideas referidasal complejoy difíciltemade lasrelaciones,en el senodela estéticakantiana,entreel genio y el gus-to, o sea,entreel momentode la creacióny el de la recepciónde la obrade arte.

El genio,como elementomediadorde laenigmáticay primigeniaaccióndela «naturaleza»,es el principio productordel artebello. Perohay quepregun-tar ahora:¿quégarantizaque,en efecto,estasobrasseanbellas?O sea,queelsupuestogeniorealmentelo sea(o. también,queallí, en tal o cual obradearte,realmenteha actuadola «naturaleza»).Ni másni menosqueelgusto, la facul-tad dejuzgarlo bello, puesdesdelaperspectivade lacreaciónartísticano cabe

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generarningún discursoque puedaaspirara algúntipo de validez, cosaposi-ble, únicamente,parael momentoreceptivo.

Así el gustoconsisteen el reconocimiento,a partir de unospeculiaresyespecíficosprincipios a priori, de los productosdel genio. Y segúnla estéticakantianapuedenlegítimamenteser denominadasbellasaquellasfiguras quecumplancuatrorequisitos,descubiertosa travésdel análisisde losjuicios esté-ticosdesdeel punto de vistade la cualidad, la cantidad,la relacióny la moda-lidad. A partirdeesteanálisis Kantestablecióqueuna figuraparaserbella tie-ne que sertema de una satisfaccióndesinteresada,gustaruniversalmentesinconcepto,poseerunafinalidadsin fin determinadoalgunoy producirunasatis-facción necesariasin queintervenganconceptos.

De estemodo, en cuantogarantizay reconocesus productos,puedeafir-marsequeel gustoes unacondición positivade la realizacióndel genio. Conlo quequedadichoquela teoríadel genio, la definición del artistacomogenio,no rompelos límites establecidospor la teoríadel gusto,sino que los afianzayconfirma.Estamos,pues,bastantelejos aúnde la estéticadel romanticismoenla queseafirmará,frenteacualquierotrainstanciacorrectora,la absolutaliber-tadcreadoradel genio.

El auténticogenio tienepor misión fundamentalsatisfaceral gustoculti-vado,cosaque logra cuandoes capazde poneren situaciónde libre juego laimaginacióny el entendimientodel espectador,generandoasí en él un senti-mientode placeruniversalmentecomunicable.El cumplimientode estanadasencillamisiónesabsolutamentecompatiblecon la tesis,presentadaenel pará-grafo cuarentay seis,de quelas dos cualidadesbásicasdel genioson la origi-nalidad y la ejemplaridad.En efecto, los productosdel genioson originalesporqueno han surgido de la imitación de otros artistas,de lo queresultaquecadagenioinstituye unanuevareglaen el ámbitodel artebello; perono sóloson originales,sino también ejemplares:los resultadosdel trabajodel artistagenialsonauténticasobrasclásicas,quedespiertaninmediatamenteun univer-sal asentimientoy forman,por su grandezay riqueza,partedel patrimoniocul-tural de la humanidad.

De todosmodosla relaciónentreel genio y el gustono tiene,comopudie-ra parecerpor lo dicho hastaahora,unaúnicadirección. Sucedequeel gustose desarrollay cultiva,básicamente,alentraren contactoconlas diversasobrasoriginalesy ejemplaressalidasde los talleresde los artistas’2.Aunquehayqueseñalarqueesta importantecuestiónde la formación y constitucióndel gustocultivado apenasfue tratada,y no por casualidad,por Kant.

En definitiva cabeconcluirqueentreel genioy el gustola relaciónes,contodo rigor, circular. Kant decretaasí un estricto equilibrio y complementarie-dadentreel momentode la recepcióny el de la creación,pesea lo cual, como

2 Pese a que Kant no se refiere a ello, hay que decir que el Museo, institución aparecida a media-dos del Siglo de las Luces, es, en el caunpo estético delimitado por la modernidad, el lugar propio dcexhibición y conservación de ese grandioso patrimonio legado por los genios del arte belio,

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muestrael siguientetexto del parágrafocincuenta,la balanzase inclina ligera-mentea favor del primero: «Así, pues,si enla oposiciónde ambascualidades,dentrode un producto,hay quesacrificaralgo,másbiendeberíaserla partedelgenio,y el Juicio ( Uríeilskraft), queen lascosasdel artebello tienepretensiónde principiospropios,permitirámásbienquese dañeala libertady a la rique-za de la imaginaciónqueal entendimiento».

Finalmente,Kant excluye,pues,con estarelativaprimacíadel gustosobreel genio, la posibilidadde todoconflicto, de todatensión,entreel artistaautén-tico y el público cualificado.Las obrasdel genio genuinogeneran,necesaria-mente,unanimidady consenso,lograndola lentaperopaulatinaarticulacióndeunasensibilidadcomúncuyaefectivaconsecuciónmarcaelpunto limite, tal vezinalcanzable,del progresoen el ámbitode lo bello. El genio,así, es quien fac-tura obrasque, inexorablemente,producenunacomunidaden el sentimiento,

CONCLUSIÓN

Partíamosal inicio de esteensayode un problemaactual: la necesidadderedefinirquéseaun artista,o sea,en quéconsistael, plural y complejo,proce-socreativo.Tal necesidadera fruto ineludible de la crisis de los modelostradi-cionalesque permitían la formación, y por tanto la comprensión,de eseele-mento integrantedel, hoy en procesode desarticulación,Campo estético,surgidoen los alboresdela modernidad.

La propuestaconcretaquemoviliza estetrabajoes la ideade quela lectu-ra de unosdeterminadosparágrafosde Ja Crí/lev del Juicio de Kant, de aque-llos donde,precisamente,se efectúala definicióndel artistacomo genio,ofre-cealgunasindicacionesfundamentalesparainiciar, y orientar,esaredefinición.Y ahora,a fin de darconclusióna nuestroensayo,vamosa destacarcuálessonesasindicaciones.

En el parágrafocuarentay seis de la Crítica del Juicio, titulado «El artebello es arte del genio»,Kant hacia unaenigmáticaafirmaciónque, y no porcasualidad,ha sidoolvidaday borradapor el discursoestéticoposterior,SegúnKant, el arte bello era obra de una instanciadenominada«die Natur» quemedianteel genio, esto es, a travésdel artista,da la reglaal arte. De ningúnmodo, pues,sepuedeafirmarqueel arteseaalgo del artista,ya que paraKant,éste,en el concretoprocesocreativo,es sobrepasadopor unaoscurae indome-flable fuerzaproductiva.

Bien diferentees la tesisquesostieneHegel al inicio mismo de su monu-mental Estética. Allí escribe: «Las obrasde arte no son productosnaturales,sino realizacioneshumanas.Son creadaspor el hombre y. basándoseen elmundosensible,estándirigidasa los sentidosdel hombre»’3.Yes por ello, por

La cita pertenece a la página 65 de la Introducción a la estética, de O. W. F. Hegel. cd. Penín-sola, 990.

Genio y gusto en la estética kantiana 233

estaideade queel artees obradel espírituhumano,queHegelexcluyedel círcu-lo de cuestionespropiasde la Estéticala problemáticade la bellezanatural.Entre Kant y Hegel tiene así lugar un desplazamientodecisivo:ahora,comotaínbién sucederáen el Romanticismo4,la obrade arte es un resultadoemi-nentey específicode la actividadhumanaespiritual y libre5.

En estesentido,y siguiendode cercaalgunasafirmacionesde Heidegger,cabeafirmarque laEstéticamodernaes unaauténtica«antropologíadel arte»,en tanto defiendequela obrade artees unapeculiarexpresiónde la vidahuma-na. De hechola centralidaddel artistaen el Campoestéticodelimitadoy articu-ladoen la modernidadno es sino un reflejo, en esteámbitoconcreto,de la cen-tralidaddel hombre-sujetoen el conjuntode la realidad.

Ahora quedaabiertacomotareapensara fondo, en todassusimplicacio-nes,el crucialdesplazamientoquehemosseñalado.Peroparahacerlono bastaconrealizaruna interpretaciónmás o menoscorrectade lo que Kant dijo, esnecesario,antetodo, llegar a decirlo queel propio Kant,queabrió el discursoestéticode la modernidad,no pudo decir. Nos tocaa nosotros,pues,a fin decomprenderen quéconsistahoy el procesocreativoquedalugara las obrasdearte, pensarqué sea«die Natur», esainstanciamisteriosaque, a travésdelgenio,«dala reglaal arte».Y parahacerlohay queteneren cuentaqueesetér-minose refiere precisamentea la operaciónde «esquematizarsin concepto»,osea,a unaoperaciónque,en otros textos,se atribuyea la imaginaciónproduc-tiva. Pensarestoequivale,sin duda,a pensar,por decirlo heideggerianamente,el origen dela obrade arte.

Nos encontramosasíanteunadifícil tarea,abiertaa partirde laclausuradelCampoestético,quehabráquellevar adelantea travésdel diálogo entretodaslas instanciasimplicadasen el ser y el devenirdel arteactual; tareaque, gra~ciasa la lecturadel texto kantiano,esperamoshayaalcanzadoun mayorgradode determinacióndotandoa nuestropreguntarde unaprecisadirección.Perolofundamentalestá,aún, pordecir

En el seno de la Estética romántica surgió una teoría que ha tenido. cmi el discurso estético de lamodernidad (que hoy loca a su fin), una amplísiuna difusión, Según ésta, el art.e es una expresuon cutn-plida del artista que lo produjo: la obra de arte es, así, una exteriorización sensible de un significadopreviamente formado en la vida interior dc la personalidad original y excepcional dcl artista-genio.Lina exposición de ésta, a uíuestro juicio inconsistente, teoría de la producción artística poede leerse enumí esicudio clásico dcl Romanticismo, El espejo y la lónipara, de M. H. Abrams, pubiicadt en caste-ilamio por la Editorial Barral en 975.

Cienos teóricos «conlemporancos» aun siguen defendiendo esta tesis, por ejemplo, José Jimé-nez, director del instituto de Estética y Teoría de las Artes de la Universidad Autónoma de Madrid. Entorno a ella se construye el que es, hasta la fecha, su principal escrito, Imágenes del ho,nhre (funda-amentos <le estética), cd, Tecnos. 2. ed, 1992. En nuestro ensayo «El fin de la Estética y la tarea de pen-sar’> puede leerse umía atnpiia recensión crítica dc esta eturiosa propuesta de tun>’ «nueva Estética» queprememíde tiacerse caigo. ceul viejos instrumentos, de las transformaciones actimales del campo artístico,