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7/25/2019 Lukacs - Testamento Politico.pdf
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GYORGYLUKCS
Testamento polticoy otros escritos
sobre poltica y filosofa
Textos inditos en castellano
Edicin, introduccin y notasde Antonino Intrnea y Miguel Vedda
7/25/2019 Lukacs - Testamento Politico.pdf
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2003 Ediciones Herram ienta
Diseo de tapa: Mario a. de Mendoza F.
Diseo interior: Grfica del Parque
Coordinacin de edicin: Ignacio Vzquez
Ediciones Herramienta
Editor Andrs Alfredo Mndez. Revista Herramienta
Rivadavia 3772 1 B (CI204AAP) Buenos Aires, Argentina
Tel. +5411-4982-4146
Correo electrnico: [email protected]
Printed in Argentina
Impreso en la Argentina en el mes de octubre de 2003
Todos los derechos reservados
Hecho el depsito que marca la Ley 11.723
ISBN: 987-9306-15-5
ndice
Introduccin
po r Anton ino Inf ranca y Migue l Vedda 7
La visin del mu ndo aristocrtica y la dem ocrtic a 27
Las tareas de la filosofa marxista
en la nueva democracia 57
La responsa bilidad social del filsofo 89
Libe rtad y perspectiva:
un a carta a Cesare Cases 111
Entrevista: En casa, con Gyrgy Lukcs 113
Ms all de Stalin 125
Epistolario co n Jnos Kdr
sob re el caso Dalos-Haraszti 133
Testamento poltico 141
mailto:[email protected]://www.herramienta.com.ar/http://www.herramienta.com.ar/mailto:[email protected]7/25/2019 Lukacs - Testamento Politico.pdf
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Introduccin
La presente antologa incluye una serie textos que por primera
vez aparecen en espaol. Algunos de ellos fueron publicados en
alem n y en hn garo las dos lenguas q ue Lukcs em pleab a de
manera corriente-, como tambin en otros idiomas; aunque ca
be de stac ar qu e uno de los ar tc ulos - Las tar eas de la filo sof a
marxista en la nueva demo cracia- fue escrito originariamente
en franc s. El Testam ento poltico la entrevista q ue d a ttulo aesta compilacin- ha sido publicado, hasta ahora, nicam ente en
hng aro, despus de la cada del comunism o en los pases del es
te. Por ende, la antologa ofrecer un instrumento valioso, no
solo para el lector de lengua espaola, sino tambin, en trminos
ms generales, para los estudiosos del pensam iento lukcsiano en
par ti cu la r y de l m arxi sta en ge ne ra l. Se tra ta de esc rito s qu e co m
p re n den el per o do de la vid a de Luk cs qu e co m ienz a co n el re
torno a H ungra, un a vez concluidas la Segunda Guerra M undial
y la dictadura fascista de Hortliy. El hilo rojo que seala la con
tinuidad y homogeneidad de estos escritos se ve representado
p or al gu no s t rm in os clsi cos en el pe ns am ie n to po lt ico y filo s
fico de Lukcs; y, ante Lodo, por la reflexin en torno a la func in
social y poltica del filsofo, como tambin sobre el papel del in
telectual dentro de la nueva democracia marxista, ideas que co
menz aron a delinearse en esos aos. En este sentido, la polmica
con el stalinismo es uno de los momentos ms sionificativos en lao
actividad poltica y filosfica de Lukcs; esta polm ica verteb ra la
lectura de Hegel sostenida por Lukcs; lectura que vuelve a pos
tular, aunque a un nivel terico ms elevado, la cuestin de los in
telectuales y de la misin que corresponde a estos despus de la
victoria frente al fascismo.
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Gyorgy Lukcs. Testamento poltico y otros escritos
La visin del mundo aristocrtica y la democrtica, conferencia presentada p or Lukcs en el congreso sobre la paz que tuvo lugar en Ginebra en 1946, desarrolla ampliamente el contraste entre fascismo y democ racia. El texto se halla bajo la influenciade la inmediata postguerra; en aquel perodo, el filsofo se encontraba implicado en la lucha poltica hngara; h aba regresado
ya de la URSS, y estaba emp eado en realizar plena y democrticamente el socialismo en su pas natal. Tambin en redactar El asallo a la razn, obra que habra de aparecer en 1949. Aun cuandocoincide con este tratado en el hecho de reconocer una ntimaafinidad entre irracionalismo y fascismo, la conferencia se ocupams especficamente de abordar las repercusiones que la adopcin de una perspectiva totalitaria o democrtica posee sobre lasformas de experiencia y pensamiento concretas de los pueblos.Por sobre lodo, Lukcs denuncia que los polticos hayan podidorecurrir al fascismo para combatir el comunismo; y, en efecto,una de las estrategias corrientes por aquellos aos era la que consista en captar a quienes haban combatido contra el eje a fin de
que pasaran al servicio de las democracias occidentales en la lucha entre estas y el comunismo; recordemos que la historia deAm rica Latina est atravesada por casos semejantes. Lukcs tambi n re iv indica la co nt in ui da d de las ex pe rie nc ias de la Revolucin Francesa en la nueva democracia socialista; de acuerdo consu interpretacin, el socialismo debe realizar concretamente losideales de libertad e igualdad que la Revolucin haba sostenidoen el plano ideolgico. Puede percibirse en esto una velada alusin a la experiencia histrica hngara, que haba conocido el findel feudalismo en 1867 -gracias el acuerdo entre Austria y Hu ngra, pero no el surgim iento de un rgim en democ rtico-bur-gus maduro. El fascismo de H orthy haba interrum pido luego el
desarrollo democrtico ce Hungra y, de esa manera, haba devuelto al pas a las condiciones sem ifeudales del impe rio habsb r-gico anterior a la Primera Guerra. Refuerza esta alusin el hechode que Lukcs, en Lenin und die Fragen der bergangsperio-de1 [Lenin y las cuestiones del perodo de transicin] (1968),extraiga conclusiones sem ejantes a partir de un anlisis de las circunstancias en que fue ge stada la Revolucin Rusa de 1917.
El marxismo, conforme con su visin del mundo democrtica, permite realizar la libertad y la igualdad como reales condiciones de existencia para los hombres, liberando a estas dos catego
O
Introduccin
ras polticas del carcterformalista al que se haban visto circunscriptas bajo la democracia burguesa. Para entender este formalismo es preciso considerar que la igualdad y la libertad han surgidoen el terr eno de la e cono ma poltica clsica inglesa, y, utilizadascon fines agitatorios, no han sido respetadas en la prctica econmica co rriente. As, las instituciones jurdicas creadas pa ra defen
der los ideales de libertad e igualdad desm ienten continuam ente,en su funcionamiento ordinario, los valores que presuntamentedeberan defender. Algo similar ha ocurrido con las categoras decitoyeny bourgeois:la prim era se ha convertido en u n valor abstracto y formal, en tanto la segunda, en su esencial prosasmo, se haconstituido en realidad concreta. En la polmica con BrunoBauer en torno a la cuestin juda, Marx se haba referido ejem
pla rm en te a la esc isi n en tr e aq ue l m bi to en el qu e los individuos, en cu anto person as privadas, persiguen d e mo do egosta sus
pr op ios int ereses , y a qu el ot ro en qu e cr ee n pa rt ic ip ar de un or den comn regido por valores altruistas:
Un a vez que e l Es tado pol t ico ha a l canzado su conform ac inverdadera , e ) hombre l l eva , no solo en e l pensamiento , en l a
consc ienc ia , s ino e n l a realidad, en l a vida, u n a v id a d o b l e , u n a
celes t ial y ot ra t e r rena : l a v ida en l a comunidad poltica, en laq u e e x i s te c o m o u n ser comunitario, y la vida e n la saciedad, bur
guesa, d o n d e a c t a e n c u a n t o hombre privado q u e c o n s i d e r a a
l o s o tr o s h o m b r e s c o m o m e d i o s , d o n d e s e d e g r a d a a s m i sm oa l a c o n d ic i n d e m e d i o y s e c o n v i er t e e n j u g e t e d e f u e rz a sa jenas . Eli Es tado pol t i co s e re l ac iona en form a t an espi r i tua
l i s t a con l a soc iedad burguesa como e l c i e lo con l a t i e r ra . Se
c o n t r a p o n e c o n e l la y l a su p e r a d e l a m i s m a m a n e r a e n q u e l ohace l a re l ig in con l a l imi t ac in de l m un do profano ; e s dec i r :
e n l a m e d i d a e n q u e t i e n e q u e r e c o n o c e r l a , p r o d u c i r l a y d e j a r
se do m inar po r e l la . F,1 hom bre , en su rea l idad inmediata,en l asoc iedad burguesa , e s un s e r profano. Aqu , donde l va le , pa
ra s mismo y p a ra lo s o tr o s, co m o in d iv id u o re al , es u n fe n m e n o inautntico. E n e l E s t a d o , e n c a m b i o , d o n d e e l h o m b r e
va le como se r genr i co , e s e l miembro imaginar io de una so
b e r a n a fi ct ic ia , se ve a rr e b a ta d o d e su v id a in d iv id u al re al , y seca rga de una unive rsa l idad i r rea l2 .
Corresponde, segin Lukcs, al marxismo la tarea de devolver un sentido y un valor concretos a la categora de citoyen. Hoyen d a seguimos constatando que la libertad de m ercado equivale
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Gyrgy Lukcs. Testamento poltico y otros escritos
a las determinaciones impuestas por las potencias econmicas alos pases econm icame nte ms dbiles, y que la igualdad se hallasubordinada, en un plano mundial, a las (desiguales) relacioneseconmicas. Puede parecer un simple ejercicio retrico recordarque, en las relaciones microeconmicas, las clases dominantes ylas dominadas se encuentran diversamente posicionadas frente ala ley, la cual -seg n u na co nocida frm ula de Anatole France, frecuentem ente citada por Lukcs- prohbe igualmente a los pobresy a los ricos dormir debajo de los puentes. Algunos intelectualesbu rgue se s po dr n ale gra rse de las co nd ici on es en las qu e se en cuentran las clases dominadas, porque dichas condiciones inducirn a estas clases a mejorar sus propias circunstancias de vida. Pero estos intelectuales suelen ser los mismos qu e exigen la libertadde mercado a fin de que la poblacin urbana -m s precisamente:el bourgeois- del primer mundo pueda progresar econmicamente. De tal modo, aqu nos encontramos ante un a doble antropo loga, ante dos visiones antitticas de la hu ma nidad , y esa divisin esconsiderada totalmente natural por los intelectuales. Bajo circuns
tancias semejantes surge el racismo como conclusin lgica, enuna situacin que, de hecho, es artificial, en cuanto producto dela accin de la humanidad poderosa frente a la desposeda.
Ante las masas -que cada vez ms se convierten en protagonistas de la historia-, la lite intelectual suele asumir un a perspec tiva de rechazo, tratando, al mismo tiempo, de educ ar a las masas manipulando la consciencia de estas; y, enfrentados con la
ba rb ar ie cap ital ista , los int elec tuale s atr ibuy en la irr espo ns ab ilidad d e las masas a la corrupc in intrnseca a la democrac ia. El resultado es una radical desconfianza frente a las prcticas demo crticas. Lukcs recuerda que el anticapitalismo romntico burgus,una vez que la clase burgues a consigui colocarse en el poder, asu
mi posiciones cada vez ms irracionalistas y antidemocrticas. Unexperimento democrtico como el de la Repblica de Weimar careci de bases en las masas de trabajado res y se convirti, por en de, en una repblica sin republicanos. En el artculo berPreuBe ntum [Acerca del prusianismo] (1943), Lukcs sostuvo-en coincidencia con las tesis sostenidas en el artculo que aqueditamos- que las peculiaridades de la ideologa alemana pueden verse en un a apa rente oposicin y una esencial complemen-tariedad entre el formalismo burocrtico y el esplritualismo romntico, entre el culto del deber por el deber mismo y la rebelda
in
Introduccin
subjetivista y "enfermiza del idealismo abstracto. Durante la prime ra m itad del siglo XX, se difundi la oposicin entre Weimar yPotsdam con el fin de establecer un contraste entre un a Alemania
pr es unt am en te re pu bl ic an a y b ur gu es a -c orp ore iz ad a en la R ep blica de W eimar - y la A lem an ia mi lita ris ta y feu da l; con raz n se^ala Lukcs qu e la repblica sin repub licanos, formalista y susten-
lada~por bases populares insuficientes, no es lo opuesto, sino elcomplem ento ele aquel modelo de nacin dond e las formas lega-les carecen-de-solidez^Lobjetividad^y-donde el caprich o y la intuicin irracionales del fi th re rd ctcrminan_el estilo de la poltica. Lasmasas, eif tal situacin histrica, se sintieron colocadas en la nec esidad de elegir entre una revolucin improbable y la reaccin fascista. Tcitame nte sugiere Lukcs un a crtica a la po sicin stalinis-ta de condena del as llamado socialfascismo. Cabe recordarque, en 1928, Lukcs haba impulsado, en el contexto de la lucha
po r la he ge m on a de nt ro de l Pa rti do Com un ist a H n ga ro , un apo sic in ex pl c ita men te fav orable a la a lia nza co n los socia ldc m-cratas (Tesis deBlum),tal como la que se haba producido durante
la Repblica Hngara de los Consejos en 1919. El rechazo partidario de tal posicin haba obligado a Lukcs a aban donar la poltica directa dentro de! partido hngaro. Como se ve, en 1946 elfilsofo segua sosteniendo sus posiciones de 1919.
La problem tica del irracionalismo es retoma da en la crtica a la determinacin burguesa de refugiarse en la intimidad delindividuo, como respuesta frente a la crisis social y econmica. Atravs de una actitud tal, la burguesa revela su hond a d esconfianza frente a las masas, frente a la democracia, frente al progreso,en lugar de asegurar la extensin de la igualdad y la libertad asectores de la humanidad cada vez ms amplios. Es as que surgenconcepciones del mundo aristocrticas, las cuales advierten en la
historia una decadencia de los presuntos valores autnticos oun eterno retorno de lo siempre idntico (Nietzsche); el aristo-cratismo se ala con el racismo, que interpreta la historia en trminos regresivos (Spengler, Jun g). Tam bin surgen actitudes pesimistas que muy fcilmente se alinean con el aristocratismo.
Lukcs ha afirmado recurrentemente que Hegel representauna posicin tpica para un intelectual burgus mu cho ms aceptable que la sustancialmcnte irra cional de Schelling. Co n esto nosaproximamos a temas abordados por Lukcs a fines de los anostreinta en el tratado sobre El joven Hegel,que habra de ver la luz
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Gyrgy Lukcs. Testamento poltico y otros escritos
en 1948, en Suiza, a raz de que las tesis en l desarrolladas se en
contraban en contraposicin con la versin stalinista, que vea en
Hegel a un perro muerto. El hecho de que, en aquel momen
to, Lukcs hablara abiertamente a favor de Hegel, representaba
po co m en os qu e un a no ve da d en el ca m po soc iali sta . Por lo de
ms, el autor del libro sugiere que en Hegel (y no en el marxis
mo de la Segunda Internacional; o, por ejemplo, en el Lenin deMaterialismo y empiriocriticismo) se encuentran las races de su pro
pia te or a de l ref lejo; as, cu an do af irm a qu e las co nt ra di cc io ne s
entre realidad y razn aparecen como contradicciones dialcticas
de la inteligencia. Son estos trmino s que desarrollar , sobre Lo
do, a partir de fines de los aos cincuenta, en la Estticay en la
OntoloQ-ia del ser social.En Hesel ve Lukcs la consumacin de la
filosofa antigua y moderna ; no en vano, ha confesado que, p ara
l, Hegel fue el ltimo gran pensador, aun cuando hoy en da,
rexistas norteamericanas, alemanas o francesas, declaren que
cualquier desconocido es un gran pen sado r3. A Marx ha corres
po ndi do la ta re a de ra st re ar en la h ist or ia las co nt ra di cc io ne s de l
pe ns am ie nt o. Ta mbin este ju ic io es ra di ca lm en te an tis tal ini sta ,por cu an to , pa ra los f ilsofos sov iticos , la co nc lusi n de la f ilo so
fa burguesa se encontraba en Feuerbach, y no en Hegel, as co
mo los anteceden tes del marxismo se hallaban en el materialismo
del siglo x v iii,y no en el idealismo alemn. Estas indicaciones de--
muestran en qu m edida la lucha antiburocrtica y antistalinista
se desarrolla, en Lukcs, en todo libro y en toda ocasin.
Tambin la crisis del humanismo burgus democrtico se de
be a la al iena cin de l in div idu o resp ec to de la so cie da d y las ma
sas en medio de las cuales vive. En la prctica, esto se manifiesta
como una falta de sentido de igualdad con relacin a los semejan
tes, con lo qu e se retrocede hasta las concepcion es iluministas pre-
rrevolucionarias acerc a de la diferencia y la particularidad. Slo la
efectiva superacin de las posiciones jacob inas ha perm itido que
algunos intelectuales se encontraran en posiciones prximas al so
cialismo. Lukcs rec uerd a que las posiciones filosficas, o las opi
niones genricas, no son polticamente neutras; as, si se permite
un retorno a aquel olmpico distanciamicnto propio de la cultura
de la vieja dem ocracia formal en tiempos de la pregu erra, se corre
el riesgo de retroc eder hasta los valores irracionales y fascistas. Lu
kcs no teme que la pureza de las ideas se manche con las contra
dicciones de la historia, la sociedad y la economa; del mismo m o
Introduccin
do en que, como se ha dicho anteriormente, la toma de posicin
frente a la explotacin es el momento en el cual la autenticidad y
el valor intelectual pueden ponerse de manifiesto.
El espritu de 1941 -es decir: el momento en el cual socialis
mo y democracia burguesa se encontraban aliadas en contra del
fascismo- puede contribuir a que se obtenga una paz verdadera.
Pero durante los aos de la Guerra Fra, desapareci semejanteespritu; Lnkcs_promueve un proyecto poltico propio, auspi
ciando u n re torno a los valores de igualdad y libertad defendidos
en 1793 o 1917, el abandono del concepto de masa en funcin
del c on cep tod e Jjidiriduo pero n o en .el.sentido de un indivi
duo aislado y abstracto-. En los aos sucesivos, el filsofo hnga
ro esclarec er cada vez ms este concep to, revitalizando el con
cepto de in-dividuum; es decir: de un s er social indivisible a partir
de su dimensin singular y de su pertenencia a la gcnericidad
[G^tungsm fiigkeit] human a. En la~prcticaresto^supon fe t-
mar el concepto ci Ffoym,"pero entendiendo que la lucha por la
democracia Crear valores concretos para una nueva concepcin
del compromiso ciudadano^
El tema de la construccin de la nueva democracia, inspirada por
los principios del marxismo, se encu entra en el centro del tercer
artculo incluido en la presente antologa, Las tareas de la filoso
fa marxista en la nueva democracia, que fue presentado en el
congreso internacional desarrollado en la Casa de la Cultura de
Miln entre el 18 y el 21 de diciembre de 1947. En esa ocasin,
Lukcs se reencontr con la cultura italiana, que, junto con la
alemana, fue la que ms fuertemente experiment el influjo de
su pensamiento. (Recordemos, por lo dems, que Lukcs haba
elegido a Florencia como lugar de residencia entre 1910 y 1911.)
En aquel congreso, conoci personalmente al germanista italiano C.esare_Cases,uno de sus discpulos ms clebres, sobre el cual
volveremos lueo.OPara un Lukcs empeado en definir los fundamentos del
marxismo, el principal p roblema es la negacin de la dialctica y
-junto con ella- de la herencia hegeliana presente en el marxis
mo. Muchos marxistas confunden al viejo materialismo con el
materialismo histrico y dialctico y, con ello, terminan por aban
donar la concepcin dialctica de la realidad. Una concepcin
correcta permitir a com prender que la dem ocracia formal, con
1 O
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Gyrgy Lukcs. Testamento poltico y otros escritos
vertida en una suerte de segunda naturaleza, es en realidad una
construccin burguesa orientada a ocultar los aspectos ms oscu
ros del capitalismo; es decir, es una suerte de dictadura de la bur
guesa sobre el proletariado, con aspectos que pueden oscilar en
tre una blanda democracia social y el aspecto ostensiblemente
agresivo del fascismo. Pero Lukcs no impu gna a p riori la demo
cracia formal, sino que, antes bien, invita a establecer una distincin entre el contenido -anteriorme nte descripto- de la demo
cracia burguesa, y las formas que esta asume. El propsito de la
filosofa marxista es no hacer prevalecer el contenido burgus, si
no separar los contenidos de las formas, e impedir que los prime
ros aniquilen a las segundas. Pa ra juzgar la adec uacin de u n con
tenido poltico-social, es preciso ponerlo en relacin con la
totalidad real de la sociedad. La totalidad, concebida en trminos
materialistas dialcticos, es un complejo de complejos, ninguno
de cuyos factores debe alcanzar la supremaca frente a los restan
tes, mientras que, en la democracia burguesa, el momento eco
nmico es el dominante. La totalidad social puede cambiar si se
alteran las circunstancias histricas; pero, ante todo, los aspectosformales de la democracia no deben convertirse en fetiches. Lu
kcs reafirma la concepcin leninista de la democracia y, sin sa
ber lo -y aca so no ha br a de sabe rlo nu nc a, en la m ed id a en qu e
pr c tic am en te no ley a Gram sc i-, tam bin af irm a la co nc ep cin
gramsciana de Ja democracia. Tal razn p od ra justificar, en par
te, la enorme influencia que tuvo su pensamiento en Italia.
La democracia socialista se distingue por hallarse fundada
sobre una economa planificada, y Lukcs pasa a realizar una
criptografa de la poltica econmica stalinista. La economa pla
nificada pretende colocar todas las fuerzas productivas bajo el
control de la comunidad. Aqu emergen los lmites de la concep
cin de Lukcs, que parece olvidar que Marx, por un lado, predicaba la liberacin de las fuerzas productivas, y no solo su puesta
ba jo co nt ro l; p o r ot ro , no so lo p ro pon a la lib er ac i n por laeco
noma, sino tambin la liberacin cela economa.
La economa planificada asegura el crecimiento del nivel
cultural del proletariado, elemento indispensable para la realiza
cin del socialismo y para el nacimiento de un hombre nuevo.
Lukcs indica tamb in los objetivos de la nueva dem ocracia socia
lista: cambio de las posiciones econmicas de los sectores ms
avanzados, cambio de las relaciones entre Estado y economa,
Introduccin
cambio de la organizacin del Estado. Slo el proletariado est
en condiciones de comprender y realizar estos tres puntos pro
gramticos, porque dicha clase se encuentra ms prxim a al mo
mento reproductivo de la vida humana, es decir, al trabajo. Aqu
reaparece un lema central en el pensam iento del ltimo Lukcs:
la valoracin del trabajo, como principio fundante del'sociabi-
lidad y com o factor din mico de todo el mvimibt-histric,as como en cuanto eje de la estructura de la sociedad concebida
como complejo de complejos.
Lukcs retoma, as, algunos de los ternas que ms le intere
san en ese perodo , temas que estn ya presentes en La visin del
m un do aristocrtica y la dem ocrtica; entre ellos, la polmica
contra los aspectos, en su opinin, ms negativos de la mentali
dad burguesa: nihilismo, vanguardismo y decadentismo. El pri
mero es una expresin fascista de la burguesa, que asume formas
aristocrticas y narcisistas; se funda en una reaccin burguesa an
te el crecimiento de las masas proletarias y el empeo de estas en
convertirse en protagonistas de la historia. La vanguardia es con
dena da po rque se encuen tra alejada de los intereses vitales de lostrabajadores; es decir, de la esfera del trabajo a la que aludimos
ms arriba. La vanguardia es, para Lukcs, un peligroso adversa
rio del movimiento obrero, y aun ms cuando se presenta como
aliada del proletariado, ya que presenta la ilusin de la liberacin
y el progres o esto es lo que se advierte en el futurismo ruso y en
el jove n Brecht. Lukcs cierra este anlisis de la situacin c ultu
ral y espiritual de la Europa de aquel perodo con la conviccin
de que los marxistas conseguirn imponer sus ideas mediante la
crtica de las armas de la persuasin ideolgica.
En el tratamiento del problem a de la tradicin, una lectura
superficial puede inducir a reconsiderar este anlisis acaso impro
bable . P er o hay qu e te ner en cu en ta qu e, en 1947, la c ien cia se ha b a lib er ad o de los co nd ic iona mient os idealis tas e ideol gic os, y
que finalmente recono ci a la materia como cam po legtimo para
sus investigaciones. Naturalmente, este avance no fue tanto fruto
de las investigaciones realizadas en la urss como d e reflexiones na
cidas a partir de los descubrimientos que tuvieron lugar a comien
zos del siglo XX (la fsica relativista, la mecnica cuntica). Pero
Lukcs se interes solo limitadamente en tales datos, a los que no
convirti -a diferencia de un Ernsl Blochen p unto de apoyo de
sus propias tesis. Tambin en el arte, la vanguardia comenzaba a
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Gyorgy Lukcs. Testamento poltico y otros escritos
ceder terreno, y Lukcs anunciaba formas de produccin artstica
ms ligadas al realismo, hecho que, por lo dems, solo se entien
de en el contexto de la ampliacin del concep to de realismo que
tiene lugar en la produccin lukcsiana tarda.Los problemas ticos constituyen el punto central del texto.
El ltimo Lukcs muri mientras trabajaba sobre una Etica,de la
que solo han quedado algunos apuntes preparatorios. En consecuencia, las pginas de este artculo referentes al tem a-co m o las
consideraciones ticas desarrolladas en La responsabilidad so
cial del filsofo, escrito del que nos ocuparemos luego- acre
cientan su inters en la medida en que permiten inferir algunas
de las ideas que habran vertebrado el tratado Finalmente no es
crito. De lo que aq u se trata es de reclamar u n luga r para una ti
ca marxista, y Lukcs postula la catego ra de responsabilidadcomo
categora fundamental de dicha tica. A la vez que refuta la esci
sin burguesa entre citoyen y bourgeois, Lukcs recuerda que el
Otro -conce pto que designa con el trmino alemn de Mitrnensch
[prjimo]- es el factor esencial de la propia libertad. Aqu se re
toma, pues, el problema de la tradicin filosfica burguesa, porcuanto las ideas del artculo se basan en los planteos de ICant y
Rousseau, aunque evitando los elementos formalistas que recu-
br a n el co nt en id o ter ico en tale s fi lso fos .La tica marxista va ms all de la concepcin burguesa de
la moralidad porque la consciencia proletaria es la consciencia
de la necesidad; consciencia que encierra, consecuentemente, los
grmenes de la libertad -en consonancia con la teora hegeliana
de la m oral- .Elproletario, en su conscienciad e dase, se une con
nna comunidad superior: la humanidad toda. En la consciencia
que dicha clase se forma a partir del trabajo y de la solidaridad
clasista, el proleta rio anticipa la fase final de la prehis toria hum a
na. Con ello, la tica pierde su autonoma formal y se constituye
como m omento de la vida cotidiana del hombre.La conferencia se cierra con el tratamiento de dos temas
fundamentales: la religin y la nacin. Con los creyentes es posi
ble es tab lec er un a co labo ra cin so bre la bas e d e val ore s co m u
nes, pero sin que la cosmovisin religiosa y la proletaria pierdan
sus caracteres especficos. Debemos ten er en c uenta, sin emba rgo,
que el atesmo religioso no presenta u na barrera firme frente a las
concepciones reaccionarias, tal como lo testimonia el caso de Hci-
degger. La nacin es una invencin burguesa: toda nacin se divi
1fi
Introduccin
de siemp re en dos naciones -la d e los podero sos y la de los despo
sedos-. La lucha del proletariado superar definitivamente la
idea de nacin, y aun cuando la nacin persista durante un tiem
po , no de be r ob sta cu lizar l a rea lizac in de l socialismo; la na cin ,
pu es , no ha de ser un ob st cu lo pa ra el i nte rn ac io na lis m o, sin o u npa so en el se nt ido de la afi rm ac in de este.
En el manuscrito sobre La responsabilidad social del filsofo, se
gn comentamos anteriormente, es posible encontrar algunos atis
bos sobre laEticaque Lukcs no lleg a escribir. Cabe tener en cuen
ta que este texto fue publicado por primera vez despus de la
mue rte del filsofo, y no se tiene plena certeza respecto del m omen
to en que fue compuesto. Segn Werner jnn g y Rdiger Danne-
mann , el manuscrito d ebera ser fechado en los aos cincuenta, y al
gunas afirmaciones que aparecen al final del trabajo permiten
inferir que es posterior al congreso de Ginebra en el que fue ex
pues to el a rt cu lo -y a m en cion ad o po r n os ot ro s- s obre la visin del
mundo aristocrtica y la democrtica. Recordemos que no existe,
stricto sensu,una tica marxista, y Lukcs sigue siendo el nico fil
sofo de una orientacin semejante que haya intentado una defini
cin de dicha esfera. Enrique Dussel ha indicado, enjiem po sjn as
prx im os al nu es tro , qu e en Ma rx se jia lla imp lc itam ente co nten i-
da u a tica, as comcTLukcs sostena quee rfM arx se enc uentra en
estado'lfe te un a ontolqgT"3el"ser social que, pa ra el fifsoo"Iin-(
erTconsULuye una anticipacin de la tica marxista. LaEtica ce la
lberacin de Dussel, aun cuando no es explcitamente la tica mar
xista con la que Lukcs soaba, es, sin embargo, una tica fundada
en la perspectiva de las vctimas del sistema capitalista, vctimas que
se encontraro n siempre en el centro de la atencin de Marx.
Lukcs abre el ensayo con una polmica con la tica kantiana, que se mantiene en el plano de lo meramente formal, hacien
do abstraccin de la realidad histrico-social. La tica marxista de
be ra pr es ta r mayor at en cin al pu n to de vista he ge lia no , y
entender que, cuando el hombre acta, necesariamente abandona
el mbito d e la tica e ingresa al de la vida cotidiana. Pero incluso
una tica que, en apariencia, pueda establecer mejores afinidades
con la cotidianidad -com o la tica utilitarista- tiene q ue funciona r
sobre la base de un compromiso con la vida social. En efecto, un
comportamiento utilitarista no puede mantenerse bajo todas las
circunstancias, ya que el egosmo desmedido impide ineludible
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mente el contado con el otro. Aun el egosmo tiene que concillar
se con alguna forma de altruismo, y dar lugar a aquella con cepcin
del egosmo racional que han hech o clebre los demcratas rusos.
La reflexin tica del marxismo ha partido de este egosmo
racional, y sobre todo Engels se ha interesado en pro fundizar algu
nos temas ticos. Engels fue, tambin, el primero en formular el
pr ob lem a d e la respo nsab ilidad hi str ico- soc ial, so ste ni en do qu e elhom bre acta a pa rtir de las propias condiciones naturales y, en un
segundo momento, de las propias condiciones sociales. Lenin lle
ga a sostener qu e, bajo el socialismo, los homb res enco ntrarn las
condiciones para realizar los propios intereses individuales. Lukcs
encu entra, en las reflexiones de los fundadore s del m arxismo-leni
nismo, una concepcin tica que permanece siempre dentro de
los confines de la esfera tica; a diferencia de la tica burguesa, que
tiende a pasar al mbito del derecho, es decir: que se apoya en la
fuerza de las leyes y del Astado, quienes al fin de cuentas se encar
gan de imp oner un comportamiento tico determinado.
Todo com portam iento tico es subjetivo, en la medida en que
pa rte de las convicc iones e in ten cion es de l au to r y de las circun stancias bajo las cuales este acta. Slo a posteror entra esa accin
en relacin con otros seres hum anos, o con otras acciones subjeti
vas de otros seres human os, y llega a cons tituir una universalidad.
Esta universalizacin es una abstraccin p lena del proceso mismo,
es decir: cada accin singular es generalizable porque pertenece a
una esencia humana comn que acta subjetivamente, pero que
realiza valores hu man os universales.
La responsabilidad social de la accin huma na nace de la sn
tesis entre intencin y consecuencia, pero en este punto es impor
tante el problema del conocimiento anticipado de las consecuen
cias posibles de la accin puesta en movimiento por la intencin.
El conocimiento siem pre se encu entra co ndicionad o histrica y so-
cialmente, y no es idntico al clculo de las consecuencias, sino
que su pera dicho clculo. Este nivel superior coincide con esa as
tucia de la razn que describe el horizonte dentro del cual se pue
de hablar de responsabilidad en un sentido tico. La astucia de la
razn es un concep to que aparece dos veces en el sistema hegelia-
no: la primera, a propsito del trabajo; la segunda, en la filosofa
de la historia. En el trabajo, la razn humana utiliza las leyes de la
naturaleza para volverlas en contra de la naturaleza m isma, y apro
vechar a esta ltima a fin de satisfacer las necesidades del hom bre.
Introduccin
Como ejemplo cabe mencionar la lea, que no existe para que el
hom bre la utilice con vistas a satisfacer su necesidad de calor o de
material, sino como un tejido vegetal que responde a leyes regula-
toras propias. Si el hom bre no conoce tales leyes, no pued e usar la
lea pa ra sus propios fines; la lea, po r ejemplo, no pu ede sustituir
la piel que se em pica en la vestimenta, ni es til como comida. Slo
conociendo las leyes de la naturaleza puede el hombre producirobjetos e intercambiarlos, en la vida social, con oros objetos que
no ha producido l mismo, pero cuyo valor conoce.
En el caso ele la filosofa de la historia, la astucia de la razn
es el momento en que la razn universal utiliza a los hombres em
pr ico s co mo in st ru men tos pa ra l a r eal iza ci n de l r ei no de la liber
tad. Aunque las acciones de cada hombre apunten a la realizacin
de fines subjetivos, todas se insertan, segn Hegel, e n u n proyecto
general en el cual los hombres terminan realizando la libertad.
Ambas concepciones estn presentes -si bien con importantes va
riacion es- en el texto de Lukcs: toda accin hum ana se inserta en
el tolum social, favoreciendo u obstaculizando (aunque, a diferen
cia de Hegel, no de manera necesaria) el proceso social. Al finaldel manuscrito, Lukcs seala uno de los rasgos deflnitoros de
una etica marxisla: toda accin deb e juzgarse siempre desde la
pe rsp ect iva de l co ntex to soc ial al qu e pe rten ec e. El ma rx ism o sos
tiene que la economa, la poltica, la historia son expresiones de re
laciones humanas y de leyes objetivas que surgen como sntesis de
las acciones humanas. Por ejemplo, el trabajo debe ser considera
do desd e el pu nto de vista estrictamente fsico, al margen de cual
quier trascendencia divina. Aqu puede rastrearse la primera for
ma d e sntesis entre individualidad y gne ro hum ano; el trabajo es
la demostracin de que el hombre es el protagonista del proceso
de lioniinizacin y, po r ende, en la actividad laboral se halla el prin
cipie) de toda accin tica.
La carta a Cesare Cases constituye un documento de importancia
pa ra re co ns trui r la lti m a p ar te de la v ida y de la act ividad i ntele c
tual y poltica de Lukcs. Esta carta se publica aq u po r vez prim e
ra, y no solo en espaol, sino en cualquier idioma; el original ale
mn pertenece a Cesare Cases, pero Lukcs -que acaso saba que
sus cartas hab ran de ser publicadas algn da-, haca regularmen
te una copia de su correspondencia con papel carbnico; estas co
pias lu er on conse rva das po r el A rch ivo Luk cs de Bu da pest, y en
i n
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ellas nos hemos basado para realizar la traduccin. Lukcs co
mienza refirindose a cuestiones vinculadas con la labor intelec
tual y con prob lemas tericos; pero pasa casi de improviso -e ir
nicam ente- a co mentar su exilio forzado en Rumania, despus de
la participacin en el gobierno revolucionario de Imre Nagy, cues
tin que retomaremos al comentar el Testamento poltico. Lue
go, evocando su participacin en u n congreso de escritores alemanes, expone rpidamente la sustancia de su comportamiento
futuro frente al rgimen comunista: prop ondr retomar la lucha
po r un a re fo rm a del sistema, po r una ma yor lib era liz aci n de l r
gimen, aprovechando los pequeos espaciosde maniobra. En es
te contexto cita la famosa frase acuada p or Emile Zola duran te el
affaire Dreyfus, adoptndola como propio motto: La verdad est
lentamente en inarcha y, al final de los tiempos, nada la deten
dr. Lukcs recupera la propuesta hegeliana de establecer una
reconciliacin con lo real; y veremos que esta intencin reapare
ce en varios de los documentos que integran esta antologa.
El problem a del stalinismo est en el ce ntro de la entrevista cedida
al diario hngaro Npszabadsgen 1967, y publicada luego en in
gls en la revista The Neiu Hungarian Quarterly,de donde la hemos
tomado. Con significativa frecuencia aparece citada esta entrevista
en los estudios sobre la vida y obra lukcsianas, a raz de qu e e n ella
se desarrolla un claro balance sobre las consecuencias del stalinis
mo. As, Lukcs retoma las ideas que enc ontramos en el epistolario
con Cases, segn las cuales los crmenes y pecados del stalinismo
pu ed en ha be r canc ela do en las masas la idea de soc ialismo, pe ro
es preciso co ntinuar lu chando , ya que los cambios sociales y econ
micos suelen requerir de lapsos de tiempo muy prolongados, y el
socialismo, al fin, recupe rar su actualidad. Pero, p ara tal lucha, es
necesaria una disposicin moral distinta: es preciso actuar con
franqueza y confesar siempre las propias intenciones. Lukcs est
sugiriendo aqu, de hecho, la adopcin de una moral poltica pr
xima a la ele Kant; de acuerdo con ella, todo actor poltico debera
estar siempre en situacin de enunciar los principios morales en
los cuales se inspira la propia accin
En el breve, pero significativo artculo Ms all de Stalin (1969),
encontramos un arreglo de cuentas personal con el stalinismo. Lu
kcs men ciona los puntos y ocasiones en que se enco ntr en posicio
Introduccin
nes coincidentes con las de Stalin, y encuen tra siempre justificacio
nes -qu e p ueden parecer ms o menos vlidas; pero que, en todo ca
so, proporcionan una imagen un tanto inquietante de la poca- pa
ra haberse encontrado sobre la misma barricada que Stalin. El nivel
de compromiso que se reclamaba en aquellos tiempos era, sin duda,
muy alto; no fue diversa la situacin de aquellos intelectuales qu e de
bie ron exili arse e n pases o cupados po r los fascistas: cabe rec or da r la
situacin de Lwith (que colabor con el servicio secreto estadouni
dense) o las de Sohn -Rehel (q ue trabaj co n los servicios ingleses).
Lukcs seala que sus posiciones resultaron invariablemente
derrotadas y que se vio constreido a dejar la poltica activa para re
cluirse en sus estudios tericos- As, en 1949-1950, tuvo que realizar
una autocrtica que defini como diplomtica a fin de con tar con
la oportunidad de concluir su Esttica.Emergen aqu aspectos del
carcter lukcsiano que l mismo describe en Cckbtes Denhen [Pen
samiento vivido]; podramos mencionar un episodio de esta auto
bio gra fa que nos pa rec e em ble mtico: cu an do era pe qu e o, Lu
kcs nunca peda disculpas; prefera sentarse durante todo el da
encerrado, sin comida ni bebida, en el oscuro armario de madera,
calculando el tiempo que faltaba para qu e regresara el padre, lo res
catara de la prisin y lo llevara en brazos a su cuarto de trabajo. En
trminos no del todo dismiles, la autocrtica de 1949-1950 estuvo
marcada por la conviccin de que los tiempos para una liberacin
estaban lejos, y de que era apropiado volver al trabajo terico a fin
de ofrecer instrumentos para u na crtica ms radical del stalinismo.
Diverso era el contex to a comienzos de los aos setenta, cu ando es
tableci una correspondencia con Kdr para intervenir a favor de
dos jven es intelectu ales acusados de ser agen tes maostas. Lukcs,
que era consciente de encontrarse a pocos meses de su muerte, le
escribi al secretario del Partido Comunista Hngaro con el pi'o-
p si to d e en fren ta rlo co n su pr op ia re sp on sa bi lid ad de di rig en te,
de consecuente garante de la legalidad del rgimen, y de ex vcti
ma del stalinismo. En su respuesta, Kdr sostiene que los com en
tarios del filsofo se explican a pardr de una cierta falta de infor
macin, y reafirm a la legalidad de los pro cedimiento s y la justicia
de las condenas. Pero Jas declaraciones de los militantes encarcela
dos por el rgimen arroja una imagen diferente: en un artculo
que acompaa la edicin en alemn de este epistolario entre Lu
kcs y Kdr, uno de los implicados, Gyorgy Dalos, c uen ta que l y
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Mikls Haraszti fueron sometidos a persecucin por pertenecer,con diferente intensidad, a un grupo laxamente vinculado conChina que, por aquellos aos, desarroll una actividad propagandstica en las asociaciones estudiantiles universitarias de Budapest.El fin de dicha actividad era, ante todo, recabar apoyo para la lucha vietnamita en contra de los e e .UU. Se fund un comit de soli
daridad que -e n parte, legal; en parte, ilegalmente- organiz diversas reuniones y, a raz de ello, fue disuelto en diciembre de 1966por los fu nc io na rio s de la Liga Juve nil Co mun is ta (Kisz). Dalo s yHaraszti fuero n colocados, a partir de entonces, bajo vigilancia policial. La situacin em peor cuand o el diario francs Le Mondepu
blic u na no ta so br e los de ba tes en to rn o a l a fi gu ra de l Ch e Gu evara en Hungra, y cuando el diario muniqus Sddeutsche Zeitungedit un artculo con el ttulo Con Mao y Guevara contra KdryHusk. Finalmente, u n periodista de televisin alemn, WolfgangDcrn, le hizo un reportaje a Haraszti. La entrevista dio una ocasinprop ici a pa ra qu e se inic iar a la cau sa c on tra los e stu dian tes, en mayo de 1970. Los registros domiciliarios, la vigilancia policial, las
amenazas permanentes, los interrogatorios y, por ltimo, el encarcelamiento, a partir del 11 de febrero de 1971 indujeron a los impli cad os a ini cia r u na hu elga de ha mbr e, qu e se ex tend i de sd e elingreso a la crcel hasta el 8 de marzo. La mujer de Dalos visit aLukcs en su departamento de Belgrd rakpart; el filsofo no solose ofreci a reclamar ante las autoridades, sino tambin a ocultaren su pro pia casa materiales incriminatorios en contra de los jvenes. Segn Dalos, la intervencin de Lukcs fue decisiva para queel y Haraszti fueran liberados, despus de 25 das de huelga dehambre y, en el caso de Dalos, con doce kilogramos menos de peso -en contra de los informes oficiales, que declaraban solo uno-.
Poco despus de este intercambio epistolar con Kdr, la di
reccin general del Partido Comunista Hngaro decidi entrevistar al viejo Lukcs para saber cules eran sus ideas y perspectivascuand o ya se enco ntraba p rximo a m orir. Nace de estas conversaciones el Testamento poltico; la entrevista ha sido pu blicada soloen hngaro, en la revista Trsadalmi Szemle, en 1990 -es decir: luego de la cada del comunism o hng aro (1989)-. La entrevista tuvolugar e ntre el 5 y el 15 de en ero d e 1971; Lukcs mu ri el 4 de ju nio del mismo ao. En m arzo, pudo reun ir todava las energas para dictar la autobiografa, Gelebtes Denhen,que puede considerarse,legtimame nte, la ltima o bra del filsofo.
Introduccin
En el Testamento poltico, Lukcs retoma algunas de lascuestiones fundamentales de la Ontologa del ser social]entre ellas, ladel trabajo. El punto de partida lo proporciona una serie de crticas al rgimen comunista hngaro, que ha eliminado del trabajolos elemento s artesanales y lo ha convertido en un a tarea annim a,desprovista de jos,.coihientos'prcticqs~q~contiene el trabajo
artesanal. Los dirigentes,polticos deberan co'ncedermay or atencin a la destreza prctica dej os trabajadores, ya qestaTpresen-ta una sabidura del orden de lo couianqj mTsaber sbrelas cp-sas y, a la vez, un juiciosbre''Is_fimbres. No faltan crticas alrgimelIe^Kadr, al qu se atribuliaHr empren dido un proceso de democratizacin que, sin embargo, result insuficiente. Lukcs espera ba mayor coraje y seguridad por parte d e los dirigentesdel Partido Com unista Hngaro, p ara que se abandonase la heren cia del stalinismo y se concedieran mayores espacios de libertad alas organizaciones de base de los ciudadanos. El perodo histricoque se haba abierto con la muerte de Stalin y -acaso todava mascn el XX Congreso del Partido Comunista de la Unin Sovitica,
haba significado para Lukcs un contexto particularmente aptopa ra la tra ns form ac in de los regm en es com unistas. Es sab ido (ya ello se refieren ciertos doc umen tos como, p or ejem plo, el epistolario con Ernst Fischer) que el filsofo hngaro orientaba sus expec tativas en el se nt id o de un Re na cimien to de l m arx ism o y pava un comienzo del comienzo. De ah que, en sus escritos, sedestaq uen con reno vada intensidad las crticas lukcsianas al burocratismo y el inters po r la autogestin /SelbstttigkeitJ de las masas. Un socialismo autentico no puede nacer de instituciones rusificadas, sino a partir de las experiencias-de-bas.e-a^.partir._de iinademocracia de la vidacotidiana: en 1970, Lukcs haba afirmado:
La autoadm inis tracin de los produ ctores es , en tod o caso, uno delos problem as ms importan tes para el social ismo [. .. ] La autoad
minis tracin se contrapone tanto al s tal inismo como a la demo
cracia burguesa, cuyo mecanismo fue d escripto ya po r Marx en los
aos cuarenta del s iglo xix. Este mecanismo se basa en la contra
po si ci n en tr e el cir oy en , q u e er a u n id ea lis ta, y el bo ur ge oi s, qu eera un material isTa. nntvo luci n del capital ismo conc il lara que el
bo uf ge ol ss e co nv ie rta en am o, y el cit oy en en su esc lav o id eo l gi
co. En contraposicin con ello, la evolucin socialista avanzaba
-prim ero , en la Com una de Pars ; luego, en las dos revoluciones
rusas- en direccin a la democracia de los consejos . Dicha demo
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cracia significa demo cracia en la vida cot idiana. La autoadm inis
tracin dem ocrt ica debe exten derse hasta el nivel ms simple de
la vida cot idiana, y desde al l t iene que am pliarse de mod o que, fi
nalmente, el pueblo decida, esencialmente, sobre las cuest iones
ms importantes4.
Su ideal de socialismo coincida, como podr entenderse,
con los que sostuvieron las reformas impulsadas en Checoslova
quia en 1968. Cabe recordar que, como respuesta a la represin
de la Primavera de Praga -represin en la que tambin participa
ron las tropas hngaras-, Lukcs escribi El hombre y la democracia,
un a serie de artcu los enviados al Partido , en los que el filsofo Lo
ma distancia de la represin y exige una democracia mayor para
la vida cotidiana. El socialismo es la condicin indispensable para
que, en la historia de la hum anidad, el trabajo pueda emancipar
se de toda tirana. Pero Lukcs equipara aqu capitalismo y stali-
nismo, por cuanto ambos ejercen una similar tirana sobre el tra
ba jo. Es n ec es ar io se lecc io na r a lgu nos i ntele ctu ale s qu e sus titu yen
sus deseos por la realidad de los hechos a fin de convertirlos enformadores de la clase obrera, a la vez que esta puede convertirse
en un factor importante para la renovacin de la economa y la
tecnologa, ya que el trabajo bien hecho a ume nta el conocimien
to de ambas. Por lo dems, resulta indispensable atender a las cr
ticas, ya que solo a partir de ellas puede resurgir el socialismo: la
ceguera frente toda crtica ha sido la disposicin ms caractersti
ca del stalinismo. Es un deber moral de los autnticos socialistas
desarrollan una crtica exhaustiva.de los mtodos de Stalin. U na -
criticaos enrejan te p odr derivarse de una interrelaci n cada vez
ms ntima entre_cultura y democracia. Es claro que una protesta
obrera espontnea, tal como a que surgi en 1980 en Polonia,
con la formacin del sindicato independiente Solidamosc, representara para Lukcs una leccin positiva, un hecho auspicioso.
La libertad surgir del trabajo propio de aq uella cultura obre
ra des atendida p or lqs^dirgentes d eLPartido. Para Lukcs, la liber
tad es plural o no es. La libertad del individuo no es un modelo
ideal; el hijo de la gran burguesa hnga ra, que ha sido siempre un
crtico profundo de su clase de origen, quiere recordar al Partido
Comunista Hngaro que no toda la herencia burguesa es negativa;
por eje mp lo, es indis pens ab le co nserv ar el de re ch o civil bu rgu s
-n o en la m edida en que es burgus, sino porque es civil-.
24
Introduccin
En su Fedra,Sneca pone en boca de la vieja sirvienta las si
guientes palabras: El coraje de los viejos es libertad que se apro
xima. Podemos aplicar esta frase como mxima para entend er
que Lukcs, a la edad de 86 aos, ya enfermo y enfrentado con
una muerte inminenLe, ya no teme a nada. Se encuentra, asimis
mo, en condicion es de revisar sus posiciones; as, acep ta volver so
br e la vieja y san gr ient a p gina de la revo lucin h n gar a d e 1956.
Se refiere a su participacin en el gobierno de Nagy; en el apn
dice del Testamento poltico, publicamos una carta que Lukcs
dirigi al ComiL Central del Partido Comunista Hngaro en
1957, a fin de que se lo readmitiera en el Partido. La carta no tu
vo respuesta y cuando, en 1967, el Comit Central le propuso a
Lukcs reinc orpo rarse a las filas del Partido, el filsofo volvi a en
viar la carta, con la expectativa de una tarda respuesta. Yfue read
mitido en el Partido.
Uno de los editores de la presente antologa, Antonino In-
franca, acogi, en una entrevista de 1987, el Lestimonio de un
miemb ro del gobierno de Nagy -Miklos Vsrhlyi- sobre la par
ticipacin de Lukcs en los acontecimien tos d e 19565. All, se alude a la neta oposicin, por parte de Lukcs, a abando nar el grupo
de aquellos que, habiendo formado parte del gobierno de Nagy,
fueron deportados a Rumania despus de la violenta represin.
Lukcs saba que su prestigio internacional garantizaba la seguri
dad del grupo, y que su partida habra significado el inicio de du
ras hostilidades. Vsrhlyi sostiene que Lukcs fue prcticamen
te secuestrado, para obligarlo a aband onar el lugar de detencin.
En la cart a, Luk cs xj^U ckn.su .^difc ^ _y_pide po_-
de rx tornar al trabajo terico, tal como lo haba hecho en 1949-
19506. La libera cin d el filsofo tuvo ugm ren abrl de 1957; es de
cir, dos meses despus'de la redaccin delaTrtaTEs posible que,
en aquellos dos meses, la situacinTelgrupo cambiara, y que laresisteiiciapLe-Lukcs se convirtiraTlnVdTdUdrs'pensable.
La figura de Lukcs que em erge deTT ^stamento polco es
la de un intelectual que no renuncia a explicitar sus crticas y que
se aventura a enunciar ideas nuevas. En el arco que describe su
larga vida, nun ca ha dejado de mostrar coherencia, y en tal senti
do cabe decir -parafraseand o el ttulo de una de sus obras- que
un estudio evolutivo sobre sus propuestas filosficas y polticas de
be ra asumir, por fuerz a, el ca r cter de un es tudio so br e la co he
rencia de su pensamiento. E n la autobiografa, Lukcs ha dicho:
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Gyorgy Lukcs. Testamento poltico y otros escritos
En m, cada cosa es continuacin de algo. Creo que, en mi evo
lucin, no existen elementos inorgnicos7; en el Testamento,
como en los dems escritos que integ ran la presente an tologa, po
demos encontrar una inequvoca confirmacin de la verdad de
una asercin semejante.
Antonino Infranca*
Miguel Vedda**
Notas
1. Eiv. Georg Lukcs zum li .A pn t 197(1 (Godiiejneisj, Luc hter hari d, Neuw ied y Berln , 1970,
pp. 71-88.
2. Marx, K. Zur Judenf rage" . En: Marx/E ngels, Wedie,H erausgegeben vom Institut fin'
Marxismus-Lennismus bevn ZK der SED, w. 1-13, Berln: Deu-Verlag, 1956ss., v. i,
pp. 347-377; aq u, p . 353.3. Georg Lukcs: Nacli Ilegel nichts nenes. Gesprch m it Georg Idos, Raiman Petko-
\ic, Janos Brener, Belgrad. En: Georg Lukcs zuin D.A jml 1970,pp. 139-150; aqu, p.
141.4. Georg Lukcs: Nach Ilegel nclits neues, p. 145.
5. "Lukcs nel 1956". En: 1! Lale4-5 (1987), pp. 88-95.
6. Este es el nico dato que no se correspon de con las declaraciones de Vsrhlyi en
la antes mencionad a entrevista de 1987.
7. GelebU's De-nkcn. Une Autobiograjdi ii un Dialog,Suhrkamp, Frankfurt a/M , 1981, p. 132.
* Anlo nmo InVanca naci en Trapan i, Italia, en 1957. Se docto r en filosofa en la
Academia Hngara de Ciencias. Realiz investigaciones en el instituto Lukcs, de
Budapest. En 1989, recibi el premio Lukcs. Es autor de Gwvanni. Cenle e a cullu-
rn siciliana (Roma, 1990), Tecnerrale(Roma, 1998) y El otro occidente(Bs. As., 2000).
Ha publicado nmerosos artculos sobreLukcs, Bloch, Granisci, Kernyi, Croce,
Heidegger; ha traducido al italiano los ensayos de Dussel sobre Marx.
*!;i Miguel Vedda naci en Bs. As. en 1968. Es profesor ad junto de Lite ratura Aleman a
(FF\L, DBA), y profesor en la Universidad de Palermo y en el IES en Lenguas Vivas
J.R. Fernn dez. Ha publicad o artculos y dictado cursos sobre L ukcs, Bloch,
Ernst Fiscber, Marcuse y sobre temas de gennanstica. Ha editado varios volmenes,
individualmente o en colaboracin; entre ellos: Antologa, de lu novela corta alemana.
De Goethe a Kajka(Bs. As., 2001) y Karl Marx/Friedrich Engels, Escritos sobre literatu
ra(Bs. A ., 2003).
26
La visin del mundo aristocrticay la democrtica**
En la filosofa hoy en da imperante, es una costumbre general
pa rt ir de la as l lam ad a sit ua cin 1. N os ot ros qu er em os ha ce rlo
tambin en nuestras consideraciones; si bien por situacin no en
tendemo s la condicin individual de la persona qu e acta en for
ma aislada, sino la situacin en la cual hoy se encuentra la huma
nidad. Esta situacin puede ser brevemente descripta de la
siguiente man era: el pod er m ilitar del fascismo ha sido aniquila
do en la guerra. Sin embargo, el desarrollo de la postguerra
muestra que su destruccin poltica, organizativa y, sobre todo,
ideolgica es muc ho ms lenta y difcil de lo que m uchos pensa
ba n. Po lt icam en te , po rq ue alg un os ho m br es de Es tad o, qu e
acostumbran llamarse enfticamente dem ocrticos, consideran a
los fascistas como una reserva, los cuidan y hasta los apoyan. Y,
tambin ideolgicamente, el fascismo se muestra mucho ms re-
sis te. nte de lo qu e m uchos se lo haban repres entado despus de
la demoledora derrota de Hitler,
Debo confesar que no me cuento entre los que estn sor
pr en di do sydesilusionados p or este desarrollo. Ya antes de la gue
rra y durante la guerra, la base de mis artculos fue que el fascis
mo de ninguna manera era una manifestacin enfermiza
histricamente aislada, ni una repe ntina irrupcin de la barbarie
* Aristoki'atische un d demo ki'atische We ltansch auun g, En: Schnflen zur Idrobgie
und Eolilik.Seleccin e introd. d e Peter Ludz, Lch terliand, Neuwied y Berln,
1967, pp. 404-433. Traduccin de Susana Notlistein. ,
El artculo fue publicado por primera vez en francs bajo el ttulo La visin
astocratique et deniocrat ique du m onde" en Lesjmt Exiropen. Rencontres Inter-
mtlwnales de Genn/e 1 (1946); la versin alemana original apareci por primera
vez en la antologa editada p or Peter Ludz.
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en la civilizacin eu ropea . El fascismo, como visin del m und o, es
antes bien una culminacin ciertamente cualitativa de teoras
epistemolgicamente irracionalistas, social y moralmcnte aristo
crticas, que en la ciencia oficial y no ocial y en el periodismo
cientfico y seudocientfico juegan , desde h ace m uchas dcadas,
un papel imp ortante. Como aqu existe una asociacin orgnica,
los seguidores intelectuales del fascismo pueden replegarse fcilmente, p uede n sacrificar a Hitler y a Rosenberg2y -p ara un n ue
vo avance bajo condiciones ms favorables- atrincherarse en la fi
losofa de Spengler3o Nietzsche. En ocasin de mis conferencias
dura nte Ja guerra, d elante de im portantes oficiales alemanes pri
sioneros, pude observar este proceso ya en su comienzo desde
una cercana personal.Tampoco en lo ideolgico, la destruccin de la ideologa fas
cista es una cuestin simple. Con haber sacado de circulacin los
escritos de Mussolini, Hitler y Rosenberg, todava no ha sucedido
nada. La destruccin debe ser la de las races espirituales y mora
les del fascismo. Pero esto es imposible si no vemos con claridad
cun do y cmo surgi aquelaTcrisis a partir de la cual naci_el fascismo como peculiar, brbara e inhu man a forma de solucin. Es
ta crisis has La aho ra fue con siderada de ma nera d iferen te desd e
distintos puntos de vista. Sin embargo, las races ltimas de las
cuales provienen estos aspectos diferentes son idnticas y, en ver
dad, sobre todo de acuerdo con el ser y, justam ente p or eso, tam
bi n in te le ctua lm en te .Si queremos describir inteleclualmente esta crisis, nos en
frentamos con cuatro grandes complejos: con la crisis de la de
mocracia, la de la idea de progreso, la de la fe en la razn, la del
humanismo. Los cuatro complejos de crisis se remontan al triun
fo de la gran Revolucin Francesa. Los cuatro alcanzan su pun to
culminante en el perodo imperialista. Los cuatro alcanzan unaintensificacin cualitativamente aguda en el lapso entre las dos
guerras mundiales, en la poca del nac imiento del fascismo.
Ahora querramos considerar estos cuatro complejos de ma
nera separada, en cuanto a la forma de exponer las cosas; pero
unidos, en cuanto a la esencia. Porque todos estos complejos for
man -mitolgicamente y por eso tambin intelectualmente- una
unidad. Slo la claridad en la manera de exponer las cosas nos
obliga a la separacin; pero aun entonce s se confunde n los dife
rentes complejos involuntariamente.
La visin del mundo aristocrtica y la democrtica
Antes de que pasemos a la exposicin misma, permtasenos
una advertencia metodolgica. Todos los argumentos que apare
cen en contra de la dem ocracia, el progreso, la razn y el huma
nismo, no son m erame nte imaginarios sino que provienen del ser
social de nuestra poca. No vienen, como dice Marx, de los libros
a la vidajsmp de la vida a los libros. Esto tiene como consecuen
cia que iodos estos razonamientos intelectualmente reflejan pro
bl em as reale s, su fr im ient os reales , ne ce sida de s re al es (d es de lu e
go, de un a m anera d istorsionada). Debido a este anclaje en el ser.
social, poseen una determinada legitimidad, no son simplemen
te refutables po r la prueba de su contradictoriedad o insensatez.
Hay que de mostrar ms bien q ue esta contradictoriedad, esta in
sensatez, proviene de necesidades reales; que en s oculta ele-
mentos_de un planteo justificado,.solo_que_en una formajtorcida
V.u;UsfQrri.Q.ri.adar-que-pQr-eso_ la_pregunta as surgida, subjetiva-
mente justificada pero objetivamente falsa, solo puede ser~refrita
da mediante una respuesta impartida'correctamente^
Por qu esta crisis fue profocada precisamente por el triun
fo de la gran Revolucin Francesa? Porque p recisamente e n estetriunfo, el capitalismo, en su desplegada contradictoriedad, dio a
conoc er la base econmica de la sociedad burguesa m oderna ba
jo sus co nc re tas co nd ic io ne s his tr ica s y en no casua l pa ra lel ism o
con la Revolucin Industrial en Inglaterra. Ideolgicamente, es
to tiene como consecuencia que la situacin social as surgida
contiene, al mismo tiempo y en forma inseparable, una realiza
cin y una refutacin de las ideas de la Ilustracin.
Ahora, queremos c onsiderar separadam ente los cuatro complejo s de la crisis.
I
Tanto la crisis social como la intelectual de la democracia provie
nen de la contradiccin entre la libertad e igualdad polticas y la
libertad e igualdad reales de las personas. El conocido dicho c
mico de Anatole France de que la ley les prohbe con la misma
majestad a los ricos y los pobres do rm ir debajo del p ue nte 4, trans
cribe clara y grficamente este complejo de las contradicciones.
Algunos crticos sociales sagaces, com o p or ejemp lo T ingue t5, ya
han visto estas contradicciones antes del triunfo de la Revolucin
Francesa. Sin embargo, la libertad e igualdad formales deban
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Gyorgy Lukcs. Testamento poltico y otros escri tos
abrirse camino para que su conlradictoriedad se convirtiera en el
pu nt o de cri sta lizaci n de tod as las ag ru pa cion es pol tic o-soc iale s
-y por eso ideolgicas- del siglo XIX. Y en verdad dependi de si,
en prim er lugar, se haba hecho el intento de alcanzar la libertad
e igualdad concretas de los hombres, o por lo menos de aproxi
marse a ella (jacobinos, dem cratas radicales, socialistas); o de si,
en segundo lugar, se haba aspirado a fijar legalmente y a idealizar intelectualmente (liberalismo) los resultados finales poltico-
sociales ele la Revolucin Francesa; o de si, en tercer lugar, surgi
la tendencia ele convertir la desigualdad y esclavitud prescirtes y
concretas de los hombres en punto de partida de la concepcin
del m u n d o (ten dencia s reaccionaras de distinta clase hasta el fas
cismo), en hecho de la naturaleza, en ley de la naturaleza o
en dalo metafsico.Estas agrupaciones, en las cuales la posibilidad de una toma
de posicin fr ente a las cuestiones principales de la crisis de la de
mocracia mod erna est tipolgicamente agotada, determinan las
distintas, pero siempre estrechamente relacionadas controversias
ideolgicas de los siglos xix y xx.La idea unificadora, en las aspiraciones de los demcratas
revolucionarios radicales y del socialismo, es un nuevo concepto
"defia democracia. Es posible formu larlo e n pocas palabras: solo si
todas las formas reales de la dependencia del hombre respect
del homb re, de la explotacin y opresin del hom bre p or el hom
br e, de la .d es ig ua ldad y e sclav itud soc iales ,^desaparecen, pue de
hablarse de democracia. Por lo tanto, debe alcanzarse una liber-
tacPergualdad sin consideracin por'la posicin econm ica, po r
la nacionalidad, raza, sexo, etc. Recin entonces sera alcanzada
la tercera gran etapa de la igualdad de los hombres. E n pocas pa
labras, estas etapas se podran caracterizar as: el cristianismo es
tableci una igualdad de las almas humanas ante Dios; la Revolucin Francesa, la de los hombres abstractos ante la ley; el
socialismo va a conseguir una igualdad de los hombres concretos
en la vida real. Todas estas tendencias, por diferentes que puedan
ser entre s en todo lo dems, han concebido siempre la igualdad
como un requisito indispensable de un verdadero desarrollo de
la personalidad, y nunca como una destruccin de la personali
dad. Ahora bien, filosficamente, esta nueva interpretacin y am
pl iac in de l mate ria lismo en la id eo loga marx ista tra c la nove
dad de que libertad e igualdad no son meras ideas, sino formas
La visin del mundo aristocrtica y la democrtica
concretas de vida de los hombres, relaciones concretas entre
ellos, es decir, relaciones concretas con la sociedad y, mediadas
po r ella , co n la na tura leza , cuya reali zaci n p or eso p re su po ne la
necesaria transformacin de las condiciones sociales de las relaciones humanas.
.En los triunfadores verdaderamente sociales de la Revolu
cin Francesa surgen, como consecuencia del triunfo, una rigidez y aridez cada vez ms fuertes d e Va idea primitiva de esta gran
transformacin. Cuanto ms se empuja al liberalismo -cons idera
do como expresin intelectual y poltca de las tendencias socia
les de la dem ocracia, radical frente al soc ialismo- hacia u na posi
cin defensiva d e ca rcter ideo lgico, tanto ms abstractos, y
formalistas se vuelven los conceptos de libertad e igualdad. Son,
en efecto, ya en Islnt y Fichle solo ideas formales. Para ellos, sin
embargo, el postulado filosfico de libertad e igualdad como
ideas est ligado a poderosas esperanzas utpicas, cuyo pathos,
sobre todo al joven Fichle6, a veces los empu ja ms all de los l
mites del formalismo. La prctica de la Revolucin Francesa mis
ma tambin rara vez excede el concepto jurdico-formal de liber
ta d c igualdad -recurd ese la oposicin de Robespierre a las
asociaciones de trabajadores-; sin embargo est aqu especial
mente claro en qu m edida se esfuerza el utopismo plebeyo de ,
los sansculottes por rebasar los estrechos lmites de la libertad e.,
igualdad formales y hasta qu pun to tiende a la realizacin de lalibertad e igualdad concretas.
El fundamento terico de todos los conceptos liberales, ya
sea que esta se vuelva consciente o permanezca inconsciente, es
la economa clsica inglesa. El concepto de que la actuacin libre
del homo cconomicuss,bajo las condiciones jurdico-formales de
igualdad y libertad, produce para todos los hombres un estado
social y cultural ideal, la mayor felicidad, el despliegue ms ampl io , a trav s de l au tom at ism o de las fue rzas ec on m ica s, fo rm a
la base de todas las esperanzas liberales. Pero este co ncepto es re
futado por el desarrollo econmico mismo ya a principios del si
glo xix. Y esta contradiccin entre la concepcin original de la
economa clsica inglesa y los hechos de la vida econmica capi
talista, se refleja en el derrumbamiento espiritual de la economa
clsica misma (discusin Ricardo-Sismondr, disolucin de la es
cuela de Ricardo). Esta crisis hace madurar la economa proleta
ria. P or otro lado, la econom a capitalista produce, ya antes del
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per o do im peria lis ta, toda un a se rie d e instituciones (proteccin
aduanera, proteccionismo, organizaciones monop licas), qu e no
solo traen, en el sentido ms estricto, una refutacin prctica de
las enseanzas econ micas d e los clsicos; sino, al mismo tiemp o,
una demolicin de todas los fundamentos ideolgicos para una
renovacin o, incluso, consolidacin de la humanidad, como
consecuen cia del libre jueg o de las fuerzas econmicas e n el marco de libertad e igualdad formales. En esta situacin surge, o bien
una falta empirista de ideas en la economa, o bien una posicin
defensiva cada vez ms apologtica. Se defiende una libertad y
una igualdad que, en la realidad, existen en forma sumamente
pr ob lemt ica , y qu e se vue lven ca da vez m s prob lemt ica s, sin
una creencia realmente fundam entada en que el desarrollo futu
ro p ueda so lucionar alguna vez los innegables defectos del pre
sente. As se entum ece la visin liberal, deb ido a qu e su situacin
econmico-social se torn a cada vez ms irreal.
Este entum ecimiento tambin produc e efectos sobre un as
pe ct o im po rtan te de l ho m br e de la so cied ad bu rg ue sa . La Revo
lucin Francesa viva en la tensin entre ciudadano y burgus(citoycn10 y bou rgeo is11) dentro de un p ueblo libre. La prob le
mtica trgicamente humana de primer orden de la condicin
ciudadana, que surge de esta tensin, encuen tra su expresin en
la mejor literatura de principios de siglo en todos los pases
(Schiller, H ld erli n12, Ste nd hal 13, Shellc y14). El desarro llo arri ba
bo sq ue jado , so br e to do su fu nd am en to ec on m ico co nc re to ,
convierten, sin embargo, inmediatamente al ciudadano en una
caricatura abstracta, en la cual especialmente los rasgos exterior-
mente residuales, interiormente vacos, provenientes del gran
tiempo de la Ilustracin y de la Revolucin Francesa, caen ms
fuerteme nte en lo caricaturesco (Hom ais15 de Flaubcrt).
La_democrac ia formalista libera l priva tiza al homb re._La dersaparicin de la condicin de ciudadano significa no solamente
un vaciam iento y una desmoralizacin de la vida pblica de la cual
enseguida vamos a hablar, sino al-mismo tiempo una mutilacin
de la persona justam ente como individuo, como persona lidad. El
mo derno individualismo burgus, as como surgi sobre esta base
social -no importa si afirmativa, indiferente o negativamente-,
desde luego que n o q uiere saber nada de esta mutilacin. Desde
la esteticista afirmacin de la vida del fin de siglo hasta el oscuro,
afincamiento d e Heid egger16 en la nada d e la nada, siempre y e n
La visin del mundo aristocrtica y la democrtica
todas partes se reconoce c omo esencial exclusivamente el lado pri
vando y personal del h om bre -el lado, burgus, seg n la-interpreta^,
cin de la Revolucin Francesa-. Pero como el hombre, lo quiera
o no, lo reconozca o 'no.'eTtam bin parte y participante de la vi
da pblica, semejan te nega cin tiene Ia-xonsecuencia. necesaria
de qu e son extirpadas artificial y violentam ente de la person alidadtodas aquellas posibilidades y capacidades, que solo pueden des
ple ga rse , en la act ivid ad pbli ca. Slo ha y qu e pe ns ar en la an ti
gedad para ver en qu medida todo individualismo mod erno es
un a mutilacin violenta de la personalidad humana.
De este modo, sin embargo, surge tambin una falsa estruc
turacin del lado privado-econmico del hombre, del burgus.
Cua nto ms se fetichiza la econom a capitalista, cua nto ms asume
esta formas apologticas, tanto-ms se identifica con su p ersonalh '
da d el lado explotador, parasitario del homo oecono micus. Se par
te de la idea -e n s acertada- d e que al despliegue de la persona
lidad humana siempre co rresponde un mbito de juego concreto
pa ra las cosas y las re lac ione s h um an as . Pe ro est a i de a se dis tor sio na de modo que los medios de la explotacin del hombre por el
hom bre son fetichizados como un atributo irrevocable de su per
sonalidad; por lo cual, tambin este sentimiento de la vida, en su
socializacin, en realidad, permite percibir una aniquilacin de la
pe rson al idad . Al mism o tie mp o, se ha ce caso om iso de que, jus ta
men te desde el punto de vista del verdadero desarrollo de la pe r
sonalidad, solo las interrelaciones reales del hombre concreto,
pu es tas en acci n co nc re ta , con los h om br es y las cosas, fo rm an es
te mbito de jue go ; de que p ara el verdadero desarrollo de la
pe rson al id ad , cu an do solo ex isten estas co rre lac ione s activas, es
completamente indiferente qu relaciones de propiedad jurdi
cas, en tre h om bre y cosas, organizan este mbito de jue go ; deque, por el contrario, una posesin sin tal correlacin activa con
el mismo -y esto ltimo es tpico para las relaciones de propiedad
capitalistas- detiene y desfigura, pero no promueve el desarrollo
de la personalidad. Esto ya lo han reconocido claramente estoi
cos17 y epicreos18. Por otro lado, surge la represen tacin igual
mente tichizada segn la cual, para determinadas personas, pa
ra los no capitalistas, hambre, privacin, etc. son indispensables
como estmulo para el desarrollo de la personalidad. Con esto, el
fetichismo de este pero do se convierte en un aristocratismo, a me
nudo secreto pero siempre objetivamente falaz- en nnn r l n r t r i m
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sobre dos tipos de hombres, que necesitan relaciones sociales
completamente opuestas para su desarrollo.
As, este desarrollo produce al mismo tiempo una mutila
cin y un crecimiento y una disminucin fetichizados de la per
sonalidad.
Aqu no podemos d escribir ampliamente la crisis de la concepcin del m und o liberal. Destacamos solo dos mom entos. Pri
mero, el problema de la as llamada masificacin, donde de
terminados aspectos econmicos del desarrollo capitalista son
fetichizados a partir de la psicologa social y la filosofa social.
En ella se manifiesta un importante reflejo intelectual de esta
crisis: la separacin general de liberalismo y democracia, por la
cual esta ltima, fuera del movimiento obrero socialista, se vuel
ve cada vez ms dbil y con menos capacidad de influencia. Es
decir, separacin totalentre el pensam iento liberal y las masas,
temor de las masas y, al mismo tiempo, desprecio de las masas.
Este desarrollo ya com ienza con Joh n Stuart M ili19 y alcanza su
pu nt o cu lm in an te en la ps ico loga soc ial m od er na de Le Bon 20,en la sociologa de Pareto21, Michels22, etc. En los representan
tes interiorm ente honestos del pensam iento liberal, este estadio
se entrelaza con u na profun da resignacin. El socilogo ms im
por ta nt e de nu es tr a e ra , Max W cb er23, lu ch to da su v ida por u na
democratizacin de la Alemania guillermina. P ero lo hizo con la
opinin de que de este modo surgira un sistema que tcnica
mente funcionara un poco mejor, sin ninguna creencia en un
verdadero cambio del pueblo alemn; lo que en sus suposiciones
intelectuales era solo un a confesin honesta de un a situacin, pa
ra l, visible.Con el pro blem a de la masificacin est ntimam ente liga
do el de la lite, la eleccin del lder. El planteamiento, unavez ms, en s es justificado; aun la pretensin m isma de que la
lite se hace ampliamente independiente de las masas a las que
supuestamente representa, no es una comprobacin incorrecta
de hechos. La distorsin recin empieza cuando la pregunta se
generaliza ms all de la historia, cuand o se omite qu e se trata del
estado de cosas social correspondiente a una determinada fase
del desarrollo capitalista. En lo que se comprueba correctamen
te, se expresa una de las debilidades centrales de la democracia
formal burguesa: las masas aparecen -form almen te, en el acto de
votacin- como soberanos absolutos, inapelables; de facto son,
La visin del mundo aristocrtica y la democrtica
sin embargo, por completo carentes de poder y tambin deben
-seg n la voluntad de los verdaderos manipuladores- perm ane
cer carentes de poder. Baste, para aclarar totalmente este estado
de cosas, con sealar unos pocos hechos, como el costo excesivo
del apa rato e lectoral, los diarios para las masas, etc. cuyo carcter
econmico necesariamente concentra todo el poder en pocasmanos. La prensa, literatura y cines, etc. dirigidos desde all, bus
can hacer la apologa de los sentimientos de las masas; porque
solo as educadas pued en ellas ser fcilmente influidas p or la pro
pag and a en las de ci sio ne s e lec to ral es . Breve men te ; la as l lam ad a
nueva lite es elegida en realidad por unas pocas figuras anni
mas que generalmen te perm anecen en la sombra; en parte, se eli
ge a s misma; pero su nivel, su irresponsabilidad, su corrupcin
son atribuidas a la democracia, a las masas, que -formalmente-
Ias han elegido. Sobre esta base ambigua solo puede originarse
una incoherencia, ms aun: un a hipocresa del pensamiento, y la
nica salida para la honrade z intelectual subjetiva es una profu n
da resignacin.La nueva ideologa abiertamente antidemocrtica se origina
sobre la base de esta crisis. El anticapitalismo romntico de prin
cipios de siglo, que se rebelaba contra la cultura capitalista, al co
mienzo tiene rasgos democrticos; sin embargo, los pierde pron
to, despus de que la crisis se manifiesta ms agudamente (el,
cambio de Carlyle despus.dc 1848)'24. La oposicin rom ntica de
la segunda mitad del siglo se apoya abiertamente en la desigual
dad y esclavitud de los hombres com o funda men to de una socie
dad sana. Esta concepcin tiene muchos puntos de contacto
con la ideologa de la Restauracin despus de la Revolucin
Francesa, pero no es, de ninguna manera, simplemente el inten
to de restablecer el sistema feudal absolutista en aquel entoncesdestruido, sino justam ente u n nuevo pro ducto d e la actual y mo
derna crisis de la democracia. Se puede considerar a Nietzsche
como el mayor fenm eno de transicin hacia esta concepcin del
m un do .'
Es comprensible que la ideologa antidemocrtica de la de
sigualdad vea en la biologa a su ciencia fundamental. Porque
solo a travs de la justificacin, de u na d esigualdad b iolgicam en
te insuperable entre los hombres puede esa ideologa mantener
la apariencia de una fundamentacin intelectual. Verdad es que
esta biologa no es un a ciencia, sino un m ito. Esto ya es claramen-
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te visible en Nietzsche; su raza de los seores en realidad est
fundam entada romntica y moralmcnte, y la biologa solo forma
un ornam ento mstico para esto.Al mismo tiempo nace un biologismo muy groseramente
mistificado, el de la teora racial. Ella tampoco se origina, como
se pretende la mayora de las veces, a partir de resultados de lasciencias naturales, sino de la exigencia metodolgica -surgida so
bre una base po lt ico -so cial- de ju sti fic ar la de sig ua ldad radic al
entre los individuos dentro de un a nacionalidad o e ntre pueblos.
La vieja verdad de que la diversidad, e incluso la unicid ad de per
sonalidades, tanto en hombres como en pueblos, es absolutamen
te compatible con la igualdad de derechos y, con mayor razn,
con la igualdad en las condiciones de desarrollo econmico-so
ciales, es ahora bruscamente negada. Con G obineau25ap arece la
pr im er a sis tem atizaci n sobre la teor a rac ial de la do ct ri na de la
desigualdad radical. (No es casual, como se desprende del inter
cambio epistolar con Tocquevillc26, que los tratantes de esclavos
americanos hayan sido sus primeros lectores entusiastas.) Porquesolo una diversidad entre los hombres, otra cosa radical y cualita
tiva as estatuida, puede fundam entar un a moral, una sociologa
y una filosofa de la historia, de las cuales se deduce el carcter
no hum ano de determinadas razas, una fundam entacin ideol
gica para la total confiscacin de sus derechos humanos.Tambin de ntro de este campo hu bo violentas luchas entre
tendencias, en las cuales el biologismo groseramente mistificado
se impona cada vez ms, y la fundamen tacin, m ediante un a psi
cologa m oral -desd e luego tambin m istificada, pasaba cada
vez ms a segundo trmino. P ero q ue la lnea C ham berlain27-Ro-
senberg al final venciera a la de Nietzsche no debe oscurecer el
hecho de que en la respuesta a la crisis de la democracia las doslneas convergieran.
As, entre las dos guerras mundiales se origin la situacin
pa rad jic a de qu e casi todo el m un do civilizado es tab a g ob er na do
democrticamente; sin em bargo, la democracia se encontraba in
defensa, sin defensores. La Repblica de Weimar fue una demo
cracia sin demcratas y, como su aparato de poder actuaba para
una pequea minora annima, produjo un profundo desengao
generalizado frente a la democracia en las masas alemanas. Sus
mejores defensores, como Max Weber, carecan del pathos de una
pro fu nda conviccin.Y lo que es ms importante, los nicos de
La visin del mundo aristocrtica y la democrtica
fensores verd^e.x^mente_en.rgicos de la democ racia, los trabaja-
dores^revolucionarios, fueron conducidos a una hostil oposicin
con la democracia. La perspectiva generalizada de este tiempo, de
que el mund o tuviera que elegir entre fascismo y bolchevismo, au
mentaba al mximo el desconcierto entre los enemigos del fascis
mo, destrua cualquier frente antifascista posible. Slo un caos
ideolgico semejante p udo ser aprovechado p or el fascismo para
apa recer ante^masas desesperadas, ante u na intelec tualidad deses?
pe ra da , co mo sal ida d e la crisis de la de mo cra cia .
As, la estrategia de Hitler pudo avanzar de triunfo en triun
fo hasta 1941. Recin con la alianza de 1941, con la alianza de de
mocracia y socialismo, surgi un cambio, una posibilidad de salvacin para la civilizacin.
II
Todos estos problemas apuntan al segundo complejo de la crisis:
a la_crsisjleJarid.ea-rii^p.rogresp._Filosficamente, el concepto de
pr og re so pr es up one el de sc ub rim ient o de tend en cias en la soc ie
dad, que garantizan un continuo aumento (aunque oTempre.
unjfiriiijTde_ 1o_y alp^e^ imna nos ..en .laTrealidad misma. Una
concepcin filosfica semejante puede contener una aproxima
cin a un estado ideal, a una idea -p or eso, tambin u n progreso
infinito, como en K ant-; puede ser la llegada a un estado que sea
cualitativamente diferente de los anteriores, y que garantice el
despliegue de las facultades naturales de la humanidad (capitalis
mo en la eco nom a clsica, objetivos de la Ilustracin, de la Revo
lucin Francesa, etc.). Pero siempre se trata de un desarrollo msalto en la realidad misma.
Pero esta creencia en la realizacin de un prog reso en la rca-
Jida.d-scudcshacaTenTa..a:isL,fi:ibresbQza"da7 S i'ah ora 'se acen ta
la mera infinitud del progreso, como en el liberal neokantanis-
mo, se desh ace as toda relacin con la realidad social; todo se ha
ce abstracto, dbil, poco persuasivo. Un d esarrollo semejante, sin
embargo, es socialmente necesario. Aparece en los neokantianos
en una forma acadmica. Pero esta estructura de la visin del
mundo, la necesaria incongruencia, radicalmente insuperable,
entre ideal y realidad, muy pronto p roduce un profundo pesimis
mo cultural en la lite intelectual ms importante. Desde la im
po tenc ia de la ra z n28 de Sc he ler ha sta Val ry29, se or ig in a la
37
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ideologa de una heroica soledad, de una heroica muerte en el
pu es to pe rd ido; se p ro clam an ide ales, resp ec to de los c ual es inclu
so se sabe que no tienen ni pueden tener relacin con la realidad
social. El desarrollo cultural de la lite intelectual se separa resig
nad a y aristocrticamente de la realidad hostil y sin ideas. Una rea
lizacin de los ideales solo pue de ser trasladada co mp letame nte al
interior. El hombre individual puede tener un desarrollo, puede
mostrar un progreso en este desarrollo; la sociedad, no.Con esto est relacionada la anttesis, influyente en las lti
mas dcadas, entre cultura y civilizacin. Si la tomamos en gene
ral, significa que en el mundo superficial de la civilizacin, prin
cipalmente en la civilizacin tcnica, es posible un progreso; en
el mundo verdaderam ente esencial de la cultura, en cambio, no.
Tambin aqu se trata de la respuesta equivocada a una preg unta
correcta. Los mejores intelectuales protestaron con razn en con
tra de que el desarrollo de la cultura se tratara segn el esquema
de un desarrollo completamente tcnico. Pero el hecho de la de
sigualdad en el desarrollo cultural es, para el dialctico, justa
me nte el principio de su desarro.Uo jnism o. Y que, por ejemplo,
un avacefiYprgreso'en el arte pueda ser comprobable, sinque por eso lo posterior deba ser evaluado como artsticamente
superior a lo anterior, ya lo saba Schillcr. Recin la desaparicin
de la mejor intelectualidad en la sociedad.actual, la incapacidad
orgnica de tales intelectuales para ver caminos y lnes, produ
ce la mo derna anttesis entre cultura y civilizacin. Y sera instru c
tivo revisar cmo esta muy profunda alienacin est relacionada
con la alienacin de la mejor intelectualidad respecto del demo
cratismo, en lo cual es obvio que un estancamiento en los ideales
liberales tambin es una parte de este proceso de alienacin.
As, ya se origina relativamente temprano una negacin del
pr og reso hi st ric o. (En la f orm a ms radica l en Sc ho pen hau cr 30,
pe ro ta m bi n Kier ke ga ard 31 y el hi sto ric ism o ro m n tic o ale mn ,Ranke3- y su escuela, al fin y al cabo, se incluyen aqu.) En Nielzs-
che se origina el intento de cimentar ideolgicamente, sobro es
te fundam ento, un avance hacia su utopa reaccionaria. Pero en
pr im er lu ga r s u r ea l co nc ep cin de la hi sto ria est m uy em pa re n
tada con la de Schopenhauer: la historia muestra una continua
corrupcin, una cada irrefrenable, y los cambios individuales
son milagros sin fundamento. En segundo lugar, su enseanza
del retorno de lo igual es una nueva anulacin d e cualquier his
38
La visin del mundo aristocrtica y la democrtica
toricidad, de cualquier progreso. No debe sorprender que all
donde a d
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unin entre progreso y democracia por un lado, entre negacin. deFprogreso e ideologa aristocrtica por o tro es, por c onsiguiente, un hecho de la vida misma.
o es casual qu e aq u ap arez ca el co nc ep to de pesim ism o.Tambin aqu puede ser comprobada una importante afinidad-asimismo anclada en el concreto desarrollo social-. Pertenecen^al mismo grupo (y esto tampoco es casual), por un lado, progre
so, optimismo y democracia; por otro lado, hostilidad al