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    GYORGYLUKCS

    Testamento polticoy otros escritos

    sobre poltica y filosofa

    Textos inditos en castellano

    Edicin, introduccin y notasde Antonino Intrnea y Miguel Vedda

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    2003 Ediciones Herram ienta

    Diseo de tapa: Mario a. de Mendoza F.

    Diseo interior: Grfica del Parque

    Coordinacin de edicin: Ignacio Vzquez

    Ediciones Herramienta

    Editor Andrs Alfredo Mndez. Revista Herramienta

    Rivadavia 3772 1 B (CI204AAP) Buenos Aires, Argentina

    Tel. +5411-4982-4146

    Correo electrnico: [email protected]

    Printed in Argentina

    Impreso en la Argentina en el mes de octubre de 2003

    Todos los derechos reservados

    Hecho el depsito que marca la Ley 11.723

    ISBN: 987-9306-15-5

    ndice

    Introduccin

    po r Anton ino Inf ranca y Migue l Vedda 7

    La visin del mu ndo aristocrtica y la dem ocrtic a 27

    Las tareas de la filosofa marxista

    en la nueva democracia 57

    La responsa bilidad social del filsofo 89

    Libe rtad y perspectiva:

    un a carta a Cesare Cases 111

    Entrevista: En casa, con Gyrgy Lukcs 113

    Ms all de Stalin 125

    Epistolario co n Jnos Kdr

    sob re el caso Dalos-Haraszti 133

    Testamento poltico 141

    mailto:[email protected]://www.herramienta.com.ar/http://www.herramienta.com.ar/mailto:[email protected]
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    Introduccin

    La presente antologa incluye una serie textos que por primera

    vez aparecen en espaol. Algunos de ellos fueron publicados en

    alem n y en hn garo las dos lenguas q ue Lukcs em pleab a de

    manera corriente-, como tambin en otros idiomas; aunque ca

    be de stac ar qu e uno de los ar tc ulos - Las tar eas de la filo sof a

    marxista en la nueva demo cracia- fue escrito originariamente

    en franc s. El Testam ento poltico la entrevista q ue d a ttulo aesta compilacin- ha sido publicado, hasta ahora, nicam ente en

    hng aro, despus de la cada del comunism o en los pases del es

    te. Por ende, la antologa ofrecer un instrumento valioso, no

    solo para el lector de lengua espaola, sino tambin, en trminos

    ms generales, para los estudiosos del pensam iento lukcsiano en

    par ti cu la r y de l m arxi sta en ge ne ra l. Se tra ta de esc rito s qu e co m

    p re n den el per o do de la vid a de Luk cs qu e co m ienz a co n el re

    torno a H ungra, un a vez concluidas la Segunda Guerra M undial

    y la dictadura fascista de Hortliy. El hilo rojo que seala la con

    tinuidad y homogeneidad de estos escritos se ve representado

    p or al gu no s t rm in os clsi cos en el pe ns am ie n to po lt ico y filo s

    fico de Lukcs; y, ante Lodo, por la reflexin en torno a la func in

    social y poltica del filsofo, como tambin sobre el papel del in

    telectual dentro de la nueva democracia marxista, ideas que co

    menz aron a delinearse en esos aos. En este sentido, la polmica

    con el stalinismo es uno de los momentos ms sionificativos en lao

    actividad poltica y filosfica de Lukcs; esta polm ica verteb ra la

    lectura de Hegel sostenida por Lukcs; lectura que vuelve a pos

    tular, aunque a un nivel terico ms elevado, la cuestin de los in

    telectuales y de la misin que corresponde a estos despus de la

    victoria frente al fascismo.

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    Gyorgy Lukcs. Testamento poltico y otros escritos

    La visin del mundo aristocrtica y la democrtica, conferencia presentada p or Lukcs en el congreso sobre la paz que tuvo lugar en Ginebra en 1946, desarrolla ampliamente el contraste entre fascismo y democ racia. El texto se halla bajo la influenciade la inmediata postguerra; en aquel perodo, el filsofo se encontraba implicado en la lucha poltica hngara; h aba regresado

    ya de la URSS, y estaba emp eado en realizar plena y democrticamente el socialismo en su pas natal. Tambin en redactar El asallo a la razn, obra que habra de aparecer en 1949. Aun cuandocoincide con este tratado en el hecho de reconocer una ntimaafinidad entre irracionalismo y fascismo, la conferencia se ocupams especficamente de abordar las repercusiones que la adopcin de una perspectiva totalitaria o democrtica posee sobre lasformas de experiencia y pensamiento concretas de los pueblos.Por sobre lodo, Lukcs denuncia que los polticos hayan podidorecurrir al fascismo para combatir el comunismo; y, en efecto,una de las estrategias corrientes por aquellos aos era la que consista en captar a quienes haban combatido contra el eje a fin de

    que pasaran al servicio de las democracias occidentales en la lucha entre estas y el comunismo; recordemos que la historia deAm rica Latina est atravesada por casos semejantes. Lukcs tambi n re iv indica la co nt in ui da d de las ex pe rie nc ias de la Revolucin Francesa en la nueva democracia socialista; de acuerdo consu interpretacin, el socialismo debe realizar concretamente losideales de libertad e igualdad que la Revolucin haba sostenidoen el plano ideolgico. Puede percibirse en esto una velada alusin a la experiencia histrica hngara, que haba conocido el findel feudalismo en 1867 -gracias el acuerdo entre Austria y Hu ngra, pero no el surgim iento de un rgim en democ rtico-bur-gus maduro. El fascismo de H orthy haba interrum pido luego el

    desarrollo democrtico ce Hungra y, de esa manera, haba devuelto al pas a las condiciones sem ifeudales del impe rio habsb r-gico anterior a la Primera Guerra. Refuerza esta alusin el hechode que Lukcs, en Lenin und die Fragen der bergangsperio-de1 [Lenin y las cuestiones del perodo de transicin] (1968),extraiga conclusiones sem ejantes a partir de un anlisis de las circunstancias en que fue ge stada la Revolucin Rusa de 1917.

    El marxismo, conforme con su visin del mundo democrtica, permite realizar la libertad y la igualdad como reales condiciones de existencia para los hombres, liberando a estas dos catego

    O

    Introduccin

    ras polticas del carcterformalista al que se haban visto circunscriptas bajo la democracia burguesa. Para entender este formalismo es preciso considerar que la igualdad y la libertad han surgidoen el terr eno de la e cono ma poltica clsica inglesa, y, utilizadascon fines agitatorios, no han sido respetadas en la prctica econmica co rriente. As, las instituciones jurdicas creadas pa ra defen

    der los ideales de libertad e igualdad desm ienten continuam ente,en su funcionamiento ordinario, los valores que presuntamentedeberan defender. Algo similar ha ocurrido con las categoras decitoyeny bourgeois:la prim era se ha convertido en u n valor abstracto y formal, en tanto la segunda, en su esencial prosasmo, se haconstituido en realidad concreta. En la polmica con BrunoBauer en torno a la cuestin juda, Marx se haba referido ejem

    pla rm en te a la esc isi n en tr e aq ue l m bi to en el qu e los individuos, en cu anto person as privadas, persiguen d e mo do egosta sus

    pr op ios int ereses , y a qu el ot ro en qu e cr ee n pa rt ic ip ar de un or den comn regido por valores altruistas:

    Un a vez que e l Es tado pol t ico ha a l canzado su conform ac inverdadera , e ) hombre l l eva , no solo en e l pensamiento , en l a

    consc ienc ia , s ino e n l a realidad, en l a vida, u n a v id a d o b l e , u n a

    celes t ial y ot ra t e r rena : l a v ida en l a comunidad poltica, en laq u e e x i s te c o m o u n ser comunitario, y la vida e n la saciedad, bur

    guesa, d o n d e a c t a e n c u a n t o hombre privado q u e c o n s i d e r a a

    l o s o tr o s h o m b r e s c o m o m e d i o s , d o n d e s e d e g r a d a a s m i sm oa l a c o n d ic i n d e m e d i o y s e c o n v i er t e e n j u g e t e d e f u e rz a sa jenas . Eli Es tado pol t i co s e re l ac iona en form a t an espi r i tua

    l i s t a con l a soc iedad burguesa como e l c i e lo con l a t i e r ra . Se

    c o n t r a p o n e c o n e l la y l a su p e r a d e l a m i s m a m a n e r a e n q u e l ohace l a re l ig in con l a l imi t ac in de l m un do profano ; e s dec i r :

    e n l a m e d i d a e n q u e t i e n e q u e r e c o n o c e r l a , p r o d u c i r l a y d e j a r

    se do m inar po r e l la . F,1 hom bre , en su rea l idad inmediata,en l asoc iedad burguesa , e s un s e r profano. Aqu , donde l va le , pa

    ra s mismo y p a ra lo s o tr o s, co m o in d iv id u o re al , es u n fe n m e n o inautntico. E n e l E s t a d o , e n c a m b i o , d o n d e e l h o m b r e

    va le como se r genr i co , e s e l miembro imaginar io de una so

    b e r a n a fi ct ic ia , se ve a rr e b a ta d o d e su v id a in d iv id u al re al , y seca rga de una unive rsa l idad i r rea l2 .

    Corresponde, segin Lukcs, al marxismo la tarea de devolver un sentido y un valor concretos a la categora de citoyen. Hoyen d a seguimos constatando que la libertad de m ercado equivale

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    a las determinaciones impuestas por las potencias econmicas alos pases econm icame nte ms dbiles, y que la igualdad se hallasubordinada, en un plano mundial, a las (desiguales) relacioneseconmicas. Puede parecer un simple ejercicio retrico recordarque, en las relaciones microeconmicas, las clases dominantes ylas dominadas se encuentran diversamente posicionadas frente ala ley, la cual -seg n u na co nocida frm ula de Anatole France, frecuentem ente citada por Lukcs- prohbe igualmente a los pobresy a los ricos dormir debajo de los puentes. Algunos intelectualesbu rgue se s po dr n ale gra rse de las co nd ici on es en las qu e se en cuentran las clases dominadas, porque dichas condiciones inducirn a estas clases a mejorar sus propias circunstancias de vida. Pero estos intelectuales suelen ser los mismos qu e exigen la libertadde mercado a fin de que la poblacin urbana -m s precisamente:el bourgeois- del primer mundo pueda progresar econmicamente. De tal modo, aqu nos encontramos ante un a doble antropo loga, ante dos visiones antitticas de la hu ma nidad , y esa divisin esconsiderada totalmente natural por los intelectuales. Bajo circuns

    tancias semejantes surge el racismo como conclusin lgica, enuna situacin que, de hecho, es artificial, en cuanto producto dela accin de la humanidad poderosa frente a la desposeda.

    Ante las masas -que cada vez ms se convierten en protagonistas de la historia-, la lite intelectual suele asumir un a perspec tiva de rechazo, tratando, al mismo tiempo, de educ ar a las masas manipulando la consciencia de estas; y, enfrentados con la

    ba rb ar ie cap ital ista , los int elec tuale s atr ibuy en la irr espo ns ab ilidad d e las masas a la corrupc in intrnseca a la democrac ia. El resultado es una radical desconfianza frente a las prcticas demo crticas. Lukcs recuerda que el anticapitalismo romntico burgus,una vez que la clase burgues a consigui colocarse en el poder, asu

    mi posiciones cada vez ms irracionalistas y antidemocrticas. Unexperimento democrtico como el de la Repblica de Weimar careci de bases en las masas de trabajado res y se convirti, por en de, en una repblica sin republicanos. En el artculo berPreuBe ntum [Acerca del prusianismo] (1943), Lukcs sostuvo-en coincidencia con las tesis sostenidas en el artculo que aqueditamos- que las peculiaridades de la ideologa alemana pueden verse en un a apa rente oposicin y una esencial complemen-tariedad entre el formalismo burocrtico y el esplritualismo romntico, entre el culto del deber por el deber mismo y la rebelda

    in

    Introduccin

    subjetivista y "enfermiza del idealismo abstracto. Durante la prime ra m itad del siglo XX, se difundi la oposicin entre Weimar yPotsdam con el fin de establecer un contraste entre un a Alemania

    pr es unt am en te re pu bl ic an a y b ur gu es a -c orp ore iz ad a en la R ep blica de W eimar - y la A lem an ia mi lita ris ta y feu da l; con raz n se^ala Lukcs qu e la repblica sin repub licanos, formalista y susten-

    lada~por bases populares insuficientes, no es lo opuesto, sino elcomplem ento ele aquel modelo de nacin dond e las formas lega-les carecen-de-solidez^Lobjetividad^y-donde el caprich o y la intuicin irracionales del fi th re rd ctcrminan_el estilo de la poltica. Lasmasas, eif tal situacin histrica, se sintieron colocadas en la nec esidad de elegir entre una revolucin improbable y la reaccin fascista. Tcitame nte sugiere Lukcs un a crtica a la po sicin stalinis-ta de condena del as llamado socialfascismo. Cabe recordarque, en 1928, Lukcs haba impulsado, en el contexto de la lucha

    po r la he ge m on a de nt ro de l Pa rti do Com un ist a H n ga ro , un apo sic in ex pl c ita men te fav orable a la a lia nza co n los socia ldc m-cratas (Tesis deBlum),tal como la que se haba producido durante

    la Repblica Hngara de los Consejos en 1919. El rechazo partidario de tal posicin haba obligado a Lukcs a aban donar la poltica directa dentro de! partido hngaro. Como se ve, en 1946 elfilsofo segua sosteniendo sus posiciones de 1919.

    La problem tica del irracionalismo es retoma da en la crtica a la determinacin burguesa de refugiarse en la intimidad delindividuo, como respuesta frente a la crisis social y econmica. Atravs de una actitud tal, la burguesa revela su hond a d esconfianza frente a las masas, frente a la democracia, frente al progreso,en lugar de asegurar la extensin de la igualdad y la libertad asectores de la humanidad cada vez ms amplios. Es as que surgenconcepciones del mundo aristocrticas, las cuales advierten en la

    historia una decadencia de los presuntos valores autnticos oun eterno retorno de lo siempre idntico (Nietzsche); el aristo-cratismo se ala con el racismo, que interpreta la historia en trminos regresivos (Spengler, Jun g). Tam bin surgen actitudes pesimistas que muy fcilmente se alinean con el aristocratismo.

    Lukcs ha afirmado recurrentemente que Hegel representauna posicin tpica para un intelectual burgus mu cho ms aceptable que la sustancialmcnte irra cional de Schelling. Co n esto nosaproximamos a temas abordados por Lukcs a fines de los anostreinta en el tratado sobre El joven Hegel,que habra de ver la luz

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    en 1948, en Suiza, a raz de que las tesis en l desarrolladas se en

    contraban en contraposicin con la versin stalinista, que vea en

    Hegel a un perro muerto. El hecho de que, en aquel momen

    to, Lukcs hablara abiertamente a favor de Hegel, representaba

    po co m en os qu e un a no ve da d en el ca m po soc iali sta . Por lo de

    ms, el autor del libro sugiere que en Hegel (y no en el marxis

    mo de la Segunda Internacional; o, por ejemplo, en el Lenin deMaterialismo y empiriocriticismo) se encuentran las races de su pro

    pia te or a de l ref lejo; as, cu an do af irm a qu e las co nt ra di cc io ne s

    entre realidad y razn aparecen como contradicciones dialcticas

    de la inteligencia. Son estos trmino s que desarrollar , sobre Lo

    do, a partir de fines de los aos cincuenta, en la Estticay en la

    OntoloQ-ia del ser social.En Hesel ve Lukcs la consumacin de la

    filosofa antigua y moderna ; no en vano, ha confesado que, p ara

    l, Hegel fue el ltimo gran pensador, aun cuando hoy en da,

    rexistas norteamericanas, alemanas o francesas, declaren que

    cualquier desconocido es un gran pen sado r3. A Marx ha corres

    po ndi do la ta re a de ra st re ar en la h ist or ia las co nt ra di cc io ne s de l

    pe ns am ie nt o. Ta mbin este ju ic io es ra di ca lm en te an tis tal ini sta ,por cu an to , pa ra los f ilsofos sov iticos , la co nc lusi n de la f ilo so

    fa burguesa se encontraba en Feuerbach, y no en Hegel, as co

    mo los anteceden tes del marxismo se hallaban en el materialismo

    del siglo x v iii,y no en el idealismo alemn. Estas indicaciones de--

    muestran en qu m edida la lucha antiburocrtica y antistalinista

    se desarrolla, en Lukcs, en todo libro y en toda ocasin.

    Tambin la crisis del humanismo burgus democrtico se de

    be a la al iena cin de l in div idu o resp ec to de la so cie da d y las ma

    sas en medio de las cuales vive. En la prctica, esto se manifiesta

    como una falta de sentido de igualdad con relacin a los semejan

    tes, con lo qu e se retrocede hasta las concepcion es iluministas pre-

    rrevolucionarias acerc a de la diferencia y la particularidad. Slo la

    efectiva superacin de las posiciones jacob inas ha perm itido que

    algunos intelectuales se encontraran en posiciones prximas al so

    cialismo. Lukcs rec uerd a que las posiciones filosficas, o las opi

    niones genricas, no son polticamente neutras; as, si se permite

    un retorno a aquel olmpico distanciamicnto propio de la cultura

    de la vieja dem ocracia formal en tiempos de la pregu erra, se corre

    el riesgo de retroc eder hasta los valores irracionales y fascistas. Lu

    kcs no teme que la pureza de las ideas se manche con las contra

    dicciones de la historia, la sociedad y la economa; del mismo m o

    Introduccin

    do en que, como se ha dicho anteriormente, la toma de posicin

    frente a la explotacin es el momento en el cual la autenticidad y

    el valor intelectual pueden ponerse de manifiesto.

    El espritu de 1941 -es decir: el momento en el cual socialis

    mo y democracia burguesa se encontraban aliadas en contra del

    fascismo- puede contribuir a que se obtenga una paz verdadera.

    Pero durante los aos de la Guerra Fra, desapareci semejanteespritu; Lnkcs_promueve un proyecto poltico propio, auspi

    ciando u n re torno a los valores de igualdad y libertad defendidos

    en 1793 o 1917, el abandono del concepto de masa en funcin

    del c on cep tod e Jjidiriduo pero n o en .el.sentido de un indivi

    duo aislado y abstracto-. En los aos sucesivos, el filsofo hnga

    ro esclarec er cada vez ms este concep to, revitalizando el con

    cepto de in-dividuum; es decir: de un s er social indivisible a partir

    de su dimensin singular y de su pertenencia a la gcnericidad

    [G^tungsm fiigkeit] human a. En la~prcticaresto^supon fe t-

    mar el concepto ci Ffoym,"pero entendiendo que la lucha por la

    democracia Crear valores concretos para una nueva concepcin

    del compromiso ciudadano^

    El tema de la construccin de la nueva democracia, inspirada por

    los principios del marxismo, se encu entra en el centro del tercer

    artculo incluido en la presente antologa, Las tareas de la filoso

    fa marxista en la nueva democracia, que fue presentado en el

    congreso internacional desarrollado en la Casa de la Cultura de

    Miln entre el 18 y el 21 de diciembre de 1947. En esa ocasin,

    Lukcs se reencontr con la cultura italiana, que, junto con la

    alemana, fue la que ms fuertemente experiment el influjo de

    su pensamiento. (Recordemos, por lo dems, que Lukcs haba

    elegido a Florencia como lugar de residencia entre 1910 y 1911.)

    En aquel congreso, conoci personalmente al germanista italiano C.esare_Cases,uno de sus discpulos ms clebres, sobre el cual

    volveremos lueo.OPara un Lukcs empeado en definir los fundamentos del

    marxismo, el principal p roblema es la negacin de la dialctica y

    -junto con ella- de la herencia hegeliana presente en el marxis

    mo. Muchos marxistas confunden al viejo materialismo con el

    materialismo histrico y dialctico y, con ello, terminan por aban

    donar la concepcin dialctica de la realidad. Una concepcin

    correcta permitir a com prender que la dem ocracia formal, con

    1 O

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    Gyrgy Lukcs. Testamento poltico y otros escritos

    vertida en una suerte de segunda naturaleza, es en realidad una

    construccin burguesa orientada a ocultar los aspectos ms oscu

    ros del capitalismo; es decir, es una suerte de dictadura de la bur

    guesa sobre el proletariado, con aspectos que pueden oscilar en

    tre una blanda democracia social y el aspecto ostensiblemente

    agresivo del fascismo. Pero Lukcs no impu gna a p riori la demo

    cracia formal, sino que, antes bien, invita a establecer una distincin entre el contenido -anteriorme nte descripto- de la demo

    cracia burguesa, y las formas que esta asume. El propsito de la

    filosofa marxista es no hacer prevalecer el contenido burgus, si

    no separar los contenidos de las formas, e impedir que los prime

    ros aniquilen a las segundas. Pa ra juzgar la adec uacin de u n con

    tenido poltico-social, es preciso ponerlo en relacin con la

    totalidad real de la sociedad. La totalidad, concebida en trminos

    materialistas dialcticos, es un complejo de complejos, ninguno

    de cuyos factores debe alcanzar la supremaca frente a los restan

    tes, mientras que, en la democracia burguesa, el momento eco

    nmico es el dominante. La totalidad social puede cambiar si se

    alteran las circunstancias histricas; pero, ante todo, los aspectosformales de la democracia no deben convertirse en fetiches. Lu

    kcs reafirma la concepcin leninista de la democracia y, sin sa

    ber lo -y aca so no ha br a de sabe rlo nu nc a, en la m ed id a en qu e

    pr c tic am en te no ley a Gram sc i-, tam bin af irm a la co nc ep cin

    gramsciana de Ja democracia. Tal razn p od ra justificar, en par

    te, la enorme influencia que tuvo su pensamiento en Italia.

    La democracia socialista se distingue por hallarse fundada

    sobre una economa planificada, y Lukcs pasa a realizar una

    criptografa de la poltica econmica stalinista. La economa pla

    nificada pretende colocar todas las fuerzas productivas bajo el

    control de la comunidad. Aqu emergen los lmites de la concep

    cin de Lukcs, que parece olvidar que Marx, por un lado, predicaba la liberacin de las fuerzas productivas, y no solo su puesta

    ba jo co nt ro l; p o r ot ro , no so lo p ro pon a la lib er ac i n por laeco

    noma, sino tambin la liberacin cela economa.

    La economa planificada asegura el crecimiento del nivel

    cultural del proletariado, elemento indispensable para la realiza

    cin del socialismo y para el nacimiento de un hombre nuevo.

    Lukcs indica tamb in los objetivos de la nueva dem ocracia socia

    lista: cambio de las posiciones econmicas de los sectores ms

    avanzados, cambio de las relaciones entre Estado y economa,

    Introduccin

    cambio de la organizacin del Estado. Slo el proletariado est

    en condiciones de comprender y realizar estos tres puntos pro

    gramticos, porque dicha clase se encuentra ms prxim a al mo

    mento reproductivo de la vida humana, es decir, al trabajo. Aqu

    reaparece un lema central en el pensam iento del ltimo Lukcs:

    la valoracin del trabajo, como principio fundante del'sociabi-

    lidad y com o factor din mico de todo el mvimibt-histric,as como en cuanto eje de la estructura de la sociedad concebida

    como complejo de complejos.

    Lukcs retoma, as, algunos de los ternas que ms le intere

    san en ese perodo , temas que estn ya presentes en La visin del

    m un do aristocrtica y la dem ocrtica; entre ellos, la polmica

    contra los aspectos, en su opinin, ms negativos de la mentali

    dad burguesa: nihilismo, vanguardismo y decadentismo. El pri

    mero es una expresin fascista de la burguesa, que asume formas

    aristocrticas y narcisistas; se funda en una reaccin burguesa an

    te el crecimiento de las masas proletarias y el empeo de estas en

    convertirse en protagonistas de la historia. La vanguardia es con

    dena da po rque se encuen tra alejada de los intereses vitales de lostrabajadores; es decir, de la esfera del trabajo a la que aludimos

    ms arriba. La vanguardia es, para Lukcs, un peligroso adversa

    rio del movimiento obrero, y aun ms cuando se presenta como

    aliada del proletariado, ya que presenta la ilusin de la liberacin

    y el progres o esto es lo que se advierte en el futurismo ruso y en

    el jove n Brecht. Lukcs cierra este anlisis de la situacin c ultu

    ral y espiritual de la Europa de aquel perodo con la conviccin

    de que los marxistas conseguirn imponer sus ideas mediante la

    crtica de las armas de la persuasin ideolgica.

    En el tratamiento del problem a de la tradicin, una lectura

    superficial puede inducir a reconsiderar este anlisis acaso impro

    bable . P er o hay qu e te ner en cu en ta qu e, en 1947, la c ien cia se ha b a lib er ad o de los co nd ic iona mient os idealis tas e ideol gic os, y

    que finalmente recono ci a la materia como cam po legtimo para

    sus investigaciones. Naturalmente, este avance no fue tanto fruto

    de las investigaciones realizadas en la urss como d e reflexiones na

    cidas a partir de los descubrimientos que tuvieron lugar a comien

    zos del siglo XX (la fsica relativista, la mecnica cuntica). Pero

    Lukcs se interes solo limitadamente en tales datos, a los que no

    convirti -a diferencia de un Ernsl Blochen p unto de apoyo de

    sus propias tesis. Tambin en el arte, la vanguardia comenzaba a

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    Gyorgy Lukcs. Testamento poltico y otros escritos

    ceder terreno, y Lukcs anunciaba formas de produccin artstica

    ms ligadas al realismo, hecho que, por lo dems, solo se entien

    de en el contexto de la ampliacin del concep to de realismo que

    tiene lugar en la produccin lukcsiana tarda.Los problemas ticos constituyen el punto central del texto.

    El ltimo Lukcs muri mientras trabajaba sobre una Etica,de la

    que solo han quedado algunos apuntes preparatorios. En consecuencia, las pginas de este artculo referentes al tem a-co m o las

    consideraciones ticas desarrolladas en La responsabilidad so

    cial del filsofo, escrito del que nos ocuparemos luego- acre

    cientan su inters en la medida en que permiten inferir algunas

    de las ideas que habran vertebrado el tratado Finalmente no es

    crito. De lo que aq u se trata es de reclamar u n luga r para una ti

    ca marxista, y Lukcs postula la catego ra de responsabilidadcomo

    categora fundamental de dicha tica. A la vez que refuta la esci

    sin burguesa entre citoyen y bourgeois, Lukcs recuerda que el

    Otro -conce pto que designa con el trmino alemn de Mitrnensch

    [prjimo]- es el factor esencial de la propia libertad. Aqu se re

    toma, pues, el problema de la tradicin filosfica burguesa, porcuanto las ideas del artculo se basan en los planteos de ICant y

    Rousseau, aunque evitando los elementos formalistas que recu-

    br a n el co nt en id o ter ico en tale s fi lso fos .La tica marxista va ms all de la concepcin burguesa de

    la moralidad porque la consciencia proletaria es la consciencia

    de la necesidad; consciencia que encierra, consecuentemente, los

    grmenes de la libertad -en consonancia con la teora hegeliana

    de la m oral- .Elproletario, en su conscienciad e dase, se une con

    nna comunidad superior: la humanidad toda. En la consciencia

    que dicha clase se forma a partir del trabajo y de la solidaridad

    clasista, el proleta rio anticipa la fase final de la prehis toria hum a

    na. Con ello, la tica pierde su autonoma formal y se constituye

    como m omento de la vida cotidiana del hombre.La conferencia se cierra con el tratamiento de dos temas

    fundamentales: la religin y la nacin. Con los creyentes es posi

    ble es tab lec er un a co labo ra cin so bre la bas e d e val ore s co m u

    nes, pero sin que la cosmovisin religiosa y la proletaria pierdan

    sus caracteres especficos. Debemos ten er en c uenta, sin emba rgo,

    que el atesmo religioso no presenta u na barrera firme frente a las

    concepciones reaccionarias, tal como lo testimonia el caso de Hci-

    degger. La nacin es una invencin burguesa: toda nacin se divi

    1fi

    Introduccin

    de siemp re en dos naciones -la d e los podero sos y la de los despo

    sedos-. La lucha del proletariado superar definitivamente la

    idea de nacin, y aun cuando la nacin persista durante un tiem

    po , no de be r ob sta cu lizar l a rea lizac in de l socialismo; la na cin ,

    pu es , no ha de ser un ob st cu lo pa ra el i nte rn ac io na lis m o, sin o u npa so en el se nt ido de la afi rm ac in de este.

    En el manuscrito sobre La responsabilidad social del filsofo, se

    gn comentamos anteriormente, es posible encontrar algunos atis

    bos sobre laEticaque Lukcs no lleg a escribir. Cabe tener en cuen

    ta que este texto fue publicado por primera vez despus de la

    mue rte del filsofo, y no se tiene plena certeza respecto del m omen

    to en que fue compuesto. Segn Werner jnn g y Rdiger Danne-

    mann , el manuscrito d ebera ser fechado en los aos cincuenta, y al

    gunas afirmaciones que aparecen al final del trabajo permiten

    inferir que es posterior al congreso de Ginebra en el que fue ex

    pues to el a rt cu lo -y a m en cion ad o po r n os ot ro s- s obre la visin del

    mundo aristocrtica y la democrtica. Recordemos que no existe,

    stricto sensu,una tica marxista, y Lukcs sigue siendo el nico fil

    sofo de una orientacin semejante que haya intentado una defini

    cin de dicha esfera. Enrique Dussel ha indicado, enjiem po sjn as

    prx im os al nu es tro , qu e en Ma rx se jia lla imp lc itam ente co nten i-

    da u a tica, as comcTLukcs sostena quee rfM arx se enc uentra en

    estado'lfe te un a ontolqgT"3el"ser social que, pa ra el fifsoo"Iin-(

    erTconsULuye una anticipacin de la tica marxista. LaEtica ce la

    lberacin de Dussel, aun cuando no es explcitamente la tica mar

    xista con la que Lukcs soaba, es, sin embargo, una tica fundada

    en la perspectiva de las vctimas del sistema capitalista, vctimas que

    se encontraro n siempre en el centro de la atencin de Marx.

    Lukcs abre el ensayo con una polmica con la tica kantiana, que se mantiene en el plano de lo meramente formal, hacien

    do abstraccin de la realidad histrico-social. La tica marxista de

    be ra pr es ta r mayor at en cin al pu n to de vista he ge lia no , y

    entender que, cuando el hombre acta, necesariamente abandona

    el mbito d e la tica e ingresa al de la vida cotidiana. Pero incluso

    una tica que, en apariencia, pueda establecer mejores afinidades

    con la cotidianidad -com o la tica utilitarista- tiene q ue funciona r

    sobre la base de un compromiso con la vida social. En efecto, un

    comportamiento utilitarista no puede mantenerse bajo todas las

    circunstancias, ya que el egosmo desmedido impide ineludible

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    Gyorgy Lukcs. Testamento poltico y otros escritos

    mente el contado con el otro. Aun el egosmo tiene que concillar

    se con alguna forma de altruismo, y dar lugar a aquella con cepcin

    del egosmo racional que han hech o clebre los demcratas rusos.

    La reflexin tica del marxismo ha partido de este egosmo

    racional, y sobre todo Engels se ha interesado en pro fundizar algu

    nos temas ticos. Engels fue, tambin, el primero en formular el

    pr ob lem a d e la respo nsab ilidad hi str ico- soc ial, so ste ni en do qu e elhom bre acta a pa rtir de las propias condiciones naturales y, en un

    segundo momento, de las propias condiciones sociales. Lenin lle

    ga a sostener qu e, bajo el socialismo, los homb res enco ntrarn las

    condiciones para realizar los propios intereses individuales. Lukcs

    encu entra, en las reflexiones de los fundadore s del m arxismo-leni

    nismo, una concepcin tica que permanece siempre dentro de

    los confines de la esfera tica; a diferencia de la tica burguesa, que

    tiende a pasar al mbito del derecho, es decir: que se apoya en la

    fuerza de las leyes y del Astado, quienes al fin de cuentas se encar

    gan de imp oner un comportamiento tico determinado.

    Todo com portam iento tico es subjetivo, en la medida en que

    pa rte de las convicc iones e in ten cion es de l au to r y de las circun stancias bajo las cuales este acta. Slo a posteror entra esa accin

    en relacin con otros seres hum anos, o con otras acciones subjeti

    vas de otros seres human os, y llega a cons tituir una universalidad.

    Esta universalizacin es una abstraccin p lena del proceso mismo,

    es decir: cada accin singular es generalizable porque pertenece a

    una esencia humana comn que acta subjetivamente, pero que

    realiza valores hu man os universales.

    La responsabilidad social de la accin huma na nace de la sn

    tesis entre intencin y consecuencia, pero en este punto es impor

    tante el problema del conocimiento anticipado de las consecuen

    cias posibles de la accin puesta en movimiento por la intencin.

    El conocimiento siem pre se encu entra co ndicionad o histrica y so-

    cialmente, y no es idntico al clculo de las consecuencias, sino

    que su pera dicho clculo. Este nivel superior coincide con esa as

    tucia de la razn que describe el horizonte dentro del cual se pue

    de hablar de responsabilidad en un sentido tico. La astucia de la

    razn es un concep to que aparece dos veces en el sistema hegelia-

    no: la primera, a propsito del trabajo; la segunda, en la filosofa

    de la historia. En el trabajo, la razn humana utiliza las leyes de la

    naturaleza para volverlas en contra de la naturaleza m isma, y apro

    vechar a esta ltima a fin de satisfacer las necesidades del hom bre.

    Introduccin

    Como ejemplo cabe mencionar la lea, que no existe para que el

    hom bre la utilice con vistas a satisfacer su necesidad de calor o de

    material, sino como un tejido vegetal que responde a leyes regula-

    toras propias. Si el hom bre no conoce tales leyes, no pued e usar la

    lea pa ra sus propios fines; la lea, po r ejemplo, no pu ede sustituir

    la piel que se em pica en la vestimenta, ni es til como comida. Slo

    conociendo las leyes de la naturaleza puede el hombre producirobjetos e intercambiarlos, en la vida social, con oros objetos que

    no ha producido l mismo, pero cuyo valor conoce.

    En el caso ele la filosofa de la historia, la astucia de la razn

    es el momento en que la razn universal utiliza a los hombres em

    pr ico s co mo in st ru men tos pa ra l a r eal iza ci n de l r ei no de la liber

    tad. Aunque las acciones de cada hombre apunten a la realizacin

    de fines subjetivos, todas se insertan, segn Hegel, e n u n proyecto

    general en el cual los hombres terminan realizando la libertad.

    Ambas concepciones estn presentes -si bien con importantes va

    riacion es- en el texto de Lukcs: toda accin hum ana se inserta en

    el tolum social, favoreciendo u obstaculizando (aunque, a diferen

    cia de Hegel, no de manera necesaria) el proceso social. Al finaldel manuscrito, Lukcs seala uno de los rasgos deflnitoros de

    una etica marxisla: toda accin deb e juzgarse siempre desde la

    pe rsp ect iva de l co ntex to soc ial al qu e pe rten ec e. El ma rx ism o sos

    tiene que la economa, la poltica, la historia son expresiones de re

    laciones humanas y de leyes objetivas que surgen como sntesis de

    las acciones humanas. Por ejemplo, el trabajo debe ser considera

    do desd e el pu nto de vista estrictamente fsico, al margen de cual

    quier trascendencia divina. Aqu puede rastrearse la primera for

    ma d e sntesis entre individualidad y gne ro hum ano; el trabajo es

    la demostracin de que el hombre es el protagonista del proceso

    de lioniinizacin y, po r ende, en la actividad laboral se halla el prin

    cipie) de toda accin tica.

    La carta a Cesare Cases constituye un documento de importancia

    pa ra re co ns trui r la lti m a p ar te de la v ida y de la act ividad i ntele c

    tual y poltica de Lukcs. Esta carta se publica aq u po r vez prim e

    ra, y no solo en espaol, sino en cualquier idioma; el original ale

    mn pertenece a Cesare Cases, pero Lukcs -que acaso saba que

    sus cartas hab ran de ser publicadas algn da-, haca regularmen

    te una copia de su correspondencia con papel carbnico; estas co

    pias lu er on conse rva das po r el A rch ivo Luk cs de Bu da pest, y en

    i n

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    Gyorgy Lukcs. Testamento poltico y otros escritos

    ellas nos hemos basado para realizar la traduccin. Lukcs co

    mienza refirindose a cuestiones vinculadas con la labor intelec

    tual y con prob lemas tericos; pero pasa casi de improviso -e ir

    nicam ente- a co mentar su exilio forzado en Rumania, despus de

    la participacin en el gobierno revolucionario de Imre Nagy, cues

    tin que retomaremos al comentar el Testamento poltico. Lue

    go, evocando su participacin en u n congreso de escritores alemanes, expone rpidamente la sustancia de su comportamiento

    futuro frente al rgimen comunista: prop ondr retomar la lucha

    po r un a re fo rm a del sistema, po r una ma yor lib era liz aci n de l r

    gimen, aprovechando los pequeos espaciosde maniobra. En es

    te contexto cita la famosa frase acuada p or Emile Zola duran te el

    affaire Dreyfus, adoptndola como propio motto: La verdad est

    lentamente en inarcha y, al final de los tiempos, nada la deten

    dr. Lukcs recupera la propuesta hegeliana de establecer una

    reconciliacin con lo real; y veremos que esta intencin reapare

    ce en varios de los documentos que integran esta antologa.

    El problem a del stalinismo est en el ce ntro de la entrevista cedida

    al diario hngaro Npszabadsgen 1967, y publicada luego en in

    gls en la revista The Neiu Hungarian Quarterly,de donde la hemos

    tomado. Con significativa frecuencia aparece citada esta entrevista

    en los estudios sobre la vida y obra lukcsianas, a raz de qu e e n ella

    se desarrolla un claro balance sobre las consecuencias del stalinis

    mo. As, Lukcs retoma las ideas que enc ontramos en el epistolario

    con Cases, segn las cuales los crmenes y pecados del stalinismo

    pu ed en ha be r canc ela do en las masas la idea de soc ialismo, pe ro

    es preciso co ntinuar lu chando , ya que los cambios sociales y econ

    micos suelen requerir de lapsos de tiempo muy prolongados, y el

    socialismo, al fin, recupe rar su actualidad. Pero, p ara tal lucha, es

    necesaria una disposicin moral distinta: es preciso actuar con

    franqueza y confesar siempre las propias intenciones. Lukcs est

    sugiriendo aqu, de hecho, la adopcin de una moral poltica pr

    xima a la ele Kant; de acuerdo con ella, todo actor poltico debera

    estar siempre en situacin de enunciar los principios morales en

    los cuales se inspira la propia accin

    En el breve, pero significativo artculo Ms all de Stalin (1969),

    encontramos un arreglo de cuentas personal con el stalinismo. Lu

    kcs men ciona los puntos y ocasiones en que se enco ntr en posicio

    Introduccin

    nes coincidentes con las de Stalin, y encuen tra siempre justificacio

    nes -qu e p ueden parecer ms o menos vlidas; pero que, en todo ca

    so, proporcionan una imagen un tanto inquietante de la poca- pa

    ra haberse encontrado sobre la misma barricada que Stalin. El nivel

    de compromiso que se reclamaba en aquellos tiempos era, sin duda,

    muy alto; no fue diversa la situacin de aquellos intelectuales qu e de

    bie ron exili arse e n pases o cupados po r los fascistas: cabe rec or da r la

    situacin de Lwith (que colabor con el servicio secreto estadouni

    dense) o las de Sohn -Rehel (q ue trabaj co n los servicios ingleses).

    Lukcs seala que sus posiciones resultaron invariablemente

    derrotadas y que se vio constreido a dejar la poltica activa para re

    cluirse en sus estudios tericos- As, en 1949-1950, tuvo que realizar

    una autocrtica que defini como diplomtica a fin de con tar con

    la oportunidad de concluir su Esttica.Emergen aqu aspectos del

    carcter lukcsiano que l mismo describe en Cckbtes Denhen [Pen

    samiento vivido]; podramos mencionar un episodio de esta auto

    bio gra fa que nos pa rec e em ble mtico: cu an do era pe qu e o, Lu

    kcs nunca peda disculpas; prefera sentarse durante todo el da

    encerrado, sin comida ni bebida, en el oscuro armario de madera,

    calculando el tiempo que faltaba para qu e regresara el padre, lo res

    catara de la prisin y lo llevara en brazos a su cuarto de trabajo. En

    trminos no del todo dismiles, la autocrtica de 1949-1950 estuvo

    marcada por la conviccin de que los tiempos para una liberacin

    estaban lejos, y de que era apropiado volver al trabajo terico a fin

    de ofrecer instrumentos para u na crtica ms radical del stalinismo.

    Diverso era el contex to a comienzos de los aos setenta, cu ando es

    tableci una correspondencia con Kdr para intervenir a favor de

    dos jven es intelectu ales acusados de ser agen tes maostas. Lukcs,

    que era consciente de encontrarse a pocos meses de su muerte, le

    escribi al secretario del Partido Comunista Hngaro con el pi'o-

    p si to d e en fren ta rlo co n su pr op ia re sp on sa bi lid ad de di rig en te,

    de consecuente garante de la legalidad del rgimen, y de ex vcti

    ma del stalinismo. En su respuesta, Kdr sostiene que los com en

    tarios del filsofo se explican a pardr de una cierta falta de infor

    macin, y reafirm a la legalidad de los pro cedimiento s y la justicia

    de las condenas. Pero Jas declaraciones de los militantes encarcela

    dos por el rgimen arroja una imagen diferente: en un artculo

    que acompaa la edicin en alemn de este epistolario entre Lu

    kcs y Kdr, uno de los implicados, Gyorgy Dalos, c uen ta que l y

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    Gyrgy Lukcs. Testamento poltico y otros escritos

    Mikls Haraszti fueron sometidos a persecucin por pertenecer,con diferente intensidad, a un grupo laxamente vinculado conChina que, por aquellos aos, desarroll una actividad propagandstica en las asociaciones estudiantiles universitarias de Budapest.El fin de dicha actividad era, ante todo, recabar apoyo para la lucha vietnamita en contra de los e e .UU. Se fund un comit de soli

    daridad que -e n parte, legal; en parte, ilegalmente- organiz diversas reuniones y, a raz de ello, fue disuelto en diciembre de 1966por los fu nc io na rio s de la Liga Juve nil Co mun is ta (Kisz). Dalo s yHaraszti fuero n colocados, a partir de entonces, bajo vigilancia policial. La situacin em peor cuand o el diario francs Le Mondepu

    blic u na no ta so br e los de ba tes en to rn o a l a fi gu ra de l Ch e Gu evara en Hungra, y cuando el diario muniqus Sddeutsche Zeitungedit un artculo con el ttulo Con Mao y Guevara contra KdryHusk. Finalmente, u n periodista de televisin alemn, WolfgangDcrn, le hizo un reportaje a Haraszti. La entrevista dio una ocasinprop ici a pa ra qu e se inic iar a la cau sa c on tra los e stu dian tes, en mayo de 1970. Los registros domiciliarios, la vigilancia policial, las

    amenazas permanentes, los interrogatorios y, por ltimo, el encarcelamiento, a partir del 11 de febrero de 1971 indujeron a los impli cad os a ini cia r u na hu elga de ha mbr e, qu e se ex tend i de sd e elingreso a la crcel hasta el 8 de marzo. La mujer de Dalos visit aLukcs en su departamento de Belgrd rakpart; el filsofo no solose ofreci a reclamar ante las autoridades, sino tambin a ocultaren su pro pia casa materiales incriminatorios en contra de los jvenes. Segn Dalos, la intervencin de Lukcs fue decisiva para queel y Haraszti fueran liberados, despus de 25 das de huelga dehambre y, en el caso de Dalos, con doce kilogramos menos de peso -en contra de los informes oficiales, que declaraban solo uno-.

    Poco despus de este intercambio epistolar con Kdr, la di

    reccin general del Partido Comunista Hngaro decidi entrevistar al viejo Lukcs para saber cules eran sus ideas y perspectivascuand o ya se enco ntraba p rximo a m orir. Nace de estas conversaciones el Testamento poltico; la entrevista ha sido pu blicada soloen hngaro, en la revista Trsadalmi Szemle, en 1990 -es decir: luego de la cada del comunism o hng aro (1989)-. La entrevista tuvolugar e ntre el 5 y el 15 de en ero d e 1971; Lukcs mu ri el 4 de ju nio del mismo ao. En m arzo, pudo reun ir todava las energas para dictar la autobiografa, Gelebtes Denhen,que puede considerarse,legtimame nte, la ltima o bra del filsofo.

    Introduccin

    En el Testamento poltico, Lukcs retoma algunas de lascuestiones fundamentales de la Ontologa del ser social]entre ellas, ladel trabajo. El punto de partida lo proporciona una serie de crticas al rgimen comunista hngaro, que ha eliminado del trabajolos elemento s artesanales y lo ha convertido en un a tarea annim a,desprovista de jos,.coihientos'prcticqs~q~contiene el trabajo

    artesanal. Los dirigentes,polticos deberan co'ncedermay or atencin a la destreza prctica dej os trabajadores, ya qestaTpresen-ta una sabidura del orden de lo couianqj mTsaber sbrelas cp-sas y, a la vez, un juiciosbre''Is_fimbres. No faltan crticas alrgimelIe^Kadr, al qu se atribuliaHr empren dido un proceso de democratizacin que, sin embargo, result insuficiente. Lukcs espera ba mayor coraje y seguridad por parte d e los dirigentesdel Partido Com unista Hngaro, p ara que se abandonase la heren cia del stalinismo y se concedieran mayores espacios de libertad alas organizaciones de base de los ciudadanos. El perodo histricoque se haba abierto con la muerte de Stalin y -acaso todava mascn el XX Congreso del Partido Comunista de la Unin Sovitica,

    haba significado para Lukcs un contexto particularmente aptopa ra la tra ns form ac in de los regm en es com unistas. Es sab ido (ya ello se refieren ciertos doc umen tos como, p or ejem plo, el epistolario con Ernst Fischer) que el filsofo hngaro orientaba sus expec tativas en el se nt id o de un Re na cimien to de l m arx ism o y pava un comienzo del comienzo. De ah que, en sus escritos, sedestaq uen con reno vada intensidad las crticas lukcsianas al burocratismo y el inters po r la autogestin /SelbstttigkeitJ de las masas. Un socialismo autentico no puede nacer de instituciones rusificadas, sino a partir de las experiencias-de-bas.e-a^.partir._de iinademocracia de la vidacotidiana: en 1970, Lukcs haba afirmado:

    La autoadm inis tracin de los produ ctores es , en tod o caso, uno delos problem as ms importan tes para el social ismo [. .. ] La autoad

    minis tracin se contrapone tanto al s tal inismo como a la demo

    cracia burguesa, cuyo mecanismo fue d escripto ya po r Marx en los

    aos cuarenta del s iglo xix. Este mecanismo se basa en la contra

    po si ci n en tr e el cir oy en , q u e er a u n id ea lis ta, y el bo ur ge oi s, qu eera un material isTa. nntvo luci n del capital ismo conc il lara que el

    bo uf ge ol ss e co nv ie rta en am o, y el cit oy en en su esc lav o id eo l gi

    co. En contraposicin con ello, la evolucin socialista avanzaba

    -prim ero , en la Com una de Pars ; luego, en las dos revoluciones

    rusas- en direccin a la democracia de los consejos . Dicha demo

    93

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    Gyorgy Lukcs. Testamento poltico y otros escritos

    cracia significa demo cracia en la vida cot idiana. La autoadm inis

    tracin dem ocrt ica debe exten derse hasta el nivel ms simple de

    la vida cot idiana, y desde al l t iene que am pliarse de mod o que, fi

    nalmente, el pueblo decida, esencialmente, sobre las cuest iones

    ms importantes4.

    Su ideal de socialismo coincida, como podr entenderse,

    con los que sostuvieron las reformas impulsadas en Checoslova

    quia en 1968. Cabe recordar que, como respuesta a la represin

    de la Primavera de Praga -represin en la que tambin participa

    ron las tropas hngaras-, Lukcs escribi El hombre y la democracia,

    un a serie de artcu los enviados al Partido , en los que el filsofo Lo

    ma distancia de la represin y exige una democracia mayor para

    la vida cotidiana. El socialismo es la condicin indispensable para

    que, en la historia de la hum anidad, el trabajo pueda emancipar

    se de toda tirana. Pero Lukcs equipara aqu capitalismo y stali-

    nismo, por cuanto ambos ejercen una similar tirana sobre el tra

    ba jo. Es n ec es ar io se lecc io na r a lgu nos i ntele ctu ale s qu e sus titu yen

    sus deseos por la realidad de los hechos a fin de convertirlos enformadores de la clase obrera, a la vez que esta puede convertirse

    en un factor importante para la renovacin de la economa y la

    tecnologa, ya que el trabajo bien hecho a ume nta el conocimien

    to de ambas. Por lo dems, resulta indispensable atender a las cr

    ticas, ya que solo a partir de ellas puede resurgir el socialismo: la

    ceguera frente toda crtica ha sido la disposicin ms caractersti

    ca del stalinismo. Es un deber moral de los autnticos socialistas

    desarrollan una crtica exhaustiva.de los mtodos de Stalin. U na -

    criticaos enrejan te p odr derivarse de una interrelaci n cada vez

    ms ntima entre_cultura y democracia. Es claro que una protesta

    obrera espontnea, tal como a que surgi en 1980 en Polonia,

    con la formacin del sindicato independiente Solidamosc, representara para Lukcs una leccin positiva, un hecho auspicioso.

    La libertad surgir del trabajo propio de aq uella cultura obre

    ra des atendida p or lqs^dirgentes d eLPartido. Para Lukcs, la liber

    tad es plural o no es. La libertad del individuo no es un modelo

    ideal; el hijo de la gran burguesa hnga ra, que ha sido siempre un

    crtico profundo de su clase de origen, quiere recordar al Partido

    Comunista Hngaro que no toda la herencia burguesa es negativa;

    por eje mp lo, es indis pens ab le co nserv ar el de re ch o civil bu rgu s

    -n o en la m edida en que es burgus, sino porque es civil-.

    24

    Introduccin

    En su Fedra,Sneca pone en boca de la vieja sirvienta las si

    guientes palabras: El coraje de los viejos es libertad que se apro

    xima. Podemos aplicar esta frase como mxima para entend er

    que Lukcs, a la edad de 86 aos, ya enfermo y enfrentado con

    una muerte inminenLe, ya no teme a nada. Se encuentra, asimis

    mo, en condicion es de revisar sus posiciones; as, acep ta volver so

    br e la vieja y san gr ient a p gina de la revo lucin h n gar a d e 1956.

    Se refiere a su participacin en el gobierno de Nagy; en el apn

    dice del Testamento poltico, publicamos una carta que Lukcs

    dirigi al ComiL Central del Partido Comunista Hngaro en

    1957, a fin de que se lo readmitiera en el Partido. La carta no tu

    vo respuesta y cuando, en 1967, el Comit Central le propuso a

    Lukcs reinc orpo rarse a las filas del Partido, el filsofo volvi a en

    viar la carta, con la expectativa de una tarda respuesta. Yfue read

    mitido en el Partido.

    Uno de los editores de la presente antologa, Antonino In-

    franca, acogi, en una entrevista de 1987, el Lestimonio de un

    miemb ro del gobierno de Nagy -Miklos Vsrhlyi- sobre la par

    ticipacin de Lukcs en los acontecimien tos d e 19565. All, se alude a la neta oposicin, por parte de Lukcs, a abando nar el grupo

    de aquellos que, habiendo formado parte del gobierno de Nagy,

    fueron deportados a Rumania despus de la violenta represin.

    Lukcs saba que su prestigio internacional garantizaba la seguri

    dad del grupo, y que su partida habra significado el inicio de du

    ras hostilidades. Vsrhlyi sostiene que Lukcs fue prcticamen

    te secuestrado, para obligarlo a aband onar el lugar de detencin.

    En la cart a, Luk cs xj^U ckn.su .^difc ^ _y_pide po_-

    de rx tornar al trabajo terico, tal como lo haba hecho en 1949-

    19506. La libera cin d el filsofo tuvo ugm ren abrl de 1957; es de

    cir, dos meses despus'de la redaccin delaTrtaTEs posible que,

    en aquellos dos meses, la situacinTelgrupo cambiara, y que laresisteiiciapLe-Lukcs se convirtiraTlnVdTdUdrs'pensable.

    La figura de Lukcs que em erge deTT ^stamento polco es

    la de un intelectual que no renuncia a explicitar sus crticas y que

    se aventura a enunciar ideas nuevas. En el arco que describe su

    larga vida, nun ca ha dejado de mostrar coherencia, y en tal senti

    do cabe decir -parafraseand o el ttulo de una de sus obras- que

    un estudio evolutivo sobre sus propuestas filosficas y polticas de

    be ra asumir, por fuerz a, el ca r cter de un es tudio so br e la co he

    rencia de su pensamiento. E n la autobiografa, Lukcs ha dicho:

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    Gyorgy Lukcs. Testamento poltico y otros escritos

    En m, cada cosa es continuacin de algo. Creo que, en mi evo

    lucin, no existen elementos inorgnicos7; en el Testamento,

    como en los dems escritos que integ ran la presente an tologa, po

    demos encontrar una inequvoca confirmacin de la verdad de

    una asercin semejante.

    Antonino Infranca*

    Miguel Vedda**

    Notas

    1. Eiv. Georg Lukcs zum li .A pn t 197(1 (Godiiejneisj, Luc hter hari d, Neuw ied y Berln , 1970,

    pp. 71-88.

    2. Marx, K. Zur Judenf rage" . En: Marx/E ngels, Wedie,H erausgegeben vom Institut fin'

    Marxismus-Lennismus bevn ZK der SED, w. 1-13, Berln: Deu-Verlag, 1956ss., v. i,

    pp. 347-377; aq u, p . 353.3. Georg Lukcs: Nacli Ilegel nichts nenes. Gesprch m it Georg Idos, Raiman Petko-

    \ic, Janos Brener, Belgrad. En: Georg Lukcs zuin D.A jml 1970,pp. 139-150; aqu, p.

    141.4. Georg Lukcs: Nach Ilegel nclits neues, p. 145.

    5. "Lukcs nel 1956". En: 1! Lale4-5 (1987), pp. 88-95.

    6. Este es el nico dato que no se correspon de con las declaraciones de Vsrhlyi en

    la antes mencionad a entrevista de 1987.

    7. GelebU's De-nkcn. Une Autobiograjdi ii un Dialog,Suhrkamp, Frankfurt a/M , 1981, p. 132.

    * Anlo nmo InVanca naci en Trapan i, Italia, en 1957. Se docto r en filosofa en la

    Academia Hngara de Ciencias. Realiz investigaciones en el instituto Lukcs, de

    Budapest. En 1989, recibi el premio Lukcs. Es autor de Gwvanni. Cenle e a cullu-

    rn siciliana (Roma, 1990), Tecnerrale(Roma, 1998) y El otro occidente(Bs. As., 2000).

    Ha publicado nmerosos artculos sobreLukcs, Bloch, Granisci, Kernyi, Croce,

    Heidegger; ha traducido al italiano los ensayos de Dussel sobre Marx.

    *!;i Miguel Vedda naci en Bs. As. en 1968. Es profesor ad junto de Lite ratura Aleman a

    (FF\L, DBA), y profesor en la Universidad de Palermo y en el IES en Lenguas Vivas

    J.R. Fernn dez. Ha publicad o artculos y dictado cursos sobre L ukcs, Bloch,

    Ernst Fiscber, Marcuse y sobre temas de gennanstica. Ha editado varios volmenes,

    individualmente o en colaboracin; entre ellos: Antologa, de lu novela corta alemana.

    De Goethe a Kajka(Bs. As., 2001) y Karl Marx/Friedrich Engels, Escritos sobre literatu

    ra(Bs. A ., 2003).

    26

    La visin del mundo aristocrticay la democrtica**

    En la filosofa hoy en da imperante, es una costumbre general

    pa rt ir de la as l lam ad a sit ua cin 1. N os ot ros qu er em os ha ce rlo

    tambin en nuestras consideraciones; si bien por situacin no en

    tendemo s la condicin individual de la persona qu e acta en for

    ma aislada, sino la situacin en la cual hoy se encuentra la huma

    nidad. Esta situacin puede ser brevemente descripta de la

    siguiente man era: el pod er m ilitar del fascismo ha sido aniquila

    do en la guerra. Sin embargo, el desarrollo de la postguerra

    muestra que su destruccin poltica, organizativa y, sobre todo,

    ideolgica es muc ho ms lenta y difcil de lo que m uchos pensa

    ba n. Po lt icam en te , po rq ue alg un os ho m br es de Es tad o, qu e

    acostumbran llamarse enfticamente dem ocrticos, consideran a

    los fascistas como una reserva, los cuidan y hasta los apoyan. Y,

    tambin ideolgicamente, el fascismo se muestra mucho ms re-

    sis te. nte de lo qu e m uchos se lo haban repres entado despus de

    la demoledora derrota de Hitler,

    Debo confesar que no me cuento entre los que estn sor

    pr en di do sydesilusionados p or este desarrollo. Ya antes de la gue

    rra y durante la guerra, la base de mis artculos fue que el fascis

    mo de ninguna manera era una manifestacin enfermiza

    histricamente aislada, ni una repe ntina irrupcin de la barbarie

    * Aristoki'atische un d demo ki'atische We ltansch auun g, En: Schnflen zur Idrobgie

    und Eolilik.Seleccin e introd. d e Peter Ludz, Lch terliand, Neuwied y Berln,

    1967, pp. 404-433. Traduccin de Susana Notlistein. ,

    El artculo fue publicado por primera vez en francs bajo el ttulo La visin

    astocratique et deniocrat ique du m onde" en Lesjmt Exiropen. Rencontres Inter-

    mtlwnales de Genn/e 1 (1946); la versin alemana original apareci por primera

    vez en la antologa editada p or Peter Ludz.

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    Gyrgy Lukcs. Testamento poltico y otros escritos

    en la civilizacin eu ropea . El fascismo, como visin del m und o, es

    antes bien una culminacin ciertamente cualitativa de teoras

    epistemolgicamente irracionalistas, social y moralmcnte aristo

    crticas, que en la ciencia oficial y no ocial y en el periodismo

    cientfico y seudocientfico juegan , desde h ace m uchas dcadas,

    un papel imp ortante. Como aqu existe una asociacin orgnica,

    los seguidores intelectuales del fascismo pueden replegarse fcilmente, p uede n sacrificar a Hitler y a Rosenberg2y -p ara un n ue

    vo avance bajo condiciones ms favorables- atrincherarse en la fi

    losofa de Spengler3o Nietzsche. En ocasin de mis conferencias

    dura nte Ja guerra, d elante de im portantes oficiales alemanes pri

    sioneros, pude observar este proceso ya en su comienzo desde

    una cercana personal.Tampoco en lo ideolgico, la destruccin de la ideologa fas

    cista es una cuestin simple. Con haber sacado de circulacin los

    escritos de Mussolini, Hitler y Rosenberg, todava no ha sucedido

    nada. La destruccin debe ser la de las races espirituales y mora

    les del fascismo. Pero esto es imposible si no vemos con claridad

    cun do y cmo surgi aquelaTcrisis a partir de la cual naci_el fascismo como peculiar, brbara e inhu man a forma de solucin. Es

    ta crisis has La aho ra fue con siderada de ma nera d iferen te desd e

    distintos puntos de vista. Sin embargo, las races ltimas de las

    cuales provienen estos aspectos diferentes son idnticas y, en ver

    dad, sobre todo de acuerdo con el ser y, justam ente p or eso, tam

    bi n in te le ctua lm en te .Si queremos describir inteleclualmente esta crisis, nos en

    frentamos con cuatro grandes complejos: con la crisis de la de

    mocracia, la de la idea de progreso, la de la fe en la razn, la del

    humanismo. Los cuatro complejos de crisis se remontan al triun

    fo de la gran Revolucin Francesa. Los cuatro alcanzan su pun to

    culminante en el perodo imperialista. Los cuatro alcanzan unaintensificacin cualitativamente aguda en el lapso entre las dos

    guerras mundiales, en la poca del nac imiento del fascismo.

    Ahora querramos considerar estos cuatro complejos de ma

    nera separada, en cuanto a la forma de exponer las cosas; pero

    unidos, en cuanto a la esencia. Porque todos estos complejos for

    man -mitolgicamente y por eso tambin intelectualmente- una

    unidad. Slo la claridad en la manera de exponer las cosas nos

    obliga a la separacin; pero aun entonce s se confunde n los dife

    rentes complejos involuntariamente.

    La visin del mundo aristocrtica y la democrtica

    Antes de que pasemos a la exposicin misma, permtasenos

    una advertencia metodolgica. Todos los argumentos que apare

    cen en contra de la dem ocracia, el progreso, la razn y el huma

    nismo, no son m erame nte imaginarios sino que provienen del ser

    social de nuestra poca. No vienen, como dice Marx, de los libros

    a la vidajsmp de la vida a los libros. Esto tiene como consecuen

    cia que iodos estos razonamientos intelectualmente reflejan pro

    bl em as reale s, su fr im ient os reales , ne ce sida de s re al es (d es de lu e

    go, de un a m anera d istorsionada). Debido a este anclaje en el ser.

    social, poseen una determinada legitimidad, no son simplemen

    te refutables po r la prueba de su contradictoriedad o insensatez.

    Hay que de mostrar ms bien q ue esta contradictoriedad, esta in

    sensatez, proviene de necesidades reales; que en s oculta ele-

    mentos_de un planteo justificado,.solo_que_en una formajtorcida

    V.u;UsfQrri.Q.ri.adar-que-pQr-eso_ la_pregunta as surgida, subjetiva-

    mente justificada pero objetivamente falsa, solo puede ser~refrita

    da mediante una respuesta impartida'correctamente^

    Por qu esta crisis fue profocada precisamente por el triun

    fo de la gran Revolucin Francesa? Porque p recisamente e n estetriunfo, el capitalismo, en su desplegada contradictoriedad, dio a

    conoc er la base econmica de la sociedad burguesa m oderna ba

    jo sus co nc re tas co nd ic io ne s his tr ica s y en no casua l pa ra lel ism o

    con la Revolucin Industrial en Inglaterra. Ideolgicamente, es

    to tiene como consecuencia que la situacin social as surgida

    contiene, al mismo tiempo y en forma inseparable, una realiza

    cin y una refutacin de las ideas de la Ilustracin.

    Ahora, queremos c onsiderar separadam ente los cuatro complejo s de la crisis.

    I

    Tanto la crisis social como la intelectual de la democracia provie

    nen de la contradiccin entre la libertad e igualdad polticas y la

    libertad e igualdad reales de las personas. El conocido dicho c

    mico de Anatole France de que la ley les prohbe con la misma

    majestad a los ricos y los pobres do rm ir debajo del p ue nte 4, trans

    cribe clara y grficamente este complejo de las contradicciones.

    Algunos crticos sociales sagaces, com o p or ejemp lo T ingue t5, ya

    han visto estas contradicciones antes del triunfo de la Revolucin

    Francesa. Sin embargo, la libertad e igualdad formales deban

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    Gyorgy Lukcs. Testamento poltico y otros escri tos

    abrirse camino para que su conlradictoriedad se convirtiera en el

    pu nt o de cri sta lizaci n de tod as las ag ru pa cion es pol tic o-soc iale s

    -y por eso ideolgicas- del siglo XIX. Y en verdad dependi de si,

    en prim er lugar, se haba hecho el intento de alcanzar la libertad

    e igualdad concretas de los hombres, o por lo menos de aproxi

    marse a ella (jacobinos, dem cratas radicales, socialistas); o de si,

    en segundo lugar, se haba aspirado a fijar legalmente y a idealizar intelectualmente (liberalismo) los resultados finales poltico-

    sociales ele la Revolucin Francesa; o de si, en tercer lugar, surgi

    la tendencia ele convertir la desigualdad y esclavitud prescirtes y

    concretas de los hombres en punto de partida de la concepcin

    del m u n d o (ten dencia s reaccionaras de distinta clase hasta el fas

    cismo), en hecho de la naturaleza, en ley de la naturaleza o

    en dalo metafsico.Estas agrupaciones, en las cuales la posibilidad de una toma

    de posicin fr ente a las cuestiones principales de la crisis de la de

    mocracia mod erna est tipolgicamente agotada, determinan las

    distintas, pero siempre estrechamente relacionadas controversias

    ideolgicas de los siglos xix y xx.La idea unificadora, en las aspiraciones de los demcratas

    revolucionarios radicales y del socialismo, es un nuevo concepto

    "defia democracia. Es posible formu larlo e n pocas palabras: solo si

    todas las formas reales de la dependencia del hombre respect

    del homb re, de la explotacin y opresin del hom bre p or el hom

    br e, de la .d es ig ua ldad y e sclav itud soc iales ,^desaparecen, pue de

    hablarse de democracia. Por lo tanto, debe alcanzarse una liber-

    tacPergualdad sin consideracin por'la posicin econm ica, po r

    la nacionalidad, raza, sexo, etc. Recin entonces sera alcanzada

    la tercera gran etapa de la igualdad de los hombres. E n pocas pa

    labras, estas etapas se podran caracterizar as: el cristianismo es

    tableci una igualdad de las almas humanas ante Dios; la Revolucin Francesa, la de los hombres abstractos ante la ley; el

    socialismo va a conseguir una igualdad de los hombres concretos

    en la vida real. Todas estas tendencias, por diferentes que puedan

    ser entre s en todo lo dems, han concebido siempre la igualdad

    como un requisito indispensable de un verdadero desarrollo de

    la personalidad, y nunca como una destruccin de la personali

    dad. Ahora bien, filosficamente, esta nueva interpretacin y am

    pl iac in de l mate ria lismo en la id eo loga marx ista tra c la nove

    dad de que libertad e igualdad no son meras ideas, sino formas

    La visin del mundo aristocrtica y la democrtica

    concretas de vida de los hombres, relaciones concretas entre

    ellos, es decir, relaciones concretas con la sociedad y, mediadas

    po r ella , co n la na tura leza , cuya reali zaci n p or eso p re su po ne la

    necesaria transformacin de las condiciones sociales de las relaciones humanas.

    .En los triunfadores verdaderamente sociales de la Revolu

    cin Francesa surgen, como consecuencia del triunfo, una rigidez y aridez cada vez ms fuertes d e Va idea primitiva de esta gran

    transformacin. Cuanto ms se empuja al liberalismo -cons idera

    do como expresin intelectual y poltca de las tendencias socia

    les de la dem ocracia, radical frente al soc ialismo- hacia u na posi

    cin defensiva d e ca rcter ideo lgico, tanto ms abstractos, y

    formalistas se vuelven los conceptos de libertad e igualdad. Son,

    en efecto, ya en Islnt y Fichle solo ideas formales. Para ellos, sin

    embargo, el postulado filosfico de libertad e igualdad como

    ideas est ligado a poderosas esperanzas utpicas, cuyo pathos,

    sobre todo al joven Fichle6, a veces los empu ja ms all de los l

    mites del formalismo. La prctica de la Revolucin Francesa mis

    ma tambin rara vez excede el concepto jurdico-formal de liber

    ta d c igualdad -recurd ese la oposicin de Robespierre a las

    asociaciones de trabajadores-; sin embargo est aqu especial

    mente claro en qu m edida se esfuerza el utopismo plebeyo de ,

    los sansculottes por rebasar los estrechos lmites de la libertad e.,

    igualdad formales y hasta qu pun to tiende a la realizacin de lalibertad e igualdad concretas.

    El fundamento terico de todos los conceptos liberales, ya

    sea que esta se vuelva consciente o permanezca inconsciente, es

    la economa clsica inglesa. El concepto de que la actuacin libre

    del homo cconomicuss,bajo las condiciones jurdico-formales de

    igualdad y libertad, produce para todos los hombres un estado

    social y cultural ideal, la mayor felicidad, el despliegue ms ampl io , a trav s de l au tom at ism o de las fue rzas ec on m ica s, fo rm a

    la base de todas las esperanzas liberales. Pero este co ncepto es re

    futado por el desarrollo econmico mismo ya a principios del si

    glo xix. Y esta contradiccin entre la concepcin original de la

    economa clsica inglesa y los hechos de la vida econmica capi

    talista, se refleja en el derrumbamiento espiritual de la economa

    clsica misma (discusin Ricardo-Sismondr, disolucin de la es

    cuela de Ricardo). Esta crisis hace madurar la economa proleta

    ria. P or otro lado, la econom a capitalista produce, ya antes del

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    Gyrgy Lukcs. Testamento poltico y otros escritos

    per o do im peria lis ta, toda un a se rie d e instituciones (proteccin

    aduanera, proteccionismo, organizaciones monop licas), qu e no

    solo traen, en el sentido ms estricto, una refutacin prctica de

    las enseanzas econ micas d e los clsicos; sino, al mismo tiemp o,

    una demolicin de todas los fundamentos ideolgicos para una

    renovacin o, incluso, consolidacin de la humanidad, como

    consecuen cia del libre jueg o de las fuerzas econmicas e n el marco de libertad e igualdad formales. En esta situacin surge, o bien

    una falta empirista de ideas en la economa, o bien una posicin

    defensiva cada vez ms apologtica. Se defiende una libertad y

    una igualdad que, en la realidad, existen en forma sumamente

    pr ob lemt ica , y qu e se vue lven ca da vez m s prob lemt ica s, sin

    una creencia realmente fundam entada en que el desarrollo futu

    ro p ueda so lucionar alguna vez los innegables defectos del pre

    sente. As se entum ece la visin liberal, deb ido a qu e su situacin

    econmico-social se torn a cada vez ms irreal.

    Este entum ecimiento tambin produc e efectos sobre un as

    pe ct o im po rtan te de l ho m br e de la so cied ad bu rg ue sa . La Revo

    lucin Francesa viva en la tensin entre ciudadano y burgus(citoycn10 y bou rgeo is11) dentro de un p ueblo libre. La prob le

    mtica trgicamente humana de primer orden de la condicin

    ciudadana, que surge de esta tensin, encuen tra su expresin en

    la mejor literatura de principios de siglo en todos los pases

    (Schiller, H ld erli n12, Ste nd hal 13, Shellc y14). El desarro llo arri ba

    bo sq ue jado , so br e to do su fu nd am en to ec on m ico co nc re to ,

    convierten, sin embargo, inmediatamente al ciudadano en una

    caricatura abstracta, en la cual especialmente los rasgos exterior-

    mente residuales, interiormente vacos, provenientes del gran

    tiempo de la Ilustracin y de la Revolucin Francesa, caen ms

    fuerteme nte en lo caricaturesco (Hom ais15 de Flaubcrt).

    La_democrac ia formalista libera l priva tiza al homb re._La dersaparicin de la condicin de ciudadano significa no solamente

    un vaciam iento y una desmoralizacin de la vida pblica de la cual

    enseguida vamos a hablar, sino al-mismo tiempo una mutilacin

    de la persona justam ente como individuo, como persona lidad. El

    mo derno individualismo burgus, as como surgi sobre esta base

    social -no importa si afirmativa, indiferente o negativamente-,

    desde luego que n o q uiere saber nada de esta mutilacin. Desde

    la esteticista afirmacin de la vida del fin de siglo hasta el oscuro,

    afincamiento d e Heid egger16 en la nada d e la nada, siempre y e n

    La visin del mundo aristocrtica y la democrtica

    todas partes se reconoce c omo esencial exclusivamente el lado pri

    vando y personal del h om bre -el lado, burgus, seg n la-interpreta^,

    cin de la Revolucin Francesa-. Pero como el hombre, lo quiera

    o no, lo reconozca o 'no.'eTtam bin parte y participante de la vi

    da pblica, semejan te nega cin tiene Ia-xonsecuencia. necesaria

    de qu e son extirpadas artificial y violentam ente de la person alidadtodas aquellas posibilidades y capacidades, que solo pueden des

    ple ga rse , en la act ivid ad pbli ca. Slo ha y qu e pe ns ar en la an ti

    gedad para ver en qu medida todo individualismo mod erno es

    un a mutilacin violenta de la personalidad humana.

    De este modo, sin embargo, surge tambin una falsa estruc

    turacin del lado privado-econmico del hombre, del burgus.

    Cua nto ms se fetichiza la econom a capitalista, cua nto ms asume

    esta formas apologticas, tanto-ms se identifica con su p ersonalh '

    da d el lado explotador, parasitario del homo oecono micus. Se par

    te de la idea -e n s acertada- d e que al despliegue de la persona

    lidad humana siempre co rresponde un mbito de juego concreto

    pa ra las cosas y las re lac ione s h um an as . Pe ro est a i de a se dis tor sio na de modo que los medios de la explotacin del hombre por el

    hom bre son fetichizados como un atributo irrevocable de su per

    sonalidad; por lo cual, tambin este sentimiento de la vida, en su

    socializacin, en realidad, permite percibir una aniquilacin de la

    pe rson al idad . Al mism o tie mp o, se ha ce caso om iso de que, jus ta

    men te desde el punto de vista del verdadero desarrollo de la pe r

    sonalidad, solo las interrelaciones reales del hombre concreto,

    pu es tas en acci n co nc re ta , con los h om br es y las cosas, fo rm an es

    te mbito de jue go ; de que p ara el verdadero desarrollo de la

    pe rson al id ad , cu an do solo ex isten estas co rre lac ione s activas, es

    completamente indiferente qu relaciones de propiedad jurdi

    cas, en tre h om bre y cosas, organizan este mbito de jue go ; deque, por el contrario, una posesin sin tal correlacin activa con

    el mismo -y esto ltimo es tpico para las relaciones de propiedad

    capitalistas- detiene y desfigura, pero no promueve el desarrollo

    de la personalidad. Esto ya lo han reconocido claramente estoi

    cos17 y epicreos18. Por otro lado, surge la represen tacin igual

    mente tichizada segn la cual, para determinadas personas, pa

    ra los no capitalistas, hambre, privacin, etc. son indispensables

    como estmulo para el desarrollo de la personalidad. Con esto, el

    fetichismo de este pero do se convierte en un aristocratismo, a me

    nudo secreto pero siempre objetivamente falaz- en nnn r l n r t r i m

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    Gyorgy Lukcs. Testamento poltico y otros escritos

    sobre dos tipos de hombres, que necesitan relaciones sociales

    completamente opuestas para su desarrollo.

    As, este desarrollo produce al mismo tiempo una mutila

    cin y un crecimiento y una disminucin fetichizados de la per

    sonalidad.

    Aqu no podemos d escribir ampliamente la crisis de la concepcin del m und o liberal. Destacamos solo dos mom entos. Pri

    mero, el problema de la as llamada masificacin, donde de

    terminados aspectos econmicos del desarrollo capitalista son

    fetichizados a partir de la psicologa social y la filosofa social.

    En ella se manifiesta un importante reflejo intelectual de esta

    crisis: la separacin general de liberalismo y democracia, por la

    cual esta ltima, fuera del movimiento obrero socialista, se vuel

    ve cada vez ms dbil y con menos capacidad de influencia. Es

    decir, separacin totalentre el pensam iento liberal y las masas,

    temor de las masas y, al mismo tiempo, desprecio de las masas.

    Este desarrollo ya com ienza con Joh n Stuart M ili19 y alcanza su

    pu nt o cu lm in an te en la ps ico loga soc ial m od er na de Le Bon 20,en la sociologa de Pareto21, Michels22, etc. En los representan

    tes interiorm ente honestos del pensam iento liberal, este estadio

    se entrelaza con u na profun da resignacin. El socilogo ms im

    por ta nt e de nu es tr a e ra , Max W cb er23, lu ch to da su v ida por u na

    democratizacin de la Alemania guillermina. P ero lo hizo con la

    opinin de que de este modo surgira un sistema que tcnica

    mente funcionara un poco mejor, sin ninguna creencia en un

    verdadero cambio del pueblo alemn; lo que en sus suposiciones

    intelectuales era solo un a confesin honesta de un a situacin, pa

    ra l, visible.Con el pro blem a de la masificacin est ntimam ente liga

    do el de la lite, la eleccin del lder. El planteamiento, unavez ms, en s es justificado; aun la pretensin m isma de que la

    lite se hace ampliamente independiente de las masas a las que

    supuestamente representa, no es una comprobacin incorrecta

    de hechos. La distorsin recin empieza cuando la pregunta se

    generaliza ms all de la historia, cuand o se omite qu e se trata del

    estado de cosas social correspondiente a una determinada fase

    del desarrollo capitalista. En lo que se comprueba correctamen

    te, se expresa una de las debilidades centrales de la democracia

    formal burguesa: las masas aparecen -form almen te, en el acto de

    votacin- como soberanos absolutos, inapelables; de facto son,

    La visin del mundo aristocrtica y la democrtica

    sin embargo, por completo carentes de poder y tambin deben

    -seg n la voluntad de los verdaderos manipuladores- perm ane

    cer carentes de poder. Baste, para aclarar totalmente este estado

    de cosas, con sealar unos pocos hechos, como el costo excesivo

    del apa rato e lectoral, los diarios para las masas, etc. cuyo carcter

    econmico necesariamente concentra todo el poder en pocasmanos. La prensa, literatura y cines, etc. dirigidos desde all, bus

    can hacer la apologa de los sentimientos de las masas; porque

    solo as educadas pued en ellas ser fcilmente influidas p or la pro

    pag and a en las de ci sio ne s e lec to ral es . Breve men te ; la as l lam ad a

    nueva lite es elegida en realidad por unas pocas figuras anni

    mas que generalmen te perm anecen en la sombra; en parte, se eli

    ge a s misma; pero su nivel, su irresponsabilidad, su corrupcin

    son atribuidas a la democracia, a las masas, que -formalmente-

    Ias han elegido. Sobre esta base ambigua solo puede originarse

    una incoherencia, ms aun: un a hipocresa del pensamiento, y la

    nica salida para la honrade z intelectual subjetiva es una profu n

    da resignacin.La nueva ideologa abiertamente antidemocrtica se origina

    sobre la base de esta crisis. El anticapitalismo romntico de prin

    cipios de siglo, que se rebelaba contra la cultura capitalista, al co

    mienzo tiene rasgos democrticos; sin embargo, los pierde pron

    to, despus de que la crisis se manifiesta ms agudamente (el,

    cambio de Carlyle despus.dc 1848)'24. La oposicin rom ntica de

    la segunda mitad del siglo se apoya abiertamente en la desigual

    dad y esclavitud de los hombres com o funda men to de una socie

    dad sana. Esta concepcin tiene muchos puntos de contacto

    con la ideologa de la Restauracin despus de la Revolucin

    Francesa, pero no es, de ninguna manera, simplemente el inten

    to de restablecer el sistema feudal absolutista en aquel entoncesdestruido, sino justam ente u n nuevo pro ducto d e la actual y mo

    derna crisis de la democracia. Se puede considerar a Nietzsche

    como el mayor fenm eno de transicin hacia esta concepcin del

    m un do .'

    Es comprensible que la ideologa antidemocrtica de la de

    sigualdad vea en la biologa a su ciencia fundamental. Porque

    solo a travs de la justificacin, de u na d esigualdad b iolgicam en

    te insuperable entre los hombres puede esa ideologa mantener

    la apariencia de una fundamentacin intelectual. Verdad es que

    esta biologa no es un a ciencia, sino un m ito. Esto ya es claramen-

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    te visible en Nietzsche; su raza de los seores en realidad est

    fundam entada romntica y moralmcnte, y la biologa solo forma

    un ornam ento mstico para esto.Al mismo tiempo nace un biologismo muy groseramente

    mistificado, el de la teora racial. Ella tampoco se origina, como

    se pretende la mayora de las veces, a partir de resultados de lasciencias naturales, sino de la exigencia metodolgica -surgida so

    bre una base po lt ico -so cial- de ju sti fic ar la de sig ua ldad radic al

    entre los individuos dentro de un a nacionalidad o e ntre pueblos.

    La vieja verdad de que la diversidad, e incluso la unicid ad de per

    sonalidades, tanto en hombres como en pueblos, es absolutamen

    te compatible con la igualdad de derechos y, con mayor razn,

    con la igualdad en las condiciones de desarrollo econmico-so

    ciales, es ahora bruscamente negada. Con G obineau25ap arece la

    pr im er a sis tem atizaci n sobre la teor a rac ial de la do ct ri na de la

    desigualdad radical. (No es casual, como se desprende del inter

    cambio epistolar con Tocquevillc26, que los tratantes de esclavos

    americanos hayan sido sus primeros lectores entusiastas.) Porquesolo una diversidad entre los hombres, otra cosa radical y cualita

    tiva as estatuida, puede fundam entar un a moral, una sociologa

    y una filosofa de la historia, de las cuales se deduce el carcter

    no hum ano de determinadas razas, una fundam entacin ideol

    gica para la total confiscacin de sus derechos humanos.Tambin de ntro de este campo hu bo violentas luchas entre

    tendencias, en las cuales el biologismo groseramente mistificado

    se impona cada vez ms, y la fundamen tacin, m ediante un a psi

    cologa m oral -desd e luego tambin m istificada, pasaba cada

    vez ms a segundo trmino. P ero q ue la lnea C ham berlain27-Ro-

    senberg al final venciera a la de Nietzsche no debe oscurecer el

    hecho de que en la respuesta a la crisis de la democracia las doslneas convergieran.

    As, entre las dos guerras mundiales se origin la situacin

    pa rad jic a de qu e casi todo el m un do civilizado es tab a g ob er na do

    democrticamente; sin em bargo, la democracia se encontraba in

    defensa, sin defensores. La Repblica de Weimar fue una demo

    cracia sin demcratas y, como su aparato de poder actuaba para

    una pequea minora annima, produjo un profundo desengao

    generalizado frente a la democracia en las masas alemanas. Sus

    mejores defensores, como Max Weber, carecan del pathos de una

    pro fu nda conviccin.Y lo que es ms importante, los nicos de

    La visin del mundo aristocrtica y la democrtica

    fensores verd^e.x^mente_en.rgicos de la democ racia, los trabaja-

    dores^revolucionarios, fueron conducidos a una hostil oposicin

    con la democracia. La perspectiva generalizada de este tiempo, de

    que el mund o tuviera que elegir entre fascismo y bolchevismo, au

    mentaba al mximo el desconcierto entre los enemigos del fascis

    mo, destrua cualquier frente antifascista posible. Slo un caos

    ideolgico semejante p udo ser aprovechado p or el fascismo para

    apa recer ante^masas desesperadas, ante u na intelec tualidad deses?

    pe ra da , co mo sal ida d e la crisis de la de mo cra cia .

    As, la estrategia de Hitler pudo avanzar de triunfo en triun

    fo hasta 1941. Recin con la alianza de 1941, con la alianza de de

    mocracia y socialismo, surgi un cambio, una posibilidad de salvacin para la civilizacin.

    II

    Todos estos problemas apuntan al segundo complejo de la crisis:

    a la_crsisjleJarid.ea-rii^p.rogresp._Filosficamente, el concepto de

    pr og re so pr es up one el de sc ub rim ient o de tend en cias en la soc ie

    dad, que garantizan un continuo aumento (aunque oTempre.

    unjfiriiijTde_ 1o_y alp^e^ imna nos ..en .laTrealidad misma. Una

    concepcin filosfica semejante puede contener una aproxima

    cin a un estado ideal, a una idea -p or eso, tambin u n progreso

    infinito, como en K ant-; puede ser la llegada a un estado que sea

    cualitativamente diferente de los anteriores, y que garantice el

    despliegue de las facultades naturales de la humanidad (capitalis

    mo en la eco nom a clsica, objetivos de la Ilustracin, de la Revo

    lucin Francesa, etc.). Pero siempre se trata de un desarrollo msalto en la realidad misma.

    Pero esta creencia en la realizacin de un prog reso en la rca-

    Jida.d-scudcshacaTenTa..a:isL,fi:ibresbQza"da7 S i'ah ora 'se acen ta

    la mera infinitud del progreso, como en el liberal neokantanis-

    mo, se desh ace as toda relacin con la realidad social; todo se ha

    ce abstracto, dbil, poco persuasivo. Un d esarrollo semejante, sin

    embargo, es socialmente necesario. Aparece en los neokantianos

    en una forma acadmica. Pero esta estructura de la visin del

    mundo, la necesaria incongruencia, radicalmente insuperable,

    entre ideal y realidad, muy pronto p roduce un profundo pesimis

    mo cultural en la lite intelectual ms importante. Desde la im

    po tenc ia de la ra z n28 de Sc he ler ha sta Val ry29, se or ig in a la

    37

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    Gyorgy Lukcs. Testamento poltico y otros escritos

    ideologa de una heroica soledad, de una heroica muerte en el

    pu es to pe rd ido; se p ro clam an ide ales, resp ec to de los c ual es inclu

    so se sabe que no tienen ni pueden tener relacin con la realidad

    social. El desarrollo cultural de la lite intelectual se separa resig

    nad a y aristocrticamente de la realidad hostil y sin ideas. Una rea

    lizacin de los ideales solo pue de ser trasladada co mp letame nte al

    interior. El hombre individual puede tener un desarrollo, puede

    mostrar un progreso en este desarrollo; la sociedad, no.Con esto est relacionada la anttesis, influyente en las lti

    mas dcadas, entre cultura y civilizacin. Si la tomamos en gene

    ral, significa que en el mundo superficial de la civilizacin, prin

    cipalmente en la civilizacin tcnica, es posible un progreso; en

    el mundo verdaderam ente esencial de la cultura, en cambio, no.

    Tambin aqu se trata de la respuesta equivocada a una preg unta

    correcta. Los mejores intelectuales protestaron con razn en con

    tra de que el desarrollo de la cultura se tratara segn el esquema

    de un desarrollo completamente tcnico. Pero el hecho de la de

    sigualdad en el desarrollo cultural es, para el dialctico, justa

    me nte el principio de su desarro.Uo jnism o. Y que, por ejemplo,

    un avacefiYprgreso'en el arte pueda ser comprobable, sinque por eso lo posterior deba ser evaluado como artsticamente

    superior a lo anterior, ya lo saba Schillcr. Recin la desaparicin

    de la mejor intelectualidad en la sociedad.actual, la incapacidad

    orgnica de tales intelectuales para ver caminos y lnes, produ

    ce la mo derna anttesis entre cultura y civilizacin. Y sera instru c

    tivo revisar cmo esta muy profunda alienacin est relacionada

    con la alienacin de la mejor intelectualidad respecto del demo

    cratismo, en lo cual es obvio que un estancamiento en los ideales

    liberales tambin es una parte de este proceso de alienacin.

    As, ya se origina relativamente temprano una negacin del

    pr og reso hi st ric o. (En la f orm a ms radica l en Sc ho pen hau cr 30,

    pe ro ta m bi n Kier ke ga ard 31 y el hi sto ric ism o ro m n tic o ale mn ,Ranke3- y su escuela, al fin y al cabo, se incluyen aqu.) En Nielzs-

    che se origina el intento de cimentar ideolgicamente, sobro es

    te fundam ento, un avance hacia su utopa reaccionaria. Pero en

    pr im er lu ga r s u r ea l co nc ep cin de la hi sto ria est m uy em pa re n

    tada con la de Schopenhauer: la historia muestra una continua

    corrupcin, una cada irrefrenable, y los cambios individuales

    son milagros sin fundamento. En segundo lugar, su enseanza

    del retorno de lo igual es una nueva anulacin d e cualquier his

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    La visin del mundo aristocrtica y la democrtica

    toricidad, de cualquier progreso. No debe sorprender que all

    donde a d

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    Gyorgy Lukcs. Testamento poltico y otros escritos

    unin entre progreso y democracia por un lado, entre negacin. deFprogreso e ideologa aristocrtica por o tro es, por c onsiguiente, un hecho de la vida misma.

    o es casual qu e aq u ap arez ca el co nc ep to de pesim ism o.Tambin aqu puede ser comprobada una importante afinidad-asimismo anclada en el concreto desarrollo social-. Pertenecen^al mismo grupo (y esto tampoco es casual), por un lado, progre

    so, optimismo y democracia; por otro lado, hostilidad al