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Página UNIDAD 1: Fidelidad a pesar de la infidelidad (1:1-3:5) ...................... 5 Capítulo 1: Llamamiento y matrimonio de Oseas (1:l-2:l) ........................................ 7 ........ Capítulo 2: Dios determina redimir a Israel (2:2-23) 19 Capítulo 3: Amar como Dios ama (3:l-5) ............................ 31 UNIDAD II: Dios enjuicia a Israel (4:l-7:16) ......................................... 41 Capítulo 4: Dios acusa a Israel (4:l-19) ............................. 41 Capítulo 5: La rebelión de Israel y su falso arrepentimiento (5:l-6:ll) ............ 53 ........... Capítulo 6: Israel, nación llena de engaño (7:l-16) 67 UNIDAD III: Resultados de la infidelidad (8:l-10:15) .......................... 79 Capítulo 7: El que siembra viento ................................ segará torbellino (8:l-14) 79 ............. ... Capítulo 8: ¿Qué harán cuando ? (9:l-10:15) 93 UNIDAD IV: El amor fiel de Dios (11:1-14:9) ...................................... 105 Capítulo 9: La compasión de Dios ........................... por Su pueblo (11:l-12:14) 105 .............. Capítulo 10: Es un amor que sana (13:l-14:9) 119 O Copyri ht 1994 Convention Press ~odos~os derechos reservados 5408-94 Producido por la Sección Hispana de Iglecrecimientode la Junta Bautista de Escuelas Dominicales de la Convención Bautista del Sur Asistente de manuscrito: Sara Chan; Editor: Javier Elizondo; Administrador: Ramón Martínez Impreso en los Estados Unidos de Norteamérica Creemos que la Biblia tiene a Dios como su autor; la salvación como su finalidad; y la verdad, sin ninguna mezcla de error, como su tema. La declaración de la Convención Bautista del Sur de 1963, titulada Fe y Mensaje Bautistas es nuestra guía doctrinal.

Oseas javier elizondo

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Página UNIDAD 1:

Fidelidad a pesar de la infidelidad (1 :1-3:5) ...................... 5

Capítulo 1: Llamamiento y matrimonio de Oseas (1:l-2:l) ........................................ 7

........ Capítulo 2: Dios determina redimir a Israel (2:2-23) 19 Capítulo 3: Amar como Dios ama (3:l-5) ............................ 31

UNIDAD II:

Dios enjuicia a Israel (4:l-7:16) ......................................... 41

Capítulo 4: Dios acusa a Israel (4:l-19) ............................. 41 Capítulo 5: La rebelión de Israel

y su falso arrepentimiento (5:l-6:ll) ............ 53 ........... Capítulo 6: Israel, nación llena de engaño (7:l-16) 67

UNIDAD III:

Resultados de la infidelidad (8:l-10:15) .......................... 79

Capítulo 7: El que siembra viento ................................ segará torbellino (8:l-14) 79

............. . . . Capítulo 8: ¿Qué harán cuando ? (9:l-10:15) 93

UNIDAD IV:

El amor fiel de Dios (1 1 :1-14:9) ...................................... 105

Capítulo 9: La compasión de Dios ........................... por Su pueblo (11:l-12:14) 105

.............. Capítulo 10: Es un amor que sana (13:l-14:9) 119

O Copyri ht 1994 Convention Press ~ o d o s ~ o s derechos reservados

5408-94 Producido por la Sección Hispana de Iglecrecimiento de la Junta Bautista de Escuelas

Dominicales de la Convención Bautista del Sur Asistente de manuscrito: Sara Chan; Editor: Javier Elizondo; Administrador: Ramón Martínez

Impreso en los Estados Unidos de Norteamérica

Creemos que la Biblia tiene a Dios como su autor; la salvación como su finalidad; y la verdad, sin ninguna mezcla de error, como su tema. La declaración de la Convención Bautista del Sur

de 1963, titulada Fe y Mensaje Bautistas es nuestra guía doctrinal.

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UNIDAD I

FIDELIDAD A PESAR DE LA INFIDELIDAD

La mujer llegó al hospital medio muerta. Eran visibles las señales del maltrato físico y abuso sexual, así como su desesperación, temor y aun lentitud en sus reacciones mentales. La habían abandonado desnuda en la orilla de un lago, en donde había pasado toda una noche expuesta al frío. Luego de los tratamientos adecuados, se recuperó físicamente. Pero necesitaba más que sólo la recupera- ción física. Contó su triste historia. Después de cuatro años de matrimonio, había abandonado a su esposo y dos hijos. Dijo que la razón había sido su deseo de conocer el mundo y vivir "su vida." Se había unido a un grupo de gente de vida disipada y corrupta, en la cual ella también participó. A duras penas podía recordar el nombre de la madre de su marido y la calle donde ella creía que vivía. Con estos datos al fin se pudo ubicar al esposo, y comuni- carle que una mujer que decía ser su esposa estaba en el hospital. El hombre no podía dar crédito al informe. Junto con su madre se presentó en el hospital tan pronto como le fue posible, y hubo un encuentro muy emocio- nante. Ante la expresión del temor de rechazo, el marido emotivamente exclamó: "Aunque nos abandonaste, te

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amamos y te recibiremos de nuevo. Vuelve con nosotros y todo será mejor."

El mensaje y la vida de Oseas nos muestran a un Dios compasivo que busca redimir y restaurar a Su pueblo aunque éste lo haya abandonado y sido desleal. Dios le ofrece Su amor redentor para perdonarle y restaurarle.

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CAPITULO 1

Llamamiento y matrimonio de Oseas

(1:l-2:l)

El profeta Oseas pertenece a un período considerado clásico en la historia de la profecía hebrea: el siglo VI11 A.C. En Israel, reino del norte, Amós y Oseas se desta- caron. En el reino del sur o Judá, Isaías y Miqueas pro- clamaron la revelación de Dios. Las palabras de estos profetas han quedado escritas en libros que llevan sus respectivos nombres.

Oseas, hijo de Beeri (1 :1,2a) La Biblia nos da poca información sobre Oseas. Ello se

debe a que el interés principal no es la persona sino el mensaje, por cuanto éste es la "Palabra de Jehová". Los mensajes del profeta y el ejemplo de su vida no son simplemente buenos deseos o producto de su inteligen- cia, sino que tienen origen en el Dios personal de Israel. El apóstol Pedro escribió que "nunca la profecía fue traí- da por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu San- to" (2 P. 1:21). Por ello los mensajes del profeta tienen autoridad permanente sobre el pueblo de Dios y también sobre la iglesia del Señor.

El nombre Oseas significa salvación, y refleja fielmen- te el propósito de su llamamiento: la salvación de Israel. Ya que el nombre era común, la mención de su padre lo diferencia de otros Oseas que aparecen también en la Bi- blia (2 R. 17:l).

El tiempo histórico del ministerio de Oseas abarca un período extenso que cubre los reinados de cuatro reyes de Judá: Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías; y de los últimos

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cinco reyes de Israel, aunque sólo se le menciona a uno de ellos: Jeroboam, hijo de Joás. Cronológicamente, y por los datos que aparecen en el libro, el ministerio profético de Oseas tuvo lugar desde poco antes del año 746 A.C. en que se castiga a la casa de Jehú (1:4), y tal vez hasta el año 721 A.C., cuando Samaria cae en poder de los asirios.

Desde el reinado de Roboam, hijo de Salomón, el pue- blo hebreo quedó dividido en dos reinos (1 R. 12). El reino del norte, llamado Israel o Efraín, tenía su capital en Sa- maria. Este reino llega a su fin con la invasión de los asi- rios en el año 721 A.C. La mayoría del pueblo fue llevada en cautividad, y los que quedaron pronto se mezclaron con gente de otras naciones. Sus descendientes son los antepasados de los samaritanos del tiempo de Jesús.

El otro reino era Judá, y ocupaba el territorio sur de Palestina. Su capital era Jerusalén, ciudad ubicada en un lugar central y muy estratégico. Este reino estaba for- mado básicamente por los descendientes de las tribus de Judá y Benjamín (1 R. 12:17, 21). Esta nación es la que sobrevive hasta el tiempo de Jesús, a pesar de sufrir cau- tividad, exilio y sometimiento político. Los descendientes de este reino conforman la nación y el estado de Israel en nuestros días.

En la profecía de Oseas se pueden notar por lo menos tres características distintivas del mensaje de la Palabra de Dios. En primer lugar, Oseas usa extensamente inci- dentes históricos reales de la vida del pueblo de Dios. Con ello el profeta demuestra su conocimiento profundo de la historia de Israel, y la relación de esa historia con el propósito divino para el pueblo. Los incidentes históri- cos no se mencionan sólo como curiosidades ni simples anécdotas. Estos ejemplos tienen principalmente dos pro- pósitos: primero, demostrar la continua rebeldía del pue- blo hacia el Dios del pacto. Con su denuncia Oseas ubica a sus contemporáneos en la misma situación de sus ante-

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pasados que fueron desobedientes a los mandamientos de Dios. Los juicios tienen validez y alcanzan a los que en la actualidad también se rebelan contra Dios. El juicio de Dios sobre la generación que no se arrepiente viene con todo el peso al igual que en las pasadas generaciones.

El segundo propósito en el uso de los eventos históricos es demostrar la paciencia y misericordia de Dios en fide- lidad a Su pacto. Así como una y otra vez el pueblo deso- bedecía, Dios le mostraba misericordia y salvación en cumplimiento de Su propósito redentor. Oseas apela a las intervenciones históricas más tiernas y más claras de la demostración del amor de Dios. Les recuerda del éxodo, del cuidado en el desierto, de las leyes que en cada oca- sión enseñaban al pueblo a caminar con Dios. Estas men- ciones históricas de la misericordia de Dios tienen la in- tención de hacer volver a Israel al arrepentimiento y co- munión con Dios.

La segunda característica de las profecías de Oseas es su observación crítica de la conducta moral y social del pueblo, y su conocimiento íntimo de las prácticas idóla- tras. El pueblo estaba mezclando la adoración a Dios con las prácticas religiosas y culturales de los cananeos. El pueblo no llamaba más a Dios "Mi Elohim", sino "Mi Baal". La moral revelada fue cambiada por la inmorali- dad pagana. La estabilidad del hogar y los requisitos bá- sicos de fidelidad y solidaridad humana se habían aban- donado a favor de los placeres egoístas de los cananeos. Oseas observaba todo esto que ocurría como "parte de la cultura en que vivimos", y lo denunció con toda energía. El reconocía que la causa de todo ello era la falta de co- nocimiento de Dios por parte del pueblo. Siempre que hay un choque de prácticas religiosas o culturales, la ten- dencia es buscar un compromiso, una mezcla que evite la pérdida de esas costumbres y que sea satisfactoria a todos. A esto hoy día se le llama "convivencia pacífica" y

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señal de "civilización progresista." La Biblia lo llama ido- latría y abominación.

La tercera característica en el mensaje de Oseas es que su vida familiar, su matrimonio y sus hijos, son parte integral de su mensaje. No sólo las palabras, sino tam- bién la vida misma del profeta en relación con su matri- monio y sus hijos, se vuelven instrumentos de la revela- ción divina. Como ningún otro profeta, Oseas en su vida familiar encarna la relación de Dios con Su pueblo. Pero no sólo eso, sino que también a través de sus decisiones en cuanto a su vida familiar, Oseas expresa dramática- mente la misericordia y la fidelidad de Dios.

El matrimonio y la familia de Oseas (1 :2b-9)

Oseas se casa con Gomer (w. 2b, 3) El primer acto profético es el casamiento de Oseas con

Gomer, en obediencia a Dios. Este matrimonio debía re- flejar la relación de Israel con Jehová. Notemos varias características de este matrimonio. Primero, es un matri- monio real entre un hombre y una mujer. Se menciona el nombre de la mujer y su identidad paterna. Se mencio- nan también la concepción de varios hijos, el destete de uno de ellos, actividades propias en un matrimonio. Este dato confirma más aún la realidad de la vida familiar de Oseas. Se descarta que el matrimonio de Oseas con Gomer sea simplemente una técnica literaria (alegoría) para presentar una verdad más profunda.

Segundo, para servir de modelo de la relación de Israel con su Dios, la mujer debía ser alguien que simbolizara o representara la infidelidad o deslealtad a Dios. Esa infi- delidad se describe en términos de fornicación. Tres posi- ciones principales se han enunciado con respecto a Gomer. Una, que era una prostituta profesional, dedica- da a la actividad sexual como un medio de ganancia. Dos,

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que era una prostituta sagrada dedicada al culto a Baal. Uno de los ritos de adoración a este dios consistía precisamente en tener relaciones sexuales con mujeres consagradas para ello. Y tres, que Gomer en su vida y conducta encarnó con precisión la idolatría prominente en la sociedad.

El propósito redentor de la revelación dada a través de Oseas apunta más hacia esta última interpretación. El pueblo entero estaba involucrado en la idolatría a Baal, el dios de los cananeos. El hecho de dejar a Dios y adorar a otro dios era un acto de infidelidad comparable a la deslealtad conyugal, y aun más grave. Tanto hombres como mujeres se ofrecían en relaciones sexuales con per- sonas no cónyuges, en honra a Baal. Espiritual y física- mente, eran hijos de fornicación. jQué triste es que la so- ciedad de hoy día nos muestra las mismas prácticas! Se abandona a Dios y se adoptan prácticas de infidelidad matrimonial en nombre de la cultura.

Jezreel, el primer hijo (w. 4, 5)

Los hijos de Oseas son también parte de su mensaje profético. Sus nombres simbólicos declaran los juicios de Dios a Su pueblo. Dios ordena al profeta que a su primer hijo le llame Jezreel. Este nombre significa "Dios siega," y apunta al juicio de Dios como castigo por actos concre- tos en la historia del pueblo. La ciudad de Jezreel había sido escenario de violencia y derramamientos de sangre para satisfacer las ambiciones de los reyes de Israel. Allí Jezabel, esposa del rey Acab, en nombre y con la autori- dad del rey, maquina y hace ejecutar el asesinato de Na- bot para apropiarse de su viña (1 R. 21:7-16). Allí Jehú despiadadamente mata a todos los de la casa de Acab (2 R. 10:11), y se apropia del reino. El nombre del niño anuncia el juicio de Dios. Dios acabará con el reino a

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causa de los pecados de los reyes y del pueblo, por cuanto nunca se arrepintieron.

La realidad de ese juicio vino muy pronto, así como el profeta lo declaró. En el año 746 A.C. terminó la dinastía de Jehú por una conspiración (2 R. 15:lO). En el año 733 A.C. el rey de Asiria invadió el territorio y derrotó al ejército de Israel en el valle de Jezreel. Desde esa fecha, y hasta el fin del reino, ocasionado por la caída de Sama- ria en 721 A.C., Israel permaneció como vasallo de Asi- ria. Ni el rey ni el pueblo prestaron atención al mensaje del profeta hecho patente con su primer hijo. Debemos tener mucho cuidado en prestar atención a las adverten- cias de juicios en la Palabra de Dios.

Lo-ruhama, la hija del profeta (VV. 6, 7)

En muchas culturas del pasado las madres preferían tener hijas. Se daban como razones que las niñas son más cariñosas, más compañeras de la madre y ayudan más en los quehaceres de la casa. Y ciertamente en la mente de la mayoría una niña despierta más los senti- mientos de ternura y dulzura. Pero el nacimiento de la hija del profeta trae un significado totalmente opuesto, como lo declara el nombre que Dios le ordena darle. "No compadecida" o literalmente, "No ha hallado compasión", indica básicamente dos realidades tristes y graves. Pri- mero, la relación de ternura y cuidado, responsabilidad maternal básica de Gomer para con su hija, ya no existe. La infidelidad de Gomer empieza a tener consecuencias en sus obligaciones de madre. No es común que una madre no sienta compasión o ternura por su hijo o hija. Sin embargo, Gomer empieza a manifestar patéticamen- te la destrucción de la vida familiar como consecuencia de su infidelidad. Muchas veces no se piensa en los efec- tos que la infidelidad matrimonial puede producir en los hijos. Pero así como desaparecen el amor y la fidelidad

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para con el cónyuge, también desaparece el sentido de obligación para con los hijos. Son éstos los que más su- fren en un hogar quebrantado. Ciertamente, llevar el nombre de "No compadecida" es una tragedia. Pero sen- tir en carne propia la falta de amor y ternura que todo ser humano necesita, no sólo es trágico, sino traumático.

En segundo lugar el nombre indica la situación del pueblo ante su Dios. En el entendimiento bíblico, el único punto de contacto que los seres humanos tienen con Dios es Su compasión, la cual mueve a Dios a perdonar, a ser fiel a Su pacto y a cuidar de Su creación y criatura. Pero en la hija del profeta se anuncia que esa compasión tiene un límite. El único lazo o cuerda que unía al pueblo con Dios desaparece. Ahora el pueblo queda totalmente ex- puesto a las consecuencias de sus pecados y rebeldía. Así como Gomer se desentendió de su hija, Dios se desentien- de de Su pueblo y lo abandona desprotegido. Ese abando- no de Dios pronto tuvo su consecuencia. Pocos años des- pués, Asiria conquistó el reino de Israel y el pueblo sufrió sin que hubiera muestra de compasión alguna. Nunca uno debe llegar al punto en que Dios decida no mostrar más Su compasión. Por ello, el arrepentimiento es nece- sario. No hay nada más seguro de mover a Dios a compa- sión que el arrepentimiento de su pueblo (2 Cr. 7:14).

Pero la compasión de Dios sólo había de cesar para el reino de Israel. Dios seguiría teniendo compasión de Judá, o el reino del sur, en fidelidad a Su propósito re- dentor anunciado a Abraham. También este reino estaba en rebeldía con Dios, como los profetas Isaías y Miqueas denuncian. La decisión de Dios no era arbitraria ni se debía a los méritos del pueblo de Judá. Simplemente se basaba en la fidelidad de Dios, y en la respuesta de algu- nos de los reyes de Judá que se arrepintieron y guíaron al pueblo en los caminos del Señor.

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Lo-ammi, el tercer hijo (w. 8, 9)

El joven había conocido a un creyente y había aceptado asistir con él a los cultos. En poco tiempo, el Señor tocó su corazón y recibió a Jesucristo como su Salvador. Sen- tía un profundo gozo en su vida y el entusiasmo de com- partir las buenas nuevas. Llegando a su casa, comunicó a su madre la decisión tan importante que había tomado. La madre, sorprendida y molesta, le recriminó duramen- te. Ella estaba reflejando la actitud de incomprensión y hostilidad al evangelio que hasta hoy prevalece en mu- chos lugares. La discusión se intensificó, y como un argu- mento final y determinante la madre dijo al hijo: "Si en- tras en esa religión, ya no serás más mi hijo, ni yo seré tu madre. Tendrás que dejar este hogar". Estas palabras hirieron profundamente al joven. La relación con su madre era para él un mundo de seguridad, amor, protec- ción y sustento. Pero ahora ese mundo se desplomaba a sus pies.

Algo similar ocurre con Israel, simbolizado con el ter- cer hijo de Gomer. Ella, después del destete de Lo-ruha- ma, concibe y da a luz un hijo. El destete en tiempos bí- blicos ocurría a los 2 ó 3 años de vida de un bebé y era motivo de fiesta (Gen. 21%). Dios nombra a este hijo Lo- ammi, que significa "No pueblo mío." La existencia de Is- rael como pueblo tenía dos fundamentos: Dios lo había escogido como pueblo Suyo (Dt. 7:6), y Jehová se declaró como Dios de ellos (Ex. 20:2). Estos fundamentos hacían distinto y único a Israel, y eran la garantía de la existen- cia misma del pueblo y del cumplimiento del propósito redentor (Dt. 26:17-19). La afirmación 'Yo soy Jehová, tu Dios" que aparece en tantos pasajes bfblicos apunta a una realidad única de relación entre Dios e Israel.

El nombre Lo-ammi declara que la violación de los tér- minos de pacto por parte de Israel anula los beneficios de una relación especial. El pueblo queda totalmente des-

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protegido y sin ningún privilegio especial por parte de Dios. La declaración de Dios es una sentencia personal y legal de quebrantamiento de esa relación tan especial: "No sois mi pueblo; y yo no soy vuestro Jehová." A pesar de las muchas advertencias y llamados al arrepentimien- to, Israel no responde.

Sin embargo, la fidelidad y misericordia de Dios no ter- minan. Y en el mensaje profético de esperanza, y en el ejemplo de la vida del profeta en buscar y restituir a su es- posa infiel, conocemos más de la paciencia y fidelidad de Dios.

Una esperanza de restauración (1 :lo-2:l) El corazón de un mensaje profético no es el juicio que

pronuncia sino la esperanza de restauración que procla- ma. Los nombres de los hijos de Oseas habían declarado persistentemente la situación de Israel y el juicio de Dios. Su rey sería castigado y la nación quedaría sin líder. El pueblo sería derrotado y llevado en cautividad. La compasión de Dios había cesado y su identificación como pueblo de Dios estaba disuelta. Políticamente, la división del reino y la constante hostilidad entre ambos reinos había debilitado mucho a Israel. El avance de las tropas asirias amenazaba seriamente la supervivencia de la nación. Ante las constantes denuncias del profeta, no hubo respuesta de arrepentimiento.

En medio de esta situación trágica, el profeta expresa el mensaje de esperanza en una restauración religiosa, política y social. Esa restauración incluía, en primer lugar, multiplicación de descendencia. Esa fue una de las promesas de Dios a los patriarcas. En segundo lugar, la restitución de Israel como pueblo escogido de Dios. Esta restitución sería reconocida por todos los pueblos quienes afirmarían que los de Israel eran hijos del Dios viviente. Tercero, habría unión de los dos reinos bajo un sólo líder.

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La unidad de todos los descendientes o de todas las tri- bus de Israel fue el propósito de Dios. La división fue el resultado del pecado. Esta división era causa de muchas discordias y enemistades entre los descendientes de Is- rael. Pero esa división cesaría el día que Dios restaurara a su pueblo. Cuarto, las relaciones sociales serían reesta- blecidas totalmente, revirtiendo el juicio de Dios. La desaprobación de Dios siempre significa deterioro en las relaciones sociales. Eran comunes las prácticas de enga- ños, robos, homicidios, adulterios, etc. Por todo eso, las relaciones personales eran agotadoras y angustiosas (4:l- 3). Pero Dios haría que nuevamente las relaciones perso- nales entre todos fueran fraternales. Se llamarían unos a otros hermanos y hermanas, y expresarían compasión y cualidades propias de los que son hijos de Dios.

Esta esperanza de restauración se ha cumplido en Je- sucristo y en la iglesia cristiana. No hay sorpresa más grata para los inconversos que observar la relación de fraternidad entre los creyentes. En una iglesia de habla hispana en Texas hace varios años, el esposo inconverso de una creyente nos llamaba "cuñado" y "cuñada" a los miembros de la iglesia. Como explicación él decía que había observado que el trato entre los miembros de igle- sia era de hermanos, y que él entonces se sentía el cuña- do de los creyentes.

Lecciones para la vida en Oseas 1 :1-2:l

1. El líder cristiano y su familia. La familia de Oseas participó activamente en el mensaje del profeta. El mensaje de Dios puede ser poderosamente transmiti- do por la palabra y el ejemplo de vida familiar. Cuide- mos el testimonio en nuestras relaciones familiares.

2. El sufrimiento de los hijos de matrimonios rotos. No conocemos a nadie con nombres como "No compa-

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decida" o "No me pertenece." Pero, lastimosamente, los hijos de padres divorciados o de hogares rotos lle- van consecuencias imborrables en sus vidas. Debemos insistir en mantener el matrimonio y el hogar en el modelo del mandamiento de Dios. La fidelidad matri- monial, el amor compasivo y las responsabilidades mutuas son los mejores recursos para evitar una ge- neración corrupta.

3. La presión de la cultura. El pueblo en tiempos de Oseas sucumbió a las prácticas culturales de los cananeos. Hay estadísticas que demuestran que en la actualidad la práctica del pecado sexual es igual en los llamados creyentes y no creyentes. La presión de los medios masivos de comunicación ha hecho su efecto maligno. Por ello, la iglesia más que nunca debe resistir toda práctica cultural que atente contra los claros manda- mientos del Señor.

4. Dios en primer lugar. El pueblo en tiempo de Oseas no olvidó a Dios. Lo que hicieron fue relegarlo y reempla- zarlo con un ídolo. Ese pecado llevó al pueblo a come- ter todos los otros pecados. La persona o el pueblo que abandona a Dios y lo sustituye con un ídolo, esta en camino a perdición. No en vano Jesús nos enseña que el primer y el principal mandamiento de todos es amar a Dios (Mr. 12:28-30).

Actividades de aprendizaje personal

1. Complete este párrafo. El mensaje y vida de Oseas nos muestran a un Dios compasivo que no a su pueblo aunque este lo haya y sido

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Dios le ofrece su redentor para

Y 2. Hay tres proposiciones principales que se han someti-

do respecto a Gomer. Escríbalas en este espacio.

3) 3. Oseas y Gomer tuvieron tres hijos. Escriba los nom-

bres y el significado de ellos.

3) 4. Mencione las cuatro ideas principales del mensaje de

restauración que presenta Oseas 1:lO-2:l.

4) 5. Complete esta idea: La esperanza de la restauración

se ha cumplido en y en la cristiana.

Respuestas: 1. abandona, abandonado, desleal, amor, perdonarle, restaurarle; 2. era prostituta profesional, prostituta sagrada, y símbolo de la sociedad idólatra; 3. Lo-ruhama (No compadecida), Jezreel (Dios siega), Lo-ammi (No pueblo mío); 4. la descendencia se multiplicaría, restitución de Israel como pueblo escogido, unión de los dos reinos bajo un líder, las relaciones sociales serían reestablecidas; 5. Jesucristo, iglesia.

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CAPITULO 2

Dios determina redimir a Israel

El capítulo 2 de Oseas presenta la firme e inalterable determinación de Dios de restituir a Israel a una relación de comunión. El capítulo usa ágilmente los temas pre- sentados anteriormente para ilustrar todo lo que Dios está dispuesto a hacer para lograr la redención de Su pueblo Israel. En la forma de una controversia entre un hombre y su esposa infiel, se describe vívidamente la re- lación entre Jehová e Israel. El matrimonio de Oseas prácticamente había llegado a su fin por la conducta de Gomer. Los hijos ya estaban crecidos y conscientes de la situación. Nada quedaba más para Oseas que declarar el matrimonio nulo o exigir el castigo de su esposa según mandaba la ley de Moisés (Dt. 24:l-4; Lv. 20:lO). Pero la acción del ofendido esposo es totalmente diferente. De igual manera Dios no permitiría que la relación de pacto con Israel se anulara. Si bien el pacto fue quebrantado, Dios en Su gracia haría un nuevo pacto para mantener esa relación redentora.

La denuncia de infidelidad (2:2-7) ¿Es la infidelidad el término final e irreversible en una

relación matrimonial? ¿Hay algo que se podría hacer para salvar este matrimonio y este hogar?

El mensaje de Oseas presenta una denuncia legal de Dios contra la infidelidad de su pueblo, pero al mismo tiempo presenta una esperanza de resolución.

Jehová confronta a Israel por su idolatría (v. 2)

Oseas tuvo que confrontar la infidelidad de Gomer; era necesario. Aun los hijos sabían y reconocían la conducta de su madre. Indudablemente, Oseas pidió a su esposa

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que abandonara su infidelidad por amor a los hijos quie- nes estaban llevando la vergüenza de la madre. Involu- cró a sus hijos para que ellos también procuraran que Gomer "sentara cabeza" y se restituyera a su papel de es- posa fiel y madre amorosa.

La misma pasión con que Oseas apeló a su esposa ilustra como Dios apela a Israel. En el mismo lenguaje de confrontación conyugal, Dios confronta a Israel, su com- pañera de pacto, con su idolatría. El pueblo no pensaba que su adoración a Baal era idolatría. Todo aquello que al ser humano le gusta hacer para satisfacer sus deseos carnales y egoístas lo sanciona como un acto de adora- ción a Dios. Pero Dios acusa a Su pueblo abierta y direc- tamente. El lenguaje usado es el de un tribunal y la acu- sación es una denuncia legal: "Israel ya no es mi esposa ni yo, Jehová, soy su esposo." Esta no fue una sentencia legal definitiva, sino un reconocimiento público de que la relación de pacto estaba quebrantada. La razón era la persistente infidelidad del pueblo expresada en las prác- ticas rituales e inmorales que honraban a Baal.

Esas prácticas idólatras no eran secretas, sino que se hacían públicas en el uso de joyas que proclamaban ad- herencia a Baal (Gn. 35:4). Asimismo, las prostitutas se identificaban por el uso de ciertas prendas de vestir y joyas (Gn. 38:14, Pr. 7:lO). Hoy día también se presenta la tentación de usar vestimentas, joyas, objetos, estilos de vida, y música que parecen simplemente ser parte de la cultura, pero que en realidad son expresiones de valo- res opuestos a la voluntad de Dios.

Lo que el esposo y padre ruega es que la esposa aban- done su práctica infiel. Su propósito no es el de divorciar- se, sino el de recuperar nuevamente a su esposa. Así Dios no desea que su pueblo se pierda, sino que abandone su infidelidad y se vuelva a El. Pero es Dios quien toma la iniciativa y las acciones necesarias para este logro.

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Las consecuencias de la infidelidad (w. 4-5)

La infidelidad siempre tiene sus consecuencias. Dios advierte que si Israel persiste en su idolatría, El castiga- rá en forma consecuente con su Santidad y con la grave- dad del pecado. La primera advertencia es que Dios va a dejarla sin sustento. Una de las obligaciones básicas del esposo era proveer alimento y vestido para su esposa (Ex. 21:lO). Así Jehová, como esposo de Israel, era quien le proveía de sustento básico al pueblo. Pero, por causa del abandono de Israel a Dios, ahora ese sustento sería quitado. Esta advertencia tiene mucho significado ya que en el entendimiento popular y erróneo, se atribuía a Baal la fertilidad de la tierra.

La segunda consecuencia era el efecto en el pueblo de la falta de compasión de Dios. Dios ya no mostraría com- pasión por los hijos del pueblo. No solamente habría pro- blemas en el sustento diario, sino que también el pueblo quedaría expuesto a toda clase de calamidades, sin que Dios los defendiera o los aliviara.

Una tercera consecuencia es la desolación de la tierra. La tierra de Canaán fue el regalo de Dios al pueblo confor- me a la promesa. Dios aseguró que esa tierra fluiría leche y miel, y siempre produciría en abundancia para satisfa- cer las necesidades de sustento. Pero ahora Dios dejaría que la tierra he ra estéril, sin agua, y se volviera inhóspi- ta.

Las consecuencias de la infidelidad a Dios son terri- bles. Su propósito no es destruir al ser humano, sino lla- marle al arrepentimiento y a la comunión con Dios. Hoy día vemos las mismas consecuencias en el mundo. Millo- nes de seres humanos carecen del sustento básico: ali- mento y vestido. Las calamidades suceden una tras otra como consecuencias de las guerras, revoluciones y fenó- menos naturales. Por supuesto, la tierra cada día se vuelve más inhóspita y peligrosa, ya que el medio am-

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biente está siendo contaminado por la pecaminosidad del ser humano. Lo triste no son sólo estas consecuencias. Lo triste es que ni aun así el ser humano deja su pecado para reconocer a Dios.

La infidelidad acarrea la disciplina de Dios (w. 6-7)

El había crecido en un hogar cristiano, pero pronto se rebeló contra las enseñanzas maternas y de la iglesia. Abandonó el hogar y se unió a una pandilla de barrio. Vivió del robo, del pleito y de las ganancias oscuras del vicio. La muerte le rodeó varias veces. Por un buen tiempo se salió con la suya. Escapó de la muerte, de la policía y de la pandilla enemiga. Pero un día llega la tra- gedia. El hermano muere en una lucha entre pandillas. La cárcel se convierte ahora en su nuevo hogar. La justi- cia humana lo acusa de un crimen y lo sentencia a la muerte. Y allí en el sufrimiento, en la desolación de una oscura celda, se acuerda del Dios de sus padres y de su iglesia. Entonces clama a Dios, se arrepiente, y se com- promete a serle fiel hasta la muerte. La gracia de Dios, que siempre es más abundante de lo que uno espera, lo libra de la muerte, y le permite ser un ejemplo vivo del amor redentor de Dios. ¡Cuántas veces Dios, movido por Su misericordia y fidelidad, ha usado la disciplina del su- frimiento, la enfermedad, la pérdida, para lograr la con- versión y lealtad de un escogido!

Esto es lo que Dios decide hacer con Su pueblo. No se siente todavía derrotado. Su misericordia es inagotable. Es Su firme determinación restituir a su pueblo-esposa. Apela a acciones disciplinarias para despertar en la espo- sa infiel el deseo de regresar a su marido legítimo. La primera acción de Dios es un intento de reorientar el ca- mino infiel de Su pueblo. La idea es que Dios hará difícil y pesado el camino del pecado. Después de que una per-

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sona recibe el peso y el pago del pecado empieza a reco- nocer que algo anda mal en su relación con Dios.

La segunda acción de Dios es más intensa y aguda. La esposa infiel no encontrará más satisfacción en sus amantes ocasionales. Aquel deslumbramiento primero, aquel placer efímero, desaparece. En su lugar vienen la desesperación, la desolación y la angustia. Es así cuando el razonamiento y la comparación con el esposo legítimo surgen. El hijo pródigo nunca pensó en la abundancia de la casa de su padre hasta que se sintió con hambre y abandonado. Con estas acciones disciplinarias Dios in- tenta hacer volver a su pueblo a la fidelidad del pacto.

Dios es la fuente de bendiciones materiales (2:8-13)

El ser humano siempre quiere sacar ventajas en sus relaciones; y muchas religiones ofrecen ventajas espiri- tuales y materiales, al parecer a cambio de muy poco.

Israel no reconoce en Dios su fuente de bendición (v. 8)

La religión de Baal, a cambio de ritos inmorales que apelaban a los deseos humanos pervertidos, a cambio de festivales y ceremonias con tonos religiosos, ofrecía ferti- lidad y abundancia. Esta oferta atraía y seducía al pue- blo de Israel.

Por lo general, la mención de trigo, vino y aceite se usa para indicar la abundancia agrícola, y son específicamen- te frutos de la bendición del Dios del pacto (Dt. 11:14). Representaban la seguridad del sustento del pueblo. El lino y la lana eran para la ropa, y la plata y el oro repre- sentaban la prosperidad económica que mayormente sa- tisfacía el deseo de lujo y ornamentación de la clase alta. Israel, en su error, no sólo atribuye a Baal todos esos pro- ductos, sino que con los mismos le rinde culto, festivales, y le dedica los sacrificios y las ofrendas apropiadas. En

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su pensamiento torcido, ya no es Dios quien bendice la tierra y envía la lluvia. Es Baal el señor de los hombres, los animales y la tierra. La situación era similar a la amante infiel quien atribuye a sus amantes las satisfac- ciones de su sustento y de sus caprichos. Dios denuncia enérgicamente este error que arrastra al pueblo a más infidelidad y pecado. Cuántas veces la prosperidad mate- rial, lejos de mover al ser humano a expresar su gratitud a Dios y su compromiso de fidelidad, lo aleja de Dios y lo arrastra al vicio y al pecado.

Dios priva a Israel de las bendiciones (w. 9-1 3) Pero Dios estaba determinado a corregir el error de Su

pueblo. Varias acciones habían de convencer a Israel que Dios era la fuente de sus bendiciones materiales. La pri- mera fue que Dios haría cesar la abundancia de la tierra. Aquellos mismos productos que eran atribuidos a Baal y "asegurados" por la práctica de los ritos y festivales "apropiados," serían quitados por Dios.

La segunda acción de Dios tenía que ver con el recono- cimiento de imposibilidad y frustración en la confianza vana en los dioses ídolos. Esto traería vergüenza pública similar a la vergüenza que una mujer desnuda pasa al ser expuesta públicamente. La tercera acción fue el cese de todas las manifestaciones religiosas en las cuales se hacían más patente la idolatría y el desenfreno moral del pueblo. Como recordatorio de su relación con Dios se es- tablecieron ciertas fiestas que el pueblo debía guardar: el día de reposo, la de la nueva luna, y las tres fiestas anua- les que específicamente recordaban al pueblo de las ac- ciones de salvación y cuidado de Dios. Eran ocasiones en que el pueblo expresaba su gratitud a Dios y renovaba su fidelidad al pacto. Pero Israel usaba todas estas fiestas para satisfacer sus deseos carnales y para atribuir a Baal en grosera idolatría todos los beneficios divinos. Por

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ello Dios haría cesar todas esas fiestas. Junto con la es- casez, la invasión de Asiria, la cautividad y la pérdida de identidad racial y religiosa, Israel perdería todas sus fiestas también.

Es Dios quien ha de restaurar a Israel (2:14-23) Esta porción presenta a Dios mismo responsabilizán-

dose por lograr la reconciliación de Su esposa-pueblo. La primera acción que Dios haría era la de ganar nueva- mente el amor inicial o primero de Su pueblo.

Dios restaura el amor de Israel (VV. 14-1 5)

La joven esposa estaba muy desilusionada. En escasos años de matrimonio, se sentía defraudada y herida. To- das las expresiones de amor, cuidado y ternura por parte de su esposo desaparecieron. Con voz angustiosa y entre sollozos repetía una y otra vez: "Mi esposo ya no me ama." Una vez calmada, empezamos a recordar cuán e- namorados parecían estar durante el noviazgo y los pri- meros años de casados. Cómo, a pesar de muchas oposi- ciones y circunstancias adversas, ellos mantuvieron su amor e intención de unir sus vidas. Ella recordaba con lujo de detalle todo lo que entonces hacía para mantener a su novio a su lado y perdidamente enamorado. Pero todo eso había quedado en el pasado. Entonces surgió una idea para intentar restablecer ese primer amor. Ella tomaría la iniciativa de poner en práctica nuevamente aquellas acciones, aquellas palabras, aquellos sentimien- tos que tanto habían agradado a su novio. Así se ganaría nuevamente el primer amor del hombre de su vida, con la esperanza de mantener ardiente esta vez la llama del amor matrimonial.

Este es exactamente el plan de Dios para restaurar a Israel. Dios tomaría la iniciativa, y a través de varias ac- ciones lograría nuevamente el amor juvenil de Su pueblo.

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En primer lugar, la llevaría al desierto, lugar donde his- tóricamente se concretó el inicio de la relación de pacto. La segunda acción de Dios sería hablarle al corazón mismo de Su esposa-pueblo. Aquí se deja entrever toda la ternura, toda la misericordia de Dios para con Su pue- blo. El hablar al corazón indica un diálogo que intenta despertar o revivir el amor de la amada; era la estrategia usada por un enamorado para recuperar a la mujer que amaba (Gn. 34:3; Jue. 19:3).

La tercera acción de Dios sería la de otorgarle nueva- mente los regalos que demuestran su cuidado y compro- miso de esposo. Las viñas, señal de abundancia de la tie- rra, nuevamente serían dadas como regalos; y en el mismo lugar donde hubo castigo y angustia, surgiría la esperanza. Históricamente, el valle de Acor está relacio- nado con el pecado de Acán y la humillación del pueblo al ser derrotados por el enemigo. Allí Dios mostró su ira y su castigo a la recientemente desposada Israel. Pero así como en ese valle la ira de Dios se apaciguó, ese mismo valle se convirtió en posesión de una nueva esperanza y una nueva relación. Los tiempos de enamoramiento juve- nil volverían con todo su ardor y sus expresiones de sa- tisfacción. Este es el logro que Dios buscaba en Israel.

Dios restaura las relaciones quebrantadas (VV. 16-23) Restaurado el amor de Israel hacia Dios, nuevas rela-

ciones habrían de surgir en lugar de las que habían sido quebrantadas por la conducta infiel de la esposa-pueblo. En este pasaje reaparecen todos los temas anteriores pero en su resolución o restauración.

Por un lado, la restauración surge por iniciativa de Dios y depende exclusivamente de Su gracia y misericor- dia. La infidelidad ciertamente era pecado del pueblo, pero Dios lo estaba cargando como un problema suyo.

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Dios nunca se desentendió ni exclamó que era sólo pro- blema de Israel.

Por otra parte, se indica el momento o tiempo en que estas relaciones serían restauradas. La expresión "En aquel tiempo" se repite tres veces. Más que una referen- cia a un futuro histórico, es referencia a un futuro escato- lógico; es decir, lleno de las cualidades de la salvación completa de Dios. Esta restauración se concreta cuando las condiciones de salvación se cumplen. No depende del paso de los años, sino del propósito de Dios.

Varias son las relaciones restauradas. Primero, se restablece la relación de lealtad única a Dios. El competi- dor es aniquilado y todo vestigio de práctica infiel desa- parece. Se inicia una nueva relación de intimidad y de identidad inconfundible entre Dios y Su pueblo. Segun- do, se restablecen relaciones armoniosas entre el ser humano y el medio ambiente, y entre el pueblo y sus ene- migos. La tierra se había vuelto inhóspita, y toda rela- ción con los demás seres vivientes representaba un peli- gro constante. Los enemigos políticos de Israel, y los inte- reses ambiciosos de los gobernantes, desencadenaban guerras y golpes. La supervivencia del pueblo estaba en constante peligro. Pero ahora esa armonía perdida con la naturaleza era restablecida y una nueva seguridad de paz entraba en efecto.

Tercero, Dios inicia una nueva relación conyugal con Su pueblo. Esta nueva relación se caracteriza como un matrimonio permanente. El peligro de divorcio o que- brantamiento ya no existe. Por otro lado, el matrimonio tiene sus condiciones específicas. Está basado en accio- nes de Dios, y eso garantiza su estabilidad y permanen- cia. Ninguna relación basada en la justicia, en el juicio, en la benignidad, misericordia y fidelidad de Dios puede fracasar.

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Cuarto, Dios tendría una nueva relación con la tierra de tal manera que ella pudiera ofrecer al pueblo todos los recursos necesarios para una vida próspera. Nuevamente se rechaza toda atribución de fertilidad a Baal. La lluvia y la tierra que han de producir todos los productos nece- sarios para la vida humana y la abundancia de cosecha, son regalos de Dios en esta nueva relación.

Finalmente, los nombres simbólicos de los hijos del profeta, y las denuncias que representan, son revertidos y restaurados por Dios. Jezreel, lejos de ser un valle de castigo y miseria, se convierte en símbolo de una cosecha sobreabundante. La misericordia retirada con el naci- miento de Lo-ruhama ( No compadecida), sería totalmen- te restablecida. La relación quebrantada entre Israel y su Dios, patéticamente simbolizada por el nombramiento de Lo-ammi (No pueblo mío), sería restaurada nueva- mente. Israel será nuevamente el pueblo de Dios y Jeho- vá el Dios de Israel.

Todas estas promesas apuntan a un nuevo pacto; y efectivamente es en Jesucristo y en la Iglesia de Cristo donde todas estas promesas tienen s u cumplimiento pleno ( Ro. 9:25; 1 P. 2:lO).

Lecciones para la vida en Oseas 2:2-23

1. Confrontando el pecado (2:2). Vivimos en un tiempo en que cuando alguien comete un pecado lo llamamos simplemente u n desliz; evitamos llamarle pecado. Cuán diferente es la actitud de Oseas en obediencia a Dios. Así debemos confrontar al ser humano y a la so- ciedad con su pecado, pero igualmente con el propósi- to de despertar arrepentimiento.

2. El peligro de la prosperidad (2:s). La prosperidad ma- terial y social de Israel le llevó a olvidar a Dios y a

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atribuirla a sus propias técnicas religiosas. Pero la prosperidad es una bendición de Dios, y tiene como propósito ser instrumento en el extendimiento del Reino.

3. Mantener la llama del amor (2:14). La estabilidad y satisfacción en el matrimonio moderno son muy difíci- les de mantener. Cuán necesario es que cada matri- monio de vez en cuando aparte un tiempo específico y rememore el romance de los tiempos de noviazgo y luna de miel, que se involucren en actividades que tanto significado tenían en el establecimiento y forta- lecimiento de una relación íntima. Estos momentos con seguridad volverán a vigorizar la llama del primer amor.

4. Nuestros cultos a Dios (2:ll). Los cultos a Dios deben tener el propósito de alabar a Dios y de permitir que el pecador se confronte con un Dios santo y misericor- dioso. Como en los días de Oseas, muchos de nuestros cultos son sencillamente reuniones sociales donde más se procura agradar al ser humano. Debemos vol- ver a enfatizar que nuestros cultos no son para hacer- nos "sentir bien". Son para exaltar a Dios, y hacernos confrontar nuestros pecados y pedir misericordia y perdón a Dios.

Actividades de aprendizaje personal

Trace un círculo alrededor de la letra o letras que re- presentan la mejor respuesta a la pregunta.

1. El propósito del capítulo 2 de Oseas es mostrar a. la determinación de Dios en restituir a Israel a

una relación de comunión. b. todo lo que Dios está dispuesto a hacer para lograr

la redención de Su pueblo Israel.

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c. que Dios ha decidido anular su relación con Israel.

2. El propósito de las fiestas que el pueblo debía guardar era el de a. recordar a Dios cómo el Redentor y el Proveedor de

todos los bienes. b. tener un día más de descanso. c. estrenar una nueva túnica.

3. Para restaurar a Israel, Dios haría lo siguiente: a. hablaría al corazón mismo de Su pueblo. b. le otorgaría nuevamente los regalos que demues-

tran su cuidado y compromiso.

4. La iniciativa de restauración entre Dios y el ser humano proviene de a. el ser humano arrepentido. b. la comunidad que reconoce su pecado. c. la misericordia y gracia de Dios.

5. La restauración de la relación entre Dios y el ser humano se hace realidad cuando a. el ser humano llega a Dios con sacrificios. b. el ser humano, humillado, vuelve a Dios y es acep-

tado por El. c. el ser humano decide dejar de fumar, tomar y bai-

lar. d. el hombre se hace responsable del cuidado de su

familia.

6. Varios resultados de las relaciones restauradas entre Dios y el hombre son a. reestablecimiento de lealtad única a Dios. b. relación armoniosa entre el hombre y el ambiente c. relaciones armoniosas entre los pueblos.

Respuestas: 1. a, b; 2. a; 3. a, b; 4. c; 5. b; 6. a, b, c.

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CAPITULO 3

Arnar como Dios ama (3:l-5)

Ella era una joven muy atractiva. Había establecido un noviazgo con un muchacho serio, estudioso y de un fu- turo prometedor. Pero su belleza la llevó a coquetear con otros muchachos que siempre le echaban piropos. Su co- queteo iba cada vez más lejos. Las pláticas, los ruegos, las amenazas del novio no la pudieron parar. Hasta que ocurrió lo que no debía y ella quedó encinta por uno de sus "amigos de fiesta". Por supuesto, cuando llegó a esa condición los "amigos" desaparecieron. Ella se vio enton- ces en una situación difícil y apremiante. El novio tomó la decisión de casarse con ella y darle nombre al hijo que nacería. Mucha gente pensó que el hombre era un tonto y que no debía hacerlo. Por toda respuesta él decía que amaba a aquella mujer y quería ofrecerle todo el amor que sentía y darle la seguridad de un hogar.

El amor de Dios, demostrado en la experiencia del pro- feta Oseas en su relación con su esposa Gomer, ofrece todo sin considerar el mérito o la condición del objeto amado.

En este capítulo nuevamente Dios le pide a Oseas que un acto en su vida matrimonial sea el vehículo de la re- velación del amor de Dios y de Su propósito inalterable de redimir a Su pueblo. Todo el material es autobiográfi- co; es decir, narrado por el mismo profeta.

En el acto de amor que Dios le ordena al profeta realizar hay una comparación de identidad entre Oseas y Dios, Gomer e Israel: Oseas debe demostrar amor por su mujer de la misma manera que Dios demuestra amor por Su pueblo. Ese tipo de amor divino tiene tres caracterís- ticas principales.

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Es un amor que no es fácil (3:l) Amar como Dios ama significa, en primer lugar, amar

al que no es fácil o conveniente de amar, dando beneficio sin tener en cuenta la reciprocidad.

El profeta nuevamente recibe el mandamiento de Dios de realizar una acción que proclamará el mensaje que el pueblo necesita urgentemente. La orden es de amar, y el objeto es una mujer adúltera en posesión de otro hombre. Para comprender este amor que no es fácil debemos no- tar tres elementos.

La identificación del objeto a quien amar

La narración bíblica no identifica a la mujer por nom- bre. Se han propuesto tres posibles identificaciones. La primera, y la de menor probabilidad, es que todo el relato es simplemente una alegoría; es decir, una técnica litera- ria que se usa para resaltar una verdad de valor espiri- tual. Según esto, el relato no es una historia real, sino ficticia. Esta posición trata de defender una moralidad elevada en la relación de Dios al hombre. Dentro de esa moralidad Dios no puede dar semejante orden, ni el pro- feta, por su posición de liderazgo espiritual, puede unir su vida con una mujer adúltera. Pero el carácter autobio- gráfico de este capítulo, los detalles personales que se dan, y el propósito fundamental del mensaje de Oseas confirman la realidad histórica de la experiencia.

La segunda opinión afirma que la mujer mencionada es Gomer, y que el pasaje es simplemente un reportaje paralelo del casamiento de Oseas con Gomer narrado en el capítulo 1. Es la misma historia contada desde pers- pectivas diferentes. Esta postura ignora que el relato afirma que hay una orden nueva de Jehová ("Me dijo otra vez"), y que la descripción de la mujer es diferente. Ella convivía en unión conyugal ilícita, situación que no se presenta en el capítulo 1.

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La tercera postura identifica a esta mujer con Gomer, la esposa infiel de Oseas. Esta postura tiene por lo menos tres fundamentos que la indican como la más acertada. Primero, es la secuencia natural de lo que se narra en los capítulos 1 y 2. El casamiento inicial de Oseas con Go- mer fue un riesgo ya que ella era una mujer sumida en el pecado de inmoralidad que caracterizaba a la sociedad. Después de casados, ella concibió tres hijos, pero los nombres de los hijos indican su infidelidad matrimonial. Ella finalmente abandona el hogar y vive una vida de adulterio. En el tiempo que el profeta recibe la orden de amarla, ella está viviendo públicamente con otro hombre. Segundo, el hecho de que Dios no identifica específica- mente a la mujer da a entender que el profeta sabía bien a qué mujer se refería. Además, la orden de amarla pre- supone ya una relación legal que permitiría el ejercicio 1í- cito del amor marital. Gomer era todavía la esposa legal de Oseas, ya que éste había rehusado divorciarse de ella. Tercero, el propósito de toda esta experiencia era el de proclamar el amor redentor de Dios ante la infidelidad de Israel. Este propósito se ilustraría mejor con la rela- ción de Oseas y su esposa Gomer, la cual se hallaba en su estado de adulterio y poseída ilícitamente por otro hom- bre.

Al reconocer quién era la mujer y cuál era su condi- ción, podemos ver que no podía ser un amor fácil.

El amor es una decisión de la voluntad

El amor de Oseas debía ser un esfuerzo de su volun- tad. No dependía de sus sentimientos personales ni de las cualidades atrayentes de Gomer. No era un amor ro- mántico que se despierta fácil y espontáneamente. El profeta recibe el mandamiento de Dios y sin pedir ningu- na explicación lo pone en práctica. Aquí se ve la relación

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íntima entre Dios y el profeta. Oseas confía plenamente en la dirección de Dios para su vida.

La nueva relación que Oseas debía iniciar con Gomer requería más de los recursos espirituales que de las obli- gaciones legales. No se descarta que el profeta sufrió la infidelidad y el abandono de Gomer. Pero ahora Dios le pide amar por encima del compromiso legal que no fun- cionó anteriormente. Este amor es más difícil. Depende totalmente del compromiso de lealtad y de la iniciativa del profeta. No hay promesa de mutualidad o de benefi- cio personal en esta nueva relación; es definitivamente el resultado de un propósito divino declarado en la orden de amar.

Dios ptesenta el modelo preciso de este amor El amor no fácil de Oseas fue posible sólo porque tenía

un modelo preciso. No debía ser cualquier clase de amor. Debía seguir el modelo del amor de Dios para con Israel. La relación de amor exige fundamentalmente que haya lealtad y respeto. Es un compromiso donde la mutuali- dad garantiza la continuación de la relación. Pero Israel no mostraba ninguna lealtad para con Jehová. Tanto en sus pensamientos como en sus acciones el pueblo mostra- ba su falta de lealtad a Dios. Eran los dioses ajenos, los baales en sus manifestaciones locales, los que recibían la lealtad del pueblo. Y sin embargo, Oseas podía compren- der, amplia y convincentemente, cuán misericordioso fue el amor de Dios para con Israel.

¡Cuán diferentes serían los matrimonios hoy día si el amor conyugal reflejara ese modelo preciso y real del amor de Dios!

Es un amor que rescata (3:2) El amor que sigue el modelo de Dios tiene como propó-

sito rescatar o liberar a la persona. Muchos miran a la

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relación matrimonial como una esclavitud, y realmente en algunas culturas el matrimonio es casi sinónimo de esclavitud para muchas mujeres. Pero el amor que Dios modela por medio de la experiencia de Oseas es un amor que rescata.

Al amar a Gomer, Oseas debe rescatarla primero. Gomer era prácticamente la propiedad de otro hombre. Esto podría indicar que ella se había convertido en una prostituta ritual o social, y sus "servicios profesionales" tenían su precio, y Oseas debía pagar por ella. Otra posi- bilidad es que ella literalmente llegó a convertirse en una esclava por pobreza o por su práctica de prostitu- ción; y un hombre la había comprado como tal. De cual- quier manera, Oseas tuvo que rescatar a Gomer pagando un precio.

El amor que rescata está listo a pagar el precio que sea necesario. En el sentido literal de la palabra redimir está el significado de comprar por un precio algo que se valora. El precio pagado, quince siclos (171 gramos) de plata en efectivo y un homer y medio (555 litros) de ceba- da en producto, era muy elevado para una persona de la clase media. El precio regular de una persona general- mente era de treinta siclos de plata (Ex. 21:32; Zac. 11:12; Mt. 26:15). La plata no era un artículo de fácil ac- ceso para la clase media del tiempo de Oseas. Su valor variaba mucho, pero siempre se mantenía alto. La ceba- da era el cereal más barato y de más uso entre la gente pobre. En Apocalipsis 6:6 parece estipularse que dos li- bras de cereal (650 gramos) eran la ración necesaria para un día. Esto indica la gran cantidad de cebada que Oseas tuvo que conseguir para pagar el precio de Gomer. Se puede notar que Oseas tuvo que invertir no sólo todos sus recursos espirituales, sino también los materiales, para rescatar a su esposa.

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Este hecho nos traslada inconfundiblemente a lo que más nos afecta. Nosotros los creyentes también fuimos rescatados de la esclavitud del pecado, y por un precio. El apóstol Pablo nos recuerda que fuimos comprados por precio (1 Co. 6:20); y el apóstol Pedro nos declara que ese precio no fue plata ni oro sino la sangre preciosa de Cris- to ( 1 P. 1:18-19).

Es un amor que espera (3:3-5) Una de las experiencias más impresionantes que los

padres pasan es cuando traen al hogar a su primer bebé. Por lo general las enfermeras del hospital le aseguran a uno que "su bebé es el más hermoso de todos". Pero los días que siguen demuestran algo diferente. Este bebé, objeto del amor y cuidado completo de los padres, se vuelve el tirano de la casa. Todo debe girar a su alrede- dor. El tiene su propio horario y generalmente no coinci- de con el horario normal de los padres. Tiene sus propias exigencias, y sobre todo no conoce lo que es esperar. Amor para él es recibir todas las atenciones y satisfaccio- nes inmediatamente cuando se presentan; pero no ofrece reciprocidad alguna. Para ser correspondido uno debe es- perar hasta que los primeros gestos de respuesta apa- rezcan. El amor con el cual Oseas debía amar a Gomer era un amor que debía esperar, y por ello no podía hacer ninguna exigencia. Varias eran las esperas que él tenía que aguardar.

Espera lealtad (v. 3) Lo primero que Oseas debía hacer es proveer un

período de tiempo en que la lealtad conyugal pudiera ser restablecida. La lealtad buscada debía ser una lealtad exclusiva. Esto era lo que hasta ahora Oseas no había lo- grado con su esposa. De igual manera y a pesar de todo lo que Dios hizo por su pueblo, tampoco había logrado la

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lealtad exclusiva de Israel. Pero esta lealtad no debía estar basada en los derechos legales de un matrimonio. Estaría basada en la obediencia voluntaria del profeta al mandamiento de Dios y en la respuesta voluntaria de Gomer. Oseas debía antes que nada asegurar que la mujer no cayera más en pecado. Esto no vendría sólo con una palabra de mando. Necesitaba un período de aisla- miento especial y una relación de ternura, de satisfacción y de cuidado esmerado. Oseas estaba reflejando la con- ducta de Dios para con Su pueblo. Esta conducta amoro- sa debía despertar con naturalidad la respuesta amorosa de Gomer y mantener su lealtad a Oseas. El ejemplo de Oseas con el tiempo necesariamente ganaría la lealtad exclusiva de su esposa.

¡Cuántas veces se demanda lealtad apelando a dere- chos obtenidos, presiones legales, emocionales o sociales! Si se logra obtener lealtad conyugal de esa manera, es falsa e insatisfactoria. La única lealtad que vale es la que se desprende de una respuesta voluntaria, y a imitación de una conducta leal y ejemplar.

Espera disciplina (v. 4)

El verdadero amor trae consigo disciplina. La discipli- na implica que el amor tiene un criterio bien definido y todo debe ser medido de acuerdo con ese criterio. Tam- bién implica que debe haber corrección cuando se desvía de ese criterio.

Por algún tiempo Gomer se deleitó en todo lo que la so- ciedad ofrecía para satisfacer sus caprichos y sus deseos desenfrenados. Pero por un tiempo quedó aislada. No habrá sido fácil para ella privarse de todos sus desenfre- nos. Tampoco fue fácil para Oseas privarse de exigirle a Gomer todos los privilegios que le correspondían como esposo. Pero el verdadero amor sabe la necesidad de dis- ciplina. Israel también debía pasar por un período de dis-

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ciplina. Iba a ser privado de sus líderes y de sus prácti- cas religiosas; implicaría sufrimiento y renovación. Tam- poco sería fácil para el Dios de Israel. ¿Acaso no sería más fácil escoger otro pueblo? Pero la disciplina era nece- saria. Israel debía recibir la disciplina de quedarse sin rey y sin líder.

También la institución religiosa proveía para la satis- facción ilícita del pueblo. El efod y los terafines eran ins- trumentos que se usaban para consultar a Dios y encon- t r a r S u voluntad, especialmente en tiempos críticos. Ahora simplemente servían como amuletos para dar rienda suelta a los deseos pecaminosos de los israelitas.

Qué triste era que las autoridades políticas se presta- ban para la corrupción; pero era más trágico reconocer que la institución religiosa también estaba sólo para sa- tisfacer al pueblo con sus ritos y ceremonias. No era ya la voz que guiaba al pueblo en los caminos del Señor; no era ya la institución que estaba para corregir y redimir al pe- cador. Por eso Israel debía quedar sin la práctica de su religión idólatra como disciplina de corrección.

En los momentos históricos en que poderes extranjeros predominaron sobre el pueblo de Dios, y en períodos de cautividad, este vacío de liderazgo y práctica religiosa se hizo realidad. La disciplina siempre causa tristeza, tanto al que la aplica como al que la recibe. Pero amar como Dios ama significa estar dispuesto a usar la disciplina con el propósito de redimir (He. 12:5-7).

Espera el regreso (v. 5) Todo lo que Oseas hizo por Gomer era para lograr su

regreso como esposa fiel. Todo lo que Dios hacía por Is- rael era para que regresara a El como Su pueblo fiel y re- dimido. Pero, ¿cuándo regresaría ese pueblo? ¿Hasta cuándo esperaría Dios? La respuesta la da el mismo pro- feta: "Después . . . en el fin de los días." Esto significa

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que la espera de Dios no tiene límite porque El cumplirá finalmente Su propósito con Su pueblo y con la humani- dad. En el Dios de Israel hay esperanza. El está deter- minado a redimir a Su pueblo.

Lecciones para la vida en Oseas 3:l-5

1. El amor verdadero no es fácil ni barato (v. 1-2). Los medios masivos de comunicaciones nos bombardean día y noche con modelos de amor fácil y barato; llenos de egoísmo, caprichos, infidelidades y violencia. Pero Dios ha dado el modelo preciso de amor verdadero, el cual no es ni fácil ni barato. Ese amor lo ejemplifica Oseas con Gomer. El mensaje-ejemplo de Oseas, que modela el amor de Dios a Israel y de Cristo a Su igle- sia, tiene amplia validez hoy día.

2. La necesidad de fidelidad en las relaciones familiares (V. 3). A juzgar por el mandamiento de Dios a Oseas, la base de una restauración social estaba en la restau- ración de fidelidad en el círculo de la familia. Lo pri- mero que Oseas debía lograr era la fidelidad conyugal y la fidelidad de cumplimiento de la familia. Por la importancia que esta fidelidad tiene, no se debe esca- timar esfuerzos para restaurarla, y se debe hacer todo lo posible para mantenerla. El primer paso para la seguridad de una fidelidad conyugal es mantener una fidelidad única y exclusiva a Dios.

3. El amor genuino espera (v. 5). Por Su determinación para redimir a Israel, Dios esperaba, y espera aún. El amor de Dios sigue esperando el regreso de cada hombre y mujer por la fe en Jesucristo. La proclama- ción del evangelio es una demostración de ese amor.

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Actividades de aprendizaje personal

Llene el espacio en blanco usando las palabras que se encuentran abajo. 1. Amar como Dios a m a significa amar lo que no es

sino a quien uno dará

sin tener en cuenta la reciprocidad. 2. Amar como Dios ama significa amar por encima del

legal que existió antes. 3. Amar como Dios ama significa seguir el

del amor de Dios para con Israel. 4. Amar como Dios ama tiene como propósito

a la persona. 5. El verdadero amor se basa en

voluntaria.

6. Amar como Dios ama significa estar dispuesto a usar la disciplina con el propósito de

7. La espera de Dios no tiene límite, pero el pueblo debe responder al volver en a Dios.

Deben a Dios y como Jehová. E l pueblo debía t e m e r a Jehová e n

a) lealtad; b) reconocerle; c) buscar; d) beneficio; e) mo- delo; f) compromiso; g) liberar; h) redimir; i) reverencia; j) fácil; k) arrepentimiento; 1) obediencia.

Respuestas: l . (j y d); 2. (f); 3. (e); 4. (g); 5. (1); 6. (h); 7. (k, c, b, i, y a)

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DIOS ENJUICIA A ISRAEL (4: 1-7: 16)

A partir del capítulo 4, y hasta el final del libro, Oseas presenta una serie de mensajes proféticos que se dirigen directamente a Israel, declarando de diferentes maneras su culpabilidad y el juicio que le espera. Sin embargo, siempre hay un llamado urgente al pueblo a que se arre- pienta. Oseas se identifica totalmente como el profeta de Dios, y entrega sus mensajes con la urgencia que la si- tuación exige.

CAPITULO 4

Dios acusa a Israel (4: 1-19)

El estaba sentado calladamente. Una y otra vez se pre- guntaba a sí mismo cómo había llegado a esta situación. El fiscal tenía la mirada dura y con voz firme acusaba sin pausa: "Este hombre, en complicidad con la mujer, es culpable de la muerte del esposo de ella. La fiscalía tiene pruebas que entre el acusado y la mujer se ha mantenido una relación ilícita por un período de tiempo extenso antes del crimen." El recordaba como un sueño lejano aquellos momentos tan trágicos. La confrontación con aquel hombre, los esfuerzos de "aclarar las cosas", la lucha por el arma. De pronto, el disparo, los gritos de la mujer . . . . Todo había comenzado como un juego inocen- te. Nunca hubo intención de ir "más allá". Pero una cosa llevó a la otra, una acción a la otra y en el tiempo menos pensado se desarrolló una relación sexual ilícita. Al prin- cipio acarreaba temor y dudas pero con el correr del

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tiempo la relación se volvió una fuerza incontenible. La osadía aumentaba cada vez más hasta que parecía que ya era un derecho, un privilegio de la vida.

El pueblo de Dios también llegó a este momento críti- co: estaba sentado en el banquillo de los acusados. ¿Cuál era la acusación? Quebrantaron el pacto con su Dios, ha- ciéndose idólatras y sumiéndose en el pecado.

En este capítulo se desarrollan tres temas que cubren la acusación de Dios contra Su pueblo: la responsabilidad de Israel de oír a Dios, la culpabilidad básica, y los resul- tados de esa condición alejada de Israel.

La responsabilidad de oír (4:1 a) Una de las primeras reacciones negativas del creyente

que se aleja de Dios es la de no querer escuchar la Pala- bra de Dios. Poco a poco deja de leer su Biblia, abandona la disciplina de la oración, y finalmente deja de asistir a las reuniones de adoración y estudios bíblicos. Piensa que al no escuchar la Palabra de Dios ya no tiene respon- sabilidad. Después de todo, la Palabra siempre nos re- cuerda de nuestros pecados y de nuestras responsabilida- des en nuestra relación con Dios. Oír la palabra nos obli- ga a dar una respuesta a Dios. Esta sección comienza con un llamado a oír el mensaje. Oseas insiste en que el pue- blo tiene la responsabilidad de oír.

Hay varias razones por las que Israel tenía (y la Igle- sia del Señor tiene) esta responsabilidad de oír. Prime- ramente, el mensaje que el profeta predicaba era el mensaje de Jehová. El profeta era tan sólo el portavoz de la Palabra de Dios, y el mensaje de Dios tiene el poder de dirigirse al ser humano en su necesidad más urgente e importante.

Una segunda razón era que Israel era el pueblo escogi- do de Dios. Entre Dios e Israel había una relación basada en la voluntad de Dios de hablar y en la del pueblo de es-

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cuchar. Era un pueblo que se originó como resultado de la Palabra de Dios, de un llamamiento de Dios que fue escuchado por un hombre. Una relación correcta exigía que el pueblo estuviera siempre pendiente de la Palabra de Dios. La respuesta correcta del hombre de fe fue y sigue siendo: "Habla, Jehová, porque tu siervo oye" (1 S. 3:9).

Otra razón por la responsabilidad de Israel de oír la Palabra era la situación en que se encontraba el pueblo. Dios estaba acusando a Su pueblo de infidelidad e ini- ciando un enjuiciamiento en su contra, pero Dios en Su misericordia le estaba ofreciendo la oportunidad de escu- char las acusaciones, y con ello ofreciéndole la oportuni- dad de arrepentimiento.

Pero no era un oír pasivo lo que el pueblo debía hacer. La invitación era para oír con responsabilidad y tomar las decisiones correctas al respecto. La Palabra de Dios se debe oír con una disposición a obedecerla.

Los pecados del pueblo (4:1 b-2) Para que una persona sea hallada culpable se debe

probar con evidencias que ha quebrantado alguna de las leyes establecidas y aceptadas como normas de conducta. El pueblo de Dios tenía leyes y normas que servían de orientación en todos los aspectos de la vida, y que consti- tuían los requisitos básicos en la relación de pacto entre Dios e Israel. En tiempo de Oseas el pueblo estaba en grave falta en cuanto a su fidelidad y devoción. A través de Su profeta, Dios declara los graves pecados que se es- taban cometiendo. La acusación alcanza a todos los habi- tantes de la tierra. La culpabilidad de Israel se evidencia a través de los pecados de omisión primero, y luego por los de comisión.

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Los pecados de omisión (v. 1 b)

La acusación se inicia con la afirmación de que "no hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios". Todo el pueblo era culpable de no cumplir los requisitos básicos en su relación con Dios y los seres humanos.

Israel no había cumplido con la verdad. Verdad signifi- ca seguridad, consistencia. Es la firmeza en la palabra de una persona. En este sentido es igual a fidelidad, y su ca- racterística esencial está demostrada por Dios en Su re- lación con el ser humano. Israel había dejado a un lado la práctica de la verdad.

En Israel también estaba ausente la misericordia. La palabra misericordia muchas veces se traduce por amor. Es la palabra favorita para describir la relación de amor dentro de los términos del pacto. Misericordia es la cuali- dad que Dios requiere de todos los hombres en sus rela- ciones recíprocas, pero en Israel no la había.

El tercer pecado de omisión es el más grave. Según el mensaje del profeta la falta de conocimiento de Dios era la causa principal de todos los males de Israel. Conocer a Dios significa tener con El una relación íntima y perso- nal. Mucho más que la acumulación de información sobre Dios, conocer a Dios significa reconocerle como la fuente de autoridad absoluta en la vida de un individuo y en la vida de una comunidad o nación; es tener una experien- cia personal y continua con el Dios de salvación.

Si pensamos en términos de los Diez Mandamientos, los primeros cuatro tienen el propósito de mantener una devoción única y leal hacia Dios. Pero al mismo tiempo, esa calidad de relación con Dios debe estar presente en todas las relaciones con el prójimo. Las violaciones a la lealtad a Dios, la práctica de la idolatría, y una adoración corrupta y carnal, eran evidencias indiscutibles de que el pueblo no tenía devoción leal ni conocimiento de Dios.

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Jesucristo con autoridad nos recuerda que la primera obligación del hombre es amar al Señor con absoluta lealtad y sumisión (Mr. 12:29-30). Cuando el hombre o la sociedad descuida o abandona esta obligación, todas sus relaciones se desvían de toda norma beneficiosa y se per- vierten. El apóstol Pablo nos advierte que cuando esto ocurre, los tiempos son peligrosos (2 Ti. 3:l-5).

Los pecados de comisión (v. 2)

La acusación de Dios a través del profeta señala tam- bién un catálogo de acciones pecaminosas que violan los mandamientos específicos de Dios. La conclusión natural es que donde no hay conocimiento de Dios las manifesta- ciones del pecado se exteriorizan continua y gravemente. Los pecados mencionados son simplemente una ilustra- ción de la situación social y moral de la nación. Perjurar, o el deseo de maldición expresado hacia otro invocando la divinidad y la mentira, echaba por el suelo la calidad de confianza que debiera existir en todas las relaciones co- merciales y sociales. El hurto y los homicidios reflejan el estado de violencia y destrucción que afectaban a la misma vida del ser humano y a la propiedad. El adulte- rio expresaba la infidelidad a Dios y la destrucción de la familia.

Lo más grave era que estos pecados no eran las excep- ciones dentro de la sociedad, ni eran las prácticas secre- tas de unos pocos; eran la norma en las relaciones socia- les. Con arrogancia y desvergüenza se cometían una tras otra.

En nuestra sociedad estamos siendo también testigos de cómo la violencia, el fraude y las perversiones sexua- les aumentan cada día. La televisión, con mayor osadía cada vez, presenta más y más escenas de violencia, infi- delidad familiar, y expresiones de blasfemia contra Dios. En casi todas las ciudades hay sitios donde uno no puede

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estar ya seguro. La práctica honesta del comercio y de las profesiones se hace más dificultuosa. La acusación de Oseas es también contra nuestra sociedad.

La culpabilidad de Israel (4:3-13) Las evidencias presentadas contra Israel hacían inútil

todo intento de defensa o rechazo de cargos. La culpabili- dad era patente.

Ser hallado culpable por Dios trae consigo graves con- secuencias, y el profeta detalla algunas de ellas. Varias reflejan la situación actual en que ya vivía el pueblo. Otras se avecinaban impetuosamente. Algunas eran el resultado que el ser humano se acarreaba sobre sí mismo y sobre su comunidad por sus prácticas pecaminosas. Otras eran traídas o serían traídas por Jehová mismo. La descripción de estas consecuencias tiene dos propósi- tos básicos: primero, demostrar al pueblo que una vida de infidelidad a Dios trae consigo inexorablemente casti- go, destrucción y abandono; segundo, despertar en Israel un arrepentimiento y el deseo de volverse a Dios. Nueva- mente debemos ver cómo resalta la misericordia y el pro- pósito redentor de Dios.

El impacto en el medio ambiente (v. 3)

La destrucción del medio ambiente es una preocupa- ción intensa actualmente. Casi no hay nación donde no existen problemas de polución atmosférica, contamina- ción del agua y alteración del clima, y de los fenómenos naturales. Una de las consecuencias del pecado de Israel era justamente la alteración del medio ambiente. La tie- rra, regalo de Dios a Su pueblo y garantía de Su provi- dencia abundante y continua, dejaba de ser propicia a la vida. Y esto no era simplemente el resultado de una se- quía pasajera. Era la consecuencia directa del juicio de Dios. El efecto en la vida del hombre era palpable: opre-

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sión, agotamiento, depresión. La tierra ya no libertaba su vitalidad y los elementos básicos para la vida de todo ser viviente. La maldición de la tierra se hacía realidad una vez más en la vida del hombre. Todos los seres vi- vientes estaban afectados. Debemos dar gracias que hoy día se da atención a la ecología, y los gobiernos y las in- dustrias toman medidas apropiadas para mejorar el am- biente. Pero la iglesia tiene la responsabilidad ineludible de señalar que la causa primaria es el alejamiento del ser humano de Dios, pero también que una solución cer- tera y final es el arrepentimiento y la vuelta a Dios.

Una religión corrupta y perjudicial (w. 4-1 3)

La práctica de la religión, con sus ritos y ceremonias, ha caracterizado a todas las culturas en todos los tiem- pos. Siempre se espera que dicha práctica ha de ayudar al ser humano en su devoción a Dios, y a vivir en rectitud y paz con su prójimo. La práctica religiosa de Israel en tiempos de Oseas causaba justamente el efecto contrario. Tanto los líderes-sacerdotes, profetas cúlticos, gobernantes-como la misma institución religiosa en sus manifestaciones de culto y aún la comunidad religiosa, estaban totalmente corrompidos.

Oseas describe, en primer lugar, el comportamiento re- prochable de los sacerdotes y profetas del culto. A ellos les hace responsable de la falta de conocimiento de Dios del pueblo. Los sacerdotes eran los encargados de ins- truir al pueblo en la ley y de orientarles en todos los as- pectos de la vida. Pero el mismo sacerdote se había olvi- dado de la ley de Dios. Lo único importante para él era el conseguir ventajas económicas de su profesión. No hay cosa más detestable que cuando uno usa la sensibilidad o insensibilidad religiosa de la gente para hacerse rico, y muchos lo están haciendo hoy día.

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El sacerdote no estaba exento del castigo. Fuertes ad- vertencias de juicio pesaban sobre él. Su oficio sería qui- tado, su descendencia sería olvidada y él mismo no en- contraría satisfacción ni tranquilidad personal.

También los r i tos y l a s ceremonias es taban con- taminados por el pecado. Los santuarios servían para que el creyente pudiera conocer la voluntad de Dios, ex- presar su reconocimiento y gratitud a Dios, y restaurar su comunión con El. Pero estos santuarios se volvieron lugares de expresión de pecado y corrupción. Se consulta- ba a los ídolos, se ofrecían sacrificios a los baales, y se practicaba toda clase de relaciones sexuales dándoseles la categoría de "culto a la divinidad." Los grandes centros religiosos de Israel eran los lugares de más corrupción. Gilgal y Bet-el eran reconocidos como santuarios de Dios. A Bet-el, lugar que fue consagrado como casa de Dios por Jacob y donde Jeroboam, el primer rey de Israel edificó un altar a un becerro, Oseas lo llama Bet-avén. Ya no era más "casa de Dios" sino "casa del mal" o de iniquidad. Aquí se ve como el ser humano puede pervertir de tal manera algo que originalmente fue para bendición y con- sagración a Dios. Así hoy día, el hombre pervierte su cuerpo, sus instituciones y sus productos en instrumen- tos de corrupción y satisfacción de sus más bajos deseos carnales.

Por último, Oseas describe la consecuencia del pecado en la comunidad religiosa de Israel. No sólo los líderes religiosos, no sólo las instituciones o manifestaciones re- ligiosas estaban corrompidas; también la comunidad, los "creyentes," estaban totalmente corrompidos. Dos mani- festaciones principales afectan a la comunidad: el abuso de bebidas intoxicantes y las prácticas sexuales ilícitas. La primera deja como consecuencia la pérdida de todo buen juicio y sentido común. La fe por lo general da fir- meza, prudencia y orientación en las decisiones de la

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vida. Pero cuando la fe se sustituye por el alcohol o las drogas, desaparece el sentido común. El otro efecto es en la familia. Una comunidad religiosa supuestamente es una comunidad con hogares firmes y estables, pero por causa del adulterio, el hogar estaba siendo destruído rá- pidamente. Al principio, seguramente fueron los hom- bres solamente los que participaban de los desenfrenos sensuales pero pronto se unieron las mujeres. Desapare- cieron todas las restricciones morales y esto estaba tra- yendo ruina a la comunidad. No hay persona o comuni- dad que no sea destruída por el deterioro religioso y moral.

Resultados de estar alejados de Dios (4:14-19) La última y peor consecuencia que el profeta anuncia

es que el pueblo de Dios se quedó alejado de El. Sin duda hemos conocido a personas que estuvieron graves por causa de un accidente o alguna enfermedad. Por lo gene- ral, mientras el médico presta toda atención y prodiga todo su conocimiento profesional a favor del enfermo, hay una gran esperanza de recuperación. Pero a veces el mé- dico tiene que reconocer que ya no puede hacer nada más. Se retiran los técnicos, se desconectan los instru- mentos médicos, y la sala se vuelve silenciosa y trágica. De manera semejante, llega un momento en que Dios de- cide que es necesario dejar de colmar a un individuo o a un pueblo de Sus bendiciones y ruegos. No lo hace en forma de castigo, sino como una apelación final para que el pueblo reaccione y responda a la oferta de salvación. Aún así, Dios permitió que Israel persistiera en su obstinada rebeldía, idolatría e inmoralidad. La sociedad actual va siguiendo el mismo camino y le espera una experiencia semejante.

En cuanto menos tres áreas se notan los resultados de estar alejados de Dios. Primero, en la desintegración del

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hogar y la familia se ve el resultado del pecado. Las hijas y las nueras imitaban el ejemplo inmoral de los padres y los esposos, y no había pureza y fidelidad en la familia.

Segundo, el pecado afectó los santuarios. Tanto Gilgal como Bet-el eran lugares donde en un principio se adoraba a Jehová con amor y dedicación, y de acuerdo con sus estipulaciones, pero habían llegado a ser centros de idolatría. Por medio de Oseas, Dios advierte a Judá que no imite a Israel en el culto inmoral e idólatra. A Bet-el (casa de Dios) lo llama Bet-avén (casa de maldad). Judá tampoco debe ser como Israel en su espíritu de desobediencia tan obstinada, que se le compara con una novilla indómita. Es trágico cuando el ser humano, confiando arrogantemente en su propia sabiduría y capacidad, se niega a reconocer sus limitaciones. Creyendo que conoce el camino y que por eso no tiene necesidad de pastor, se pierde. Israel (Efraín) está tan endurecido que ya no tiene la capacidad de responder a lo bueno; hay que dejarlo a su suerte.

Tercero, el pecado afecta a Israel como nación. Desintegrados la familia y el hogar, corrompida la sociedad, ya no había esperanza para la nación. Las deidades paganas no podían salvarla del viento que los arrastraría. El ejército de Asiria ya estaba listo para ser instrumento de castigo en las manos de Dios, quien en espíritu de amor, compasión y misericordia advierte al hombre del peligro de los malos caminos y le invita a arrepentirse y volver a El; pero en justicia tiene que castigar al rebelde que se niega a hacerlo. Sin embargo, Dios nunca deja de amar al ser humano, deseando y esperando su regreso en arrepentimiento y fidelidad.

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Lecciones para la vida en Oseas 4:l-19

1. La falta de conocimiento de Dios es la causa principal de todos los males que aquejan a nuestra nación y a nuestra sociedad (v. 1). ¡Qué peligroso es desechar a Dios como individuos y como nación!

2. La ansiedad prevalente en nuestra sociedad (v. 3). La depresión, el agotamiento, el sentimiento de indigni- dad y de culpa, en el último análisis vienen como con- secuencia de la vida desordenada y desenfrenada de los seres humanos. Debemos hacer todo esfuerzo para restaurar las normas de Dios en nuestra vida para así mejorar relaciones con nuestro prójimo y vivir en armonía con el ambiente.

3. A veces Dios deja al hombre a su suerte (w. 14-19). Cuando una persona o una nación se empeña obstinadamente en alejarse de Dios y transgredir Sus mandamientos, El respeta el libre albedrío que les ha dado y les permite seguir su camino equivocado. Pero llega el punto en que determina que "No contenderá [Su] espíritu con el hombre para siempre" (Gn. 6:3), y les vuelve la espalda, dejándolos a su suerte. Su propósito es castigar, disciplinar y llamar al arrepentimiento. Nosotros, Sus hijos y mensajeros, debemos advertir a cuantas personas podamos del peligro en que se encuentran e invitarles a aceptar el mensaje de arrepentimiento para el perdón de los pecados.

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Actividades de aprendizaje personal

Encierre en un círculo la respuesta correcta. 1. Los capítulos 4 al 7 describen una especie de proceso

judicial donde Jehová confronta a Israel. CIERTO FALSO

2. Una de las primeras reacciones negativas que el cre- yente que se aleja de Dios tiene es el de no querer es- cuchar la Palabra de Dios. CIERTO FALSO

3. La fidelidad o falta de fidelidad en el pueblo de Dios se mide por la disposición de obedecer la Palabra de Dios. CIERTO FALSO

4. El propósito fundamental de las leyes que Dios dio a Israel era que Israel mantuviera una relación de fide- l idad y devoción hacia Dios y hacia el prójimo. CIERTO FALSO

5. Hay tres tipos de pecado; el de comisión, omisión y sustentación. CIERTO FALSO

6. La misericordia de Dios es el fundamento y lo que hace posible l a continua relación con S u pueblo. CIERTO FALSO

7. Conocer a Dios significa tener una relación íntima y personal con El. CIERTO FALSO

8. Oseas dijo que los santuarios se volvieron lugares de expresión de pecado y corrupción. CIERTO FALSO

9. El uso de bebidas intoxicantes y las practicas sexuales ilícitas son señales de una comunidad en decadencia y corrompida. CIERTO FALSO

10. Dios siempre sigue esperando el regreso del ser humano y de Su pueblo en arrepentimiento y fideli- dad. CIERTO FALSO

Respuestas: Todas las respuestas son ciertas, excepto la número 5.

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CAPITULO 5

La rebelión de Israel y su falso arrepentimiento

(5:l-6:ll)

En los últimos años se ha prestado mucha atención a la condición de los pacientes con enfermedades fatales. Se ha comprobado que p.or lo general esos pacientes pa- san por diferentes etapas frente a la perspectiva de la muerte. Una de ellas es la de "regateo". El enfermo gene- ralmente promete a Dios, o a alguien, que si mejora o se cura hará esto o lo otro. Israel estaba en condición "gra- ve". Padecía de una enfermedad fatal. Estaba en abierta rebeldía contra Dios en todas las órdenes de la vida. Re- conociendo que Dios era quien le estaba castigando, tra- taba de regatear en un intento de librarse de las conse- cuencias del castigo. Buscaba arreglar su situación ganándose el favor de Dios a través de la técnica que más conocía: el culto.

Las causas de la rebelión (5:l-7) Hace varios años enfrentamos una situación difícil con

la salud de mi esposa. Buscamos el tratamiento adecua- do de parte de un especialista profesional. Aun cuando se cumplieron todas las indicaciones del médico por un tiempo largo, la enfermedad no cedía. Comenzaba a sur- gir en nosotros la preocupación y el temor de algo más grave. Tanto la iglesia como nosotros acudimos a la ora- ción constante e insistentemente. Finalmente un amigo médico nos llevó a otro especialista, quien con un cambio de tratamiento logró un alivio y una resolución al proble- ma. El cambio, nos explicó él, se debió a que pudo encon- trar las verdaderas causas del mal y recetar así la medi- cina apropiada.

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El profeta Oseas no sólo describe la rebelión de Israel, sino que también le indica las verdaderas causas, a fin de que pueda encontrar una resolución correcta. En este pasaje menciona por lo menos tres causas que hacen de Israel una nación completamente rebelde a Dios.

La pésima condición espiritual de los líderes (vv.1-2) "Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo" nos

dice el sabio Salomón (Pr. 11:14), y esa era justamente la situación de Israel en tiempo de Oseas. En Su propósito de hacer de Israel una nación santa y misionera, Dios proveyó de instituciones y líderes apropiados. Ellos eran los responsables de guiar al pueblo en el camino de justi- cia y rectitud. Estaban para protegerles de todo error pro- veyendo las correcciones necesarias. Pero justamente estos líderes, con excepción del profeta, servían de trampa al pueblo. En lugar de servir como guías, ellos mismos desviaban al pueblo del camino recto. La figura de un ca- zador que atrapa a su víctima es la adecuada para descri- bir hasta dónde habían llegado a corromper sus funcio- nes.

Dios tenía su castigo para ellos también. En Su miseri- cordia, el castigo que Dios describe es uno de corrección, de disciplina, con el intento de restaurar las funciones de esos líderes. Es por allí que se debe comenzar una res- tauración. ¡Qué triste que las autoridades de Israel eran tan corruptas!

La falta de conocimiento de Dios (w. 3-4)

Nuevamente Oseas resalta este tema: Israel no conoce a Dios. Esta era la causa básica y principal de todos sus desvaríos.

Israel no podía pretender inocencia o engañar a Dios con sus acciones. Dios le conocía muy bien. El había iden- tificado a Su pueblo como Su esposa, como Su hijo, como

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ovejas de Su prado. Todo esto indica una relación íntima y continua entre Dios y Su pueblo. Aun por el otro nom- bre de Efraín, su apelativo de momento, Dios lo conocía.

Así como Dios mostró Su conocimiento de Israel, éste demostró que realmente no conocía a Dios. La primera prueba de esa falta de conocimiento fue la infidelidad de Israel. Escogida e identificada como esposa, Israel se con- virtió en una prostituta adúltera al escoger dar su leal- tad a Baal, ídolo abominable. Esta infidelidad lo llevó a la idolatría, a prácticas sexuales de perversión, y a un ri- tual vacío y falso. Aun las relaciones sociales y comercia- les fueron pervertidas como consecuencia de la infideli- dad a Dios.

La segunda prueba era la realidad innegable que a Is- rael le guiaba un espíritu de fornicación. En su sentido religioso, esta palabra es sinónimo de deslealtad total hacia Dios. No era Dios, ni los términos del pacto, que servían de guía y orientación al pueblo: era Baal y su co- rrupto culto. Por esa razón, ni siquiera en pensamiento intentaban convertirse al Dios verdadero. Tan lejos esta- ban de Dios que todas las posibilidades de retorno se es- taban cerrando.

Cuando el hombre o la comunidad de fe abandona a Dios y le sustituye por un ídolo, demuestra su falta de co- nocimiento de Dios. Comienza entonces una rebeldía con- tra Dios que se manifiesta en desobediencia a los manda- mientos de Dios, y al final uno es llevado a aceptar otra fuerza, otros intereses, otros valores que le sirven de guía en todas sus decisiones y actividades.

La soberbia de Israel (w. 5-7)

La tercera causa de rebelión era la soberbia. La rebel- día siempre se manifiesta en un espíritu de independen- cia y con el rechazo de la ayuda de algo o alguien. Israel demostraba progresivamente, a través de su actitud, que

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no quería depender del Dios del pacto. Con el tiempo, se empezó a apoyar más y más en sus propios recursos, en sus propios logros. Su confianza no estaba en la posibili- dad de bendiciones de Dios, sino en los logros del culto a la fertilidad que Baal ofrecía. Así dejaron de depender en Dios.

En primer lugar, la soberbia llevó al pueblo a no tener en cuenta su pecado. Si ya no dependían de Dios, no había necesidad de evitar aquellas acciones y actitudes que eran ofensivas a Dios. Donde hay soberbia, jamás habrá reconocimiento de pecado. Irónicamente, el pecado justamente es el que hizo fracasar tanto a Israel como a Judá. Aquí el profeta también incluye a Judá, ya que el reino del sur, al igual que el reino del norte, mostró so- berbia ante Dios.

En segundo lugar, la soberbia se demostró en una con- fianza ciega en el culto y en sus rituales de sacrificios y ceremonias. Para ellos la prosperidad no era bendición de Dios, sino que dependía de las técnicas rituales y de las fiestas que se ofrecían en los santuarios. Por ello és- tos estaban siempre llenos de gente y con mucha activi- dad. Se pensaba que cuanto más sacrificios se ofrecían, más se aseguraba la fertilidad de las personas y de la tie- rra. La búsqueda de Jehová no era por el arrepentimien- to, sino una búsqueda de una técnica correcta de ritual para satisfacer un requisito de bendición. La cultura pa- gana y las manifestaciones religiosas genuinas de Israel se habían mezclado de tal manera que un culto a Jehová no se diferenciaba en nada de un culto a Baal; sólo el nombre invocado era diferente. El resultado real de esta manifestación de soberbia fue trágica: Jehová no pudo ser hallado así.

Finalmente, demostraron soberbia con su falta de leal- tad a Dios. Al poner su confianza en sí mismo y no en Dios, Israel se sintió libre de escoger su dios como bien le

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parecía. Escogieron al dios local, al dios Baal que aparen- temente ofrecía muchas ventajas y pocas exigencias de vida moral.

Esta elección, lejos de asegurar una descendencia múl- tiple y apropiada al pacto, lo que produjo fue bastardos. No eran hijos legítimos de Jehová. No servían para el cumplimiento de los propósitos del pacto: serían extraños a Dios.

Pero esa soberbia tuvo dos consecuencias en contra de Israel. Primero, sirvió de testimonio o de evidencia en contra de ella en el juicio. Aquello que parecía garantizar la supervivencia del pueblo fue testigo para destrucción de aquellos recursos en los cuales se apoyaba. En corto tiempo, los resultados aparentes de los rituales y sacrifi- cios, la descendencia múltiple y la abundancia de la tie- rra desaparecieron por el castigo de Dios. Segundo, la so- berbia impidió al pueblo un regreso genuino a Dios. Donde hay autosuficiencia, donde no se quiere depender de Dios, nunca habrá arrepentimiento y conversión.

Consecuencias de la rebelión (5:8-15) La rebelión contra Dios siempre trae consecuencias.

Algunas son inmediatas y otras aparecen más tarde. En esta sección el profeta interpreta varias calamidades como las consecuencias propias de la rebeldía contra Dios. El contexto histórico de estos pronunciamientos proféticos es la guerra que tuvo lugar entre Siria, Israel y Judá como consecuencia de la amenaza del imperio asi- rio (2 R. 16:l-9; 1s. 7:l-9).

La guerra entre hermanos (w. 8-11)

Ante el peligro de la expansión imperial de Asiria, Is- rael y Siria formaron una coalición militar de defensa. Intentaron también incluir a Judá, pero ésta rechazó esa posibilidad. Siria e Israel invadieron a Judá y sitiaron a

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Jerusalén. En su desesperación, el rey de Judá pidió au- xilio al rey de Asiria quien invadió y venció a la coalición siro-israelita. Esta guerra el profeta la describe como una consecuencia y un juicio de la rebelión de Israel con- tra Dios. La guerra por sí misma trajo varias calamida- des. En primer lugar, desapareció toda posibilidad de una reunión de los dos reinos. El propósito de Dios fue siempre la unidad de todas las tribus. Como parte de la acción redentora de Dios, los profetas proclamaban la unidad política y de propósito del pueblo de Dios (Os. 1:ll). Ahora esa posibilidad se alejaba más aún. Segun- do, tanto Israel como Judá perdieron la distinción de na- ción escogida y diferente a todas las demás naciones. En otras palabras, perdieron el testimonio de ser proclama- doras de la voluntad de Dios para la humanidad. Ambas buscaron alianza con naciones extrañas y tradicional- mente enemigas política y religiosamente. Israel se alió con Siria en contra de Judá. Esta, asimismo, se apoyó en Asiria, aunque el profeta Isaías advirtió al rey de Judá (Acaz) que no lo hiciera (1s. 7:l-25). Estas alianzas, aun- que beneficiosas temporalmente, afectaron negativamen- te a ambas naciones. Efraín pronto se vio invadida por el ejército del rey de Asiria. Perdió todo su territorio a ex- cepción del territorio central en la región montañosa. Muchos murieron y otros fueron llevados cautivos. La nación se vio envuelta en una conspiración contra el rey (2 R. 15:27-30). Judá se comprometió religiosa y política- mente con Asiria, mezclando su fe y perdiendo su auto- nomía política (2 R. 16:7-18).

Tercero, desapareció la tranquilidad del pueblo que hasta ese momento estaba seguro política y militarmen- te. La alarma que anunció guerra comenzó en ciudades del sur de Israel indicando el inicio de la invasión. Es in- teresante que el profeta no menciona razón política algu- na de la guerra, sino que la atribuye a la confrontación

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de Dios con Su pueblo rebelde. Judá, aprovechando la si- tuación débil de Israel, se apropió de territorios fronteri- zos. Todas estas acciones, aunque políticamente justifica- bles, son vistas como consecuencias de la rebeldía del pueblo de Dios. Desaparecieron todos los sentimientos y las relaciones que unían a las tribus de Israel. No había nada más doloroso para el Señor y Sus profetas que ver cómo la nación escogida se estaba destruyendo a sí misma en una guerra fratricida. Y no hay nada más dolo- roso que contemplar a una iglesia, o a una denominación, destruirse a sí misma en una lucha fratricida. A esto se llega cuando se pierde la fidelidad a Dios. Entonces los intereses personales, las conveniencias temporales y los deseos carnales sustituyen al Señor en guiar la vida de los hombres. La solución a esta situación la da el profeta: "Vuelve . . . a Jehová tu Dios" (14:l).

El castigo de Dios (w. 12-1 5 )

Dios, a través de Su profeta, declara el castigo que trae sobre Su pueblo. Notemos, en primer lugar, que el castigo fue para ambos reinos. La intervención de Dios también incluyó a Judá, la cual estaba ahora en la misma situación de rebeldía. Segundo, las calamidades sufridas tenían sus causas no en circunstancias políticas o militares desfavorables, sino que fueron parte del casti- go de Dios. Dios es el Señor de la historia y quien contro- la las acciones de los hombres. Tanto Israel como Judá buscaron aliviar su mal a través del juego de la política internacional, pero en vano. El verdadero poder amena- zante no fue Asiria, sino el Dios del pacto quien no pudo admitir infidelidad y rebeldía en Su pueblo.

Finalmente, ningún poder humano podría librarles del castigo. Las comparaciones que se usan de la acción de Dios - polilla, carcoma, león - son muy fuertes, e indi- can acciones destructivas, seguras, contundentes e ines-

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capables. No había ejército ni recurso humano que pudiera solucionar la condición de estas naciones. Todo pedido de ayuda o intento de huída fue en vano.

iQué situación más triste para el pueblo escogido! En vez de encontrar protección y liberación en Jehová, esta- ba recibiendo el castigo de Dios. Esto nos hace pensar se- riamente que el pecado trae su consecuencia inevitable. Y no deben ser precisamente las consecuencias familia- res, sociales o judiciales las que nos atemoricen de des- viarnos del camino recto; debe ser la convicción de que estamos quebrantando nuestra relación con Dios, y que Dios ha de actuar en juicio.

La ausencia de Dios (v. 15)

Este versículo repite el mensaje principal de Oseas: Dios es un Dios que espera que Su pueblo regrese a El. Como un recurso más para despertar en Israel el deseo de volver en arrepentimiento, Dios tomó la decisión de ausentarse. Esta ausencia tuvo algunos elementos muy importantes. Primero, fue una acción de la ira de Dios en Su propósito de instar a Israel a buscar una reconcilia- ción. Segundo, la ausencia de Dios dejó a la nación ex- puesta a todo peligro y sin una protección segura. Terce- ro, solamente fue temporal. La ausencia de Dios causó una angustia que motivó al pueblo a buscar nuevamente la presencia de Dios en sus vidas. La duración de la au- sencia dependía del reconocimiento del pueblo de su cul- pabilidad y aceptación de su consecuencia. Cuando el pueblo buscó a Dios, entonces El estuvo nuevamente pre- sente con ellos.

El falso arrepentimiento de Israel (6:l-3) Al sentir la pesada consecuencia de la rebeldía, al

parecer hubo una decisión de arrepentimiento. Esta era la respuesta que Dios estaba esperando del pueblo. A pri-

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mera vista las actitudes parecen correctas y necesarias. Primero, se reconoció que el sufrimiento de la nación se debía al castigo de Dios. Los términos usados en este re- conocimiento son justamente los mismos de la sección anterior: arrebatar y herir. Segundo, la invitación al arrepentimiento estuvo motivada por la confianza en que Dios había de actuar prontamente. Una vez cumplidos los requisitos del arrepentimiento, el Señor mostraría nuevamente Su favor. Tercero, la razón central de este regreso fue el de sobrevivir como nación en medio de las otras naciones. El peligro de ser aniquilada como nación era muy real y se debía evitar a toda costa. La vuelta a Jehová era la garantía de supervivencia. Cuarto, había una determinación de reconocer a Dios como el Señor de sus vidas.

Pero esta llamada al arrepentimiento también demos- tró actitudes completamente incorrectas. En primer lugar, el volver para ellos se limitó a una transformación del culto, de la liturgia. Fue una decisión de dejar el culto a Baal y ofrecer culto a Jehová. No hubo reconocimiento de pecado, ni deseo de una transformación de vida. Se- gundo, la confianza expresada en la respuesta de Dios más que una esperanza piadosa fue un intento de forzar o manipular a Dios, como intentaban hacer con Baal. Aun los términos usados en esta "nueva liturgia" son los mismos del baalismo. La intención era la misma: al eje- cutarse los ritos correctos, esperaban que Jehová actuara favorablemente. Tercero, se buscó solamente la supervi- vencia como nación, y no el reconocimiento de que era una nación escogida en pacto con Dios con un propósito misionero. Y cuarto, la determinación de conocer a Dios, lejos de ser el fundamento y base de una nueva relación, fue simplemente una medida de emergencia; fue un bas- tón o muleta de apoyo, y no el reconocimiento del señorío absoluto de Dios en la vida de cada persona.

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Este tipo de arrepentimiento no llenó la expectativa de Dios. Al contrario, fue una burla, porque fue algo superfi- cial, nada más de forma pero no de fondo. Un arrepenti- miento así no puede durar ni puede conseguir la respues- ta de la gracia de Dios.

La respuesta de Dios al arrepentimiento de Israel (6:4-11)

El arrepentimiento superficial de Israel y de Judá no pudo burlar a Dios. En Su respuesta, Dios indica la ver- dadera naturaleza de ese arrepentimiento, y declara las acciones que evidencian que no fue genuino.

El arrepentimiento es superficial (w. 4-6)

La respuesta de Dios se dirige a Israel y a Judá ya que ambos reinos respondieron en igual forma. Dios expresa su desilusión con Su pueblo declarando la verdadera na- turaleza de ese "volvamos a Jehová". Primero, fue pasa- jero y superficial, e indica la inconsistencia del pueblo y la falta de verdad en esa decisión. En apariencia pareció ser real, pero en el fondo no lo fue. Segundo, esta devo- ción vacía era un caso más de las continuas provocacio- nes que el pueblo había hecho a Dios. Desde el principio de su existencia, el pueblo había sido consistente en re- belarse contra Dios como los profetas han atestiguado. Las palabras de los profetas fueron las armas que Dios usó para denunciar al pueblo y buscar su reconciliación. Tercero, el arrepentimiento que Israel y Judá ofrecieron no fue nada más que formalidad. Se corrigió el sistema ritual y ceremonioso, pero ni los sacrificios ni los holo- causto~ pudieron sustituir la verdadera comunión y el verdadero conocimiento de Dios. ¡Qué triste es cuando la comunión con Dios se limita a las expresiones y acciones del culto! Entonces la fe está vacía y sin poder para guiar en todos los aspectos de la vida. icuántos creyentes hoy

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día son simplemente de domingo, limitados a los servi- cios de sus iglesias! El resto de la semana y en las demás esferas de sus vidas no hay indicio de lealtad a Dios ni de influencia de valores cristianos.

Denuncia de acciones que evidencian rebeldía (w. 7-11)

No solamente el arrepentimiento fue superficial, sino que persistieron las acciones que evidenciaban una falta de transformación en la vida de las personas. La denun- cia se hizo catalogando una serie de pecados que que- brantaban los términos del pacto. Estos pecados abar- caban todas las esferas de la vida, y al identificarse con ciertos lugares y hechos históricos demuestran su gene- ralidad.

El primer pecado era que desde el inicio de la nación habían quebrantado el pacto y siguieron traicionando a Dios. El segundo pecado era la iniquidad asociada con la intriga y crímenes por ganancias políticas (Jue. 12:5-6) que se cometieron en Galaad. El tercer pecado era en la esfera religiosa y se le asocia con Siquem. Aparentemen- te en esta ciudad había un santuario que le daba compe- tencia a los santuarios oficialmente sancionados por el rey y los sacerdotes. La acción específica era la de homi- cidio masivo de peregrinos, cometido por los mismos sa- cerdotes. Este pecado fue calificado como abominación, es decir, algo vergonzoso y ofensivo a Dios. Finalmente, todo Israel era culpable de infidelidad e idolatría, que se de- mostraba en adorar a los ídolos y en prácticas inmorales. Todas estas acciones en todos estos lugares son amplia evidencia que demuestra que el arrepentimiento fue falso. La infidelidad y la conducta del pueblo no cambió en nada.

Es interesante que el profeta declara una advertencia a Judá. Esto indica que las profecías de Oseas eran tam- bién conocidas en Judá y que tenían la misma autoridad

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como Palabra de Dios. La siega es la figura prominente del acto final de Dios en su plan redentor para con Su pueblo y para con la humanidad.

Con razón Dios exclama: ''¿Qué haré a ti, Efraín?" A pesar de todo el sufrimiento, la humillación, la desinte- gración y las palabras del profeta, la nación entera, en todas las esferas de su vida, prefería vivir en rebeldía contra Dios.

Lecciones para la vida en Oseas 5:1-6:11

1. La responsabilidad de los líderes (5:1, 2). Hoy día es- tamos sufriendo la falta de líderes honestos, sabios y dedicados al bienestar del pueblo. Cada día se descu- bre que cometen violaciones contra las leyes que ellos debieran garantizar. Cuán necesario es elegir líderes que han de cumplir sus funciones con honestidad e in- tegridad. Los creyentes deben participar activamente en la elección de autoridades.

2. Buscar a Dios mientras pueda ser hallado (5:15). La Biblia afirma que Dios es paciente y misericordioso para con el ser humano. Pero el mensaje de Oseas es que Dios tiene también un límite en Su espera. Israel dilató su regreso y se enredó en sus pecados más del tiempo que Dios le esperó. Finalmente llegó el juicio de Dios que destruyó a la nación. El hombre nunca debe desaprovechar la oportunidad de reconciliarse con Dios por el fe en Jesucristo.

3. La renovación litúrgica no es lo mismo que una trans- formación espiritual (6:l-3). La mayoría de nuestras congregaciones han experimentado ciertas renovacio- nes en su adoración. La influencia de otros grupos evangélicos, tendencias en la cultura particular, o me-

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jores recursos disponibles han creado un ambiente propicio para innovar y experimentar nuevas formas y nuevos modos en nuestra adoración y proclamación. Nada de esto está incorrecto si ayuda a que también haya una experiencia de transformación espiritual. Lo malo muchas veces es que las innovaciones son sólo de formas y no expresan ni producen cambios en con- vicción y conducta.

Actividades de aprendizaje personal

1. Describa las verdaderas causas que hicieron de Israel una nación completamente rebelde a Dios.

2. La rebelión contra Dios siempre trae consecuencias. Describa en sus propias palabras esas consecuencias según se describen en 5%-15.

3. ¿Cómo consideró Dios el arrepentimiento de Israel que se describe en Oseas 6:l-3?

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4. Enumere cuatro razones por la cual el arrepentimien- to de Israel demostraba actitudes completamente in- correctas.

5. Después de leer Oseas 6:6, explique la siguiente frase: ''¡Qué triste es cuando la comunión con Dios se limita a las expresiones y acciones del culto!"

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CAPITULO 6

Israel, nación llena de engaño (7:l-16)

Israel necesitaba con urgencia de una atención médica que la sanara de su enfermedad. Dios, como un cirujano hábil, intentó eliminar la enfermedad. Pero, a medida que procuraba "sanar" un mal, aparecían otros como re- sultado de la continua y completa rebelión de Israel. Este capítulo denuncia una razón más para el enjuiciamiento de Dios. Israel estaba llena de engaño. Se describe como en Su esfuerzo en redimir, Dios puso al desnudo todos los pecados y los engaños de Su pueblo. En Israel no existía un compromiso de lealtad total y única a Dios.

Los pecados en las diferentes esferas de la vida social, política y religiosa se descubren en acusaciones de he- chos concretos. Las figuras comparativas, ricas en expre- siones precisas, describen la falsedad del pueblo y las consecuencias de esa vida de engaño.

Engaño en ocultar los pecados (7:l-2) Israel no pensaba que su mala relación con Dios era la

causa de su enfermedad. Se presentó ante Jehová para ser sanado, pero sin reconocer los actos pecaminosos que causaban la enfermedad.

Se ocultan las intenciones (v. 1)

Primero, las intenciones se mantuvieron ocultas. Los actos de los israelitas daban la apariencia de ser correc- tos porque la verdadera intención no se daba a conocer. Se les compara al proceder del ladrón y del salteador de camino. El ladrón escoge con cuidado la casa o el lugar que ha de asaltar. Se fija en la seguridad o falta de tal que ofrece dicha casa, y determina con precisión el mo- mento que ha de obrar. Una vez consumada su acción,

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desaparece de la escena, y por lo general no deja rastro que lo pueda identificar. De la misma manera el saltea- dor de camino elige el lugar apropiado en donde arrinco- nar a su víctima cuando ésta se encuentre con menos po- sibilidad de defensa o huida. Así era Israel: tenía la in- tención de esconder de Dios sus pecados.

Se niega la consecuencia del pecado (v. 2)

Israel equivocadamente pensaba que los pecados no te- nían consecuencias, que no afectaban la relación con Dios ni impedían el privilegio de recibir las bendiciones prometidas en el pacto. Dios reveló insistentemente por medio de Sus profetas que el desobedecer y no guardar el pacto sí tienen sus consecuencias. Por su equivocación, Israel atribuía los desastres naturales, las adversidades políticas y el malestar social, no al pecado, sino a otras causas.

Se ignora la permanencia del pecado (v. 2)

La idea predominante era que las acciones pecamino- sas quedaban olvidadas, y que no había una agencia de registro. No querían reconocer que todo pecado es trans- gresión de la ley de Dios y que Dios tiene memoria de todas las iniquidades.

Nunca hay ganancia en ocultar nuestros pecados de Dios. Cuánto más nos abrimos a Dios en reconocimiento, mayor será la acción transformadora de Su gracia y mi- sericordia (véase Pr. 28: 13).

Engaño en confiar en el sistema político (7:3-7)

Gran parte de la época de Oseas fue de mucho caos e inestabilidad política. Esta situación era ya consecuencia del juicio de Dios a Israel; pero el pueblo y sus líderes re- husaban aceptar esa verdad. El área política de la nación

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estaba llena de engaños. Se pueden notar por lo menos tres principios falsos en esta esfera.

El rey puede salvarnos (VV. 3, 5 )

Israel, engañandose en sí, mantenía una falsa confian- za en que el rey y su política oportunista eran la solución a las amenazas de guerra y a la decadencia del pueblo. Ciertamente el rey era el responsable de la seguridad y estabilidad de la nación, pero esa función la debía cum- plir asegurando que las leyes y los mandamientos dados por Dios fueran obedecidos por el pueblo. No obstante, en el tiempo de Oseas, los reyes, los príncipes y los jueces estaban llenos de maldad. En vez de defender la justicia y la verdad, se alegraban en la maldad y en la mentira, y se identificaban con los inicuos. En vez de guiar al pue- blo a la lealtad a Dios, participaban con él en la idolatría.

La conspiración trae el cambio necesario (VV. 4, 6)

Había engaño en la manera que elegían a los reyes. Si la confianza de liberación estaba en el rey, era lógico pen- sar que si no había liberación, se debía cambiar de rey. En sólo doce años hubo cuatro reyes, los cuales obtuvieron poder por medio de conspiraciones y asesina- tos. La figura del horno indica como, a través del engaño, se cambiaban los reyes. Así como el panadero prepara el fuego la noche anterior y espera la llegada del día para atizar nuevamente su fuego y hornear su pan, así los conspiradores planeaban su golpe, ocultamente. ¡Cuán grande era el engaño del pueblo al pensar que los reyes impuestos por ellos-partícipes de maldad-serían los ins- trumentos de salvación!

No hay necesidad de clamar a Dios (v. 7)

La afirmación que no clamaban a Dios se repite una y otra vez en este capítulo. En sus funciones políticas los

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reyes no buscaban la dirección ni la ayuda de Dios. En los testimonios de los reyes que hicieron lo bueno, su apoyo y guía fue siempre Dios (Sal. 21:l-7). Pero los reyes y príncipes de Israel no clamaban a Dios. Decidie- ron gobernar conforme a sus propias políticas oportunis- tas y concesiones pecaminosas.

La tendencia en nuestros días es que sólo la esfera re- ligiosa está bajo la jurisdicción de Dios, y que los seres humanos pueden hacer lo que quieren y como quieren en el campo político. Sin embargo, así como los reyes de Is- rael sucumbieron, así también todo sistema político que no se apoya en Dios y en Sus mandamientos sucumbe in- evitablemente. Somos testigos del colapso del sistema co- munista ateo pero parece que no nos está sirviendo de suficiente ejemplo como para permitir que nuestro propio sistema político en el occidente tenga como fundamento a Dios y Sus propósitos.

El engaño en confiar en otras naciones (7:8-12)

Israel nunca fue una nación sin alianza. Justamente nació de una alianza: el pacto de Dios con Abraham y los patriarcas. Este pacto identificó a Dios como el Dios de Israel y a éste como Su pueblo. El cumplimiento de los términos del pacto daban la suficiente y necesaria garan- tía de la supervivencia y el bienestar de Israel, así como un propósito noble: el de ser de bendición a todas las na- ciones y familias de la tierra.

Pero Israel se engañó, y puso en otras naciones su con- fianza de supervivencia y bienestar. En tiempos de Oseas, los reyes buscaron alianza con Siria, Asiria y Egipto, cambiando de alianza de acuerdo con quien ofre- cía mejor garantía en el momento dado. Esta política, lejos de librarlo de destrucción, ocasionó su derrumbe más acelerado aún. El mensaje profético declara tres consecuencias de estas alianzas.

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Pérdida de identidad (v. 8)

La primera consecuencia es que Israel perdió su iden- tidad como nación escogida por Dios. La figura de una torta mezclada y no volteada indica con precisión que Is- rael era como las demás naciones. Justamente ella debía ser diferente. No debía imitar en nada las religiones, las prácticas, ni las instituciones de las demás naciones. Pero ahora Israel era como una de ellas. Perdió así su propósito principal: el de revelar con ejemplo y proclama- ción el plan redentor de Dios para toda la humanidad. La razón de su misma existencia se anuló y ella se volvió in- servible.

La iglesia corre el gran peligro también de perder su identidad y propósito misionero. Cuando se mezcla con el mundo, adoptando sus prácticas y guiándose por sus va- lores, no puede servir de ejemplo. Cuando vive a gusto con el pecado, pierde su fuerza para predicar el arrepen- timiento y demostrar el poder redentor de Dios.

Opresión y sufrimiento (w. 9, 11)

Las alianzas, lejos de proveer alivio o beneficios, esta- ban causando más opresión y sufrimiento. Israel es com- parada con una persona que avanza a la vejez desprote- gida y solitaria, expuesta a que otros se aprovechen de ella y le despojen de sus fuerzas, ya limitadas y escasas. Lo triste de esta situación es que Israel no se daba cuen- ta. En su confianza en otras naciones estaba ciega a las consecuencias que estaba sufriendo. Históricamente, la alianza con Siria le trajo derrota militar, pérdida de te- rritorio y cautividad de una buena parte de la población. Además, le involucró en una guerra fratricida con el reino hermano de Judá. Las alianzas con Asiria y Egipto impusieron pesados impuestos y constantes amenazas de invasión, todo lo cual mantenía al pueblo en permanente

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congoja e intranquilidad (2 R. 15:19-20, 29; 17:3-4). La evaluación de esas alianzas queda ilustrada por la com- paración con la paloma incauta. No eran demostración de la inteligencia o prudencia de los reyes. AZ contrario, reve- laban la incapacidad, simpleza y grave error por parte del gobierno. Antes que escapes de peligro, eran trampas se- guras en las cuales inevitablemente todo el pueblo caería.

Juicio de Dios (VV. 10, 12)

Esas alianzas que indicaban la confianza puesta en po- deres humanos, con certeza traían el juicio de Dios. En estos versículos aparecen nuevamente declaraciones cla- ras y concretas del castigo de Dios a Israel. Tres conclu- siones precipitan la declaración de juicio. Primero, Israel había demostrado soberbia. Esa postura de creerse auto- suficiente y no necesitar de Dios se convirtió en el mejor testigo acusatorio. Segundo, el juicio fue el resultado de que no buscaron a Jehová ni se volvieron a El. Aquí apa- rece nuevamente la denuncia que domina este capítulo. A pesar de todas las denuncias de pecado, a pesar de todas las consecuencias de las iniquidades de Israel, a pesar de la oferta amorosa de redención, Israel no buscó a Dios. Esto confirma la rebeldía inalterable del pueblo. Pero al mismo tiempo declara la naturaleza misericordio- sa de Dios y Su fidelidad. En un último análisis, no fue el pecado, no fue la iniquidad ni el engaño lo que precipitó el castigo de Dios; fue la falta de arrepentimiento de esos pecados, de esas iniquidades y de esos engaños. Las afir- maciones "con todo esto", "ni aun así", se repiten una y otra vez hasta el libro de Apocalipsis (Ap. 9:20). Jesús de- claró enfáticamente que no es la gravedad del pecado lo que provoca el castigo de Dios, sino la falta de arrepenti- miento (Lc. 13:l-5).

Tercero, el juicio de Dios vino conforme se había anun- ciado de antemano. Una verdad que se extiende por toda

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la Biblia es que Dios nunca trae un juicio sin adverten- cia. Desde la declaración a Adán (Gn. 2:16-17) hasta la última revelación a Juan (Ap. 22:6-7), Dios primero da Su advertencia de castigo y extiende una invitación al arrepentimiento. Oseas y los otros profetas son testimo- nios de las múltiples y repetidas advertencias que Dios hizo a Su pueblo para que éste evitara el juicio.

De nada le sirvió a Israel confiar en otras naciones. Fue una prueba más de su existencia en engaño y de su persistente rebeldía contra Dios. Muchas veces la iglesia se h a sentido tentada a confiar en poderes académicos, económicos, sociales o políticos, y a aliarse con ellos, engañándose al pensar que es lo mejor para asegurar su impacto en l a comunidad. Ninguna de esas alianzas logrará el progreso del evangelio. Por el contrario, todas están bajo el juicio de Dios.

El engaño en apartarse de Dios (7:13-16)

Tal vez el engaño más grande que Israel sufrió fue el de haberse apartado de Dios, buscando la satisfacción de sus propios deseos. En estos últimos versículos la situa- ción de Israel está directamente relacionada con Dios. Dios se dirige en primera persona hablando de Israel. Dios mismo hace el contraste de sus acciones ("Yo"), con las de Su pueblo ("pero ellos"). Las acciones de Israel afectaron directamente a Dios, quien lo expresa en el uso de pro- nombres personales: "de mí", "a mí", "contra mí".

Se apartan de Dios con sus actos pecaminosos (w. 13,15)

El apartarse es un proceso activo, no un simple olvidar a Dios y tener una actitud pasiva hacia El. Las palabras que describen estas acciones "separatistas" son fuertes. La primera es que Israel fue rebelde contra Dios. La pa- labra rebeldía es una de las que se usan para traducir pecado en el sentido de un rechazo a la autoridad de Dios

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y a Sus mandamientos. El rebelde es el que quebranta mandamientos específicos porque no acepta la autoridad del que manda. La aceptación de la autoridad de Dios o el Señorío de Jehová es fundamental para la obediencia de los mandamientos. El decálogo comienza con la decla- ración: 'Yo soy Jehová tu Dios" (Ex. 20:2). Sin la acepta- ción de esa realidad, ningún mandamiento es autoritati- vo. Segundo, Israel habló mentiras contra Dios. Esta pa- labra hace referencia a las afirmaciones falsas que hací- an sobre la verdadera naturaleza de Dios. Ellos optaron por desconocer al Dios del pacto y a Sus revelaciones e intervenciones históricas. Lo que afirmaban de Dios era similar a las "cualidades" de Baal, y pensaban que a Dios se le podía "manejar" a través del culto y los ritos apro- piados. Tercero, Israel planeaba maldad contra Dios. Esta acción hace referencia al plan de alianza con otras naciones en busca de salvación. Cualquier estrategia que expresa falta de lealtad hacia Dios es una traición.

Se apartan de Dios con su infidelidad religiosa (v. 14)

Como si las acciones que quebrantan el pacto, niegan la verdadera naturaleza de Dios y expresan falta de leal- tad fueran poco, Israel acudió al culto de Baal en busca de seguridad para su supervivencia y el alivio a sus males. Sin duda alguna, la guerra con Judá, la invasión de Asiria y los constantes golpes revolucionarios, dejaron a Israel en escasez de productos básicos en la "canasta familiar". Y a pesar de que en el pasado tantas veces Dios había dado a Su pueblo de Su provisión suficiente, de Su poder liberador, el pueblo en momentos cruciales no clamó a Dios, sino a Baal en su culto totalmente per- vertido. El pedido de ayuda que ellos elevaron en sus cul- tos no fueron expresiones de adoración o sumisión a Dios; eran técnicas vacías para manipular a los ídolos

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que eran dioses falsos e inexistentes; era una abierta provocación que precipitó el castigo.

El castigo de Dios es inevitable (VV. 13, 16)

Estos versículos indican la inevitabilidad del castigo y la naturaleza concreta del mismo. La expresión de la- mento "¡Ay de ellos!" indica, no el anuncio de castigo, sino el efecto que el castigo trae. Es una declaración de certeza de que el castigo es inminente. Es el anuncio del cumplimiento de la sentencia del enjuiciamiento. La na- turaleza del castigo se expresa a través de situaciones que muestran la ruina total de la nación. La primer situación es destrucción o devastación, lo cual significa desaparición de toda seguridad y de condiciones para la existencia. Por lo general, esto es lo que queda después de una invasión mili tar destructora. La segunda situación es la derrota militar y nacional. La integridad nacional de Israel siempre fue precaria y su superviven- cia se debía a una defensa bien dirigida y totalmente apoyada por Dios. Pero como castigo, la nación sufrió una derrota total. La situación número tres describe un nuevo cautiverio que redujo al pueblo al estado de escla- vitud previo al éxodo. La ruina por el juicio entonces sig- nifica pérdida de soberanía nacional, pérdida de la tierra prometida y una esclavitud humillante y debilitante. Todas estas sentencias se habían cumplido históricamen- t e con el pueblo de Dios y se seguirían repitiendo mientras que el pueblo siguiera viviendo en engaño y re- beldía contra El.

Como Iglesia de Cristo debemos adoptar una actitud de sinceridad total para buscar con todo empeño si en algo no estamos intentando engañar a Dios. Nuestros motivos, nuestros métodos y nuestros fines deben ser siempre sinceros, transparentes, y en total acuerdo con

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la voluntad de Dios expresada en Su Palabra y la direc- ción de Su Espíritu.

Lecciones para la vida en Oseas 7:l-16

1. Dios perdona todos los pecados (w. 1-2). Uno de los mayores gozos para el creyente es discipular a un nuevo convertido. A medida que esta persona conoce la voluntad de Dios, va reconociendo todas las accio- nes y prácticas resultantes de su vida en pecado. Es frecuente escuchar esta expresión de sus labios: "Hermano, ahora me doy cuenta que esto está mal y debo dejarlo." Así Dios puede "sanar" todos los peca- dos, porque nada se intenta ocultar. El creyente "anti- guo" no sólo tiene el privilegio, sino la obligación de permitir que a través de la confesión, el Señor le per- done y limpie de toda maldad (1 Jn. 1:9).

2. La distancia para evangelizar (v. 8). Atrás de muchos vehículos podemos leer este letrero: "Conserve su distancia." Eso fue lo que no hizo Israel, y perdió su misión. Es un buen ejemplo para el creyente en su relación con el mundo y sus amistades inconversas. Muchos creyentes están tan mezclados con los del mundo que no pueden servirles de testigos.

3. Las advertencias del juicio (v. 12). La gente por lo ge- neral no quiere oír advertencias del juicio de Dios. Israel no quiso oír y fue destruido. Como creyentes de- bemos siempre tomar dos pasos en cuanto a la realidad del juicio venidero: primero, nosotros mismos debemos tener una conducta santa y piadosa, recono- ciendo lo inminente e inevitable que es. Segundo, debemos advertirle a la gente de la proximidad de ese juicio y de la necesidad de hacer una decisión por Cristo.

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Actividades de aprendizaje personal

1. ¿Cómo se evidencia el engaño del que estaba llena la nación de Israel?

2. Cuando Israel se daba cuenta de que un cierto rey no podía darles salvación o solución a sus males, ¿cómo intentaba resolver el problema?

3. Explique el peligro que corre el creyente, y la iglesia crist iana, a l identificarse con las prácticas y costumbres del mundo.

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4. ¿Puede una persona ser muy religiosa, y sin embargo estar completamente lejos del Dios verdadero?¿Por qué? ¿En qué forma ilustra esto lo que le ocurrió a Israel?

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UNIDAD III

RESULTADOS DE LA INFIDELIDAD

A pesar de los muchos esfuerzos de Dios a través de la proclamación del profeta Oseas, el pueblo de Israel per- maneció en su infidelidad. Los capítulos 8 al 10 descri- ben los resultados de esa infidelidad. El propósito central es el anuncio y la demostración de que la infidelidad trae como resultado castigo y retribución de Dios. Estos capí- tulos nuevamente nos recuerdan la seriedad del pecado y la urgente necesidad de una reconciliación con Dios

CAPITULO 7

El que siembra viento segará torbellino

(8:l-14)

Cierta vez un hermano de la iglesia me pidió que visi- táramos a una señora cuyo hijo acababa de fallecer. La madre, entre sollozos, nos decía que era al segundo hijo que perdía en un período de dos años. Más tarde, cuando dejamos el hogar, aprendí más sobre esta familia. Eran seis hijos entre la edad de 20 y 30 años. Dos de ellos ha- bían muerto en peleas de cantina. Otro estaba en la cár- cel sentenciado por vida por haber cometido homicidio. El cuarto estaba parcialmente inválido como consecuen- cia de unos disparos que había recibido en una pelea. Y

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otro de los hijos era prófugo de la ley, acusado de intento de homicidio. ¿Cómo podía toda esta tragedia suceder a una familia? Era el resultado de lo que el padre de estos jóvenes adultos había sembrado en ellos. Este padre, por ejemplo y enseñanza, impulsó a los hijos a adoptar el concepto de que para ser un verdadero hombre nunca de- bían rehuir una pelea, debían gustar de la bebida, apro- vecharse de las mujeres y participar en juegos de azar. Desde muy jóvenes estos hijos frecuentaron las cantinas, donde encontraban todo lo que sus deseos carnales les exigían. Así esta familia llegó a la tragedia. Era la siega de lo que antes se había sembrado.

Este capítulo de Oseas presenta una nueva serie de mensajes que denuncian las transgresiones de Israel y sus resultados ineludibles. Las consecuencias fueron más concretas y por la situación histórica estaban ya a la vista del pueblo. El contexto histórico parece apuntar al período posterior a la guerra con Judá y la invasión asi- ria. Desde ese tiempo el ejército asirio permaneció ame- nazante en toda la región. El rey Oseas de Israel tuvo que pagar un fuerte tributo para evitar un confronta- miento militar (Os. 8:9, 10; 2 R. 17:3). El pasaje desarro- lla con claridad los temas del quebrantamiento del pacto y la ley y contiene una crítica aguda de la elección de au- toridades y una denuncia completa del culto y sus oficios. Con cada denuncia, se relaciona el resultado o castigo co- rrespondiente. La afirmación general es que lo que Israel sembrara, eso segaría. El profeta actúa como portavoz de Dios, quien se dirige directamente a Su pueblo en prime- ra persona. Esto indica la autoridad y la urgencia del mensaje.

El quebrantamiento del pacto y la ley (8:l-3) La sección comienza con una señal de alarma ante la

presencia del enemigo político, Asiria. Pero el enemigo

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era realmente Dios, quien estaba confrontando a Su pue- blo, en un nuevo intento de reconciliación. La esencia del pecado de Israel se describe en referencia al pacto y a la ley. Israel los había transgredido.

Significado del pacto y la ley (v. 1 a)

Para Oseas y los profetas todo pecado era transgresión contra el pacto y rebeldía hacia la ley. Por eso es necesa- rio comprender el significado del pacto y la ley. El pacto o la alianza fue el medio por el cual Dios estableció una re- lación especial con el pueblo de Israel. Se inició con la elección de Abraham para un propósito redentor. Esen- cialmente, el pacto con Abraham era un compromiso so- lemne de parte de Dios de proteger y bendecir a Abra- ham, y hacer de él y sus descendientes una nación espe- cial. El propósito de esta nación era el de ser testimonio del propósito redentor de Dios para la humanidad. El pacto se confirmó en el éxodo con la formación y organi- zación del pueblo en nación con soberanía y territorio propio. Entendido como una institución política, Israel era siervo o vasallo de Dios. Su obligación primaria era obedecer la autoridad y voluntad del Superior. Por parte del Superior estaba la obligación de proveer seguridad, protección y ayuda pronta en situaciones de crisis. Como parte del pacto Dios dio a conocer Su voluntad en forma precisa y específica en todas las esferas de vida del pue- blo escogido. Esta voluntad de Dios se registra en la ley. El objetivo primario de la ley (Tora) era el de instrucción, y su propósito era orientar al ser humano y a la nación a mantener una relación correcta con Dios, con el prójimo y con la creación. En este sentido, "Mi ley" no se refiere sólo a ciertos mandamientos o estatutos, sino a todo el cuerpo de tradiciones registradas como la voluntad de Dios. La enseñanza de estas instrucciones estaba a cargo de los sacerdotes. Los profetas que Dios llamaba eran los

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encargados de denunciar siempre cuando el individuo o el pueblo violaban estas instrucciones. Con las denuncias anunciaban el castigo que resultaba de esas violaciones, y hacían un llamado al arrepentimiento. El rey debía en forma especial cuidar de cumplir y hacer cumplir la ley.

En conclusión, el pacto significaba una relación estrecha y especial con Dios, y la ley era el instrumento que por su orientación e instrucción hacía posible esa relación.

La acusación del quebrantamiento (VV. 1 b-3a)

La acusación concreta era que Israel estaba en diso- nancia con el pacto y en rebelión contra la ley. En esencia esto significa que Israel estaba escogiendo ubicarse fuera de la relación y de los términos del pacto, y lo que se afectaba era la relación con Dios. No era contra un docu- mento impersonal o contra una instrucción general que se actuaba, sino contra la misma persona de Dios, ya que el pacto y la ley eran expresiones de Su misma personali- dad. Israel pretendía conocer a Dios, desechando la rela- ción correcta que demostraba ese conocimiento. Los tér- minos que se usan para describir el quebrantamiento son muy elocuentes. Traspasar significa una traición contra el aliado del pacto. Es una rotura del acuerdo proclama- do. Rebeldía es desafío abierto contra la autoridad y el señorío de Dios. El desechar el bien significa el rechazo de la autoridad normativa de la ley. Al mismo tiempo, es ignorar los resultados de la obediencia, las bendiciones en todas las áreas de la vida del individuo y de la comu- nidad (Dt. 28:l-14).

Resultado del quebrantamiento (v. 3b)

¿Qué alternativa quedaba para el pueblo que estaba en trasgresión del pacto y en rebeldía contra la ley de Dios?

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Nuevamente el resultado se anuncia con una compara- ción muy descriptiva: el enemigo avanza como un águila para destruir. Esto significa que no se le podía impedir o resistir. El águila es conocida por su rapidez, persistencia y precisión en arrebatar a su víctima. En la realidad his- tórica este enemigo era el ejército asirio. Sin embargo, Asiria era simplemente u n instrumento del juicio de Dios. Aunque Israel pretendía mantener una relación co- rrecta con Dios, la realidad era otra: ellos estaban total- mente alejados de Dios. Por ello, la destrucción por el enemigo estaba cercana y no se podía eludir.

La mala elección del rey y las autoridades (8:4-1 O)

La función del rey era muy importante en la vida de una nación. En las relaciones internacionales, el rey re- presentaba a su respectiva nación, y su gestión determi- naba la suerte del pueblo. En Israel, la figura del rey era muy respetada porque en un sentido era el representante o regente de Jehová, quien realmente era el Rey por ex- celencia. Pero este cargo tan importante se había corrom- pido, y en el tiempo del profeta era más bien una institu- ción en rebeldía contra Dios. Esta sección denuncia la manera equivocada de elegir a los reyes, las malas ges- tiones del rey y los resultados del juicio que afectaron a toda la nación.

Elecciones a espaldas de Jehová (v. 4a)

Desde el inicio de la monarquía en el pueblo hebreo, Dios era quien elegía al rey. Los primeros reyes, Saúl y David, fueron elegidos por Dios y señalados por Samuel el profeta. Por revelación de Dios, los descendientes de David quedaron como los herederos legítimos al trono, pero cuando se dividió el reino, Dios eligió a Jeroboam (1) como rey en el reino del norte. Las dos dinastías, la fami-

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lia de David en Judá y la familia de Jeroboam en Israel, tenían la promesa de continuidad, confirmándose así que era Dios quien tenía la soberanía para elegir a los reyes (1 R. 11:29-38). Con el correr del tiempo, en Israel las di- nastías se cambiaron por medio de conspiraciones y gol- pes de estado. Este es el pecado que el profeta Oseas de- nuncia como una demostración más de rebeldía contra Dios. En el corto tiempo de doce años, el pueblo por cons- piración y asesinato cambió de rey cuatro veces. El trono era una fuente de poder totalmente independiente de Dios, reclamando así una prerrogativa que sólo le perte- necía a Dios. No era el cargo del rey en sí mismo lo que se condenaba, sino la usurpación de derecho que el pue- blo hacía al elegir rey. De esta manera, el rey estaba para satisfacer los gustos del pueblo y no para implemen- tar la voluntad de Dios. Un rey elegido en una conspira- ción debía pagar su elección con favores a aquellos que le apoyaron. Así, las posiciones de autoridad, incluso las re- ligiosas, se distribuían a personas no por su capacidad, sino por sus relaciones favorecidas. Este sistema estaba totalmente desaprobado por Dios y lejos de garantizar prosperidad, traía la destrucción de la nación.

Nos hace pensar en nuestra propia situación hoy día. Muchas autoridades son constituidas con métodos con- trarios a la voluntad de Dios. Se comete rebeldía contra Dios ahí donde se hacen las elecciones con fraude, pre- sión deshonesta o imposición de fuerza. Al final, no será de bendición para el pueblo.

Elección de ídolos en rechazo a Jehová (VV. 4b-6)

Otra demostración de rebeldía del pueblo radicaba en escoger a ídolos como sustituto de la fe en Dios. La culpa era de todo el pueblo, pero por función del rey y las auto- ridades administrativas, la provisión o impedimento de idolatría era una de sus mayores responsabilidades. El

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rey debía proveer para la legítima adoración del pueblo. Las descripciones de los llamados "reyes buenos" siempre apuntan a dos acciones: la destrucción de los lugares de idolatría y la provisión correcta de medios y recursos para la adoración al Dios verdadero. Esta provisión se demostraba en la manutención adecuada de los sacerdo- tes y levitas, funcionamiento adecuado del sistema de culto, y mantenimiento y reparación del templo y todos los elementos para el culto. Un rey mal elegido permitía al pueblo volverse idólatra sin impedimento. Jeroboam, primer rey de Israel, es quien inicialmente proveyó para la idolatría del pueblo. Para mantener la lealtad del pue- blo, mandó instalar un ídolo (becerro de oro) y el perso- nal religioso correspondiente en Bet-el y en Dan, ciuda- des centrales del reino (1 R. 12:25-33). Posteriormente, el pueblo multiplicó su idolatría. Samaria, la capital del reino, también tenía su becerro de oro, ídolo representan- te del culto a la fertilidad de Baal. Todo el pueblo, de lo mejor que tenía, hizo ídolos que lo desviaron de la adora- ción correcta.

La denuncia es que así como inventaron reyes, tam- bién inventaron ídolos con el propósito de manejarlos y expresar su rebeldía contra Dios. Con tono de burla se afirmó que los ídolos eran obras de hombres y de ninguna manera podían llegar a ser el Dios que el pueblo aducía co- nocer. Todo lo que la idolatría conseguía era la ira de Dios que no podía soportar a Su pueblo en esa condición de cul- pabilidad.

El pecado de la idolatría es de lo más grave en la rela- ción del hombre con Dios. Indica que el hombre rechaza a Dios y lo sustituye por una creación humana manejable y complaciente. Debemos recordar que el mandamiento de no tener ídolos todavía es válido (Ex. 20:4-6). La sociedad moderna, que ha ubicado al hombre en el centro del uni- verso, ofrece muchos ídolos que lo desvían a uno del ver-

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dadero Dios. Con razón el apóstol Pablo recomienda en- fáticamente: "huid de la idolatría" (1 Co. 10:14).

Política internacional equivocada (VV. 8-1 0)

Como consecuencia de la irresponsabilidad del rey, se había derribado la integridad religiosa del pueblo. Pero asimismo por la mala gestión del rey se perdió la integri- dad política de Israel. El propósito de Dios para Israel era hacerle de bendición a todas las naciones; era la agencia política escogida para proclamar el propósito re- dentor de Dios para con la humanidad. En este sentido, la existencia y supervivencia de Israel dependía total- mente de Dios. La supervivencia estaba segura a través de la obediencia al pacto y la ley pero los últimos reyes de Israel, lejos de buscar seguridad en Dios, escogieron asegurar la supervivencia de la nación dependiendo en otras naciones que aparentemente ofrecían esa seguri- dad. A través del pago de tributos y sumisión política, se mantenía una supervivencia muy precaria. El profeta de- nuncia que esa política no beneficiaba en nada a Israel; era una demostración más de la rebeldía del pueblo. Esos actos se comparan con lo que un asno montés hace cuando tercamente se separa de su hato y queda indefenso. Israel se separó de la seguridad de Dios y quedó a expensas de Asiria. El pago de tributo era simplemente una muestra más de la deslealtad del pueblo para con Dios. Estaban dispuestos a pagar tributo a una nación extraña pero no a Dios. Esta acción es similar al pago que se hace a una prostituta; es traición contra Dios.

¿A qué llevaba esta política? La sentencia es enfática: Israel era una vasija inservible. Habiendo sido un pueblo escogido con un propósito tan noble, con un mensaje tan valioso, ahora era inútil. En vez de influir y absorber a las naciones en el plan de Dios, ella era absorbida por las naciones. La aflicción y la destrucción de las cuales pen-

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saba librarse estaban a la puerta. La nación que parecía ser la libertadora se volvió la destructora.

El resultado de la mala elección (v. 7)

La esencia del mensaje profético es que a toda acción humana corresponde una consecuencia. Esta declaración afirma primero, que Dios en Su poder y sabiduría es quien controla la vida de los seres humanos y los aconte- cimientos de la historia. No son el ser humano ni los im- perios quienes deciden el destino de la humanidad. Se- gundo, el ser humano es responsable de sus acciones in- dividuales y como comunidad. Todas sus decisiones y ac- ciones son registradas y tenidas en cuenta. Tercero, hay una directa relación entre la acción y la consecuencia. Esto presupone que Dios mantiene una norma bien esta- blecida que evalúa y mide el alcance de las acciones hu- manas. El profeta usa un proverbio para procurar que el pueblo reconozca su situación. Sembrar viento por lo ge- neral expresa lo que es ilusorio, inestable. El torbellino es la consecuencia de la impetuosidad y concentración del viento. Israel con su idolatría y falsa confianza en otras naciones estaba sembrando una esperanza ilusoria. Indefectiblemente segaría destrucción. Su esperanza de fertilidad en el culto a Baal, en vez de abundancia le traería escasez y miseria. Su esperanza de seguridad en naciones extranjeras le traería despojo y destrucción.

La continua adoración idólatra (8:11-14)

Dios finalmente denunció la vida religiosa errónea del pueblo. A través de las expresiones del culto, el acerca- miento al altar y los sacrificios, el pueblo debía mantener la comunión con Dios. Pero estos instrumentos de culto se habían vuelto canales de pecado para el pueblo.

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Multiplicación de altares para pecar (w. 11 -1 2)

Desde el principio de la humanidad Dios proveyó luga- res e instrumentos específicos que permitirían a l ser humano acercarse en adoración y comunión. El altar era el lugar más básico que siempre había servido para con- sagración a Dios. Un altar indicaba que Dios estaba pre- sente y acccesible al hombre para que éste le adorara y tuviera comunión con El. La construcción de un altar y su dedicación a Dios indicaban un compromiso de leal- tad, reconocimiento y dependencia en Dios. Hasta el altar llegaba el hombre de fe para alabar a Dios, expre- sar su gratitud con su ofrenda y expresar a través del sa- crificio su arrepentimiento.

Con la prosperidad material de Israel se multiplicaron los altares pero en vez de proporcionar oportunidad de gratitud y comunión con Dios, esos altares se volvieron lugares de pecado. Allí se rendía culto a Baal, invocando el nombre de Jehová, y se pretendía manipular a Dios con el culto a la fertilidad. El altar ya no era el lugar de encuentro con Dios, sino un impedimento más entre Dios y Su pueblo. Lejos de servir para indicar la voluntad de Dios escrita en Sus leyes, servía para alejar al adorador de la ley de Dios.

Nos llama poderosamente la atención a tener cuidado que nuestros templos y lugares de encuentro con Dios nunca se conviertan en tropiezos para nadie. La atención única y central en los lugares consagrados a Dios debe ser en el Señor Jesucristo. La alabanza, el reconocimien- to, las expresiones de gratitud y arrepentimiento deben ser dirigidos con claridad y precisión a nuestro Señor.

El amor a los sacrificios (w. 13, 14)

Los sacrificios traídos al altar eran muy importantes en la adoración. Su propósito principal era el de dar tes-

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timonio de la comunión del ser humano con Dios. En las instrucciones de la ley el sacrificio en sí mismo nunca fue el instrumento de comunión, sino la demostración visible de ella. El sacrificio que en esta porción se menciona es el de la ofrenda de paz-la ofrenda más común en las ex- presiones de adoración (Lv. 3). En este sacrificio, parte del animal era dedicada a Dios y parte servía de comida de comunión entre los adoradores. La certeza de comu- nión con Dios se reflejaba en la comunión con los demás. Para Israel el sacrificio se convirtió en un fin en sí mismo. Con la multitud de sacrificios pretendían garan- tizar la comunión con Dios, sin referencia a una obedien- cia a la ley. Además, cuanto más sacrificios, más fertilidad y abundancia se pretendía garantizar. De ahí que los sacrificios eran expresiones de la soberbia del hombre y de su confianza en el producto de sus manos, y no de amor y confianza en Dios. La respuesta más anhe- lada por el verdadero adorador en el altar cuando ofrecía su sacrificio era: "Jehová ha oido tu petición. El Señor ha aceptado tu ofrenda" (Véase Sal. 20; Hch. 10:4). Pero Dios anuncia a través de Su profeta el rechazo categórico de esos sacrificios. Debemos notar que no era el sistema de sacrificios lo que Dios rechazaba, sino el intento de manipular a Dios a través del sacrificio, totalmente sepa- rado de lealtad y obediencia a Sus mandamientos.

El resultado de la falsa religión (w. 1 3b, 14)

Nuevamente resalta a la vista la consecuencia de todas estas expresiones falsas de religiosidad. Dios, con autoridad de juez, declara la decisión final: la iniquidad de Israel no sería perdonada. Ninguna expresión de culto o sacrificio desprovisto de arrepentimiento y humildad ante Dios podía lograr la comunión con Dios. Israel bus- caba la comunión con Dios, pero no en los términos de

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Dios, sino en sus propios términos egoístas. Esa búsque- da llevó a la separación, al olvido de Dios.

La cosecha del pecado estaba a la vista. El castigo se describe como un retorno a Egipto. Esto significa que Is- rael volvería a los días de cautividad y aflicción. Una re- versión total del propósito redentor de Dios para este pueblo escogido. El castigo de cautividad fue para ambos reinos: Israel y Judá. A pesar de que intentaron asegurar la supervivencia nacional por medios políticos (palacios) y militares (ciudades fortificadas), la ira de Dios se en- cargó de destruir todas esas ciudades y palacios. Nunca la confianza en los recursos humanos pudo dar salvación al pueblo. Este castigo se cumplió al pie de la letra en ambos reinos.

1 Lecciones para la vida en Oseas 8:1-14 1 1. La transgresión de la ley de Dios inevitablemente aca-

rrea consecuencias. Israel recibió el castigo por su infidelidad.

2. L a ido la tr ía es t ra ic ión y rebeldía contra Dios. Mientras más se aleja el hombre de Dios, más multi- plica sus altares e ídolos.

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Actividades de aprendizaje personal 1 1. Piense en algún caso que usted conozca personal-

mente, similar al que el escritor describe al comienzo de este capítulo. ¿Diría usted que ese caso confirma que lo que se siembra, eso se siega? ¿Por qué?

2. ¿Qué podría hacer usted como creyente en Cristo, para aplicar los principios divinos a su deber ciudada- no cuando hay elecciones políticas en su país?

3. ¿Cómo se aplicaría la denuncia divina de los w. 11-14 a la expresión: "No importa lo que uno crea, con tal de que sea sincero"?

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CAPITULO 8 3 ¿Qué harán cuando . . . .

(9:l-10:15)

Cierta vez me tocó trabajar con un joven que continua- mente se embriagaba. Ya había llegado al punto que le estaba afectando su salud. Cada vez que venía al hospi- tal, los médicos y los del servicio social procurábamos ex- plicarle el peligro y las consecuencias físicas, sociales y morales que el alcoholismo causa en una persona, pro- curando animarle a que se sometiera a un tratamiento de recuperación. Muy poco efecto hacían nuestras "plá- ticas" y frecuentemente era traído al hospital borracho y con problemas de salud. Con el tiempo se convirtió en "mi cliente", y llegamos a tener cierta confianza mutua.

Un día llegó al hospital un hombre prácticamente en el último estado de la enfermedad del hígado conocida como cirrosis. Mirar a este hombre era horrorizante: amarillo, hinchado y con fuertes dolores y molestias. Le pedí a este hombre que le hablara al joven alcohólico de lo que era llegar a ese fin por culpa de la bebida. Y así lo hizo. Le explicó que había empezado a beber para "ser más hom- bre", y que por el licor había perdido su familia, su traba- jo, su pierna, su salud y ahora la vida que se le estaba es- capando. Las palabras y la vista fueron suficientes para que el joven comprendiera el mensaje, y de inmediato aceptó someterse a un programa de recuperación.

Dios, a través de Su mensajero, intentó también conse- guir que Israel comprendiera los resultados de su infide- lidad y se sometiera al tratamiento de recuperación

En los capítulos 9 y 10 se detallan los resultados de la persistente infidelidad de Israel. El castigo de Dios como retribución por todos los pecados del pueblo era seguro. Como prueba de esa certeza, se mencionan varias fases de la vida de la nación que iban a ser afectadas. La

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forma de estas secciones es la de discurso profético. A veces el discurso presenta a Dios mismo, dirigiéndose a Su pueblo directamente con la intención de obtener un diálogo, una respuesta. Otras veces se describe la situa- ción del pueblo en tercera persona apuntando a los resul- tados futuros del castigo, con la intención también de ocasionar una reacción. Los acontecimientos históricos del pasado sirvieron para establecer la identidad de Is- rael en su continua rebeldía contra Dios. Pero también sirvieron para marcar contrastes entre el propósito de Dios para con Su pueblo escogido y la actuación de éste en diferentes momentos históricos.

Estos discursos proféticos presentan como contexto histórico el período de relativa calma durante el tiempo del rey Oseas, cuando el ejército de Asiria detuvo sus pretensiones de conquista. Esto permitió a Israel reco- brar en algo su capacidad de defensa y nueva esperanza de liberación.

¿Por qué anunció Dios con anticipación y detalladamente los efectos de Su castigo? La respuesta certera es que El siguió buscando una reconciliación con Su pueblo. Siguió brindándole oportunidad para que se diera cuenta de su pecado y se volviera en arrepenti- miento a su Creador y Libertador. Este intento reafirma el tema principal del libro: El amor redentor de Dios.

Se presentan varias secciones en las cuales se anuncia que las instituciones fundamentales de la vida de la na- ción serían destruidas como castigo por la infidelidad. Cada sección presenta una acusación directa, la alusión histórica que indica continuidad de rebeldía y el castigo correspondiente. El propósito de cada sección era provocar al pueblo a considerar seriamente la situación, con miras a un acercamiento sincero a Dios. Por ello, la pregunta ¿Qué harán cuándo . . . ? resume muy bien la intención del mensaje profético.

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¿Qué harán cuando el exilio llegue? (9:l-6) El profeta aprovechó la ocasión de la fiesta de los ta-

bernáculo~, que se celebra en el otoño al final de la cose- cha. Esta debía ser una fiesta de regocijo en reconoci- miento a Dios por Sus bendiciones. En primer lugar, re- cordaba al pueblo la bondad de la tierra prometida, pose- sión adquirida como regalo de Dios. Segundo, demostra- ba la bondad y providencia de Dios al proveer el fruto de la tierra cada año. El final de la cosecha confirmaba esta bendición. Tercero, este festival recordaba al pueblo del acto redentor de Dios al librar al pueblo de Egipto y ha- cerles habitar seguros en el desierto hasta permitirles entrar en Canaán (v. 5; Lv. 23:39-43).

La acusación es que esta fiesta era una prueba más de la infidelidad de Israel a Dios. No era a Dios a quien honraban en esta fiesta, sino a Baal, el dios de la fertili- dad. El pueblo no pensaba que los productos de la tierra se debían a las bendiciones de Dios, sino que eran fruto de los ritos y sacrificios ofrecidos a Baal.

El castigo principal y final fue una nueva experiencia de exilio. Aunque se usa el lenguaje que se refiere a la experiencia de Israel en Egipto, se aclara que esta vez Asiria sería el instrumento del castigo de Dios. El exilio implica la pérdida de varias cosas que identificaban al pueblo cultural y religiosamente. Primero, perderían la tierra que identificaban como posesión especial de Dios. Políticamente, no había peor castigo para el hombre, en cualquier época o lugar, que el estar privado de habitar en su propia patria. Segundo, tendrían escasez de los productos más básicos para la supervivencia. Esto hacía contraste con la abundancia que supuestamente el culto a Baal garantizaba. Tercero, el festival o fiesta solemne de Jehová, cesaría. No tendrían más oportunidad ni razón para celebrar una fiesta de cosecha. Los sacrificios,

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las libaciones en los cuales confiaban terminarían por completo. Durante el exilio, los santuarios, en vez de adoradores, estarían llenos de espinos. Cuarto, serían privados de la oportunidad de un acercamiento ritual a Dios. Por causa del consumo de productos inmundos no podrían adorar a Dios.

La fiesta religiosa estaba totalmente paganizada y el profeta aprovechó audazmente para denunciar su final. Nos recuerda a nuestras fiestas modernas, como la de Navidad, que está tan paganizada que el verdadero sig- nificado se ha perdido totalmente. Lejos de acercarnos a Dios, nos aleja de El porque nos sirve sólo para satisfacer nuestros deseos y placeres.

¿Qué harán cuando el profeta sea desechado? (9:7-9)

La función principal del profeta había sido siempre el de revelar la voluntad de Dios al pueblo. Por lo general, el profeta actuaba como "conciencia" de los líderes y de la nación. Llamado por Dios, y en el nombre de Dios, de- nunciaba los pecados del pueblo y proclamaba los juicios de Dios, siempre con el propósito de mover al arrepenti- miento. Esta sección concierne al profeta y se puede ver desde dos puntos de vista: uno es el testimonio de la burla, hostilidad y rechazo que el profeta sufría de parte del pueblo (Véase Am. 7:lO-17, y Jer. 38). El otro punto de vista es que esta porción es una denuncia contra los falsos profetas, también abundantes en toda época, que lejos de alertar al pueblo al peligro del juicio de Dios, les profetizaban falsas esperanzas. Ambas interpretaciones apuntan a una realidad: el pueblo había de perder tam- bién la orientación del profeta. Si era al verdadero profe- ta a quien se desechaba, de nada servían ya sus mensa- jes, y su propósito de librar al pueblo del castigo era en

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vano. Si el profeta era falso, él, al igual que el pueblo, sería destruido por causa del pecado.

La función del profeta se resume en la figura del atala- ya. Este debía anunciar el peligro para alertar a la ciudad y proveer para la defensa. El profeta falso, aunque el peli- gro estaba cerca y a la vista del pueblo, no lo alertaba. Los pecados y la maldad lo habían cegado a él también.

Pero Oseas, portavoz verdadero de Dios, denunció el pecado y su correspondiente juicio. El pecado de Israel era una continuación del pecado que ocurrió en Gabaa cuando los benjamitas violaron y mataron a la esposa de un levita, y luego se empeñaron en encubrir a los malva- dos. Por esa razón las tribus se unieron y atacaron a Benjamín hasta casi exterminarlo. Este pecado comunal queda en el pensamiento bíblico como el extremo de co- rrupción (Jue. 19-20). El castigo fue que Jehová no se olvidó de esa iniquidad y El mismo se encargó de ejecu- tar la retribución correspondiente.

¿Qué harán cuando la descendencia sea destruida? (9:10-14)

Parte integral de la promesa de Dios a los patriarcas fue la garantía de una descendencia innumerable (Gn. 13:16, 15:5). Y aun en condiciones adversas como la aflic- ción en Egipto, Dios cumplió esta promesa y el pueblo se multiplicó (Ex.1:12). Pero la promesa de descendencia es- taba condicionada a la obediencia de los mandamientos de Dios. Si el pueblo se alejaba de las leyes, uno de los castigos era la disminución de la descendencia (Dt. 28:62-63).

Esta sección nos recuerda del inicio y desarrollo de la relación de Dios con el pueblo. La experiencia en el de- sierto representa en Oseas el tiempo ideal entre Israel y Dios. Aquí se describe cómo el Israel del desierto fue muy apreciado por Dios. Pero en Canaán, a pesar de

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todas las advertencias, Israel adoptó una vida de desobe- diencia. Apenas entrando a la tierra prometida iniciaron el culto a la fertilidad. El incidente que se menciona es de Baal-peor, cuando por seducción de los moabitas los hombres de Israel se involucraron en la idolatría y los ritos sexuales del culto a la fertilidad (Nm. 25:l-5).

En el castigo anunciado se identifica a Efraín como el heredero de aquel Israel infiel. Aun ellos estaban involu- crados en los vergonzosos ritos de fertilidad, confiando que así se garantizaba la fertilidad necesaria para asegu- rar fortaleza y futuro con la descendencia. Pero esa ferti- lidad cesaría por completo, como un ave que desaparece velozmente al cruzar el firmamento. El castigo afectaría el proceso de reproducción, desde la concepción hasta el nacimiento, y también a los hijos ya crecidos. Se hace dis- tinción entre las etapas de la reproducción, ya que cada una de ellas era fundamental y crítica para este proceso. En cuanto a los hijos, ellos también sufrirían destrucción como consecuencia de la falta de protección de Dios cuan- do El se apartara de ellos.

Con su observación de algunos actos específicos en que niños fueron víctimas de la guerra, el profeta confirma que este castigo ya se había iniciado.

¿Qué harán cuando los líderes sean desechados? (9: 15-1 7)

En esta sección el anuncio directo de Dios y el anuncio profético se combinan. Ello indica que posiblemente fue una confrontación del profeta con los líderes recipientes del mensaje. Nuevamente un incidente histórico marca la desviación del pueblo. Se identifica a Gilgal con el ini- cio de la monarquía, con la elección y consagración de Saúl como rey. Pero se reconoce que dicha institución fue el resultado del rechazo del pueblo a la autoridad de Dios y el deseo de imitar a las otras naciones. La infidelidad

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estuvo en la raíz misma del inicio del liderazgo (1 S. 8:l- 22, 11:15), y esa infidelidad persistió. Los líderes tenían una gran responsabilidad en el alejamiento de Efraín de Dios. Por eso serían desechados.

Se describe el castigo al pueblo con comparaciones muy vívidas. La primera es la de una esposa infiel que pierde el amor del esposo y es echada de la casa. Así Efraín sería echada de su tierra y perdería su condición de esposa de Jehová. La segunda es la de un árbol cuya raíz se ha secado y está imposibilitado de dar frutos. Is- rael, tan confiado en sus ritos de fertilidad, no tendría más hijos que garantizaran la continuación de la descen- dencia. La tercera es la de un fugitivo que recorre de un lugar a otro, de una nación a otra, buscando sobrevivir. Esto contrasta con la firme promesa de Dios a los pa- triarcas de darles por herencia perpetua la tierra prome- tida.

¡Qué gran responsabilidad recaía en los líderes! Por guiar mal, las consecuencias eran trágicas. ¡Cuánta esca- sez de líderes sufría el pueblo! Hoy, en casi todos los paí- ses, por regla general en las elecciones uno no escoge al mejor, sino al menos malo. ¡Qué triste que tengamos que escoger al mejor entre los malos!

¿Qué harán cuando el culto y el rey terminen? (1 011 -8)

Esta sección describe el fin del culto y del rey con todas las instituciones de protección y de garantía para una vida significativa y próspera. El pueblo quedó sólo frente a la ira de Dios. Nada de aquello a lo cual podía acudir para ayuda quedó en pie.

El culto tuvo gran auge en tiempo de Oseas. Se benefi- ciaba con la prosperidad material, porque el pueblo rela- cionaba el culto con la prosperidad material en imitación al culto a Baal. Por ello se dedicaron a consagrar bece-

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rros de oro en los principales santuarios; edificaban alta- res con sus respectivos ídolos (pilares) en diferentes lu- gares para más comodidad de la gente. El pueblo fabrica- ba ídolos en cantidad y los adquiría según aumentaba la capacidad económica de cada uno. Asimismo ofrecían sa- crificios generosamente esperando el favor de la divini- dad. El culto no era para procurar la comunión con Dios, ni el reflejo de un compromiso de obediencia al pacto y a las leyes; era un instrumento más, o una institución más, que expresaba la infidelidad a Dios y la búsqueda egoísta para satisfacción de placeres y vicios. El culto era la máquina que debía producir prosperidad. La divinidad estaba al servicio del hombre y sus caprichos; era testi- monio de la culpabilidad y del engaño de toda la nación.

El profeta anuncia el final del culto y todas sus mani- festaciones. El becerro, tan venerado y estimado, sería llevado al rey de Asiria. Los ídolos y los altares serían todos destruidos. Los santuarios serían abandonados, y espinas y cardos crecerían en ellos.

El rey, responsable principal de la infidelidad y rebel- día del pueblo, sería también eliminado. Llegaría el mo- mento en que el pueblo admitiría en desesperación que había quedado sin rey. Se daría cuenta entonces que la confianza en el rey con su poder militar y su capacidad de orientar de nada sirvió.

Sin el rey y sin los altares, ídolos y santuarios, el pue- blo quedaría totalmente sin protección y en confronta- ción con el juicio de Dios. El profeta describe el terror de la gente que en su desesperación preferirían ser cubier- tos por los monte? y los cerros an tes que es ta r s in protección ante la retribución de Dios. Esta expresión queda fija en el pensamiento bíblico para describir los horrores del juicio de Dios. Jesús lo menciona en adver- tencia del juicio, y en Apocalipsis se escucha a todos los

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seres humanos desear así también esconderse de la ira de Dios y del Cordero (Lc. 23:30; Ap. 6:16-17).

Esta descripción refleja con claridad cómo el profeta se esforzaba en obtener una reacción positiva del pueblo. Su anuncio era que no había otra alternativa para el pueblo que arrepentirse y volver a Dios.

¿Qué harán cuando la tierra sea destruida? (1 0:9-15)

Finalmente, el mensaje profético describe la destruc- ción de la tierra como castigo de Dios por el pecado de Israel. Esta destrucción se describe como efecto de la guerra. Se pueden observar tres acusaciones específicas que precipitaron el castigo y representan adecuadamente toda la maldad de Israel.

La primera acusación está ligada al incidente histórico de Gabaa (Jue. 19:l-30). En ese incidente la comunidad entera se hizo culpable, y marca el inicio de un estilo de vida de rechazo a todas las normas establecidas en el pacto.

La segunda acusación es la renuncia de Israel a su vo- cación redentora. Era el pueblo escogido por Dios para anunciar la salvación a todas las naciones pero fracasó en esa expectativa de Dios. Dos ilustraciones de la agri- cultura describen muy bien esta situación. La novilla en- trenada para trillar tiene un trabajo fácil y privilegiado. Debe pisar las espigas puestas en el suelo, para sacar las cáscaras y dejar libre el grano. La ley establecía que se debía permitir que dicho animal comiera libremente du- rante su tarea (Dt. 25:4). Efraín fue para Dios como esa novilla, y su vocación no era difícil. Pero no cumplió su tarea, y ahora tendría que soportar la carga del yugo de opresión y cautiverio. La otra ilustración describe con más precisión el propósito para el cual Jehová trajo a Is- rael a la tierra prometida. La nación, a través de todas

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las manifestaciones de la vida, debía demostrar justicia y misericordia. Así como el agricultor siembra una semilla y siega un producto, Israel debía sembrar una vida acor- de con la voluntad de Dios y segar demostración de fideli- dad y lealtad a Dios y al pacto. Esa era la manera correc- ta de buscar a Dios, y no a través de los ritos y sacrificios egoístas. La desilusión es grande y visible: Israel no cum- plió con su vocación. Sus decisiones, sus alianzas, su culto, su vida social y comercial daban muestras elocuen- tes de que habían sembrado impiedad y segado iniqui- dad-todo lo opuesto a la intención de Dios.

La tercera acusación es la confianza en el poderío mili- tar con el rey como el comandante. En un período de re- lativa calma las esperanzas de recuperación militar se fortalecieron. El rey Oseas pudo reorganizar y rearmar un ejército ponderable en Israel después de la primera invasión asiria. Además, la ayuda del faraón de Egipto parecía muy probable (2 R. 17:4). Y aunque la derrota militar experimentada anteriormente sirvió de adverten- cia al castigo de Dios y como llamado a confiar en Dios en arrepentimiento y obediencia, el pueblo volvió a deposi- tar su confianza en su propio recurso para encontrar la salvación de la condición en que se encontraba.

Ya que Israel no sirvió para la vocación que se le había dado, la tierra sería destruida. El pueblo, al igual que Adán y Eva, no podría ya habitar en la tierra prometida y deberían ser expulsados. Aquí se nota la expectativa de Dios y el fracaso del pueblo.

El castigo estaba decretado por Dios, y se cumpliría en el momento que El deseara. El medio a utilizar sería la guerra traída por pueblos enemigos que atacarían a Is- rael. Los resultados de la guerra serían desastrosos: habría confusión y desesperación en toda la población. Todas las fortalezas, las ciudades o pueblos con defensa serían destruidos. El rey sería eliminado juntamente con

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los guerreros profesionales. Aun las madres con sus hijos serían destrozados. Y esto no por causa del poder político o militar del enemigo, ni por la debilidad defensiva de Is- rael; la causa era el crimen, la mentira y la gran maldad de Israel. El profeta inclusive apeló al ejemplo de des- trucción cruel de Bet-arbel, que entonces era reciente en las mentes de la gente, para resaltar en su mensaje la re- alidad del juicio y la urgente necesidad de arrepenti- miento.

El propósito de la descripción de los resultados de la infidelidad era mover al pueblo a una reacción de recon- ciliación con Dios.

Lecciones para la vida en Oseas 9:l-10:15

. Aprovechar el tiempo (9:l-6): Oseas aprovechó la oca- sión de la fiesta para entregar su mensaje. Jesús tam- bién extendió el mensaje de salvación durante esa misma fiesta (Jn.7:37). Esto nos invita a que nosotros aprovechemos todos los momentos posibles para dar testimonio del evangelio. Fiestas, ferias, exposiciones son momentos que se pueden aprovechar y en los que puede haber mejor respuesta al mensaje cristiano.

2. La influencia de los padres en los hijos (9:lO-14). Pa- rece cruel y hasta inhumana la consideración que por los pecados de los padres los niños inocentes deben sufrir. Pero debemos aceptar que los padres tienen una gran responsabilidad ante sus hijos. Hoy día mu- chos niños han nacido de padres que han usado dro- gas o de padres afectados con el SIDA. Otros niños nacen de madres solteras y no tienen los recursos su- ficientes para una supervivencia básica. Otros crecen en ambientes de guerra o campamentos de refugiados. Sus vidas son precarias y sus futuros inciertos y peli-

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grosos. El mensaje de Oseas es un llamado a que cada generación actúe con responsabilidad y cuidado para no ser causa de destrucción de la generación venidera.

3. El castigo tiene el propósito de traernos al arrepenti- miento (10:l-8). El anuncio de castigo por parte de Dios siempre tiene el propósito de mover al pueblo al arrepentimiento.

Actividades de aprendizaje personal

Llene los espacios en blanco: 1. El castigo final de la infidelidad de Israel sería el cau-

tiverio. El pueblo sería llevado al exilio a Y a (9:3).

2. Debido al castigo de Dios en el pueblo no habría y los niños que pudieran llegar

a grandes (9:ll-12). 3. Otro aspecto del castigo de Dios se manifestaría en

que Israel no tendría que lo dirijiera, ni al cual acudir para adorar (10:l-8).

4. El propósito del castigo de Dios era mover al pueblo a que se Y a Dios.

Respuestas: 1. Egipto, Asiria; 2. nacimientos, serían quitados; 3. rey, culto; 4. arrepintiera, obedeciera.

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UNIDAD IV

EL AMOR FIEL DE DIOS

Esta unidad presenta la culminación del amor redentor de Dios. En los primeros capítulos, el profeta debía reflejar el amor de Dios en su relación con su espo- sa adúltera. A través de demostraciones de compasión y restauración, estos últimos capítulos reflejan, con pro- fundidad y exactitud, la verdadera naturaleza de Dios: Su amor. A pesar de toda la infidelidad de Israel, Dios permaneció fiel a Sí mismo y actuó para con Su pueblo en consistencia con Su naturaleza. Estos capítulos nos trasladan al testimonio del Nuevo Testamento donde vemos que, demostrando amor a pesar de la rebeldía de la humanidad, Dios envió a Su Hijo Unigénito para lo- grar nuestra redención (Jn 3:16; Rom. 523; 1 Jn. 4:8-9).

CAPITULO 9

La compasión de Dios por Su pueblo

Estos capítulos, aunque todavía denuncian los pecados de Israel y su correspondiente castigo, enfatizan la com- pasión de Dios y Su propósito original para con Israel. La realidad de la elección de Israel por Dios domina el capí- tulo 11. Esa elección provee un entendimiento cabal de la identidad de Dios como Padre de Israel. El capítulo 12 se centra en el reclamo de que Israel pertenecía a Dios por derecho de redención. Dios afirmó Su identidad como Je-

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hová, el Dios personal y con autoridad absoluta sobre ese pueblo. El contexto histórico parece indicar el tiempo del reinado del rey Oseas cuando decidió rebelarse contra Asiria y pedir ayuda a Egipto (2 R. 17:4). El profeta eva- luó la situación de peligro que se avecinaba y se dispuso a ser instrumento de mensajes divinos que revelarían la inmensa compasión de Dios y la inmensa rebeldía del pueblo. Los mensajes combinan acontecimientos del pasado que determinaron la relación de Dios con Israel, con el presente y la expectativa del futuro. Además, algunas figuras de comparación o metáforas enriquecen y profundizan la intención del mensaje.

La compasión de un padre (11 :1-11) La revelación de Dios a través del mensaje profético de

Oseas llega a un punto culminante cuando identifica a Dios como un padre compasivo. La ternura y las acciones propias de Dios como padre son únicas en Oseas, y refle- jan la compasión inigualable de Dios en toda su relación con Israel. Varias acciones demuestran esa compasión.

El cuidado en los primeros años (VV. 1-4)

La referencia al cuidado compasivo de Dios por Israel es del pasado. La relación inicial se estableció mediante dos actos libres y soberanos de Dios: Su amor y elección. El amor marcó la identidad peculiar y definitiva de Is- rael, y también determinó la calidad de dicha relación: era una relación de Padre a hijo. Esta relación no fue por derecho de nacimiento, sino por adopción libre. La elec- ción obró el rescate o redención de la esclavitud de Egip- to y la supervivencia en el desierto.

Varios actos propios de un padre ilustran la compasión de Dios. El llamado continuo de Dios después del éxodo significa la permanente identidad de Dios con Su pueblo, Como padre, Dios enseñó a Israel a dar los primeros pa-

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sos como una nación especial. Esta acción implica ense- ñanza constante, protección y mucha paciencia. E n el desierto Dios proveyó toda la ley para que el pueblo supiera como caminar correctamente. Como Padre tam- bién Dios proveyó la comida. La referencia es a la provi- sión de Dios en el desierto, y al regalo de la tierra prome- tida que ofrecía su abundante fruto al pueblo. El cuidado estaba coronado por expresiones de ternura y cariño, pro- pios de un padre para con su hijo amado.

Pero a cada acción de cuidado, Israel correspondía con acciones de alejamiento, ingratitud y rebeldía. Tan pron- to como entró en Canaán, escogió abandonar a Dios y poner su lealtad en Baal. No reconoció ni mostró gratitud por todas las provisiones de Dios. Al contrario, pronto atribuyó la prosperidad de la tierra y la fertilidad hu- mana a Baal, ídolo de los cananeos.

En la disciplina del castigo (VV. 5-7)

Un padre que ama a su hijo usa el castigo como disci- plina. Lejos de permitir la destrucción del hijo, busca el diagnóstico correcto, y aplica el remedio más convenien- te. Tres acciones de Israel demuestran su necesidad de disciplina. Primero, rehusaron convertirse a Dios. Dios ofrecía perdón y restauración a cambio de un retorno en arrepentimiento y lealtad, pero el pueblo rehusó esta po- sibilidad. Segundo, declararon su independencia siguien- do s u s propios consejos. Cuando u n hijo llega a l a adolescencia, le parece muy normal rechazar los consejos de sus padres y apoyarse en los suyos. Israel, aunque comprobaba la consecuencia negativa de sus decisiones, persistía en seguir sus propios criterios. Finalmente, mostró su rebeldía contra Dios en no reconocer Su seño- río y Su autoridad en sus vidas. Esto implica el rechazo de los mandamientos y la falta de lealtad a Dios demos- trada en la adoración idólatra a Baal. Para lograr la con-

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versión, dependencia y lealtad, Dios anunció su castigo disciplinario: el ejército enemigo lo atacaría y las ciuda- des y aldeas con sus poblaciones serían destruidas por la guerra. Toda la nación sería sometida bajo Asiria.

En la decisión de no abandonarle a la destrucción (VV. 8-9)

Estos versículos reflejan el sufrimiento angustioso de Dios por Su pueblo. Es de notar que la elección siempre tuvo riesgos para Dios y El estaba dispuesto a sufrir por Su elegido. ¿Qué más quedaba por hacerle a un hijo que había sido declarado rebelde e infiel a su Padre, un hijo que rechazó todo intento de disciplina y ofrecimiento de perdón? Como una respuesta apropiada, en el pensa- miento de Dios apareció nuevamente la memoria de la maldad de los cananeos del tiempo de Abraham. Eso in- dicaba que el pecado de Israel estaba ya alcanzando la altura de la iniquidad de Adma y Zeboim, ciudades de la llanura del Mar Muerto que fueron destruidas juntamen- te con Sodoma y Gomorra (Dt. 29:23). La respuesta pare- cía muy clara: Israel debía ser destruida y su memoria totalmente desechada. Pero aquí aparece un cambio. Dios miró a Israel en su condición pecaminosa, pero se miró también a Sí mismo, Su naturaleza por excelencia, y sintió una profunda compasión. El versículo 8 es una de las afirmaciones que revelan con profundidad la com- pasión de Dios por Su pueblo. Dios dialogó consigo mis- mo en cuanto al destino merecido de Israel, y se conmo- vió Su corazón. Como un padre que siente profundamen- te por su hijo, Su compasión creció y se alejó Su ira. No dejaría que Efraín fuera destruido.

Debemos notar que esta decisión de Dios no se basaba en un sentimiento hacia Israel solamente, ni fue una de- cisión súbita y aislada. La decisión vino como resultado de una afirmación importante: Dios no es hombre y Sus acciones y decisiones no tienen las limitaciones propias

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de los seres humanos. La compasión es propia a Su naturaleza. La ira de Dios implicaba que Israel no podía seguir viviendo en rebeldía contra El. Debía ser castiga- da, pero por Su compasión y a causa de la elección, Dios rehusó destruir a Su pueblo. Su propósito final era hacer posible el retorno a la relación establecida en el pacto. La verdad maravillosa de esta decisión de Dios es que no es el pecado del hombre ni la ira de Dios lo que ha de deter- minar el destino final del ser humano, sino Su fidelidad a Su propósito que se expresa en compasión. Dios no había de escatimar esfuerzo o sacrificio en lograr la redención del hombre. Esta afirmación fundamental se cumplió en su plenitud en la cruz del Calvario donde Jesucristo, el Hijo de Dios, demostró toda la compasión y el propósito redentor de Dios.

Para dar seguridad a su audiencia, tres veces el men- saje profético anunció que Dios no iba a destruir a Efraín. Parece increíble que con tanta demostración de amor, el pueblo no haya reaccionado en arrepentimiento y humildad. La realidad es que como nación no se volvie- ron a Dios. Nos recuerda que a pesar de la dureza del co- razón de los seres humanos, debemos proclamar el men- saje de salvación que revela a un Dios lleno de compa- sión.

En restauración (VV. 10-1 1 )

La compasión de Dios de ninguna manera significaba que dejaría pasar por alto los pecados del pueblo. El Dios compasivo se identifica también como el Santo, y por lo tanto no puede admitir el pecado. La compasión de Dios implica más bien Su paciencia y benignidad en estar dispuesto a proveer para la salvación del hombre y esperar la respuesta de éste a Su oferta de amor. Esta porción declara la compasión de Dios, demostrada en la restauración futura del pueblo a su tierra y a su lugar de

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privilegio en su relación con Dios. Varios detalles debe- mos notar en esta acción de restauración. Primero, el castigo por el pecado fue ejecutado. Por causa de la gue- rra muchos huyeron a Egipto y otros fueron llevados a Asiria. En cualquiera de los casos, tuvieron que abando- nar sus casas y la tierra, y experimentar el exilio como castigo disciplinario. Segundo, las mismas naciones en las cuales Israel intentó poner su esperanza de salvación se convirtieron en las naciones de castigo. Se confir- maron los repetidos anuncios proféticos de que sería en vano confiar en las naciones extranjeras. Tercero, la sal- vación fue el resultado de la acción de Dios. Dios mismo, fiel a Su propósito, e independiente de la respuesta hu- mana, hace posible las condiciones de salvación. Esta nunca llega como logro o mérito humano. La salvación se concreta cuando el hombre responde a la voz de Dios. Esa voz de Dios, como el rugir del león, es clara y autori- taria. El hombre fácilmente puede seguir el camino que esa voz indica. Aquí hay una exigencia de lealtad única a Dios y rechazo total de otros dioses o ídolos. Finalmente, la salvación implicó la recuperación de la tierra prometi- da con soberanía política y territorial. Esto significaba que la nación castigada y arrepentida podría retomar su vocación misionera ante las naciones. La compasión de Dios hacia Su pueblo tenía la intención de beneficiar a toda la humanidad.

La compasión de Dios, como de un padre para con Is- rael, se había visto demostrada en el pasado indicando elección, cuidado y protección. Se demostraba también entonces en la decisión de Dios de no abandonar a Su pueblo a la destrucción. Por último, quedó demostrada ofreciendo restauración completa en el futuro.

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La compasión que no admite derrota (11:12-12:14)

En la división anterior, al demostrar Dios compasión como un padre, estaba más bien revelándose a Sí mismo. En esta sección Dios le revela a Israel acciones de su pa- sado y de su presente. Todas estas acciones definen el ca- rácter fundamental de Israel: era engañador y desleal. Esta admisión, lejos de desanimar a Dios, le ocasiona de- mostrar aún más Su naturaleza compasiva. Si antes se notó una compasión paternal, ahora esa compasión no aceptaría quedar truncada ni aun por el carácter engaño- so del pueblo.

A pesar de confiar en otras naciones (1 1 :12-12:l)

El primer engaño del pueblo hacia Dios se concreta en la política internacional que los últimos reyes de Israel adoptaron. Ante el peligro de Asiria, primero formaron una alianza con Siria para defensa mutua. Esa decisión no resultó. Luego se hicieron tributario de Asiria. Con la esperanza de ayuda del faraón, se aliaron con Egipto. Estas alianzas significaban engaños por dos razones. Pri- meramente, el ejército asirio amenazante era el instru- mento del castigo de Dios. Desde un principio ese avance sirvió de advertencia para que el pueblo abandonara su infidelidad a Dios antes de sufrir las consecuencias de la invasión enemiga. En este sentido, la conquista por el enemigo era inevitable. En varias ocasiones el profeta había alertado al pueblo y a las autoridades. Además, el poner la confianza de liberación en otra nación, dios falso o recurso era una demostración patente de traición a Dios. Desde el inicio de la vida patriarcal, Dios fue quien protegió a Sus escogidos. La seguridad política del pueblo no tenía su base en el poderío militar, en el equilibrio de poder, ni en tratados internacionales. La seguridad del

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pueblo de Israel estaba en Dios y en la lealtad a Su ley. La política internacional en su efecto se compara primero con alguien que trata de controlar el viento, totalmente ilusorio y en vano. Luego con alguien que sigue al viento solano. Este viento era el terrible viento del desierto que traía un calor quemante y destructivo. Nadie podía esca- par sus efectos.

El pasaje menciona favorablemente al reino del sur. En varias ocasiones Oseas incluye a Judá en sus mensa- jes proféticos. La afirmación del texto bíblico es que el reino del sur en ese entonces todavía se mantenía fiel a Dios. En algunas crisis los reyes de Judá, juntamente con el pueblo, acudieron a Dios con confianza y humildad para ser librados del peligro. Como ejemplo está el rey Ezequías ante la amenaza del ejército asirio. El decidió confiar completamente en Dios y así Jerusalén se libró del enemigo (2 R. 19:l-37).

A pesar de tener un antecedente de engaño (w. 2-6)

Hay un refrán que siempre se utiliza para indicar la dificultad de que algo o alguien cambie: "El árbol que crece torcido nunca se endereza." Este refrán se podría aplicar a Israel. El patriarca cuya descendencia era Is- rael tenía un antecedente de abundantes engaños y mañas. En Oseas, sólo aquí y al final del capítulo, se ape- lan a tradiciones históricas previas al éxodo. Esta sección presenta el mensaje profético en la forma de un juicio entre Dios y el pueblo. El acusado es Israel en el pasado y en el presente. En el juicio se determina la culpabilidad y se decreta el castigo correspondiente. Varias pruebas de la culpabilidad del acusado presenta el profeta. Todas ellas son incidentes seleccionados de la vida del patriarca Jacob, que se van exponiendo como una serie de "cuadros". La intención es identificar al patriarca con el pueblo y las acciones engañosas del pasado con las del

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presente. Junto con las acciones engañosas se informa de los encuentros de Jacob con Dios. En dichos encuentros, aunque no están especificados, Jacob demostró arrepen- timiento y humildad frente a Dios. La intención de esta técnica de superponer el pasado con el presente es obte- ner una identificación culpable del pueblo actual, y preci- pitar una reacción de arrepentimiento a imitación del pa- triarca.

El primer "cuadro" se refiere a la concepción y al naci- miento de Jacob. En la matriz, Jacob se prendió del talón de su hermano mellizo indicando así el inicio de su carácter de engañador. El relato en Génesis indica que por nacer asido del talón de su hermano recibió el nombre de Jacob.

El segundo incidente que se menciona es el encuentro de Jacob con el Angel de Jehová en Peniel. En su regreso a Canaán, y ante el temor de su encuentro con Esaú, Jacob se quedó solo una noche y tuvo la experiencia de luchar con el ángel (Gn. 32:22-32). La mención señala que Jacob prevaleció sobre el ángel, pero que tuvo una experiencia de aflicción y ruego. El impacto que el men- saje profético intenta hacer es notar la experiencia de arrepentimiento que Jacob tuvo en su encuentro con Dios. Es esa experiencia justamente la que Dios deseaba que Su pueblo tuviera.

El tercer incidente es la experiencia de Jacob en Bet-el. En realidad, Jacob tuvo dos experiencias en Bet-el: la pri- mera, cuando huía de su hermano Esaú (Gn. 28:lO-22), y la segunda, después de su regreso de Aram (Gn. 35:l-15). Aparentemente el primer encuentro es el que estaba en la mente del profeta. Bet-el en tiempo de Oseas era una ciu- dad importante en el reino del norte y un santuario muy concurrido. Así como Dios habló a Jacob en Bet-el, así también en Bet-el ahora Dios estaba hablando al pueblo.

Combinado con los cuadros históricos de Jacob, el pro- feta Oseas invitó al pueblo a una reconciliación con Dios.

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Para ello proclamó a Dios en Su identidad con el pueblo, y por Su poder: Jehová, Dios de los ejércitos. Esta identi- ficación apunta a la seriedad del mensaje que sigue: el pueblo debería reconciliarse con Dios antes que llegara el castigo. Tres decisiones se incluyen en esta reconcilia- ción. Primero, Israel debía abandonar su infidelidad y volverse a Dios. Esto significaba dejar el pasado y aban- donar todos los ídolos. Segundo, Israel debía fijar su con- ducta de acuerdo con los términos del pacto. La fidelidad al pacto era imprescindible en una relación correcta con Dios. La justicia es mantener una vida en conformidad con los mandamientos de Dios. Estas características son exigencias para el presente. Tercero, Israel debía confiar continuamente en Dios. Esto significaba abandonar los recursos humanos y poner el futuro en las manos de Dios.

A pesar de negar abiertamente su pecado (w. 7-1 1)

Estos versículos comunican el mensaje divino directa- mente, y se refieren a la resistencia del pueblo en admi- tir su pecado ante Dios. El mismo término cananeo signi- fica también mercader. Dios se dirigió al israelita con la identidad propia del cananeo porque en sus costumbres se había identificado totalmente con la pecaminosidad del cananeo. La acusación fue que en su afán de enrique- cimiento usaron balanzas falsas y oprimieron al pobre. Sin embargo, el pueblo negaba la acusación de que se en- riquecía con fraude. Toda acción de perjuicio social era un acto de infidelidad a Dios, porque era quebrantamien- to del pacto y la ley. Por causa del concepto falso de reli- giosidad, el pueblo pensaba que los requisitos rituales comprendían todas sus obligaciones religiosas, y esos ritos tendrían su efecto en la prosperidad material. ¡Qué triste que la práctica de la religión se tenía nada más como un medio de enriquecimiento material!

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Pero Dios no es engañado por simples afirmaciones de inocencia. Dios conocía muy bien al pueblo porque se había identificado con él desde la experiencia del éxodo. Continuamente había enviado profetas justamente por la pecaminosidad del pueblo. Las pesas falsas, los pecados de idolatría asociados con Galaad y Gilgal y el testimonio del profeta son todas pruebas indiscutibles de la iniqui- dad de Israel. Como castigo, esos lugares de culto serían destruidos y el pueblo volvería a vivir en tiendas, como en el desierto. Este castigo indicaba un propósito reden- tor: Dios deseaba iniciar de nuevo una relación correcta con Su pueblo; es una prueba más de la compasión de Dios que no admite derrota o fracaso.

A pesar de provocar a Dios continuamente (VV. 12-14)

En estos últimos versículos nuevamente se denuncia la continua provocación de Israel. Juntamente con la de- nuncia viene la declaración de culpabilidad y el corres- pondiente castigo por Dios.

La referencia, una vez más, a un incidente en la vida de Jacob obedece el interés que las tradiciones de los pa- triarcas estaban adquiriendo en la religiosidad del pue- blo. Por lo general, cuando el presente no tiene mucho significado, ni el futuro presenta gran desafío, la tenden- cia es recordar y exaltar el pasado. Con el peligro de per- der la tierra, seguro que los israelitas procuraban encon- trar una razón contundente para poder reclamarla como posesión perpetua.

La experiencia de Jacob en su huida a Aram para con- seguir esposa es contrastada con la experiencia de Israel en su éxodo y vida en el desierto. Jacob como patriarca huyó de Canaán hacia Aram. Estando solo y por su cuen- ta, por la adquisición de esposa se determinó la clase de trabajo que debía realizar, el lugar donde debía morar y el tiempo que debía permanecer. El fue pastor de ovejas

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en casa de Labán por un total de 20 años (Gn. 31:38-42). Por su parte, Israel como nación fue librado de Egipto por Dios mismo, y fue pastoreado en el desierto por un profeta: Moisés. Aparentemente este contraste debía ser- vir al pueblo para escoger el modelo correcto a imitar. El momento histórico demuestra que la necesidad urgente del pueblo era tener la experiencia de salvación repre- sentada en el éxodo.

Este momento era crítico porque la provocación de Is- rael a Dios había sido continua e insoportable. Su culpa- bilidad era ineludible y su castigo muy cercano.

Lecciones para la vida en Oseas 11 :1-12:14

1. La compasión de Dios es inigualable. Aun cuando Dios denuncia los pecados de Su pueblo y s u correspondiente castigo, insiste en redimirlo.

2. El castigo divino lleva el propósito de disciplina. El castigo de Dios no es motivado por la venganza, ni tiene el propósito de destruir al ofensor, sino de lla- marlo al arrepentimiento.

3. La compasión de Dios no depende de los méritos del hombre, sino de Su naturaleza. Israel estaba llena de engaño y tenía antecedentes de lo mismo. Sin embargo, la compasión de Dios se manifestó hacia el pueblo.

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Actividades de aprendizaje personal

Encierre en un círculo la respuesta correcta: 1. Los capítulos 11 y 12 enfatizan la compasión de Dios y

Su propósito original para con Israel. CIERTO FALSO

2. Oseas identifica a Dios con un padre compasivo. CIERTO FALSO

3. Un padre que ama a su hijo usa el castigo como disci- plina. CIERTO FALSO

4. La compasión de Dios de ninguna manera significa que dejará pasar por alto los pecados del pueblo. CIERTO FALSO

5. El carácter fundamental de Israel era engañador y desleal. CIERTO FALSO

6. Jacob, cuya descendencia era Israel, tenía un antece- dente de abundantes engaños y mañas. CIERTO FALSO

7. Jacob mostró arrepentimiento ante Dios. CIERTO FALSO

8. El pueblo debía reconciliarse con Dios antes que lle- gara el castigo. CIERTO FALSO

9. Para reconciliarse con Dios, el pueblo debía abando- nar su infidelidad, fijar su conducta de acuerdo con los términos del pacto, confiar continuamente en Dios

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y seguir adorando en los lugares sagrados. CIERTO FALSO

10. La reconciliación y transformación genuina viene únicamente por la obediencia y sumisión completa a la voluntad de Dios. CIERTO FALSO

Respuestas: Todas son "CIERTO excepto la número 9.

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CAPITULO 10

Es un amor que sana (13:l-14:9)

Estos dos últimos capítulos de Oseas reafirman en forma clara y determinante la naturaleza de Dios y Su propósito fiel. El amor de Dios ofrecía sanar al pueblo que estaba en pecado. En primer lugar se hace una reca- pitulación de la condición del pueblo. La conclusión es que el pueblo estaba grave, y sólo la destrucción, la muerte y el Seo1 lo esperaban. Pero Dios, en Su amor re- dentor y restaurador no lo abandonó en su condición de enfermo, sino le ofreció la sanidad y las bendiciones de una vida redimida. La figura que se vuelve dominante es la de Dios que, como un médico amoroso, describe la en- fermedad y se ofrece a sanar al enfermo.

Estos capítulos reflejan la situación de Israel en los ú1- timos años antes de la caída de Samaria. Aproximada- mente en el año 721 A.C., después de tres años de asedio, los asirios conquistaron a Samaria y llevaron cautivos a los israelitas. Además, trajeron gente de diversos pueblos para habitar en Samaria y otras ciudades de Israel. Esta política dio como resultado la mezcla de los habitantes del reino del norte con otras naciones, desapareciendo así su identidad racial y religiosa (2 R. 17:l-41).

Israel está enferma (1 3:l-16) El pasaje presenta cuatro cuadros usando el desarrollo

histórico del reino del norte. El pasado glorioso se debió a la fidelidad a Dios. El triste presente se debía a la infide- lidad y rebeldía del pueblo. Reconociendo la determina- ción de Dios de redimir y sanar a Su pueblo, se describen cuatro mensajes proféticos usando la figura de un enfer- mo y su evolución correspondiente.

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No hay futuro (w. 1 -3)

Lo que uno más desea para un enfermo es que sane. En nuestras experiencias con la enfermedad, jcuántas noches pasamos en vela esperando con ansiedad la llega- da del nuevo día que habría de traer una nueva esperan- za!

Pero Israel no tenía futuro. Estos versículos describen el pasado, el presente y el futuro del enfermo en el len- guaje de un juicio. Primero se rememora el pasado. His- tóricamente, la tribu de Efraín ocupó un lugar de lideraz- go y prominencia en el desarrollo del pueblo de Dios. Llegó a ser temida y respetada militarmente en toda la nación. Pero Efraín, y toda la nación, dejó su lealtad a Jehová y adoptó a Baal como su señor, y el culto a la fer- tilidad como su expresión de adoración. Este pecado de infidelidad terminó con la gloria pasada, causando un presente lastimoso. Y aún pese a esta situación, seguían buscando la salvación en los baales.

La sentencia de Dios es clara y terminante. La nación no tenía futuro; y las comparaciones que se usan-la nie- bla, el rocío, el tamo y el humo-indican que estaba pron- ta a desaparecer.

No hay quien la cuide (VV. 4-8)

Cuando uno está enfermo o tiene algún ser querido en- fermo, busca a la persona que puede dar el mejor cuidado posible. Israel tuvo el mejor cuidado desde el comienzo. Dios mismo le escogió como pueblo y se identificó como su Dios. A través de varias intervenciones les demostró ser el único y suficiente Salvador. Les liberó de la esclavi- tud en Egipto con poder y misericordia. Actuó como un pastor, cuidando y proveyendo todo lo necesario para la supervivencia en el desierto. Oseas intentó que el pueblo recordara las numerosas fuentes de agua abiertas por Dios, el maná, las codornices, la protección, las leyes y la

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relación especial de Dios que sustentaron a Israel en el desierto.

Pero el pueblo se olvidó de Dios y se apartó de las leyes que juraron guardar de generación en generación. La consecuencia era que Jehová no sería más ese Pastor que cuidaba y protegía al pueblo. Al contrario, El mismo se convirtió en el león, el leopardo y la osa, hambrientos y voraces que destruyen y devoran a las ovejas. Del privile- gio de un cuidado especial por un pastor exclusivo, el pueblo quedó sin ningún cuidado y a merced del enemigo destructor.

No hay quien la libre (VV. 9-11)

Estos versículos se refieren al colapso de la monar- quía. Dios se identificó como el único que podía librar a Israel, pero ahora la estaba juzgando por sus pecados. El pueblo no quisó admitir su error y siguió confiando en el rey para salvación. Por lo tanto, el profeta les hizo ver con claridad que el rey ya no les podía librar. Posible- mente este mensaje refleja el tiempo en que el rey Oseas, a pesar de seguir gobernando, era ya preso del rey de Asiria (2 R. 17:4). Israel, en su deseo de tener seguridad política y una buena organización militar, había pedido rey. Dios les concedió rey, declarando a través del profeta Samuel que esa petición era una expresión de rebeldía. El establecimiento de la monarquía dio cierta estabilidad y prosperidad a la nación. La nación entera pensó que su seguridad y salvación estaban en el rey, pero por causa de que los reyes y las autoridades fueron los primeros responsables de la infidelidad del pueblo, Dios, como parte de Su castigo, destruyó la monarquía. La nación estaba perdida y sin rey que la librara. Pero no era el rey quien daría la victoria, sino Jehová, el verdadero y único rey de Israel quien siempre había actuado frente a ene- migos, librando a Su pueblo. La solución para esta situa-

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ción de destrucción estaba en la ayuda de Dios y no en el rey.

No hay esperanza fuera de Dios (w. 12-1 6)

Las cuatro comparaciones que se usan presentan el fin horrendo de la nación. Sin embargo, en medio de todo se afirma la determinación de Dios de rescatar a Su pueblo de la destrucción total y aun de la misma muerte.

En primer lugar, se indica que mientras no hubiera arrepentimiento los pecados permanecerían en la presen- cia de Dios y reclamarían castigo. En segundo lugar, se indica que, pese a las consecuencias del pecado y las oportunidades que Dios estaba dando, no hubo arrepenti- miento. Por tanto, ya no quedaba esperanza de vida como nación. La comparación es con un feto a quien le ha llegado la hora de nacer. En la mentalidad de entonces, quedaba con el feto la iniciativa del nacimiento tan pron- to la madre experimentara los dolores de parto. Todas las adversidades y los castigos que el pueblo había sufrido tenían el propósito de indicar que era hora de un retorno a Dios en arrepentimiento. Pero Efraín desaprovechó la oportunidad y no aceptó las señales de advertencia.

Tercero, ante la culpabilidad comprobada, ante la falta de arrepentimiento, no había otro final que la muerte. Este es el cuadro que más horrendamente describe el final de la nación, y al mismo tiempo la más firme deter- minación de Dios de salvar a Su pueblo. Ni siquiera el poder de la muerte, ni los horrores del Seo1 son impedi- mentos al amor redentor de Dios.

Cuarto, se describe el final de la nación como una identidad política y territorial. Se usan las figuras de la sequía y de la guerra para hacer un contraste entre el desarrollo fructífero y victorioso de Efraín con la situa- ción de desolación y derrota que le esperaba a toda la na- ción. Así como el viento cálido del desierto destruye toda

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plantación y seca toda fuente de agua, así la nación quedaría asolada. Aun la capital, Samaria, con toda la seguridad defensiva que ofrecía, no sería un lugar de .

protección. AIgunos años más tarde, actuando como ins- trumento del juicio de Dios, Asiria sitió a Samaria, con- quistó la nación y destruyó la identidad racial y religiosa de la población (2 R. 17).

Dios sana a Israel (1 4:1-9) Cuando la civilización alcanza lugares donde muchos

indígenas viven aislados, les trasmite la enfermedad de la tuberculosis, contra la cual los indígenas no tienen de- fensa alguna. Los síntomas o efectos delatan a la enfer- medad. Empiezan a toser, tienen fiebre y se debilitan fí- sicamente. Lo que es más, por la íntima vida comunal que llevan, el contagio es efectivo y rápido, y no es fácil darles tratamiento adecuado. Resisten con firmeza los elementos, métodos y procedimientos de sanidad médica que se les ofrece. Insisten en sus propias costumbres y medicinas naturales, las que lastimosamente no pueden combatir a la tuberculosis. Las agencias del gobierno o religiosas deben actuar con mucho amor y paciencia, y así obtener una oportunidad de demostrarles que tienen el remedio adecuado para sanar a los enfermos y prote- ger a los sanos. Si no consiguen esta oportunidad, el grupo corre peligro de extinción rápida y segura. Pero cuando los indígenas permiten que se les trate y se les vacune, entonces los enfermos pueden sanar y el grupo puede sobrevivir.

La situación de los israelitas era similar. Habían con- traído una enfermedad que les llevaba a la extinción. Pese a ello, insistían en sus propios "remedios", los cua- les lejos de sanarles, les empeoraban más; pero Dios en Su amor redentor les pidió una oportunidad para que se dejaran sanar por El.

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La causa de la enfermedad (v. 1)

En un último intento de lograr su misión, el profeta Oseas extendió una invitación, en nombre de Dios, al pueblo bajo su cuidado. En una frase él resume la causa de la caída de Israel: "tu pecado". Esta frase significa fundamentalmente desviarse de la meta trazada. Esto indica que Israel abandonó y se apartó del propósito de Dios. Por última vez el profeta afirma que eran el pecado y la resistencia de un retorno a Dios lo que había causa- do la enfermedad y la ruina de toda la nación.

Con la seguridad del amor redentor de Dios, el profeta hizo un llamado al arrepentimiento. A pesar de todo el rechazo y alejamiento, Jehová no dejó de identificarse como el Dios de Israel. Si la causa de la enfermedad era el pecado, el remedio correcto era el arrepentimiento.

La receta para la enfermedad (VV. 2-3)

Una vez que se acepta la causa de la enfermedad y se conoce el remedio correcto, se necesita aplicarlo. El trata- miento acordado necesita traducirse a la práctica. El pro- feta Oseas ofreció al pueblo la aplicación del arrepenti- miento. Las palabras y los procedimientos indicados aquí son propios de la práctica del culto en Israel. Es básica- mente una oración de penitencia que permite el acceso y diálogo personal del pecador con Dios. Varios elementos importantes tiene la oración. Primero, está la confesión por el pecado que implica que Israel reconoció su culpabi- lidad ante Dios. Además, aceptó que Dios es el único que le podía perdonar. Este acercamiento a Dios no es a tra- vés del sacrificio de animales, sino a través de la expre- sión de un corazón quebrantado y contrito (Sal. 51:17). Aquí desaparece la confianza en los sacrificios, que sólo intentaban manipular a Dios y tratarlo como a un ídolo pagano. Segundo, está la expresión de renunciamiento. A través de varias promesas hubo renuncia total a otros

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medios de salvación en los cuales el pueblo confiaba va- namente. Estas renuncias desecharon toda esperanza po- lítica, militar e idólatra de salvación. Nunca más harían alianza de supervivencia con ninguna nación, por podero- sa que pareciera. Dejarían también de confiar en su po- derío militar. Sobre todo, dejarían de acudir a los ídolos. El renunciamiento implica que Israel se abandonó total- mente a las manos de Dios. Ese abandono se debió a la confianza en la misericordia de Dios, que es el tercer ele- mento de la oración. Este elemento es el más importante porque reconoce que el pecador ningún mérito tiene para recibir el perdón de Dios. Todo depende exclusivamente de la compasión de Dios, comprobada con los huérfanos, quienes por no poseer recurso alguno confían plenamente en Dios. Varias veces en sus mensajes, el profeta Oseas resaltó la compasión de Dios. Ahora aconsejaba al pueblo a buscar esa compasión.

La sanidad y restauración del enfermo (w. 4-8)

Tan pronto como el arrepentimiento se hizo efectivo, la sanidad llegó. Esta porción, que con elocuencia asegura el amor redentor de Dios, es una declaración directa y personal de Dios en respuesta al retorno de Israel. En primer lugar, se identifica al Médico y al mal en necesi- dad de acción curativa: Dios mismo estaba pronto y dis- puesto a sanar la rebelión de Israel. La palabra sanar en Oseas indica salvación (5:13, 6:1, 7:1), y la palabra rebe- lión o apostasía indica la consecuencia grave del aleja- miento del pueblo de Dios. Dios afirma que no existe con- dición o enfermedad que no esté dispuesto o no sea capaz de curar. En segundo lugar, Dios prometió dos cosas como parte integral y fundamento de Su sanidad: se com- prometió a amar gratuitamente a Israel y a apartar Su ira de la nación. Se indica claramente que el amor era in-

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merecido, y que obedecía única y exclusivamente a la na- turaleza redentora de Dios.

Tercero, se describen los beneficios concretos de la sa- nidad de Dios que hicieron posible una completa restau- ración. La figura de los elementos de fertilidad-el rocío, las plantas florecientes, la abundancia de productos agrí- colas-sirven para indicar la prosperidad de Israel, y re- afirmar que de Dios dependía la fertilidad de la tierra y no de Baal. Esta descripción similar a un paraíso es pro- pia en todas las promesas de restauración final (1s. 35:l- 3; Ap. 22:l-5). Hubo restauración política: Israel ocupa- ría nuevamente su territorio asignado, y la nación ten- dría su identidad y distinción propia (w. 5, 6). Hubo res- tauración social: cada uno podría estar libre de peligro y gozar de todos los beneficios emocionales y materiales (v. 7a). Hubo prosperidad económica: los productos que re- presentaban la totalidad de las necesidades de susten- to-trigo, aceite y vino-tendrían de sobra y con calidad superior (v. 7b). Hubo restauración espiritual: Efraín, el representante de todo el reino del norte, sería liberado para siempre de caer en la tentación de la idolatría. Tan fortalecido y saciado estaría de su relación con Dios que no volvería a cometer el pecado de buscar otra fuente de vida u otro recurso de bendición (v. 8).

La ejecución de todos estos beneficios estaba condicio- nada al retorno de Israel en arrepentimiento y fidelidad a Dios.

Conclusión (v. 9)

Todo el libro de Oseas termina con una evaluación y una invitación a considerar el valor del mensaje proféti- co. La apelación es al sabio que desea caminar por los ca- minos del Señor. En este sentido, el libro es un testimo- nio impresionante de las consecuencias que sufre todo aquel que se aparta de los mandamientos de Dios y vive

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alejado de El. El pecado tiene su consecuencia y el rebel- de sufrirá esa consecuencia ineludiblemente. Pero la in- vitación es que cada persona decida evitar el castigo obe- deciendo los mandamientos de Dios; es un recuerdo de la responsabilidad personal de cada individuo en su rela- ción con Dios. Para nosotros los creyentes en Cristo Jesús nos recuerda que nuestra comunión con Dios se debe única y exclusivamente a Jesucristo, quien es el ca- mino, la verdad y la vida (Jn. 14:6).

Lecciones para la vida en Oseas 13:l-14:9

1. Dios salva por S u gracia y compasión; no por méritos del ser humano (13:14; 14:4). La afirmación bíblica más prominente es que la salvación es por la pura gracia de Dios. Israel procuró mucho la salvación a través de actos y ritos que expresaban su capacidad, y reclamaban méritos pero todo fue en vano. Finalmen- te tuvo que reconocer que cuando Dios salva, lo hace por Su gracia y compasión, y no por mérito t el pecador (Ef. 2:8).

2. Dios puede usar medidas drásticas (13:15-16). Mu- chas veces Dios usa pérdidas, fracasos, enfermedades para llamar la atención del creyente. En estos casos, uno debe aceptar la acción de Dios como parte de Su misericordia en ofrecer perdón y restauración.

3. Donde hay confesión, hay transformación (14:l-3). Dios está dispuesto a transformar las vidas de los se- res humanos con Su poder redentor pero hay una con- dición para esa transformación: la confesión de peca- dos. La confesión implica el abandono del orgullo y el arrepentimiento genuino.

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Actividades de aprendizaje personal

Haga un círculo alrededor de la letra o letras que re- presentan la mejor respuesta a la pregunta. 1. En el capítulo 13 . . .

a. se describe la relación correcta del pueblo con Dios. b. se describen los beneficios que trae esa relación. c. se contrasta la situación perdida de Israel, con la

oferta de salvación de Dios. 2. La solución para la situación de destrucción que en-

frentó Israel era . . . a. llegar a un acuerdo con los enemigos. b. el arrepentimiento y la ayuda de Dios. c. tener un mejor ejército.

3. La causa de la enfermedad de Israel era . . . a. la falta de conocimiento sobre su error. b. que no tenían suficientes vacunas para todos. c. el pecado y la resistencia de un retorno a Dios. d. que no entendían las palabras del profeta.

4. La oración de penitencia del pueblo incluye . . . a. confesión y reconocimiento de culpabilidad. b. renunciar a buscar salvación por medio de dioses

ajenos y alianzas militares o políticas. c. dependencia total en la misericordia de Dios

5. El libro de Oseas termina con . . . a. una evaluación e invitación a considerar el valor

del mensaje profético. b. una declaración de que el pecado tiene su conse-

cuencia y el rebelde sufrirá esa consecuencia. c. un recuerdo de la responsabilidad personal de cada

individuo en su relación personal con Dios.

Respuestas: 1. a, b, y c; 2. b; 3. c; 4. a, b y c; 5. a, b y c.

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El Curso de Estudio de la Iglesia

El Curso de Estudio de la lglesia es un sistema educativo de los Bautistas del Sur, que consiste en cursos bíblicos cortos para adultos y jóvenes. Hay cursos disponibles en una variedad de áreas de estudio. Se otorga crédito por cada curso que se completa. Estos créditos sirven para uno o más de los planes de diplomas disponibles. Los diplomas acreditan que la persona ha completado entre 5 y 8 de los cursos prescritos.

El Catálogo del Curso de Estudio de la lglesia contiene detalles completos en cuanto al sistema, los cursos disponibles, y los diplomas que se ofrecen. Los materiales pueden conseguirse en cualquiera de las Librerías Bautistas.

El Curso de Estudio de la lglesia está auspiciado por la Junta Bautista de la Escuela Dominical, la Unión Femenil Misionera y la Comisión de Varones de la Convención Bautista del Sur.

COMO SOLICITAR CREDITO POR ESTOS CURSOS

El crédito por estos cursos puede obtenerse solamente me- diante una combinación de estudio individual y en grupo. Lea el libro entero, y complete las actividades de aprendizaje a medida que va leyendo. Asista a las reuniones del grupo para cada unidad. Si se ve impedido de asistir a una o más reuniones del grupo, haga arreglos con los líderes del grupo para ponerse al día en el trabajo, y realizar cualquier tarea adicional que le sea asignada.

La solicitud para crédito puede hacerse usando el formulario 725, Solicitud de Matrícula / Crédito para el Curso de Estudio de la Iglesia. Envíe su solicitud a la Oficina de Créditos, Junta Bautista de la Escuela Dominical, 127 Ninth Avenue North, Nashville, Tennessee 37234. Puede usar el formulario que cons- ta en la siguiente página, si lo desea, o si lo prefiere, puede hacer una fotocopia del mismo. La oficina de créditos mantiene los registros. Mientras usted esté activo y solicite créditos, se enviará periódicamente a su iglesia una copia del informe de sus créditos, para que se la entreguen a usted.

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