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57 DE DISCÍPULO A MAESTRO JESÚS, MESÍAS DEL ARTE PERUANO Presentamos a uno de los más grandes artistas maestros que ostenta el Perú, quien interpreta la realidad con una lucidez que jamás dejará de sorprendernos, de florido lenguaje estético, de gran sapiencia en el manejo de las formas y colores... EMPRENDEDORES

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De Discípulo a maestro

Jesús, Mesías del arte peruano

Presentamos a uno de los más grandes artistas maestros que ostenta el Perú, quien interpreta

la realidad con una lucidez que jamás dejará de sorprendernos, de florido lenguaje estético, de gran

sapiencia en el manejo de las formas y colores...

EMPRENDEDORES

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¿Quien se cree lo suficientemente va-liente y decidido como para abando-nar el hogar paterno a la edad de 12

años? Jesús Urbano, nacido en Ayacucho en 1925, no dudó en dejar a su padre quien mucho lo golpeaba, y a su madre que nada podía hacer contra su exacerbado esposo. No huyó por cobarde, escapó por valiente, porque el instinto de supervivencia nos ad-vierte que de continuar en situaciones ries-gosas nos extinguimos.

Trabajó como arriero muchos años de su vida. “Siempre trabajaba como peón”, rememora. Lo que para muchos significaría una degradación, Jesús lo tomaba, como etapas momentáneas, situaciones que se volatizarían. Y lo principal, experiencias que enseñan y que deben fijarse en la memoria. “Yo grababa todas las cosas en mi cabeza”, dice sonriente.

¿Qué hace ese señor, para salir en todos los periódicos, para que todos los visiten?, se preguntaba un joven Jesús, al conocer al renombrado artista Joaquín López Antay, uno de los más grandes artistas tradiciona-les del Perú, personaje al que todos visita-ban para contemplar, entre otras obras, sus famosos retablos ayacuchanos.

Desde ese instante, Jesús tuvo como única meta en la vida, ser el más grande retablista de Ayacucho. No tuvo mejor idea que aprender del mejor, Joaquín López An-tay. Se ofreció a trabajar para él, con la única condición que le enseñara el arte de hacer retablos, que lo convirtiera en su discípulo, que compartiera con él sus más íntimos se-cretos.

Sin embargo, a quien Urbano considera-ba un maestro, un guía, un ejemplo a seguir, se mostraba celoso de sus conocimientos e inventaba mil y un artilugios para prolongar el día en que lo adiestraría en los secretos de su arte. Todo un desafío para quien emulaba silenciosamente a su maestro. Pues…

Cuando Jesús, le decía que le enseñara a hacer retablos, Joaquín respondía, “enderé-zame esos clavos, y me indicaba un montón

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de clavos doblados”. Un día le dijo a Jesús: “¿quieres aprender?”. Ni corto ni perezoso asintió con la cabeza, sin poder evitar una enorme alegría. El retablista le dijo: “está bien, lava la mesa de trabajo y junta todo el agua, pero no botes nada”.

Una vez concluida la tarea encomenda-da, Joaquín le dijo, “o te tomas toda esa agua o te vas para siempre”. Jesús a pe-sar de pronunciar mentalmente “ahora sí me voy a morir”, complació a su maestro. Este, al ver la constancia y docilidad de su alumno, solo atinó a sonreír y le dijo, “te has tomado el arte de mis antepasados, ahora ese arte está en tu sangre”. Sin embargo, los secretos seguían ocultos en la mente y manos del maestro.

Una y otra vez, Jesús hubo de soportar el fuerte carácter de Joaquín, quien lo trataba severamente cuando creía que la situación lo ameritaba. El maestro, por imperativos de la vida, había encontrado en el alcohol un estimulante a su creatividad y siempre en-viaba a su discípulo a comprar la bebida de su inspiración. Jesús asentía.

Un día, interrumpiendo su trabajo, decidió ir a conseguir él mismo su licor, salió de su secreto taller, donde Jesús a pesar de tener años laborando jamás había ingresado, y se enrumbó camino a la licorería más cercana. El joven Urbano, se precipitó con valentía y

decisión hacia el misterioso recinto. Ahí descubrió el material con el que se hacían los retablos: papas sanco-chadas, trituradas y mezcladas con yeso, pomos de pinturas y pedazos de madera. El secreto había sido develado, ya nada le impediría a Jesús convertirse en el Mesías del arte peruano.

Ocho años habían transcurrido des-de que Jesús empezó a trabajar junto a Joaquín López Antay. El maestro poco había enseñado al alumno. Jesús, decidió que ya era tiempo suficiente para abandonar el nido y dedicarse a elaborar el retablo de sus sueños. El camino que debía emprender estaba frente a él.

Aunque parezca anecdótico, en los an-des se repetiría el incidente que siglos atrás sufriera el gran artista italiano Sandro Boti-celli, quien al ver que su discípulo Leonardo Da Vinci, pintaba mejor que él, decidió tirar el pincel y no pintar nunca más. Lo mismo sucedió con Joaquín López Antay, con la cabeza agachada se retiró de la Exposición Ferial de Artes Populares de Ayacucho y

decidió nunca más presentarse. El primer puesto se lo había ganado un joven artista desconocido, Jesús Urbano.

Jesús, no solo había derrotado al dios de los retablos, había vencido a toda una tradi-ción, creando una nueva corriente artística. Fue el primero en realizar retablos costum-bristas de enorme contenido social, plas-

mando en sus obras su visión per-sonal de las costumbres y creencias de su natal Ayacucho y de la serranía peruana.

Sus retablos ricos en contenidos simbó-licos, transportan a hechos, lugares y situa-ciones a quien los contemple. “Mis trabajos

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son creaciones inspiradas en mi vida. En mi juventud fui arriero, andaba detrás de las mulas, con poncho, huaraca y ojotas; sentía el golpe del viento y la escarcha. Así apren-dí a hacer los retablos costumbristas, que son y han sido muy cotizados en el Perú y el mundo. Yo no trabajo para galerías, sino para personas entendidas que vienen hasta mi taller, porque valoran mucho mi artesanía”, refiere.

Actualmente, sus retablos son codi-ciadas obras de arte en todo el mundo, son vendidos en Europa, Estados Unidos y cuanta patria apre-cie las grandes obras. Recibe constante-mente visita de extranjeros que desean conocer al Da Vinci de los andes. La prensa nacional como internacional reali-

za reportajes sobre su arte y es amigo de prestigiosos historiadores y antropólogos. Sin lugar a dudas, decir que Jesús Urbano es el mejor retablista del Perú, es minimizar su grandeza. Gracias maestro por regalar-nos tan bello arte.

carlos avalos

uN poco De Historia• Jesús Urbano se forma como retablista en la década de 1940 en la ciudad de Huamanga, Ayacucho, en el taller del renombrado Joaquín López Antay.

• En 1957 y 1959 obtiene el primer premio en la Exposición Ferial de Artes Populares de Ayacucho.

• En 1960 abre su propio taller en Huamanga.

• En 1963 funda la Escuela Particular de Artesanía, de la cual es director hasta 1983.

• En 1963 gana el Primer Premio Latinoamericano de Arte Popular en Santiago de Chile, el primer premio en el Festival Mundial de Ar-tesanía realizado en Tokyo, Japón.

• En 1964 es condecorado con la Orden del Sol en el Grado de Ca-ballero otorgada por el ex presidente Fernando Belaunde.

• En 1968 obtiene el primer premio en el Festival Mundial de Arte-sanía realizado en la ciudad de Los Ángeles, Estados Unidos.

• En 1980 se traslada a la zona de Huampaní Alto, en la ciudad de Lima, donde actualmente vive y tiene su taller. A lo largo de la década del 80 dicta el taller de retablos en el Centro de Desarrollo Artesanal ubicado en las instalaciones del Centro Recreacional Huampaní.

• En 1992 publica, en coautoría con el historiador Pablo Macera, su autobiografía titulada «Santero y Caminante. Santoruraj-Ñampurej».

• En 1995 es reconocido con el Premio Nacional Gran Maestro de la Artesanía Peruana concedido por el Ministerio de Industria.

• En 1996 es destacado con el Grado de Gran Maestro de la Arte-sanía Peruana por el gobierno peruano.

• En 1998 Recibe el Doctorado Honoris Causa por la Universidad

Nacional Mayor de San Marcos.• En el 2000 Obtiene el primer puesto en el Festival Internacional de Narradores en París, Francia.• Desde el 2003 hasta hoy en día, dicta el Taller de Retablos Aya-cuchanos en el Museo de Arte de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.• Es declarado Patrimonio Cultural Vivo por el Instituto Nacional de Cultura.• Tiene su primera exposición retrospectiva «Jesús Urbano Rojas. Exposición retrospectiva 1952-2007» realizada por el Museo de Arte de San Marcos.• Sus obras han participado en numerosas exposiciones en el Perú y en el extranjero, e integran importantes colecciones de arte.